EL ORDEN DEL CAOS
Paul McGarr
Introducción
De Newton
al Demonio de Laplace
Determinismo,
reversibilidad, reductibilidad y no-linealidad
La
dinámica del desarrollo científico
Caos
El Orden
del Caos
Dialéctica
o misticismo
Conclusión
Notas
Introducción
Caos es hoy la palabra más de moda en la ciencia.
Desde las matemáticas a la física, la química o
la biología, casi todas las ramas de la ciencia han sido alcanzadas por
el auge de la “teoría del caos”. Es el centro de una serie de desarrollos que,
unidos, significan que nuestro conocimiento de la naturaleza se encuentra en la
etapa más emocionante desde la revolución científica del primer cuarto del
siglo XX. Esa revolución, asociada sobre todo con el nombre de Albert Einstein,
dio a luz la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, las que
transformaron y profundizaron radicalmente nuestro conocimiento de la
naturaleza. Hay quienes ven la situación actual igualmente revolucionaria por
su probable impacto. “Los físicos del Siglo XX serán conocidos por la
relatividad, la física cuántica y el caos. Esta revolución, como las dos
anteriores, requieren que desechemos nuestras estimadas presunciones sobre el
mundo que vendrá”. [1] ¿Por qué debería ser esto de interés para los
socialistas revolucionarios?
En primer lugar, el socialismo se basa en la
premisa de que los seres humanos podemos planear y producir en forma racional y
colectiva para satisfacer nuestras necesidades. La posibilidad de hacerlo
depende crucialmente de nuestra capacidad de controlar y explotar el mundo del
que somos parte. A mayor comprensión científica de la naturaleza, mayor
potencial para hacerlo. El socialismo trata de cómo alcanzar un mundo libre,
pero no uno que flote sobre la naturaleza en la que vivimos y crecemos. “La
libertad no consiste en el sueño de la independencia de las leyes naturales”,
argumentaba Engels, “sino en el conocimiento de estas leyes y en la posibilidad
que nos da para llevarlas sistemáticamente hacia fines definidos”. [2] Un
panorama de algunos de los problemas clave que enfrenta hoy la humanidad debe
destacar desde el efecto invernadero al SIDA; la ciencia es crucial para
entender estos problemas y solucionarlos.
En segundo lugar, el marxismo es una tentativa de
entender el mundo científicamente, con el objeto de cambiarlo. Por tanto, es
enemigo de toda superstición, irracionalidad y misticismo, y aliado y
partidario del desarrollo de una comprensión racional de todos los aspectos
sociales y materiales del mundo.
Los seres humanos y la sociedad que crearon existen
y se desarrollan como parte del mundo natural. La ciencia natural por sí sola
no puede explicar el funcionamiento de la sociedad humana. Pero cualquier
tentativa de entender la sociedad humana que no esté firmemente puesta a tierra
por una comprensión científica de la naturaleza, está condenada a fracasar. La
tradición marxista ha entendido y ha destacado siempre esto. El mismo Marx
simplemente dijo: “La ciencia es la base de todo el conocimiento”. [3] Engels
enfatizó diciendo: “La ciencia es esencial para un concepto de la naturaleza
que sea dialéctico y al mismo tiempo materialista”. [4]
Sin embargo, los marxistas no pueden aceptar sin
espíritu crítico todas las ideas desarrolladas por los científicos. En cada
etapa de desarrollo de la ciencia moderna, aquellos que están directamente
comprometidos con ella realizan avances combinados en el conocimiento de la
naturaleza acogiendo otras ideas, especulaciones e interpretaciones. Esto es
particularmente cierto en nuevos progresos científicos cuya interpretación es
usualmente objeto de intensos debates. Estas discusiones a menudo consisten en
analizar y comprobar si una nueva teoría realmente encaja en los hechos
materiales. Pero este debate también en parte refleja ideas de un gran sector
de la sociedad. La ciencia no se da aislada del resto de la sociedad. Las
ideas, filosofías y prejuicios de la sociedad impregnan el pensamiento de los
científicos.
Igualmente, los filósofos y los políticos, los
ideólogos y los intelectuales siempre han dibujado sus ideas científicas para
justificar y dar pie a sus opiniones. Los progresos científicos se han
utilizado en ocasiones para alentar el advenimiento de nociones irracionales,
idealistas y reaccionarias. La teoría de la evolución de Darwin, un paso
adelante revolucionario para la ciencia, ha sido, y sigue siendo, ultrajada por
toda clase de reaccionarios. La teoría del caos ha sufrido un abuso similar.
Cuando Guillermo Rees-Mogg, tory (conservador) divulgador del espectro
reaccionario y ex redactor del Times, Denis Healey, ex diputado y líder del
partido Labour (de los trabajadores) y la
revista Marxism Today del Partido Comunista se unieron para citar
avances de la ciencia moderna dando prueba de que una sociedad racionalmente
planeada es imposible, fue hora de que los socialistas revolucionarios tomaran
nota. [5]
Los marxistas deben animar y acoger cada avance en
la comprensión científica del mundo
mientras luchan contra la carga ideológica que suele estar velada, o
donde se hace abuso de la ciencia para justificar tales avances.
Nada de esto significa sugerir que el marxismo es
un sustituto de la ciencia natural. El funcionamiento de la naturaleza tiene
que ser descubierto por la investigación científica y es perfectamente posible
que un reaccionario político sea un científico brillante. [6]
La teoría del caos se ha popularizado más con el
ejemplo de lo que se llamó efecto mariposa. Este generalmente se presenta como
sigue: nuevos progresos en experimentos
científicos demuestran que el clima es tan sensible a variaciones minúsculas
que el débil golpe de las alas de una mariposa puede ser la causa de un huracán
a miles de millas de distancia. [7]
Esta sensibilidad increíble, en la que variaciones
minúsculas de las causas producen enormes e impredecibles diferencias de efecto
-de aquí el nombre de caos-, se dice que elimina las más exactas predicciones
meteorológicas de largo plazo. Gran cosa, se podría contestar: el clima es,
después de todo, una cosa muy-muy complicada. Sí, pero resulta que el mismo comportamiento
“caótico” puede ser cierto en sistemas muy simples en los que previamente se
creía que se conocía y entendía dicho comportamiento. Un simple péndulo, que
fue por siglos el mismísimo símbolo del comportamiento predecible y regular,
puede, bajo ciertas condiciones, comportarse “caóticamente”. [8] Otro ejemplo
es el movimiento de sólo tres cuerpos obedeciendo la ley de la gravedad
descubierta por Newton hace 300 años. Tal sistema parecería ser absolutamente
simple, pero no lo es, y puede comportarse también caóticamente. [9]
Algunos sacan conclusiones simples y directas de
tales ejemplos: “Las ‘leyes inexorables de la física’, sobre las que -por
ejemplo- Marx intentó modelar sus leyes de la historia, nunca estuvieron
realmente allí. Si Newton no pudo predecir el comportamiento de tres bolas,
podría Marx predecir el de tres personas?”. Esa es la opinión de un importante
matemático involucrado en el desarrollo la teoría del caos. [10]
La teoría del caos ha sido de interés para los
apologistas del sistema existente y para algunos izquierdistas desorientados
por el colapso del stalinismo. Para los defensores del status quo, el caos (en
el sentido común de la palabra) de la economía mundial capitalista puede resultar embarazoso. Una justificación
aparentemente científica para el caos, que no “prueba” nada, es posible reconfortante
y conveniente. Por otro lado, alguien que por años haya visto el estado
capitalista del régimen stalinista como socialista, y se sorprende de la
velocidad con que esos regímenes colapsaron, se vuelca a la teoría del caos
para encubrir y justificar su confusión, poniendo las cosas en el campo de la
anarquía y el caos de mercado. [11]
Yo no deseo discutir la política de quienes abusan
de la teoría del caos. Ya otros los han puesto en su lugar [12]. Lo que deseo
hacer es centrarme en la ciencia misma y en lo que ella nos dice del mundo en
que vivimos [13]. Para que esta exposición sea lo más accesible posible,
necesariamente algunos detalles científicos debieron ser omitidos o simplificados.
Hay referencias en el pie de página para aquellos interesados en encontrar más
detalles [14]. En este artículo hallarán mayor predisposición hacia la física
que hacia otras ciencias. Esto es en parte porque pienso que es allí donde los
principales desarrollos y argumentos están concentrados y mejor se entienden.
Pero también refleja en parte mi propia ignorancia particular.
Así que, ¿De qué se trata toda esta teoría del
caos? Para entenderla se necesita una perspectiva histórica.
De Newton al Demonio de Laplace
El punto de partida debe ser la revolución
científica de los siglos XVI y XVII asociados a Copernico, a Brahe, a Kepler y
a Galileo, los que alcanzaron su culminación con el trabajo del científico
inglés Isaac Newton. Las leyes de movimiento y gravedad de Newton, y la visión
del mundo que trajeron aparejada, dieron desde entonces forma a la ciencia
[15].
Las ideas newtonianas no vinieron del aire, ni
salieron providencialmente de su cabeza como resultado de una manzana que cayó
sobre ella. Newton fue un genio científico, pero también un producto de la sociedad en que
vivía. Los problemas en que pensó y en los que trabajó provenían de una
sociedad con una burguesía que expandía su riqueza y su poder, y estaba en
proceso de transformación en cuanto a la manera de interactuar con la
naturaleza [16]. El manejo que la burguesía hacía para ampliar la producción y
el mercado significaba que tenía interés en entender, controlar y explotar el
mundo natural.
