Ludovico Silva
Panorama de la alienación en Marx


Queremos que el lector tenga, de entrada, una visión panorámica acerca de los puntos de discusión. He aquí, enumerados, algunos de ellos:

1. ¿La alineación: categoría filosófico-antropológica o categoría socioeconómica?
Este es el punto más candente y el más general de todos. Puede decirse que todos los otros puntos están incluidos en éste o se derivan de él. Tome el lector en cuenta lo siguiente: en caso de ser la alienación una categoría filosófica, un rasgo “antropológico” del ser humano por así decirlo, no queda otro remedio que separar la teoría de la alienación de todo el sistema socioeconómico de Marx, o sea, de su comprensión de la historia, ya que esta comprensión excluye por definición toda categoría de carácter histórico; en este caso, la alienación no sería otra cosa que una especie de pecado de juventud de Marx, o como se ha dicho, “un concepto premarxista e ideológico“. Por otra parte, si se concibe a la alienación como categoría socioeconómica (de consecuencias éticas) se niega de raíz la posición anterior, pero entonces habrá que demostrar no sólo la persistencia de la teoría, y su vocabulario, a lo largo de la obra de Marx, sino lo que es más importante: demostrar su lugar preciso dentro de la concepción socioeconómica de Marx.

2. La alienación: ¿término científico o término ideológico?
Este punto no es sino consecuencia del anterior. Reconociendo el carácter científico de la obra de Marx, ¿juega algún papel específico en ella el concepto de alienación, o por el contrario, se trata de un “coqueteo” filosófico, una concesión ideológica de un científico?

3. La alienación: ¿concepto que implica nociones no-operativas de carácter ahistórico tales como “la esencia humana” o “lo propio”?
Punto también derivado, pero que reviste especial importancia, por haberse centrado en él numerosas objeciones – así como las más extrañas adhesiones – a la teoría marxista de la alienación. Hay hechos tales como: en los Manuscritos de 1844 se emplea a menudo la expresión “esencia humana“, pero en los años subsiguientes, en sitios tales como La Ideología Alemana o el Manifiesto Comunista se lanzan denuestos contra los que hablan de “esencia humana“. Un problema: habrá que pensar en la ineficacia socioeconómica de la alienación en los Manuscritos del 44, dado el empleo de expresiones semejantes, o por el contrario habrá que pensar que bajo un cierto ropaje filosófico (fundamentalmente hegeliano) se encuentran auténticas categorías socioeconómicas, aún insuficientemente expresadas? La “esencia“, su expropiación, es un fenómeno de una quidditas eterna, originaria, o por el contrario es un fenómeno histórico que, por tanto, puede ser superado y desaparecer?

4. La alienación: si es una categoría histórica, pertenece sólo al capitalismo o también es propia de anteriores modos de producción?
Claro que esta alternativa sólo se presenta a quienes ya han resuelto la alternativa anterior, admitiendo la historicidad de la alienación. Marx ha concentrado todo su aparato analítico en el examen de la alienación capitalista; pero implica esto que no reconociese formas específicas de alienación en otros modos de producción? El fetichismo de las mercancías, que es modalidad capitalista (pues se basa en el desarrollo histórico del capital y en la oposición de éste al trabajo) ¿Es la única forma de la alienación? ¿No es, por ejemplo, la alienación ideológica (y en particular, la alienación religiosa, que es parte de aquella) una importante modalidad de alienación que estaba presente en sociedades primitivas en las que aún no había surgido el tráfico de mercancías? ¿No hay alienación en el esclavismo, en la servidumbre?

5. La alienación: ¿sobrevivirá al capitalismo?
Este es uno de los puntos más controvertidos sobre todo por la existencia actual de sociedades que, diciendo haber superado el capitalismo y ser ya “socialistas“, conservan, sin embargo, algunas formas fundamentales de alienación. ¿No representan más bien estas sociedades una transición hacia el socialismo? ¿O están sus individuos humanos “universalmente desarrollados“, según quería Marx, para superar la alienación? La presencia de una economía monetaria en las actuales sociedades “socialistas” ¿No es un factor primordial de alienación? ¿La distribución alcanza por igual a todos, o hay aún privilegios? El derecho a la crítica, condición del desarrollo de la conciencia ¿existe plenamente?

