CEPRID

AJEDREZ MUNDIAL DEL PETRÓLEO: BRASIL

Domingo 31 de enero de 2010 por CEPRID

Joel Sangronis Padrón

CEPRID

Deu e Brasileiro!

Refrán popular brasileño asumido como política de estado por los representantes de la clase oligárquica que siempre ha gobernado ese país.

Para Brasil en la hora actual hay un solo camino: Agrandarse o perecer!

Golbery De Couto e Silva

El nacimiento de Brasil como entidad política independiente fue completamente distinto al de sus vecinos hispanoparlantes suramericanos. La independencia del enorme país amazónico se materializó en forma incruenta; una jugada planificada y ejecutada por una aristocrática oligarquía que, desde ese entonces y en los últimos 200 años, no ha dejado de alimentar un proyecto de crecimiento territorial expansivo (hoy transmutado en un modelo de integración económica absorbente) tal y como lo pueden atestiguar casi todas las naciones suramericanas que desde los procesos independentistas para acá, han visto disminuir sus territorios frente a Brasil.

Este proyecto de expansión neoimperialista se ha extendido en las últimas décadas hasta el África, y ahora incluso mira más alto con la alianza del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), pacto político y geoestratégico que apuesta a la construcción de un mundo multipolar, en donde Brasilia aspira a ser protagonista de primer orden. Como se puede observar, las doctrinas geopolíticas de José María Da Silva Paranhos Junior, Barón de Rio Branco, de Golbery Do Couto e Silva, Mario Travassos, Meira Mattos y Teresinha de Castro, que apuntan a la expansión del Brasil al rango de potencia mundial, con Suramérica como su “lebensraun” o espacio vital, están más vigentes que nunca en los palacios de Planalto e Itamaraty.

Históricamente las elites brasileñas han visto a su país como una gran potencia regional, e incluso como un imperio emergente, de hecho su primer nombre oficial fue “Imperio do Brasil”; Sin embargo, una de las debilidades crónicas que impedía el desarrollo pleno de dicho proyecto había sido, hasta ahora, la carencia de fuentes propias de energía fósil. Los geoestrategas brasileños saben que Brasil como país no tiene el peso económico y político suficiente para convertirse en una potencia mundial, ¡pero qué Suramérica como unidad económica y geopolítica sí! En este aspecto la energía tiene una relevancia indiscutible: Unasur, (Unión de Naciones Suramericanas) es el único bloque regional del mundo autosuficiente en materia energética y Brasil intenta encabezar este bloque agregando a su ya tradicional condición de gigante económico de la región su nueva categoría de potencia energética emergente.

Con el descubrimiento de los gigantescos yacimientos petrolíferos conocidos como “Presal”, ubicados en la plataforma continental, frente a los sureños estados de Rio de Janeiro, Paraná, Sao Paulo, Santa Catarina y Espíritu Santo, el viejo proyecto de la oligarquía brasileña cobra un nuevo y poderoso impulso. Estos yacimientos están constituidos por un extenso horizonte geológico de entre 6.000 a 8.000 kilómetros cuadrados ubicados a un poco más de 200 kilómetros de las costas del sur del Brasil, a profundidades que sobrepasan los 2.500 metros y bajo una capa salina de entre 700 a 2000 metros de espesor.

Los inicios de la explotación petrolera en forma comercial en el Brasil se remontan a los primeros años de la década de 1.940. En 1.953 el estado brasileño creó Petrobras, empresa estatal que por ley posee, desde ese entonces, la propiedad de los yacimientos que se encuentren en territorio de ese país.

