Trayectorias de vida
Steven
Rose
- Observación e
intervención
- Como sabemos lo
que sabemos
- El triunfo del reduccionismo
- Genes y organismos
- Trayectorias de vida
- ¿Darwinismo universal?
- Más allá del
ultradarwinismo
- Conclusión
El entusiasmo actual
por las explicaciones biológicas
deterministas de la condición
humana se remonta a finales
de la década de 1960. La posición
de la biología determinista
se puede sintetizar en la pegadiza expresión “el gen egoísta”, un punto
de vista que caracterizamos
en este libro como ultradarwinista.
Pero para criticar los argumentos de los reduccionistas,
debemos presentar un marco alternativo coherente dentro del cual se puedan interpretar los procesos vivos. Para lo cual se trata de lograr varios objetivos:
- Transmitir
lo que significa pensar como un
biólogo acerca de la naturaleza de los procesos vivos.
- Analizar los alcances y las limitaciones de
la tradición reduccionista.
- Ofrecer una perspectiva biológica, que yo
llamo “homeodinámica”, que trasciende el reduccionismo genético al colocar al
organismo en lugar del gen en el centro de la vida.
No somos
organismos vacíos, espíritus libres restringidos solamente por lo límites de la
imaginación, como piensan algunos filósofos. Pero tampoco somos solamente máquinas replicadoras
de ADN. Somos producto de la dialéctica constante entre “lo biológico” y “lo social”. La
biología se ha desarrollado a la sombra de la física .Hay una jerarquía de las
ciencias donde la física es la base de la pirámide, pero no podemos explicar
todo con la física solamente, necesitamos todos los puntos de vista. Ocurre lo
mismo con las diferentes ramas de la biología: No se puede explicar todo con la
bioquímica. Hay otro concepto importante en la biología que es el de estabilidad,
fue introducido por el médico francés Claude Bernard. Autopoyesis: “la
propiedad central de todas las formas de vida es la capacidad y necesidad de
construir, mantener y preservarse, un proceso denominado autopoyesis”. Toda
ciencia depende de la interacción entre la observación la experimentación y la
teoría.
Observación e
intervención
La observación no
es algo objetivo, depende de la persona que la lleva a cabo, la mirada jamás es
neutra, y durante toda nuestra vida aprendemos ha observar a través de modelos,
o de nuestra experiencia. Todo el mundo ha experimentado alguna vez “el efecto
cóctel”: estando en una reunión donde haya mucha gente y distintas
conversaciones a la vez, seremos capaces de reconocer nuestro nombre por encima
de cualquier otro ruido. Estamos por lo tanto estamos predispuestos a gustar,
oler, sentir, oír y ver determinadas
cosas y no otras. Otro ejemplo famoso es
el de las manchas que nos muestran los psicólogos, cada persona ve figuras
distintas dependiendo de las experiencias vividas por ella.
Después para
estudiar algo debemos intervenir: el mundo real tiene demasiadas variables para
poderlo estudiar en su totalidad. Debemos por lo tanto fijar algunas y analizar
el comportamiento de otras, como ha expuesto Francis Bacon en el siglo XVII.
Pero esta metodología reduccionista resulta ineficaz, o incluso en algunas
ocasiones engañosa. Esta es la causa por la que algunos experimentos famosos
han fracasado (simios de Zuckerman).
Una de las
necesidades para realizar experimentos es el empleo de analogías, pero no
debemos confundirlas con las metáforas.
Como sabemos lo
que sabemos
La observación y
la experimentación son necesarias para obtener conocimientos sobre el mundo,
pero estos no están lejos de los prejuicios e imperfecciones humanas.
Para empezar el método ha evolucionado a lo
largo de la historia: con Bacon llegó la inducción, hacemos hipótesis y
realizamos pruebas para confirmarlas, pero no siempre encontrar esas pruebas
quiere decir que la hipótesis sea cierta. Popper introdujo por ello la
deducción, donde buscamos pruebas para
refutar la hipótesis: “no hay verdades absolutas sino hipótesis provisorias”.
Tampoco esto resuelve los problemas de todas las teorías (en tal caso la
evolución tendría que ser considerada como acientífica). Es la razón por la
cual Thomas Kuhn propuso el concepto
de “paradigmas” que son modelos de
pensamiento.
Además
la ciencia no es neutral: sus paradigmas se han desarrollado para
contestar a la necesidad de una determinada época; los factores sociales,
económicos y culturales juegan un papel importante también; y por fin los
resultados dependen muy estrechamente de las personas que investigan
(prueba de ello son las diferencias
obtenidas por hombres y mujeres sobre un mismo tema).
