Ravi
Mistry
Gandhi: los mitos detrás del Mahatma
Mahatma Gandhi, la figura destacada de la campaña nacionalista
india contra el dominio colonial británico en la India, es conocida por la
mayoría como un antiimperialista, cuyos métodos pacíficos, no violentos,
ayudaron a derrocar el dominio británico. Este mito ha sido perpetuado por
muchos. La verdad, sin embargo, es que traicionó a aquellos a los que inspiró
en la campaña de independencia, defendió abiertamente los intereses
imperialistas británicos, consolidó las desigualdades existentes, incluyendo la
discriminación de castas, raciales y de género y, en última instancia, su papel
ayudó a la desastrosa separación de la India con Pakistán.
Muchas de las controvertidas aseveraciones de Gandhi, como sus
comentarios abiertamente racistas sobre el estatus de los africanos, o el apoyo
que le brindó a los británicos en la guerra de los Boers, a menudo se asocian a
errores de juventud, que con el tiempo llegaría a rectificar. Esto se ha
exagerado enormemente, pues Gandhi mantuvo muchos de estos prejuicios a lo
largo de toda su vida, así como sus sistemáticos puntos de vista y acciones que
siempre estuvieron alejados del proletariado, ya fueran obreros contratados,
obreros industriales, “intocables” [la casta en la India que agrupa a los más
pobres y marginados, NdT], campesinos o africanos. Sería necesario analizar su
desarrollo político dentro de esta perspectiva.
Mohandas Karmadas Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en
Porbandar, una ciudad del entonces estado principesco de Kathiawar, en el
actual estado de Gujarat (India). Nació en el seno de una familia rica,
perteneciente a la casta Bania (comerciante). Se casó con Kastur Kapadia a la
edad de 13 años y se fue a estudiar a Rajkot. Su padre era el diwan (primer
ministro) de un rajá local (rey), así que la familia disponía de una situación
adinerada para enviar al joven Gandhi a Gran Bretaña, donde estudió Derecho en
el University College de Londres.
Gandhi pertenecía a la clase profesional educada británica, que
iba a dirigir la campaña india de la independencia en nombre de la burguesía
nativa. Los otros líderes famosos del movimiento de la independencia tomaron
una trayectoria similar, tal como Mohammed Ali Jinnah, Jawaharlal Nehru, R.
Ambedkar y Vallabhbhai Patel, por citar solamente algunos nombres.
Tratando de establecerse sin éxito como abogado en Bombay, aceptó
un trabajo en Natal, Sudáfrica, en la compañía india de un amigo empresario de
Porbandar, Dada Abdulla. Llegó a la edad de 24 años, en mayo de 1893, con un
contrato de trabajo de un año y un generoso salario de 105 libras, gastos de
manutención y pasaje de primera clase. Es aquí donde Gandhi se enfrentó al racismo
del Imperio de manera más palpable y donde primero desarrolló sus ideas de
protesta no violenta. Sin embargo, también fue aquí donde afloraron sus
prejuicios de clase y raciales contra sus compañeros indios y africanos,
apoyando lealmente los intereses imperialistas británicos.
La población de Natal en 1893 era de 584.326 personas, compuesta
por un 8% de blancos, 6% de indios y un 85% de zulúes. Gandhi experimentó
inmediatamente esta inestabilidad racial. Se le pidió que se quitara el
turbante cuando fue a la corte, a lo que se negó abandonando el edificio. Dos
semanas más tarde, protagonizó el famoso incidente en el que fue expulsado
forzosamente de un tren en Pietermartizburg por negarse a desalojar un vagón de
primera clase, porque un pasajero blanco desaprobaba compartir el compartimento
con un coolie indio (emigrante). Poco después, viajando en una diligencia, fue
golpeado por el conductor porque se negó a ceder su asiento a un pasajero de
piel blanca.
A Gandhi también se le negó la estancia en varios hoteles, tomando
conciencia rápidamente del estatus de segunda clase de sus compañeros indios en
la colonia. A los indios se les impedía caminar en las aceras y se los obligaba
a usar entradas en los establecimientos diferentes a las de los blancos. Estas restricciones
iban aumentando, especialmente porque la población blanca temía que los
inmigrantes indios compitieran con los negocios de los blancos y menoscabaran a
los trabajadores blancos. Desde el principio fue muy consciente de las
numerosas desigualdades que sufrían, no sólo los indios, sino también la
población indígena zulú.
En ese contexto, optó por posicionarse del lado de sus opresores,
mostrándoles lealtad y servilismo, y entrando en el juego paternalista blanco,
en lugar de atacar estas injusticias directamente con el fin de lograr la
igualdad con la población blanca del imperio. Intentó separar a los siervos
indios de los indios pequeñoburgueses y burgueses como él, a través de la
lógica del Imperio.
En uno de sus escritos de 1895 prometía lealtad a la Corona
británica en nombre de los indios y citaba las ideas de los archi-imperialistas
Cecil Rhodes y Lord Milner de «igualdad de derechos para los hombres
civilizados» para los propietarios indios. Los «hombres civilizados» no
incluían a los trabajadores migrantes que llegaron a Natal con contratos de
cinco años, sufriendo condiciones de vida y trabajo horribles, a quienes Gandhi
describió como «mis compatriotas mudos e indefensos». En diciembre de 1895,
declaró que los indios propietarios de bienes «no tienen ningún deseo de ver
puestos a los indios ignorantes, de quienes no se puede esperar que entiendan
el valor de la votación, en el “censo electoral”.
Este modo de separarse de otros grupos oprimidos es aún más claro
cuando se trata de la condición de los africanos. Gandhi promovió activamente
la segregación racial, ya que utilizó las ideas del siglo XIX sobre la raza
para afirmar que los indios descendían de los arios, lo que los separaba y
situaba por encima de los africanos. Gandhi creía que a los indios se los
maltrataba porque los blancos los veían de la misma forma que a los africanos,
por lo que hizo todo lo posible para separar a los indios de los africanos, y
así lo afirmó claramente:
«Los europeos desearían degradarnos al nivel del simple Kaffir,
cuya ocupación es la caza y cuya única ambición es acumular un cierto número de
ganado para comprar una esposa y, luego, pasar su vida en la indolencia y la
desnudez». (Obras Completas de Mahatma Gandhi, Vol. 1)
Gandhi ayudó a fundar el Partido Indio del Congreso de Natal en
1894, promoviendo dicha separación con la petición –que consiguió– de que
hubiera entradas diferentes para los indios en la oficina de correos de Durban.
Si antes había dos: una para los blancos y otra para los «hombres de color»,
ahora había tres: una para los blancos, una para los asiáticos y otra para los
nativos. De manera similar, en mayo de 1895, en una petición de los indios de
Transvaal al secretario colonial británico, Lord Ripon, sobre la cuestión de
los pasajes de primera y segunda clase para los indios en los ferrocarriles, se
lamentaba de que «los indios se agrupen en el mismo compartimiento con los
nativos».
Gandhi mantuvo estas observaciones y acciones durante su tiempo en
Sudáfrica. En respuesta a las apelaciones de la Liga Blanca contra la
inmigración india y la propuesta sobre inmigración china en 1903, declaró:
«Creemos también que la raza blanca de Sudáfrica debería ser la raza
predominante». Aunque algunos tienen en cuenta estas afirmaciones, a menudo se
dice que Gandhi cambió sus puntos de vista más adelante cuando inició su lucha
contra el Imperio, pero esto no es necesariamente cierto. Si bien defendió más
tarde el nacionalismo cultural africano, como vestirse con trajes africanos
nativos, también criticó a los socialistas indios por llevar a cabo una lucha
común con la causa africana, queriendo mantener separados los intereses de la
India.