A partir de 1.984, gracias a los descubrimientos de los campos gigantes de Albacora y Marlim en aguas profundas de la cuenca de Campos, seguidos en los siguientes años por los descubrimientos de los campos también de categoría gigante de Marlim Sul, Marlim Este, Albacora Este, Barracuda-Caratinga y Roncador, Petrobras va a elevar significativamente sus volúmenes de producción, alcanzando en el año de 1.998 la simbólica cifra de un millón de barriles diarios, lo que significó en ese momento el 58% del consumo interno de petróleo del Brasil. En el año 2002 la producción del Brasil se elevó a millón y medio de barriles diarios (el 85% de su consumo) y desde el 2005 Brasil es autosuficiente en materia de consumo de hidrocarburos. Estos avances en materia de exploración y desarrollo de sus yacimientos petrolíferos y gasíferos han sido extraordinarios, sobre todo porque el territorio continental brasileño casi no posee áreas geológicas donde puedan encontrarse reservas de crudo de magnitud comercial, y casi todas sus explotaciones se localizan off shore, es decir, costa afuera, por lo que Petrobras se ha especializado desde su nacimiento en la exploración y explotación de este tipo de yacimientos, siendo hoy en día la empresa líder a nivel mundial en este tipo de tecnologías en aguas someras (hasta 400 metros de profundidad), aguas profundas (de 400 a 2.200 metros de profundidad) y aguas ultraprofundas (más de 2.200 metros de profundidad).

El éxito de Petrobras

La mayor parte de las cuencas terrestres del mundo ya han sido o están siendo explotadas. La gran promesa del futuro petrolero en el mundo son los yacimientos mar adentro, y en este tipo de explotación, Petrobras lleva una gran ventaja tecnológica y gerencial a la gran mayoría de las transnacionales del petróleo.

Para tener una idea del progreso de Petrobras en la planificación estratégica y desarrollo tecnológico de sus prospecciones y perforaciones hay que señalar que su promedio de pozos perforados que resultaron exitosos en cuanto a volúmenes de producción fue del 39% en el año 2003, 50% en el 2004, 55% en el 2005, 49% en el 2006 y 50% en el 2007, ello cuando el promedio mundial de prospecciones exitosas no llega al 25%, sin contar además con el hecho de que la enorme mayoría de estos descubrimientos han sido realizados en yacimientos ubicados en aguas profundas y ultraprofundas, con enormes dificultades de carácter técnico.

Entre los años 2003 y 2007 Petrobras descubrió y comenzó a explotar los yacimientos de Jubarte, Cachalote y Parque das Baleias en la zona norte de la cuenca de Santos; Golfinho y Canapú frente a las costas de Espíritu Santo; Piranema en Sergipe-Alagoas y el campo Manatí en la cuenca de Camamu-Almada. Pero es a finales del año 2007 cuando el gobierno del presidente Luiz Inacio “Lula” da Silva va a anunciar los grandes descubrimientos conocidos como yacimientos del “Presal”: Tupí, Bem-Te-Ví, Carioca, Caramba y Júpiter. Para tener una idea de la magnitud de estos yacimientos, aun no explorados del todo, hay que considerar que el megacampo Carioca, (llamado oficialmente Pan de Azúcar) con un estimado de reservas por el orden de los 33.000 millones de barriles de crudo, sería el tercer mayor campo del mundo, sólo superado por el saudita Ghawar y el kuwaití Burgan.

El hecho de que Petrobras haya logrado superar con éxito las colosales dificultades técnicas que implica la explotación de los yacimientos del Presal ha hecho que su prestigio en el mundo petrolero internacional se haya elevado sensiblemente, tal y como lo demuestra el que en los últimos tres años la empresa brasileña haya resultado favorecida en las licitaciones de 26 bloques geológicos en aguas profundas y ultraprofundas estadounidenses en el Golfo de México y en adjudicaciones de concesiones en aguas profundas del Mar Negro por parte del gobierno de Turquía; también en este año 2009 Petrobras resultó la empresa seleccionada por el gobierno cubano a través de su estatal del petróleo, Cupet, para explorar y explotar yacimientos off shore en aguas profundas en el yacimiento conocido como Hoya de la Dona, en la zona económica exclusiva de la isla caribeña en el Golfo de México.

El crecimiento y posicionamiento de Petrobras no se ha limitado a las ventajas que le otorga su condición de empresa líder a nivel mundial en exploraciones y explotaciones en aguas profundas; en los últimos diez años Petrobras adquirió importantes concesiones en los yacimientos de Camisea en el Perú, compró la empresa argentina Pérez Compaq (Pecom) en 1.124 millones de dólares, con esta compra tomó el control del 15% del mercado argentino de combustibles y del 10% de los lubricantes con la compra de la petrolera Santa Fe Petrobras ya es la segunda compañía en volúmenes de producción en la Argentina; también adquirió los activos de la Royal Ducht Shell en Colombia, Paraguay y Uruguay con vistas a extender a esos países la red de comercialización de sus productos.

