CEPRID

Los nuevos dueños de la tierra

Sábado 23 de enero de 2010 por CEPRID

GRAIN

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Con todo lo que se ha dicho sobre la “seguridad alimentaria” y con las distorsionadas afirmaciones de los medios de comunicación como “Corea del Sur arrienda la mitad de los terrenos de Madagascar”1, a mucha gente no le queda claro que los actores principales en el actual proceso de acaparamiento de tierras para producir alimentos de exportación no son los países o los gobiernos, sino las corporaciones. Demasiada atención se le ha prestado a la participación de los Estados, como Arabia Saudita, China o Corea del Sur. Sin embargo, la realidad es que aunque los gobierno facilitan los acuerdos, las empresas privadas son las que están obtienen el control de la tierra. Y sus intereses, simplemente, no son los mismos que los de los gobiernos.

Tomemos un ejemplo. En agosto de 2009, el gobierno de Mauricio, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, consiguió rentar por un largo plazo 20 mil hectáreas de buena tierra agrícola en Mozambique en la que se producirá arroz para el mercado mauriciano. Sin lugar a dudas, se trata de una dislocación de la producción agrícola. Pero no es el gobierno de Mauricio, en nombre del pueblo mauriciano, el que va a explotar la tierra y embarcar el arroz al país. En lugar de eso, el Ministerio de Agroindustria inmediatamente subarrendó la tierra a dos corporaciones: una de Singapur (ansiosa de desarrollar mercados para sus semillas patentadas de arroz híbrido en África) y otra de Swazilandia (que se especializa en la producción ganadera, pero que también está involucrada en los agrocombustibles en el sur de África).2 Éste es el modo típico de operar. Y significa que no debe cegarnos la participación de los Estados porque a fin de cuentas lo decisivo será lo que quieran las corporaciones, que cuentan con un arsenal de instrumentos legales, financieros y políticos para apoyarse.

Más aún, existe una tendencia a asumir que el interés del sector privado en el acaparamiento mundial de tierras corresponde a las tradicionales empresas con agronegocios o plantaciones, como Unilever o Dole, en una ampliación simple del antiguo modelo de agricultura por contrato. Pero es la industria financiera más poderosa, con muy poca o nada de experiencia en agricultura, la que emerge como actor corporativo decisivo. Tanto que la misma frase “invertir en agricultura”, mantra actual de los burócratas del desarrollo, no debe entenderse automáticamente como financiamiento público. Cada vez más, se convierte en el negocio de los grandes negocios.

El papel del capital financiero.

GRAIN ha intentado mirar con mayor detalle quiénes son realmente los inversionistas del sector privado que hoy están acaparando tierras de cultivo a nivel mundial para producir alimentos en el extranjero. De lo que hemos reunido, el papel del capital financiero —empresas y fondos de inversión— es en verdad significativo. Por tanto, hemos construido una tabla para mostrar la situación. Allí se muestran más de 120 estructuras de inversión , la mayoría de ellas de reciente creación que, tras la crisis financiera, están ocupadas adquiriendo tierras de cultivo en el extranjero.3 El capital comprometido, ya sea materializado o en prospecto, asciende a decenas de miles de millones de dólares. Sin embargo, la tabla no cubre todo. Sólo es una muestra de los tipos de empresas o instrumentos que se están utilizando y los niveles de inversión que buscan lograr.