¿Cuáles fueron en esencia los logros de Newton?
Hubo tres puntos clave. En primer lugar, formuló leyes universales de
movimiento, leyes que se aplicaron a todos los cuerpos. Esas leyes implican que
si conocemos las condiciones y las fuerzas entre un conjunto de cuerpos dados
en un determinado momento, entonces podemos predecir su comportamiento futuro
durante todo el tiempo. Un simple conjunto de leyes [17] fue suficiente para
explicar y predecir el comportamiento de una gama enorme de fenómenos
aparentemente diferentes. Las leyes de Newton fueron probadas en la práctica
durante los últimos 300 años y siguen siendo vitales para la ciencia de hoy.
En segundo lugar, Newton desarrolló su ley de
gravedad [18]. Esta ley es también universal. Cada cuerpo en el universo la
obedece. Junto con las leyes del movimiento, la ley de la gravedad nos dice que
el movimiento de los planetas, y potencialmente del universo entero, puede ser
entendido y es predecible [19].
En tercer lugar, Newton ayudó a desarrollar el
cálculo matemático integral y diferencial [20]. Esto dio a los científicos la
posibilidad de manejar el cambio continuo exacto por primera vez -velocidad o
aceleración por ejemplo-. Fue otro enorme paso adelante, y el cálculo ha sido
vital desde entonces y aún lo es para toda ciencia actual.
El trabajo de Newton y sus posteriores desarrollos
condujeron a una serie de importantes avances en el conocimiento de la
naturaleza, sin precedentes en la historia. El movimiento de la caída de los
cuerpos, de proyectiles, de la Luna y las mareas, podían ahora ser predecibles,
al igual que el movimiento de cada cuerpo en el Sistema Solar y luego más allá.
Planetas nuevos (Urano, Neptuno y Plutón) fueron descubiertos cuando los
astrónomos dirigieron sus telescopios donde las leyes de Newton predecían que
un planeta debía seguir el movimiento de los planetas por entonces conocidos.
Parecía que nada podía estar más allá de la capacidad humana de entender y
predecir. Su trabajo representó la culminación de una serie de avances y fue
decisivo para la comprensión humana de la naturaleza. Aunque las leyes de
Newton ahora han sido superadas por otras que requieren un cambio fundamental
en nuestra comprensión de la naturaleza, son, sin embargo, válidas para una
amplia variedad de situaciones y constituyen un gran paso adelante.
Los logros impresionantes de la ciencia newtoniana
tuvieron un profundo impacto en todos los aspectos de la sociedad. Otras
ciencias tomaron la mecánica newtoniana como modelo a alcanzar, y
particularmente las leyes universales para explicar una amplia gama de
fenómenos aparentemente dispares. La filosofía, la música, el arte y la
política también se apoyaron en la ciencia newtoniana. El trabajo de pensadores
influyentes como Locke y Kant también sacaron mucho de ella. El Iluminismo del
Siglo XVIII, que desempeñó posteriormente un papel crucial en el desarrollo de
la ciencia y en el proceso que culminó en la revolución francesa, estuvo
inspirado en gran parte por la idea, probada gloriosamente por la ciencia
newtoniana, de que el mundo era inteligible a la razón humana.
Después de la muerte del Newton, durante un siglo
aproximadamente, sus teorías fueron desarrolladas y refinadas aún más por
figuras tales como Fermat, Maupertius, Euler, Lagrange y Hamilton. Este proceso
culminó con el trabajo del científico francés Pierre Laplace a comienzos del
siglo 19. Avanzando sobre el trabajo realizado en el siglo anterior, resolvió
un número de problemas matemáticos clave de la teoría de Newton y efectivamente
sacó a Dios de escena. “No tengo ninguna necesidad de esa hipótesis”, se dice
que fue la contestación de Laplace a Napoleón, que le había preguntado sobre el
lugar del dios en su teoría [21].
Laplace llevó la ciencia newtoniana a su conclusión
extrema y lógica. Se pensaba que las leyes de Newton eran universales,
deterministas y reversibles en tiempo. ¿Qué significa esto? Universal es
aplicable a todas las partículas de la materia en el universo. Si es así, las
leyes nos dicen que el movimiento de cada partícula está enteramente
determinado por las condiciones iniciales y por las fuerzas que provocan otras
partículas. Esto implica que todo lo que sucede en el universo, desde el
movimiento más pequeño de la partícula más pequeña, debe encajar hasta en el
menor detalle.
Esto es tan cierto para el pasado como para el
futuro, porque las leyes son reversibles. Esto no significa que el tiempo
retroceda, pero dadas las condiciones en un cierto momento y las fuerzas que
actúan, las leyes no sólo determinan lo que sucederá a una partícula, sino lo
que le ha sucedido en el pasado. Así vemos que dada la masa, la posición, la
velocidad, etc., de una bala, las leyes de Newton nos dicen no sólo donde
aterrizará, sino de dónde provino. No hay nada en las leyes para distinguir
entre los cambios que van para adelante en el tiempo y los que van hacia atrás.
Una película de un mundo estrictamente newtoniano funcionando al revés no
violaría ninguna de las leyes. El punto puede parecer poco importante, pero es
vital para comprender progresos posteriores y algunos de los argumentos que son
clave en la actualidad.
Debido al
número de partículas que hay en el universo es imposible alguna vez
realizar los cálculos relevantes, pero eso no altera la conclusión ineludible
de que si la mecánica newtoniana es universal y suficiente para explicar el
funcionamiento de la naturaleza, entonces todo -pasado, presente y futuro- se
determina hasta su más mínimo detalle. Laplace explicó su conclusión en una
famosa narración, imaginando una “inteligencia hipotética” o “demonio”:
Considere
una inteligencia que en cualquier momento pudiese tener un conocimiento de
todas las fuerzas que controlan la naturaleza junto con las condiciones
momentáneas de todas las entidades en que consiste la naturaleza. Si esta
inteligencia fuera lo bastante poderosa para someter todos estos datos a
análisis, sería capaz de abrazar en una sola fórmula los movimientos de los
cuerpos más grandes del universo y el de los átomos más ligeros; para ella nada
sería incierto; el futuro y el pasado estarían igualmente presentes a sus ojos [22].
Determinismo, reversibilidad, reductibilidad y no-linealidad
Laplace representa el desarrollo de un sólido paso,
drástico y parcial, del conocimiento científico de la naturaleza. Desde una
óptica laplaceana, el mundo es un universo regular que funciona como un
interminable mecanismo de relojería. En el corazón de su representación hay
cuatro conceptos básicos para entender posteriores avances.
El primero es el determinismo, en el sentido ya
explicado. Los progresos científicos en los dos siglos que siguieron a Laplace han minado en parte este concepto. El
desarrollo de la ciencia del calor -termodinámica- en el curso del siglo XIX
fue el primer soplo. Para explicar los procesos del flujo de calor los científicos
descubrieron leyes que basaron en probabilidades, en chances y aleatoriedad.
Esto no encajaba cómodamente con lo que se suponía era el pilar de las leyes
universales y deterministas de Newton. Científicos como Maxwell, Gibbs y
Boltzman hicieron enormes esfuerzos para reconciliar los dos tipos de leyes:
determinista y probabilista. Tuvieron éxito hasta cierto punto en algunos
fenómenos, pero todavía seguía habiendo enormes problemas [23]. Se cree que
Ludwig Boltzman, quien hizo enormes esfuerzos para reconciliar las leyes
deterministas de la dinámica con las leyes probabilistas de la termodinámica,
llegó al suicidio en 1906 debido a los problemas sin solución.
El advenimiento de la mecánica cuántica -que se
ocupa del comportamiento de la materia en escalas atómicas muy pequeñas- en el
primer cuarto de este siglo, asestó un golpe aún más duro al determinismo. Lo
hizo de dos maneras. En primer lugar, con lo que se llama principio de
incertidumbre, el Heisenberg Uncertainly Principle, que dice básicamente que no
se puede conocer simultáneamente la posición exacta y la velocidad de una
partícula. Cuanto más exactamente se conoce una, mayor es la incertidumbre
sobre la otra. Es una ley científica establecida que se ha reconfirmado una y
otra vez. Si recordamos, por ejemplo, que las leyes de Newton dependen de
conocer la posición y velocidad iniciales para poder determinar el
comportamiento futuro de una partícula, están claras las consecuencias que el
principio de Heisenberg tiene para el determinismo.
En segundo lugar, la mecánica cuántica es una
teoría inherente a la probabilidad. Su ley básica, la ecuación de Schrödinger,
es tan determinista como cualquier ley de Newton. Pero las cantidades que
describe y determina son las probabilidades de un sistema de medida en
particular que lleva a un resultado en particular. La mecánica cuántica es una
teoría que se aplica a escalas muy pequeñas, aunque esto no significa que no
tenga efecto a grandes escalas. El procesador de textos con el que estoy
escribiendo esto depende de la aplicación de la mecánica cuántica para
funcionar. La teoría, sin embargo, trabaja de manera tal que en cierta escala
las leyes “clásicas” de Newton siguen siendo generalmente válidas.
