David García Colin
“El
Materialismo Histórico y Dialéctico aplicado al proceso de “hominización”, el
surgimiento de las clases sociales y la civilización”
Introducción
Sin
duda uno de los procesos más impresionantes del universo es la transformación
de la materia inorgánica en vida, de vida en conciencia; pero sobre todo las
condiciones materiales para la transformación de la conciencia animal en
pensamiento humano y la relación de éste con la transformación social del medio
natural en cultura humana y, llegados a un punto crítico: el surgimiento de
la civilización y su inseparable compañero: los antagonismos de clase.
Hoy, gracias al desarrollo de la
ciencia, vinculada al desarrollo de las fuerzas productivas impulsadas por el
desarrollo del capitalismo, tenemos ya un bosquejo general de ese increíble y
apasionante proceso. Por sí mismo los resultados de la ciencia constituyen una
confirmación de la visión materialista del mundo. Si bien la ciencia nos
proporciona, en éste terreno como en otros, la materia prima para el
pensamiento con una gran cantidad de descubrimiento que involucran disciplinas
como la biología, la genética, la antropología, la arqueología, etc; a la
filosofía le queda la tarea de la interpretación, la deducción de leyes del
desarrollo y la extracción de conclusiones generales. Sin duda la ciencia sin
filosofía se torna ciega y la filosofía sin ciencia se vuelve metafísica.
El materialismo dialéctico es el método del marxismo, representa una
concepción general del mundo que afirma que el universo, la sociedad y su
reflejo: el pensamiento se encuentran en un proceso interminable de cambio a
través de saltos bruscos y repentinos por medio de contradicciones,
desarrollando una tendencia general hacia la complejidad progresiva. El materialismo
histórico no es más que la aplicación del pensamiento dialéctico al estudio de
la historia. La tesis fundamental del materialismo histórico la explica Marx en
su célebre pasaje de
De acuerdo con esta concepción de la historia la explicación del proceso
histórico se encuentra en la producción y reproducción de la vida, reproducción
basada, por un lado, en la reproducción sexual de la especie y, por el otro, en
la producción de los medios de vida por medio de la producción de herramientas.
Para que el ser humano pueda estar en condiciones de hacer historia primero
debe estar en condiciones de poder vivir; para vivir necesita alimentarse,
vestirse y producirse las herramientas necesarias para ello; pero el hombre no
es un ser abstracto y genérico sino que es un ser concreto y social que al producir
su vida establece relaciones de producción determinadas por el grado de
evolución de sus fuerzas productivas. Así por ejemplo los instrumentos de “la
edad de piedra”, determinan relaciones sociales igualitarias en virtud de la
limitada productividad del trabajo humano y la naturaleza de su producto. La
invención de la agricultura y la ganadería determinan un cambio en las
relaciones sociales y la división social del trabajo (surgimiento de las clases
sociales) en virtud de la producción de un excedente por encima de las
necesidades básicas. El surgimiento de la agricultura intensiva por medio de
sistemas de regadío determinan el surgimiento de lo que Marx llamaba
“despotismo asiático” en virtud del cual una casta privilegiada por medio de un
estado centralizado reclutaba a un ejército de hombres en la construcción de
empresas estatales. En ciertas condiciones la existencia de estamentos
privilegiados decantaba en el surgimiento de la esclavitud como modo de
producción dominante (la existencia de condiciones privilegiadas para el
comercio marítimo en el Mediterráneo posibilitaron el que la mano de obra
esclava fuera una mercancía abundante que se volviera una relación social
predominante en estados como el Fenicio, Griego y Romano). La extensión de la
producción agrícola (más extensivas que intensivas) a niveles sin precedentes
durante el periodo romano determinó las condiciones para el surgimiento del
feudalismo: la existencia de señores feudales y ciervos atados a la tierra y
obligado a pagar tributo. La circunnavegación de África y el
descubrimiento de América dio un impulso al comercio desarrollando las ciudades
y una nueva clase social que basaba su poder en nuevas fuerzas productivas
–burguesía- ( proceso que parte desde los gremios feudales y su estructura
artesanal, hasta la manufactura y la gran industria moderna). En cada uno de
estos casos observamos una revolución en las relaciones de producción en
función del desarrollo de la ciencia y la técnica. Ésta base material de la
sociedad determina la superestructura ideológica e institucional de la sociedad
(Estado e ideología). La ciencia va evolucionando dentro de la estructura de
ciertas relaciones de producción y de ciertos reflejos ideológicos y
instituciones encargadas de mantener el status quo (un sistema socioeconómico
dado), el desarrollo gradual de las fuerzas productivas llega a un punto
crítico en el cual dicho desarrollo entra en contradicción con las relaciones
de producción, la ideología dominante y las instituciones vigentes; entonces surge
un periodo de revolución social que determina el surgimiento de nuevas ideas
que indican el preludio de un nuevo y más progresivo modo de producción en
donde se ponen a tono la superestructura con las fuerzas productivas. La
revolución neolítica, el surgimiento de las primeras civilizaciones, el colapso
del imperio romano,
De hecho, de manera implícita o explícita, esta es la forma en que la
antropología moderna se aproxima al desarrollo histórico que va del mono al
hombre. Incluso aunque el antropólogo tenga una concepción idealista o
postmoderna de la historia (Boasianos o particularistas históricos) opera el
90% de los casos con una clasificación de la historia que se basa en una
concepción materialista de ésta. De manera muy simplificada, con el
objetivo de poner de relieve la óptica correcta del marxismo, podemos decir que
la historia del surgimiento humano se comprende en relación con las
revoluciones tecnológicas que transforman al mono en hombre. Desde hace unos 6
millones de años, cuando aparece el Australopithecus, hasta hace unos dos
millones de años dominan las leyes de la biología para explicar el
comportamiento y la vida de estos ancestros nuestros, sin embargo, su
transformación hacia la ruta humana se debe, fundamentalmente, a la fabricación
de herramientas posibilitadas por la liberación de la mano y la postura bípeda;
el género homo se define por su relativa independencia de pautas biológicas a
favor de patrones culturales determinados por la base material de producción,
especialmente por su capacidad de fabricar herramientas específicas; el primer
paso que nos separa del reino animal se dio con las primeras herramientas de
piedra (conocidas como técnica olduvaiense) que fueron legadas por el homo
habilis hace unos dos millones de años; la interacción entre el hombre y sus
fuerzas productivas, por un lado, y la naturaleza cambiante por el otro, nos
lleva, con el homo erectus y el homo ergaster, al siguiente salto hace poco más
de un millón de años con una tecnología superior (tecnología acheliense) y con
la domesticación del fuego; hasta este punto lo más probable es que las fuerzas
productivas obligaran a estos hombres prehistóricos a ser carroñeros más que
cazadores constituyendo el periodo histórico conocido como paleolítico inferior
o fase inferior del salvajismo; las mismas contradicciones que nos llevan del
habilis al erectus nos llevan del erectus al los sapiens-arcáicos,
especialmente al neandertal (hace unos 300 mil años), los cuales con una
tecnología superior (conocida como técnica levalloisiense o musteriense)
comienzan a demostrar una capacidad de simbolización y abstracción propiamente
humanos y, específicamente con los neandertales, la capacidad de conquistar los
climas helados de la última glaciación y a la caza de presas mayores como los
enormes mamuts, abriendo el paleolítico medio o fase media del salvajismo; el
final de la glaciación (fin del pleistoceno) somete a prueba a estor
protohumanos de los cuales surge triunfante el sapiens-sapiens que ya había
surgido y cohabitado con las sapiens arcáicos hace más de 100 mil años demostrando
una capacidad de adaptación tecnológica con la que no contaban las otras
especies humanas. Es nuestra propia especie la que da el gran salto cultural
hace unos 40 mil años durante el apogeo del comunismo primitivo y con el
surgimiento de una diversidad tecnológica sin precedentes que muestra todo el
potencial del modo de producción comunista de la edad de piedra significando el
paleolítico superior o fase superior del salvajismo; esplendor bruscamente
interrumpido, hace unos 13 mil años, por el corto periodo mesolítico que
prepara finalmente a la trascendental revolución neolítica hace unos 12 mil
años donde entramos al periodo conocido como
barbarie.
El surgimiento de las clases sociales y, posteriormente, el estado
(fenómeno conocido como civilización) nos muestra, por otro lado, un punto de
inflexión decisivo impulsado por primera vez hace unos 12 mil años
fundamentalmente por con la llamada “revolución neolítica” o el surgimiento de
la agricultura y la ganadería. Éste salto brusco en la historia nos muestra de
manera muy clara y diáfana el papel del desarrollo de las fuerzas productivas
en la transformación de las relaciones sociales y del conjunto de la
superestructura social; representa una de las confirmaciones más espectaculares
de las ideas fundamentales del materialismo histórico. Este salto resulta clave
pues se puede estudiar de una forma “químicamente pura” el surgimiento de las
clases sociales con todas sus repercusiones en todos los aspectos de la
cultura; proceso que comienza con el surgimiento de jefaturas y termina, hace
unos 6 mil anos, con el surgimiento de un monstruo llamado estado, y con éste
nace la escritura, la arquitectura, la filosofía, la astronomía, la religión y
el papel que en todo ello jugó el desarrollo de las fuerzas productivas. En
suma la historia del proceso que nos lleva del mono al hombre resulta un
proceso dialéctico: un desarrollo en espiral lleno de tensiones o
contradicciones que son superadas dolorosamente con nuevas revoluciones, que
presenta una gráfica que tiene ascensos bruscos que superan cambios
acumulativos así como caídas abruptas y, sin embargo, presenta una tendencia
general hacia un aumento progresivo del control de hombre frente a la
naturaleza y cuya constante es la transformación gradual interrumpida por
asombrosas revoluciones; proceso que ratifica de una manera asombrosa las tesis
centrales del materialismo histórico.
Con esta perspectiva resulta apasionante determinar el salto dialéctico
en donde las leyes de la evolución biológica quedan subsumidas por las leyes de
la evolución histórica, es decir, el punto crítico en donde se puede
legítimamente hablar de historia humana en lugar de evolución natural. La
historia humana – si bien convencionalmente se divide a la historia en periodo
prehistórico e histórico, es claro que aquí nos referimos a historia en el
sentido amplio- existe desde que los homínidos fueron capaces de transformar de
manera más o menos conciente su propio entorno y con ello transformarse a sí
mismos y sus relaciones sociales (creando cultura, lenguaje, arte,
eventualmente instituciones estatales, etc)(2); la fabricación de herramientas,
la transformación social del hombre en conjunto son sus herramientas (conjunto
llamado fuerzas productivas) constituye la clave de la historia humana porque
es el factor decisivo que nos diferencia del resto del reino animal y nos sitúa
en el terreno de la sociedad humana: una realidad cambiante que no depende de
las leyes de la biología sino de las leyes objetivas de la historia; leyes
descubiertas por Marx y Engels. Si bien es cierto que sería absurdo estudiar
mediante el materialismo histórico a los primeros homínidos (los
“Australopitecinos”), en el estudio su surgimiento y desarrollo dialécticos se
encuentran las claves de la presión evolutiva hacia el crecimiento del cerebro
y la ruta que nos lleva del “mono” al hombre; los elementos que nos conducen,
pues, de la evolución biológica a la historia humana se encuentran en germen en
éstos antepasados de cerca de 6 millones de años de antigüedad, en ellos se
encuentran las claves del surgimiento de la historia (objeto del materialismo
histórico): la locomoción bípeda y una mano estructuralmente capaz de fabricar
herramientas.
Este estudio nos dará elementos para determinar la “esencia” del ser humano
o su propia especificidad confirmando la óptica marxista del tema. Nuestra
esencia esta en la capacidad de transformar socialmente nuestro entorno,
nuestras relaciones sociales y a nosotros mismos por medio del desarrollo de
herramientas, en supeditar a la naturaleza a nuestras propias relaciones
sociales objetivas que reflejan el desarrollo de la fuerzas productivas, un
desarrollo que no depende esencialmente de la subjetividad humana, sino que, al
contrario, refleja e interactúa dialécticamente con su base material. Se trata
de una esencia cambiante, histórica, concreta. No existe una esencia
metafísica, inmutable, separada de el desenvolvimiento histórico humano;
paradójica y dialécticamente la esencia humana permanece cambiando, su esencia
esta en el cambio o más precisamente en la transformación del medio por el
hombre, por medio de la creación y transformación de ciencia y tecnología y
gracias e ello la transformación del hombre en sus relaciones sociales, física
e intelectualmente.
Este estudio mostrará la pertinencia y la vigencia del marxismo y sus
principales categorías en el análisis del surgimiento de la humanidad y la
civilización. Se trata del estudio de un proceso que involucra la validez de
los aspectos fundamentales del marxismo tanto en lo que respecta a su base
filosófica (materialismo dialéctico) como a muchos de las derivaciones de su
aplicación a la historia (materialismo histórico) como es la teoría de la lucha
de clases, el significado y el papel del estado, la relativa dependencia de la
superestructura con respecto a su base (infraestructura); así como a lo que el
mismo surgimiento de la humanidad nos tiene que decir, a la luz de la teoría
marxista, con respecto a la esencia misma del hombre, su peculiaridad y lo que
todo ello nos sugiere con respecto a los males y las esperanzas de nuestro
tiempo y las expectativas de un mundo mejor.
¿Existe progreso en la historia?
El estudio de la hominización, el surgimiento de las clases sociales y
la civilización pone en evidencia que la historia no es un proceso azaroso o
caprichoso, sino que tiene leyes que determinan su desarrollo, que determinados
resultados son más posibles que otros tomando en cuenta la producción material
de la vida y que condiciones productivas similares dan como resultado
estructuras sociales, instituciones e ideologías similares. Y dialécticamente
cada fenómeno convergente (por ejemplo la existencia de sociedades de
despotismo asiático que se refleja en la construcción de pirámides en
sociedades sin ningún tipo de contacto) tiene sus propias peculiaridades. En
otras palabras la historia es un proceso convergente y divergente al mismo
tiempo pero tanto la divergencia como la convergencia pueden ser comprendidas
de manera científica si somos capaces de descubrir los procesos materiales que
las determinan. Al mismo tiempo la sucesión de diferentes modos de
producción que se condicionan dialécticamente expresa un desarrollo progresivo
en cuanto a la productividad del trabajo y el desarrollo de la ciencia y la
técnica.
La idea de que existen sociedades más progresivas que otras encuentra
resistencia entre la escuela del particularismo histórico y la tendencia
relativista del “pluriculturalismo”, se afirma que toda cultura es tan valiosa
como cualquier otra y que es imposible, además de retrógrado, hablar de
superioridad de las culturas. Afirmar que una cultura es más elevada que otra
es menospreciar la cultura, etnocentrismo, ignorar la diversidad cultural y
favorece la opresión y desaparición de culturas diferentes a la nuestra. Sin
embargo estas objeciones se basan en un malentendido (basado en una profunda
diferencia de metodología) cuando se orientan contra la visión marxista de la
historia.
Los marxistas no estudiamos a la historia desde un punto de vista
sentimental o de aprecio abstracto. Podemos compartir con el
“multiculturalismo” la opinión de que toda cultura, cada pueblo tiene elementos
valiosos sin negar el hecho de que existe un desarrollo progresivo de la
historia. Nuestra valoración de las culturas humanas no es abstracto como en el
caso de los multiculturalistas porque, a diferencia de éstos, nosotros sabemos
que la cultura de cada sociedad determinada está muy lejos de ser homogénea y
que, por el contrario, se encuentra dividida por contradicciones que reflejan intereses
de clase, que la cultura dominante, aún cuando contenga elementos valiosos que
se heredan a sistemas socioeconómicos más progresivos, es la cultura de la
clase dominante. Compartimos la preocupación por la opresión y el
etnocidio que produce la sociedad contemporánea –el marxismo tiene como
objetivo la emancipación de los trabajadores-; pero comprendemos que la
opresión y la desaparición de las culturas ancestrales se basa en la naturaleza
misma del capitalismo y que la solución de éste problema está en la lucha
contra el modo de producción capitalista y la lucha por el socialismo: un modo
de producción que posibilitaría la autodeterminación de los pueblos y la
preservación y cultivo de los elementos valiosos de la cultura universal.
Lamentablemente los “multiculturalistas”, ni mucho menos los boasianos (cuya
teoría desarrollada por Franz Boas nació como reacción contra la teoría
marxista de la historia), ven la vinculación entre la autodeterminación de los
pueblos con la lucha por el socialismo. Tanto el multiculturalismo como el
particularismo histórico son teorías que tienen como consecuencia práctica la
imposibilidad de comprender de manera científica a la historia y,
consecuentemente, no están en posibilidad de ofrecer una alternativa. En verdad
los pueblos oprimidos no ganan en autodeterminación ni un milímetro por el
hecho de que en las academias se afirme la diversidad abstracta de las
culturas; incluso esa diversidad que los multiculturalistas defienden incluye
la “diversidad” de clase, disfraza la explotación bajo la máscara de la
diversidad y la tolerancia; no se trata más que de una vacua abstracción que
intenta ocultar la opresión concreta y que los oprimidos sean tolerantes con la
explotación. El “particularismo histórico” de Boas y Margaret Mead confiesa
explícitamente la imposibilidad de encontrar leyes históricas dejando en su
lugar la recopilación, muchas veces valiosa, pero por sí misma estéril y
siempre ocultando premisas teóricas que determinan la recopilación de hechos.
¿En donde radica el factor determinante que nos permite hablar de
progreso en la historia?. Si nosotros tratamos de avaluar el progreso en
términos morales o subjetivos no saldríamos de la arbitrariedad y los gustos y
prejuicios del intérprete; esta vía justificaría plenamente la posición
relativista y abstracta de los multiculturalistas. Si comparáramos desde el
punto de vista de la moral abstracta a las sociedades pre-estatales, como los
bosquimanos, con la moderna sociedad capitalista, ésta última no saldría muy bien
parada; mientras que probablemente nos inclinaríamos por la libertad, la
igualdad y la fraternidad si comparáramos estos valores abstractos de la
revolución francesa con la moral monástica del feudalismo (un monje quizá
opinaría diferente). Con este criterio no iríamos más allá de las frases de
catecismo y la historia moralizante. Si evaluáramos el progreso historia desde
el punto de vista de los logros estéticos habría tantas opiniones como gustos
tenga el observador: qué es más valioso ¿la pinturas rupestres de Francia y
España o la pintura bizantina del Medievo?, ¿la estructuras megalíticas de
Stoneheinge o la pirámides de Egipto?. A su manera todos estos logros estéticos
y arquitectónicos marcan cumbres en la capacidad estética del ser humano.