Durante su época en Sudáfrica, Gandhi desarrolló y practicó el
método de «resistencia pasiva», con motivo de la promulgación de una serie de
leyes restrictivas que atacaban directamente los derechos de los indios. Una de
las más polémicas fue la llamada «Ley Negra» en Transvaal: con ella se
pretendía poner fin a la inmigración india y se obligaba a todos los hombres
indios mayores de 8 años a registrarse.
Cerca de tres mil indios se comprometieron a desafiar la ley
promulgada, sufriendo castigos de prisión repetidos durante el tiempo que
Gandhi trató sin éxito de negociar con el gobierno la retirada de la ley. Es
aquí donde Gandhi comenzó su campaña de resistencia pasiva. Miles de indios
fueron encarcelados. Sin embargo, iba a traicionar a aquellos que habían
sacrificado su poca libertad al aceptar un acuerdo mediocre con el general Jan
Smuts, líder de Transvaal, en las primeras muestras de llegar a una concesión.
Los indios ricos y educados quedaban exentos, el resto se registraría
voluntariamente en vez de ser obligados a hacerlo. Gandhi vio en esto una
victoria al no haber coacción y al considerar legítima la barrera de clases, ya
que no estaba basada en la raza. Provocó fuerte indignación entre las miles de
personas que se habían sacrificado sufriendo encarcelamiento.
Dichas leyes restrictivas continuaron existiendo, incluyendo un
impuesto anual de 3 libras y el no reconocimiento de los matrimonios no
cristianos. No estaba claro si los siervos indios [peones y trabajadores no
remunerados, NdE] y sus familias, los que vinieron después de 1895, tenían
plenos derechos de residencia; a los indios se les negaba el acceso al Estado
Libre de Orange (la actual provincia de Free State Province), y siguieron
imponiéndose estrictas restricciones al comercio, a las licencias y a la
inmigración. Gandhi, a pesar de haber estado al servicio de los británicos y
haber tratado de efectuar cambios, tanto constitucionalmente como a través de
actos de desobediencia civil moderados, no logró encontrarle una solución
concreta a ninguno de estos agravios y ataques a la comunidad india en
Sudáfrica.
En 1913, se aprobó otra ley de inmigración que restringía la libre
circulación de los indios, y a pesar del fracaso de las sucesivas campañas de
resistencia pasiva, la de 1913 resultó ser decisiva. Los partidarios de la
resistencia pasiva que sufrirían penas de cárcel incluían ahora a mujeres y a
más participantes en general; sin embargo, los mineros indios y los
trabajadores contratados libraron una lucha contundente para sorpresa de
Gandhi. A pesar de calificarlos de «ignorantes» y desconfiar de su poder
político, utilizó su apoyo junto al de los siervos, a medida que se extendía
una campaña de masas a través de todo el país contra los numerosos agravios.
Los disturbios, las huelgas de los mineros y de los siervos, la
resistencia pasiva, y la presión extranjera ejercida por blancos que les daban
su apoyo, obligaron finalmente al gobierno a otorgar concesiones. Finalmente,
se aprobó un proyecto de ley que derogaba el impuesto de 3 libras, legitimaba
los matrimonios no cristianos y el derecho de residencia durante tres años,
pero también dejaba a la policía libre de cargos por cualquier acto ilícito que
hubiera podido cometer durante la lucha. Otras muchas restricciones
permanecieron, entre ellas la de la entrada al Estado Libre de Orange, la
inmigración a Sudáfrica o las restricciones comerciales.
Hay que señalar que en esta lucha, Gandhi denunció la idea de que
los mineros indios se vincularan con los africanos. Al mismo tiempo, los
mineros indios dijeron no estar luchando con Gandhi, afirmando que él no era su
líder y, de hecho, actuaron al margen de su dirección, como la mayoría de los
trabajadores siervos. La resistencia pasiva sin el respaldo de la clase obrera
india no había conseguido nada previamente; Gandhi aceptó rápidamente las
mínimas concesiones para conseguir un acuerdo lo antes posible. Regresaría a la
India como un héroe, pero la gran ironía es que su mayor éxito fue debido a la
fuerza y solidaridad de la clase obrera india, no a la de los satyagrahi
(partidarios del “apego o devoción a la verdad”), aquellos que siguieron su
ideología puritana y dirección.
En 1909, en el viaje en barco de regreso a Sudáfrica desde
Londres, Gandhi escribe un texto con el título de Hind Swaraj, en el que
describe de manera concisa y clara sus puntos de vista filosóficos. Su
contenido es esencialmente utópico y reaccionario. Se posiciona contra la
civilización moderna, que representan los británicos, médicos, ferrocarriles y
abogados, y que describe como «el reino de Satanás», en contraste con la
«civilización antigua, reino de Dios».
Sostiene que para obtener el verdadero «Swaraj» (autogobierno), el
Estado no sólo debe ser reemplazado por los indios a todos los niveles, sino
que debe ser completamente transformado. Argumenta contra el aprendizaje de la
mayoría de las ciencias a favor de la educación religiosa, que debe ocupar la
mayor prioridad. A su vez, establece el camino de la resistencia pasiva
(‘satyagraha’) como medio para lograrlo, en contraposición con el armamento de
las masas, que es visto como una concepción extranjera europea. Afirma que la
resistencia pasiva requiere pobreza y castidad, para crear un cuerpo sin miedo
dispuesto a sacrificarse.
Casi todo lo que escribe en este libro está repleto de una gran
incoherencia, ya que Gandhi se benefició de una educación británica, viajó
ampliamente en ferrocarriles y barcos de vapor británicos y llegó él mismo a
ser abogado. Gandhi también frecuentaba los clubes coloniales donde buscaba el
apoyo para sus campañas y experimentos entre la clase industrial capitalista
nativa y simpatizantes europeos. La búsqueda de tal apoyo fue la razón por la
que él mismo se estableció en Ahmedabad, la capital industrial de Gujarat.
Entre sus compañeros nacionalistas, los puntos de vista de Gandhi expuestos en
Hind Swaraj resultaban extraños, reaccionarios y confusos.
Gandhi intentó poner en práctica su utopía filosófica creando
comunidades cooperativas (ashram), pero incluso a una escala tan pequeña fue
difícil su funcionamiento. Gandhi utilizó un control autoritario para tratar de
aplicar una utopía comunal, con una estricta dieta vegetariana sin sal, ghee,
ni leche; celibato para todos; viviendas separadas para hombres y mujeres,
cocina y vida comunal entre las castas y las religiones. Pero a pesar de estos
ideales comunales, en la práctica los hindúes seguían esterilizando los
cubiertos usados por los musulmanes; la esposa de Gandhi, Kasturba, se oponía
a limpiar los orinales, y perceptiblemente, no se admitió a ningún africano.