Sin embargo, a pesar de todo, el resultado es una
tensión entre las leyes basadas en probabilidad de la mecánica cuántica y las
leyes deterministas del mundo macroscópico.
Un punto digno de resaltar es que la naturaleza
“probabilista” de las leyes de la mecánica cuántica es fundamental y bastante
distinta del resultado de las probabilidades de, por ejemplo, tirar la moneda.
Cuando tiramos la moneda, el problema es nuestra ignorancia de las condiciones
iniciales del movimiento de la moneda, con cuánta fuerza y en qué dirección la
hacemos girar. Si midiéramos esos factores, podríamos predecir con certeza cómo
caerá la moneda. En la mecánica cuántica la naturaleza “probabilística” de las
leyes es fundamental, pero no lo es nuestra ignorancia de las condiciones
iniciales de un proceso en particular [25].
El segundo concepto que es central a los problemas
desde una óptica laplaceana es la reversibilidad del tiempo. Como ya dijimos,
las leyes de la dinámica clásica son estrictamente reversibles en el tiempo. El
problema es que la mayoría de los procesos en la naturaleza no son reversibles
en este sentido, sino más bien irreversibles. Intente separar la leche de su
café o reconstruir un huevo, para comprobar lo que digo.
El siglo XIX fue testigo del desarrollo de ramas de
las ciencias exactas cuyas leyes fueron definitivamente irreversibles. La
termodinámica, ya mencionada en conexión con el determinismo, es un claro
ejemplo. El calor fluye de caliente a frío, nunca -por sí mismo- al revés [26].
La famosa Segunda Ley de la Termodinámica hace hincapié en la noción de que
ciertos procesos de la naturaleza solamente tienen una dirección [27].
Otros ejemplos de procesos irreversibles en las
ciencias naturales están en la teoría de la evolución de Darwin, que se refiere
a cambios que han operado en una dirección definida. En este caso hay otro
problema, ya que hasta hace poco se creía que los procesos irreversibles en
termodinámica, dicho crudamente, conducían a una mayor uniformidad y desorden,
mientras que el cambio en la evolución se ha orientado hacia una mayor
complejidad y más orden [28].
El tercer concepto clave, que está conectado a
problemas concernientes al determinismo y la reversibilidad, es la
reductibilidad. Desde el punto de vista laplaceano, debería ser posible reducir
todos los fenómenos y leyes de la naturaleza a los procesos de las leyes subyacentes
-recuerde el demonio de Laplace-. Ésta fue durante mucho tiempo la opinión de
la mayoría de los científicos.
Pero hay un problema inmediato, dada la existencia
de procesos irreversibles y probabilistas y de leyes en la naturaleza. ¿Cómo
pueden las leyes probabilistas ser compatibles con (dejando de lado el ser
reducidas a) las leyes deterministas, o cómo pueden armonizarse las leyes
irreversibles y las reversibles?
La última área es la cuestión de la no-linealidad.
Las leyes del Newton, y su desarrollo posterior por gente como Laplace,
tuvieron un alto éxito principalmente porque fueron aplicadas a una gama de
problemas relativamente simples. Comparado con lo que se tenía hasta entonces,
la gama de fenómenos que trataron fue extensa. Sin embargo, la verdad es que la
mayoría de los auténticos fenómenos podrían, en el mejor de los casos, haber
sido tratados por aproximaciones. A menudo podían escribirse ecuaciones para
describir un fenómeno en particular, pero resolver esas ecuaciones era otra
cuestión.
En el corazón del problema están las nociones
matemáticas de linealidad y no-linealidad. Los detalles técnicos no son
importantes aquí. El aspecto crucial es que en un sistema lineal de ecuaciones
cualquier solución agregada a otra produce una tercera solución. Esto nos
permite entender comportamientos muy complejos como la suma directa de
comportamientos básicos simples. Por ejemplo, movimientos de ondas muy
complejos, tales como los sonidos de algunas ondas musicales o de las
vibraciones de un avión pueden ser explicados como la suma directa de un
sistema de movimientos de ondas muy simple. En un sistema lineal, el todo es
igual a la suma de las partes. La mayoría de la voluminosa física de los
últimos 300 años se ha manejado con tales sistemas lineales. Incluso la
mecánica cuántica, que alteró radicalmente muchos aspectos fundamentales de la
ciencia newtoniana es una teoría lineal (pero no lo es la relatividad general).
Las ecuaciones no lineales, sin embargo, son mucho
más difíciles de tratar. No tienen la sencilla propiedad aditiva de los
sistemas lineales. Por esa razón son muy difíciles de manipular y por eso mismo
los científicos han pasado muchísimo tiempo tratando de evitar los problemas en
los que caen. Los sistemas no lineales dan lugar a un comportamiento altamente
complejo que no puede ser entendido como el efecto combinado y directo de
comportamientos más simples. En los sistemas no lineales el conjunto es
diferente a la suma de las partes.
El problema es que muchos, si no la mayoría de los
fenómenos naturales, parecen ser no lineales. Hace muy poco ha sido posible
investigar semejantes fenómenos no lineales, particularmente con el desarrollo
de veloces computadoras modernas. Esto ha sido otro avance en la teoría del
caos.
La dinámica del desarrollo científico
Queda claro por los ejemplos citados que hubo
series completas de importantes desarrollos científicos desde la revolución
científica de Newton.
A medida que nuevos fenómenos fueron objeto de
investigación científica, nuevas leyes fueron descubiertas. Éstas han estado a
menudo en aparente contradicción con las leyes ya establecidas. Algunas veces
los problemas fueron resueltos por medio de nuevos progresos que unifican y
reconcilian leyes aparentemente contradictorias, alcanzando así un conocimiento
más profundo de la naturaleza.
Por ejemplo, durante siglos se debatió sobre la
naturaleza de la luz. Newton dijo que se podía explicar como una serie de
partículas. Más tarde, en 1802, los experimentos de Thomas Young demostraron
que la luz también se comporta como una onda. El problema fue resuelto recién
con el desarrollo de la mecánica cuántica, en el siglo XX.
También una impresionante variedad de leyes y
fenómenos aparentemente distintos de la mecánica, el calor, la electricidad y
la química fueron unificados por el desarrollo de la idea de energía y la ley
de conservación de la energía, a mediados del siglo XIX. O también las leyes de
electromagnetismo desarrolladas por Maxwell a mediados del último siglo eran
incompatibles con la dinámica de Newton. Fue la exitosa resolución de esta
contradicción lo que dio nacimiento a la teoría de la relatividad de Einstein,
a comienzos del siglo XX.
Sin embargo, las contradicciones no han sido
siempre resueltas con éxito, e incluso donde se hizo, pronto se presentaron
otras nuevas. Por ejemplo, los pilares gemelos de la física moderna -por un
lado la relatividad general, que se ocupa de la estructura a gran escala de la
gravedad, espacio, tiempo y materia-, y por otro lado la mecánica cuántica -que
se ocupa de la estructura en pequeña escala de la materia y con éxito explica
todas las fuerzas básicas de la naturaleza excepto la gravedad- son
incompatibles. Se ha trabajado mucho para tratar de solucionar esta
contradicción, alcanzando hasta ahora un éxito sólo limitado [29].
Detrás de ésta dinámica de la ciencia yacen dos
procesos fundamentales relacionados entre sí. En primer lugar, en una sociedad
capitalista hay una constante propensión a aumentar y ampliar el conocimiento
de la naturaleza, aunque es una propensión distorsionada para mantener y
aumentar las ganancias a expensas de los competidores. Marx y Engels lo
escriben sin rodeos en el Manifiesto Comunista: “La burguesía no puede existir
sin revolucionar constantemente los
instrumentos de producción” [30]. Observando lo que ya ha logrado para mediados
del siglo XIX, continúan diciendo:
La
burguesía, durante su escasa gestión de no más de 100 años, ha creado fuerzas
productivas más grandes y colosales que todas las de las generaciones precedentes
juntas. Sometimiento de las fuerzas de la naturaleza al hombre -maquinaria, uso
de la química en la industria y la agricultura, navegación a vapor,
ferrocarriles, telégrafos eléctricos, limpieza de continentes enteros para
cultivo, canalización de los ríos... [31]
La tendencia a acumular de la clase dominante se
basa, y de hecho también necesita, un permanente accionar para ampliar y
mejorar el conocimiento científico de la naturaleza. El que la fuerza impulsora
en lo fundamental sea la búsqueda de beneficio, es lo que determina las áreas
de investigación y los problemas a plantear, pero no afecta la verdad del
desarrollo de la ciencia natural. La ciencia deberá así trabajar para servir al
propósito que persigue la clase gobernante [32]. El resultado ha sido un enorme
aumento de conocimientos a medida que el capitalismo se expande y transforma el
mundo.
Esto no quiere decir que los científicos se pongan
a trabajar para maximizar a conciencia las ganancias de sus jefes -aunque en
algunos casos esto es indudablemente cierto-. Más bien los problemas que surgen y en los que
trabajan están dados y determinados por la sociedad en que viven, una en la que
el impulso fundamental está signado por la acumulación en busca de beneficios.