No obstante, la cosa cambia si evaluamos el progreso en términos
materialistas, es decir, desde el punto de vista del control, que un modo de
producción determinado, da a los hombres sobre la naturaleza; es decir, desde
el punto de vista del desarrollo de las fuerzas productivas y la capacidad de
estas para desarrollar la productividad del trabajo; este criterio no es
arbitrario porque refleja lo específicamente humano: la producción de su vida
por medio del trabajo y la producción de herramientas. Desde éste punto de
vista es claro que el capitalismo, a pesar de su moral individualista y
egoísta, es infinitamente superior al comunismo primitivo en sus fuerza
productivas y por tanto, en la productividad del trabajo humano. La
superioridad de un modo de producción con respecto a otro se refleja en el
aumento absoluto de la población, en la progresiva división del trabajo, en la
agricultura intensiva, en el desarrollo del comercio, en la extensión e
intensidad de la producción. Ello se refleja en términos ideológicos en
fenómenos como el surgimiento de nuevas ramas del saber: en el surgimiento de
la filosofía y la ciencia, en el surgimiento de la religión a partir del
pensamiento mágico, en el surgimiento de la ciencia a partir de la religión. En
última instancia la sucesión de diversos modos de producción hasta llegar al
modo de producción capitalista prepara las fuerzas productivas que posibilitan
las condiciones materiales para la abolición de la sociedad de clases, la
abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la instauración
de una sociedad sin clases basado en la superabundancia. Será un regreso al
comunismo primitivo sobre bases infinitamente superiores. Al mismo tiempo
que cada modo de producción describe un desarrollo progresivo sobre en el
control de los hombres sobre la naturaleza este progreso está lejos de ser
lineal e incluso homogéneo en cuanto observamos sus consecuencias en la
superestructura social. Así la moral de la sociedad de clases parece una caída
(y desde un cierto punto de vista lo es) de la humanidad desde el pedestal de
la moral del comunismo primitivo, mientras que el conocimiento de ciertos
aspecto de la naturaleza avanza con el desarrollo de las fuerzas productivas de
la sociedad de clases ( por otro lado un bosquimano observa más detalles de la
naturaleza a simple vista que ni el mismo Einstein sería capaz de detectar); la
filosofía griega aparece como un enorme paso adelante frente a el mito y la
religión de las sociedades de “despotismo asiático”; por otro lado la situación
de las masas trabajadoras no resulta muy bien parada si la comparamos con
la situación de relativa abundancia del despegue cultural de hace cuarenta mil
años (apogeo del comunismo primitivo); pero dicho nivel de vida se queda corto
si, a su vez, lo comparamos con la riqueza en la que vivía la clase dominante
romana. En suma el progreso histórico es contradictorio y está lleno de
contrastes, no obstante desde el punto de vista decisivo y fundamental del
desarrollo de las fuerzas productivas el esclavismo es superior al comunismo
primitivo, es feudalismo al esclavismo, el capitalismo al feudalismo y el
verdadero socialismo lo será el comparación al decadente sistema
capitalista.
Australopitecinos:
las condiciones materiales para la transformación del mono en hombre
“El trabajo es la fuente de toda la riqueza, afirman los especialistas
en economía política” no dice Engels, “Pero es muchísimo más que eso. Es
fundamental y primera condición de toda existencia humana, y ello en tal medida
que, en cierto sentido, debemos decir que el trabajo creó al hombre”. En
realidad la antropología moderna ha confirmado esta tesis fundamental para el
materialismo histórico: el trabajo y la fabricación de herramientas nos
transformó en humanos, tal como se ven obligados a aceptar, no sin cierta
precaución, antropólogos que no pueden ser acusados de ser marxistas: “el
género homo es el primero en sufrir una serie de transformaciones que
probablemente se originaron con la construcción de estas herramientas líticas:
expansión del cerebro, modificación de la pelvis femenina para acomodar fetos
con mayor cerebro y reducción del tamaño de los dientes, rostro y
mandíbulas”(3). Sin embargo, en el reino animal el hombre no es el único ser
que fabrica herramientas, una amplia gama de seres vivos las fabrican, incluso
–aunque parezca increíble- algunos insectos llegan a fabricarlas: “la avispa
Amophila urnaria aplana los laterales de su nido con una piedrecita sujeta
entre las mandíbulas. Las larvas de hormiga león se colocan semienterradas en
el fondo de sus trampas en forma de embudo; con un movimiento brusco de la
cabeza envían una lluvia de arena contra los pobres bichos que tratan de huir
por la empinada pared. Las hormigas Myrmicene mojan pedacitos de madera y hojas
en alimentos viscosos, como miel, pulpa de frutas y fluidos orgánicos de
presas, esperan que las sustancias se adhieran o empapen la madera y regresan
con ella al hormiguero”(4).
Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre el trabajo de los insectos y el
trabajo humano?, ¿porqué la nutria no se transformó en algo parecido al hombre
si ella utiliza una roca como herramienta para abrir ostras?. La gran
diferencia es que los animales fabrican herramientas porque están condicionados
genéticamente para hacerlas, no pueden elegir actuar de otra manera ni pueden
adquirir nuevos conocimientos y heredarlos mediante el aprendizaje a su
descendencia; la avispa tiene un gen para fabricar su curiosa herramienta
de la misma manera en que tiene un gen para tener alas. Mientras que en el
hombre (y en mucho menor medida nuestro primo el chimpancé) las fabricación de
herramientas se convierte en un proceso cultural que no se hereda genéticamente
sino que se aprende, evoluciona y se transforma progresivamente subordinando a
la naturaleza, los instintos y los genes. La fabricación de herramientas crea
historia y transforma física y socialmente al hombre mientras que la nutria no
se ha transformado, ni se transformará en un ser más inteligente por el hecho
de romper ostras con una piedra; en la nutria esa actividad no marca un salto
cualitativo fundamentalmente porque no forma parte esencial de su modo de
sobrevivir. La fabricación de herramientas por el hombre, dadas las
características estructurales de la mano humana y su carácter social, implica y
genera una capacidad de abstracción, previsión y generalización que no necesita
la nutria ni mucho menos la avispa para hacer sus herramientas; tampoco esta en
condiciones de generar ese potencial. Incluso la fabricación de herramientas
por un chimpancé es cualitativamente superior a la de la nutria, el chimpancé
aprende y no esta condicionado genéticamente para hacerlas, incluso encontramos
variantes “culturales” de fabricación de herramientas entre chimpancés de
diferentes regiones; algunos chimpancés, por ejemplo, son capaces de utilizar
una rama sin hojas para capturar termitas, utilizan hojarasca como espoja para
beber agua; tienen una cultura muy rudimentaria (algunos simios tienen la
tradición de limpiar su alimento con el agua de mar). Incluso aquí encontramos
una diferencia cualitativa entre el simio y el hombre; los simios no tienen
necesidad de fabricar herramientas de manera habitual para sobrevivir porque,
en condiciones normales, pueden obtener todo lo que requieren directamente de su
entorno natural; sólo en condiciones límite y de una manera muy rudimentaria
nuestros primos fabrican herramientas. Por el contrario la fabricación de
herramientas por el hombre es una actividad esencial sin la cual el ser humano
no podría sobrevivir; esta actividad es el factor que, en última instancia,
determina su evolución histórica e incluso su transformación física. ¡Por ello
ningún chimpancé ha generado la capacidad de escribir poesía, esculpir El David
de Miguel Ángel ni tener la capacidad lingüística de los seres humanos¡.
El comportamiento de los chimpancés resulta relevante porque nos
da una idea del punto de partida de la evolución humana. La prueba de que
no se requiere más que e cerebro de un chimpancé y encontrarse en una situación
límite para dar muestras de ingenió que superarían la inteligencia de George
Bush o la de algunos diputados la proporcionaron unos chimpancés de un parque
cercano a Atlanta quienes “partieron grandes palos y los introdujeron en las
grietas de una cerca de
El primer homínido conocido (el Australopitecus Aferensis) del que
se tiene seguridad que fue completamente bípedo –el ardipithecus ramidus
(4,4 millones de años) representa a una especie anterior que pudo haber sido la
primer especie homídida- seguramente fabricó hace 4 millones de años
herramientas rudimentarias (si bien ninguna que pudiera ser preservada y
estudiada por los antropólogos) de la misma forma que el chimpancé. Pero había
una pequeña gran diferencia entre los chimpancés y los autralopitecus: los
Australopitecinos: caminaban en dos píes. La evidencia al respecto no sólo
proviene de su estructura pélvica que no deja lugar a dudas sino de un
conmovedor conjunto de huellas preservadas por la ceniza volcánica, tan
antiguas como
Estos homínidos contaban con el potencial físico para la fabricación de
herramientas, ¡el cerebro de un chimpancé y la posición erecta era todo lo que
se necesitaba¡. A diferencia de los chimpancés, nuestros ancestros
Australopitecinos, estaban en un contexto ecológico que los situaba en
situación límite y que obligaba a realizar ese potencial y fabricar
herramientas con mucha más frecuencia que los chimpancés: los bosques retrocedían
y las sabanas avanzaban; en este contexto tanto el bipedalismo como la
fabricación de herramientas, estrechamente vinculados, representaban una
ventaja evolutiva para aprovechar recursos alimenticios que se encontraban en
la tierra, transportar primitivas herramientas de madera y rocas para moler
semillas, transportarse a grandes distancias en espacios abiertos y detectar a
potenciales depredadores de manera similar a como lo hacen actualmente los
suricatos en África y quizá para regular la temperatura corporal al limitar la
superficie expuesta al sol y hacer más eficiente la sudoración corporal. Las
causas se convirtieron en efectos y los efectos en causas: la posición erguida
liberó la mano y facilitó la fabricación regular de herramientas y con la fabricación
de herramientas se fue desarrollando la posición erguida; la diferencia entre
manos y pies; la reducción de tamaño de dientes rostro y mandíbulas y sobre
todo las tendencias hacia el crecimiento del cerebro, junto con la concomitante
transformación de la pelvis, en una muestras asombrosa de que al fabricar no
fabricábamos nosotros mismos: Engels ya había subrayado las implicaciones
revolucionarias de la posición erecta cuando señala que “la acción de trepar
asigna distintas funciones a las manos y los pies, y cuando su modo de vida
implica la locomoción en suelo llano, estos monos olvidaron poco a poco la
costumbre de usar la manos para caminar y adoptaron una postura cada vez más
erguida. Este fue el paso decisivo de la transformación del mono en hombre”.
La mano así liberada se transformó así misma al mismo tiempo que
modificaba su entorno y al propio Australopithecus creando el instrumento de
producción más increíble sobre la faz de la tierra: la mano humana. “Así pues”
nos señala Engels en una pasaje clásico que conserva todo su valor después de
más de 100 años de haber sido escrito “la mano no es sólo el órgano del
trabajo, sino también el producto del trabajo. El trabajo, adaptación a
operaciones siempre renovadas, herencia de músculos, ligamentos y, a lo largo
de prolongados periodos, huesos que pasaron por un desarrollo especial y el
siempre renovado empleo de ese refinamiento heredado en operaciones nuevas,
cada vez más complicadas, otorgaron a la mano humana el alto grado de
perfección necesario para crear los cuadros de un Rafael, las estatuas de
Thorwaldsen, la música de un paganini”(8). Pero no sólo la mano es el producto
del trabajo, sino, lo más asombroso, el órgano que representa a la materia más
altamente organizada en el universo conocido, la materia que ha cobrado
conciencia de sí misma: el asombroso cerebro humano.
Resultó una sorpresa cuando los antropólogos descubrieron que los
Australophitecus tuvieron el cerebro de un chimpancé (alrededor de 415 cc), ¡en
realidad eran poco más que chimpancés erectos¡. “Sabemos por medio del registro
de fósiles que otros cambios físicos importantes como la ampliación del
tamaño del cerebro, la modificación de la pelvis femenina para permitir el
alumbramiento de crías con mayor cerebro y la reducción de la cara, dientes y
mandíbulas no se produjeron hasta hace unos dos millones de años, tras la
aparición del bipedalismo. También pueden haberse producido en esa época otras
características humanas, como el aumento del tiempo de dependencia de las crías
jóvenes respecto de sus padres y el aumento de la ingesta de carne en la
dieta habitual.”(9). Desde el punto de vista materialista, sin embargo, esto es
perfectamente lógico y expresa lo que es propio de la humanidad y lo que
explica su surgimiento. Representa una confirmación brillante del materialismo
filosófico porque refuta la tesis idealista según la cual la esencia del hombre
y el motor principal en su surgimiento están en el pensamiento; más bien al
contrario lo que nos transformó en humanos y lo que es específico del hombre se
encuentra en la capacidad de transformar el medio, transformación que se torna
conciente conforme los homínidos se van transformando a sí mismos –en
vinculación con el medio y las leyes de la selección natural- en hombres. No
obstante conforme la presión evolutiva, determinada por la fabricación de
herramientas, impulsaba el crecimiento del cerebro la relación dialéctica entre
el homínido y al medio ambiente comenzaba a convertirse en su contrario. Con el
género Homo presenciamos el comienzo de la dominación de la naturaleza por el
hombre y la supremacía de la cultura, y no las leyes biológicas, para explicar
el desarrollo humano. Es verdad lo que explicaba Engels hace más de 150 años:
¡el trabajo convirtió al mono en hombre¡.
A pesar de éste comportamiento sin parangón en el reino animal nuestros
ancestros australopithecinos estaban sometidos aún como cualquier animal a la
naturaleza y a las leyes de la evolución biológica, los gérmenes existentes de
comportamiento cultural estaban subsumidos casi completamente a la biología.
Los cambios y el surgimiento de los primeros homínidos –hasta el surgimiento
del genero homo y específicamente al Homo sapiens- estaban determinados por la
dialéctica de las leyes de Darwin y no las de Marx. No obstante lo que no
sabían ni podían saber nuestros viejos antecesores es que al fabricar
herramientas se transformarían radicalmente en algo muy diferente y crearían
algo desconocido hasta entonces: cultura y el inicio de la maravillosa senda
humana. Pero nos estamos adelantando demasiado. Con los Australopithecinos aún
estamos muy lejos del dominio de la naturaleza. La prueba de ello es que “su desaparición se ha atribuido a la
crisis climática que se inició hace unos 2,8 millones de años y que condujo a
una desertificación de la sabana con la consiguiente expansión de los
ecosistemas abiertos, esteparios”(10).
Acerca de las divisiones de la prehistoria
Dado que con el género homo entramos, en sentido amplio, al terreno de
la historia humana es necesario aclarar la terminología usada para dividir los
periodos de la prehistoria (es decir al periodo anterior a la
civilización). Engels en su obra clásica “El origen de la familia
propiedad privada y el estado” recupera la división de las etapas culturales de
la prehistoria propuesta por el antropólogo norteamericano Lewis H. Morgan - que utilizaron
antropólogos célebres como Gordon Childe- quien divide a ésta en Salvajismo,
Barbarie y Civilización, dividiendo las dos primeras en periodos
inferior, medio y superior. La esencia del libro de Engels es mostrar retomando
las partes materialistas de Morgan (en realidad Morgan era filosóficamente
ecléctico y a veces atribuía el progreso histórico a la evolución de los medios
de subsistencia –la parte positiva y perdurable de su obra- como a la selección
natural de las ideas), con los datos científicos a su disposición, que el
desarrollo de las fuerzas productivas determina las formas de la familia, el
conjunto de relaciones sociales, las ideas dominantes en una sociedad y el
surgimiento del estado, es decir, la confirmación del punto de vista del
materialismo histórico. Por supuesto que nuestra convicción es que los datos
modernos justifican en mayor medida la tesis central de Engels. Pero es
necesario aclarar algunos errores de bulto de las divisiones utilizadas por
Morgan y Engels. Los antropólogos modernos se refieren al periodo llamado por
Morgan salvajismo como paleolítico subdividiéndolo en edades líticas conocidas
como paleolítico inferior medio y superior (en un apartado posterior veremos
las divisiones de este último); agregando otra fase transitoria al neolítico
conocida como periodo mesolítico -sin equivalente en la terminología de
Morgan- inmediata anterior a la revolución neolítica (conocida por Morgan
como Barbarie). Podemos hacer una conversión a la terminología adoptada por
Engels (basada en Morgan), sin embargo, es necesario considerar que las
divisiones de Morgan estaban asociadas a instrumentos de producción que, en
ocasiones, no corresponden en realidad a dichos periodos dada la información
limitada que poseían sobre el desarrollo de fuerzas productivas en periodos
prehistóricos. Por ejemplo Engels, retomando a Morgan, creía que en el periodo
medio del salvajismo se comenzó con el consumo de pescados, crustáceos y otros
animales acuáticos, además de la domesticación del fuego; sin embargo, los
datos actuales señalan que fue en el paleolítico inferior (o periodo inferior
del salvajismo según la terminología Morgiana) donde se controló por primera vez
el fuego hazaña lograda por el homo Erectus (si bien aún existen dudas al
respecto) y que una dieta más orientada a pescados y otras fuentes fluviales se
dio más bien en el mesolítico (periodo que no encuentra correspondencia en la
terminología Morgiana); el periodo intermedio del salvajismo (paleolítico medio
en la terminología moderna) esta asociado con sapiens arcáicos como el
neandertal quien se alimentaba, según sabemos, por carne de presas mayores más
que de pescados(11). Por supuesto que el punto de vista marxista no es refutado
por la nueva terminología, antes bien, al contrario ya que cada fase del
paleolítico esta asociada al desarrollo de las fuerzas productivas incluso
determinadas técnicas de fabricación determinan el paso de una etapa a otra; en
realidad el fondo de la visión marxista se fortalece con nuevas evidencias y
con una división más precisa y clara incluso en cuanto a la terminología (hace
referencia a la materia prima fundamental: la piedra). En el presente trabajo
utilizamos la terminología moderna y la de Morgan como equivalentes.
Paleolítico inferior (periodo inferior del
salvajismo)
Surgimiento del genero Homo, las primeras
herramientas
Con el surgimiento del Homo (hace aproximadamente 2 millones de años)
–del cual se han identificado al menos dos especies: homo habilis y homo
rudolfensis- presenciamos ya un crecimiento notable de la capacidad cerebral
(un promedio de 630cc) de 1/3 en realción con los australopithecus, el Homo
Habilis fue el primer homínido en fabricar herramientas de piedra muy
simples que pueden ser descritas como una piedra a la que se le “saca punta” en
uno de sus extremos (tecnología conocida como “olduvaiense”) que pudieron
ser preservadas para el estudio de los antropólogos. Representa una verdadera
revolución, un salto dialéctico hacia adelante en el árbol frondoso que conduce
al homo sapiens (o mejor dicho a las diversas especies de homo sapiens
anteriores al sapiens-sapiens) esta primitiva tecnología “olduvaiense” –que
expresa ya un muy limitado control sobre la naturaleza- no sufrió cambios en
alrededor de 300 o 400 mil años (hasta el surgimiento del erectus), un periodo
de tiempo largo si comparamos la evolución histórica propia de los sapiens
modernos pero un suspiro en términos evolutivos. Esta lentitud, desde el punto
de vista de la evolución cultural, en la evolución de las fuerzas productivas
se puede explicar porque el hábilis seguía estando sometido a la naturaleza- de
hecho el habilis combinaba muy probablemente la dieta de plantas, insectos y
pequeñas presas con la de carroñero oportunista ya que su tecnología le impedía
enfrentarse con presas mayores- y no a las leyes de la historia; no
obstante su supervivencia ya estaba fuertemente vinculada a la fabricación de
toscas herramientas de piedra -con las que accedía a la médula de los huesos de
animales muertos- y con ello el comienzo de relaciones sociales que describen
pautas culturales.
