Mitrofan Alexeiev

 

Método de Ascenso de lo Abstracto a lo Concreto*

 



(Primera parte)


A PESAR DE QUE EL PROBLEMA del ascenso de lo abstracto a lo concreto se planteó hace ya mucho tiempo en la historia de la dialéctica, aún no ha sido analizado de modo adecuado en nuestra literatura filosófica. No hay un solo artículo dedicado en especial a revelar su esencia y contenido, sin mencionar ya obras más extensas, no obstante su enorme importancia, tanto para explicar el método dialéctico como para resolver los procedimientos en estudios específicos de la lógica dialéctica.

        El insuficiente examen de esta importantísima forma del método dialéctico se pone en evidencia en especial al considerar que hace ya mucho tiempo se dieron brillantes ejemplos de su aplicación científica. Nos referimos a la Contribución a la crítica de la economía política y a El Capital de Marx, donde el ascenso se efectúa en forma clásica, al analizar una rama determinada del conocimiento: la economía política del capitalismo. En base a la experiencia de Marx, y utilizando las formulaciones metodológicas, los filósofos están obligados a desarrollar una teoría general, argumentada de manera multilateral, del ascenso de lo abstracto a lo concreto.

        En esta breve Introducción nos limitaremos a examinar solo algunos aspectos de este importante y complejo problema, puesto que nuestra tarea principal no es revelar el procedimiento del ascenso de lo abstracto a lo concreto, sino analizar la dialéctica inherente a las formas del pensamiento. Para ello recurriremos de continuo a El Capital y a la Contribución a la crítica de la economía política, debido a que no hay otras obras científicas en las que se haya aplicado el procedimiento aludido.

        Precisaremos en primer lugar los conceptos básicos. Los términos “abstracto” y “concreto” se emplean en la literatura filosófica con los más diversos significados, pero solo uno de ellos corresponde al procedimiento del que nos ocupamos. Este significado es el de “unilateral” y “multilateral”. Al analizar el ascenso de lo abstracto a lo concreto, entendemos como abstracto lo unilateral, incompleto, “pobre”; como concreto, por el contrario, lo multilateral, completo, “rico”. Lo abstracto aparece como un aspecto del todo; lo concreto, como varias, numerosas facetas del todo: es la unidad de la diversidad. Por consiguiente, dichos conceptos son categorías universales que abarcan toda la esfera del ser: la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Si bien este último es por sí mismo algo abstracto, en él se halla igualmente lo concreto. Ambas categorías existen en la naturaleza, en el ser. No es casual que Lenin dijera: “… La naturaleza es a la vez concreta y abstracta…” [Cuadernos Filosóficos] En la sociedad tenemos como ejemplo el trabajo abstracto y concreto establecido por Marx, tal como se manifiesta en toda economía mercantil, tanto en la economía mercantil simple como en la capitalista.

        Lo abstracto y lo concreto forman una unidad dialéctica: al mismo tiempo que se niegan y oponen entre sí, se implican y complementan. No existe lo abstracto sin lo concreto, ni éste sin aquél.

        Puesto que estos términos existen como una unidad indisoluble en todos los fenómenos de la realidad efectiva, el investigador se ocupa de ambos, aunque de distinta manera, al conocerlos. En su estudio de los objetos comienza por analizar lo concreto, separando los diversos momentos abstractos. Luego retorna a lo concreto, pero tomándolo ya como un todo compuesto y subordinado a leyes. El proceso del conocimiento, considerado en su conjunto, se divide en dos etapas: el movimiento de lo concreto a lo abstracto, y el inverso, de lo abstracto a lo concreto. Al mismo tiempo se efectúa la recreación de lo concreto y lo abstracto en el pensamiento mismo, cierto es que de un modo específico. Lo concreto en la realidad es el punto de partida para el conocimiento de la verdad, y lo concreto en el pensamiento, el punto final. Luego se hace posible la aplicación práctica de la verdad.

        El procedimiento ascensional que analizamos corresponde a la segunda mitad del proceso cognoscitivo: “lo abstracto-concreto”.

        Luego de haber establecido el concepto de lo abstracto y lo concreto, pasaremos a explicar el método de ascenso en cuestión.

        En la exposición de su esencia y contenido examinaremos los siguientes problemas: punto de partida (“comienzo”); etapas del ascenso y su resultado general; procedimientos lógicos que se aplican en el método ascensional; importancia del mismo.

 

A) Punto de partida del método

Toda investigación debe empezar por algo, debe tener su punto de partida. ¿Cuál es el del método ascensional? La investigación del objeto por este método no comienza simplemente por lo abstracto, sino por lo más abstracto. La categoría separada como punto de partida debe caracterizar al objeto de la manera más abstracta, más “pobre”. En el método explicado por Marx en El Capital y en la Contribución a la crítica de la economía política, este comienzo no es el dinero, ni el valor, ni el capital, sino la mercancía. Esta categoría, la más pobre de la producción burguesa, la caracteriza de modo más abstracto, y no expresa en absoluto sus caracteres específicos. Quien solo sabe que la producción burguesa está fundada en relaciones mercantiles tiene nociones muy deficientes sobre la misma. Por eso Marx comienza su estudio del capitalismo a partir de la mercancía.