Es importante
también la influencia de la tecnología, que ha permitido grandes desarrollos de
la ciencia en particular de la biología, aunque también condiciona nuestra
mirada.
Finalmente debemos considerar que la ciencia y en
particular la biología no hace más que contestar a preguntas a las cuales
respondía la religión en épocas pasadas. Por consiguiente las hipótesis
dependen mucho de la sociología (entorno, situación, cultura, experiencia,
ideología....).
El triunfo del
reduccionismo
En otro de sus
libros: “Not in our Genes” desarrolla una crítica sobre el reduccionismo: la
ciencia moderna es heredera del
materialismo mecanicista del siglo XIX, a su vez vinculado ideológicamente con
una etapa determinada del desarrollo del capitalismo industrial. Hoy en día el
reduccionismo característico de los biólogos orientados hacia lo molecular, es
considerado algo natural. La metodología reduccionista simplifica y permite
generar cadenas aparentemente lineales de causa efecto, pero no es siempre el
caso: las variables están a menudo acopladas interactivamente. Pero dentro de
ciertos límites los experimentos son eficaces y se confirman los pronósticos
sobre el mundo. Por eso es un método empleado en todas partes, aunque tenga sus
puntos débiles. Aunque el mundo sea una unidad ontológica, la mejor forma de explicarlo es utilizar la
diversidad epistemológica que existe ( una explicación solamente sobre los
niveles inferiores –a nivel molecular por ejemplo- no es suficiente ).
Genes y
organismos
La genética nace
en 1802 con el descubrimiento de Mendel de la existencia de proporciones
hereditarias para algunos caracteres fenotípicos (cualquier carácter observable
o mensurable del organismo, o incluso una conducta). Pero sus trabajos caen en
el olvido, y no son recuperados hasta el siglo siguiente, cuando Bateson recurre a ellos para explicar los genes y los
fenotipos. Según avanzamos en la historia aparecen dos definiciones de gen, la
primera establece que es una entidad
abstracta determinante de un carácter fenotípico, y la segunda afirma que es
algo material que ocupa un lugar definido en el cuerpo, y que se transmite
físicamente. Pero para los genetistas, sólo existen genes y fenotipos: no hay
trayectoria de vida. Además debemos tener cuidado con expresiones como “genes
para” que son solamente una expresión abreviada pero engañosa para la gente en
general, puesto que diferentes genes y
el ambiente actúan para dar un carácter fenotípico. Entonces hablar de un gen
responsable “de” una enfermedad es solamente una concepción simplista. Asimismo
los patrones de transmisión de un gen son imprevisibles y parecen depender de
otros factores, ya sean sociales, económicos, psicológicos o biológicos. En los años 50 se encuentra la molécula de ADN y los genetistas piensan haber encontrado
el lugar de los genes. Este
sería una secuencia de nucleótidos (constituyentes del ADN ), donde se “lee” la información para constituir las proteínas de nuestro organismo. El problema es que el ser humano tiene 3000 millones de nucleótidos, y solamente 90 se utilizan para sintetizar las proteínas, es decir que no conocemos la utilidad de más del 95 % de nuestro ADN. Otro problema añadido es que en la sintetización de una proteína se emplean distintos trozos de ADN situados en diferentes sitios de la doble hélice. También
existen genes que pueden saltar de una zona del ADN o del cromosoma a otra. Por consiguiente la definición de gen como
“filamento del ADN en el cromosoma” no es apropiada. Todo esto nos debe llevar
a considerar el genoma mas como un fluido, que como algo estable,
interaccionando dinámicamente y constantemente con el medio celular. El ADN
para replicarse necesita muchas cosas: un medio adecuado, sustancias, permisos.
Las trayectorias
de vida del individuo requieren
algo más que una mezcla
de ADN.
Los genes son entidades parcialmente determinadas dentro del genoma; la mayoría de los genes no siguen
las proporciones de Mendel sino
que se modifican a diversos niveles: a la constitución del genoma, con el medio celular, con el medio extracelular y con el ambiente exterior al organismo; y como explicaba Dobzhansky en 1950: “la expresión
fenotípica de un gen posee una amplia
gama de variaciones, de acuerdo con el medio en el cual se expresa”.
Trayectorias de vida
Los organismos
no son seres en dos dimensiones
como podemos ver al microscopio sino organismos en cuatro dimensiones. No debemos olvidar la tercera dimensión espacial ni la cuarta temporal: en efecto existen intercambios entre el medio externo e interno y todos los organismos se adaptan según el medio en el que están. Evolucionan para adecuarse a su medio y
este evoluciona para adecuarse al organismo que lo habita. El límite entre el
organismo y el medio no es rígido y el organismo no responde pasivamente a su
medio. Todos son protagonistas activos en su futuro. No debemos olvidar tampoco
el papel que juega el azar.