También Petrobras ha aprovechado las tradicionales buenas relaciones de los gobiernos brasileños con las naciones lusoparlantes del África para obtener contratos y concesiones petroleras en varias de ellas, como es el caso de Angola, Mozambique, Guinea Bissau y Cabo Verde, además de las anglo y francoparlantes Nigeria, Níger, Malí, Senegal, Togo y Tanzania.

Una de las características históricas de la diplomacia brasileña y de sus geoestrategas ha sido la mesura y la capacidad de cálculo. Cuando el presidente Lula lanza campanas al viento anunciando que el descubrimiento de los yacimientos del Presal será “casi como una segunda independencia”, o cuando afirma que “Brasil será dentro de 20 o 30 años la potencia energética más grande del planeta”, no está simplemente enunciando buenos deseos o ilusiones, está señalando un plan cuidadosamente concebido que aspira llevar al coloso amazónico a la categoría de una gran potencia mundial (no sólo en el plano energético) en un breve lapso de tiempo.

Es probable que la gerencia de Petrobras conociera desde hace ya cierto tiempo la magnitud de los yacimientos del Presal, pero haya decidido esperar para anunciarlos, siguiendo instrucciones del gobierno y diplomacia de ese país, una coyuntura de altos precios del crudo, como los que se han alcanzado en los dos últimos años, para mejorar su condición crediticia a nivel mundial y reforzar su condición de potencia emergente dentro del grupo BRIC y del G-20.

Desde agosto del 2002 hasta el treinta de abril del 2008 las acciones de Petrobras en la bolsa de Nueva York se revalorizaron en un 912%. Brasil ha venido fortaleciendo su banca nacional para no tener que depender de los monopolios anglosajones de Wall Street y la City londinense. En enero de este año Petrobras anunció un plan quinquenal de inversiones (2009-2013) por 174.000 millones de dólares, esto a pesar de la caída de los precios del crudo y de la crisis del sistema económico mundial, lo que demuestra que su estrategia no es coyuntural. De esa cantidad 104.000 millones están destinados a trabajos de exploración y producción, lo que señala claramente que los jerarcas petroleros cariocas aun esperan encontrar mucho más yacimientos de crudo.

El que en medio de una severa recesión mundial Petrobras pueda adquirir líneas crediticias tan gigantescas denota la posición y fuerza que en los centros del poder financiero mundial se le asigna a Brasil como gran productor energético de las próximas décadas. Es probable que los multimillonarios recursos financieros chinos estén asociados a este proceso de recapitalización de la banca nacional y estatal brasileña, teniendo como garantía, por supuesto, los recursos petroleros del Presal.

Hay que ser muy cuidadoso cuando se habla de Petrobras como una empresa nacional del Brasil. Como consecuencia de las políticas privatizadoras del huracán neoliberal que azotó Latinoamérica en la década de los años 90 del siglo pasado y que en Brasil tuvo como principales perpetradores a Fernando Color de Melo y Fernando Henrique Cardozo, la participación del estado del estado brasileño en Petrobras se hizo minoritaria. Actualmente sólo controla el 32,2% de las acciones totales, sumadas a un 7,6% de acciones que posee el Banco Nacional de Desarrollo Económico (BNDES). El 57% restante pertenece a grandes y pequeños inversionistas que adquieren y negocian sus acciones en las bolsas de New York, Londres, Sao Paulo, Madrid y Buenos Aires. Como ejemplo de esto último tenemos que el megaespeculador George Soros es propietario de cerca de 37 millones de acciones de Petrobras por un valor de 900 millones de dólares. Es por lo anterior que el gobierno del presidente Lula da Silva introdujo en septiembre de este año 2009 un proyecto de ley que intenta otorgar el control total de Petrobras al estado brasileño, sobre todo de los nuevos yacimientos del Presal, proyecto que ha sido duramente resistido en el parlamento brasileño por los representantes de los intereses transnacionales y oligárquicos que allí detentan escaños. Adelantándose a esta resistencia el gobierno del presidente Lula creo Petrosal, una empresa estatal que tendrá un representante con voz y voto en el consejo directivo de cualquier empresa que entre a explotar los yacimientos del Presal.