        El comienzo metodológico no es solo la categoría más abstracta, sino también la más inmediata (se entiende, en los límites del sistema que se examina) y la más simple. Su inmediación consiste en que se manifiesta sin mediación alguna, no implica categoría alguna de otra especie. Para establecer relaciones mercantiles, por ejemplo, no es necesario ser capitalista, ni obrero, ni terrateniente, no hace falta tener máquinas, ni fábricas, ni bienes: solo hay que tener en propiedad alguna cosa y cambiarla por otra. La mercancía es, en este sentido, una relación directa. Pero al mismo tiempo es la relación más simple de la producción capitalista, porque está en la superficie y es visible para todos. En el capitalismo no hay nada más evidente que la mercancía (si bien ésta oculta en su seno el profundo secreto del fetichismo de las relaciones humanas, inaccesible al conocimiento corriente).

        Por otra parte, además de ser la categoría más abstracta e inmediata, el comienzo del método de ascenso tiene también la propiedad de ser la más general. El punto inicial del ascenso se abre paso por todas las otras categorías del sistema estudiado, está en la base de todas ellas, que sin él simplemente no existirían.

        Respecto de la mercancía como punto inicial de la producción capitalista, el propio Marx señala este rasgo del “comienzo”: “… la forma mercancía –dice– es la forma más general y rudimentaria de la producción burguesa…” [El Capital]. La mercancía, las relaciones mercantiles, son comunes a todas las otras relaciones de la sociedad burguesa: las que existen entre el vendedor y el comprador, el acreedor y el deudor, el capitalista y el obrero, el terrateniente y el arrendatario, etc. Son por ello las relaciones más universales.

        Lenin resumió muy bien los rasgos señalados del punto de partida (los de ser la categoría más abstracta e inmediata, más imple y general), en su aplicación a la economía política, con las siguientes palabras: “El comienzo –el ‘Ser’ más simple, común, inmediato, de masas: la mercancía singular (el ‘Sein’ en economía política)” [Cuadernos Filosóficos].

        Sin embargo, el “comienzo” no sería el punto inicial del ascenso de lo abstracto a lo concreto, si no tuviera además el rasgo esencial de ser el “núcleo”, la célula elemental del objeto estudiado.

        La “célula” que sirve de punto de partida es el origen del cual se desarrolla todo lo demás, lo que encierra las otras categorías del sistema, las condiciona y engendra de modo necesario. El comienzo del ascenso de lo abstracto a lo concreto debe ser tal “célula”, tal forma elemental. “La riqueza de las sociedades –escribe Marx– en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un inmenso arsenal de mercancías y la mercancía como su forma elemental. Por eso nuestra investigación arranca del análisis de la mercancía” [El Capital]. Aquí Marx se refiere en forma directa a la mercancía como célula de la producción capitalista, y de este modo fundamenta por qué comienza su análisis a partir de dicha categoría económica, y no de otra.

        Por consiguiente, no se puede tomar como punto inicial del ascenso de lo abstracto a lo concreto una categoría que no sea la célula del todo que se estudia. El rasgo principal y más distintivo del “comienzo” es quizá que concentra en embrión todas las contradicciones de que está colmado el sistema. Mas por lo común no se presta debida atención a este rasgo, a pesar de que desempeña un papel decisivo en el proceso de ascenso de lo abstracto a lo concreto.

        La existencia objetiva del “comienzo” determina su carácter contradictorio, pues, como es sabido, todo lo que existe objetivamente encierra contradicciones. Por otra parte, su papel de célula, de núcleo no desarrollado, explica de modo exclusivo por qué existen en él, como embrión, las contradicciones del todo. La necesidad de analizar en el “comienzo” todas las contradicciones del sistema tiene su origen en la esencia del ascenso de lo abstracto a lo concreto. Este procedimiento tiene la misión de reproducir toda la compleja dialéctica del objeto, la dialéctica en su integridad, para lo cual debe empezar por la contradicción más simple, encerrada ya en el punto de partida, pasando luego a otras más complejas.

        En este sentido también es un claro ejemplo el análisis marxista de la mercancía. Desde el primer momento Marx revela la contradicción interna que se da en la mercancía, en la que son opuestos contrarios el valor de uso y el valor de cambio. La investigación posterior muestra que esta oposición se acentúa sin cesar con el paso de una categoría a otra, transformándose en otra contradicción. La contradicción de la mercancía (negación) se resuelve en el dinero, la de éste en capital, etc. Pero de esto hablaremos después con más detalle.

        Vemos así que el punto de partida, o “comienzo” del proceso de ascenso de lo abstracto a lo concreto, se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales. Es la relación más abstracta, más inmediata y general del todo; encierra como en embrión, las contradicciones del todo; es el núcleo o forma elemental del sistema investigado. Estos son precisamente los caracteres con que Lenin determina el “comienzo” del proceso ascensional. “En El Capital –escribe– Marx analiza primero la relación más simple, más ordinaria y fundamental, más común y cotidiana de la sociedad burguesa (la mercancía), una relación que se encuentra miles de millones de veces, a saber, el intercambio de mercancías. En ese fenómeno sencillísimo (en esa ‘célula’ de la sociedad burguesa) el análisis revela todas las contradicciones (o los gérmenes de todas las contradicciones) de la sociedad moderna. La posterior exposición nos muestra el desarrollo (a la vez crecimiento y movimiento) de dichas contradicciones y de esa sociedad en la de sus partes individuales, de su comienzo a su fin.” [Cuadernos Filosóficos]. Después de esta afirmación, Lenin agrega: “Tal debe ser también el método de exposición (o estudio) de la dialéctica en general (porque para Marx la dialéctica de la sociedad burguesa es solo un caso particular de la dialéctica)” [Cuadernos Filosóficos]. Por consiguiente, lo que dice Lenin sobre el ascenso en El Capital (y precisamente de ello se trata, aunque no emplea aquí dicho término), se refiere al ascenso de lo abstracto a lo concreto en cualquier otra ciencia.