Hay, sin duda, otros problemas además de los mencionados [1], pero puede decirse que todos, de una manera u otra, caen bajo la irradiación de los que acabamos de enumerar. Estos problemas, repetimos, se refieren a la alienación, pero no constituyen la teoría misma, aunque su discusión pueda aclarar a ésta.

Queremos, como decíamos, ofrecer al lector una visión panorámica del problema. Por ello, una vez enumerados los principales problemas de orden polémico, dedicaremos el resto del presente ensayo a resumirla trayectoria del concepto de alienación en la obra de Marx.

Sólo a partir de los Manuscritos del 44; primera obra escrita por Marx después de iniciar sus estudios de economía política, es posible hablar rigurosamente de “alienación” en sentido marxista. En la Disertación electoral de Marx (Uber die Differenz der demokritischen und epikureischen Naturphilosophie, 1840-41) se dice, por ejemplo, hablando de Epicuro, que éste concebía al “fenómeno en cuanto tal, esto es, como alienación (Entfremdung) de la esencia“[2], lo que nada en absoluto nos dice acerca de la alienación en sentido marxista, y sí, en cambio de la alienación en sentido hegeliano. En La Cuestión Judía[3] se acerca un poco más a su sentido futuro, cuando -siguiendo los pasos de Feuerbach– señala la representación cristiana del hombre como “fantástica” y “extraña” y en relación antagónica con el hombre mismo; así como también señala la alienación del hombre respecto del Estado en la “sociedad civil“, en el sentido de que el hombre de esta sociedad no considera que su “esencia” está en él mismo, sino en el Estado, lo que equivale a una forma de alienación. Ambos temas -alienación religiosa, alienación estatal-, unidos a otros tales como el de la alienación burocrática reaparecen en la Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel o Crítica del Derecho Público Hegeliano, de 1843[4]; hay, asimismo, el germen de la crítica de la filosofía como alienación ideológica, que abordará después. Y en la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, donde Marx revela con esplendor estilístico su vocación materialista, hallamos temas que son la anticipación de textos futuros: la forma de suprimir la alienación existente en la estructura material de la sociedad, pues aquella es expresión de ésta. Tanto en la religión como en la vida ciudadana es preciso denunciar la inversión de sujeto y objeto que ocurre universalmente: en la religión, el objeto creado -Dios- se convierte en sujeto creador; en la sociedad civil, el objeto creado -Estado, cuerpos jurídicos; etc.-, se convierte en sujeto dominador. Y para combatir las formas ideológicas de tal alienación, la filosofía que separa al hombre de su existencia material, propone la teoría revolucionaria, pues “la teoría logra realizarse en un pueblo sólo en la medida en que es la realización de sus necesidades“[5].

Pero no hay teoría marxista de la alienación sino a partir de los Manuscritos parisienses de 1844. A pesar del vocabulario filosófico, sus categorías son ya fundamentalmente socioeconómicas, y la alienación aparece como categoría histórica, vinculada ante todo al régimen capitalista de producción, pero con indicadores suficientes como para saber que Marx ya extendía el concepto a modos de producción anteriores. Así, se habla ya de modo claro e inequívoco acerca de lo que podemos llamar “variables histórico-genéticas de la alienación“, a saber: la división del trabajo, la propiedad privada y la producción mercantil, tres condiciones históricas que pueden ser superadas históricamente y que, por tanto, no pertenecen a ninguna supuesta “esencia humana“, a menos, claro está, que se considere como la “esencia” del hombre el vivir en relaciones de explotación. Pese a hablar de “esencia humana” y pese a valerse de este concepto en expresiones tan comprometidas filosóficamente como “alienación de la esencia humana“, Marx insistirá, como veremos, en el carácter variable, esto es, humano, histórico, económico-político, pues die ökonomische Entfremdung ist die des wirklichen Lebens, la alienación económica es la de la vida real y efectiva. No puede haber para Marx una esencia humana alienada, fija, estable, eterna, una inmutable quidditas, pues de otro modo ¿qué sentido tendría toda la lucha de Marx por demostrar que la alienación es superable históricamente?