Millie Polak, quien residió en “La granja de Tolstói” (la primera comunidad
cooperativa que fue creada), escribió:
«El señor Gandhi nunca supo que el té y el café, el azúcar y la
sal, y una docena de otras cosas deliciosas, pero prohibidas, fueron
introducidas clandestinamente en la Granja y consumidas allí». (Millie Polak:
El Sr. Gandhi: El hombre. 1931)
También es irónico que los ashram de Gandhi, desde “La granja de
Tolstói” al ashram de Sabarmati, en Ahmedabad, dependieran de las donaciones de
los ricos capitalistas europeos e indios, para crear un espacio de austeridad y
armonía comunal autosuficiente.
Uno de los mitos que imperan sobre Gandhi es su visión pacifista y
no violenta. Esta creencia ha sido perpetuada por los académicos, el Estado
indio y la cultura popular en general. Se contradice, sin embargo, con sus
acciones y declaraciones, que apoyaron sin tapujos la violencia colonial, el
asesinato y la guerra.
Mientras Gandhi estuvo en Sudáfrica, se libraron dos brutales
conflictos imperiales a favor del imperialismo británico. Ambos conflictos no
sólo fueron apoyados por Gandhi abiertamente, sino que los vio como
oportunidades para probar el valor de los indios en Sudáfrica.
Sudáfrica se dividió entre los británicos y los holandeses
Afrikaners, conocidos como Boers, que literalmente significa agricultor. La
segunda de las guerras tuvo lugar en el área Boer de Transvaal, que contaba con
una de las mayores reservas de oro. Además, con el nuevo ferrocarril de Delagoa
Bay, los Boers podían prescindir de los puertos británicos; las importaciones
alemanas y las finanzas europeas, a su vez, aumentaban significativamente hacia
finales del siglo XIX. Los capitalistas británicos y los terratenientes
sudafricanos, que veían en esto un motivo de mayor preocupación, acabaron desatando
una guerra, el 11 de octubre de 1899, con el único objetivo de proteger y
expandir los intereses imperiales británicos.
En este contexto, Gandhi trató por todos los medios de ayudar a la
causa imperial británica, declarando al Secretario colonial que los indios
mostraban «un afán extremo por servir a nuestro Soberano», y pidiendo ser
ubicados en los hospitales del frente. Debido a las primeras victorias de los
Boer, los británicos aceptaron la oferta de Gandhi. También estuvo a cargo de
la creación de un fondo patriótico de guerra y mantuvo su lealtad a pesar de la
brutalidad de la guerra. Más tarde, se crearon campamentos de concentración
cuando los Boers procedieron a la guerra de guerrillas. 28.000 Boers
(incluyendo 22.000 niños) y 20.000 africanos murieron. Esto no pareció
preocupar a Gandhi, en su lugar, felicitó a los británicos por su victoria,
pidió el chocolate de Queens (que se les daba a los soldados blancos), y
repartió certificados para dejar constancia de la participación de los indios
en la guerra. No recibiría a cambio ninguna concesión política para los indios.
A pesar de no recibir nada, Gandhi continuó demostrando sin piedad
su lealtad incondicional al Imperio, durante el brutal aplastamiento de la
rebelión de Bhambatha de 1906 (la segunda guerra zulú). Tanto los Boers como
los británicos habían desposeído violentamente a los zulúes de sus tierras. Con
el fin de forzarlos a convertirse en obreros, se impuso un impuesto de 1 libra
a todos los hombres zulúes que no hubieran pagado todavía el impuesto de
cabaña. Bhambatha ka Mancinza, jefe del clan Zondi, lideró una lucha que
comenzó atacando a una patrulla de la policía, matando a tres. En represalia,
los británicos comenzaron una campaña brutal para acabar con la rebelión, en la
que murieron casi cuatro mil zulúes, siete mil fueron encarcelados y decenas de
miles quedaron sin hogar o fueron obligados, como querían los británicos, a
convertirse en trabajadores de las minas del Imperio, de los agricultores
blancos y otras industrias. (Shula Marks: La Historia de Cambridge de
Sudáfrica, 2011)
Gandhi apoyó abiertamente a los británicos en aplastar el
levantamiento y menospreciar a los zulúes por rebelarse. Pretendía demostrar
que los indios eran tan «civilizados» e iguales como los blancos, así como
súbditos leales del Imperio. La rebelión de los zulúes contra el imperialismo
británico era una oportunidad para demostrarlo. Un editorial de 1905 publicado
en el periódico fundado por Gandhi, Indian Opinion, afirmaba de manera
llamativa que la sociedad zulú era «tratada excesivamente bien» por los
británicos y que un «pequeño impuesto razonable extra no haría daño … en la
mayoría de los casos, obligaría al nativo a trabajar unos días más al año».
(Desai y Vahed: El Gandhi sudafricano, 2015)
Refiriéndose al ofrecimiento del apoyo de los indios a los
británicos, Gandhi escribió que «más de cien mil indios en Natal demostraron
que pueden hacer un trabajo muy eficiente en tiempo de guerra…». Los indios «no
aspiran a ningún poder político en la colonia» y el gobierno debe aprovechar la
oportunidad para «convertir una comunidad hasta ahora descuidada en un activo
permanente y más valioso del Estado». (Obras Completas de Mahatma Gandhi, Vol.
5,)
Ni siquiera podría decirse que Gandhi fue un hombre de su tiempo. El
imperialista, Winston Churchill, se pronunció incluso contra la guerra. A
Gandhi no pareció importarle la barbarie de la guerra e, incluso, tuvo el valor
de escribir al gobernador colonial un año después de salir en defensa de los
indios, para que pudieran servir en el ejército. Gandhi continuó ofreciendo su
apoyo incondicional al imperialismo británico, dando no sólo un apoyo
continuado durante la Primera Guerra Mundial, sino también reclutando
activamente a soldados indios para la causa.
La hipocresía llega a ser mayor al comprobar que, a medida que
progresaba la guerra, Gandhi comenzó a dirigir los levantamientos campesinos
entre los trabajadores de índigo en Champaran, en 1916, y entre los campesinos
del distrito de Jeda (1917-18) en su Gujarat natal. Gandhi y muchos de sus
seguidores alentaron a estos campesinos para que desafiaran al gobierno
británico, boicoteando el pago de las rentas, y fomentaron activamente el
fermento contra el gobierno colonial británico.
Dirigiéndose a los campesinos en el distrito de Jeda, en 1918,
dijo:
«Nuestra lucha no es sólo para asegurar la suspensión de los
impuestos de la tierra… En verdad, estamos luchando por el bien de la
importante cuestión que está involucrada en ella. Es la cuestión del gobierno
democrático. La gente ha despertado y ha empezado a entender sus derechos. Una
plena comprensión de estos derechos es lo que se entiende por Swaraj». (Obras
Completas de Mahatma Gandhi, Vol. 14)
La protesta campesina en Jeda fue resuelta discretamente a
mediados de 1918 y fue considerada como una victoria. Sin embargo, durante el
tiempo de la revuelta, Gandhi fue convocado en Delhi para reunirse con el
virrey, con el fin de restablecer su apoyo al esfuerzo de guerra. Incluso en
esta etapa, siendo muy consciente de la guerra sangrienta y violenta que se
libraba, Gandhi, de nuevo, respaldó pública y abiertamente a los británicos. A
pesar de luchar por los campesinos, de escribir Hind Swaraj, y hacer su voto de
celibato y no violencia, Gandhi no sólo reiteró su apoyo a la Primera Guerra
Mundial, sino que tuvo el valor de regresar al distrito de Jeda, donde los
campesinos habían estado luchando contra los colonos británicos, para reclutar
a soldados indios para luchar del lado de los imperialistas británicos en la
guerra. ¡Incluso llegó a decir que los acompañaría al frente en Europa!