        Para establecer el punto de partida metódico, y por consiguiente para el movimiento en su conjunto, se necesitan diversas condiciones o premisas objetivas y subjetivas. Si éstas no existen, se torna inaccesible la tarea de descubrir el “comienzo” del ascenso con los caracteres indicados más arriba.

        Entre estas premisas se distingue y sobrentiende, en primer término, una de carácter objetivo: la existencia del objeto (sistema de objetos) cuyo comienzo se procura hallar. Además, el objeto debe estar desarrollado hasta que se descubran sus posibilidades reales, todas sus potencias. Solo en este caso el “núcleo” se revela de modo objetivo como embrión, como punto de partida del todo. Si no se cumple esta condición, el objeto no puede manifestar su categoría más universal.

        Con respecto a la mercancía como célula de la producción burguesa, Marx afirma claramente que solo cuando la fuerza de trabajo adopta para el obrero el carácter de una mercancía que le pertenece, el trabajo adquiere la forma de trabajo asalariado: “Con ello se generaliza al mismo tiempo la forma mercantil de los productos del trabajo.” [El Capital]. Esto significa que solo a partir de este momento la mercancía se convierte en célula de la producción capitalista y puede ser determinada racionalmente, sirviendo entonces como punto de partida para la investigación. Lo que Marx dice de la mercancía vale para cualquier otro “comienzo” del proceso ascensional.

        Entre las premisas subjetivas para la búsqueda de la “célula” cabe señalar en primer término el nivel de conocimiento científico sobre el objeto que se trata de investigar mediante este método. Hay que estudiar el objeto hasta poder determinar algunas de sus categorías más generales (así como en la economía política anterior a Marx, que fue el primero en aplicar el método, se habían separado las categorías del dinero, el capital, la renta territorial. El salario, etc.). Esta distinción de las categorías es imprescindible, porque sin ellas y sin una comparación con las mismas es desde todo punto de vista imposible establecer la “célula”. Su reconocimiento se realiza en el primer estadio del proceso cognoscitivo que denominamos antes el movimiento de lo concreto (realmente concreto) a lo abstracto, y que por su carácter es el estadio analítico. Resulta, pues, evidente, que sin movimiento de los realmente concreto a lo abstracto no se puede llevar a cabo el ascenso de lo abstracto a lo concreto en el pensamiento.

        Se entiende que para la búsqueda de la “célula” es de suma importancia el método dialéctico en su aspecto general y la habilidad del investigador para emplearlo como instrumento del conocimiento. Porque es evidente que sin el método dialéctico, o si el investigador no sabe aplicarlo correctamente, no se puede hablar en modo alguno de la determinación de la “célula”, del punto de partida.

        Tales son las premisas básicas para la búsqueda del “comienzo”, el punto de partida del ascenso de lo abstracto a lo concreto.

 

 

(Segunda Parte)

 

 

B) Etapas del desarrollo

 

CUANDO SE HA LOGRADO establecer el punto de partida, lo principal es desarrollar el sistema de categorías de la ciencia, o sea, revelar de modo sistemático las leyes objetivas a que se subordina el objeto. Esta es la parte más laboriosa del proceso de ascenso de lo abstracto a lo concreto.

 

        El problema fundamental que surge aquí es el de la iteración de las categorías, el orden en que se han de examinar los diversos aspectos del objeto. Este problema tiene suma importancia en el proceso general. La correcta iteración de las categorías torna clara y trasparente las más complejas y embrolladas relaciones de la realidad. “… los problemas económicos más complicados -dice Engels- se explican con una sencillez casi plástica, con sólo situarlos en su justo punto y en el lugar que les corresponde…” [Correspondencia sobre El Capital]. Por el contrario, la iteración incorrecta de las categorías torna oscuras las relaciones de esta realidad, ya de por sí complicadas. Destacando el orden rigurosamente determinado que sigue al investigar las categorías de la plusvalía y la cuota de ganancia, Marx escribe “… la cuota de ganancia es de fácil inteligencia tan pronto como se conocen las leyes de la plusvalía. Siguiendo el camino inverso, no se comprende ni l´un ni l´autre”. [El Capital].

 

        La ley general para investigar, y por consiguiente disponer las categorías en el estudio del objeto por el método ascensional, puede ser expresada de la siguiente manera: la categoría más abstracta debe preceder a la menos abstracta, la más concreta debe seguir a la menos concreta. Esta sucesión de las categorías está determinada en todo por la esencia del ascenso, como proceso de movimiento de lo abstracto a lo concreto.