Hemos subrayado que la transformación de la naturaleza transforma las
relaciones sociales. El consumo de carne, mediante la caza de crías y pequeñas
presas, pudo jugar un papel muy importante en el desarrollo de la socialización
debido al carácter colectivo de la caza en contraste con la recolección
individual de plantas y semillas, aquí existe una reacción en cadena que
influye sobre aspectos aparentemente sin relación; en lo relacionado al consumo
de carne nuestros primos los chimpancés son una prueba convincente de ello.
“Generalmente, los chimpancés cazan en grupo y comparten la presa con los
demás. Si un chimpancé no encuentra con quien juntarse abandonará la caza.
Durante todo el proceso de matar, distribuir y consumir las presas, muestran un
entusiasmo y un nivel de interacción social inusuales. Durante la caza, entre
tres y nueve chimpancés tratan de rodear la presa, moviéndose de un lado a otro
por espacio de una hora para cerrar las posibles vías de escape (…) Los
chimpancés sólo comparten de vez en cuando los alimentos de origen vegetal,
pero siempre comparten la carne, excepto si la presa la captura un chimpancé
solitario en la selva”(12).
Es seguro que éste comportamiento haya estado mucho más presente en el
habilis, pero junto con una mayor ingesta de carne, producto de mejores
herramientas, el consumo de proteínas aumenta considerablemente favoreciendo el
desarrollo del cerebro “Con todo el debido respeto a los vegetarianos” nos dice
sarcásticamente Engels, “el hombre no pudo surgir sin una dieta de carne, y si
esta última, entre los pueblos que conocemos, llevó en una u otra ocasión al
canibalismo (..) ello carece de importancia para nosotros en la actualidad”
La fabricación de
herramientas jugó un papel crucial en el impulso evolutivo al favorecer el
desarrollo de capacidades de abstracción, previsión, etc; que requieren mayor
capacidad cerebral; en éste comportamiento sin precedentes en el reino
animal se encuentra parte de la explicación de porqué la evolución los impulsó
tan rápidamente al siguiente salto dialéctico de la senda humana. Como señala
Gordon Childe: “En la historia humana, los vestidos, herramientas, armas y
tradiciones, toman el lugar de las pieles, garras, colmillos e instintos, para
la búsqueda de alimento y abrigo. Las costumbres y prohibiciones, condensando
siglos de experiencia acumulada y transmitida por la tradición social, ocupan el
lugar de los instintos heredados, facilitando la supervivencia de nuestra
especie”(13). Incluso podemos afirmar que la fabricación de herramientas va
mucho más allá, no sólo involucra su papel en la supervivencia, sino constituye
el elemento central que nos permite explicar la totalidad de la estructura
social y de los cambios que operan en ella, su desarrollo cuantitativo nos
lleva irremediablemente a que tarde o temprano se presente una revolución que
abre una nueva fase en el desarrollo de los modos de producción -así como la
acumulación de cambios genéticos nos lleva tarde o temprano a el surgimiento de
nuevas especies-. Dialécticamente la mano posibilitó el trabajo, éste
creó la mano, ambos desarrollaron el cerebro; el cerebro impulsó el trabajo y
el trabajo transformó al hombre.
El “Planeta de los simios” y la
domesticación del fuego
No obstante aunque lo determinante en el habilis seguía siendo la
selección natural, paradójicamente ésta actuaba sobre la base de la fabricación
habitual de herramientas, esto, a su vez, significó un tremendo impulso al
desarrollo evolutivo de tal forma que en tan sólo unos 300 o 400 mil años
después –un parpadeo evolutivo- el cerebro de los homínidos se duplicó. Aquí
tenemos una reacción en cadena en donde la fabricación de herramientas, la
selección natural, el crecimiento del cerebro, la cooperación, etc; interactúan
recíprocamente convirtiendo a los efectos en causas y las causas en efectos.
Esta interacción nos lleva hacia el siguiente salto dialéctico de la genealogía
humana, “sin duda la etapa
más confusa y compleja de la evolución humana. El sucesor cronológico de los
citados Homo
rudolfensis y Homo habilis es Homo
ergaster, cuyos fósiles más antiguos datan de hace aproximadamente
1,8 millones de años”(14) además del ergaster nos encontramos al Homo Erectus con
una capacidad cerebral mucho mayor que su antecesor (oscilando entre los 727 y
1.067 cc).
Es una refutación a la visión gradualista y lineal de la evolución el
hecho de que el árbol genealógico humano sea tan frondoso y abigarrado e
incluso que en determinado momento el planeta tierra fuera un especie de
“planeta de los simios”. El erectus cohabitó el planeta con otros homínidos
como el Australopitecus Boisei y el Robustus (homínidos de dieta
especializada); y con el asombroso Gigantophitecus un enorme primate
desaparecido hace apenas unos 250000 años, el verdadero Kong-Kong o “sastcuach”
de carne y hueso, de
Es probable que con éste salto dialéctico este hombre primitivo fue
capaz de controlar una fuerza de la naturaleza fundamental: el fuego, una de
las más grandes revoluciones tecnológicas en la historia de la humanidad que
marcaría para siempre el desarrollo humano: fuente de seguridad, calor, acceso
a nuevos hábitats, acceso a nuevos recursos alimenticios por medio del
cocimiento, y propulsor de la imaginación humana; éste descubrimiento y la
obsesión por su preservación sobreviviría en la conciencia colectiva en la
forma de tradiciones ancestrales de fuego eterno presentes incluso en la llama
de los juegos olímpicos. El control del fuego representa uno de los primeros
pasos que separan al hombre del resto del reino animal, el erectus fue el
primer animal que controlo su temor al fuego y con ello se separó un paso más
del mundo animal al que aún estaba ligado y probablemente aprovechó este temor
no sólo para ahuyentar a las fieras sino como una poderosa herramienta de caza
(al poder ahuyentar a las presas e la dirección deseada y para endurecer sus lanzas);
el uso del fuego transformó literalmente al hombre no sólo porque tuvo acceso a
nuevas fuentes de proteínas que estimularon su inteligencia sino porque pudo
prescindir de molares grandes y mandíbulas fuertes y su rostro empezó a
configurar una apariencia más humana. ¡Literalmente, como afirma la teoría
marxista, el hombre transforma a la naturaleza y al mismo tiempo se transforma
a sí mismo¡. Además de transformarse físicamente, el control de fuego estímulo
la transformación de las relaciones sociales de los homínidos porque su uso
como instrumento de caza requiere niveles de cooperación y planificación sin
precedentes, además, para cocer la carne hay que destazar al animal, en
un lugar seguro como una cueva, procedimiento que requiere un nivel de cooperación
antes desconocido y luego cocinar los trozos y el alimento de toda la banda
incluso de aquellos que no pidieron participar directamente como los ancianos y
niños. Probablemente estas actividades sociales implicaron los primeros
balbuceos de lo que cientos de miles de años después se convertiría en el
lenguaje humano(16). Con el género homo las actividades de caza de presas
medianas, además de la recolección, empiezan a cobrar mayor importancia frente
a las actividades de carroñero y eventual cazador de presas menores, y con
ello, quizá la primera división social del trabajo entre hombres cazadores y
mujeres recolectoras (por lo menos las mujeres preñadas o en periodo de
lactancia). A medida que los lazos sociales y los factores culturales dominaban
a los factores puramente biológicos el tiempo de dependencia de las crías
aumentaba, los seres humanos somos la especie dentro de todos los primates cuya
dependencia de las crías es asombrosamente larga. Una cría de gacela sabe
instintivamente casi todo lo necesario para sobrevivir, ¡los bebes humanos son
unos perfectos inútiles¡ en una muestra incontrovertible de que la mayor parte
de la conducta humana depende de la cultura heredada y transmitida socialmente
y no de los genes.
Con esta tecnología notable y con unos cerebros superiores por primera
vez los homínidos rompimos el cordón umbilical que nos unía a nuestra tierra de
origen (África) para comenzar la conquista del mundo mediante una serie de
oleadas que se extendieron durante cientos de miles de años hacia Asia,
Indonesía y Europa. “Esta
primera migración humana condujo a la diferenciación de dos linajes
descendientes de Homo ergaster: Homo erectus en Extremo
Oriente (China,
Java) y Homo
antecessor/Homo
cepranensis en Europa (España,
Italia)”(17).
Nosotros (Homo sapiens sapiens) descendemos de algunos de estos
hombres primitivos, o quizá de alguno que aún no conozcamos, porque a
diferencia de otros homínidos como el Boisei nuestros antepasados de la línea
homo no estaban especializados a ningún hábitat ni alimentación en particular;
el éxito de la dieta especializada del Boisei (semillas y tallos de fibra dura
a juzgar por su dentadura y las fuertes mandíbulas) en un momento dado
represento su mayor fracaso al encerrarlo en un callejón sin salida evolutivo
que lo condujo a la extinción cuando las condiciones medioambientales que
aseguraron su éxito se convirtieron en su contrario. Mientras que el género
homo, que al parecer se encontraba en éste periodo al borde de la extinción
dadas las duras condiciones ecológicas y su carencia de especialización
alimentaria, tuvo que adaptarse perfeccionando y creando herramientas,
transformando su entorno, produciendo sus propios alimentos y
convirtiéndose progresivamente en un animal más social lo que a la larga
aseguraría su absoluta supremacía no sólo con respecto al resto de los
homínidos sino incluso a la naturaleza misma. Como dice
A propósito el comportamiento social y cooperativo demuestra que el
egoísmo y la competencia son esencia de una sociedad dividida en clases y
especialmente de la sociedad capitalista y no de la humanidad en sí. Si algo
demuestra el estudio de la genealogía humana es que la “naturaleza humana”
tiende mucho más a la cooperación que a la competencia y el egoísmo,
emanaciones propias de la sociedad de clases específicamente el capitalismo.
Paleolítico Medio (estadio medio del
salvajismo)
El destino trágico del Neandertal, el
papel del lenguaje
A pesar de que el surgimiento del erectus representó una verdadera
revolución también significó una etapa de extremo conservadurismo en la evolución
del hombre, expresa el salto dialéctico que abre una etapa de calma y
estancamiento en la tecnología y el desarrollo de la capacidad cerebral que
durará nada menos que ¡un millón de años¡. Aquí vemos un ejemplo magnífico de
la vinculación dialéctica de calma y revolución. En sí mismo este hecho
es una expresión de la dialéctica en donde largos periodos de tiempo, donde
aparentemente no pasa nada, son escenario de la acumulación de pequeños cambios
que preparan un nuevo salto brusco y repentino. En biología a este proceso se
le conoce como “equilibrio interrumpido” y en el pensamiento dialéctico a este
patrón de desarrollo se le conoce como “transición de la cantidad a la
cualidad” Hegel, en su Lógica, lo llama “medida”. Este aspecto dialéctico de la
evolución biológica es hoy generalmente aceptada por los biólogos,
explicada por el recientemente desaparecido y afamado biólogo Stephen Gay
Gould. Incluso el mismo Marvin Harris, quien lamentablemente considera a la
dialéctica como mera palabrería, a tenido que aceptar, no sin las clásicas
reservas escépticas, la pertinencia de la teoría dialéctica de Gould: “A medida
que se han ido acumulando más datos sobre la historia evolutiva del H. erectus,
el modelo alternativo “discontínuo” ha ido cobrando plausibilidad”
(18).
El largo periodo de 2 millones de años anterior al surgimiento del homo
sapiens es conocido por los antropólogos como paleolítico inferior y se
caracteriza por primitivos instrumentos de piedra conocidos como olduvaiense
del Habilís y la acheliense del erectus. Durante todo este periodo las fuerzas
productivas tuvieron un desarrollo relativamente lento que iba aparejado a la
evolución biológica; no obstante hace aproximadamente 250,000 años surgieron
simultáneamente homo-sapiens arcaicos tanto en Africa como en Europa e incluso
se han encontrado especimenes mas antiguos de cerca de 35,000 años en China
(Java) los cuales tenían una capacidad cerebral que lindaba con la del hombre
actual (1,500 cc) cuando no estaba dentro de los parámetros modernos pero que
aún conservaba algunas características óseas similares al erectus; a estos
hombres se les conoce como homo sapiens arcaico o simplemente homo sapiens para
diferenciarlos con el actual homo sapiens-sapiens.
En Europa estos hombres arcaicos anteriores dieron lugar, hace 130000
años al más famoso y más estudiado de los hombres arcaicos conocido como
el Homo Neandertalensis especie adaptada a los duros y fríos climas de la
última glaciación, son los primeros hombres en conquistar los climas helados de
las últimas glaciaciones, con cerebros (1600 cc) incluso mayores que los
hombres modernos –si bien con cuerpos más robustos-. El salto cualitativo en
relación a la etapa anterior es expresada por Marvin Harris con las siguientes
palabras: “Si, además de nuestro género, existe algún aspirante al despegue
cultural, este es el hombre de Neandertal, una especie extinguida de
cuasihumanos que apareció en Europa y Oriente hace cerca de 100.000 años”
(19) El hombre de neandertal significó otro punto de ruptura en la
evolución humana y aún existe debate entre los antropólogos de si el neandertal
representa un eslabón que conduce al homo sapiens-sapiens o representa a una
rama diferente de la del homo sapiens-sapiens, la segunda opción parece ser la
que cuenta con más adeptos;
“análisis del ADN mitocondrial (ADNm) de fósiles de H.
neanderthalensis sugieren que la diferencia existente es suficiente para
considerarlos como dos especies diferentes, separadas desde hace al menos
400.000 años y probablemente más(20)”. Lo importante es que éstos hombres arcaícos
–especialmente el neandertal- llevaron adelante una revolución tecnológica -que
abriría lo que se conoce como paleolítico medio- conocida como tecnología
musteriense o técnica Levallois, consistente en un ingenioso método de fabricar
herramientas de silex dándoles una forma de tortuga para crear hachas de mano;
además entre sus útiles encontramos puntas, arpones y proyectiles; por
primera vez se crean útiles compuestos de varias partes (como armas con mango);
además de trabajar en hueso marfil y hasta. Con ésta tecnología lo neandertales
eran capaces de especializarse en la casa de presas mayores como mamuts, renos
gigantes, alces, etc. Sorprendentemente los neandertales, además de
fabricababan mantas y ropa con pieles de animales, muy probablemente enterraban
a sus muertos, tenían ritos funerarios (que incluían enterramientos con flores
y alimentos) y fabricaban (aunque
en muy pequeña cantidad, apenas y se han encontrado) adornos personales. No
obstante éstos últimos datos, dadas sus implicaciones en cuanto a la conciencia
neandertal y dado que es posible explicaciones alternativas ajenas a la
voluntad de los neandertales, hay que tomarlos con reserva ya que seguramente
poseían una capacidad de simbolización y abstracción que estaba, aún, por
debajo del sapiens-sapiens.
El Neandertal rozaba una conducta de simbolización y abstracción
propiamente humanos representando una revolución que pondría punto final a un
millón de años de estancamiento. Los enterramientos (si es que se confirman
como tales) sugieren por lo menos lazos sociales y emocionales extremadamente
fuertes expresión de una caza extremadamente cooperativa, sin embargo, la casi
inexistencia de arte y la dudosa evidencia de ritos funerarios –vinculados a
una capacidad de abstracción e imaginación propiamente humanos expresados en la
creencia de una vida después de la muerte- hace pensar que la capacidad
de simbolización y abstracción estaba relativamente limitada en comparación con
el sapiens-sapiens. Estudios polémicos de los cráneos de estos individuos, de
tamaño de sus laringes, hace pensar que el neandertal poseía, además, una
limitada capacidad vocal, más parecida a la del chimpancé que a la del
sapiens-sapiens, que al mismo tiempo limitaba su capacidad lingüística
íntimamente ligada a las funciones del intelecto(21). Éste hecho pudo ser
decisivo en la suerte de los neandertales.
El lenguaje humano tiene una capacidad única de abstracción, de
separación mental de aspectos, propiedades y cualidades de los objetos que
resulten importantes en un momento dado del desarrollo social; universalización
que permite expresar el pasado el presente y el futuro y recrear mentalmente
situaciones que no existen e ir más allá de lo concreto para transformarlo de
una forma humana; dicha capacidad expresa el ser social humano y el
conocimiento producido por la transformación de la realidad y la fabricación de
herramientas. Aquí vemos de la forma más clara lo absurdo de las teorías
idealistas y solipsistas del lenguaje humano. En realidad el lenguaje no crea
el mundo (como creía absurdamente Wittgenstein) sino que, al contrario, el
mundo social crea el lenguaje y es un instrumento para actuar sobre él y
transformarlo. Como decía Engels en un punto crítico resulto que los hombres
tenían algo que decirse y el Neandertal representa, en todo caso, los primeros
balbuceos del lenguaje humano así como los balbuceos de los niños preparan el
camino del habla adulta. La prueba de las limitaciones del Nandertal esta en el
hecho mismo de su desaparición al término de la última glaciación (hace 35mil
años) cuando los glaciares se retiraron y los neandertales no pasaron la dura
prueba de la adaptación a un clima diferente. Es trágico el destino del
neandertal porque durante el periodo que compartió la tierra con el
sapiens-sapiens ambos compartían prácticamente la misma tecnología; sólo que el
sapiens-sapien pudo adaptarse al cambio revolucionando de nuevo y dando el gran
despegue cultural hace aproximadamente 40,000 años mientras que el neandertal
no pudo superar la prueba. Quizá la clave esta en la capacidad vocal del
sapiens-sapiens para generar más sonidos y, por tanto, un mayor potencial de
comunicación social.
El nacimiento revolucionario del
sapiens-sapiens: el triunfo de la cultura
El homo sapien anatómicamente moderno (homo sapiens-sapiens) surgió por
primera vez en África hace más de 100,000 años y llegaría a Europa,
pasando por Asia, poco antes de que el neandertal desapareciera. Generalmente
se afirma que la presión de los sapiens-sapiens contribuiría a la extinción de
los neandertales pero, en todo caso, esa presión debe entenderse aún en
términos biológicos. Representarse al sapiens-sapiens como un asesino
despiadado no se corresponde a la forma cooperativa en la que éstos vivían, esa
visión tiene más que ver con la literatura que proyecta los valores modernos de
competencia burguesas desenfrenada que con pruebas científicas. No hay evidencias
de que el sapiens-sapiens tuviera entre sus presas de caza al neandertal que
por el contrario estaba mucho mejor adaptado al clima glacial, era mucho más
fuerte y resistente y contaba prácticamente con la misma tecnología (era más
probable que el neandertal cazara al sapiens aunque tampoco hay evidencias de
ello), su desaparición tuvo que ver más con su incapacidad de adaptarse al
clima con nueva tecnología.