Los organismos no
son fijos tampoco. Se destruyen y reconstruyen constantemente, su temperatura
varía, las concentraciones de cada producto también, en resumen el organismo es
una entidad homeodinámica. Es el proceso ha encontrado la naturaleza para
estabilizarlo. Además existen cadenas y ciclos de reacciones complicados,
componentes internos de regulación y vigilancia de lo que entra y sale, que
hacen que aunque cambiemos una pequeña variable el sistema se quede estable.
Los factores para crear estructuras son entonces los genes, la acción del
medio, y el resultado del autopoyesis propiedad de autoconstrucción. Las
trayectorias de vida no están insertadas en los genes: su existencia implica
una homeodinámica, sus cuatro dimensiones que se construyen de manera
autopoyética.
¿Darwinismo
universal?
Desde su
libro en 1859 “el origen de
las especies” Darwin ha sido
objeto de numerosos artículos. Hoy en día podemos ver
justificaciones darwinistas en sectores
tan diversos como el de psicología o el de la economía. Su teoría está
difundida a tal punto que aparecen postulados simplistas sobre ella:
“neodarwinistas” o “ultradarwinistas”. Vamos a exponer de manera más clara por
lo tanto los descubrimientos asociados a
la evolución, porque como dice Dobzhansky: “Nada en la biología tiene sentido
sino a la luz de la evolución”.
Antes la visión
del mundo ere bíblica. Luego en el siglo XVIII el “Iluminismo” llega con los
grandes sistematizadores y clasificadores. Ellos empezaron a clasificar las
diferentes especies y a formar una escala de perfección: la “Gran cadena del
ser” desde la más humilde al hombre. Pero con la revolución industrial,
llegaban pruebas de que las especies habían evolucionado (fósiles...), y ahí
empezaron las teorías. La primera fue expuesta por Lamarck: “Cada criatura
trata de sobrevivir, y con ese fin se esfuerza para mejorar su destreza y
capacidad”, teoría que fue la burla de los darwinista durante un siglo. Pero la
que tuvo más éxito fue la de Darwin que propuso un proceso de selección
natural:
1) Los semejantes
paren a sus semejantes con variaciones.
2) Algunas
variedades son mas favorables
3) Todas las
criaturas producen mas descendientes que los que pueden sobrevivir para
procrear a su vez
4) Las variedades mas favorecidas tendrán mayor
probabilidad de sobrevivir para procrear
5) Por lo tanto, en la generación siguiente
predominara la variedad más favorecida
6) Así, las especies tenderán a evolucionar en
el tiempo.
Esta ley es
universal para la biología y se aplica tanto a los organismos vivos como los
virus informáticos...
El darwinismo hizo
cambiar las ideas: las especies no son inmutables, y el ser humano no es la
cumbre de la creación. No hay inferior o superior, solamente organismos
sobreviviente. Si existe una escala, sería la de la complejidad (aunque sería
difícil de medir pero es claro que un organismo unicelular es menos complejo
que uno multicelular). Y aunque se haya dicho que la evolución avanza hacia la complejidad, parece que
existen especies que se acomodan bien a esa “simplicidad”.
La genética ha
dado un nuevo impulso a la teoría de Darwin explicando los mecanismos de
preservación y perpetuación. Así que en los años 30 se hicieron 2 síntesis de
las teorías de Darwin y Mendel por Fisher y Haldane de una parte, y por Wright
de otra. Esta síntesis se llamará neodarwinismo o teoría sintética moderna. Sin
embargo desvíos simplistas ocurrieron: por ejemplo el cálculo de heredabilidad.
Método utilizado al principio para ver en las plantas si la acción de los genes
predominaba sobre la del ambiente, fue muy difundida (y sigue siéndolo) en
otros sectores donde no se puede aplicar, y eso por muchos razones: primero, el
calculo estadístico empieza haciendo la hipótesis que la variable heredabilidad
no está acoplada con la del ambiente (eso funciona solamente en casos
especiales y muy poco numerosos). Además el resultado no se aplica a un
individuo sino a una población (eso está bien para la agricultura pero es
inadecuado para el ser humano). Los psicometras han desviado este método pero
no funciona además de ser socialmente y políticamente perniciosas. Pero como
viene de las matemáticas, parece irrefutable.
Y si se han dicho
que se podía explicar toda la selección natural con los genes, no se debe
olvidar que algunas explicaciones son poco convincentes serían necesarios
experimentos. Como la adaptación de la explicación de la selección sexual de
los animales, a los seres humanos, olvidando los factores sociológicos,
culturales, históricos... O la explicación de la conducta altruista (que a
priori va en sentido contrario a su interés genético).
