¡Detengan el siglo. No estamos preparados!
Mi estrategia es reflejar que la
inmensa mayoría de la educación pública en ciencia, constantemente añorada en
las sociedades democráticas, aumentará hasta el nivel de supervivencia,
mientras meditamos sobre el tipo de sociedad que tendremos en el futuro.
Tomemos en cuenta esta cronología:
* Surgimiento
del planeta Tierra: hace 4,600 millones de años
* Primeras
bacterias procariotas: hace 4,200 millones de años
*
Bacterias eucariotas: hace 3,000 millones de años
*
Organismos pluricelulares: hace 600 millones de años
*
Homínidos: hace 7 millones de años
* Homo sapiens: hace 100,000 años
* Agricultura: hace 10,000 años
* Primera Ciencia: hace 3,000 años
* Ciencias Modernas: hace 400 años
*
Viajes en Reactores: hace 40 años
*
Internet: hace 15 años
Esta tabla es útil si intentamos
imaginar lo que pasará en los próximos 100 años. ¿Que descubrimientos o
inventos deslumbrarán, o quizás atormentarán, a nuestros graduados de IMSA
(Academia de Matemática y Ciencia de Illinois) y sus conciudadanos en el 2100?
¿Podemos confeccionar una lista? La tabla nos dirá que no podríamos, esto es,
¡los cambios en la capacidad del ser humano serán inimaginables!
Sabemos que las ciencias y la
tecnología son los motores que propician esta aceleración. Probablemente
podríamos hacer una lista de los conflictos humanos, el predominio de la
violencia, la creciente fragilidad de algunas sociedades y las consecuencias
letales de la guerra tecnológica, y llegar a una conclusión más aleccionadora
sobre como le irá a la humanidad en los próximos 100 años. Queda abierta una
interrogante acerca de cual será la lista que producirá las mayores
preocupaciones sobre el paso seguro de nuestros hijos y sus proles a través del
Siglo XXI.
Sin embargo, somos optimistas y al
menos debemos tratar de comprender las diferentes aristas del cambio, de modo
que seamos capaces de trazar estrategias para el firme desarrollo de la
humanidad. Si tenemos que prepararnos para las “inimaginables” transformaciones
que se avecinan en el todavía joven Siglo XXI, tenemos que apresurarnos...
Pero, ¿tenemos Tiempo?
Podemos recurrir a una metáfora
espantosa. Sería como si nuestros científicos y especialistas de la NASA
descubrieran un asteroide que se dirige contra el planeta Tierra. (Metáfora
asteroide) Las predicciones mejoran mientras pasan semanas de meticulosa
observación y trabajo computarizado. Los cálculos son más exactos en cuanto a
una colisión, dicen, en ¡dos años! ¿Estamos a tiempo de reaccionar? ¿Cuales son
nuestras posibilidades?, ¿Sembrar una bomba de fusión en un satélite Voyager
para destruir el asteroide? ¿Nos afectarán sus restos, actualmente hechos de
material radioactivo? ¿Podríamos aterrizar en el asteroide y desviarlo de su
curso?, ¿Tenemos Tiempo para analizar cuantitativamente estas y otras
soluciones?, ¿Podríamos detener el asteroide mientras pensamos? ¿Somos capaces
de frenar la marcha del Siglo mientras diseñamos una salida segura?
Esta metáfora es un fracaso porque la
solución al problema dependerá de la capacidad de un reducido grupo de
especialistas y la racionalidad de un número pequeño de dirigentes mundiales.
Sin embargo, con todas las promesas y peligros de los cambios en el Siglo XXI, el
programa para el desarrollo del género humano necesita del consenso de todos,
de ahí el alcance popular del tema.
No hace falta criticar el
desconocimiento de la sociedad norteamericana sobre las ciencias (¡en comités
internacionales, frecuentemente hay diferencias entre los observadores, quienes
plantean que sus ciudadanos son los más ignorantes!)