El hecho es que los sapiens-sapiens modernos representan ya una etapa en
la cual los factores sociales, estudiados por el materialismo histórico,
dominan a los biológicos, aún cuando, como se verá, los factores
medioambientales, al menos durante todo el periodo de comunismo primitivo, eran
factores de impulso fundamentales al desarrollo de nueva tecnología. La prueba
de ello la tenemos en nuestros propios cuerpos. Nuestras características
físicas como cuerpos gráciles, menor dimorfismo sexual(diferencias de tamaño
entre machos y hembras), pequeños dientes frontales, cara situada hacia atrás
bajo un cráneo de forma globular, mayor tamaño de la faringe capaz de producir
los sonidos elementales de nuestro lenguaje; son el resultado de la selección
natural actuando sobre la cultura como medio de supervivencia en la forma de
hachas de mano, raspadores, lascas, cuchillos, lanzas, etc; el menor dimorfismo
sexual puede explicarse, por ejemplo, como un peso mucho mayor en patrones
culturales de carácter sexual que en la fuerza bruta del macho a la hora de la
selección de pareja y el apareamiento; el resultado más contundente esta en el
hecho de que desde entonces el tamaño del cerebro dejó de crecer mientras que
la cultura se desarrollo exponencialmente. Esto muestra de que la explicación
última de nuestra evolución no se encuentra ya fundamentalmente en factores
biológicos sino en factores culturales como son el desarrollo de las fuerzas
productivas. El hecho asombroso esta en que la selección natural actuaba sobre
la cultura generando al sapiens-sapiens pero una vez que éste surgió la cultura
tomo el lugar preponderante volviendo ésta relación dialéctica en su opuesto:
¡ahora la cultura dominaría a la naturaleza¡. El resultado es que la
supervivencia no dependía ya de la selección natural (que era la impulsora
principal de cerebros mayores) sino de la evolución de la fuerzas productivas,
la supervivencia no dependía ya de la selección de genotipos expresados en
características físicas (fenotipos) ventajosas sino en relaciones sociales
basadas en fuerzas productivas; en ello esta la explicación de que el cerebro
tamaño cerebral se estancara junto con las características físicas
fundamentales.
El gran despegue cultural: El paleolítico
Superior (estadio superior del salvajismo)
a) Las fases del paleolítico superior
Cuando el sapiens-sapiens fue puesto a prueba al final de la última glaciación
el desarrollo de la cultura sufriría una aceleración exponencial en forma de
espiral (dialéctica) sin precedentes que abriría el corto pero sustantivo
periodo conocido como paleolítico superior caracterizado por una explosión
cultural que iniciaría hace 40 mil años, su tecnología se caracteriza por un
incremento repentino en el número y calidad en los útiles sobre hoja y el
florecimiento en las herramientas de marfil, hasta y hueso. El hombre
comenzaría a dominar el globo terráqueo, es la explosión cultural más
importante antes de la revolución neolítica (si pasamos por alto el periodo
preparatorio para el neolítico conocido como etapa mesolítica), las culturas se
empiezan a manifestar en formas diferentes en función de su medio sobre una
base similar con manifestaciones similares (mostrando que la base material
determina en última instancia los patrones superestructurales); un factor muy
importante en su surgimiento se encuentra todavía en condiciones medioambientales
coyunturalmente favorables para la caza de grandes presas. “Hacia finales de la
última glaciación, la región situada recibió torrentes de agua procedentes del
deshielo que favorecieron el crecimiento de praderas en las que pastaban
enormes manadas de caballos, bisontes, mamuts y renos. A medida que se
retiraban los glaciares, se formaron enormes praderas vírgenes que fueron
invadidas por estos animales y por los depredadores humanos que los perseguían;
pero, sin que ellos lo supieran, su mutuo estilo de vida estaba condenado”
(22). Si bien existe un claro salto cualitativo éste fue relativo puesto que el
modo de producción siguió siendo el mismo de millones de años atrás sólo que
aquí encuentra su punto álgido, tal vez debamos decir que se trato del maximum
de los cambios cuantitativos dentro del comunismo primitivo.
El paleolítico superior se divide en varias fases que se niegan
dialécticamente; “Los arqueólogos dividen el Paleolítico superior en Europa
occidental en varias tradiciones o culturas que se superponen” nos dice Marvin
Harris “Las dos más antiguas se conocen con el nombre e chaltelperronianense y
auriñaciense, que se inician entre el 40000 y
El punto álgido del paleolítico superior fue representado por la cultura
magdaleniense si bien la cultura auriñaciense tuvo la distribución más amplia
de todas las culturas del paleolítico superior, la magdaleniense la superó en
cuanto a calidad y virtuosismo “al repertorio de armas de caza se añadieron
arpones cuyas puntas estaban hechas de asta y hueso. Finas agujas de hueso testimonian
la probable importancia de ropas hechas a la medida. Para cazar, los primeros
magdalenienses usaban el propulsor de lanzas, un corto bastón o tablilla con
una muesca o gancho en el extremo (…) A finales del magdaleniense,
probablemente, se usaba el arco y la flecha, tal como reflejan algunas pinturas
rupestres de Francia y España. A menudo las puntas de flechas y arpones y los
propulsores magdalenienses estaban decorados con grabados de caballos, íbices,
aves, peces y dibujos geométricos, algunos de los cuales pueden ser notaciones
que representan ciclos lunares y cambios de estaciones” (25).
Es momento de hablar un poco acerca de la familia y su evolución
histórica. La estructura y evolución de la familia esta determinada en última
instancia por el desarrollo de las fuerzas productivas que condicionan el
incremento de la densidad poblacional, factor importante en la evolución de la
familia prehistórica; el carácter nómada de la familia comunista; y, por otro
lado, el surgimiento de la propiedad privada; en función de ello la familia
presenta un proceso de evolución dialéctica en la cual la actual familia
monogámica compuesta por la el padre la madre y los hijos, por lo demás en
acusado proceso de descomposición, no es más que el eslabón último, producto de
la división de la sociedad en clases, que está destinado a desaparecer junto
con la sociedad dividida en clases.
Podemos decir que durante toda la época prehistórica las formas de
familia predominante en el homo sapiens-sapiens indignarían al mojigato
defensor de la familia monogámica pues aquí dominan los “matrimonios por grupo”
formas de familia en las que un grupo entero de hombres son conyugues comunes
de un grupo entero de mujeres y a la inversa (aunque , al mismo tiempo, este
hecho no descarta la existencia de parejas de cierta duración, aún cuando esta
relación de pareja no fuera el núcleo de los lazos familiares); toda la
estructura doméstica y social esta determinada por los lazos de parentesco que
se derivan de estos “matrimonios comunes”; en ellos no había una muralla
infranqueable entre lo público y los privado. El clan entero se componía de una
o varias generaciones de familias enormes. Estas formas de matrimonio
determinaban, entre otros factores que pasaremos a examinar más adelante, el
status de el hombre y la mujer en la sociedad y el hecho de que las relaciones
entre los sexos en el comunismo primitivo nunca hayan sido tan igualitarias
(relativamente) que en cualquier otra época de la historia. Las formas de familia
pasan por una serie de etapas históricas, deducidas del estudio de pueblos
primitivos contemporáneos, que fueron llamadas por Morgan familia “intercambio
sexual sin trabas”, “consanguínea”, “punalúa” y “sindiásmica”, antes de
decantar en la familia monogámica como producto de la división de la sociedad
en clases. Con el aumento progresivo de la población de unidad familiar
originaria, llamada por Morgan “Gens”(tribu primitiva), se divide para formar
“fatrias” y las fatrias componer a las tribus como la de los iroqueses
estudiadas por Morgan, dicha sucesión lleva implícitas la generación de tabues
en la reproducción de ciertas clases de parientes.
Aunque es prácticamente nada lo que podemos decir de ello es muy
posible que para hacernos una idea de la estructura social de los
Australophitecus tengamos que mirar a la estructura social de los póngidos que
salvo la posición erecta y el nicho ecológico-factores que resultarían
decisivos en el proceso de hominización- resultan prácticamente idénticos, la estructura
social de la mayoría de los póngidos esta regida directamente por la biología,
en donde encontramos al macho
dominante y su “harem” y los periodos de celo como factor determinante en la
reproducción; aquí la fuerza del macho es el centro de los lazos “familiares”,
el macho dominante tiene el “derecho” de reproducirse con todas las hembras de
la orda y los machos subordinados no tienen derecho a la reproducción hasta que
no se lo ganen por la fuerza. Esta hipótesis se ve fortalecida
por el hecho de que el Australopithecus aferensis “como la mayoría de los
póngidos vivos, presentaba dimorfismo sexual. Las hembras pesaban alrededor de
¿Intercambio sexual sin trabas?
Con el surgimiento del género homo que ye hemos analizado los factores
culturales en el emparejamiento empiezan a cobrar preminencia progresiva sobre
las consideraciones puramente biológicas. El periodo que abarca el paleolítico
inferior o fase inferior del salvajismo es la etapa en la que nos encontramos
con homínidos carroñeros y eventuales cazadores que se encontraban al borde de
la extinción, observamos a una población desperdigada en bandas de unos cuantos
miembros a través de la sabana africana, los grupos pequeños debían realizar
grandes desplazamientos, dichos desplazamientos implican que las oportunidades
de contacto sexual entre diferentes bandas de los primeros homínidos eran muy
reducidas, ello implica que la reproducción tenía que darse al interno de
dichas bandas que en realidad constituían una unidad de lazos consanguíneos; el
proceso social de reparto de la carne a los niños, mujeres embarazadas y
ancianos determinaba que en el ceno de estas bandas los lazos fueran muy
estrechos y que la banda fuera una unidad social de supervivencia, económica y
reproductiva. En este contexto, para optimizar las posibilidades de
sobrevivencia, no podían existir limitaciones biológicas en torno al
intercambio sexual, es muy posible que existiera un “comercio sexual” sin
restricciones incluso entre padres e hijos (la terminología de parentesco
carecía por completo de sentido). Si la población estaba al borde de la
extinción no podían existir barreras culturales entre la reproducción entre
sujetos en edad reproductiva, la supervivencia exigía que no existieran tales
prejuicios, o mejor dicho, la falta de trabas biológicas al libre intercambio
sexual implica ya un triunfo de la cultura sobre la naturaleza y la base en la
que podían surgir lo que llamamos “prejuicios”. Esto implica que todos los
hombres y mujeres en edad reproductiva se pertenecían los hunos a los otros,
esta tendencia se reforzaba, sustituyendo a la relación biológica del macho
dominante, en la medida en que la cultura iba subsumiendo a la biología. Esta
es la forma de familia que Morgan y Engels llamarón “intercambio sexual sin
trabas”
Pero porqué la banda no podía haber estado compuesta de la unión de
diversas familias monogámicas?. La respuesta es que la familia es un reflejo de
la estructura social y el modo de vida de dichas bandas no se corresponde a la
existencia de la familia monogámica (cuya base se encuentra originalmente en la
propiedad privada y la necesidad de herencia), lo que sabemos es que el modo de
vida es comunal incluso en mayor medida que las sociedades de horticultores o
incipientes agricultores que son estudiados hoy día por los antropólogos como
ejemplos de pueblos primitivos y que tienen estructuras familiares
“sindiásmicas” (existencia de parejas estables e institucionalizadas) y en
donde la tribu comunista se encuentra ya en proceso de disolución; en éste
periodo por el contrario, la banda entera es una sólida e indivisa unidad
económica-reproductiva de carácter comunista que se corresponde con un libre
intercambio sexual, en otras palabras la banda entera es una unidad
consanguínea o una familia o “gens” originaria que aún no se divide y que no
presenta limitaciones incestuosas; las crías son responsabilidad de toda
la horda no por cuestiones sentimentales sino para optimizar las posibilidades
de sobrevivencia; es factible suponer que si el cuidado de las crías es común
entonces los derechos sexuales son irrestrictos. Quizá elementos a favor de
esta posibilidad son factores como el menor dimorfismo sexual (menor diferencia
física entre machos y hembras) y el menor peso de los periodos de celo
implícitos en ello sugieran que el factor del macho dominante y la barrera de
los celos en el intercambio sexual que en el hombre tienen un desarrollo
tardío producto de la propiedad privada, iba cediendo su lugar al libre
intercambio sexual a medida en que nos elevamos dentro del género homo;
el hecho es que la hembra humana es la única dentro del orden de los primates
que puede tener relaciones sexuales en cualquier época del año, el sexo en los
humanos no responde a una función puramente reproductiva sino un medio de
reforzamiento de los lazos sociales y una posible prueba del carácter polígamo
de nuestra especie. El intercambio sexual primitivo podría ser un indicador del
grado en que los primeros homínidos se separaban del reino animal y un
argumento contra las simplistas comparaciones sociobiologistas entre las
familias de los primates con las humanas.
Curiosamente muchos antropólogos extraen de estos elementos conclusiones
totalmente opuestas, así en el destacado libro de reciente aparición
“Antropología” Caron L. Embery sus colaboradores- la misma fuente que hemos
citado en el párrafo anterior- comentan que “La creación de campamentos
entre los primitivos grupos del homo pudo incrementar las posibilidades de
recolección de alimentos, pues las madres con sus hijos pequeños estaban
limitadas a la recolección próxima a sus habitáculos, la única forma en que
ellas como sus hijos pudieran obtener una dieta completa era repartir entre
todos ellos cualquier tipo de alimento que se pudiera obtener allí mismo” de
estos elementos indudables los autores sacan conclusiones opuestas de las que
las evidencias señalan cuando lanzan la pregunta tendenciosa: “¿entre quienes
se repartirían tales alimentos? Lo más probable es que fueran entre parientes
próximos. La distribución entre ellos favorecería que sus hijos sobrevivieran
para tener también hijos a su vez. Por lo tanto, si los primitivos Homo poseían
campamentos y familias, estas características habrían potenciado conductas
aprendidas y difundidas que es lo que llamamos cultura”(p.129).
Pero los autores no se dan cuenta que el clan en sí mismo era una sola familia
y que suponer al clan compuesto de familias diferentes las cuales tenían
preferencia en el reparto de la carne en función de los “cazadores de carroña”
hubiera resultado absolutamente contrario a las necesidades de supervivencia.
Parece que a los autores les gusta suponer que la familia monogámica es tan
antigua como la humanidad misma, pero no tenemos porque asumir ese prejuicio
ahistórico. Lamentablemente ésta parece ser la posición de la mayoría de los
antropólogos. A lo sumo aceptan la diversidad de las formas familiares (de la
misma forma relativista de la multiculturalidad liberal) como un hecho
caprichoso, azaroso; sin que se pueda establecer un lazo evolutivo que una a
estas formas.
En el hombre el sexo está desligado de los factores puramente biológicos
y se transforma en un elemento cultural determinado por la estructura social
más que por los genes. El incesto, a pesar de ser un tabú tan extendido que
parece ser universal, es un producto de la selección cultural y no la natural,
los argumentos sociobiológicos del incesto no aplican desde el momento en
que éste ha sido una práctica mucho más común en las sociedades
civilizadas y antiguas con todo y su repulsión, -muchas veces hipócrita,
del incesto- de los que están dispuestos a aceptar los curas que se rasgan las
vestiduras en público y abusan de los niños en privado, la realeza de varios
imperios de la antigüedad (los incas, los egipcios, romanos, etc;) e incluso
los plebeyos egipcios de los 3 primeros siglos de nuestra era, cometían incesto
con sus hermanos e incluso sus padres sin que ningún cura se escandalizara por
ello. La enorme cantidad de abusos sexuales de los padres cometidos en los
países industrializados desmienten totalmente a los argumentos genéticos para
explicar el incesto y mucho menos se aplican a las sociedades del comunismo
primitivo. Marvin Harris desmiente los argumentos sociobiológicos de forma
contundente cuando señala que “es cierto que en las grandes poblaciones
contemporáneas el incesto va acompañado de un porcentaje elevado de abortos y
descendientes minusválidos y portadores de enfermedades congénitas. Pero este
resultado no se tiene que derivar por fuerza de la práctica de una
estrecha endogamia en sociedades preagrícolas de dimensiones reducidas. En
éstas, en cambio, lleva a la eliminación progresiva de los genes recesivos porque
tales sociedades muestran escasa tolerancia respecto de recién nacidos con
taras o defectos congénitos. Privando de apoyo a tales niños, se eliminan las
variantes genéticas perjudiciales en generaciones futuras y el resultado son
poblaciones que portan una carga de variantes genéticas perjudiciales mucho más
reducida que la de las poblaciones contemporáneas”(27). No obstante es cierto
que incluso Engels, siguiendo a Morgan sostenía que el prejuicio del incesto se
derriba de una especie de selección natural afín a ideas que consideraríamos
hoy como neodarwinistas – si bien es claro que dicho error es marginal y no
desmerece la visión materialista de su autor- al decir que “el matrimonio entre
gens no consanguíneos engendra una raza más fuerte, en los físico y en lo
moral; mezclábanse dos tribus avanzadas, y los nuevos cráneos y cerebros
crecían naturalmente hasta que contuviesen dentro las capacidades de
ambas”(28). Es claro que dicha afirmación es falsa en un doble sentido, primero
porque es totalmente falso el que el cerebro de los sapiens-sapiens primitivos
haya aumentado en tamaño ni un solo gramo, las capacidades de una tribu no esta
en función del tamaño de los cerebros de sus integrantes sino de sus fuerzas
productivas y los recursos disponibles; segundo porque, como ya hemos señalado
en los pueblos primitivos el incesto no necesariamente deriva en sujetos con
discapacidades.
En el paleolítico inferior (etapa inferior del salvajismo) el
intercambio sexual sin trabas implica que, desde el punto de vista de la
terminología moderna, no existía la división cultural entre padres e
hijos (ni mucho menos primos, tíos, sobrinos, etc.) como elemento inhibidor del
intercambio sexual; todos los hombre y mujeres en edad reproductiva se
pertenecían los unos a los otros y el clan aún indiviso era una gran
familia; como explica Engels “la tolerancia recíproca entre machos adultos, la
falta de celos, eran las condiciones necesarias para la formación de esos
grupos extensos y duraderos en el ceno de los cuales únicamente es donde ha
podido realizarse la evolución de la animalidad hacia la humanidad (…) el
matrimonio por grupos, la forma en que grupos enteros de hombres y grupos
enteros de mujeres se poseen recíprocamente, es forma que deja poquísimo lugar
a los celos (..) y que, por tanto, es desconocida entre los animales”. De
hecho, la estructura familiar del homo sapiens hasta antes del surgimiento de
la civilización, estructura basada en las gens (lazos consanguíneos) y la
filiación materna implican una etapa anterior de intercambio sexual sin
restricciones. Si bien no existen ya otros homínidos a excepción del hombre
para demostrar la existencia de esta etapa de la familia que se ha perdido hace
cientos de miles de años, el menor dimorfismo sexual -menor en la medida en que
ascendemos en la genealogía humana- tanto como la existencia de “la familia por
grupos” propia de las sociedades salvajes es evidencia sugerente de la
existencia de dicha etapa. Entre las poblaciones salvajes en las que existe aún
el matrimonio por grupos nos encontramos, al mismo tiempo, a parejas de cierta
duración pero culturalmente la mujer y el hombre son conyugues naturales de
todo un grupo de mujeres y hombres respectivamente.
Elementos a favor de esta suposición lo constituye, como veíamos, el
menor dimorfismo sexual, la falta de periodo de celo en las hembras (situación
relacionada con lo primero), y los campamentos del paleolítico inferior que se
han encontrado cuya estructura no se corresponde a la existencia de familias
nucleares como base de la estructura familiar. Uno de los campamentos es el del
yacimiento de Terra Amata en Francia: se trata de una cabaña de aproximadamente
9x5 metros(29) un espacio bastante amplio si consideramos el tamaños corporal
del homo erectus a los que se les atribuye y más amplio aún si pensamos que en
estas estructuras habitaban parejas aisladas. Si bien es cierto la situación
está muy lejos de clara puesto que los campamentos base han sido, también,
interpretados como lugares de despiece de animales más que de vivienda; no
obstante podemos hacer notar que si finalmente se confirmara que estos lugares
eran viviendas su estructura parecería apuntar a que estos lugares eran
vivienda de clanes con lazos consangíneos.