Más allá del ultradarwinismo
Ahora es el momento de refutar este ultradarwinismo. Para ellos, el propósito de la vida es la reproducción,
la de los genes insertos en los “torpes
robots” que son los organismos
vivos. Esos genes son rígidos no tienen
nada que ver con el flujo
que hemos expuesto. Y para explicarlo,
han formado una especie de metafísica genética donde los genes son una mezcla de las ideas del economista Hobbes (cada uno está
en competición con otro
para sobrevivir) y las de otro economista
Smith (hay una mano invisible que dirige el mercado).
Después explican lo que se puede llamar
el preformismo: todos somos producto de nuestros genes; pero esos genes no son los de los bioquímicos
sino los de los sociobiólogos,
cuya preservación y transmisión es una pura abstracción.
Pero el gen
individual no es el único nivel en el cual se produce la selección. Debido a
que los genes se encuentran en los genomas y éstos en las células en desarrollo
dentro de organismos multicelulares, la relación entre el gen A y el fenotipo A
no es lineal y cada nivel de organización, incluso cada momento de desarrollo
durante la trayectoria de vida del individuo, ofrece una oportunidad para que
actúe la selección. Además hay relaciones de poblaciones difícil de pronosticar
(algunas especies coevolucionan por ejemplo); y aislar de la red evolutiva un
solo actor, sea gen u organismo, como determinante singular del cambio, es tan
difícil como aislar una sola enzima de la red metabólica que constituye la
célula; cualquier intento de aislarlo es una forma de reduccionismo que
confunde el método con la teoría.
Además la
selección natural no es la única fuerza motriz del cambio evolutivo. El azar
también juega un gran papel: los dinosaurios, tan fuertes eran, no resistieron
al impacto de un meteorito; hemos encontrado fósiles con 5 ojos (¿cúal es la
necesidad de cinco ojos?); a la luz de la historia biológica, el hombre es
solamente un accidente.
Luego los
organismos no son infinitamente flexibles al cambio como lo piensan los
ultradarwinistas. La adaptación responde a las leyes de la física y química o
restricciones estructurales por ejemplo, y no lo inverso.
Por fin, los
organismos no responden pasivamente a las fuerzas de la selección; participan
activamente a su propio destino. Por ejemplo no aguardan la “inspección” del
medio sino que trabajan de manera activa para elegir y transformar su medio,
ajustarlo y apropiarse de él para sus propios fines.
Y cuando buscamos
el origen de la vida escrutamos todos
los procesos vivos, y llegamos al ARN y ADN, podemos decir que cumplen un
función vital en la célula y, a la limite, que son el origen de la vida. Pero
no podemos decir que son linealmente deterministas. La vida es autopoyetica,
autogeneradora, autodesarrollada y autoevolutiva. El ADN puede ser considerado
como un guión, pero no para determinar su vida futura sino para registrar vida
antigua.
Conclusión
Nuestra historia
da forma a nuestro conocimiento y la biología no es una excepción. Todos
nuestros conocimientos derivan de pensamientos, orientaciones e ideologías del
pasado. Vivimos además en un mundo que constituye una unidad ontológica, pero
que abordamos (o debemos abordar) con una diversidad epistemológica. Existen
diferentes niveles de organización, diferentes idiomas, diferentes
epistemologías; no se puede reducir uno por otro (por ejemplo no se puede
reducir la ecología a la genética) y cuidado cuando empleamos uno por otro (por
ejemplo hablar de un gen homosexual es hablar de un carácter social con las
palabras de un genetista). Debemos también tener en mente que los fenómenos,
sobre todo en biología, son complejos, las causas múltiples; y a veces si
queremos explicar un fenómeno, debemos buscar causas determinantes: la genética
no debe buscar soluciones cuyos problemas son sociológicos. Luego los
organismos vivos son criaturas autopoyeticas, que son hechas para ser y
devenir, y son sistemas abiertos donde existe una democracia molecular (y no
una dictadura del gen). Hay una interpenetración entre el medio y el organismo,
y ambos son homeodinámicos (y no estáticos). Por fin, la evolución tiene
restricciones (todos los cambios no son adoptivos, los organismos seleccionan y
modifican su medio, la evolución no es infinitamente flexible...) y el pasado
es la clave del presente: “nada tiene sentido sino a la luz de la historia”.
En resumen, la vida construye
su propio futuro.
* Steven Rose,
Neurobiólogo. Catedrático de biología y director del Centro de Investigaciones
sobre el Cerebro y la Conducta de la Open University del Reino Unido