Neil deGrasse Tyson & Donald
Goldsmith
Orígenes: catorce mil millones de años de evolución cósmica
Una
reflexión sobre los orígenes de la ciencia y la ciencia de los orígenes.
Ha
surgido, y sigue floreciendo, una nueva síntesis de conocimiento científico. En
los últimos años, las respuestas a preguntas sobre nuestros orígenes cósmicos
no han llegado exclusivamente desde el ámbito de la astrofísica. Trabajando
bajo el paraguas de campos emergentes con nombres como astroquímica,
astrobiología o física de las astropartículas, los astrofísicos han admitido
que pueden sacar un gran provecho de los avances de otras ciencias. Recurrir a
múltiples ramas de la ciencia para responder la pregunta «¿De dónde venimos?»
ofrece a los investigadores una amplitud y una profundidad de percepciones
antes insospechadas sobre el funcionamiento del universo.
En Orígenes:
catorce mil millones de años de evolución cósmica, introducimos al lector
en esta nueva síntesis de conocimiento, la cual nos permite abordar no sólo el
origen del universo, sino también el origen de las estructuras más grandes que
ha formado la materia, el origen de las estrellas que iluminan el cosmos, el
origen de los planetas que ofrecen los lugares más adecuados para la vida y el
origen de la vida propiamente dicha en uno o más de esos planetas.
Los seres humanos continúan
fascinados por el tema de los orígenes por muchas razones, tanto lógicas como
emocionales. Difícilmente podemos comprender la esencia de algo si no sabemos
de dónde procede. Y todas las historias que escuchamos sobre los orígenes
engendran en nuestro interior hondas resonancias. Debido al egocentrismo que la
evolución y la experiencia en la Tierra nos han inoculado en la médula, al
contar la mayoría de las historias sobre el origen nos hemos centrado, como es
lógico, en episodios y sucesos locales. No obstante, gracias a cada avance en
el conocimiento del cosmos sabemos que vivimos en una mota cósmica de polvo que
gira alrededor de una estrella mediocre de la periferia de un tipo corriente de
galaxia, una más entre los cien mil millones de galaxias que pueblan el
universo. La noticia de nuestra irrelevancia cósmica desencadena en la psique
humana impresionantes mecanismos de defensa. Muchos nos parecemos, sin darnos
cuenta, al hombre de la historieta que contempla el cielo estrellado y le dice
a su compañero: «Cuando miro todas esas estrellas, me asombra lo
insignificantes que son».
A lo largo de la historia,
las distintas culturas han elaborado mitos de la creación según los cuales
nuestros orígenes son el resultado de fuerzas cósmicas que forjan nuestro
destino. Estas historias nos han ayudado a mantener a raya la sensación de
insignificancia. Aunque normalmente los relatos sobre los orígenes empiezan con
un cuadro general, bajan a la Tierra a una velocidad pasmosa; pasan como una
flecha por la creación del universo, de todo lo que contiene, y de la vida en
el planeta Tierra para llegar a prolijas explicaciones sobre innumerables
detalles de la historia humana y sus conflictos sociales, como si de alguna
manera nosotros constituyéramos el centro de la creación.
Casi todas las respuestas
dispares a la cuestión de los orígenes aceptan como premisa subyacente que el
cosmos se comporta con arreglo a normas generales que se revelan a sí mismas,
al menos en principio, para que podamos examinar detenidamente el mundo que nos
rodea. Los filósofos de la Grecia antigua llevaron esta premisa hasta cotas más
elevadas al insistir en que los seres humanos son capaces de percibir el
funcionamiento de la naturaleza amén de la realidad subyacente a lo observado,
es decir, las verdades fundamentales que rigen todo lo demás..
DESCARGAR: Libro de Neil deGrasse
Tyson & Donald Goldsmith, Orígenes: catorce mil
millones de años de evolución cósmica, en:
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