Los inversionistas privados no se interesan por la agricultura para resolver el hambre mundial o eliminar la pobreza rural. Simple y llanamente quieren ganancias. Y el mundo ha cambiado a modos que hacen posible obtener mucho dinero de las tierras agrícolas. Desde la perspectiva de los inversionistas, las crecientes necesidades alimentarias mundiales garantizan precios altos y proporcionan una base sólida para resarcir las inversiones de quienes controlan los recursos necesarios. Y esa base de recursos, especialmente la tierra y el agua, enfrenta cada vez más problemas. Tras la crisis financiera, las llamadas inversiones alternativas, en infraestructura o tierras agrícolas, están haciendo furor. Las tierras de cultivo en sí mismas se promocionan como cobertura contra la inflación. Dado que su valor no sufre variaciones según lo hacen otros activos, tales como el oro o las monedas, permite que los inversionistas diversifiquen sus portafolios. Pero no se trata sólo de la tierra, se trata de la producción. Los inversionistas están convencidos que pueden ir a África, Asia, América Latina y al antiguo bloque soviético a consolidar consorcios, inyectar una mezcla de tecnología, capital y habilidades gerenciales, montar las infraestructuras y transformar las fincas sub-explotadas en operaciones agroindustriales de gran escala. En muchos casos, el objetivo es generar ingresos por la producción y por la tierra misma, cuyo valor esperan que suba. Es una versión totalmente empresarial de la Revolución Verde y sus ambiciones son grandes. “Mi jefe quiere crear el primer Exxon Mobil del sector agrícola”, dijo Joseph Carvin de Altima Partners’ One World Agriculture Fund en un encuentro de inversionistas mundiales, realizado en Nueva York, en junio de 2009. No es de extrañar, entonces, que los gobiernos, el Banco Mundial y las Naciones Unidas quieran asociarse. Pero ellos no son los actores principales.

De ricos a más ricos

Los nuevos propietarios agrícolas que emergen hoy son gestores de fondos de capital privados, operadores de fondos especializados en tierras agrícolas, fondos de cobertura, fondos de pensiones, grandes bancos y similares. El ritmo y extensión de su apetito es notable —pero no es sorprendente, dada la presión por recobrarse de la crisis financiera. Si bien no existe información de muchas fuentes, nos percatamos de que miles de millones de dólares se están destinando a adquirir tierras mediante un creciente número de proyectos “de dinero fácil”. Y algunos de estos dólares provienen de fondos de retiro acumulados a través de años de trabajo por parte de profesores, funcionarios civiles y obreros de países como Estados Unidos y el Reino Unido. Esto significa que un montón de ciudadanos corrientes tienen, también, una participación financiera en esta tendencia, sea que estén o no conscientes de ello.

También significa que se está formando una nueva y poderosa fuerza de cabildeo empresarial, que quiere condiciones favorables para facilitar y proteger sus inversiones en tierras agrícolas. Quieren suprimir leyes molestas que impiden la propiedad extranjera sobre la tierra, hacer a un lado las restricciones locales sobre la exportación de alimentos y evadir cualquier regulación sobre organismos genéticamente modificados. Podemos estar seguros que trabajarán con sus gobiernos y varios bancos de desarrollo, para instalar sus agendas alrededor del mundo mediante tratados de libre comercio, tratados bilaterales de inversión y financiamientos condicionados.

Efectivamente, el acaparamiento mundial de tierras se está realizando dentro del contexto de gobiernos, tanto en el Norte como en el Sur, que están ansiosos de apoyar la expansión de sus propias corporaciones transnacionales de alimentos y agronegocios como la principal respuesta a la crisis alimentaria. Los acuerdos y programas que se promueven apuntan a la reestructuración y expansión del sistema alimentario industrial, con base en monocultivos intensivos de gran escala, y grandes capitales destinados a los mercados de exportación. Aunque esto pueda sonar conocido, muchas cosas son nuevas y diferentes: se levantará la infraestructura necesaria para impulsar el modelo (algo que la Revolución Verde nunca hizo), se basa en nuevas formas de financiamiento y se hace meas y más importante el creciente protagonismo de las corporaciones y magnates del Sur. Las transnacionales de Estados Unidos y Europa, como Cargill, Tyson, Danone y Nestlé, que alguna vez llevaron la voz cantante, están quedando a la par con conglomerados emergentes como cofco, Olam, Savola, Almarai y JBS.4 Un informe reciente de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (unctad) señaló que un sólido 40% de todas las fusiones y adquisiciones en el área de producción agrícola durante el año pasado fueron Sur–Sur. 5 Para hacerlo gráfico, la industria alimentaria del mañana en África será dirigida mayoritariamente por capitales brasileños, chinos y del Golfo Arábico.