El crecimiento de la población producto de mejores herramientas
determina el siguiente estadio en la evolución de la familia, la banda original
llega a un punto en su desarrollo en el que debe dividirse para aprovechar de
mejor manera los recursos disponibles. Sabemos que dicha división tuvo que
darse puesto que aun hoy en día los pueblos preneolíticos o salvajes dividen
sus “gens” o bandas cuando alcanzan un tamaño determinado en otras “hermanas”
las cuales reproducen de idéntica manera la vida de cazador recolector de su “gens”
o banda madre. Llegados a cierto punto en el número de individuos, punto
cualitativo determinado por los recursos alimenticios disponibles en función
del desarrollo de las ciencia y la técnica, la cantidad se vuelve calidad y la
“gens” original debe dividirse de tal forma que la población se disperse sobre
un territorio más amplio al escindirse la gens; una de las maneras en las que
se podría haber facilitado dicha división originaria es volviendo tabú la
reproducción entre ciertos individuos y con ello la creación de una nueva
estructura familiar que Morgan llama familia consanguínea; podemos suponer que
con ello se inventó el tabú del incesto y posteriormente la diferencia nominal
entre padres e hijos (los nombres y las ideas siempre van detrás de los
hechos). Dicha división era importante porque facilitaba las condiciones para
que los hijos fundaran las nuevas “gens” de tal forma que generaciones
sucesivas de hermanos representaran la levadura perfecta para otras nuevas.
Engels lo explica de la siguiente manera: “Los grupos conyugales se separan
según las generaciones: todos los abuelos y abuelas, en el límite de la
familia, son maridos y mujeres entre sí; lo mismo sucede con sus hijos, es
decir, las padres y la madres; los hijos de estos forman el tercer círculo de
conyugues comunes; y sus hijos, es decir, los biznietos el cuarto. En esta
forma de la familia, los ascendientes y descendientes, los padres y los hijos,
son los únicos que están excluidos de los derechos y los deberes (pudiéramos
decir) del matrimonio (…) el vínculo de hermano y hermana, en ese periodo,
tiene consigo el ejercicio del comercio sexual recíproco (…) La familia
consanguínea ha desaparecido. Ni aún los pueblos más groseros de que habla la
historia nos presentan ningún ejemplo de ella. Pero nos vemos obligados a que
ha debido existir, puesto que el sistema de parentesco” (más bien terminología
de parentesco) “que aún reina hoy en toda polinesia, expresa grados de
parentesco consaguíneo que sólo han podido nacer con esa forma de familia, que
exige esa forma como estado previo necesario”(30).
En la medida en que esas formas de familia han quedado borradas de la
faz de la tierra es imposible saber exactamente qué especie del género homo fue
el primero en practicar el comercio sexual sin trabas y posteriormente la
familia consanguínea, incluso tener una certeza absoluta de su existencia; sin
embargo, podemos suponer que en la medida en que la cultura y el desarrollo de
las fuerzas productivas del erectus y el habilis anterior a él eran
extremadamente conservadoras -tanto que el erectus presentó un millón de años
de estancamiento- es probable que el intercambio sexual si trabas se diera ya
en el paleolítico inferior (como un ejemplo del triunfo de la cultura),
mientras que la subsiguiente evolución en la estructura de la familia
aconteciera con el sapiens sapiens en un momento dado de crecimiento de su
población producto de nueva tecnología, pasando así del intercambio sexual sin
trabas a la familia consanguínea y de ésta a la punalúa.
Con el consiguiente desarrollo de la población, quizá con la explosión
cultural de hace 40 mil años en el apogeo del comunismo primitivo (aunque es
por ahora imposible establecerlo con certeza), también se desarrolló la familia
con la consiguiente exclusión de matrimonio por grupos, sumándose a la
exclusión de los padres y los hijos, de los hermanos y hermanas -al principio
exclusión de los hermanos carnales y después de los colaterales- quienes en los
sucesivo ya no podrían ser conyugues comunes, surgiendo con ello lo que Morgan
llamó “familia punalúa”. Explica Engels que “según la costumbre hawaiana cierto
número de hermanas carnales o más lejanas (es decir, primas en primero,
segundo y otros grados), eran mujeres comunes de sus maridos comunes, de los
cuales quedaban excluidos los hermanos de ellas; esos hombres, por su parte,
tampoco se llamaban a sí hermanos (lo cual ya no tenía necesidad de ser), sino
punalúa, es decir, compañero íntimo(..) De igual modo una serie de hermanos
uterinos o más lejanos, tenían en común cierto número de mujeres, con la
exclusión de las hermanas de ellos y esas mujeres se llamaban entre sí punalúa
(…) comunidad recíproca de hombre y mujeres en el ceno de un determinado
círculo de familia, pero del cual se excluían al principio los hermanos
carnales, y más tarde, los hermanos más lejanos de las mujeres, e inversamente
también las hermanas de los hombres (…) por eso se hace necesaria por primera
vez la clase de los sobrinos y sobrinas, de los primos y las primas”(31).
Un elemento adicional que fortalece la hipótesis sobre esta forma de
familia (Punalua o quizá consanguínea) lo constituye los restos de los pocos
campamentos completos que se han encontrado pertenecientes al paleolítico
superior: “El yacimiento de Dolni Vestonice, situado en lo que actualmente es
la república checa, data de unos 25.000 años, y eso uno de los pocos casos en
los que existe un plano del campamento completo. El asentamiento parece estar
formado por cuatro cabañas en forma de tienda de campaña, contruidas
probablemente con pieles de animales, con un hogar enorme en el centro.
Alrededor de su parte exterior había una gran cantidad de huesos de mamut,
algunos clavados en la tierra (…) y cada cabaña acogía, probablemente a un
grupo de familias relacionadas, que sumaban entre 20 y 50 personas (..)”
(Antropología, p. 170). Es probable que cada una de estas cabañas estuviera
habitada por un clan o gen; así pues la gens en esta etapa ya se había dividido
en “gens” o clanes hermanos; puesto que el número de individuos se corresponde
aproximadamente a la cantidad de individuos por banda de algunos pueblos de
cazadores recolectores modernos (los aborígenes australianos). Ello parece
indicar que la estructura familiar de este campamento era “consangínea” o bien
“punalúa”. Estos campamentos no se corresponden en absoluto a la existencia de
familias nucleares.
El matrimonio por grupos que representa el desarrollo dialéctico de las
estructuras familiares: intercambio sexual sin trabas, familia consangínea,
familia punalúa no quiere decir, necesariamente, que no existieran posibles
parejas con una duración de cierto tiempo; puesto que la reproducción sexual
implica una hembra y un macho no se puede descartar que dichas parejas
establecieran ciertos lazos afectivos. No obstante esos lazos no existía la
noción de promiscuidad, de hijos ilegítimos; etc. Definitivamente estos
posibles lazos de pareja no formaban la base de la estructura familiar, puesto
todo el clan representaba una indivisa estructura consanguínea. Ya señalamos
que su estructura social implica que los niños eran educados por todo el clan e
inclusive que todos los hombres fueran padres comunes de los hijos (dado el
intercambio sexual la paternidad era dudosa). Según nuestra hipótesis, es factible
suponer que socialmente ese hombre pudiera tener intercambio sexual con todo un
grupo de mujeres (excluidas sus madre y, si se trataba de familia punalúa
también sus hermanos) y esa mujer a todos los hombres (menos su hermanos), sin
que nadie se escandalizara, aún cuando esto no siempre fuera el caso. Por
supuesto que es imposible probar esta hipótesis especulativa de manera,
concluyente pero es una es especulación compatible con los datos arqueológicos
con respecto al tamaño de las bandas, su carácter nómada, la disminución del
dimorfismo sexual, la características de sus campamentos; etc.
Las pinturas rupuestres y el
materialismo histórico
El materialismo histórico afirma que en última instancia la
superestructura ideológica es un reflejo dialéctico del modo de producción
imperante en una época determinada y refleja los intereses de clases o grupos
sociales determinados, la superestructura y en especial el arte nunca pueden
superar el contexto sociohistórico en el que se enmarca. Podríamos decir que el
arte es una flor que se alimenta del suelo nutricio de la sociedad y refleja su
salud y vigor, generalmente los periodos revolucionarios y de acenso de un modo
de producción van acompañados de una explosión artística y de innovación
revolucionarias. Las pinturas encontradas en profundas cuevas en Francia,
-pertenecientes a la cultura Magdaleniense- aún siguen sorprendiendo por su
simplicidad, belleza, realismo y reflejan el apogeo del comunismo primitivo en
el paleolítico superior. “Los pintores del paleolítico eran capaces todavía de
ver, simplemente con los ojos, matices delicados que nosotros sólo podemos
descubrir con ayuda de complicados instrumentos científicos(32)”; representan
una manifestación irrepetible de una de las más grandes manifestaciones artísticas
de todos los tiempos; y sin embargo su papel difiere mucho con las ideas
modernas acerca del arte. La muestra más clara de la influencia que el modo de
producción tiene sobre el arte, la encontramos en sus manifestaciones más
tempranas y prístinas.
Las pinturas rupestres de Francia y España producidas por los hombres y
mujeres del paleolítico superior tienen una relación inmediata con la lucha
diaria por la supervivencia y reflejan el modo de vida y el entorno de los
hombres del comunismo primitivo. “En esta fase de vida puramente práctica es
obvio que todo girase todavía en torno a la consecución del sustento” Arnold
Hauser “No hay nada que pueda justificar la presunción de que el arte sirviera
para otro fin que para procurar directamente el alimento. Todos los indicios
aluden a que éste arte servía de medio de una técnica mágica y, como tal, tenía
una función por entero pragmática, dirigida totalmente a inmediatos objetivos
económicos”(33). La unidad con la naturaleza y el bajo control de las fuerzas
naturales determinaba el contenido y la función de este arte; además el arte
aún no había adquirido una independencia relativa con respecto a su base
material; apenas y existía la división social del trabajo y los artistas de las
cavernas no podían representarse su actividad como independiente de su entrono
tribal y crear así una conciencia falsa con respecto a su propia producción. Al
mismo tiempo el arte rupestre es una evidencia incontestable de que el arte no
se desarrolla en una esfera de cristal y esta exento de los intereses mundanos,
es la muestra de que el arte es una caja de resonancia de la sociedad y refleja
intereses muy concretos aún a pesar de que, a partir de la revolución
neolítica, el arte adquiere un grado de independencia y se sujeta hasta cierto
punto a sus propias reglas, no obstante, nunca podrá independizarse del suelo
nutricio que le da origen y de los puntos de vista de ciertas capas sociales
que expresa. Incluso dentro de la sociedad capitalista, en donde la división
del trabajo ha llegado a extremos tan nocivos y en donde muchos creadores y
filósofos tienen la ingenua ilusión de que el arte no tiene nada que ver con el
crudo mundo material, es posible ver ya en ésta misma postura el sentimiento de
ciertas capas sociales descontentas con el feo mundo del capitalismo y su vano
intento de fugarse de él por medio del arte (la calidad de dicho arte, no
obstante, no esta mecánicamente determinado por el contenido ideológico
reaccionario que expresa y puede ser un arte valioso aunque exprese ideas
incorrectas).
La idea fantastica del “arte por el arte” hubiera resultado
incomprensible a éstos hombres porque para ellos el arte no era un producto
orientado principalmente al goce estético sino un ritual orientado a fines tan
prosaicos como la reproducción de los animales de caza y el deseo imperioso de
tener éxito en ella. No es casualidad que los animales de caza (renos,
bisontes, mamuts, caballos jabalíes, bóvidos, rinocerontes lanudos) fueran el
tema favorito de estos artistas; incluso el contenido del arte esta impulsado
en última instancia por factores sociales (no es casualidad que el arte de
vanguardia, por ejemplo, se haya desarrollado fundamentalmente en la época en
que nacía el capital monopolista en donde se hace necesaria una respuesta del
arte a éste fenómeno); a pesar de que las pinturas rupestres de Francia y
España constituyen el ejemplo clásico, el arte rupestre es un fenómeno
recurrente en todas las sociedades de un modo de producción basado en la caza y
la recolección del paleolítico superior, aún cuando la mayoría de las culturas
de esta etapa histórica no tuvieron ninguna relación ni contacto y se
desarrollaron en periodo de tiempo muy diversos; manifestaciones artísticas
similares se pueden encontrar en África, Europa, América, Asia y Australia, lo
que es una prueba evidente de la relación que guardan con el modo de producción
de la etapa superior del comunismo primitivo.
Las realistas representaciones de éstos artistas parecen querer
reproducir la esencia de éstos animales en un intento de asegurar materialmente
la existencia de los animales deseados en la creencia de que dicha reproducción
era al mismo tiempo la reproducción real del animal tal como señala Hausser “El
pintor y cazador paleolítico pensaba que con la pintura poseía ya la cosa
misma, pensaba que con el retrato del objeto; había adquirido poder sobre el
objeto; creía que el animal de la realidad sufría la misma muerte que se
ejecutaba sobre el animal retratado”. El mismo autor refiere una anécdota
sorprendente que confirma la visión ingenua y mágica de los hombres del
paleolítico “El artista paleolítico adoptaba sin duda ante el arte la misma
actitud del indio siux (..) que dijo de un investigador al que vio preparar
unos bocetos: se que este hombre ha metido muchos de nuestros bisontes en su
libro. Yo estaba presente cuando lo hizo, y desde entonces no hemos tenido
bisontes”(34). La obsesión por la caza reflejada en este arte se demuestra
porque en el punto álgido del arte de las cavernas existía “un desajuste entre
la frecuencia con que se representan las presas sobe las paredes y la
frecuencia con la que aparecen en los restos de fauna asociados a una cueva en
particular”(35) lo que refuerza la idea de que los animales representados eran
los más codiciados en la caza.
El objetivo de dichas pinturas no era el placer estético, las pinturas
se encuentran ubicadas donde el hombre moderno jamás colgaría una pintura de
Piccasso ni abriría una galería de arte puesto que se realizaban en partes
profundas de las cuevas donde la luz natural no podía llegar. Parece ser que el
acto de alumbrar la obra reforzaba la idea mágica de la creación del animal
idea reforzada con música y danza ritual (en algunas pinturas aparecen
individuos bailando con mascaras y vestimenta particular); a menudo las
pinturas se superponen unas sobre otras existiendo aun cuando existía espacio
disponible.
Es claro que la necesidad es la madre de la invención, incluso del arte.
No hay nada más alejado a la verdad que la idea kantiana de que el arte es una
“actividad desinteresada” incluso aunque el artista se proponga tal función esa
pretensión ya expresa necesidades e intereses concretos; pero en el paleolítico
superior resultaba imposible siquiera platearse tales pretensiones. Incluso el
incremento de la producción de adornos personales refleja un aumento en la
conciencia de la identidad y pertenencia tribal de los individuos y una
capacidad de abstracción y simbolización propia del homo sapiens-sapiens; una
conciencia del papel que cada individuo juega dentro de la colectividad
(adornos propios de chamanes, jefes de la tribu) refleja el hecho de que la
conciencia había alcanzado el grado de humanidad gracias a la producción
social, los lazos y el reflejo en la mente de los hombres que de ella emana.
Reflejan la capacidad del sapiens para objetivar la conciencia (reflejo de su
ser social) transformando su entorno y simbolizándose a sí mismo y su visión
del mundo; por eso el arte es una fascinante ventana al pasado una ventana que
se mantiene abierta y cuyas interpretaciones dependen de la sociedad en la que
el arte del pasado se inserta, pero ello no puede ocultar la función utilitaria
que el arte tiene en su origen.
Las “Venus primitivas” son otro manifestación artística de estos pueblos
comunistas, uno de los ejemplos más bellos es la “Venus de Willendorf” de hace
unos 37 mil años, se trata de una escultura pequeña de
El pensamiento mágico es la forma ideológica que domina las
manifestaciones superestructurales de las sociedades de cazadores recolectores
y constituye un ejemplo notable de la manera en que la superestructura es
determinada en último término por las condiciones materiales de producción a la
vez que influye sobre su base material. El pensamiento mágico, animismo o
totemismo es la forma de pensamiento que implica que la naturaleza esta
dominada por multitud de espíritus que determinan los fenómenos naturales;
detrás de cada fenómeno, especialmente aquellos de relevancia para la
supervivencia del la banda o tribu, existen espíritus a los que hay que
suplicar, pedir o incluso amenazar por medio de conjuros, ritos y fetiches para
que accedan a la voluntad del hombre.
Esta forma de pensamiento esta implícita en cada manifestación
superestructural e incluso determina ciertos aspectos de la forma de las
actividades de caza, pesca, recolección, alimentación , reproducción,
etc; – al mismo tiempo que el contenido material (las fuerzas productivas
de la edad de piedra con las que se realiza esa caza pesca y recolección)
determina la existencia de la magia- la danza, música, los cantos, los mitos y
leyendas, la pintura, la manufactura de fetiches (coma las venus primitivas) y
utensilios llevan implícito al pensamiento mágico integrándose en una unidad indisoluble.
Así por ejemplo la danza representa un ritual para garantizar actividades como
la caza – incluso los del bosquimanos del Kalajari tiene danzas
específicas que dependen del animal al que se va a cazar-, la música funge como
catalizador de los estados de trance importantes para la comunicación con el
mundo de los espíritus, frecuentemente los cantos hacen referencia a los
ancestros espirituales (frecuentemente animales convertidos en totems) de la
tribu, los mitos refieren a la unidad de parentesco a través de leyendas sobre
antepasados reales o fantásticos, la pintura, como vimos, no es más que un
ritual para la reproducción de los animales de caza.
Estas formas fantásticas de concebir la realidad a su vez moldean hasta
cierto punto las formas de reproducción de la vida; así por ejemplo los
esquimales tienen diversos tabús acerca de la forma en que deben cazar. No
obstante esta influencia recíproca no puede hacernos olvidar que el factor
determinante que condiciona el surgimiento de esta forma de pensamiento se
encuentra en las condiciones en las que estos hombres producen y viven. En
última instancia la impotencia frente a las fuerzas naturales que se origina en
el desarrollo de sus fuerzas productivas es el origen y base del pensamiento
mágico. La necesidad imperiosa que estas sociedades tienen de controlar los
fenómenos naturales frente a los cuales no son más que impotentes espectadores
hace que traten por cualquier medio a su alcance de controlar esas potencias
ciegas; ello es tan importante que es la base de una de las primeras divisiones
sociales del trabajo con el surgimiento de los chamanes o sacerdotes a tiempo
parcial (Marvin Harris señala que incluso los chamanes no están exentos del
trabajo).