Los expertos que comprueban la
educación científica de la población cuentan deprimentes historias acerca de su
ignorancia. Hablan de carencia de disciplina y habilidad para seguir un
argumento lógico consecutivo que requiera de varios pasos. Se cuenta con
suficiente información para asegurarnos que los graduados del colegio
participen activamente en estas desalentadoras encuestas.
Las conclusiones de un informe de
Royal Society, Science Education in England and Wales, resultan aleccionadoras.
El impacto de la ignorancia acerca de la ciencia no es vocacional ni
profesional; incluso hay pérdidas más importantes.
El por qué tal desconocimiento es
peligroso, de que forma dificulta el avance económico y social, y como logra
que ciertos individuos se sientan enajenados e insatisfechos- y por qué esa
ignorancia tiene un mayor impacto en la sociedad, son tópicos a los cuales
deseo referirme. Sin embargo, esto hace más fácil mirar hacia el Siglo XXI y
decir que cualquier fracaso que se derive de este desconocimiento representará
nada si se compara con las expectativas de lo que se avecina en próximas
décadas.
Podemos dividir nuestro conocimiento
científico en tres grandes categorías: Materia, Mente, y Vida. Y estamos
aprendiendo rápidamente a organizar este trabajo para acelerar ampliamente los
adelantos científicos y tecnológicos. El físico Michio Kaku los describe como
baluartes de la ciencia construidos en el Siglo XX. Y lo que caracteriza a la
ciencia de hoy es la creciente fuerza del cruce de estas vastas categorías del
conocimiento.
Los más importantes descubrimientos
del Siglo XX: la mecánica cuántica, la relatividad, la tectónica de placas, la
Teoría de la Evolución de Darwin, la base molecular del ADN, la Teoría del Big
Bang sobre el surgimiento y evolución del Universo, están insertados en estas
tres columnas de la mente, materia y vida. Y el potencial para logros
posteriores aparecerá cuando seamos capaces de combinar y concentrar estos
baluartes.
Ahora trataremos de hacer conjeturas
sobre el siglo 21.
* La normal extrapolación de la
medicina incluye un desarrollo superior en el control del cáncer, las enfermedades
del corazón, Artritis y trastornos autoinmunes. Se prevé el aumento de la
longevidad humana y la clonación de seres humanos y bebés.
* La velocidad de las computadoras y
sus aplicaciones en la "Vida" pueden seguir incrementándose,
demostrando la creciente simbiosis de los tres pilares de la ciencia. La Ley de
Moore (duplicar la capacidad de los ordenadores cada 18 meses) se prolongará
hasta 2020. Cuando se llegue al límite de la cuántica, por ejemplo, los
transistores serán del tamaño de un átomo.
* Nuevas tecnologías sustituirán al
silicio: computadoras ópticas, moleculares y de DNA permitirán plazos hasta la
materialización de la promesa sobre computadoras cuánticas.
* Los ingredientes para influir en el
comportamiento humano se encuentran incluidos en esto, por ejemplo, la robótica
seguramente sustituirá el trabajo manual y todo lo que requiera de poco
pensamiento. El empleo dependerá cada vez más del nivel educativo.
* Los robots, movidos por computadoras
que pueden ser mil millones de veces más rápidas que las actuales, podrían
desempeñar cargos tan sorprendentes como legisladores, ejecutivos, etc...
Nuevas "nanotecnologías" podrían resultar en producción molecular-
por ejemplo, en lugar de plantar árboles para proveer madera para muebles, esta
podría ser construida molécula por molécula.
Por estas y otras muchas razones, los
ciudadanos deben comprender un poco el riesgo del cálculo y la probabilidad.
Lamentablemente, si el pronóstico del Tiempo da un 50 por ciento de
probabilidades de lluvias tanto para el sábado como para el domingo, muchos
llegan a la conclusión de que habrá un 100 por ciento de probabilidades de
lluvias durante el fin de semana. ¿Me siguen? Hay otra arista en esto -mientras
buceamos en este crujiente mar de cambios- se debe aclarar que los cambios que
sabemos hacer no tienen por qué ser los que debemos hacer, así el asunto se
convierte en: ¿Quién decide? ¿Los científicos e ingenieros que los inventaron?