Un ejemplo gráfico es el desarrollo científico ya
mencionado de la termodinámica. Fue desarrollado para dar una respuesta directa a la necesidad de entender
y mejorar el motor a vapor, que desempeñaba un papel preponderante en la
revolución industrial de fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Sadi
Carrot, fundador de la ciencia de la
termodinámica, reconoció abiertamente que la ciencia había venido como
respuesta a las necesidades de esa práctica [33]. “La rápida expansión del motor
a vapor británico trajo aparejado un nuevo interés por el efecto mecánico del
calor”. La termodinámica “nació por este interés”, en la opinión de un eminente
termodinamista moderno [34].
Digamos también que la ciencia tiene una lógica
propia que, si bien no puede ser entendida completamente sin colocarla en el
contexto del desarrollo del capitalismo, tampoco puede quedar simplemente
reducida a él. Los problemas y contradicciones internos entre las ramas
particulares de la ciencia también desempeñan un papel dominante en el
desarrollo científico. Nada de esto es para negar que de tanto en tanto, nuevas
brechas y descubrimientos accidentales o inspirados han desempeñado un papel
vital en el desarrollo de la ciencia. Pero es vital para entender el curso
general del desarrollo de los procesos que he descrito.
Una tercera característica del desarrollo histórico
de la ciencia, y que es importante para comprender la teoría del caos, es la
tendencia, bajo el capitalismo, a desmenuzar a la ciencia y encasillarla en
compartimentos estrechos y especializados. Hasta cierto punto esto es
inevitable, dada la enorme expansión en la gama de fenómenos sujetos a
investigación científica de los últimos siglos. También tiene su provecho al
permitir el logro de rápidos progresos en áreas específicas.
Esta tendencia a encasillar la ciencia en
compartimentos ha aumentado notablemente después de la Segunda Guerra Mundial.
La ciencia se ha vuelto cada vez más “industrializada”, con la mayoría de los
científicos trabajando en problemas restringidos y altamente especializados
dentro de una gran institución -ya sea una universidad, departamento del
gobierno o empresa multinacional- sobre cuyas prioridades tienen poco o ningún
control.
Sin embargo, se paga un precio por esto porque es
demasiado fácil para los científicos perder completamente de vista la
comprensión del todo. Las conexiones y relaciones entre las diversas ramas de
la ciencia y el panorama total pueden perderse a través de los ceñidos anteojos
de la especialización [35].
Uno de los aspectos interesantes del desarrollo de
la teoría del caos es que en gran parte se ha desarrollado a través de gente
libre de esa clase de encasillamientos, a través de científicos que -en forma
consciente o no- buscan las conexiones entre las diferentes ramas de la ciencia
e intentan entender el cuadro total antes que apenas una porción de él.
Caos
La teoría del caos [36]en realidad data de los años
60. Ya hemos tratado sobre algunos elementos de ella. El matemático francés
Henri Poincaré fue pionero en algunos estudios, allá por el cambio de siglo,
pero recién en los años 60 se comenzó el trabajo sistemático.
Eduard Lorenz, quien estaba realizando un trabajo
sobre modelos simples del clima de la Tierra en el Instituto de Tecnología de
Massachussets a comienzo de los 60, dio un paso que fue clave. Utilizó una
computadora y un simple conjunto de ecuaciones deterministas para probar y
entender algo sobre clima. El advenimiento en el uso de computadoras veloces
después de la Segunda Guerra Mundial fue, y sigue siendo, vital en el desarrollo
conjunto de la teoría del caos.
El trabajo de Lorenz se popularizó como efecto
mariposa. En lugar de que dos puntos de partida dieran lugar a un desarrollo
aproximadamente igual en el futuro, tal como Lorenz y prácticamente todo
científico de la época hubieran esperado, esos puntos podrían guiar a
comportamientos diferentes e impredecibles en el futuro. Lo mismo sucedía sin
importar cuán cerca estuvieran los puntos de partida. La más insignificante
divergencia en las condiciones iniciales podría llevar a enormes e
impredecibles diferencias en el resultado.
Desde entonces el trabajo de Lorenz ha sido
desarrollado y generalizado, y se encontró en él la propiedad típica de muchos
sistemas no lineales. El resultado es el conocimiento de dos cosas. Primero,
leyes deterministas aparentemente simples, en muchos casos dan origen a
comportamientos fantásticamente complicados, que son increíblemente sensibles a
las condiciones iniciales -un efecto mariposa generalizado-.
Este resultado no se debe a nuestra ignorancia de
las condiciones iniciales o a una falla para medirlas con precisión. Algunos
sistemas son tan sensibles a las condiciones iniciales que, sin importar cuán
cerca pudieran estar dos puntos de partida, aún así sus comportamientos futuros
serán ampliamente divergentes en algún punto. Esta noción puede ser
rigurosamente demostrada en forma matemática.
Lo segundo es que resulta que el comportamiento de
un sistema tan caótico no puede predecirse de otra manera que para un corto
plazo -también puede ser rigurosamente hecho en forma matemática-. ¿Qué
significa esto? Uno puede, bajo ciertas condiciones, predecir en minutos, por
ejemplo, el movimiento de un satélite varios años antes, resolviendo algunas
ecuaciones simples derivadas de las leyes de Newton. El satélite repetirá más o
menos el mismo movimiento u órbita una y otra vez. Una vez conocido el
comportamiento de una órbita podemos predecir cómo será el comportamiento
futuro. Simplemente repetirá el mismo movimiento o uno muy similar. En el peor caso
tendremos que considerar algún efecto de largo plazo que, lenta pero predecible
y suavemente, modificará la órbita.
Sin embargo, no es posible esta clase de predicción
en los sistemas caóticos. Las ecuaciones subyacentes aún son estrictamente
deterministas, y a menudo derivan de las leyes de Newton, pero la única manera
de ver un comportamiento futuro es esperar y mirar -ya sea que suceda en el
mundo real o en un modelo de computadora-
El problema es que el movimiento nunca se repite en
algún punto. Para averiguar lo que sucede tenemos que, figurativamente
hablando, sentarnos a mirar. A diferencia de los sistemas no caóticos, los
comportamientos del pasado no son de mucha ayuda para decirnos qué sucederá en
el futuro.
Es útil agregar aquí dos puntos más. El primero concerniente
al efecto mariposa. El punto no es que el aleteo metafórico de las alas de una
mariposa sea la causa del huracán. Más bien digamos que, con ciertas
condiciones, un pequeño cambio cuantitativo en la totalidad de las causas puede
desencadenar comportamientos futuros cualitativamente diferentes. Muchos
escritores y científicos han tratado de entreverarse en toda clase de
cuestiones filosóficas para estar en buenos términos con esto. Sin embargo,
difícilmente sea un concepto revolucionario, aún si fuera la formulación
matemática exacta de los sistemas dinámicos. Algunos antiguos filósofos
griegos, sin mencionar a Hegel, o ya que estamos a Marx y Engels, no se
hubieran sorprendido en lo más mínimo porque la naturaleza exhibiera esta clase
de comportamiento, que también ha sido muy evidente para ciertas ramas de la
física. Los ejemplos incluyen los fenómenos de puntos críticos y fases de
transición (como agua congelándose) en los que llega un punto en que un cambio
cuantitativo se transforma en cambio cualitativo.
En segundo lugar, la teoría del caos no dice sólo
que cierta clase de fenómenos son increíblemente sensibles a las condiciones
iniciales y tienen una impredecibilidad inherente. Esta es una presentación
parcializada de la teoría, que abre las puertas a aquellos que buscan usarla
para justificar la imposibilidad de entender y controlar la naturaleza y la
sociedad.
Sin embargo, el punto es que la mayoría de los
sistemas que exhiben comportamientos caóticos, o bien no han sido investigados
previamente por científicos o, si lo fueron, no llegaron a ser entendidos. La
teoría del caos ha empezado a mostrar ahora que tales fenómenos no pueden
entenderse de una manera más regular, como el comportamiento no-caótico. Esto no significa que no podamos decir
absolutamente nada del comportamiento caótico. En el comienzo, muchos sistemas
exhiben comportamientos: regulares, predecibles, y caótico e impredecibles.
Ha habido enormes progresos en el conocimiento de
cómo el comportamiento ordenado y regular puede deshacerse bajo ciertas
condiciones para dar lugar a un comportamiento caótico. Esto es en sí mismo un
gran paso hacia nuestro conocimiento de la naturaleza. Sin él, sólo empezar a
entender el proceso que inicia la turbulencia de los fluidos habría derrotado
los más grandes esfuerzos científicos a la fecha.
Pero eso no es todo: mientras las predicciones
detalladas de lo que le sucederá a, digamos, una partícula simple en una
“órbita“ caótica no son posibles, el comportamiento caótico no es tan caótico
como su nombre implica. El movimiento caótico siempre está delimitado, no puede
ir más allá de ciertos límites. El caso de la teoría del caos del clima sugiere
que aunque probablemente nunca será posible predecir el tiempo –si lloverá o
estará soleado en Londres un día en particular dentro de seis meses, en
oposición a, digamos, tres días-, sí sería posible predecir que el clima no
puede ir más allá de ciertos límites [37]
En otras palabras, el comportamiento cualitativo
general de los sistemas, sobre lo que muy poco podía decirse previamente, puede
–al menos potencialmente- ser entendido. Algunos lectores habrán visto las
hermosas y deslumbrantes imágenes generadas por computadora que desparraman
libros sobre caos. Muchas de ellas son “fractales” o “ extraños atrayentes”.