 

        En El Capital las categorías tienen el siguiente orden: mercancía, trabajo, valor, dinero, capital, plusvalía, salario, etc. Esta ordenación no es en modo alguno casual: de acuerdo con el principio metódico que aplica, Marx coloca la categoría menos concreta antes de la más concreta (la mercancía es una categoría menos concreta que el valor; el valor lo es menos que el dinero, etc.). Aquí se destaca el siguiente hecho: si bien el trabajo es la sustancia del valor, que engendra la mercancía, y ésta es el resultado de dicho trabajo, Marx estudia al principio, no obstante, la mercancía y luego ya (sobre su base) el trabajo. Esto se explica porque la dualidad del trabajo está oculta en la de la mercancía; de modo que para revelarla es necesario revelar primero esta última. Así lo dice Marx: “… si la mercancía encierra el doble aspecto de valor de uso y valor de cambio, el trabajo por ella representado tiene que poseer también necesariamente un doble carácter…” [Correspondencia sobre El Capital]. Por consiguiente, no todo lo que forma la base objetiva de alguna otra cosa debe considerarse antes de esta última. Antes de la categoría del trabajo Marx estudia la del valor, porque sin ella no se puede comprender el dinero, que es una forma especial del valor. Luego, como el dinero es la forma general del capital, se lo estudia antes que éste. Sin dinero no existe el capital; históricamente la primera forma del capital es la monetaria. La tarea de explicar la fuente del capital requería el análisis de la plusvalía, lo que, a su vez, obligó a Marx a analizar la fuerza de trabajo y el proceso de su empleo. Tal es, en pocas palabras, la ordenación en el estudio de las categorías que aplica Marx en El Capital, y que está determinada en forma directa por el hecho de que sólo se puede comprender una categoría más compleja sobre la base de la más simple que la precede.

 

        Pero esta ordenación está determinada por el mismo objeto estudiado y las funciones de sus diferentes aspectos. De este modo, en el método ascensional la categoría de la mercancía debe preceder a la del dinero, y ésta a las de capital, plusvalía, salario, etc., puesto que es un reflejo lógico del desarrollo real de la producción capitalista, en que la fuerza de trabajo da origen a la plusvalía, y ésta al capital, así como sin mercancía no hay dinero y sin dinero no hay capital. Al señalar esta dependencia de la ordenación de las categorías con respecto a la realidad objetiva, Lenin escribe lo siguiente: “El cambio de mercancías expresa el lazo establecido por mediación del mercado entre los distintos productores. El dinero indica que este lazo se hace más estrecho, uniendo indisolublemente en un todo la vida económica de los distintos productores. El capital significa un mayor desarrollo de este lazo: la fuerza de trabajo del hombre se transforma en mercancía” [Lenin. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo].

 

        La dependencia de la ordenación lógica de las categorías respecto de la realidad objetiva no puede simplificarse suponiendo que el contenido de cada una de ellas refleja una etapa determinada en el desarrollo del objeto estudiado, y todas juntas la historia del mismo. Esto sólo puede tener lugar cuando se reproduce la historia del objeto mediante el ascenso, pero no en la reproducción del sistema desarrollado, de la estructura del objeto. “… Sería inadmisible -señala Marx- y erróneo tomar las categorías económicas en la sucesión de acuerdo con la cual desempeñaron históricamente un papel decisivo. Por el contrario, su sucesión está determinada por la relación que guardan entre sí en la sociedad burguesa contemporánea…” [Marx. Contribución a la crítica de la economía política].

 

        La mencionada ordenación de categorías en el proceso ascensional, en la que se refleja la vida del objeto que se investiga, conduce a un resultado determinado.

 

        Hay que tener presente que el resultado general, el resumen del ascenso y su punto final, no son en modo alguno lo mismo, como pudiera parecer a simple vista. El punto final del ascenso es, en la disposición sucesiva de las categorías, la última, y por lo mismo la más concreta. En El Capital de Marx esta categoría es la de las clases. En lo que respecta a los resultados del ascenso, es todo el resumen general del estudio del objeto por dicho método, todas las verdades alcanzadas mediante su realización, conjuntamente con los caminos que condujeron hacia ellas. En este resultado general entran, sin excepción, todas las categorías establecidas en el proceso del ascenso de lo abstracto a lo concreto, empezando por la primera y terminando por la última. Con respecto a El Capital, serán el resultado los tres libros: libro I, el proceso de producción; libro II, el de circulación; libro III, de producción y circulación en su conjunto. Interpretado en esta forma, dicho resultado se nos presenta como un sistema científico complejo, ordenado y rigurosamente demostrado.

 

        Esto revela un nuevo aspecto del ascenso de lo abstracto a lo concreto, que resulta así, no sólo un procedimiento determinado de estudio y exposición, sino también una estructura, un sistema ordenado de cierta manera para la investigación y la exposición. El ascenso incluye, tanto el método de la investigación como su resultado, el sistema; es la unidad de ambos.

 

(Tercera Parte)

 

 

C) Procedimientos lógicos del método

 

“El método de ascenso de lo abstracto a lo concreto –escribe Marx– es sólo el procedimiento con que el pensamiento asimila lo concreto, lo reproduce espiritualmente como concreto” [C. Marx. Contribución a la crítica de la economía política] Como es un método de esta índole, le son propios ciertos procedimientos lógicos de investigación, característicos y que sólo existen en él. Aplicar el método ascensional significa utilizar dichos procedimientos.

 

        Es cierto que el pensamiento que utiliza el método ascensional también posee y aplica otros procedimientos lógicos de investigación (estudiados por la lógica formal). Sin embargo, no son ellos los que forman los caracteres específicos del método ascensional. Los procedimientos más importantes de dicho método son los siguientes: el de investigar las contradicciones, el estudio lógico e histórico, el examen de los fenómenos en su aspecto puro, etc. Nos detendremos en los dos primeros.