¿Los empresarios que financiaron el trabajo? ¿O los funcionarios que los
fundaron? ¿Y la sociedad, que puede ser influenciada desfavorablemente? En
nuestra historia, los especialistas solían ignorar esta última posibilidad, a
veces por un buen motivo.
Ya hemos promovido la exigencia del
conocimiento básico en ciencia, haciendo mucho hincapié en la necesidad de que
ciudadanos dominen la ciencia. Como es lógico, reafirmamos también la necesidad
de que los empleos que no se basan directamente en la técnica recurran a la
habilidad científica, por ejemplo, en la ley, donde la tecnología
constantemente introduce nuevas problemáticas como la identificación de ADN,
memoria suprimida, etc. También en el periodismo, los negocios, la
publicidad...
Y el deseo de los trabajadores con
"habilidades pensantes críticas" es universal. Así, aparecen las
decisiones individuales que debemos tomar como miembros de una familia y de la
localidad en que vivimos. ¿Es seguro vivir cerca de una gasolinera? ¿Puedo
comer alimentos creados por la ingeniería genética? ¿Debo fumar? ¿Necesito
ejercitarme? ¿Debo permitir que mi hermana se case con un Físico? Me gustaría
agregar otra de las ventajas de una buena educación en ciencia, quizás más
sutil, pero para mí la más importante.
La ciencia es una forma de
pensamiento. Los teóricos aprendices la llaman la creación de un modo de ser
científico. Esto difiere bastante del pensamiento científico- eso es para los
científicos-. La "forma de pensar" debe prevalecer después que se han
olvidado todas las formulas y ecuaciones de las clases de Química, Física,
Biología y Geología de la secundaria. Esta cualidad puede ayudar en la rutina
diaria, leer el periódico, ver el noticiero nocturno, y debatir los problemas
más importantes con cónyuges e hijos.
Me atrevo ahora a mencionar otro
elemento relacionado con los estudiantes que son lo suficientemente afortunados
como para tener el profesor adecuado: como el caso del profesor de Inglés que
lloró frente a los alumnos mientras explicaba sonetos, o el de arte, quien se
deshizo en elogios para con la sabiduría irradiada en el rostro del Rabí
pintado por Rembrandt.
La Ciencia no es más que la elevación
del espíritu humano, a medida nos familiarizamos con los descubrimientos de
Copérnico, Galileo o Darwin. O quien estudia los increíbles descubrimientos de
los astrofísicos de nuestra nueva era: la historia de las microondas cósmicas,
la constante Hubble, y la Materia y la Energía Negra.
Estos momentos de Eureka están
presentes, por ejemplo, cuando nos enteramos que vivimos en un pequeño
fragmento de materia, en un planeta perteneciente a un sistema solar ubicado en
un lugar indefinido de una galaxia (La Vía Láctea) que tiene doscientos mil
millones de soles, y que a la vez es uno más de los trillones de galaxias que
existen. La ciencia ha desplazado a los humanos del centro del Universo. Pero
el Universo está lleno de hermosas estructuras dentro de un gran plan que está
siendo lentamente revelado. Indudablemente, el hallazgo de que estrellas
situadas a miles de millones de kilómetros de nosotros están compuestas por los
mismos elementos químicos del Sol, es un descubrimiento de gran envergadura.
Por eso, si nuestros cursos de
ciencias se tratan como parte de las humanidades, aprenderemos algo sobre los
científicos y nos enteraremos de que es la misma ciencia para la humanidad
entera. Que los niños en Calcuta y Nairobi; en Atenas y Chicago, tienen la
misma tabla en su laboratorio de Química: La Tabla Periódica de los Elementos.
Europeos, chinos, árabes y egipcios desarrollaron el conocimiento que contiene
la sorprendente tabla. Estos y otros muchos ejemplos reflejan la promesa de que
el conocimiento científico no tiene "dueño"; pertenece a todos
nosotros.
*Doctor en Ciencias Físicas. Entre
otros reconocimientos ha recibido el Premio Wolf y el Premio Nobel de Física.