Una cosa es el gobierno, otra el poder

Con respecto a lo anterior hay que indicar que en Brasil, al igual que en la mayoría de los países latinoamericanos, el gobierno de turno no necesariamente detenta el verdadero poder, este sigue estando en manos de la oligarquía industrial y comercial paulista y carioca, de los grandes terratenientes (brasileños y extranjeros) y de los representantes del gran capital financiero e industrial transnacional con intereses en ese país. Las discusiones y luchas por el futuro del Presal en el congreso, y entre este y el gobierno del presidente Lula, no son sino expresiones de las contradicciones entre los representantes de distintos intereses capitalistas nacionales y extranjeros.

Es notoria la ausencia en las discusiones sobre el futuro de los recursos del Presal de representantes populares de base como el Movimiento de los Sin Tierra (MST), de los sindicatos brasileños, de los organizadores del Foro Social de Porto Alegre, de los diferentes grupos ecologistas o de los grupos cristianos de base. El partido de los trabajadores (PT) dejó hace ya tiempo de ser un partido clasista y desde su llegada al gobierno ha variado la forma pero no el fondo de las políticas en defensa de los intereses del gran capital nacional e internacional asentado en Brasil.

Es paradigmático que la prensa derechista europea y usamericana permanentemente se derrita en elogios hacia Lula y su gestión de gobierno, promoviéndolo como ejemplo de lo que debe de ser una izquierda “moderna y responsable”, mientras se desgarran las vestiduras atacando el “populismo radical” de Chávez, y los “arcaicos” indigenismo de Evo y nacionalismo de Correa.

El vocero del Departamento de Estado de los EEUU, P.J. Crowley ha declarado que “La lección del golpe militar a Manuel Zelaya es que debe alejarse del liderazgo actual en Venezuela, y que los países de la región deben seguir un gobierno modelo y un líder modelo que no sea Chávez”. Y uno se pregunta: ¿Cuál podría ser ese gobierno y líder modelo que los estadounidense proponen?....¿Uribe? Está demasiado desprestigiado a nivel mundial por sus escándalos para y narcopolíticos. ¿Calderón? Ilegítimo, espurio, declarando una guerra dentro de su propio país y encima soso y sin carisma, está descartado. La respuesta es obvia: ¡Brasil y Lula¡

Sin embargo, no parece que las elites brasileñas acepten una alineación y sumisión incondicional a los intereses de las oligarquías que controlan el poder en los EEUU. En el año 2002 la ONU desestimó los intentos de la representación de los EEUU de cuestionar la soberanía del Brasil sobre las riquezas contenidas en su zona de explotación económica exclusiva de 350 millas marinas, (distancia en la que se prolonga la plataforma continental de ese país). Los EEUU propusieron una “internacionalización” de los océanos y de sus recursos minerales, pero dicha propuesta fue derrotada mayoritariamente en la asamblea general de la ONU de ese año.

La reactivación de su cuarta flota de guerra por parte del gobierno estadounidense para operar en el mar Caribe y en el Atlántico Sur, despide un penetrante olor a petróleo. En momentos en que los yacimientos petrolíferos del mundo se agotan con acelerada rapidez (en julio del pasado año 2009 se cruzó el cenit que marcó el punto en que las reservas mundiales de hidrocarburos comenzaron a declinar irreversiblemente, Teoría del Pico de Hubbert), y en que los países productores del cercano y medio oriente se tornan cada vez más inestables y convulsos, el eje Faja del Orinoco-Presal cobra una importancia geoestratégica enorme.

En la faja del Orinoco hay reservas recuperables por encima de los 513.000 millones de barriles, esto según cifras dadas a conocer a principios de este año 2010 por el Servicio Geológico de los EEUU, (USGS por sus siglas en inglés), y que vienen a confirmar las estimaciones que desde hace algunos años para acá vienen haciendo las autoridades energéticas venezolanas; a estos cálculos hay que agregarle los cerca de 80.000 millones de barriles que Venezuela posee como reservas convencionales, más sus enormes y recién descubiertas reservas de gas, equivalentes a 25.000 millones de barriles de petróleo. Si a estas cantidades les sumamos los más de 100.000 millones de barriles que ha descubierto Brasil en sus cuencas del Presal tendremos que en el litoral Atlántico de América del Sur se encuentran las más fabulosas reservas de petróleo de todo el mundo: ¡Más de 700.000 millones de barriles de petróleo y gas!