Por otra parte, Marx sienta las bases, en este manuscrito, de la teoría de la alienación que en obras posteriores desarrollará, y lo hace enumerando las principales formas de alienación: alienación del producto respecto del productor, alienación de éste respecto de su actividad productiva misma, alienación del “ser genérico” o antagonismo entre el hombre como individuo y el hombre como especie, alienación del hombre respecto del hombre y alienación ideológica. Todas estas formas reaparecerán en las obras posteriores de Marx, pero desvestidas de buena parte del ropaje filosófico que ostentan en los Manuscritos. La teoría de la alienación allí presente no puede considerarse -como la consideran muchos autores- como la teoría marxista definitiva; ni mucho menos, pues aunque figuren allí las intuiciones principales ¿cómo podría estar completa la teoría marxista de la alienación sin la teoría de la plusvalía, ni la del valor-trabajo, que sólo desarrolló Marx años después? Sin embargo, hay pasajes que no desmerecen en modo alguno del Marx de los Grundrisse, tales como los referentes a la alienación de las necesidades.

En La Sagrada Familia no sólo se ataca duramente a la filosofía especulativa que hablaba (como hoy) del famoso der Mensch, el hombre con su esencia a cuestas“, sino que se insiste -como en los Manuscritos del año anterior- en relacionar raizalmente propiedad privada y alienación, señalando la vía práctica para que la deshumanización (Entmenschung) que implica la propiedad privada, sea superada mediante la autonegación de la misma, y se convierta en “deshumanización que se supera a si misma(aufhebende Entmenschung)[6].

En La Ideología Alemana se ataca también de frente a la “esencia humana” con un vocabulario, esta vez, plenamente socioeconómico. Se plantea la alienación en casi toda su amplitud, haciéndose especial hincapié en dos de sus variables: la división del trabajo y la producción mercantil [7], trabadas ya con el mercado mundial capitalista y se trazan, junto a las bases para una teoría general de las formaciones ideológicas, los fundamentos para un subconjunto de la teoría de la alienación que hoy cobra inmensa importancia en el análisis de la sociedad (tanto la capitalista como la de transición hacia el socialismo), a saber: la alienación ideológica, concepto que ha había sido intuido en los manuscritos de París.

¿Qué ocurrirá con el correr de los años? ¿Desaparecerá, como algunos pretenden, el vocablo “alienación” de la obra madura de Marx [8]? o bien, como quieren algunos más cautos, desaparecerá el concepto de alienación tal y como había sido formulado en 1844-45, para dar lugar a sucedáneos menos “filosóficos“? ¿Sería, en suma, la teoría de la alienación el recurso filosófico de un pensador que aún no había profundizado en el estudio de la economía política? Objetivamente hablando, nunca desapareció el concepto de alienación de la obra de Marx: por el contrario, se fue perfeccionando y completando sucesivamente.

En el Manifiesto del Partido Comunista (1848), escriben Marx y Engels: los filósofos alemanes “bajo la crítica francesa de las funciones del dinero, escribían ‘alienación de la esencia humana’ (Entäusserung des menschlichen Wesens); bajo la crítica francesa del Estado burgués, decían ‘superación (Aufhebung) del poder de lo universal abstracto’, y así sucesivamente“[9]. Pero, entiéndase bien, no se burlan allí Marx y Engels de los términos hegelianos “Aufhebung” y “Entausserung“, es decir, no cuestionan la dialéctica ni la alienación, sino su aplicación a fantasmas filosóficos tales como la “esencia humana” y “lo universal abstracto“; en lo cual, por lo demás, hay una autocrítica de Marx, quién cuatro años antes había empleado la primera de esas expresiones en sus manuscritos parisienses.

Un año después, en Trabajo Asalariado y Capital, Marx retoma uno de los temas centrales de la teoría de la alienación expuesta en los Manuscritos de 1844, a saber: el trabajo del obrero asalariado visto como labor forzada y desprovista de sentido propio; la vida comienza para él escribe Marxcuando esa actividad termina: en la mesa, en el café, en la cama“. Sus doce horas de trabajo no tienen sentido en sí mismas, en cuanto trabajo (por ello son trabajo alienado); su único sentido es el salario, que le sirve para ir a la mesa, al café, a la cama. “Si el gusano de seda hilase para malganarse la vida en tanto oruga, y aún así siguiera siendo larva, sería el asalariado perfecto“[10]. Sometido a la producción mercantil y a la división del trabajo (tema que Marx había desarrollado detenidamente por primera vez en Miseria de la Filosofía, de 1847), el llamado obrero libre es “libre” tan sólo porque puede, a diferencia del esclavo y el siervo de la gleba, vender en el mercado esa peculiar mercancía suya que es su trabajo (Marx dirá posteriormente: su fuerza de trabajo).