 

        Se entiende que el procedimiento no investiga las contradicciones lógico-formales, sino las dialécticas, que se caracterizan por la existencia de dos aspectos opuestos en el mismo objeto. Estos aspectos son “momentos correlativos, indivisibles, que se condicionan el uno al otro, pero que al mismo tiempo son extremos opuestos que se excluyen recíprocamente” (Marx). Las contradicciones dialécticas son contradicciones internas del objeto estudiado, y por eso no hay que buscarlas fuera de él, ni entre el objeto dado y algún otro, sino en el propio objeto.

 

        Marx revela en El Capital la contradicción inherente a la mercancía misma, estableciendo sus dos factores: el valor de uso y el de cambio. Estos valores forman una contradicción real: el primero expresa en las mercancías lo singular y el segundo lo general. Esta es la primera regla para estudiar las contradicciones por el método ascensional.

 

        Después de establecer la contradicción, comienza el análisis separado de los aspectos opuestos que la constituyen. Primero se estudia un opuesto, luego el otro; por lo demás, el orden del análisis no es en modo alguno indiferente. El análisis del opuesto que en el objeto dado es idéntico al de otros, se efectúa en primer término. Tal será en la mercancía el valor de uso (que también existe en productos del trabajo que no son mercancías). Luego se analiza la oposición del objeto dado. Esta es en la mercancía el valor de cambio, que es, al mismo tiempo, la oposición fundamental. El valor de uso constituye la base natural del valor de cambio, y aparece como el “portador sustancial del valor de cambio”. Por este motivo Marx estudia al principio el valor de uso, y no el de cambio. Si hubiera empezado por este último, habría infringido la coherencia de su exposición, porque entonces hubiera debido retomar el valor de cambio para pasar al de uso.

 

        Tal es la segunda regla para investigar la contradicción por el método ascensional.

 

        Después de revelar la contradicción del objeto y de estudiar sus aspectos opuestos, corresponde establecer qué se oculta detrás de ella, o sea, cuál es su esencia y base interna.

 

        Marx pasa entonces del análisis de la contradicción de la mercancía a la del trabajo, señalando que la contradicción de la primera es sólo la expresión de la contradicción del segundo. La contradicción del trabajo, que origina la mercancía, consiste en lo siguiente: “El trabajo es siempre, en uno de sus aspectos, despliegue de fuerza humana de trabajo en sentido fisiológico; así considerado, como trabajo humano, igual a otro trabajo abstracto, forma el valor de la mercancía. Pero, a la par, el trabajo es siempre, en otro aspecto, inversión de fuerza de trabajo bajo una forma concreta, encaminada a un fin; y así considerado, como trabajo concreto, útil, produce los valores de uso” [C. Marx. El Capital, t. I] La esencia de la contradicción se revela así mediante el análisis de su manifestación interna.

 

        Esta es la tercera particularidad del estudio de la contradicción por el método ascensional.

 

        Una vez establecida la contradicción, analizados sus aspectos y descubierta la base desde la cual surge, comienza la búsqueda de cómo se resuelve. Esta etapa de la investigación de las contradicciones está determinada por la naturaleza misma del ascenso de lo abstracto a lo concreto como proceso, ante el cual se plantea la tarea de reproducir el objeto estudiado en toda su integridad dialéctica, y por consiguiente en toda su contradicción. Aquí es necesario considerar que resolver la contradicción no es en modo alguno conciliar los opuestos que la componen, sino conservarlos y desarrollarlos. Por consiguiente, si la contradicción se resuelve, esto significa que la lucha de las fuerzas opuestas ha adquirido una nueva forma de movimiento.

 

        Marx, al iniciar su estudio sobre la contradicción de la mercancía, señala cómo ésta se desarrolla con la aparición del dinero, con la trasformación del mismo en capital, qué forma adquiere este último en el contenido de la jornada de trabajo, etc. Muestra el desenvolvimiento de la contradicción con el ejemplo de las formas simple, desarrollada, universal y monetaria del valor. En la forma simple una mercancía se cambia por otra. Ya aquí la oposición interna, oculta en la mercancía, entre el valor de uso y el valor, se expresa a través de su oposición externa como relación entre dos mercancías, una de las cuales desempeña el papel de valor de uso y otra el de valor de cambio. “…La forma simple de valor de una mercancía –señala Marx– es, por tanto, la forma simple en la que se manifiesta la antítesis de valor de uso y de valor encerrado en ella.” [C. Marx. El Capital, t. I] En las formas desarrollada y universal del valor esta antítesis se ahonda cada vez más, la separación entre el valor equivalente y relativo aumenta sin cesar. “Pero en el mismo grado en que se desarrolla la forma de valor en general, se desarrolla también la antítesis entre sus dos polos, entre la forma relativa de valor y la forma equivalencial.” [C. Marx. El Capital, t. I] En el dinero, “forma abstracta y general de todas las oposiciones que implica el trabajo burgués” [C. Marx. Contribución a la crítica de la economía política], culmina la separación entre el valor y el valor de usos, al mismo tiempo que se ahonda también su contradicción como contradicción del acto del cambio. El dinero, surgido para facilitarlo, comienza a obstaculizarlo, pues divide el acto único del cambio en la venta y la compra. Con la aparición del dinero el comercio se bifurca en cambio por bienes de uso y cambio por el valor. Se desarrollan las contradicciones entre las funciones del dinero como medio de pago, de atesoramiento, etc. Sin embargo, las contradicciones inherentes a la mercancía alcanzan su máxima agudeza y complejidad cuando el dinero se trasforma en capital. Ahí adquieren un carácter antagónico claramente manifiesto, porque con relación al trabajo y el capital aparecen como fuerzas en pugna el proletariado y la burguesía. De este modo Marx observa cómo la contradicción implicada en el mismo punto de partida, la mercancía, el valor de uso y de cambio que, a su vez, expresa la del trabajo concreto y el abstracto, halla sus formas de movimiento en otras categorías de la producción capitalista.