La activación de la cuarta flota está indudablemente relacionada con el descubrimiento y explotación de estos gigantescos yacimientos, y la instalación de bases usamericanas en Colombia, Perú, Paraguay y las Antillas menores pareciera dirigida a presionar la retaguardia de Brasil y Venezuela.

La oligarquía brasileña y sus geoestrategas saben que los yacimientos petrolíferos de la faja del Orinoco en Venezuela, las enormes reservas de litio (el gran superconductor y almacenador de energía del siglo XXI) en Bolivia, sus yacimientos hidrocarburiferos del Presal y sus adelantos tecnológicos y ventajas comparativas en la producción de biocombustibles harán de Suramérica el gran polo energético mundial en las próximas décadas, y sabido es que quien controle la energía controlará el mundo, por lo que no parece que deseen resignar esta posibilidad de poder y dominio global en beneficio exclusivo de las tradicionales oligarquías noratlánticas.

La compra a Francia en el 2009 de una pequeña flota de submarinos (4 convencionales y uno con propulsión nuclear) por parte de las fuerzas armadas brasileñas pareciera dirigida a utilizarlos para proteger la riqueza del Presal, pero ¿protegerla de quien?

Ninguno de sus vecinos suramericanos tiene ni los recursos ni los deseos de enfrentarse con el coloso amazónico, que por lo demás ha hecho de la cooperación, la mediación, el diálogo, el respeto al derecho internacional y la integración sus banderas políticas internacionales en los últimos 50 años. Algo sin duda muy importante en un escenario internacional signado en los últimos 20 años por la unipolaridad y el uso abusivo y criminal de la fuerza.

Ni China ni Rusia parecieran entrar en la lista de potenciales agresores o amenazas a la soberanía brasileña sobre sus yacimientos de hidrocarburos, toda vez que ahora inclusive son socios estratégicos en el BRIC. Tampoco los europeos parecieran tener la fuerza ni los deseos de presentarse como una amenaza a una nación que emerge con fuerza en este comienzo de siglo y que es el guardián de la mayor reserva forestal y de biodiversidad del planeta. Esto sólo deja como virtual amenaza, al complejo industrial-militar-financiero que detenta el poder en los EEUU que a través de su doctrina Carter se atribuye el derecho de intervenir militarmente en cualquier lugar del mundo en donde existan hidrocarburos para asegurarse su suministro y control, y que además ha sido el único gobierno que a través de su frustrada tesis de la internacionalización de las riquezas minerales de los océanos ( y también en su momento de la Amazonia) ha intentado cuestionar la soberanía brasileña sobre los recursos del Presal. Esto último explicaría el porqué desde el año 2004 las fuerzas armadas del Brasil han estado enviando efectivos a la República del Vietnam para estudiar sus técnicas y estrategias de combate en la selva frente a un enemigo abrumadoramente superior en materiales y tecnología bélica. Sólo una hipótesis de conflicto con los EEUU encaja en este tipo de preparación. Al revisar la política exterior de los EEUU en los últimos 100 años se puede concluir que nada habría de extraordinario en una agresión militar de rapiña en esta zona. Si el complejo militar-industrial-financiero que allí ejerce el poder ha estado dispuesto a perpetrar guerras genocidas en diversas partes del mundo con el fin de adueñarse del petróleo, no tiene sentido el suponer que no estarían dispuestos a hacerlo en su propio continente.

Entre los analistas latinoamericanos existe la discusión acerca del tipo de relación que sostendrá el Brasil en los próximos años con los EEUU: Si será una relación de subordinación, de cooperación interimperialista o de confrontación. Creo que ninguna de las tres hipótesis se dará en estado puro. La oligarquía brasileña se subordinará y cooperará con las políticas estadounidenses en tanto y cuanto se adecúen a sus intereses, fines y propósitos, tal y como lo son el de contener el avance político de las fuerzas progresistas en Suramérica encarnadas en la revolución bolivariana del comandante Chávez en Venezuela, por la insurgencia indígena de Evo Morales en Bolivia, por el nacionalismo militante de Correa en Ecuador y por el ascenso de la popularidad de sus propios movimientos sociales como los sin tierra y el foro de porto alegre.

