William I. Robinson
Alainet
Las luchas populares contra un neoliberalismo resurgente y las agresiones de la ultra-Derecha que han tomado por asalto a América Latina en los últimos meses se presentan a la Izquierda global con una paradoja peculiar: suceden en un momento en que la Izquierda institucional y partidaria ha perdido la hegemonía que había conquistado anteriormente y ahora se encuentra desgastada. Cualquier intento de explicar esta paradoja debe colocar la rebelión popular actual en el contexto más amplio de las dinámicas políticas de la expansión capitalista global y crisis en la región en los años recientes.
> continuarLuiz Renato Martins
Revista Herramienta
Traducido del inglés por Santiago Gruber
A la memoria de Chico de Oliveira
Brasil 2013: el bosque seco empieza a arder
Las grandes y sorprendentes manifestaciones de junio de 2013[1] en veintidós capitales estatales y cuatrocientas ciudades de Brasil, con tres millones de trabajadores involucrados en huelgas, fueron las más grandes en Brasil desde el movimiento “Diretas Já” (elecciones directas ahora) de 1984, este último, un movimiento que pronto fue abortado por el MDB que eligió la falsa “Transición” a través del Colegio Electoral.
> continuarLibardo Sarmiento Anzola
Desdeabajo
Un país que busca zafarse del histórico lastre de desigualdad, opresión, explotación, injusticia, violencia y corrupción que lo caracteriza, eso es lo que destaca por estos días con las notorias movilizaciones de juventud que vive un presente de negaciones y reconoce en sus progenitores un futuro de amplias carencias y frustraciones. El fin del modelo neoliberal, y la vivencia de democracia directa, integral, plural y plebiscitaria resume las demandas levantadas por las nuevas generaciones. En perspectiva de ello, este artículo compara las exigencias de la protesta social y el Presupuesto General de la Nación (PGN) 2020.
> continuarDaniel Libreros Caicedo
Aporrea
El 21 de noviembre (21N), Colombia presenció una explosión social sin precedentes en la historia del país desde mediados del siglo pasado. Ese día había sido convocada una marcha de protesta en contra de los anuncios gubernamentales de reformas económicas regresivas por el Comando Nacional de Paro, integrado por las centrales sindicales (Central Unitaria de Trabajadores – Confederación General de Trabajadores – Confederación de Trabajadores de Colombia) y por organizaciones de estudiantes, campesinos, indígenas, afros, pensionados y ambientalistas que en años recientes habían liderado resistencias de esos sectores sociales a las políticas estatales. La iniciativa de la convocatoria de las centrales de trabajadores, repitiendo el formato de años anteriores, de impulsar marchas rutinarias a finales del año para ambientar la negociación sobre el salario mínimo con los gobiernos de turno que, por obligación legal, deben citarla en este período. El límite a la capacidad de convocatoria de las centrales es la escasa cobertura de sus afiliados que representan tan solo el 4% del total de los asalariados, lo que debe explicarse por la legislación laboral regresiva y por la criminalización de las resistencias sindicales (1). En el plano interno, esta fragilidad en la interlocución social remite al aislamiento, resultado de una forma de organización vertical y cerrada que en su funcionamiento requiere acuerdos "por arriba" entre las direcciones de la burocracia sindical, de los partidos de izquierda y de la izquierda social no partidaria. Adicionalmente, sus plataformas de acción se reducen a la esfera de las reivindicaciones corporativas.
> continuarFranklin Ramírez Gallegos
Nueva Sociedad
En estos años viene reconfigurándose el paisaje político ecuatoriano. Lenín Moreno, sucesor de Rafael Correa, se acercó a los intereses empresariales y buscó desandar parte del camino «populista», al tiempo que se enfrentaba con el ex-presidente. Para ello montó una coalición político-empresarial que mantuvo diálogo con diferentes sectores. Sin embargo, la decisión de quitar los subsidios a los combustibles trajo de nuevo a escena el estallido social y a un viejo actor: el movimiento indígena ecuatoriano.
> continuarPablo Dávalos
Le Monde diplomatique
La viabilidad política del actual gobierno ecuatoriano llegó a punto cero. Negado por el legislativo su proyecto de reformas acordadas con el FMI y con un movimiento social constituido en Parlamento de los Pueblos, con amplio apoyo a lo largo del país, lo que tiene ante sí Lenín Moreno, y los grupos económicos que lo sostienen, es el amargo pasar de los días, hasta que llegue el día para dejar el Palacio de Carondelet.
> continuarNíkolas Stolpkin
CEPRID
Introducción
¿Cuáles fueron las causas que llevaron al denominado "estallido social"? ¿Cómo entender todo esto? ¿Qué se hizo mal? ¿Cómo pudimos pasar de una aparente paz social ("oasis") a una convulsión social como la actual? ¿Cuáles serán las consecuencias a futuro? ¿Cómo solucionar la crisis? Son preguntas que debemos tratar de responder.
> continuarBárbara Ester
CELAG
El proyecto de reforma de la Constitución fue debatido por 8 años y casi 9 millones de personas, cuyo aporte modificó en un 60% el formato inicial.
> continuarDiego Sztulwark
Revista Anfibia
¿Puede volver el fascismo? Ni Trump, ni Le Pen, ni Bolsonaro repiten el fascismo histórico. Probablemente sea más acertado hablar de un fascismo posmoderno, un tipo específico de vitalismo que se afirma en cierta esencia o pureza étnica, de clase o nacional por medio de una violencia intolerante y a través de la inferiorización de poblaciones enteras, se trate de migrantes, negros, mujeres u homosexuales. La pregunta por la actualidad del fascismo supone un ejercicio de caracterización de fuerzas y circunstancias políticas e históricas.
> continuarClaudio Aguayo
Observatorio de Crisis
INSURRECCION “CUMA”, REBELIÓN CONSTITUYENTE
“Ya no necesitamos declararnos vanguardia” Gladys Marín Millie.
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La pregunta más importante de la izquierda chilena desde que estallido de forma más o menos espontánea la revuelta de octubre—con la emergencia de una insurrección de los sectores más afectados por la desposesión neoliberal: estudiantes secundarios de colegios precarizados, “cumas”, barras bravas, jubilados y pobladores—refiere a las posibilidades que abre esta coyuntura. ¿Qué salida positiva para las demandas democrático-sociales puede surgir de una insurrección como esta? Desde luego, las respuestas no han sido ni unívocas ni fáciles.
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