La base material del pensamiento mágico es pues, la impotencia frente a
las fuerzas naturales que el hombre esta desesperado por controlar ya que de
ello depende su supervivencia y no es difícil imaginarse su base psicológica:
los sueños y las alucinaciones provocadas por drogas son el origen sugerente de
la creencia en el mundo espiritual, la prueba de ello es que los chamanes de
las sociedades cazadoras recolectoras modernas acuden a estos estados de
conciencia para comunicarse con los espíritus; Engels en su obra “Ludwing
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana” ya había señalado esta
idea. Antropólogos contemporáneos como Edward Tylor han señalado este hecho. En
los sueños y en la alucinaciones surge la ilusión de que existe otro yo
separada del cuerpo; el nacimiento y la muerte pueden ser “explicados” por el
alma que habita temporalmente en el cuerpo para después abandonarlo para
siempre; además el alma es el origen de la volición del individuo que gobierna
las acciones del cuerpo para que éste intervenga materialmente determinando el curso
de los acontecimientos; de la misma forma los fenómenos naturales pueden ser
interpretados como el resultado de la voluntad del alma (o las almas) que
habitan en la naturaleza y al igual que con las almas del resto de los
individuos nosotros podemos acudir a ellas para que accedan a nuestros deseos.
Así como en la naturaleza existen multitud de espíritus (algunos benévolos y
otros amenazantes) para los egipcios los hombres teníamos dos almas, podemos
encontrar culturas que conciben a los hombres dotados de tres y hasta cuatro
almas; el porqué en la mayoría de las culturas el hombre tienen un alma
mientras que en otras tiene una multitud viviendo en el cuerpo de los mortales
es un tema interesante que debe ser investigado tomando en cuenta las condiciones
concretas del desarrollo de dichas culturas.
El pensamiento mágico es la semilla de la religión porque ambas formas
de pensamiento dividen el mundo en un plano material y otro espiritual y porque
ambas formas se presentan a partir de la frontera que separa lo conocido de lo
desconocido. No obstante no podemos confundirlas de la misma forma en que no
podemos confundir la bellota con el roble, ni la crisálida con la mariposa. El
tema del origen de la religión lo abordaremos junto con el origen del estado; no
obstante podemos adelantar que en el pensamiento mágico los espíritus comparten
el mismo plano jerárquico así como el mundo de los hombres que refleja es un
mundo igualitario y sin jerarquías; la religión implica un Dios amo y señor a
imagen y semejanza de los amos y señores de la sociedad de clases, en otras
palabras la religión es un instrumento de dominación y de control espiritual
que condiciona a los oprimidos a aceptar su situación como inevitable, producto
de la voluntad divina mientras que proporciona una justificación a la clase
dominante al erigirse como representantes de dios en la tierra; el pensamiento
mágico no es un instrumento de dominación sino la expresión del sometimiento a
las leyes de la naturaleza; en todo caso la religión es una expresión del
sometimiento a las leyes ciegas y hasta ese momento indomables de la sociedad
de clases; como instrumento de dominación la religión necesita de un grupo
profesional a tiempo completo y una institución que funja como policía
espiritual, tenemos pues a los sacerdotes y los templos; en contraste los
chamanes son “sacerdotes” a tiempo parcial y no son representantes en la tierra
de los dioses sino simples voceros e interlocutores del mundo de los espíritus
y como cualquier mortal deben trabajar para la comunidad, no están separados de
las masas sino solo son individuos con una sensibilidad especial y voceros de
la opinión colectiva. La religión es producto de la sociedad de clases,
expresión de que la sociedad se ha dividido en contradicciones insolubles; el
pensamiento mágico es expresión de una sociedad igualitaria pero impotente; al
mismo tiempo la religión, al ser negación dialéctica del animismo, conserva
negada muchos de los elementos del pensamiento mágico, incluso los absorbe de
manera completa bajo una lógica totalmente contraria a su original.
Todos los pueblos de bandas, aldeas y tribus tienen sin excepción
pensamiento mágico: chamanes, danzas rituales, fetiches, conjuros, etc; un
fenómeno tan universalmente extendido en cierta etapa del desarrollo no puede
ser casualidad. Para el pensamiento estructuralista este patrón es un reflejo
de los arquetipos binarios – en este caso la contradicción
espiritual-terrenal – que se encuentran en el inconsciente colectivo;
lamentablemente el idealismo estructuralista no puede dar respuesta a la causa
de esta contradicción psicológica en las sociedades del comunismo primitivo; de
acuerdo con el estructuralismo la causa es simplemente la existencia de una
estructura profunda del inconsciente. Lamentablemente dicha respuesta esta muy
lejos de ser satisfactoria porque representa una simple tautología producto del
círculo vicioso al que nos lleva el subjetivismo filosófico. Preguntamos por
las causas de la supuesta contradicción binaria y se nos responderá con
que dicha contradicción es parte de la esencia humana; es un caso análogo al
estudiante no muy destacado que a la pregunta del maestro: qué es un gato
responde que un gato es....un gato; con esta respuesta uno se evita el problema
de dar una verdadera explicación y asumir aquello que se tiene que probar,
resulta bastante apropiada para aquellos que no quieren explicar nada y al
mismo tiempo dar una imagen de onda sabiduría; todo se resuelve con la
existencia de arquetipos impresos en una naturaleza humana eterna y fin del
problema. Ahora todo se reduce a ejemplificar la idea preconcebida.
Afortunadamente existe una explicación consistente aunque más prosaica de lo
que gustarían nuestros filósofos subjetivistas. Esta forma de pensamiento es
tan universal en las sociedades de bandas y aldeas porque todas tienen la misma
base material. De la misma forma: en todas las sociedades de clase existe
religión porque en todas se requiere de un instrumento de opresión espiritual.
El pensamiento mágico es un ejemplo más de que el desarrollo histórico esta
sujeto a leyes subyacentes que pueden ser comprendidas por el hombre y de que
la historia, al contrario de lo que creía Henry Ford, los irracionalistas
y empiristas contemporáneos no es una “chorrada”.
c) Una caricatura maliciosa de marxismo
acerca del determinismo mecánico
La visión marxista de la historia no tiene nada que ver con el
determinismo mecánico que muchos de los detractores ignorantes del marxismo
pretenden atribuir a este; por el contrario cualquiera que comprenda las
implicaciones de la visión materialista y dialéctica de la historia que implica
el materialismo histórico puede entender lo lejano que esta el marxismo del
mecanicismo lineal; la evolución de la cultura humana no esta determinada mecánicamente
por el modo de producción, la forma en que la cultura se manifiesta muestra una
multitud de variantes que se van haciendo más variadas y complejas a medida en
que nos acercamos al sapiens-sapiens y a medida que éste desarrolla sus fuerzas
productivas; especialmente en puntos de ruptura como lo es la explosión
cultural del paleolítico superior. Por supuesto que en la determinación de la
forma actúan factores como la difusión y mezclas culturales e incluso factores
tan inesperados como los climas locales, el ciclo de las plantas y las especies
animales que habitan los entornos particulares. Los utensilios reflejan
infinidad de variantes locales cuyas causas son tan variadas que pueden
incluir, incluso, el carácter de los primeros artesanos en crearlas sobre cuya
creación innovan las generaciones posteriores, los prejuicios, las creencias,
los accidentes históricos etc; juegan su papel en la determinación de la forma
y los ritmos del desarrollo. No obstante, la necesidad es la madre de la
invención y las necesidades están dictadas por la producción y reproducción
material que interactúa y transforma al medio; en última instancia las formas
culturales están determinadas dialécticamente por el contenido en que dichas
sociedades producen y reproducen sus condiciones de existencia y sus relaciones
sociales que, a su vez, están determinadas por el desarrollo de sus fuerzas
productivas. Gordon Childe nos explica, correctamente, la dialéctica del
Materialismo histórico de la siguiente manera: “El investigador de la cultura
material tiene que estudiara a la sociedad como una organización cooperativa
destinada a producir los medios de satisfacer su necesidades, a reproducirse y
reproducir nuevas necesidades. Tiene que ver su economía en acción. Pero la
economía influye en la ideología, y es a su vez influída por ésta. El concepto
materialista de la historia afirma que la economía determina la ideología.
Es más seguro y más exacto repetir con otras palabras lo que ya se ha
declarado: a la larga una ideología sólo puede sobrevivir si facilita el
funcionamiento regular y eficiente de la economía. Si lo traba, la sociedad- y
con ella la ideología- han de perecer a la larga. Una ideología anticuada puede
trabar una economía e impedir su cambio durante un plazo más largo que el
generalmente admitido”(37). Una forma ideológica esta condenada a desaparecer
tarde o temprano si frena el desarrollo de las fuerzas productivas; que tan
tarde o que tan temprano puede resultar de suma importancia para las
generaciones que viven esa coyuntura puesto que efectivamente las formas
ideológicas caducas pueden frenar efectivamente el desarrollo histórico, pero
cederán finalmente bajo las fuerzas revolucionarias de la sociedad o de lo
contrario, si la contradicción no esncuentra solución, la sociedad puede
colapsar.
El error gemelo del determinismo mecánico estructuralista que tanta
repulsión causa esta en el relativismo postmoderno, que encuentra su
correlativo antropológico en la escuela del “particularismo histórico”, que
hace imposible la ciencia y vuelva a la historia en una sucesión inconexa de
hechos únicos e indescifrables de los cuales no se puede decir nada salvo
constatar la diversidad aleatoria de sus formas; se pretende que dicha postura
afirma la diversidad y la pluralidad pero refleja más bien la decadencia y el
individualismo subjetivo extremo y un pesimismo intelectual propio de las
etapas de decadencia social. Por el contrario el desarrollo del paleolítico en
diversas regiones demuestra que en relación indisoluble a las formas diversas
se encuentran bases similares que determinan patrones culturales similares; las
formas nunca pueden separase del contenido y en última instancia están
determinadas por éste. Como decía Hegel “la forma es la manifestación inmediata
de la esencia” a modos de producción similares encontramos manifestaciones
culturales similares al mismo tiempo que diversas como comenta correctamente
Marvin Harris “Series de industrias paleolíticas similares a las de Europa se
han dado también en Asia y Africa. Por ejemplo, las técnicas levalloisiense y
las industrias musterienses sucedieron a las tradiciones achelienses en todo el
territorio africano. Incluso existe una industria de lascas parecida a la
musteriense en el norte de China. Alrededor del 40000 al
El comunismo primitivo. El primer modo de
producción
En general los fundadores de la filosofía política burguesa clásica
(Locke, Hobbes, -Russeau es un caso especial aún cuando naturalmente acepta al
estado democrático burgués como el propio de la naturaleza humana-)
consideraban al estado –junto con una división social en líneas de clase
producto de la “naturaleza humana”- como el producto de un contrato social
entre propietarios orientado a preservar la propiedad privada y acabar con la
guerra de todos contra todos propia de las sociedades sin estado. La totalidad
de los teóricos políticos burgueses consideran al estado como un arbitro
imparcial ineludible a las sociedades humanas y lo dan por sentado así como
damos por sentada la respiración. Es un prejuicio generalizado pensar que sin
el estado, sin las instituciones estatales, sin ejército, sin policía, sin
tribunales, sin cárceles la vida del hombre en sociedad sería imposible debido
a la “naturaleza humana” egoísta, abusiva, avariciosa, etc. Es probable que si
hiciéramos un catálogo de lugares comunes éste último estaría entre los
primeros. Entonces debemos aceptar al monstruoso Leviatán como nuestro eterno
compañero y limitarnos a maquillarle el rostro de la manera más amigable
posible, mantener sus dientes lo más blancos y brillantes que se pueda y evitar
su fétido aliento y condenar las ideas sobre sociedades igualitarias o
comunistas como locuras infantiles. ¿Pero en realidad es así?.
El estudio de las sociedades anteriores a la revolución neolítica nos
dice que quizá no exista otro prejuicio más mezquino, estrecho y estúpido que
aquel que ve en el estado y las clases sociales instituciones eternas. Aunque
no les guste a los teóricos burgueses y aunque resulte increíble para la
mayoría de las personas, por lo menos desde que el homo sapiens-sapiens
apareció sobre la faz de la tierra hace poco más de 100 mil años hasta hace uno
10 mil años las sociedades humanas se las arreglaron bastante bien sin
presidentes, reyes, faraones, monarcas; sin cárceles, policías, ejercito;
tribunales, ministerios, iglesias; y prácticamente las guerras sólo se daban
ante crisis ecológicas en relación con la densidad de población (en función de
fuerzas productivas muy limitadas) y muy esporádicamente porque no habían clase
sociales, ni ricos ni pobres, ni princesas ni prostitutas. Como señala
correctamente Marvin Harris “El observador que hubiera contemplado la vida
humana al poco de arrancar el despegue cultural habría concluido fácilmente que
nuestra especie estaba irremediablemente destinada al igualitarismo salvo en
las distinciones de sexo y edad. Que un día el mundo iba a verse dividido en
aristócratas y plebeyos, amos y esclavos, millonarios y mendigos, le hubiera
parecido algo totalmente contrario a la naturaleza humana a juzgar por el
estado de cosas imperantes en las sociedades humanas que por aquel entonces
poblaban
En un periodo que comprende la mayor parte de la historia del hombre
sobre la faz de la tierra –desde hace más de 10000 años hasta apenas unos 10
mil si consideramos al sapien-sapiens o más de 2 millones de años si partimos
desde el abilis- el modo de producción básico de la humanidad se basó en la
caza, la pesca y la recolección, en general los hombres eran nómadas, vivían en
bandas, clanes y tribus de un máximo de unos cuantos cientos de personas; su
modo de pensar se ajustaba a lo que conocemos como pensamiento mágico y vivían
sometidos a los caprichos de la naturaleza. No había clases sociales, ni ricos,
ni pobres, ni existía Estado, ni familia nuclear; el individuo se encontraba
subsumido a la colectividad de la misma forma en que una abeja se subsume a la
colmena destacando individualmente en función de necesidades colectivas
religiosas, bélicas o de otra índole bajo la soberanía de la asamblea general.
No existen ni pueden existir desigualdades sociales antes al contrario todos
son igualmente pobres o ricos porque todos están sometidos a la naturaleza.
Incluso en las sociedades salvajes que penosamente sobreviven en nuestros días
y que aún no son disueltas o totalmente deformadas por las fuerzas corrosivas y
corruptoras del capitalismo nos encontramos con relaciones igualitarias; al
respecto nos dice Marvin Harris que “las sociedades cazadoras-recolectoras como
los esquimales, los ¡kung san del Kalahari y los aborígenes australianos gozan
de u alto grado de seguridad personal sin necesidad de tener soberanos o
especialistas en la ley y el orden. Carecen de reyes, reinas, dictadores,
presidentes, gobernadores o comandantes; de fuerzas policiales, soldados,
marineros o marines; de CIA, FBI, inspectores de hacienda o jefes de la policía
federal. No hay códigos de leyes escritas ni tribunales de justicia formales;
ni abogados, alguaciles, jueces, fiscales, jurados o funcionarios de
tribunales; ni tampoco coches patrulla, tanques, cárceles o penitenciarias.
Esto también es así en muchas sociedades de aldeas”(40).
La existencia de ese monstruoso y horrendo Leviatán llamado estado
(incluso en su bonita forma democrático-burguesa) requiere de condiciones
materiales para existir. Este monstruo es inviable en sociedades basadas
en la caza pesca y recolección porque en ellas es imposible la desigualdad de
la riqueza ni existe propiedad privada sobre los medios de producción
fundamentales. No existe un excedente sobre las necesidades elementales
susceptible de ser acumulado y usado para explotar a otros seres humanos, por
eso son imposibles las clases sociales o privilegios basados en el trabajo
ajeno. Incluso en el periodo de mayo esplendor del comunismo primitivo (hace 40
mil años durante el paleolítico superior) los excedentes y el tiempo libre que
efectivamente se obtenían no eran susceptibles de ser usados para explotar a
otros y obligarlos a trabajar para uno; en primer lugar porque se trataba, en
la mayoría de los casos, de un excedente no acumulable (la carne de mamut se
hecha a perder) y la recolección de semillas no daba para crear excedentes considerables.
Las herramientas de caza y adornos personales susceptibles de atesoramiento
podían ser obtenidos por cualquiera puesto que las materias primas, los
bosques, las rocas, etc; no eran propiedad privada y cualquiera podía aprender
a hacerse su propios adornos y armas, además no tiene sentido atesorar objetos
que sólo serán un estorbo en sociedades nómadas y que carecen de la capacidad
de subyugar a otros. Además las sociedades de éste periodo eran numéricamente
reducidas (alrededor de 150 personas) todos se conocían y se trataban como una
gran familia (más delante hablaremos de los tipos de familia).
Ni siquiera existían bases materiales para el egoísmo puesto que los
miembros del clan o la banda obtenían más siendo generosos o igualitarios que
intentando la locura de atesorar e imponerse como Rey. “La gente ofrecía porque
esperaba recibir y recibía porque esperaba ofrecer. Dado que el azar intervenía
de forma tan importante en la captura de animales, en la recolecta de alimentos
silvestres y en el éxito de las rudimentarias formas de agricultura, los
individuos que estaban de suerte un día, al día siguiente necesitaban pedir.
Así, la mejor manera de asegurarse contra el inevitable día adverso consistía
en ser generoso.”(41) Si algún miembro lunático de algún clan se le hubiera
ocurrido comportarse como se supone debería hacerlo alguien que tiene la
naturaleza humana que nos atribuyen los pensadores burgueses, reproduciendo la
ridícula representación teatral que se supone creó al estado cuando alguien dijo
“¡esto es mío¡ o “les propongo un contrato para crear al estado”, seguramente
le habría sucedido algo similar o peor –probablemente lo hubieran expulsado de
la tribu o quizá se lo hubieran comido- a lo que nos cuenta Marvin Harris.
“Supongamos que un ¡Kung con ansia de poder como la descrita por Hobbes se
levantara un buen día y le dijera al campamento: a partir de ahora, todas
estas tierras y todo lo que hay en ellas es mí. Os, dejaré usarlo, pero sólo
con mi permiso y a condición de que yo reciba lo más selecto de todo cuanto
capturéis, recolectéis o capturéis. Sus compañeros, seguramente pensando
que se habría vuelto loco, recogerían sus escasas pertenencias, se pondrían en
camino y, cuarenta o cincuenta kilómetros más allá, eregirían un nuevo campamento
para reanudar su vida habitual de reciprocidad igualitaria, dejando al hombre
que quería ser rey ejercer su inútil soberanía a solas”(42).