El vehemente impulso integracionista, no sólo en lo puramente económico sino especialmente en lo político y en lo social del comandante Chávez ha suscitado rechazo y alarma en los círculos de poder brasileños. Con su cálida sonrisa y su carisma como ariete el gobierno del presidente Lula no ha hecho sino torpedear o paralizar la mayoría de las propuestas integracionistas venezolanas. El proyecto del Gasoducto del Sur parece que ya está muerto y enterrado.

Los acuerdos integracionistas PDVSA-PETROBRAS nunca terminaron de fructificar y cada vez enfrentan más obstáculos y resistencias, como el caso de la refinería Abreu e Lima en Pernambuco, que originalmente fue concebida como un polo de integración entre el sur venezolano y el nordeste brasileño y hoy parece condenada a un simple acuerdo tecnocrático de suministro de materias primas por parte de Venezuela. La resistencia a la creación del Banco del Sur por parte de Brasil que ha promovido a su BNDES como fuente de financiamiento de los proyectos del IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana, propuesta también diseñada y orquestada por Brasil en función de sus intereses y necesidades) en los países de la región. Brasil ha terminado por adherirse al proyecto del Banco del Sur pero con la finalidad de monitorearlo y controlarlo desde adentro. La admisión plena de Venezuela al Mercosur fue dilatada en extremo por el senado brasileño y ahora parece sufrirá el mismo trato en el senado paraguayo en el que los intereses de la oligarquía brasileña están fuertemente representados.

Esta demora es una demostración de fuerza frente a Venezuela pero no significa su rechazo al mercado. Brasil no puede darse el lujo de rechazar el ingreso de Venezuela porque para su proyecto de potencia mundial necesita liderar un bloque suramericano con la participación de la mayor cantidad de países de la región. Venezuela no sólo es la cuarta economía en tamaño de Suramérica sino que posee un peso e influencia importante en otros países de la región a los que Brasil aspira incorporar a su bloque regional.

Las elites brasileñas no diseñaron Mercosur en función de los intereses de los pueblos de los países miembros sino en función de sus intereses propios. Desde la óptica de la oligarquía brasileña el fin de Mercosur no ha sido, desde el principio, integracionista sino más bien monopolista. Esto implica también resistir los intentos usamericanos por tomar por asalto los mercados suramericanos a través de los tratados bilaterales de libre comercio que los EEUU, frente al fracaso del ALCA, ha venido promoviendo entre los países que más estrechamente están alineados y sometidos a su dirección: Perú, Colombia, Chile, México y últimamente Uruguay.

Los intereses de las clases dominantes en Brasil (y en cualquier sociedad capitalista) nunca son uniformes. Presentan conflictos y contradicciones propias de las dinámicas del capital; Así vemos que una parte de las clases dominantes del Brasil se alinean con los intereses usamericanos en temas tales como los biocombustibles, la contención de los movimientos sociales en Suramérica y la ocupación militar de Haití, mientras que otra parte (al parecer mayoritaria y más poderosa) confronta los intereses estadounidenses en la región y diseña su propia hoja de ruta en temas tales como Mercosur frente al Alca, intento de toma de espacios en mesoamérica con el apoyo al derrocado presidente Zelaya, promoción de la multipolaridad (BRIC), cuestionamiento del dólar como moneda de intercambio comercial internacional, etc.

Si algo ha demostrado la historia, y más específicamente la historia del capitalismo, es que los imperios y los representantes del gran capital no cooperan entre sí, ¡compiten! Generalmente en forma violenta. Las elites imperiales del mundo ansían el agua dulce, la biodiversidad de la amazonia, los biocombustibles brasileños y ahora el petróleo del Presal, pero la oligarquía de este país asume estos elementos como sus cartas de triunfo en el tablero geopolítico mundial del siglo XXI.

Joel Sangronis Padrón es profesor de la Universidad Nacional Experimental Rafael Maria Baralt (UNERMB), Venezuela

Joelsanp02@yahoo.com


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