Ilustran el complejo y hermoso orden que puede subyacer tras el comportamiento
“caótico” [38]
La teoría del caos se ha transformado -a una
velocidad vertiginosa- en las dos últimas décadas en una de las áreas más
“calientes” de la ciencia moderna. Y lo ha hecho derribando muchas de las
barreras entre las diferentes ramas de la ciencia. Hoy en día une a los
científicos, desde los resultados de la más “pura” matemática -tales como la
teoría de los números con topología- a la mayoría de las ramas de física,
química, biología, medicina. Los científicos que trabajan en la teoría del caos
provienen de muy diferentes lugares y pertenecen a una enorme variedad de
disciplinas. En su intento por trabajar con problemas particulares que requieren
especialización, fueron impulsados a romper el encasillamiento en su
especialidad.
Aunque aún está en su infancia, la teoría del caos
ya apunta a la posibilidad de alcanzar avances en el conocimiento y el control
de la naturaleza, y promete aún mucho más. Promete arrojar algo de luz en los
fenómenos de la turbulencia de los líquidos muy poco conocidos hasta ahora,
pero con serias consecuencias para los barcos, aviones, yacimientos
petrolíferos marinos, etc. En medicina, la fibrilación del corazón -que es cuando va repentinamente de latidos
normales a oscilaciones irregulares con consecuencias a menudo fatales- promete
ser más entendible y potencialmente controlable por medio del desarrollo de la
teoría del caos. Los “reactores” aparentemente bizarros encontrados en el
comportamiento caótico ya han sido utilizados para transmitir imágenes en
movimiento a través de líneas telefónicas. Hay muchos otros ejemplos.
En resumen, la teoría del caos es un paso adelante,
no un alejamiento, hacia nuestro conocimiento de la naturaleza. Por supuesto, a
medida que comenzamos a interiorizarnos y a entender las áreas de la naturaleza
que previamente no entendíamos, los viejos conceptos ya no encajan de la manera
que lo hacían. Esto, sin embargo, no debería sorprenderle siquiera a alguien
con un conocimiento rudimentario de la historia de la ciencia. La teoría del
caos sugiere en particular que la división de la ciencia por épocas, por un
lado la determinista y por el otro la del comportamiento impredecible y aleatorio,
no funcionará por mucho tiempo. Los dos conceptos, aparentemente mutuamente
excluyentes y opuestos, deberán ser vistos ahora como dos caras de una misma
realidad. Los más profundos conocimientos desarrollados por la ciencia moderna
muestran que los fenómenos pueden ser deterministas y, al mismo tiempo,
impredecibles y aleatorios.
Esta clase de desarrollos, en los que los conceptos
y fenómenos que parecían oponerse entre sí son vistos como aspectos conectados
de una realidad única subyacente, no son nada nuevo. Por siglos se pensó que
había ondas en la naturaleza y que había también partículas -las dos definitiva
y claramente diferentes-. Con la mecánica cuántica llegó el conocimiento de que
ambas son aspectos de una realidad única -todo objeto material es ambas cosas:
partícula y onda-. Movimiento y energía fueron vistos por mucho tiempo como
algo que de alguna manera la masa pasiva o la materia habían impartido. La
relatividad especial de Einstein, y su famosa ecuación E=mc2, demostró que la
materia, en un sentido fundamental, fue movimiento, o energía, y viceversa.
Demostró que espacio y tiempo están relacionados dinámicamente.
Hasta este siglo, materia, espacio y tiempo eran
vistos por separado. La materia se movía por un escenario pasivo de espacio y tiempo.
Con el desarrollo de la relatividad general, entendimos que espacio, tiempo y
materia están relacionadas dinámicamente. La materia, en un sentido
fundamental, es la que da forma y determina tiempo y espacio, los que a su vez
afectan el comportamiento de la materia. Aún la noción de “espacio vacío”, el
vacío, ya no sirve. La mecánica cuántica predice, y está confirmado, que las
partículas salidas del vacío, que burbujea de energía, pueden empezar a existir espontáneamente.
Estas ideas, aunque parecen minar conceptos previos
muy bien establecidos, no deberían causarle ningún problema a los marxistas.
Lenin, a comienzos del siglo pasado, escribía sobre el enorme ajetreo de la ciencia que por entonces apenas
comenzaba, lo puso claro, y de una manera que aún perdura:
El límite
dentro del que hasta ahora conocemos la materia se está desvaneciendo, y
nuestro conocimiento está penetrando más hondo. Las propiedades de la materia
están asimismo desapareciendo; lo que alguna vez parecía absoluto, inmutable y
primario, se revela ahora relativo y característico sólo de ciertos estados de
la materia. La única propiedad de la materia a cuyo reconocimiento el
materialismo filosófico está ligado es la propiedad de ser una realidad
objetiva, de existencia fuera de nuestras mentes [39].
El orden del caos
Una de las cosas más emocionantes del desarrollo de
la teoría del caos es que en todo el espectro de comportamientos caóticos
aparentemente diferentes subyace lo que parece ser una simple y sorprendente
ley universal. Gran parte del trabajo sobre esto todavía está en sus comienzos,
pero promete ser un gran paso adelante. El ejemplo más espectacular hasta la
fecha fluye del trabajo del científico Mitchell Feigenbaum, de los EEUU, a
mediados de los años setenta. Esencialmente demostró que una amplia clase de
sistemas que experimentan transiciones en ciertos puntos, van desde un
comportamiento regular y predecible a un comportamiento caótico e impredecible,
y el proceso de transición es de carácter universal. La misma “senda al caos,
los mismos números, las mismas leyes, presentándose una y otra vez en
situaciones ampliamente diferentes”.
La última área que deseo tratar concierne a la
reversibilidad y la reducción mencionadas anteriormente. El trabajo de muchos
científicos, especialmente el premio Nobel belga, Ilya Prigogine y sus
colaboradores, ha comenzado a apuntar hacia cómo las dificultades con los
conceptos ya mencionados pueden empezar a resolverse.
Los detalles están más allá del alcance de este
artículo [40], pero vale la pena describir los puntos relevantes. Parece ser
que ciertos sistemas en la naturaleza no sólo transitan de un comportamiento
ordenado y regular hacia un comportamiento impredecible y caótico, sino que
bajo ciertas condiciones pueden surgir espontáneamente del caos formas de
comportamiento nuevas y superiores.
Como ilustración, un simple ejemplo de la aparición
espontánea de nuevas formas de orden, en este caso no de caos, ocurre con el
inicio de la convección al calentar un líquido como el agua. Al principio el
calor sube a través del líquido por conducción. Sin embargo, en un cierto punto
crítico, y bajo ciertas condiciones, millones de moléculas repentinamente, por
estándares moleculares, cambian a un movimiento coherente en gran escala a células
hexagonales conocidas como células de Bénard.
Parece que en sistemas suficientemente complejos,
usualmente aquellos en los que hay interacción dinámica entre el sistema y el
ambiente (a diferencia de los amados sistemas "aislados" de gran
parte de la ciencia clásica) puede ser típica la aparición espontánea del orden
proveniente de un comportamiento caótico previo.
También parece ser que las leyes que gobiernan este
nuevo orden emergente a menudo no son reductibles a aquellas que gobernaban la
dinámica en situaciones previas. Uno puede, por ejemplo, obtener leyes
irreversibles y comportamientos emergentes de sistemas gobernados por leyes
subyacentes reversibles.
Nuevamente aquí, mucho de este trabajo es
relativamente nuevo, pero apunta a la búsqueda de un conocimiento científico
más profundo de la naturaleza: una comprensión con la que podemos comenzar a
entender cómo los diversos niveles y aspectos de la naturaleza pueden
comportarse y leyes que, aunque emergen de leyes subyacentes más básicas, no son
reductibles a ellas. Así por ejemplo, podemos comenzar a entender precisamente
cómo las leyes de la biología molecular provienen de la física, pero no son
simplemente reductibles a ellas. Promete ser un conocimiento del mundo material
en el que la materia en sí misma es capaz, en sus interacciones dinámicas, de
producir caos y orden. Y, sobre todo, promete ser una concepción de la
naturaleza con la que podemos comenzar a explicar, mucho más en detalle que
antes, cómo la vida, nosotros mismos y la conciencia son la creación del mundo
material natural -pero no una creación que es simplemente reductible a las
leyes que gobiernan las formas más básicas de la organización propia de la
materia- [41].
Dialéctica o misticismo
En el desarrollo de las teorías científicas que he
procurado describir aquí hay aparentemente dos tendencias entre muchos de los
científicos involucrados.
A medida que empiezan a romper con los limitados
compartimentos de la especialidad y ver las conexiones entre los distintos
aspectos del conocimiento de la naturaleza, muchos científicos comienzan a
pensar dialécticamente.
Con esto no quiero negar la lógica formal, es más
bien un reconocimiento de que, debido a que cada aspecto del mundo, incluyendo
a la naturaleza, está experimentando un cambio y desarrollo continuo, las
categorías fijas y estáticas de la lógica formal no son suficientes. La
dialéctica es una crítica de los límites de esas categorías estáticas para
abarcar completamente un mundo dinámico, y en desarrollo.
La ciencia en sí misma tiende a llevar a los
científicos en esta dirección, cualquiera sea su predisposición ideológica.