Exportando inseguridad alimentaria

Dado el enorme peso del sector privado en el actual acaparamiento de tierras, está claro que estas empresas no están interesadas en el tipo de agricultura que nos brinde soberanía alimentaria. Y en el momento en que el hambre aumenta más rápido que la población, es muy probable que tampoco hagan mucho por la seguridad alimentaria. Un líder campesino de Synérgie Paysanne en Benin, ve estos acaparamientos de tierras. fundamentalmente, como “exportación de inseguridad alimentaria”, ya que dicen darle respuesta a las necesidades de algunas personas —ya sea maíz o dinero— quitándole los recursos de producción alimentaria a otras.

Tiene razón, por supuesto. En la mayoría de los casos, estos inversionistas no tienen gran experiencia en la administración de fincas y están destinados, tal como lo observó el coordinador de masipag en Filipinas a llegar, agotar la vida y los nutrientes del suelo mediante la agricultura intensiva, retirarse al cabo de algunos años y dejar a las comunidades locales con “un desierto”.

Si no fuera francamente peligrosa, parecería francamente peculiar esta preocupación por canalizar esta repentina marea de dólares y dirhams en una agenda para resolver la crisis alimentaria mundial. Desde las oficinas de las Naciones Unidas en Nueva York hasta los pasillos de las capitales europeas, todos hablan de lograr acuerdos en que ambas partes ganen. Lo único que se necesita, nos dicen, es ponerse de acuerdo en unos pocos parámetros para darle un carácter moral y disciplinar estos acaparamientos de tierra, de forma que realmente estén al servicio de las comunidades locales sin asustar y alejar a los inversionistas. El Banco Mundial incluso quiere crear un esquema de certificación mundial y una oficina de auditoría para lo que podría convertirse en un “acaparamiento sustentable de tierras”, en la misma línea de lo que se ha hecho con la palma aceitera, la silvicultura u otras industrias extractivas.

Antes de subirse al carro del esquema en que “ambas partes ganan”, sería prudente preguntarse: “¿Con quién?, ¿Quiénes son los inversionistas?, ¿Cuáles son sus intereses?” Es difícil creer, con tanto dinero en juego, con tanta experiencia social acumulada sobre las concesiones y conversiones masivas de tierras, ya sea en minería o plantaciones, y considerando el papel central de la industria financiera y de agronegocios en este asunto, que estos inversionistas quieran repentinamente jugar limpio. Al mismo tiempo, es difícil creer que los gobiernos y agencias internacionales puedan repentinamente ser capaces de controlarlos y exigirles cuentas.

Hacer que estas inversiones funcionen, simplemente no es el punto de partida correcto. Apoyar los esfuerzos de los pequeños agricultores y campesinos por lograr una soberanía alimentaria real, sí lo es. Son dos agendas políticas muy polarizadas. Sería un grave error suponer que apuntan a lo mismo. Es crucial mirar con más detalle quiénes son los inversionistas y qué es lo que realmente desean. Y es más importante todavía buscar soluciones fundamentadas a la crisis.


Referencias

1. No fue Corea del Sur sino Daewoo Logistics

2. Ver GRAIN, "Mauricio lidera la apropiación de tierras para arroz en Mozambique", Oryza hibrida, primero de septiembre de 2009. http://www.grain.org/hybridrice/?lid=221 (Disponible en inglés, francés y portugués.)

3. La tabla incluye tres tipos de entidades: fondos especializados, la mayoría de ellos fondos para tierras agrícolas; administradoras de activos e inversiones; e inversionistas que participan. Estamos conscientes que es una mezcla amplia, pero creímos importante mantener la tabla simple: http://www.grain.org/articles/?id=57&pdf2

4. cofco tiene base en China, Olam, en Singapur, Savola y Almaria, ambas, en Arabia Saudita, y jbs en Brasil

5. World Investment Report 2009, unctad, Ginebra, septiembre de 2009, p. xxvii. La mayoría de la inversión extranjera directa tiene lugar mediante fusiones y adquisiciones


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