Los mismos campesinos que unas semanas antes se sentían
fascinados, se mostraban ahora confundidos e indignados. Cuando se le preguntó
acerca de su postura sobre la no violencia, dijo que no llevaría armas. Él y
otros de sus seguidores se dispusieron a reclutar soldados, aunque ninguno tuvo
que luchar en la guerra, pues esta terminó cuando se disponían a empezar el
adiestramiento.
El uso de la protesta no violenta por Gandhi, no sólo era una
forma de mostrar quién era el oprimido, sino también un medio para controlar la
combatividad tanto de la clase obrera como del campesinado. Tal combatividad se
hizo más visible con los disturbios de Chauri-Chaura, donde un grupo de
manifestantes del movimiento de no cooperación de 1920-22 (iniciado y dirigido
por Gandhi), incendió una comisaría de policía matando a 22 gendarmes. Gandhi
usó esto como una excusa para poner fin al movimiento, obstaculizar la causa de
la independencia y frenar el empuje que ésta había iniciado.
A pesar de su prédica constante de la no violencia durante las
protestas contra el colonialismo británico en la India, Gandhi la instigó
activamente en el movimiento “Quit India” de 1942, cuando el Partido del
Congreso fue expulsado del poder en el gobierno provincial, y sus principales
miembros, incluido Gandhi, encarcelados. En medio de la Segunda Guerra Mundial,
Gandhi pronunció su famosa frase, «hacer o morir», y su fiel aliado,
Vallabhbhai Patel, declaró en más de una ocasión a los congresistas que:
«Si ocurrieran casos como el de Viramgam o se suprimiera la línea
de ferrocarril o asesinara a un inglés, la lucha no se detendría…. Atacad con
valentía, incluso a costa de la violencia… Deberíais dejar de lado el programa
constructivo y estar listo para llevar a cabo las órdenes de Gandhi. Los actos
de violencia incluso del tipo de Chauri Chaura no detendrán el movimiento».
(David Hardiman: Historias de los Subordinados, 2006)
La idea de que Gandhi era un hombre de paz es claramente risible.
Reclamó activamente el apoyo a tres violentos conflictos imperiales en nombre
del Imperio, aplastó las rebeliones y la militancia de las masas indias bajo el
disfraz de la no violencia, para al final instar a dicha violencia en 1942. En
sus propias palabras, declaró en 1920:
«En mi humilde opinión, ningún indio ha cooperado más que yo con
el gobierno británico, durante veintinueve años ininterrumpidos de vida
pública, en circunstancias que bien podrían haber convertido a cualquier otro
hombre en un rebelde». (Obras Completas de Mahatma Gandhi, Vol. 14)
Cuando Gandhi regresó a la India en enero de 1915, su liderazgo
entre la comunidad india y las luchas que había dirigido en Sudáfrica lo habían
convertido en un dirigente del país, condición que pocos líderes indios tenían
en aquel momento. Esto, junto con el creciente radicalismo por las condiciones
de la Primera Guerra Mundial, que esencialmente expoliaban los recursos de la
India; con un Estado cada vez más intrusivo y la creciente represión del
gobierno a cualquier disensión, hizo emerger la figura del Mahatma y expresar
esta ira a través de la demanda del Swaraj (autogobierno). Durante esta fase,
los líderes nativos de la burguesía esperaban obtener el poder dentro del
imperio, concediendo a la India el mismo estatus del que se beneficiaban las
colonias blancas de Australia y Canadá.
Gandhi atrajo un seguimiento masivo debido a estas condiciones, su
forma de desobediencia civil le permitió expresar a una capa cada vez más
radical de campesinos y capas pequeño-burguesas su resentimiento. Su humilde
apariencia convenció a muchos de que era un «hombre del pueblo» y conectó con
una multitud a la que alentó a forjar una lucha contra leyes y decretos
específicos. Millones de personas que buscaban una expresión contra su opresión
fueron atraídas por el movimiento nacionalista, conectando su lucha con el
objetivo específico del Swaraj.
La primera tentativa nacional surgió en 1919 con el Rowlatt
Satyagraha: una campaña de resistencia pasiva contra la llamada ley de Rowlatt.
Dicha ley suprimía derechos civiles, como el juicio sin detención de hasta dos
años, ya que los británicos temían un movimiento revolucionario como el de la
Revolución Rusa. La campaña hizo un llamamiento a la huelga de negocios, no de
trabajadores (!) el 6 de abril. Gandhi declaró específicamente que, «los
empleados que deban trabajar incluso el domingo, sólo pueden suspender el
trabajo después de obtener una licencia previa de sus patrones”.
A pesar de las restricciones de Gandhi, muchos no las respetaron y
terminaron tomando iniciativas por su propia cuenta, en algunas ocasiones
provocando disturbios, especialmente después de que se propagaran rumores sobre
la detención de Gandhi. Los disturbios se fueron extendiendo entre un
campesinado y una clase obrera radicalmente politizados, que atacaban símbolos
del dominio colonial (por ejemplo, las líneas de ferrocarril y postes de
telégrafos); Gandhi se puso inmediatamente del lado de los británicos e hizo
todo lo que pudo para calmar la situación. Los que protestaron fueron
arrestados o multados, sin que Gandhi opusiera resistencia alguna a tales
castigos.
El movimiento nacionalista se consolidó más tarde bajo el gobierno
de Gandhi a través del Congreso Nacional de la India, el principal partido
nacionalista burgués nativo en el sur de Asia. En septiembre de 1920, Gandhi
hizo un llamamiento para crear un movimiento nacional de no-cooperación con los
británicos, hasta que se concediera la soberanía. Para entonces, Gandhi se
había consolidado como el principal líder nacionalista de la India,
convirtiéndose en el presidente del Congreso. Había unido a la gran mayoría de
los líderes burgueses musulmanes, conectando el movimiento de no cooperación
con el movimiento Jalifat contra las acciones británicas en el Imperio Otomano.
Se podría decir que Gandhi promovió la causa nacionalista, al menos
políticamente, entre los burgueses nativos de toda la India. Sin embargo, al
final acabaría traicionando la campaña para ponerse del lado de los británicos,
como lo siguió haciendo durante su carrera política.
Las demandas propuestas por Gandhi durante el movimiento de no
cooperación no estuvieron respaldadas por acciones radicales, como requería
dicha tarea. Gandhi hizo un llamamiento para boicotear los tejidos extranjeros,
las posiciones gubernamentales, escuelas y otras instituciones similares
dirigidas directamente por los británicos; pero también exigió sus propias medidas
puritanas tales como organizar piquetes en las licorerías. Estas acciones no
fueron aceptadas por todos. Pero comenzaron a aglutinar a una militancia de
obreros y campesinos, muchos de los cuales fueron arrestados.
Los taimados llamamientos de Gandhi obligaron a los trabajadores y
campesinos a tomar la iniciativa por su cuenta, luchando contra sus propias
condiciones de opresión, lo que inevitablemente acabó en disturbios. El 4 de
febrero de 1922, en Uttar Pradesh, 22 policías fueron asesinados durante unos
disturbios en Chauri Chaura, el movimiento de la no-cooperación había
aglutinado a una gran militancia. Gandhi volvió a usar la excusa de la
violencia para posicionarse del lado del gobierno colonial, y detuvo el
movimiento que había iniciado. Esto al final retrasó la causa de la
independencia durante décadas.