Años después, al reiniciar su investigación económica -interrumpida, irónicamente, por tener que vender su fuerza de trabajo intelectual en el mercado del periodismo: esa fuerza era, en efecto, su única mercancía, su único medio de vida, salvo las ayudas de Engels– vuelve Marx a su vieja teoría de la alienación, en diversos y muy ricos textos. Aparecerá entonces, no sólo parte del viejo vocabulario, sino lo que es más importante: la teoría de la alienación perfectamente trabada y unificada con la crítica del modo capitalista de producción (aunque Marx extendía la alienación también a otros modos de producción, y no sólo al capitalismo, como algunos autores erradamente afirman)[11], pero además unida a toda la historia de la producción mercantil, la división del trabajo y la propiedad privada. Surge así la alienación como una de las más amplias categorías socioeconómicas de Marx; la que le da el rango, junto a la teoría de las formaciones económico-sociales, de sistema explicativo de 7.000 años de historia humana, sistema interpretador sin duda, pero también instrumento transformador del porvenir, sistema teórico-práctico, y no sistema ad usum philosophorum ni sistema de philosophia perennis.

Así, por ejemplo, en los Grundrisse (1857-1858), atacará Marx a los economistas burgueses por cometer un error garrafal semejante al que reprochaba a Proudhon en 1847: el error de confundir objetivación (Vergegenständlichung) con alienación (Entfremdung). Los economistas burgueses –escribe- están hasta tal punto prisioneros en las concepciones de una etapa histórica determinada del desarrollo de la sociedad, que la necesidad de la objetivación de las fuerzas de trabajo sociales se les aparece como algo inseparable de la necesidad de la alienación de esas fuerzas respecto del trabajo viviente“[12]. Describirá, además, la alienación del valor de uso en el valor de cambio (como en El Capital), la moneda como “poder autónomo frente a los productores“, la cosificación de las relaciones humanas y la personalización de las cosas, la desaparición de la economía monetaria como condición fundamental para la superación o Aufhebung de la alienación (esta es una de las razones, dicho sea de paso, de la persistencia de la alienación en las actuales sociedades de transición hacia el socialismo, soi-disant socialistas“: ¿No es una contradicción suprimir la propiedad privada de los medios de producción y al mismo tiempo mantener una economía monetaria?); igualmente, en los Grundrisse se hace hincapié en la historicidad del concepto de alienación (lo que lo separa de una vez por todas de la famosa “esencia humana“), y en la oposición Capital-Trabajo, que había sido parcialmente desarrollada en los Manuscritos del 44 y también en la alienación religiosa como perfecta analogía de la alienación del producto del trabajo y en la alienación ideológica en general como expresión de la alienación material, y, en fin, en la contradicción Apropiación-Alienación.

En la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) está también presente el concepto de alienación, ¿y cómo no había de estarlo, si el libro es esencialmente un análisis de la mercancía? Es necesario insistir en el hecho siguiente, del que pocos autores se han percatado: no es necesario hallar en un texto los vocablos Entfremdung, Entäusserung, u otros semejantes para que ese texto hable de alienación; éste es un concepto socioeconómico, de consecuencias éticas, que está presente siempre que Marx hace el análisis de la producción mercantil, en particular allí donde habla de la plusvalía. Por lo demás, en la Contribución si están presentes los vocablos hegelianos ya conocidos. Pero están presentes de una manera peculiar, asociada y disociada a un tiempo de las formas que exhibe en otros contextos. Asociada, porque se vincula, como siempre, al análisis de la mercancía; disociada, porque la entonación teórica es casi puramente económica. Trata allí Marx, en primer término, acerca del tema que, aunque hecho célebre por El Capital, era viejo en él: el fetichismo mercantil. “Lo que, en fin, caracteriza al trabajo creador de valor de cambio es que las relaciones sociales entre las personas se presentan por así decirlo, como una relación social entre las cosas“[13]. Se enfrenta además, a la forma pura y escuetamente económica de la alienación, la forma que pudiéramos denominar “teórica“, cuando analiza el dinamismo polar del valor de uso y el valor de cambio: “El proceso de transformación de las mercancías en valores de uso supone la alienación universal (allseitige Entäusserung) de éstos, su entrada en el proceso de cambio pero su existencia para el cambio es su existencia como valores de cambio. Para realizarse como valores de uso ellas deben, pues, realizarse como valores de cambio“[14]. Análisis que culmina en la forma dinero, la forma equivalencial general, diríase la merx mercium mercancía suprema que representa a todas las demás. Al alienarse como valor de usos y entrar en el proceso de cambio, llega la mercancía a tomar la forma del equivalente general y a convertirse en valor de cambio para todas las otras mercancías.