 

        Con ello se manifiesta aún otro rasgo característico de la investigación de las contradicciones por el método ascensional: estas mismas se desarrollan de lo abstracto a lo concreto.

 

        La particularidad del segundo procedimiento lógico –revelar la ley y sus formas de manifestación– se origina también en la esencia del método ascensional, y está determinada por el carácter dialéctico de la relación mutua que existe entre estas categorías unidas a él (la ley y sus formas de manifestación).

 

        La ley es la conexión interna y necesaria que existe entre los fenómenos, es lo esencial que hay en ellos [C. Marx. El Capital, t. III]. Por este motivo nunca está en la superficie de los mismos. Descubrirlas en los fenómenos es tarea de la ciencia. “…es tarea de la ciencia –escribe Marx– reducir los movimientos visibles y puramente aparentes a los movimientos reales interiores…” [C. Marx. El Capital, t. III].

 

        Como en la realidad efectiva no existe jamás la ley en su aspecto puro, sino que sólo aparece en su forma de manifestación, el proceso del conocimiento científico, el descubrimiento de la ley, se divide en dos etapas. La primera guarda relación con el estudio de la superficie, de los fenómenos en los que se revela la ley. En esta etapa se debe establecer la ley misma penetrando en la esencia de los fenómenos, o sea, hallar detrás del aparente caos de eventualidades algo necesario, estable, esencial. En la segunda etapa se verifica la separación de la ley de las formas en que se manifiesta, explicando las particularidades del proceso según el cual la ley se revela. Esto es lo específico en el descubrimiento de la ley por el procedimiento de ascenso de lo abstracto a lo concreto.

 

        Veamos un ejemplo de El Capital.

 

        El hecho de que en la economía mercantil impera el valor era bien conocido antes de Marx (por el propio D. Ricardo, por ejemplo). Sin embargo, al autor de El Capital le corresponde el mérito de haber descubierto la ley del valor, que antes de él sólo constituía una serie de condiciones sin vigencia alguna en la práctica. Marx descubre dicha ley por el procedimiento que los matemáticos denominan “determinación mediante la abstracción”. Compara diversas mercancías y llega a la conclusión de que si pueden cambiarse entre sí es porque poseen  algo en común, que no puede ser el valor de uso, ni el color, ni el peso, ya que dichos caracteres son en ellas absolutamente distintos. Pero sí es evidente que el elemento común a las distintas mercancías consiste en que son productos del trabajo, a saber, del trabajo abstracto. Es valor es la materialización de dicho trabajo, y el cambio de las mercancías por el valor, o sea, conforme a la cantidad de trabajo socialmente necesario gastado en ellas, será la ley del valor.

 

        Al fundamentar de este modo la ley del valor, Marx parte del fenómeno del valor de cambio, del cual el precio, expresión monetaria del valor, es una forma particular. Empieza por la relación de cambio, en la que los valores de uso de una especie se cambian por los de otra. No olvida subrayar la diferencia entre valor de cambio y el valor, consistente en que “el primero de ellos se modifica de continuo, de acuerdo con el tiempo y lugar”. Con este descubrimiento de la ley (el valor) en el fenómeno (valor de cambio) finaliza la primera etapa del análisis. Luego comienza la segunda, no menos difícil: separar de la ley (valor) las formas en que se manifiesta (valor de cambio). Marx describe estas dos etapas de la investigación con las siguientes palabras: “Aquel algo común que toma cuerpo en la relación de cambio o valor de cambio de la mercancía es, por tanto su valor. En el curso de nuestra investigación volveremos de nuevo al valor de cambio, como expresión obligada o forma obligada de manifestarse el valor, que por ahora estudiaremos independientemente de esta forma”. [C. Marx. El Capital, t. I] Y en otro pasaje: “…Comenzamos estudiando el valor de cambio o relación de cambio de las mercancía, para descubrir, encerrado en esta relación, su valor. Ahora no tenemos más remedio que retrotraernos nuevamente a esta forma o manifestación o manifestación del valor”. [C. Marx. El Capital, t. I] La separación entre la forma del valor y el valor (o sea, entre el fenómeno y la esencia) se lleva a cabo en el parágrafo 3 del primer capítulo del tomo I de El Capital. Con respecto a la importancia de esta etapa de la investigación, Marx escribe: “Ahora bien, es menester que consigamos nosotros lo que la economía burguesa no ha intentado siquiera: poner en claro la génesis de la forma dinero, para lo cual tendremos que investigar remontándonos desde esta forma fascinadora hasta sus manifestaciones más sencilla y humildes: el desarrollo de la expresión del valor que se encierra en la relación de valor de las mercancías. Con ello veremos, al mismo tiempo, cómo se esfuma el enigma del dinero”. [C. Marx. El Capital, t. I] Y luego sigue la mencionada distinción entre las formas simple, desarrollada, universal y monetaria del valor. La forma monetaria del valor es el precio. Por consiguiente, el valor se manifiesta en el precio, y la ley del valor en las diversas fluctuaciones de los precios. Ya aquí se encierra la falta de coincidencia entre la forma de manifestación de la ley (el precio) y la ley misma (el valor), lo cual crea una antinomia insoluble para el investigador inexperto en la dialéctica, que separa el fenómeno de la esencia. Esta no coincidencia se pone de manifiesto en la transformación del precio en precio de producción. Veamos cómo ocurre esto.