Gandhi fue arrestado durante dos años y no se involucró en el
movimiento nacionalista hasta finales de los años veinte. Cuando volvió a
entrar en la política nacional, se opuso a la declaración de Purna Swaraj
(independencia total de la India) en 1927 y la detuvo, a iniciativa de Subash
Chandra Bose y de Jawaharlal Nehru, ambos bajo la influencia del comunista
indio, Bhaghat Singh, que reclamaba la independencia total. La Purna Swaraj se
retrasó hasta enero de 1929 con la petición de que para entonces el gobierno
británico habría otorgado el estatuto de autonomía a la India, algo que Gandhi
sabía que no concedería; de nuevo se volvería a lanzar una campaña de
desobediencia civil.
Durante este período, ante la ausencia de una campaña de
independencia secular radical, el movimiento se fragmentó en facciones
religiosas cada vez mayores, impulsadas por grupos reaccionarios reformistas y
nacionalistas religiosos. Éstos sembraron las semillas para la posterior
partición de la India. Gandhi tuvo mucho que ver en esto en gran medida,
liderando una campaña religiosa puritana con sus llamamientos al «trabajo
constructivo» y la autosuficiencia; invocando a dioses hindúes de la casta alta
como Ram, el Bhagvad Gita, y tratando a los grupos religiosos como comunidades
separadas. Esto contribuyó a dibujar una imagen del partido del Congreso como
un partido dominado por las castas superiores hindúes –y en verdad lo era. Esta
división, especialmente con respecto a los musulmanes, se ilustró vívidamente
en la famosa marcha de la sal en Gujarat, en 1930, donde apenas se hicieron
visibles o participaron.
El gobierno provincial había sido concedido en 1935, después de
muchas décadas de lucha de las masas indias, no por el liderazgo de Gandhi. Sin
embargo, los británicos todavía mantuvieron el pleno derecho de control, que se
ejerció debidamente con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. La última gran
contribución de Gandhi al movimiento nacionalista fue su llamamiento al pueblo
indio a «hacer o morir» bajo el movimiento “Salid de India”. Irónicamente, hizo
un llamamiento a un levantamiento violento, que fue brutalmente aplastado por
los británicos, especialmente en el Uttar Pradesh y Bihar, a medida que los
británicos perdían el control en ciertas áreas. Gandhi, sin embargo, no tenía
ninguna intención de liderar ninguna lucha armada, y su llamamiento fue en gran
medida una misión suicida para los millones de personas a las que estaba
pidiendo sacrificar sus vidas. Así quedó patente en el caso de Subash Chandra
Bose, que se vio obligado a abandonar el Congreso a causa de Gandhi, y dirigió
una fuerza de liberación armada a favor de la independencia, algo que Gandhi no
apoyó.
La intención de Gandhi fue siempre la de asegurar una
transferencia de poder pacífica a la burguesía india. Sin embargo, su temor a
la clase obrera y a los campesinos lo llevó a unirse al gobierno colonial y
retrasar la victoria de la independencia durante décadas. Esta contradicción de
proteger la propiedad privada de la burguesía nativa, al mismo tiempo que
también movilizaba a trabajadores y campesinos por la causa nacionalista,
caracterizó la naturaleza del movimiento nacionalista indio bajo la dirección
de Gandhi. Así se expresaba Trotsky a los trabajadores indios en 1939:
«La burguesía india es incapaz de dirigir una lucha
revolucionaria. Están íntimamente ligados y dependientes del capitalismo
británico. Tiemblan por su propia propiedad. Tienen miedo de las masas. Buscan
compromisos con el imperialismo británico sin importar el precio y acallan a
las masas indias con esperanzas de reformas desde arriba. El líder y profeta de
esta burguesía es Gandhi. ¡Un falso líder y un falso profeta!» (León Trotsky:
Carta abierta a los trabajadores de la India, New International, 1939)
Mahatma Gandhi se abstuvo continuamente de comprometerse con la
clase obrera en las ciudades industriales de la India. A pesar de ser una
minoría de la población, fueron los trabajadores los que constituyeron la
fuerza social y política más progresista de la India colonial. Esto se demostró
a través de su solidaridad de clase y comunal, como en las huelgas y
negociación colectiva para mejorar sus condiciones de trabajo, sus derechos y
sus salarios; o sus acciones nacionalistas combativas como el motín de la
Marina Real India de 1946.
La actitud de Gandhi hacia los trabajadores industriales era
paternalista y condescendiente en el mejor de los casos. En 1923, tras la derrota
de la huelga general de 65 días, en Ahmedabad, por el recorte salarial del
veinte por ciento a los trabajadores de la fábrica de algodón, Gandhi les
aconsejó que:
«Los propietarios y los trabajadores deben establecer una relación
de padre a hijo». (Howard Spodeck, Ahmedabad, 2011)
El propio Gandhi era un representante de la burguesía india. En la
rara ocasión en que dirigió una huelga de los trabajadores de la fábrica de
Ahmedabad, en 1918, lo hizo sólo porque un funcionario colonial le había pedido
que interviniera. Los trabajadores protagonizaron una huelga salvaje, forzando
un impasse. Cuando se estableció un comité de arbitraje, ninguno de los obreros
de la fábrica estaba representado. Además, el presidente de la Asociación de
propietarios de molinos, Ambalal Sarabhai, acababa de salvar el ashram
Sabarmati de Gandhi con sus generosas donaciones, lo que ponía a Gandhi en una
ambigua situación a la hora de representar a la clase trabajadora en una
huelga.
Los trabajadores exigieron un aumento del 50% de los salarios,
debido a los beneficios sin precedentes de la compañía y a la rápida inflación.
Gandhi rebajó la petición al 35% y se limitó a apaciguar a los trabajadores,
haciéndoles comprometerse a no «entregarse a travesuras, pelear, robar, saquear
o hacer uso de un lenguaje impertinente, o causar daño a la propiedad de los
dueños de los molinos». Durante la lucha, Gandhi incluso tuvo la audacia de
conducir en el coche de Ambalal Sarabhai, y también aceptó un almuerzo en su
ashram. El creciente descontento y distanciamiento con las tácticas de Gandhi
lo obligaron a ayunar por la causa, con el fin de manejar a la militancia
obrera. La disputa se resolvió finalmente con la obtención del aumento salarial
propuesto por Gandhi.
Allí donde la clase trabajadora demostró su fuerza, unidad comunal
y potencial revolucionario, Gandhi trabajó para destruirla activamente. Esto se
vio reflejado con mayor claridad durante el motín de la Marina Real India, en
febrero de 1946, donde unos 20.000 marineros de las bases navales en todo el
país se declararon en huelga, muchos de los cuales izando la bandera roja. El
Partido Comunista (PCI), respaldado por los dirigentes socialistas del
Congreso, convocó una huelga nacional, en la que unos 300.000 trabajadores
paralizaron las fábricas en solidaridad con la ciudad de Bombay. Tal unidad de
clase y potencial revolucionario despertaron el temor en la burguesía nativa.