Esta alienación primaria, que pertenece al dominio puramente teórico del análisis de la mercancía -suerte de análisis que hoy llamaríamos “sincrónico“- se completa, en El Capital, con el análisis de la plusvalía. Pues hay, dentro del mercado de mercancías, una muy particular: La fuerza de trabajo, mercancía perteneciente al obrero libre, y que él vende en el mercado de trabajo. Al hacerlo, dice Marx, “realiza su valor de cambio y aliena su valor de uso(realisiert ihren Tauschwert und veraussert ihren Gebrauchswert)[15]. El valor de uso de la fuerza de trabajo es consumido en el proceso de trabajo, pero con una pecularidad muy importante, que diferencia a la fuerza de trabajo de otras mercancías: no sólo se ha convertido ella misma en mercancía al realizarse como valor de cambio, al venderse al dueño del capital, sino que además, al consumirse como valor de uso, en el proceso de trabajo, produce otras mercancías y produce plusvalía, con lo cual el proceso de alienación hace su recorrido completo: las mercancías que la fuerza de trabajo produce, y la plusvalía, se le enfrentarán luego al obrero como fuerzas poderosas, extrañas o ajenas a él, dominándolo y convirtiéndolo en su servidor. A medida que se desarrolla el capitalismo industrialmente, este proceso de alienación se intensifica cada vez más, y adquiere -como en el siglo XX- su expresión ideológica, su alienación ideológica, su producción de plusvalía ideológica. Pero esta intensificación de la alienación (que no es suavizada en modo alguno, sino más bien disfrazada por las “reivindicaciones” o “reformas” actuales en favor del obrero) es al mismo tiempo, según Marx, el camino para su superación. Al aumentar la alienación, el desarrollo de las fuerzas productivas crea asimismo las condiciones para su superación. La prueba máxima de que para Marx la alienación era una categoría histórica, y no filosófica, ni antropológica, es precisamente su insistencia en que se trata de un fenómeno que puede superarse históricamente, superando las condiciones objetivas que la hacen posible -transformación o transustanciación de la propiedad privada y la división del trabajo, extinción de la economía monetaria, etc.-

Es notable en El Capital, también, el desarrollo de eso que llama Marxla forma más fetichizada del capital“, a saber, el capital a interés, el dinero que produce dinero, allí donde el proceso no puede ya simbolizarse como D-M-D’ (el dinero que produce mercancías, y éstas que a su vez producen nuevo dinero), sino simplemente como D-D’, o sea, dinero que produce dinero, capital que se autovaloriza. A primera vista, parecería estar ausente de ese proceso la alienación humana, pues se trata de una cosa que produce a otra cosa sin que aparezca un productor. Pero, en realidad, es la forma más profundamente alienada de todas: allí donde el capital producido por la plusvalía (que a su vez fue producida por el trabajador) se convierte en una entidad totalmente autónoma, en un poder sin cesar crecientemente sobre el mercado y, por tanto, sobre los productores.