Esto debería estar claro por lo ya dicho. Cuando los científicos comienzan a
encontrarse con que los cambios cuantitativos en la naturaleza pueden, en un
cierto punto, transformarse en cambios cualitativos; cuando encuentran que
fenómenos y conceptos aparentemente
diferentes y opuestos son en realidad distintos aspectos de una verdad más
profunda; cuando descubren que el orden puede disolverse en caos, pero que de
ese caos pueden también emerger nuevas formas de orden, la tendencia hacia el
pensamiento dialéctico difícilmente será sorprendente ni dejará perplejos a
muchos marxistas genuinos.
Sobre todo, el conocimiento desarrollado por la
ciencia actual considera a la naturaleza como un proceso histórico, en
desarrollo y cambio. En cierto sentido, esto es evidente. El Sol, la Tierra, la
vida y los seres humanos se han desarrollado en y desde la naturaleza a través
del tiempo. Pero también es verdad en un nivel más fundamental. El ejemplo más
claro está dado por las fuerzas fundamentales de la naturaleza misma:
electromagnetismo, energía nuclear débil y energía nuclear fuerte (la gravedad
todavía debe ser integrada en los conocimientos) eran una simple fuerza en los
primeros estadios del desarrollo del universo. A medida que la naturaleza se
desarrolló, la unidad se rompió y aparecieron las distintas fuerzas que hoy
podemos apreciar [42].
Algunos pueden objetar que la estructura dialéctica
de la naturaleza delineada en los párrafos precedentes está puramente en
nuestra comprensión de ella, en nuestras teorías, ideas y modelos, no en la naturaleza misma.
Ciertamente es verdad que está en nuestras ideas. Y es igualmente verdad que
nuestra comprensión de la naturaleza, como el pensamiento humano en general, no
es una simple reflexión del mundo material, no es idéntica a él.
Sin embargo hay dos cosas que debemos decir. En
primer lugar, por ejemplo, que muy pocos científicos, cuando se los acorrala,
negarían que, en ciertos puntos, los cambios cuantitativos dan origen a
transformaciones cualitativas en la naturaleza misma, no en nuestro
conocimiento de la naturaleza. Y lo mismo se aplica al hecho de que fenómenos y
aspectos de la naturaleza aparentemente distintos y opuestos resultan estar
unidos. Los objetos materiales reales, por ejemplo, son partícula y onda -y no
solamente en nuestra mente-.
También la naturaleza, en un cierto nivel de
complejidad, da origen a nuevas formas de orden emergentes de estructuras
subyacentes más simples, pero con leyes y comportamientos que no pueden
reducirse a ellas.
Por lo general, mientras que el pensamiento y la
naturaleza no son idénticos, no están tampoco totalmente separados. Hay una
unión entre ellos. “Pensamiento y existencia son, por lo tanto, sin duda
distintos, pero al mismo tiempo están unidos uno al otro”, escribió Marx. [43] Es
una unidad garantizada primeramente por el hecho de que el hombre es parte y
emerge de la naturaleza. “La razón es el hijo menor de la naturaleza”, dijo
Trotsky. [44] Y, en segundo lugar, está garantizada por la práctica del hombre
en su interacción con la naturaleza y en su intento de dominarla y
transformarla. “La dialéctica del conocimiento (cognitiva) no es de aquí en más
una reflexión de la dialéctica de la naturaleza, sino un resultado de la
interacción viva entre el conocimiento y la naturaleza y -para agregar- un
método cognitivo resultante de esta interacción”, alegó Trotsky[45].
La misma interacción, la misma práctica, son la única
garantía de que nuestras ideas pueden dar origen a un conocimiento objetivo del
mundo material. Marx, en un famoso escrito, lo aclaró bien:
La
cuestión de si la verdad objetiva es un atributo del pensamiento, no es una
cuestión teórica, sino práctica. El hombre debe probar la verdad, es decir, la
realidad y la fuerza, el "de este lado" de sus pensamientos, en la
práctica. La disputa acerca de la realidad o no-realidad
del pensamiento está aislada de la práctica y es una cuestión puramente
escolástica[46].
Engels agrega: El resultado de nuestras acciones
prueba la conformidad de nuestras percepciones con la naturaleza objetiva de
las cosas percibidas[47].
El hecho de que nuestro conocimiento sea siempre
relativo y esté históricamente condicionado, y que esté demostrado que así será
a medida que se desarrolla nuestra práctica aún más, no significa que deje de
ser conocimiento objetivo. Las leyes de Newton, por ejemplo, han sido superadas
a medida que nuestro conocimiento de la naturaleza se fue profundizando. Pero
continúan siendo válidas, objetivamente ciertas, para el único criterio
posible, la práctica, dentro de ciertos límites. El concepto de que podemos
tener un conocimiento objetivo, eterno e incondicional es puramente metafísico.
Reafirmar la naturaleza condicional del conocimiento objetivo no significa un
lapsus en el relativismo puro. Lenin destacó que:
La
dialéctica materialista de Marx y Engels por cierto contienen relativismo, pero
no es reductible al relativismo. Esto es, reconoce la relatividad de todos
nuestros conocimientos, no en el sentido de negar la verdad objetiva, sino en
el sentido de que los límites de aproximación a la verdad de nuestros
conocimientos están históricamente condicionados. [48]
Es interesante notar que algunos científicos de hoy
se dan cuenta de que mucho de lo que dicen encaja perfectamente en el concepto
destacado por Engels, sobre todo en Dialéctica de la Naturaleza. Ilya
Prigogine, observando el punto de vista de la naturaleza que Engels había
destacado, escribe: “Hasta cierto punto, hay una analogía entre los problemas
de los que él se ocupa, las soluciones científicas que comienza a proponer, y
el “materialismo dialéctico” [49].
Continúa:
La
naturaleza debería ser llamada histórica, capaz de desarrollo e innovación. La
idea de una historia de la naturaleza como parte integral del materialismo fue
aseverada por Marx y más detalladamente por Engels. Los progresos
contemporáneos dentro de la física... han, de esta manera, creado una pregunta
dentro de las ciencias naturales que por mucho tiempo se ha cuestionado el
materialismo. Para los materialistas, conocer la naturaleza significó
entenderla como algo capaz de producir al hombre y su sociedad. [50].
Y es verdaderamente cierto que cuanto más uno lee
del desarrollo de la ciencia moderna, el consistente método materialista de
Engels, por lo tanto dialéctico, para conocer la naturaleza, más parece
reconfirmarse -si bien no, por supuesto, los detalles de la ciencia que ellos
manejaban hace 100 años-.
Sin duda algunos científicos dirán que ellos
simplemente están descubriendo cómo trabaja la naturaleza y que eso no tiene
nada que ver con la dialéctica o la filosofía. Así es. La ciencia se sostendrá
o caerá sobre sus verdades, sus éxitos en la práctica, cualesquiera sean los
pensamientos filosóficos en la cabeza de los científicos o de quien sea. Sin
embargo, está claro también que muchos científicos modernos -al menos aquellos
que piensan en el significado del trabajo que realizan tendiente a conocimiento
general de la naturaleza- caen en toda clase de basura mística cada vez que
rechazan el intento de obtener un método
consistentemente materialista y dialéctico.
Así, Prigogine escribe al final de un libro que es
en general maravilloso, una perla como “el tiempo es una reconstrucción, y por
lo tanto acarrea una responsabilidad ética”, o en un lapsus de desesperación,
“las reglas permanentes parecen haberse ido para siempre. Estamos viviendo en
un mundo incierto y peligroso”, y concluye haciendo referencia a “God of Genesis”
(El Dios del Génesis). [51]
Otros científicos, como Paul Davies, pueden también
combinar maravillosos conocimientos, como por ejemplo en su libro The Cosmic
Blueprint, con una acogida de ideas místicas al hablar de la ciencia como de
“un paso más seguro hacia Dios que la religión” [52] y diciendo: “Usualmente se
cree que la ciencia nos ayuda a construir un panorama de la realidad objetiva
-el mundo de “allí afuera”-. Con el advenimiento de la teoría cuántica esa
realidad parece haberse desmenuzado”. [53] Y un físico como Stephen Hawking
concluye diciendo, cuando habla del objetivo de la ciencia en su libro A Brief
History of Science, “el triunfo supremo de la de la razón humana” sería
“conocer la mente de Dios”. [54]
Cada vez más, la elección de los científicos que
tratan de pensar qué es lo que sus trabajos nos dicen acerca de la naturaleza,
no se encuentra entre “la ciencia pura” por un lado y “la dialéctica” por el
otro. Más bien se trata de que los problemas que parten de la ciencia requieren
un pensamiento teórico y también filosófico para comenzar a lidiar con ellos.
Eso siempre ha sido cierto, pero hoy lo es más que nunca. Uno puede intentar
ser un materialista consecuente, y eso significa pensar sobre la naturaleza y
entenderla dialécticamente, o alguna otra cosa llenará el vacío.
Conclusión
La teoría del caos, lejos de ser un retroceso del
conocimiento, es un maravilloso paso hacia adelante en el conocimiento de la
naturaleza, y por lo tanto un control potencial de ella.
Los socialistas tienen que tomar cartas, no en
el hacer de la ciencia -lo que debe ser
hecho por científicos-, sino en rescatarla del abuso que ha sufrido y aún sufre
por gente citada en este artículo.