 

        Según la ley del valor, las mercancías deben cambiarse de acuerdo con la cantidad de trabajo socialmente necesaria invertido en ellas. Entretanto, cada mercancía, tomada por separado, se vende, no por su valor, sino siempre por encima o debajo del mismo. Surge así una antinomia que los economistas burgueses trataron de resolver mediante el principio lógico-formal del tercero excluido, desechando una alternativa y conservando la otra. Este fue precisamente el camino tomado por D. Ricardo, quien partió de la noción de la coincidencia e indirecta del precio con el valor, pero al encontrar en la realidad casos que contradecían la ley del valor formulada por él mismo, la desechó y comenzó a sostener que el valor no se hallaba en modo alguno en la base del cambio de mercancías. Al señalar el error del método adoptado por los economistas burgueses, Marx escribe: “Inmediatamente se comprende el fundamento histórico de este modo de proceder, su necesidad científica en la historia de la economía, y también su endeblez histórica, que no estriba simplemente en la forma, sino que conduce, además, a resultados falsos, pues saltando por encima de los eslabones indispensables, pretende exponer directamente la concordancia de las categorías económicas.” [C. Marx. Teorías de la Plusvalía]

 

 

        Marx abordó de modo muy diferente el problema, pues, siguiendo el método dialéctico, consideró que la manifestación de la ley del valor y la propia ley no eran la misma cosa. Puso en claro que en las diversas ramas de la producción capitalista existe una estructura orgánica desigual del capital, por lo que hay también distintas cuotas de ganancia. La concurrencia de capitales determina una nivelación de la cuota de ganancia, estableciendo un promedio entre ellas. Sobre esta base se forma el precio de producción que, como es natural, se diferencia del valor. Además, la competencia de los productores de mercancías, que los obliga a expenderlas un poco más baratas para poder efectuar ventas, las fluctuaciones de la oferta y la demanda, etc., ahondan la diferencia entre el precio de la mercancía y el valor. Pero dicha discordancia no niega en absoluto la vigencia de la ley, pues ésta nunca es idéntica a las formas de su manifestación.

 

(Cuarta y Última Parte)

 

 

D) Importancia del método ascensional

 

El procedimiento de ascenso de lo abstracto a lo concreto debe reproducir el objeto como un todo único y al mismo tiempo dialécticamente dividido.  Su tarea es recrear, en forma coherente, desde el punto de vista teórico, el sistema integral del objeto. Al ascender de lo abstracto a lo concreto pasamos de una categoría a otra, de la inferior a la superior, las extraemos una de otra. Se crea así un sistema integral de conceptos unidos entre sí. Dicho nexo tiene un carácter necesario, excluye cualquier casualidad, y más aun toda arbitrariedad. La armonía de la ciencia alcanzada por el método ascensional, su desarrollo “en el nexo interno le es inherente” [Marx. Contribución a la crítica de la economía política] (Engels), supera a la armonía y desarrollo de cualquier teoría deductiva. No hay en aquélla las repeticiones que a veces se encuentran en la última. Este es uno de los aspectos importantes en el método ascensional.

 

        El método de ascenso convierte a la ciencia a la cual se aplica en una teoría rigurosamente demostrativa, porque cada una de sus tesis, cada categoría, siempre se demuestra, se fundamenta. En El Capital, estructurado por el procedimiento ascensional, no hay una sola categoría que no haya sido fundamentada. Marx basa el doble carácter de la mercancía en la dualidad del trabajo; la forma particular del valor, en la forma individual; la forma universal, en la particular. Cabe destacar que la demostración específica del proceso ascensional se diferencia de la formal, enseñada por la lógica común [Sin embargo, esto no significa que la demostración formal nunca se aplique en el proceso del ascenso]. Es por su esencia una demostración genética. En la lógica formal todo se reduce a aportar argumentos a la tesis que se intenta demostrar, mientras que lo principal de la demostración por medio del ascenso consiste en deducir una categoría de otra. Como resultado de esta demostración se considera la identidad genética de las categorías, así como su diferencia, lo cual no existe ni puede existir en la demostración común, lógico-formal. Cuando Marx establece la necesidad de la aparición del dinero a partir de la mercancía, lo que se lleva a cabo en el desarrollo de las formas del valor, revela, no sólo la identidad de ambos, demostrando que el dinero es una mercancía, sino también su diferencia, al precisar que éste no es una mercancía común. Como el dinero se extrae de la mercancía, y ésta es el fundamento del dinero, en la demostración por el método ascensional se efectúa una fundamentación recíproca de tipo especial: la categoría precedente sirve de base a la siguiente, y esta última a la precedente. Y aquí no hay círculo vicioso alguno.

 

        Señalemos de paso que en el procedimiento de ascenso de lo abstracto a lo concreto se plantea en especial, no sólo el problema de la demostración, sino también el de la determinación. La determinación, en el sentido corriente de la lógica formal (como definición), pasa aquí a un segundo plano; lo principal es el desarrollo de la esencia misma del objeto. No es fortuito que en El Capital, estructurado por el método ascensional, casi no haya definiciones. Marx, por ejemplo, no define el dinero como mercancía que cumple el papel de equivalente universal, pero lo extrae de la mercancía, demostrando que una vez separado del mundo mercantil, junto con sus propiedades universales, también adquiere otras específicas. Esto no es casual, pues a Marx le interesa el desarrollo dialéctico del objeto, y la forma de la definición, por su propia naturaleza, no es apta para expresarlo.