El mismo punto encuentra un magnífico desarrollo en las Teorías sobre la Plusvalía, ese ingente manuscrito de los años 1861-1863, destinado, según es opinión aceptada, a formar el Libro IV de El Capital. Siendo este Libro IV uno de los lugares más ricos de la obra marxista en lo que se refiere al problema de la alienación, y estando publicado en su mayor parte desde 1905-1910 (edición de Karl Kautsky), sorprende que apenas ninguno de entre los muchísimos comentaristas del problema de la alienación en Marx (única excepción que conocemos: M. Rubel) se haya molestado en consultar este texto. Aparecen aquí, resumidas y profundizadas todas las grandes formas de la alienación que, como hemos visto ya a vuelo de pájaro, aparecen a lo largo de toda la obra de Marx. Así, por ejemplo, en el caso de análisis del capital a interés y de la usura. “El fetichismo más absoluto (vollständigster Fetisch) nos lo revela el capital usurario o productor de intereses. Es el punto de partida primitivo del capital, el dinero, y la fórmula D-M-D’, reducida a sus dos extremos: D-D’. Es la fórmula primaria y genérica del capital condensada en una síntesis ininteligible (…)“[16]. Así, en la forma del capital a interés, la plusvalía se presenta como una emanación misteriosa del dinero: 100 libras, al interés del 5 por ciento, producen 105 libras ¿Dónde está el proceso de trabajo? ¿Es ésta acaso una forma fetichizada de la suprema mercancía: el dinero, en la que ha desaparecido la alienación del trabajo? En modo alguno: se trata de una concentración del trabajo muerto, trabajo “objetivado” que sigue pesando como una fuerza extraña sobre el trabajo vivo. Aparece así el tema eviterno en Marx: el antagonismo de capital y trabajo. En el capital a interés pareciera haberse borrado tal antagonismo; y así lo “ven” los economistas vulgares; sin embargo, más que nunca, se trata de un fetiche, de una forma en la que “el capital alcanza su forma más cósica, su forma pura de fetiche (seine dinglichste Form, seine reine Fetischform), y en la que la naturaleza de la plusvalía queda ocultada“[17]. Es decir, la relación social, las relaciones de producción que han hecho posible el capital, parecieran esfumarse en el capital a interés o valor que se valoriza a sí mismo. Pero, a pesar de semejante mistificación, existe allí más que nunca la forma de la alienación, la Form der Entfremdung, comprendida a medias por los economistas clásicos (Smith, Ricardo) y absolutamente incomprendida por los economistas vulgares, “que nadan en la alienación como en su elemento natural“, como apostrofaba Marx.

Veremos que surge también en esta obra, en estrecha relación con el tema de la alienación, un tema que había aparecido en el Libro II de El Capital, a saber, el de la “fórmula trinitaria“. “Los economistas clásicos y, por tanto, críticos, consideran como un obstáculo la forma de la alienación (die Form der Entfremdung) y procuran descartarla mediante el análisis; los economistas vulgares, por el contrario, nadan en la alienación como en su elemento natural. Para ellos, la trinidad de la tierra-renta, el capital-interés y el trabajo-salario es lo que para los escolásticos la ‘trinidad de Dios Padre, Dios Hijo y Espíritu Santo (…). Este modo de proceder es utilísimo para la apologética. Bajo la forma de tierra-renta, capital-interés y trabajo-salario, las diversas formas de la plusvalía y de la producción capitalista no aparecen alienadas (entfremdet) como lo son realmente, sino como si fueran extrañas e indiferentes entre sí, como formas simplemente distintas, pero no antagónicas. Es como si las diversas rentas naciesen de fuentes muy distintas…“[18]. ¡Cuándo, en realidad, no hay plusvalía -ni ninguna de sus formas: ganancia, renta… – que no tenga su fuente en el trabajo humano! Parecido reproche hará Marx en esta obra al sistema fisiocrático, que aunque “intenta explicar la plusvalía por la apropiación del trabajo ajeno” sin embargo la considera “como un simple don de la naturaleza”, con lo que escamotea una buena parte de “la alienación (Entfremdung) de la fuerza de trabajo respecto de las condiciones objetivas del mismo“[19].

Figuran, además, en esta obra, temas tales como la peculiar alienación del trabajador agrícola frente al terrateniente-capitalista y el antagonismo irreconciliable entre el capital y el trabajo -capitalista: personificación del capital; el trabajador: personificación del trabajo-; la alienación de la ciencia, convertida en fuerza productiva, en capital, e igualmente antagónica frente al trabajo; la alienación del producto; la plusvalía como medida objetiva de la alienación; la alienación en general y la de la producción intelectual artística en particular, cuando el producto artístico, material o inmaterial, entre como mercancía al mercado; superación de la alienación, etc.

NOTAS 

[1]Por ejemplo, el célebre asunto del “Marx joven” y el “Marx maduro”, que tanta e inútil tinta ha derramado. El problema nos parece artificial, pero no tendremos otro remedio que tocarlo.

[2]Marx-Engels. Historisch-kritische Gesamtausgabe (MEGA), Frankfurt-Berlín-Moscú, 1927-1935, I, 1.1, p. 42.