Y como con gran parte de otra ciencia, lo más
probable es que los usos que se les darán estarán distorsionados por el
capitalismo. Su pleno desarrollo, y el de la ciencia en general, será
inmensamente más fácil en una sociedad en la que los seres humanos se pongan a
profundizar sus conocimientos de la naturaleza racional y colectivamente para
satisfacer las necesidades humanas, no para sacar partido.
En tal sociedad socialista muchas de las divisiones
artificiales de basuras ideológicas que distorsionan y limitan el conocimiento
científico del mundo pueden comenzar a desaparecer. Entonces, el paso más
grande alguna vez dado por la ciencia en el capitalismo será aún mayor. Y así
podremos también comenzar a obtener esa libertad de la que habló Engels: no
“independencia de las leyes naturales, sino conocimiento de esas leyes y la
posibilidad que nos dan de hacerlas trabajar sistemáticamente hacia fines
determinados” [55] los fines definitivos serán el desarrollo pleno de los
potenciales humanos, colectiva e individualmente. Eso, sin embargo, no sólo
requiere del avance científico, sino también una revolución social.
Notas
Mi agradecimiento a Ian Percival, Tania Monteiro,
Andy Wilson, Duncan Blackie y al plantel del Socialist Worker por su paciencia
y buen humor.
1. W. Brown en el Independent 25/7/1990.
2. F. Engels citado en Materialism and
Empirio-Criticism por V. I. Lenin, Foreign Languages Press (Peking, 1972),
p219.
3. Citado en el prefacio de Dialectics of Nature
por F. Engels, Progress Publishers (Moscow, 1982), p6.
4. En el prefacio de Anti-Dühring, citado en F.
Engels, Dialectics ..., op cit, p6.
5. Ver el artículo de D. Bodarris, the Independent
20/2/90; por Mogg, entrevista en the Independent 14/10/89; por Healey, That
Certain Feeling Marxism Today, Julio 1990.
6. El científico alemán Max Planck, que terminó
colaborando con los nazis pero fue de todos modos una figura clave en el
desarrollo de la teoría cuántica, de hecho es un caso.
7. O como lo dijo Lawrence Wong, más poéticamente,
en una reunión en el SWP 1990 Skegness Easter Rally: “Una mariposa bate sus
alas en Beijing y tienes una tormenta en Europa oriental”.
8. Si el péndulo es “sacudido” periódicamente, un
simple juguete en el que un péndulo metálico está suspendido sobre tres imanes
ilustra el comportamiento caótico.
9. Este
comportamiento caótico fue descubierto por el matemático francés Henri
Poincaré, que lo llamó modelo reducido de Hill -básicamente, una partícula de
polvo orbitando dos grandes planetas- hace ya casi un siglo, pero el polvo
junto con el caos fueron efectivamente barridos debajo de la alfombra hasta
décadas recientes.
10. I. Stewart, Does God Play Dice? The Mathematics
of Chaos (Basil Blackwell, 1989), p40. Stewart es un líder de las matemáticas y
experto en la teoría del caos. Dejando de lado el extracto citado y otros por
el estilo, este libro es la mejor introducción al tema de la teoría del caos
para cualquiera que tenga al menos algún entrenamiento en matemáticas -el nivel
O en el estándar inglés-.
Más accesible es Caos: Making a New Science de
James Gleick (Sphere, 1988). Este no requiere un conocimiento formal de las
matemáticas y transmite brillantemente el sabor y la emoción de la ciencia
causados por el desarrollo de la teoría del caos. Gleick tiende a exagerar el
grado en que la teoría del caos fue desarrollada por individuos inconformistas
de la comunidad que, usando métodos poco ortodoxos -y con un estilo de vida
paralelo nada ortodoxo- rompió con las barreras impuestas por la división de la
ciencia en estrechos compartimentos especializados. A manera de correctivo,
vale la pena destacar que muchas de las figuras clave en el desarrollo de la
teoría del caos trabajaron para, y sus recursos dependieron de, grandes
instituciones. Eduard Lorenz en el Massachusetts Institute of Technology y
Benoit Mandelbrot en el gigante multinacional IBM son dos ejemplos.
Es también útil la serie de artículos en el
semanario británico de ciencias New Scientist, Chaos Reigns. El primer
artículo, Chaos: a Science for the Real World por Ian Percival, está en la
edición del 21 de octubre de 1989. Otras le siguieron en cinco ediciones
consecutivas.
11. La teoría del caos a estado sujeta a usos más
interesantes en algunos campos. Por ejemplo, el compositor húngaro Gyorgy
Ligeti citó -en una conferencian en 1989- la teoría del caos como inspiradora
de mucha de su música reciente.
12.Ver por ejemplo: C Harman The Myth of Market
Socialism, International Socialism 2:42; A Callinicos The Politics of Marxism
Today, International Socialism 2:29; A Callinicos Against Postmodernism
(Polity, 1989).
13. Algunos que afirman estar en la izquierda
reaccionaron ante la clase de abuso de la teoría del caos citada más arriba
rechazando mucho de la ciencia moderna y renunciando a la teoría del caos en
particular. Esta es una respuesta engañosa e insensata. Ver por ejemplo Chaos
Theory: the Science of Despair de John Gibson y Manjit Singh en Living Marxism
(publicado por el Partido Revolucionario Comunista), diciembre de 1989. Esta
mascarada, como un intento de rescatar a la ciencia de aquellos, referidos en
el texto, que hacen un mal uso o abuso de la teoría del caos. Con amigos como
estos no necesitamos enemigos. Los autores parecen pensar que no ha habido nada
valioso en el desarrollo científico desde los días del Iluminismo del siglo
XVIII, sin embargo, es interesante que las mismas publicaciones se manejan para
defender la energía nuclear y al mismo tiempo desechan el SIDA y el BSE de las
vacas locas considerándolos temores ideológicos de la clase gobernante. “Si no
puedes comer una hamburguesa, ¿qué caso tiene tratar de cambiar el mundo?”
Gibson y Singh terminan en un dualismo pasado de moda, un rígido determinismo
mecánico para el mundo natural, mientras separan completamente al ser humano y
la conciencia de cualquier conexión con el mundo material. Lo peor de todo es
que ellos escogen atacar en particular a dos escritores -Ilya Prigogine y Paul
Davies- que, dondequiera que estén sus muchas faltas, tienen muchas de las
cosas más interesantes para decir de la ciencia moderna, como lo discutiré más
tarde.
14. Por
lejos, el mejor libro para alguien que quiera un panorama de la física moderna
y las cuestiones que trata este artículo es The New Physics, editada por Paul
Davies (Cambridge University Press, 1989). Es una colección de ensayos, algunos
(no todos) bastante técnicos, escritos por científicos líderes sobre los
problemas y desarrollos en las áreas más problemáticas y emocionantes de la
física de hoy.
15. No tengo
espacio aquí para entrar en la revolución científica. Estuvo íntimamente ligada
a la caída del viejo sistema feudal y a las luchas que culminaron en la
victoria de las revoluciones burguesas en Europa. Para un pequeño relato, vea
mis artículos en Socialist Worker
Review, septiembre 1988, y los de Andy Wilson en Socialist Worker Review,
Octubre 1988.
16. Nuevamente me falta espacio para internarme en
esto. Pero de todos modos es innecesario, ya que está brillantemente hecho por
Boris Hessen en The Social and Economic Roots of Newton's Principia en Science
at the Cross Roads: Papers presented to the International Congress of the
History of Science and Technology, en Londres del 29 de junio al 3 de julio de
1931, por los delegados de la USSR, Frank Cass (Londres, 1971). El artículo de
Hessen es una pieza maestra que causó enorme conmoción entre los científicos e
historiadores cuando apareció por primera vez. Su discurso y los otros en este
volumen incluyendo uno interesante de Bukharin, son lecturas vitales para
cualquier socialista con un serio interés en la ciencia. Todos los trabajos,
incluyendo el de Hessen (si bien en menor grado que los otros), están marcados
por el período en que fueron escritos, en la era de la contrarrevolución
stalinista en la URSS. Aparte de la variedad de tonterías sobre la realidad de
la URSS bajo Stalin, la distorsión mecánica y determinista del marxismo que
desarrolló el stalinismo tiñe muchos de los artículos. Sin embargo, muchos de
los autores todavía retienen suficientes elementos de marxismo genuino para
hacerlo relucir algunas veces. Eso sucede particularmente en el artículo de Hessen.
(desapareció en una de las purgas stalinistas de mediados de la década del
’30).
17. Que en
ausencia de fuerzas cada cosa está en descanso o continúa en movimiento
uniforme (por ejemplo velocidad constante en una línea recta); que la
aceleración de un cuerpo es proporcional a la fuerza neta que actúa sobre él e
inversamente proporcional a su masa; que para cada acción hay una reacción
igual y opuesta.
18. Que dos cuerpos se atraen con una fuerza
proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado
de la distancia que los separa.
19. La
universalidad de las leyes de Newton fue un golpe mortal para el punto de vista
del viejo mundo derivado de la filosofía aristotélica de la antigua Grecia, que
separaba estrictamente las leyes que gobernaban los fenómenos de la Tierra de
aquellas que regían en alguna otra parte del Universo.