El partido del Congreso, mayoritariamente de base hindú, y la Liga musulmana
trabajaron mano a mano para aplastar esta unidad comunal y de clase, apenas un
año antes de la partición sangrienta. Gandhi condenó la huelga declarando de
forma increíble que:
«Una alianza entre hindúes, musulmanes y otros [partidos] con el
propósito de realizar una acción violenta, es impía» (Sumit Sarkar: Modern
India, 1989)
La mayoría de los indios en la India colonial (alrededor del 90%)
provenían de la zona rural, la mayoría de los cuales eran campesinos. El poder
británico se mantuvo principalmente gracias a los ingresos de las rentas de las
tierras, haciendo del campesinado indio una fuerza potencialmente poderosa. Los
principales líderes nacionalistas de la burguesía preferían hacer su labor de
agitación entre los campesinos en lugar de la clase obrera, porque muchos se
encontraban más aislados y poseían su propia tierra y, por lo tanto, no
perjudicarían directamente a las empresas indias.
Los movimientos campesinos, desde los impuestos tributarios hasta
los derechos de tierra, tenían una larga historia en la India, muy anterior al
movimiento nacionalista. Esto, sin embargo, siempre creó un conflicto de
intereses en Gandhi, ya que golpeaba a las relaciones de clase. Por ejemplo,
durante el movimiento de no-cooperación en Oudh (ahora Awadh) en Uttar Pradesh,
donde una campaña patrocinada por el Congreso alentaba a los inquilinos y
zamindaris (propietarios) a no pagar impuestos al gobierno británico, los
trabajadores exigieron que los inquilinos se negaran a pagar rentas a los
zamindaris –una provocación directa a la directiva de la dirección del Congreso
que buscaba proteger las relaciones de clase existentes. En 1921, el propio
Gandhi se vio obligado a intervenir, insistiendo a los campesinos de Faizabad a
no ejercer la violencia, ni utilizar un lenguaje insultante o boicotear a los
terratenientes.
Incluso durante la exitosa campaña de Bardoli Satyagraha, de 1928,
Gandhi trató de amortiguar el espíritu combativo del campesinado. Decididos a
luchar, los campesinos buscaron en Gandhi una dirección. Sin embargo, después
de meses de lucha, Gandhi y los dirigentes que habían sido elegidos, buscaron
un acuerdo privado con el gobierno sobre la cuestión de la tributación de la
tierra, en virtud del cual un empresario privado en Bombay pagaría el total del
impuesto restante que el distrito le debiera al gobierno. Los campesinos
quedaron decepcionados y desilusionados, ya que muchos perdieron sus tierras
como resultado de las concesiones hechas por Gandhi. Por otra parte, cuando uno
de los aliados más cercanos de Gandhi, Vallabhbhai Patel, pidió a Gandhi que
lanzara una campaña radical más amplia de no tributación en toda la India para
aplastar al Estado, Gandhi se opuso, afirmando que Satyagraha sólo debería
luchar contra agravios específicos. Así, las posturas de Gandhi a menudo fueron
las más conservadoras de entre el resto de destacados nacionalistas.
Muchos de los campesinos más combativos sacrificaron sus tierras
durante estas revueltas dirigidas por Gandhi, cuando el gobierno confiscó sus
parcelas. Esto provocó el distanciamiento con los líderes del Congreso. Así
quedó reflejado al no realizarse más convocatorias de desobediencia civil entre
el campesinado. También quedó de manifiesto con la formación de Kisan Sabha de
India en 1936, la agrupación campesina del Partido Comunista Indio. Muchos
campesinos se orientaron hacia este partido al ver que Gandhi y el Congreso no
luchaban en interés de los campesinos, sino que representaban al partido de los
terratenientes.
Claramente había un potencial revolucionario para una lucha de clases
unificada de obreros y campesinos indios; pero sin una dirección revolucionaria
que apoyara, coordinara y dirigiera tal lucha a escala nacional, no podría
tener lugar una revolución contra el dominio colonial británico. El
conservadurismo de Gandhi mientras trataba de comprometerse con el campesinado
es un reflejo de las contradicciones de clase que trató de conciliar. Ya sea en
Bardoli u Oudh, surgieron contradicciones de clase en las luchas campesinas, en
las que Gandhi siempre tomó partido por los intereses de los grandes
terratenientes en detrimento de los pequeños y medianos campesinos, y sin
tierra. Por eso Gandhi se negó a cualquier intento de forjar una lucha
campesina nacional, porque entendía las contradicciones de clase y las
implicaciones revolucionarias que habría desatado.
Gandhi se autodenominó socialista, pero sus acciones y creencias
fueron contrarias a todo lo que el socialismo moderno representa. Su filosofía,
tal como se establece en Hind Swaraj, defiende un retorno a una especie de
comunismo primitivo, pero en la práctica estaba ligado completamente a los
intereses de la burguesía india. Además, Gandhi temía a la clase obrera y a los
comunistas, y usó el disfraz de su filosofía pacífica para desacreditarlos y denunciarlos.
Gandhi percibió la revolución rusa de 1917 y el bolchevismo como
un asunto europeo, ajeno y demasiado ateo para liberar el sur de Asia:
«En cuanto que se basa en la violencia y la negación de Dios, me
repele… Soy un oponente intransigente de los métodos violentos, incluso si
sirven a la más noble de las causas.» (Anthony Parel: Gandhi, la libertad y el
yo).
Esto es sumamente hipócrita, ya que apoyó sin reservas e, incluso,
reclutó soldados para la guerra más sangrienta y más violenta de la historia de
la humanidad desde el principio hasta el final. Además, cuando se le preguntó
acerca de la propiedad privada y los zamindaris (terratenientes), dejó
meridianamente claro su interés de clase:
“Puede estar seguro de que pondré todo el peso de mi influencia en
la prevención de la guerra de clases. Suponiendo que hubiera un intento injusto
de privarle de su propiedad, me encontraría luchando a su lado». (Nirmal Bose:
Selections From Gandhi)
La aversión de Gandhi a los comunistas fue más allá de las palabras,
como se vio en el pacto de Gandhi-Irwin en marzo de 1931, firmado para detener
la campaña de desobediencia civil a cambio de negociaciones sobre el estatuto
de autonomía. En estas conversaciones, decenas de miles de presos políticos
fueron puestos en libertad. Sin embargo, los revolucionarios indios de Punjab:
Bhaghat Singh, Sujdev, Udham Singh y Shivaram Rajguru, que habían sido
encarcelados como prisioneros políticos, fueron ejecutados. Gandhi ni siquiera
condenó estos asesinatos políticos por parte del gobierno colonial, ni se
preocupó por su liberación.
Cuando Gandhi llegó al Punjab se encontró con banderas negras y
una enorme indignación por su fracaso en asegurar su liberación. Aunque la
complicidad de Gandhi nunca ha sido probada de manera concreta, el hecho de
haber sido capaz de lograr la liberación de decenas de miles de presos
políticos y de estar dispuesto a tomar medidas extremas para alcanzar sus
objetivos políticos, como ayunar hasta causarse su propia muerte, ilustra
claramente que fue cómplice.
Las posiciones y el trato hacia las mujeres del joven Gandhi eran
muy atrasadas, ya que consideraba a la mujer como el sujeto fiel de su marido.
Se puede ver en la relación con su esposa Kasturba, ambos tenían trece años
cuando se casaron, cuando da a entender que la violó, al decir: «No tardé en
asumir la autoridad de un marido».