[3]K. Marx, Zur Judenfrage (1843), en Marx-Engels Werke, Dietz Verlag Berlín, 1961, vol. 1, pp. 347 y ss.

[4]K. Marx, Kritik des Hegelschen Staatsrechts, en Marx-Engels Werke ed. cit., vol. I, pp. 246-249.

[5]K. Marx, Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie, ed. cit., vol. I, p. 386: Die Theorie wird in einem Volke immer nur so weit verwirklicht, als sie die Verwirklichung seiner Bedürfnisse ist. Nada tiene que envidiar esta sola frase a cualquiera de las tesis sobre Feuerbach!

[6]Marx-Engels, Die heilige Familie und andere philosophische frühschriften, Dietz Verlag. Berlín, 1953, p. 138.

[7]Marx-Engels. Die deutsche Ideologie, en Marx-Engels Werke, ed. cit., vol., III; todos estos temas se desarrollan en la Parte I: “Feuerbach”.

[8]Por ejemplo, Emile Bottigelli afirma – y es un craso error de información, no perdonable en este autor -, que, después de 1844, la expresión de alienación desaparece de la obra de Marx, si se exceptúa, dice, la mención en el “Prólogo” a la Contribución a la Crítica de la Economía política. Y los Grundrisse, El Capital las Teorías sobre la plusvalía, e incluso la misma Contribución…? Cf. E. Bottigelli, “Presentación” de los Manuscritos de 1944, Editions Sociales, París, 1962, pp. Ixvi-Ixvii.

[9]Marx-Engels, “Manifest der Kommunistischen Partei”, en Marx, Die Frühschriften, ed. de Siegfried Landshut, Kröner Verlag, Stuttgart, 1953, p. 552.

[10]K. Marx, “Travail salarié et capital”, en Oeuvres, L’Economie (Edition établie-et annotée par Maximilien Rubel). La Pléiade, París, 1965, vol. I, p. 205.

[11]Véase, por ejemplo, G. Bedeschi, Alienazione e feticismo nel pensiero de Marx, Laterza. Bari, 1968, pp. 89-90: “Per Marx, Infatti, l’alienazione non è fenomeno comune a tutte le epoche storiche, a tutti gli stadi dello sviluppo economico e sociale; bensi è il prodotto di una società, e destinato ad essere superato col superamento de questa (…) L’oggettivazione è alienazione solo nelle condizioni descritte dall’economia política, cioè nella società borghese”.

La alienación del esclavo o del siervo de la gleba son ciertamente distintas de la del obrero asalariado (el siervo entrega su corvée; el esclavo es mercancía; el asalariado vende su mercancía; su fuerza de trabajo), pero no por ello dejan de ser alienación. Igualmente, en la sociedad primitiva, como escribe acertadamente E. Mandel, “el individuo suministra directamente trabajo social. Está armoniosamente integrado en su medio social, pero si parece estar “plenamente desarrollado” no es sino por el hecho de la estrechez extrema de las necesidades de que ha tomado conciencia. En realidad, la impotencia de los hombres ante las fuerzas de la naturaleza son fuentes de alienación, sobre todo social (de sus posibilidades objetivas), ideológica y religiosa”. CF: E: Mandel basa sus afirmaciones en textos de los Grundrisse. En uno de esos textos Marx calificade “ridícula” la pretensión corriente en ciertos utopistas de volver a la presunta “plenitud original” de la sociedad primitiva, en la que la alienación religiosa era omnipotente.

[12]K. Marx, Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie. Marx-Engels-Lenin. Institut. Moscú, 1939, p. 716.

[13]K. Marx. Oeuvres, ed. cit., vol. I, pp. 284-185. Rubel anota significativamente: “C’est là, dite d’un ton glacial, la protestation indignée contre le ‘travail aliené’ “ (Ibid., p. 1.605).

[14]Ibid., pp. 294-295.

[15]K. Marx, Das Kapital, en Marx-Engels Werke, Dietz Verlag, Berlín 1959-62, tomo XXIII, página 208.

[16]K. Marx, Theorien uber den Mehrwert (3 vols.), en Marx-Engels Werke, vols. 26., I, 26. II y 26. III, Dietz Verlag, Berlín, 1965-68 cit. vol. III, p. 447.

[17]Ibidem, v. III, p. 489.

[18]Ibidem, v. III, p. 493.

[19]Ibidem, v. I, pp. 21-22.

 

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