20. Esto fue desarrollado independientemente,
parece ser que por Newton y Leibnitz, y una feroz controversia entre los
seguidores de uno y otro imperó por largo
tiempo. Newton no utilizó el cálculo en la presentación de su trabajo en
Principia por razones filosóficas. El cálculo permaneció por un largo tiempo en
un terreno bastante tambaleante de las matemáticas, pero funcionó. Fue riguroso
más tarde con el trabajo de matemáticos del siglo XIX, como Augustin-Louis
Cauchy. Ver, por ejemplo, Mathematics in Western Culture de Morris Kline
(Penguin, 1987).
21. Citado en Order out of Chaos por I. Prigogine y
I. Stengers (Londres, 1988), p52.
22. Citado en Paul Davies The Cosmic Blueprint,
(Londres 1988) p10.
23. El éxito se dio en sistemas que pueden ser
considerados “aislados”. El problema es que la mayoría de los sistemas reales
están lejos de hallarse aislados, sufren una interacción constante con el medio
ambiente. Para una deliberación detallada del tema, ver Prigogine y I.
Stengers, op cit.
24. No intentaré explicar aquí la mecánica
cuántica. Para aquellos interesados hay
innumerables libros y una gran variedad de niveles técnicos. Algunos son
muy buenos, muchos son atroces. El
capítulo 7 de I Prigogine y I Stengers, op cit, es útil para relacionar la
teoría cuántica con los temas de este artículo. E. Squires The Mystery of the
Quantum World (Hilger, 1986), es útil y no demasiado técnico, mientras que
Conceptual Foundations of Quantum Mechanics, de Abner Shimony en The New
Physics, ed Paul Davies (Cambridge University Press, pp373ff), es valioso para
aquellos familiarizados con el academicismo matemático de la teoría cuántica.
25. Algunos científicos alegan que este no es el
caso. Dicen que la mecánica cuántica es “incompleta”, las probabilidades son
una ilusión, y hay “variables ocultas” siguiendo las leyes deterministas. Sin
embargo, experimentos recientes muestran que la tal teoría de “variable oculta”
tiene problemas fundamentales. En particular, parece ser que requiere más que
una comunicación ligera, violando la ya bien establecida teoría especial de la
relatividad. Ver Conceptual Foundations of Quantum Mechanics, de A. Shimony, en
The New Physics, op cit.
26. Puede hacer que suceda solamente haciéndolo
funcionar, y así usando energía proveniente de afuera del sistema inmediato en
consideración -como en una heladera que consume electricidad-. Un punto que
vale la pena aclarar es que la existencia de procesos irreversibles es por lo
que una película al revés en situaciones dinámicas reales se vería extraña. Las
bolas de billar, por ejemplo, no se mantienen dando vueltas por siempre -si lo
hicieran, una película al revés se vería perfecta-; gradualmente van parando
debido a los procesos irreversibles, como pérdida de energía, calentamiento,
fricción.
27. Por más detalles ver I Prigogine y I Stengers,
op cit.
28. Ibid, pp127ff.
29. Este es el tema de Stephen Hawking en A Brief History of Time -que es el libro de ciencia de mayor venta en
la historia. Para una excelente disquisición, ver Duncan Blackie: Revolution in
Science en International Socialism 42. Otra útil, y no enteramente técnica
disquisición de estos problemas, se puede encontrar en Superforce de Paul Davies: The Search for a Grand Unified
Theory of Nature (London, 1987), P. Davies y J. Brown eds Superstrings: A
Theory of Everything? (Cambridge University Press, 1988). Más técnica pero
abarcativa es la colección: The New Physics, op cit.
30. Marx y Engels, The Communist Manifesto, en Karl
Marx y Frederick Engels Selected Works Volume One (Moscow, 1977), p111.
31. Ibid, p113.
32. Esto es porque la que debería ser la escuela de
“ciencia radical” que llama a la ciencia moderna “ideología burguesa” y busca
una “ciencia proletaria” está profundamente desorientada.
33. Ver la introducción de Carnot en Reflexions on
the Motive Power of Fire de S Carnot traducido y editado, con notas excelentes
y fascinantes traducidas y editadas por R Fox (Manchester University Press,
1986).
34. I Prigogine y I Stengers, op cit, p103.
35. No es una exageración decir que muchos
científicos exitosos sólo tienen un conocimiento absolutamente superficial de
otras áreas de su propia ciencia, las que van más allá de lo que se relaciona
inmediatamente con su especialidad, dejando de lado cualquier otra rama de la
ciencia. Los mejores científicos se afligen por la presión que produce esta
situación, y hacen lo que pueden para superarla. Sin embargo, muchos ni
siquiera ven esto como un problema.
36. Ver Ian
Stewart op cit, James Gleick op cit, Jospeh Ford What is chaos that we should
be mindful of it? in The New Physics, (Cambridge University Press, 1989), o las
series en New Scientist -op cit- y referencias de todo esto y para más detalles
de lo que se discutió en el texto.
37. Esto todavía no se ha hecho para el clima, yo
uso el ejemplo para aclarar este punto con mayor facilidad, pero el punto ha
sido demostrado con ejemplos más simples.
38. Ver la brillante selección de B. Mandelbrot en
The Fractal Geometry of Nature (New York, 1977) o H. O. Peitgen and Peter
Richter, The Beauty of Fractals, (Berlin, 1986). El nombre fractal deriva del
hecho de que las curvas y formas que representan el orden en comportamientos
caóticos generalmente tienen una dimensión fraccional. Esto es, por ejemplo,
que están entre una línea dimensional y dos superficies dimensionales. Esto
puede sonar un poco raro, pero puede hacerse con precisión matemáticamente.
El nombre strange attractor (extraño atrayente) deriva
del hecho de que la moción es “atraída” a esta curva -en una representación
matemática adecuada- en la manera en que, por ejemplo, una pelota en una fuente
es al final “atraída” a un punto del fondo. Se dice “extraño” debido al hecho
de que este tipo de comportamiento caótico no se conocía o entendía hasta hace
algunas décadas
39. V. I. Lenin, Materialism and Empirio-Criticism
(Peking, 1972), p311. Ninguno de los argumentos dados en el texto deberán ser
considerados como una sugerencia de que la teoría del caos resuelve todos, ni
siquiera muchos de los problemas de la ciencia. Están lejos de eso. Y a su vez
da nuevos problemas. Por ejemplo, parece que el comportamiento caótico no
existe en la mecánica cuántica -toda el área del “caos cuántico” está en pleno
proceso de desarrollo y estudio en este momento-.
40. Por ejemplo, vea, I. Prigogine e I. Stengers,
op cit; Paul Davies, The Cosmic Blueprint (Heinemann, 1988); Gregoire Nicolis:
Physics of Far From Equilibrium Systems and Self Organisation en The New
Physics, op cit, y referencias para encontrar más detalles.
41. Que este sea el caso no es nada para
sobresaltarse. Lenin escribió “Sensation, thought, consciousness are the
supreme product of matter organised in a particular way (Los sentidos, el pensamiento y la conciencia son el producto
de la materia organizada de una forma determinada). Tales son las ideas del
materialismo en general y de Marx y Engels en particular”. Materialism and
Empirio-Criticism, op cit, p51. Diderot, filósofo del Iluminismo hace 200 años,
sostuvo que “los sentidos son una propiedad general de la materia, o un
producto de su organización”, citado (con aprobación) en Lenin, ibid, p28. Lo
que es apasionante es la posibilidad de tener estos conceptos y la transición
de un nivel u orden de la naturaleza a otro, científicamente exacto. 42. See,
for example, The New Physics, op cit; P Davies Superforce ..., op cit.
43. Economic and Philosophical Manuscripts of 1844
(Lawrence and Wishart, 1961), p 105, citado en D Caute ed, Essential writings
of Karl Marx (London, 1967), p36.
44. Citado en Trotsky and the Dialectic of History
por John Rees en International Socialism 2:43.
45. Trotsky, Notebooks 1933-35: Writings on Lenin,
Dialectics and Evolutionism, traducido por P. Pomper (New York, 1986), p77.
Citado en J. Rees, op cit.
46. The German Ideology (Lawrence y Wishart, 1963),
p197, citado en Came, op cit, p43.
47. Citado en Materialism... de Lenin., op cit,
p155.
48. Ibid, p154.
49. I. Prigogine y I. Stengers, op cit, p252.
50. El juicio es correcto, escribió Marx: “La
ciencia natural a su debido tiempo estará clasificada dentro de la ciencia del
hombre, así como la ciencia del hombre se clasificará dentro de la ciencia
natural: habrá una ciencia”. Economic and Philosophical Manuscripts 1844
(Lawrence ayWishart, 1961), p111, citado en D. Caute, op cit, p36.
51. I. Prigogine y I. Stengers, op cit, p313.
52. P Davies, God and the New Physics (Penguin,
1983), ix.
53. P. Davies, Other Worlds (London, 1982), p12.
54. S. Hawking, A Brief History of Time (Bantam,
1989), p175. Hasta donde yo sé, Hawking, Davies y Prigogine no son religiosos,
más bien ateístas o por lo menos agnósticos, pero aún así caen en ese modo de
hablar.
55. Vea la nota 2.
1990
Fuente:
http://www.marxisme.dk/arkiv/mcgarrp/1990/chaos/chaos.htm#ch1