Sus visiones profundamente puritanas y patriarcales quedaron
patentes en “La Granja de Tolstói”, en Sudáfrica. Gandhi se sintió molesto al
ver a algunos chicos cortejando a dos chicas. Perturbado por esto, les cortó el
pelo a las niñas como un castigo para proteger su pureza. Gandhi también estaba
en contra de los matrimonios intercomunales, por ejemplo, se opuso al deseo de
su propio hijo, Manilal, de casarse con una chica musulmana, Fátima Gul,
casándolo en su lugar con una hindú.
Cambiaría algunas de sus opiniones a lo largo del tiempo,
lamentando las acciones emprendidas contra su esposa y denunciando las
prácticas más perniciosas del patriarcado indio, como el matrimonio de niños,
así como apoyaría la educación de las mujeres. Alentó la participación de las
mujeres en el movimiento nacionalista al creer que las mujeres hacían buenos
satyagrahis, debido a su mejor capacidad para sufrir. Sin embargo, siguió
manteniendo una perspectiva patriarcal y considerando que los dos sexos no eran
iguales. En un artículo publicado en Harijan, en febrero de 1940, sobre el
papel de la mujer, Gandhi se expresa así:
«El deber de la maternidad, al que la gran mayoría de las mujeres
se someterá, requiere cualidades que el hombre no necesita poseer. Ella es
pasiva, él es activo. Ella es esencialmente dueña de la casa. Él es el que se
gana el pan, es el guardián y distribuidor del pan… El arte de criar a los bebés
de la raza es su única y exclusiva prerrogativa. Sin su cuidado, la raza se
extingue. «(Obras Completas de Mahatma Gandhi Vol. 77)
Atraer a las mujeres al movimiento nacionalista tenía muchas
semejanzas con las organizaciones derechistas hindúes-reformistas, que
compartían muchas de las creencias de Gandhi. Como declara al final del pasaje
anterior, sus creencias en la pureza racial, con la mujer india como símbolo de
la nación, en última instancia se traducía en control masculino sobre las
mujeres bajo el disfraz de su deber a la nación; un legado que sigue
persistiendo hasta el día de hoy. La participación de las mujeres en el
movimiento nacionalista iba a ser en gran medida un papel simbólico y visible.
Los puntos de vista de Gandhi sobre la sexualidad también eran
increíblemente extraños, pues creía que el sexo debe servir puramente a la
procreación, incluso en las parejas casadas. El propio Gandhi tomó un voto de
celibato en 1906, a los 38 años, sin consultar a su esposa. También puso en
práctica experimentos extremadamente extraños, el más famoso de los cuales fue
dormir junto a jóvenes mujeres desnudas, incluida su sobrina Manu, para poner a
prueba su voto de celibato.
Gandhi siempre se mostró interesado en fotografiarse con sus más
cercanas seguidoras femeninas, generalmente, las que vivían en su ashram, que
vestían con jadi saris blancos. Sin embargo, no fueron tratadas como iguales
sino como objetos. Las opiniones patriarcales de Gandhi y sus prácticas
extrañas no contribuyeron en nada a la liberación de las mujeres en la India,
en todo caso, han ayudado a consagrar las atrasadas visiones patriarcales.
El sistema de castas -basado en el estatus jerárquico en el que
alguien nace- fue apoyado sin tapujos por Gandhi. Declaraba lo siguiente en
Young India, en diciembre de 1920:
«El hombre siendo un ser social tiene que idear algún método de
organización social. Nosotros en la India hemos creado la casta: en Europa han
organizado el sistema de clase. «(Obras Completas de Mahatma Gandhi, Vol. 19)
Gandhi apoyaba las distinciones jerárquicas de casta, propuso una
reforma dentro de dicho sistema para que todas las castas fueran «respetadas».
En la práctica, sin embargo, Gandhi se mostró despectivo y condescendiente
hacia los intocables y grupos de castas inferiores, y luchó activamente para
negarles la representación política, a pesar de que Gandhi era consciente de la
tremenda discriminación que sufrían estos grupos. En 1927, realizó un informe
sobre la difícil situación de los intocables y tribus en el distrito de Surat.
Las mujeres eran violadas por la casta de los ricos terratenientes hindúes,
dejaban niños ilegítimos y propagaban enfermedades venéreas. La práctica de la
servidumbre también era común bajo el «sistema hali», pero para Gandhi la
responsabilidad del cambio dependía de las castas superiores, que debían tratar
a las tribus e intocables de una manera más respetuosa.
Gandhi ilustró sus puntos de vista hacia estos grupos en una
confrontación con Bhimrao Ambedkar, el líder dalit (“intocable”) más
prominente. El liberal Ambedkar pedía representación comunal de los
“intocables” y tribus en las negociaciones de Londres. Ambedkar había reclamado
un colegio electoral separado para su representación, ya que se había establecido
un precedente con los musulmanes. Gandhi no quería que los dalits se
convirtieran en un electorado separado, ya que socavaría la posición de la
burguesía hindú, perteneciente a las castas superiores, que dominaba el Partido
del Congreso Indio. Se declaró en huelga de hambre hasta que Ambedkar diera
marcha atrás en sus peticiones. Ambedkar se retiró, firmando el Pacto de Puna,
en 1932. Gandhi ganó la disputa declarando que los intocables, tribus y grupos
de castas inferiores formaban parte de la familia hindú. El acuerdo incluía
reservar unos escaños para los intocables en las legislaturas provisionales,
aunque dentro de la representación electoral general.
Las posiciones y métodos de “rehabilitación” de Gandhi eran
compartidos en gran medida con los de Hindu Sabha y Arya Samaj, dos
organizaciones reformistas del hinduismo de derechas, que se oponían a la
separación de la comunidad hindú, y tenían similares “proyectos de protesta” a
los de Gandhi, con la intención de cooptar a estos grupos para apoyar la campaña
burguesa por la independencia. Gandhi promovió dicha “rehabilitación” a través
de métodos paternalistas, tales como renombrar a los intocables como Harijans
(‘hijos de dios’) y a las tribus como Raniparaj (‘gente del bosque’). Fomentó
métodos de autosuficiencia a través del hilado de telas y sustituyó a sus
dioses por Ram. Sin embargo, cuando se trató de sus derechos económicos y
sociales o de su representación, Gandhi rechazó apoyarlos de forma cómplice y
despectiva.
Gandhi, el Islam y la
Partición
Sería erróneo responsabilizar a Gandhi de la partición, pero él
representó y ayudó a impulsar las contradicciones que llevaron a la división de
la India a través de su política de tintes comunales.
La orientación religiosa de su política nacionalista se ve en el
movimiento de no-cooperación (1920-22), donde encabezó el movimiento Jilafat.
Los musulmanes indios se aliaron con el nacionalismo indio después
de la Primera Guerra Mundial, para presionar al gobierno británico para
preservar la autoridad del sultán otomano como califa del Islam, después de la
desintegración del Imperio otomano. Si bien se intentaba limitar la invasión
del imperialismo británico en el Oriente Medio, los musulmanes y los hindúes
fueron tratados como comunidades separadas. Al infundir sentimientos religiosos
en la política nacionalista y tratar a las comunidades religiosas como
entidades separadas, Gandhi apartó a un miembro clave del Congreso, Muhammed
Ali Jinnah, más tarde fundador de Pakistán. Jinnah dejó el Congreso en 1920
debido a la política de Gandhi, pero irónicamente, acabó reproduciendo sus
tácticas religiosas para sembrar sentimientos nacionalistas hacia Pakistán.