 

        Como hemos señalado, por medio del ascenso de lo abstracto a lo concreto el investigador revela las contradicciones internas del objeto, explica cómo surgen, en qué formas existen y cómo se resuelven. Esta investigación es lo principal en el método ascensional, pues dilucida la fuente del desarrollo dialéctico y del cambio. Este es también uno de los significados del método. Por lo demás, no sólo se estudian las contradicciones, sino también su desarrollo, como ya lo hemos indicado. De este modo, en el pensamiento del investigador se reproduce el complejo y contradictorio sistema del objeto, y éste mismo aparece como un todo orgánico y vivo. La revelación del sistema de contradicciones permite llegar a la esencia profunda de los nexos y relaciones de las cosas, que es, en general, el objetivo principal del conocimiento.

 

        Señalemos aún otro significado del método de ascenso de lo abstracto a lo concreto.

 

        Lenin indica en sus Cuadernos filosóficos que Plejánov transformaba la identidad de los contrarios, idea esencial de la dialéctica, en una suma de ejemplos, y que no la exponía como ley del mundo material y del conocimiento. Se dedicaba más a ilustrar la identidad de los contrarios por medio de ejemplos, que a revelarla como ley general, la más universal del ser. Un error análogo cometen nuestros filósofos, en cuyas obras, no sólo la ley de la unidad y lucha de los contrarios, sino la dialéctica en su conjunto, aparece a veces como una colección de ejemplos, y no como un sistema de leyes a las que se subordina todo lo que existe y su conocimiento.

 

        Para evitar los errores que señala Lenin, es necesario sustituir la ilustración de las diversas tesis de la dialéctica por la representación sistemática de las leyes dialécticas, a las que el mismo objeto estudiado se subordina. La dialéctica será entonces un verdadero instrumento, un arma del conocimiento. Pero la mejor manera de alcanzar dicha representación sistemática consiste en utilizar el método de ascenso de lo abstracto a lo concreto, como bien lo confirma El Capital.

 

        El último punto en el que nos detendremos brevemente, es el que se refiere a la posibilidad de aplicar este procedimiento en otras ciencias.

 

        Hasta ahora el método ascensional, en su aspecto científico, sólo fue aplicado por Marx a la economía política, y no conocemos otro ejemplo en que se haya empleado. Debido a esta circunstancia hay quienes se preguntan si no será este un procedimiento específico de investigación de fenómenos históricamente transitorios, como lo es, por ejemplo, el capitalismo.

 

        Para resolver este punto debemos partir de las siguientes premisas. A cada ciencia corresponde un objeto de estudio, que es de carácter dialéctico. En cada ciencia se puede aplicar el método dialéctico, y ésta es la esencia, el alma del procedimiento ascensional. Cada ciencia deberá presentar su objeto, tarde o temprano, como un todo dialéctico complejo, y esto sólo se puede llevar a cabo por el método ascensional. De aquí no es difícil concluir que no hay, en principio, nada que haga imposible la aplicación del procedimiento ascensional en otras ciencias. Es inaceptable la idea de que esta es una forma específica de estudio de los fenómenos históricamente transitorios.

 

        Ya hemos mencionado que la significación universal del “ascenso” de lo abstracto a lo concreto fue indicada con claridad por Lenin en el trabajo Sobre la dialéctica. Después de señalar que en El Capital, Marx analiza primero la “célula” de la sociedad burguesa, o sea, lo más imple, ordinario, frecuente, el “comienzo” de todas las contradicciones del capitalismo, Lenin concluye: “Tal debe ser también el método de exposición (o estudio) de la dialéctica en general …” [Lenin, Obras completas, t. XXXVIII].

 

        No obstante, al destacar que el método ascensional es aplicable en principio a todas las ciencias, debemos indicar una vez más las premisas y condiciones de esta aplicación.

 

        Es necesario, ante todo, que el objeto que se investiga ya esté formado y haya alcanzado su completa madurez. Sólo entonces se revela la “célula”, el punto de partida del ascenso. Antes de aplicar el método hay que realizar una gran labor analítica, separando algunas de las categorías más generales del objeto, incluso el “núcleo”. Su utilización implica también que el investigador tenga una visión dialéctica del mundo y sepa valerse de ella como método de conocimiento; no nos referimos con esto a la premisa sobrentendida de que el científico domine su material de estudio.

 

        Únicamente teniendo en cuenta estas consideraciones puede aplicarse con éxito el método ascensional, no sólo para sistematizar el material, sino para descubrir en el objeto leyes nuevas, aún desconocidas.

 

        Hemos expuesto el contenido fundamental del método de ascenso de lo abstracto a lo concreto. Debemos pasar ahora, utilizando dicho procedimiento, a la realización de nuestro objetivo principal: revelar la dialéctica del concepto, el juicio y el razonamiento. Esto será una tentativa de aplicar el método de El Capital a una investigación lógica concreta.

 

Nota

 

(*) Este escrito corresponde a la Introducción que lleva por título Método de investigación de la obra de Mitrofan N. Alexeiev Dialéctica de las Formas del Pensamiento. El texto se ha tomado de la Editorial Platina de Buenos Aires, 1964.

 

Fuente: creacionheroica1928.blogspot.se