Frecuentemente se intenta negar esta etapa social de comunismo primitivo
arguyendo los mismo prejuicios bajo una nueva forma: ¡simplemente mofándose de
dicha sociedad¡(43), diciendo, por ejemplo, que ello sería hablar de una edad
dorada de la sociedad humana, un mundo perdido y un paraíso terrenal y ¿no se
supone que la tierra es un valle de lágrimas?. No hay nada más fácil que crear
un muñeco de paja y luego regodearse por el placer de haberlo destruido
fanfarroneando con ello. Que sepamos desde hace tiempo no hay antropólogo serio
ni marxista que se precie que crea en ese muñeco de paja ni en las fábulas
bíblicas, creadas para asustar a los niños, sobre el sufrimiento eterno y el
alma humana pecadora (es posible erradicar el valle de lágrimas junto con el
capitalismo). Si bien es muy posible que durante su apogeo el comunismo
primitivo permitió la existencia de tiempo libre e incluso abundancia –si bien
ninguna que diera poder sobre otros hombres-; si bien es cierto que es posible
encontrarse hoy en día con comunidades salvajes que trabajan menos que un
obrero industrial, el comunismo primitivo no tenía nada de idílico. En general
las sociedades del paleolítico, exceptuando quizá el paleolítico superior- se
las veían muy duras para sobrevivir; incluso en los casos en que experimentaban
periodos de abundancia ello se lo debían a coyuntura climáticas favorables
(coyunturas que podían durar tiempos largos desde la perspectiva individual),
es decir, se lo debían a su apabullante dependencia frente a la naturaleza, el
tamaño de su población estaba limitado por sus enanas fuerzas productivas
reflejándose en fenómenos como el infanticidio, el canibalismo y aún la guerra
o cazando algunas cabezas o cueros cabelludos de alguna gens o clan
desafortunadas para aumentar sus territorios de caza y recolección. Había
límites objetivos a la densidad de población que no podían ser rebasados y que
dependían de su subordinación propia del reino animal frente a las fuerzas de
la naturaleza, Marvin Harris nos señala que “(..) probablemente los pueblos de
la edad de piedra no permitieron que sus poblaciones rebasaran los límites de
una o dos personas por milla cuadrada”(44); de acuerdo con algunas
investigaciones ello implicaba mantener estancado el crecimiento de la
población en una tasa anual del 0,001 por 100 para la edad de piedra(45); de
acuerdo con estimaciones hechas sobre la esperanza de vida y salud de dicho
periodo, de acuerdo con el estudio de las osamentas humanas, para lograr el
estancamiento del crecimiento poblacional el infanticidio pudo alcanzar el 50
por 100 de los nacimientos(46), su dinámica de población estaba dictada por las
salvajes leyes de Malthus (quizá el único tipo de sociedad humana donde las
leyes de Malthus resultan correctas hasta cierto punto). Su mente estaba
dominada por el pensamiento mágico que incluía, además de conocimientos
valiosos de plantas y animales, en su mayoría creencias absurdas y fantásticas
habitadas por espíritus, duendes, y monstruos nacidas de su impotencia frente a
las fuerzas de la naturaleza. De hecho, como veremos, su modo de vida estaba
condenado por los cambios climáticos que desaparecieron a las estepas y las
grandes presas y abrieron el periodo de crisis conocido como mesolítico.
Cualquier cambio en los hábitos, el número de las presas o en la disponibilidad
de recursos podía hacer que dichas sociedades desaparecieran como de hecho sucedió.
Existen objeciones a la existencia del comunismo primitivo como un
estadio del desarrollo de los modos de producción que provienen de
investigadores serios como el propio Marvin Harris quien nos señala que “El
predominio de la propiedad colectiva de la tierra no significa, sin embargo,
que las bandas de cazadores y recolectores carezcan por completo de propiedad
privada. La teoría del comunismo primitivo, según la cual uno de los
estadios de los estadios universales del desarrollo de la cultura se caracterizó
por la ausencia total de propiedad privada (Epstein, 1968), no se ve respaldada
por los hechos. Muchos objetos materiales de las sociedades organizadas en
bandas están bajo el control (esto es son propiedad) de individuos
específico, en especial los artículos que el propio usuario ha producido. Hasta
los miembros de las sociedades más igualitarias creen normalmente que las
armas, recipientes, adornos, útiles y otros efectos personales no se
deben coger o utilizar sin el consentimiento de su propietario. Sin
embargo es remota la posibilidad de que el hurto o la apropiación indebida de
tales objetos provoque graves conflictos”(47). Es una pena decir
que dicha objeción esta basada, en primer lugar, en la confusión de carácter
elemental entre medios de producción y medios de consumo individual. La
propiedad privada de medios de consumo individual como adornos, recipientes y
efectos personales no invalida la tesis de la no existencia de la propiedad
privada (véase tan sólo El Manifiesto Comunista) ya que la teoría marxista se
refiere claramente al la propiedad privada sobre los medios de producción como
el elemento que nos separa del comunismo primitivo y como elemento que
determina la existencia de clases sociales.
En segundo lugar, me parece que Marvin Harris confunde la forma con el
fondo cuando dice que existe propiedad privada sobre fuerzas productivas como
arcos, flechas, hachas, puntas, etc; ésta se revela como pura apariencia cuando
consideramos, como explica el mismo Marvin Harris, que los territorios de
caza, tala, recolección donde se encontraban las materias primas y todo lo
necesario para fabricar herramientas, eran propiedad colectiva: “la madera para
el arco, las hojas para el techo, los pájaros que daban plumas, los leños que
albergaban gusanos y la fibra para cestas estaban allí para que todos los
tomaran. Las tierras, el agua, los alimentos vegetales y los animales de caza
eran propiedad comunitaria. Todo hombre y mujer tenía derecho a una porción
igual de naturaleza”(48). A lo sumo podemos decir que arcos, flechas,
lanzas, puntas pertenecen a todos y a ninguno en particular porque su propiedad
estaba al alcance de todos; cualquiera podía hacerse sus propios instrumentos y
de hecho estaba obligada a hacérselos puesto que la caza era de carácter
colectivo y, salvo las limitaciones de sexo y edad, todos estaban obligados a
participar (aunque fuera por turnos). Aún suponiendo que existieran “robos”
producidos por el deseo de tener una lanza hecha por un elemento especialmente
habilidoso, éste último no tiene poder para explotar a otro con ese lanza
excepcionalmente hecha y le sería más útil al “ladrón” pedirle al virtuoso que
le enseñara la técnica apropiada, el virtuoso seguramente aceptaría encantado
puesto que flechas mejores aseguran una caza colectiva mayor y una comida
mejor.
Puesto que las materias primas y el acceso a las fuerzas de trabajo eran
patrimonio común no se explica la posición de Harris a no ser que exista,
además, una penosa confusión entre control técnico y apropiación real de los
medios de producción. Como señala Marx en El Capital el control técnico
del instrumento de trabajo (que hay que diferenciar de la apropiación privada
de los medios de producción) depende del instrumento mismo, es decir, del
desarrollo de la ciencia y la técnica. El desarrollo de las fuerzas productivas
no sólo determina las relaciones entre los hombres sino de los hombres con las
herramientas; un arco, por ejemplo, se utiliza de manera individual a
diferencia de una cadena de producción de
Por otro lado los cabecillas y jefes de
Otra cuestión interesante es la manera impresionante en que el desarrollo
de la ciencia y la técnica determina las relaciones sociales, ya mencionamos
que una relación social clasista estaba imposibilitada por el modo de
producción (y éste por el desarrollo de la técnica), así que las fuerzas
productivas determinaban relaciones sociales igualitarias o comunistas, además
también determinaban la división social del trabajo que estaba asombrosamente
limitada. En las sociedades de cazadores recolectores sólo encontramos
divisiones en el trabajo social producto de las diferencias de sexo y edad,
además de funciones rituales, religiosas y bélicas (ante crisis ecológicas) e
incluso éstas varían dependiendo del papel en la producción de hombres, mujeres
y niños en función del clima y los recursos naturales. Podemos encontrar en
ésta etapa incluso actividad comercial (dado el carácter nómada de los pueblos
del paleolítico) pero el comercio estaba limitado por la falta de un excedente
imperecedero, además de las pieles y recursos naturales exclusivos, el comercio
jamás cobrará un papel determinante en la producción y en la división social
del trabajo y se limita a artículos de lujo.
Es necesario determinar también cual es la tensión o contradicción
central que impulsa el desarrollo de las fases del comunismo primitivo que
veremos a continuación. Dentro de las sociedades de clases el factor
determinante del desarrollo se encuentra en la lucha entre esclavistas y
esclavos, señores feudales y ciervos, burgueses y proletarios; en el comunismo
primitivo no encontramos dichas contradicciones, en cambio encontramos la
contradicción entre las imponentes, incomprensibles y fatalmente cambiantes
fuerzas de la naturaleza y los hombres armados con fuerzas productivas de la
edad de piedra tecnología cuyo avance se da en su mayor parte a paso de tortuga;
en este tensión encontramos a la cultura material (incluidas las fuerzas
productivas) como el elemento conservador que se adapta penosa y dolorosamente
al cambio de las condiciones ecológicas. Es fundamental tener en mente esta
contradicción porque, como veremos, determina todas las esferas de las
sociedades salvajes o paleolíticas imponiendo su impronta en el pensamiento
mágico, el arte, las formas familiares, y el desarrollo de nuestros viejos
abuelos. La tarea del comunismo moderno es destruir la piedra angular (la
propiedad privada sobre los medios de producción) sobre cuya base se alzan las
contradicciones de clase modernas para sustituirlas por la tensión entre un
cosmos infinito y una fuerzas productivas potencialmente infinitas en manos de
todos los hombres. A diferencia del salvaje comunista ahora el hombre comunista
será el amo colectivo de la naturaleza infinita.
La guerra puede ser definida como un enfrentamiento armado entre, por lo
menos, dos grupos de seres humanos cuya consecuencia es la pérdida de vidas y
cuyos objetivos dependen de la estructura social en la que se inserta éste
fenómeno. Para que dos grupos de hombres armados se enfrenten con el objetivo
de matar a la mayor cantidad de individuos posible se requieren premisas
materiales. Si el objetivo de la guerra es obtener mano de obra esclava se
requiere la capacidad tecnológica para absorber esa mano de obra de forma
productiva (como fue en el caso de Roma); si el objetivo de la guerra es
obtener nuevos territorios para los señores feudales se requiere la existencia
de agricultura y ganadería para que los campesinos sean capaces de pagar
tributo, de otra manera la conquista sería una empresa inútil y absurda; si el
objetivo de la guerra es obtener nuevos mercados, materias primas, etc; se
requiere la existencia de una industria capitalista que pueda aprovechar esa
mano de obra y esos recursos naturales; si el objetivo de la guerra es el
saqueo se requiere un producto excedente sobre la necesidades básicas que pueda
ser saqueado; si el enfrentamiento se trata de una guerra civil se requiere,
obvio decirlo, de sociedad civil en relación a la existencia de un estado, la
sociedad civil por su naturaleza está dividida en clases, la guerra civil no es
más que expresión de éste hecho. Además en cualquiera de estos casos se
requiere una organización estatal y una producción capaz de alimentar a un
ejército de burócratas y hombres armados (en forma de un estado) que pueda
administrar y mantener el status quo. En el caso de las guerras revolucionarias
(que se manifiestan en la existencia de una guerra civil) la situación es más
clara aún, dichas guerras son la expresión de la lucha por la liberación de las
clases oprimidas. En todos estos casos la guerra es producto de la división de
la sociedad en clases. Sin esto la guerra, salvo la excepción que veremos
producto de ciertas condiciones excepcionales del comunismo primitivo, es una
cuestión absurda. Ninguna supuesta naturaleza humana guerrera y violenta
cambiaría este hecho, si los hombres durante la mayor parte de la historia de
la humanidad hubieran actuado bajo la lógica de “el hombre es el lobo del
hombre” nuestra especia no hubiera sobrevivido.
No existe ninguna evidencia arqueológica concluyente de que los pueblos
prehistóricos del comunismo primitivo practicaran la guerra: “La primera prueba
arqueológica realmente fiable acerca de la existencia de la guerra, es la
construcción de aldeas y poblaciones fortificadas. La más santigua es Jericó
prebíblico, donde en
Si sólo tratamos de visualizar guerras entre estas sociedades con el
objetivo de someter a otros pueblos a algún tipo de explotación –por ejemplo
esclavitud- de inmediato veremos que dicha hipótesis resulta en un aborto
ridículo: en primer lugar los “esclavos” eran simplemente bocas más para
alimentar en una situación en donde no existen los recursos para obtener ese
alimento, el modo de producción de este periodo tenía limitaciones muy precisas
en cuanto a la densidad de población; tampoco existe un ejército permanente,
policía o nada parecido que pudiera someter a los esclavos a la obediencia.
Evidentemente esas sociedades no cuentan con las bases materiales para la
esclavitud, ¡la esclavitud resultaría un fracaso rotundo sin un excedente
económico¡. Aún suponiendo la existencia de guerras producto de presiones
medioambientales los vencidos serían dispersados para aliviar la presión sobre
un hábitat determinado y quizá algunos de los infortunados vencidos fueran
comidos (no había otra cosa que hacer con ellos). Sí todavía insistimos en la
existencia regular de guerras nos encontraríamos que nuestra hipotética
“comunidad comunista guerrera” habría desaparecido en poco tiempo, el simple
hecho de perder aunque fueran 5 miembros en una sola batalla podría significar
una catástrofe social (significaría la pérdida de cerca del 17% de la población).
A lo anterior hay que agregar el carácter nómada de dichas sociedades por el
cual la motivación de la defensa del territorio tampoco existe.
El estudio de la mayor parte de las actuales poblaciones de cazadores
recolectores como los san o Bosquimanos del sur de África, los iunuit o
Esquimales, los habitantes de las islas Andamán cerca de
Marvin Harris nos da una idea del etnocidio y las presiones que
significa el capitalismo para estos pueblos: “Estos ataques genocidas no se limitaron
a América del norte y del Sur. También fueron llevados a cabo en Australia, en
las islas del pacífico y en Siberia. Tampoco son acontecimientos que tuvieron
lugar hace mucho tiempo y sobre los que ahora nada se pueda hacer. Aún están
ocurriendo en las vastas y remotas regiones de la cuenca amazónica y en otras
regiones de Sudamérica, donde los últimos restos de pueblos organizados en
bandas y aldeas libres e independientes del Nuevo Mundo han sido arrinconados
por la expansión implacables de los colonos, comerciantes, compañías
petrolíferas, profesores, granjeros y misioneros (…)” más adelante nos refiere
el destino trágico de los impresionantes Kung San del Kalahari, cuyo ejemplo de
moral comunista hemos referido antes, quienes “se han convertido en la diana de
fuerzas estatales inmensas que han cambiado su modo de vida amenazando su
supervivencia física. Muchos hombres Kung san se han visto atraídos al servicio
del ejército sudafricano, en su lucha contra las guerrillas que pretenden
establecer un estado independiente en Nambia. Según fuentes sudafricanas, el
desarrollo del sentido de orientación de los san, su habilidad para el rastreo
, su conocimiento del bosque y su aguda vista, hacen de ellos perfectos
luchadores contra la guerrilla” (Marvin Harris , Introducción a la
antropología… pp.501-502). Es irónico que esas sociedades comunistas que son
tomadas por los defensores del capitalismo como ejemplos de que la guerra es
eterna e inevitable representan más bien los efectos nocivos y corruptores del
sistema que ellos defienden. No obstante la existencia de guerras por factores
medioambientales, aún cuando sean por presiones provocadas por el sistema
capitalista, muestran que en situaciones concretas y excepcionales es posible
que las sociedades prehistóricas del comunismo primitivo tuvieran
enfrentamientos esporádicos, si bien es fundamental comprender que estos
posibles enfrentamientos (de los cuales no hay ni una evidencia contundente) no
tenían en todo caso ni un átomo de contenido clasista y tampoco representaban
un fenómeno esencialmente inherente a dichas sociedades; mientras que, por el
contrario, la guerra es un compañero inevitable en las sociedades clasistas
especialmente el capitalismo (cuya expansión imperialista es absolutamente
inevitable). Ni siquiera durante el más prologado auge en la historia del
capitalismo (el boom postguerra 1945-1974) hubo un solo día en que no hubiera
en el mundo alguna guerra provocada por la sede de ganancia del capital.
Incluso los enfrentamientos que presenciamos producto de presiones
medioambientales difieren en contenido (como ya vimos no tienen un contenido
clasista) e incluso en forma, sólo forzando el termino podríamos definir a esos
enfrentamientos como verdaderas guerras. La siguiente cita referida por Harris
servirá de ejemplo para tener conciencia del enorme abismo que separa las
guerras estatales de las preestatales: a finales de 1920 los grupos de
cazadores recolectores Tiklauila-rangwila y los mandiiumbula de las islas
Bathhurst y Melville en el norte de Australia fueron a guerra, ambas bandas
fijaron de mutuo acuerdo una hora para el encuentro: “cuando los dos grupos se
reunieron, ambos bandos intercambiaron algunos insultos y acordaron encontrarse
formalmente en un espacio abierto donde había lugar suficiente. Al caer la
noche (..) los individuos de los dos grupos intercambiaron visitas, puesto que
las partidas de guerra incluían a parientes de ambos bandos y nadie consideraba
a todos los miembros del otro grupo como enemigos. Al amanecer, los dos grupos
formaron filas a los dos lados del claro. Las hostilidades comenzaron cuando
unos ancianos se echaron en cara sus agravios (..) cuando comenzaron a
arrojarse lanzas, las arrojaron individuos que actuaban movidos por razones
basadas en disputas individuales. Puesto que los ancianos eran quien más lanzas
arrojaban, la puntería solía ser poco certera. Con bastante frecuencia la
persona alcanzada era algún combatiente inocente o una de las ancianas
chillonas que pasaban entre los luchadores, profiriendo gritos obscenos y cuyos
reflejos para esquivar las lanzas no eran tan rápidos como los de los
hombres…En cuanto alguien era herido, incluso una vieja aparentemente ajena a
la cuestión, la lucha se detenía de inmediato hasta que ambos bandos podían
evaluar las implicaciones de este nuevo incidente” (Caníbales y reyes,
pp54-55). Estas “guerras” son más bien escaramuzas francamente graciosas
(ridículo es compararlas con las guerras de clase de las sociedades estatales)
que expresan tensiones producto de la presión del capitalismo sobre los
hábitats de estos pueblos, dichas tensiones se expresan, además, en un aumento
considerable en las acusaciones de brujería por parte del chaman (expresando la
voluntad colectiva) sobre algunos miembros de la comunidad que son vistos por
el colectivo como una amenaza; en todo caso estas escaramuzas reflejan crisis y
decadencia de estas sociedades más que un fenómeno normal que emane de su modo
de producción. Son fenómenos similares a los tensiones al interno de una
familia que se expresan en pleitos por motivos individuales y aparentemente
accidentales (aunque en muchas ocasiones el accidente es el vehículo que
expresa lo necesario). Ya hemos señalado que aún sin descartar la existencia de
estos enfrentamientos en las bandas prehistóricas de hace 40 mil años, estas
representarían crisis producto de cambios climáticos y un exceso en la densidad
de población que no puede ser mantenida con sus fuerzas productivas pero no
reflejo de una supuesta naturaleza humana inmutable.
Sin duda los enfrentamientos aumentaron en frecuencia e intensidad una
vez que los poblados comunistas cruzaron el umbral de la revolución neolítica,
en primer lugar porque ya se contaba con un excedente sobre la necesidades
básicas (aunque en las sociedades de horticultores aún no se llega al nivel del
surgimiento del estado); excedente que se manifestó en la cultura material en
la forma de equipos para elaborar alimentos, cultivos, animales domésticos,
etc. Si bien hay que señalar que muy probablemente el aumentos en la frecuencia
de los enfrentamientos en las aldeas actuales como los Yanomano tenga más
relación con las limitaciones que la agricultura no intensiva impone sobre la
densidad de población por virtud de la cual las aldeas se enfrentaban con el
objetivo (revestido de motivos ideológicos fantásticos) de dispersar a las
aldeas por debajo del umbral de sustentabilidad de su modo de producción. Es
probable que en las aldeas de horticultores aún comunistas de la prehistoria la
existencia de guerra se debiera a la misma razón más que a la estratificación
social aún embrionaria. Sin embargo, es claro que con la diferenciación de
privilegios y riqueza (aún sin convertirse en privilegios de clase) nace
irremediablemente la ambición, la avaricia, los celos, la mentira, etc.