Con el fracaso del movimiento de no-cooperación, Gandhi siguió
promoviendo una forma de política religiosa a lo largo de los años veinte. Por
ejemplo, invocó a los dioses hindúes de Ram, y recitó pasajes del Bhagavad Gita
en sus discursos políticos para ganar gente a la causa de la independencia. En
un discurso político de 1925 se dirigió a los grupos tribales de esta forma:
«Madruga por la mañana, enjuágate la boca, lávate la cara… luego
toma el nombre de Rama. Rama significa Dios. Repetir Ramnama es un remedio
soberano. Debemos orarle, «Oh Rama!» (Obras Completas de Mahatma Gandhi, Vol.
26)
Fue en gran medida esta retórica religiosa y simbolismo hindúes lo
que llevó a musulmanes y a otras minorías a tomar cada vez más distancias, que
con el tiempo comenzaron a sentir que el nacionalismo promovido por el Congreso
era un movimiento hindú de las castas superiores. Además, muchos líderes del
Congreso también tenían vínculos con los grupos nacionalistas hindúes de
derecha, que eran hostiles a las demandas comunales musulmanas.
A una capa de las antiguas élites y de la clase capitalista
musulmana -la más prominente de las cuales estaba en Uttar Predesh- no le pasó
desapercibido este distanciamiento de las masas musulmanas hacia el Partido del
Congreso, cada vez más visto como un partido al servicio de los intereses y
privilegios hindúes. El fomento de dicha campaña de agitación nacionalista con
tintes religiosos por parte de Gandhi, cuyo núcleo de apoyo era
fundamentalmente burgués y pequeño-burgués, terminó exacerbando estas
divisiones.
En 1944, las conversaciones que tuvieron lugar entre Gandhi y
Jinnah, líder de la Liga Musulmana (burguesa), no tuvieron éxito. Esta fue la
última contribución de Gandhi a la búsqueda de un acuerdo comunal entre los
partidos burgueses nativos antes de la independencia, ya que la propia
influencia de Gandhi en la política y en el partido del Congreso se debilitó.
Bajo una solución capitalista, las dos burguesías religiosamente
divididas se dirigían inevitablemente hacia alguna forma de división comunal en
el reparto de la soberanía. La Liga Musulmana se vio obligada a azotar el
nacionalismo religioso para aumentar su apoyo, lo que inevitablemente creó una
reacción negativa.
Además de esto, la situación revolucionaria en India después de la
Segunda Guerra Mundial, con los motines en las fuerzas armadas y el descontento
hirviente entre los obreros y los campesinos, hizo que el poder británico de la
India fuera cada vez más insostenible. Con el imperialismo británico debilitado
a escala mundial después de la guerra, los estrategas de la clase dominante buscaron
una solución que les permitiera abandonar la India, manteniendo sus inversiones
e influencia.
De ahí que los imperialistas británicos –que también habían
promovido divisiones religiosas a lo largo de su gobierno para conquistar y
aferrarse al poder- enviaron a Lord Mountbatten para llevar a cabo la
partición, en un intento cínico de mantener una India independiente, débil y
dividida. Aproximadamente, entre medio millón y un millón de personas fueron
asesinadas, cientos de miles de mujeres fueron violadas y doce millones de
personas pasaron a ser refugiados en la mayor migración de personas de la
historia de la humanidad.
En el momento en que se decidió la partición, Gandhi no participó
directamente en las discusiones, y fue incapaz de contener la ola de odio y
división que había ayudado a crear. No celebró la independencia, e intentó
tratar de calmar la matanza masiva por la partición en Bengala. En última
instancia, fue una pequeña victoria dentro de lo que fue un baño de sangre.
Gandhi fue asesinado el 30 de enero de 1948 a manos de Nathuram
Godse; un extremista derechista hindú que creía que Gandhi estaba siendo
demasiado conciliador con Pakistán y detestó su postura de no-violencia.
Cínicamente, iba a ser inmortalizado por la burguesía como el padre de la
nación; para legitimar el Estado, y para tratar de calmar las tensiones
comunales desatadas tras la partición. Gandhi fue presentado como un icono
pacifista de la India para oscurecer la verdadera historia de la independencia
india, que dejó a millones de desplazados, desarraigados, violados y
asesinados.
No es casualidad que Gandhi sea idolatrado y retratado como un
santo por los portavoces oficiales de la clase dominante. Sus sermones a los
obreros y campesinos sobre la «no violencia» y la «resistencia pasiva» son
música para oídos de los explotadores que, armados hasta los dientes, no tienen
nada que temer de tales métodos. En lugar de luchar por el derrocamiento de
esta clase parásita de terratenientes y capitalistas, Gandhi predicó la
colaboración de clase y las concesiones. De ahí que sea celebrado en películas,
libros de historia y escuelas, mientras líderes genuinamente revolucionarios
como Lenin y Trotsky son denigrados.
En realidad, Mahatma Gandhi fue un líder burgués utópico y
reaccionario, que luchó por la independencia de la India en nombre de la
burguesía india, no de la clase obrera o el campesinado indios. Una y otra vez,
acabó traicionando a los obreros y campesinos indios, ignorando y reprimiendo
sus demandas, al tiempo que aplacaba su activismo. Lejos de hacer avanzar el
movimiento nacionalista, participó activamente en la dilución y limitación de
su combatividad. Su justa lucha contra la injusticia de las castas, la opresión
racial y patriarcal es un mito de cabo a rabo, ya que de hecho perpetuó y
consolidó esas divisiones.
Las afirmaciones positivas sobre la figura de Gandhi como pionero
en la protesta de la desobediencia civil a escala nacional son ciertas. Sin
embargo, el contenido de su política traicionó los intereses de aquellos que
lucharon contra la opresión del dominio colonial en la India. La forma de
protesta de Gandhi pasó a inspirar a gente como Martin Luther King en el
movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, quien mostró los éxitos,
pero también las limitaciones de la protesta no violenta. Pero a diferencia de
King, Gandhi se basó en un programa reaccionario.
En Sudáfrica, algunos han afirmado que Gandhi estableció el camino
o guía para que los africanos se liberaran. Sin embargo, esto desacredita un
movimiento contra el gobierno colonial y el imperialismo que precedía a la
llegada de Gandhi al continente africano. Gandhi perpetuó estereotipos blancos
sobre los africanos y desacreditó la lucha común entre indios y africanos
contra el imperialismo y el racismo del Imperio.
Mohandas Karmadas Gandhi fue un utópico reaccionario que ni
siquiera siguió su propia filosofía y enseñanzas. Sus defensa de la no
violencia y protesta pacífica fueron hipócritas. Siguió teniendo visiones
misóginas patriarcales sobre las mujeres a lo largo de su vida, despreciando a
la clase obrera india, a los campesinos, a los trabajadores sin tierra y,
especialmente, a las tribus y a los intocables. Sus tácticas diluyeron y
rompieron el movimiento de independencia, y su versión religiosa de la casta
superior del hinduismo contribuyó a la desastrosa calamidad de la partición del
país.
Fuente: marxist