Los Yanomano, tribu de horticultores de Brasil y Venezuela, ha
representado el ejemplo clásico con el cual muchos antropólogos pretenden
probar que la guerra es un fenómeno universal y que forma parte de la
naturaleza humana ya que los Yanomano son guerreros foribundos a tal grado que
las muertes en enfrentamientos constituyen alrededor del 33 % en varones
adultos y al mismo tiempo no sobrepasan el nivel de jefatura (es decir no están
divididos aún en clases ni por tanto organización estatal). Sin embargo, si
bien los Yanomano no están divididos en clases, ya encontramos diferencias
sociales en cuanto a riqueza y privilegios, ya encontramos propiedad privada en
forma de hortalizas propiedad de la familia (presumiblemente sindíasmica)
centrada en el varón, ya encontramos a jefes de la tribu que detentan
privilegios y distinción embrionaria. Sin embargo, es probable, que las razones
de la guerra se encuentren no en diferencias de status sino en la lucha contra
la naturaleza, lucha llevada al máximo en virtud de la influencia de la
sociedad de mercado. Parece ser que en este caso el origen de la guerra se
encuentra en la tensión entre una población creciente (por la introducción de
herramientas de acero y nuevos cultivos) y recursos naturales limitados dadas
sus fuerzas productivas; Marvin Harris ha argumentado de manera bastante
consistente que el aumento de la densidad de población producto de la
introducción de instrumentos de acero como machetes ha incrementado mucho el
numero de población mientras que al mismo tiempo las fuentes de carne
disminuyen o a lo menos se mantiene constante; en este contexto los Yanomano
pelean para mantener los cotos de caza y pesca dentro de los niveles de
sustentabilidad, ello lo obtienen expulsando a bandas rivales y, en
consecuencia, dispersando la población sobre un espacio más amplio. En palabras
de Marvin Harris “a medida que las aldeas Yanomano crecen, la caza
intensiva disminuye la disponibilidad de presas en el entorno. La carne de los
grandes animales escasea y la gente se ve obligada a consumir más animales
pequeños, insectos y larvas (…) se alcanza el punto de los rendimientos
decrecientes. Aumentan las tenciones dentro y entre las aldeas, y esto las
lleva a escindirse antes de agotar de manera permanente los recursos animales.
Esto provoca, asimismo, la escalada de incursiones, que dispersa las aldeas
Yanomano sobre un extenso territorio, a la vez que protege los recursos vitales
al crear tierras de nadie que funcionan como reservas de caza” (Marvin Harris, Introducción
a la antropología general p. 470). Aquí las contradicciones que provocan la
guerra no son contradicciones de clase sino la contradicción entre un modo de
producción aún relativamente igualitario y el medio natural (veíamos que ésta
es la contradicción de las sociedades sin clases). Esta contradicción ha sido
llevada al extremo por las fuerzas corrosivas de la industria capitalista
No obstante es necesario hacer una importante aclaración: aún cuando los
yanomano ya han descubierto la horticultura (desconocen la domesticación de
animales), el contacto con herramientas de metal ha provocado que la tensión
señalada aumente de manera considerable los conflictos, de una manera que
resultaría imposible sin el contacto del capitalismo por medio de la introducción
de nueva tecnología. Hace más de 100 años los Yanomano obtuvieron machetes y
hachas de acero de los misioneros, de esta manera la población de cada aldea
paso de unos 50 miembros hasta 166, además los misioneros introdujeron los
Platanos y los Yantenes sustituyendo a la tradicional mandioca revolucionando,
dentro del marco de la horticultura, su modo de producción. Es de suponer que
los enfrentamientos antes de la llegada del hombre blanco fueran mucho menores
o incluso prácticamente inexistentes. Debemos subrayar que aceptando que la
contradicción entre el hombre del comunismo primitivo y la naturaleza pudiera
ocasionar enfrentamientos y “guerras” vemos que aún dentro de sociedades que ya
han incorporado la agricultura (en la forma de horticultura) un
catalizador para las tensiones y enfrentamientos se encuentra en el influjo del
capitalismo. Mientras la sociedad no se divida en clases sociales los
enfrentamientos no tienen un carácter de clase, los yanomano no hacen esclavos
a las aldeas vencidas sino que simplemente las dispersan. Mientras una sociedad
no se divida en clases los enfrentamientos serán la excepción y no la regla, su
existencia recurrente refleja la decadencia producto de fuerzas internas
(divisiones de clase) o externas (el influjo de la civilización).
En síntesis podemos decir que el fenómeno recurrente de hombres
matándose unos a los otros es producto de la división de la sociedad de clases,
la división entre explotados y explotadores. El fenómeno de la guerra tiene una
base de clase. La guerra (las guerras imperialistas como las revoluciones) es
la expresión más cristalina e incontrovertible de la lucha de clases. La
existencia de conflictos entre los salvajes actuales refleja el hecho de que
estas sociedades han sido “contaminadas” por la civilización. Si bien no se
puede descartar conflictos producto de su propia lógica tomando en cuenta
crisis medioambientales provocadas por cambios climáticos naturales o un
aumento de la densidad de población más allá de los límites objetivos. En el
99% de los casos la guerra no es más que la expresión de que la sociedad se ha
dividido en contradicciones insolubles. Si es que se demuestra que los pueblos
prehistóricos recurrían a la guerra podemos prever que esta conducta constituye
una excepción producto de el enfrentamiento de estos pueblos contra las fuerza
naturales. El hecho es que la evidencia arqueológica demuestra que la guerra es
un fenómeno relativamente nuevo en la historia de la humanidad y que durante la
mayor parte de la historia de la humanidad (hasta hace unos 7 mil años) los
hombres vivieron sin necesidad de matarse los unos a los otros. El hecho es que
no es sino hasta el surgimiento de la civilización cuando aparecen las
evidencias de la guerra a una escala absolutamente sin precedentes. La guerra
no es una expresión de la naturaleza humana sino la expresión de la naturaleza
clasista de la civilización. El lastre de la guerra no podrá desaparecer
mientras subsista la división entre explotados y explotadores, la guerra no
podrá desaparecer mientras exista la lucha de clases de la cual la guerra no es
más que su expresión más cruda. Podemos afirmar que “la guerra para terminar
con todas las guerras” es la lucha por el socialismo.
Mesolítico: una etapa de crisis,
preparándose para el gran salto
A pesar de los inmensos logros de los pueblos salvajes como los
Ariñaciences y Magdalenienses éstos seguían dependiendo de la “voluntad de la
madre tierra” para sobrevivir y aunque su potencial cerebral era idéntico a la de
los hombres del renacimiento sus fuerzas productivas se encontraban a años luz
de distancia y esta era una diferencia que determinaba todo lo demás. En
realidad su supervivencia, su densidad de población, sus periodos de crisis y
decadencia estaban determinados por factores que escapaban totalmente a su
control; como señala el célebre profesor Gordon Childe “la suerte de las
sociedades salvajes más brillantes del pasado-las culturas magdalenienses de
Francia- bastará para revelarnos las limitaciones biológicas de esa economía.
Una feliz conjunción de circunstancias, ajenas en absoluto a su dominio, brindó
a los magdalenienses alimentos suficientes para mantener a una población
numerosa y tan fáciles de conseguir que, gracias a ello dispusieron de tiempo para
embellecer su vida con una magnífica cultura espiritual. Pero la
superestructura mágica en nada contribuyó a aumentar los víveres que, después
de todo, no eran inagotables. Por consiguiente la población se limitó y
disminuyó al desaparecer las condiciones especialmente favorables. (…)Esto
condujo a un atolladero (una contradicción), y si esa contradicción no hubiera
sido superada, el Homo sapiens habría seguido siendo un animal raro, como lo es
en realidad el salvaje.”(51) Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos,
que la contradicción fundamental que impulsó el desarrollo de las fuerzas
productivas en todas las fases del comunismo primitivo fue la tensión desigual
entre fuerzas productivas enanas y una naturaleza frecuentemente implacable.
Las estepas, en donde hace 40 mil años las culturas del paleolítico
superior encontraron las condiciones ecológicas ideales para un modo de vida
basado en la caza de grandes presas y la recolección, representaban un fenómeno
climático transitorio. “Las praderas eurasiáticas eran simplemente una fase
ecológica temporal. Hace unos 12.000 años, los árboles empezaron a invadir las
praderas. Bajo el dosel frondoso de los bosques no podía crecer la hierba.
Hacia el año
La alimentación tuvo que orientarse hacia lo que los antropólogos llaman
una dieta de espectro amplio compuestas por alimentos vegetales,
pescados, molusco y otras fuentes costeras y fluviales. Ello tuvo un impacto en
el desarrollo de las fuerzas productivas que se hacen más variadas y
especializadas: una increíble cantidad de instrumentos de pesca: redes, cañas,
anzuelos, arpones; aparecen por primera vez instrumentos de piedra como son las
hachas; se desarrollan medios de transporte como pequeñas embarcaciones,
canoas, trineos, remos; los asentamientos crecen en tamaño y duración. No
obstante la prueba más evidente de las limitaciones en la tecnología de éstos
pueblos es que durante el periodo comprendido entre 13000 y 7000 años a. C. se
dio una tendencia recurrente en todas partes del mundo a sociedades cazadoras y
recolectoras de espectro amplio en todas partes del mundo “No es fácil evitar
la conclusión de que esta tendencia recurrente parece reflejar factores como
cambios medioambientales inducidos por la recesión y fundición de los glaciares
continentales, la consiguiente elevación del nivel del mar y la extinción de la
megafauna del pleistoceno”(54). Esta tendencia es una muestra de cómo el
desarrollo de las fuerzas productivas influye directamente sobre el control que
el hombre tiene de su medio, y ese control repercute directamente en la forma
de vida y en las relaciones sociales de los hombres. En este caso representa un
ejemplo del limitado control del hombre frente a la naturaleza durante el comunismo
primitivo, al mismo tiempo muestra que poblaciones con modos de producción
similares en condiciones climáticas similares presentan manifestaciones
similares. No es casualidad que durante esta etapa desaparecieran las pinturas
rupestres ocupando su lugar representaciones geométricas y símbolos sobre armas
y artefactos, probablemente manifestaciones abstractas y rituales de semillas y
conchas, con ello es evidente, una vez más, que el arte no es obra del libre
arbitrio del artista sometido a limitaciones materiales y sociales muy
concretas.
El mesolítico fue una etapa preparatoria para le revolución neolítica
(domesticación de plantas y animales). La necesidad es la madre de la invención
y la situación de relativa crisis de recursos que representó el mesolítico era
un suelo fértil para una revolución, la contradicción dialéctica entre el medio
y las limitadas fuerzas productivas debía resolverse si el hombre debía llegar
a la cumbre de la civilización o continuar en un grado considerable de
animalidad. La agricultura, como toda revolución de relevancia, no es producto
de las ideas puras sino de las contradicciones materiales que se manifiestan en
forma de necesidades a superar. Lo cazadores-recolectores no inventaron la
agricultura porque algún cabecilla de la tribu se le ocurriera una gran idea,
sino porque la crisis del mesolítico generó el potencial que tenía que
convertirse en acto más tarde o más temprano. Era imposible un salto similar en
la condiciones de abundancia del paleolítico superior. Además de la necesidad
desesperada de recursos de los pueblos del mesolítico, los poblados estaban en
mejores condiciones para realizar el salto: eran relativamente poblados
estables en torno a sus fuentes habituales de recursos (siempre y cuando sus
fuentes estuvieran concentradas en una zona determinada) y estaban obligados a
poner atención a los ciclos de las plantas que recolectaban, el sedentarismo
preagrícola era estimulado por la necesidad de almacenar los granos
recolectados. “Los cazadores-recolectores de espectro amplio levantaron las
primeras aldeas permanentes para contar con un lugar para almacenar el grano,
molerlo en forma de harina y convertirlo en tortas o gachas”(55). No es
casualidad que la revolución neolítica se realizara por primera vez en la
historia de la humanidad en la zona conocida como creciente fértil ubicada en
el oriente medio en donde los pueblos mesolíticos recolectaban en esta región
trigo, cebada, guisantes, lentejas y las cabras y ovejas se encontraban en
estado salvaje. No es difícil representarse el salto de la recolección
selectiva de plantas a la domesticación selectiva de plantas. Además el
excedente del sobrante de la cosecha (comenzando con experimentos con el
sobrante de la recolección) es materia prima para la domesticación de animales
la cual requiere de bases materiales porque un animal no se puede domesticar si
no se le puede alimentar. Efectivamente la causa de que los hombres del
comunismo primitivo no hayan inventado con anterioridad la ganadería no se debe
a que fueran estúpidos sino a que no podrían alimentar a los animales
domesticados en una proporción que implicara una ventaja comparativa frente a
la caza. Con la agricultura los cazadores recolectores se dieron cuenta
que ya no tenían que ir en busca de su presa sino que las presa podía ir al
cazador al mismo tiempo que se cultiva y se concentraban los alimentos de los
ancestros de las cabras, ovejas, vacas y cerdos domésticos.
Las contradicciones generadas por la crisis de recursos del mesolítico fueron
resultas temporalmente por un modo de subsistencia de espectro amplio; esa
nueva situación generó, en la región conocida como creciente fértil, una
dependencia hacia la recolección selectiva de los ancestros silvestres del
trigo y la cebada que posibilitaron un relativo sedentarismo (asociado al
almacenamiento) que precedió unos 2 mil años a la revolución neolítica.
Eventualmente la recolección selectiva dio paso a la siembra selectiva
generando una reacción en cadena hacia la domesticación de los animales que se
alimentaban de dichas gramíneas (ovejas, cabras salvajes, vacas, cerdos). Los
primeros pueblos sedentarios de Oriente medio tuvieron el enorme privilegio de
contar con las condiciones ideales para la caza y la agricultura
simultáneamente; ello tendría importantes consecuencias en el ritmo de
desarrollo de las sociedades en el viejo mundo y podría explicar, en parte,
porque el viejo mundo conquisto al nuevo y no a la inversa.
La agricultura y la ganadería representaron el salto revolucionario más
grande hasta ese momento que superaría cualitativamente los millones de
años anteriores de evolución histórica. La agricultura hizo posible la
domesticación de animales porque existía rastrojos suficiente para poder
alimentarlos. Ello generó una explosión demográfica brusca y repentina sin
precedentes “De este modo, en el neolítico se produjo un rápido incremento en
la población. Comenzando con 100.000 personas en torno al
El neolítico es un fenómeno que se extiende a nivel global desde el
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NOTAS:
(1) Marx. C.
“Prologo de la contribución a la crítica de la economía política”, en “C. Marx,
F. Engels Obras escogidas en tres tomos”, Progreso, Moscú, 1976, pp
517-518,
(2) No obstante Marx afirma en
(3) Antropología, Carol R Ember, et al;
p.122
(4) Marvin Harris “Nuestra especie” p. 29
(5) Marvin Harris
“Nuestra especie” p. 33
(6) Marvin Harris “Nuestra especie” p.34
(7) Maria purificación (..) “Antropología
sociedad y cultura” p.62
(8) Engels “El papel del trabajo en la
transformación del mono en hombre” en “Dialéctica de la naturaleza2, p. 139
(9) Carol R.
Ember, Melvit Ember, Meter Peregrine “Antropología”, p.103
(10) http://es.wikipedia.org/wiki/Hominizaci%C3%B3n?
(11) Para una valoración de la parte perdurable
de Morgan y también de sus elementos caducos véase con espíritu crítico y con
ciertas reservas “El desarrollo de la teoría antropológica, una historia de las
teorías de la cultura” de Marvin Harris.
(12) Marvin Harris “Nuestra especie”, p.41
(13) Gordon Childe
“Los orígenes de la civilización” pp 26-27
(14) http://es.wikipedia.org/wiki/Hominizaci%C3%B3n?
(15) Marvin Harris
“Introducción a
(16) Cf. María Purificación Cervera Rivero,
María Candelaria Ku Puc “Antropología, sociedad y cultura” pp. 68-69
(17)
http://es.wikipedia.org/wiki/Hominizaci%C3%B3n?
(18) Idid. P.118
(19) Marvin
“Nuestra especie” p. 82
(20)
http://es.wikipedia.org/wiki/Hominizaci%C3%B3n?
(21) Cf M Harris Nuestra especie pp 85-86
(22) Marvin Harris, Op cit, p. 234
(23) Marvin Harris, Op cit, p. 220
(24) Ibid. pp
222-223
(25) Marvin Haris, “Itroducción a la
antropología general”, p. 224
(26) Antropología, p.110
(27) Marvin Harris “Nuestra especie” p.186
(28) Engels “El origen de la familia la
propiedad privada y el estado” p 52
(29) “Antropología, Carol R. Ember, p.142”
(30) Engels “El
origen de la familia la propiedad privada y el estado”, pp41-42
(31) Engels “El
origen de la familia la propiedad privada y el estado”, pp 43-44
(32) Arnol Hausser “op cit”, p 14
(33) Arnold
Hausser “Historia social de la literatura y el arte” Tomo I, p.15
(34) Harnold
Hausser “Historia social de la literatura y el arte” tomo I p. 16
(35) Marvin Harris, Introducción.. p. 231
(36) Citado en “Antropología” p.175
(37) Gordon Childe
“Que sucedió en
(38) Marvin Harris, pp. 232-233
(39) Marvin
Harris. “Nuestra especie” p. 318
(40) Marvin Harris
“Introducción a la antropología general” p.451
(41) Ibid. p.315
(42) Ibid. p.317
(43) Vease por ejemplo “
(44) Marvin Harris “Caníbales y Reyes”,
p.27
(45) Cf. Ibid. p.28
(46) Cf. Ibid. p.31
(47) Marvin Harris “Introducción…” p. 452
(48) Marvin Harris “Canibale y reyes”
p.103
(49) Marvin Harris “Introducción a la
antropología general” p. 458
(50) Aunque hay que anotar que según Marvin
Harris (en su obra Caníbales y Reyes) algunos miembros de esta lista se
componen de refugiados producto del enfrentamiento entre bandas de cazadores
recolectores producto de la lucha por los cotos de recolección y casa. Mas
adelante analizaremos esta fuente de conflicto.
(51) Gordon Childe
“Que sucedió en la historia” p.59
(52) “Introducción
a la antropología….. p. 234
(53) Ibid. p.233
(54) Ibid. p. 237
(55) Marvin Harris, “Caníbales y reyes” p.44
(56) Marvin Harris “Inroducción a la
antropología p. 256
(57) Marvin Harris
“Introducción a la antropología general” p 256
(58) Marvin Harris
“Introducción a la antropología…” p. 279
Fuente:
militante.org