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Crisis sistémica del capitalismo: La alienación, el terror y la persecución al socialismo revolucionario

Jueves 10 de septiembre de 2009 por CEPRID

Manuel Sutherland

CEPRID

La crisis sistémica del capital es perenne, no estalló “ahora”, el sistema es y ha sido caótico, ineficaz e ineficiente. Este modo de producción ha ido sumergiendo de manera progresiva a no menos de 4 mil millones de seres humanos a la pobreza (PNUD). Incluso, las otras personas que pueden “disfrutar” de los auges cíclicos dentro de las caídas del sistema, sufren invariablemente los rigores de presiones y angustias de la imposibilidad de la realización personal.

En períodos de menor caos en el sistema, quienes funcionan en él, se sienten como bestias de carga, que viven para comer, emplearse y dormir. De las infinitas capacidades humanas a desarrollar, el sistema nos asigna la de mulas y bueyes. Ante el desarrollo de las contradicciones más agudas del sistema, la respuesta “inculcada” radica en la copia de soluciones individuales a un problema eminentemente social. Veamos.

La crisis NO es financiera. El strip-tease del sistema o el intento de explicar el todo por la parte.

Los aparatos de ideología de las distintas fracciones de la burguesía (mal llamados Medios de Comunicación) son quienes suelen ofrecernos las explicaciones básicas de la realidad global, que ellos insisten en fragmentar. Los aparatos ideológicos de la burguesía constituyen un sólido vehículo de la implantación de la falsa conciencia y de la apología al sistema. Tal aparataje tiene la labor fundamental de solidificar el consenso (que aunado a la violencia represiva) constituyen la hegemonía (Antonio Gramsci) que adormece a las masas en su accionar político y las empuja a la aceptación dócil de las penurias. ¿Ahora bien, quienes son los que nos explican la crisis “financiera”? Los mismos poseedores del látigo del capital, con el que la Burguesía a nivel mundial azota al pueblo trabajador.

Día y noche, aparecen una “Pléyade” de rabiosos defensores del sistema de explotación que nos tratan de enseñar que la esclavitud asalariada es lo mejor que nos pudo haber sucedido en la vida. Ellos son quienes diseñan largas consignas metafísicas relacionadas al porque las cosas van momentáneamente mal. La idea de la crisis “financiera” es una invención ideológica de esa camarilla apologista del capital, que trata de buscar una explicación capitalista a la evidente bancarrota del sistema.

Las finanzas no son el capitalismo, apenas son una parte hipertrofiada en la cuál se recicla principalmente la plusvalía, la renta y en las últimas décadas, el dinero inorgánico. Michael Husson, nos comenta que la contabilidad financiera no refleja la realidad, debido a que suma la totalidad de las cantidades empleadas en la especulación como “producción” de valores. Así, los billones que dicen moverse al final de un día, son sólo intercambios de promesas de pagos o divisas, en las cuáles lo que ganan unos, es lo que pierden otros. No hay creación de valor.

Lo invertido asociado a acciones, depende directamente de la capacidad real de valorización de capital en una determinada rama industrial que permitiría en cierto período devengar un dividendo, que provendría directamente de la plusvalía generada por los obreros y expropiada por la burguesía. De allí, pasaría a las manos de los financistas que devengarían el interés o costo del dinero, por el capital adelantado y colocado en la reproducción.

Por tanto, las finanzas son sólo una tuerca de la rueda, donde a pesar de presentarse las trampas y especulación a granel, no es el elemento central del sistema, allí no se genera valor nuevo. Por ello, explicar las crisis sistémica del capital (ética, laboral, energética, ecológica etc.) por apenas un componente de la misma, es proponer que un fragmento del sistema representa el TODO, y que lo demás es independiente del desarrollo histórico-social de una forma de organizar la reproducción de la especie humana. Explicar la crisis del sistema por las finanzas (una fracción) es decir que la criminalidad se debe a los juegos de video donde se mercadean las fantasías más sanguinarias del ser humano. ¡Todo estaba Bien y llegó la crisis¡ o el intento de embellecer la miseria latente

Otra de las formas que tiene la opresión de engañarnos es convertir la decadencia de la civilización capitalista en un hecho incidental y contrapuesto a “edades de oro”, que simulan la fantasía de la “competencia perfecta” que particularmente creemos, no existió. Así, se muestran gráficos de etapas de auge económico y se contrastan con las depresiones económicas actuales, diciendo: ¡estábamos muy bien antes, recuperemos la base emprendedora del capital¡ Nada más falso que esto. El sistema capitalista en su captura y sujeción global ha venido en todas sus épocas generando miseria y desolación.

La burguesía como clase rectora de los destinos globales, ha emprendido una feroz lucha por el mantenimiento de la relación de opresión, sobre quienes sólo venden la fuerza de trabajo que genera el plusvalor, expropiado por los patronos. Nunca ha habido tal armonía entre explotadores y explotados, siempre en la historia se ha desarrollado una feroz lucha entre ambos. Los “idilios” que empujan a soñar con un capitalismo lleno de empresarios cariñosos y patrióticos que llenan de riqueza a TODA la sociedad, es una vulgaridad ideológica, que sólo existe en diminutos y malintencionados cerebrillos.

Por ello, decir que el capitalismo tiene “etapas” buenas y otras malas, es negar el grado de descomposición que atraviesa y obviar los indicadores estadísticos más básicos (PNUD, o¬nU, FAO etc.) que indican el horrendo genocidio por razones de miseria que deviene del funcionamiento lógico del sistema. Así, las hambrunas, guerras y enfermedades, empujan a millones a muertes evitables, si cambiáramos la dirección de la construcción social, por una organización que oriente internacionalmente la producción (con menos horas de trabajo y mayor productividad) a la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de toda la población. Una muerte en cualquier parte del mundo, por no tener una vacuna de 50 centavos de dólar, debe ser motivo de indignación y tragedia. En una sociedad salvaje como ésta, es el diario acaecer.

Los auges y caídas cíclicas de la producción dentro de la Crisis Sistémica del Capital

Otras de las teorías que se “venden”, nos tratan de hacer ver la crisis como una fantasía de fanáticos zurditos. De esa forma, sacan “tablitas” y nos explican que evidentemente hay ciclos de auge y caída en el capital, algo así como: “A veces se crece muy rápido y que otras veces se desciende” Eso resulta obvio, es una parte de la integralidad sistémica del capital. Es decir, los auges y las caídas ocurren recurrentemente en períodos de tiempo de disímil duración, pero eso no determina de ninguna manera, que se superen las graves contradicciones del capitalismo en ningún espacio temporal o que se trasciendan estructuralmente los flagelos que de él devienen.

El sistema en sus caídas y auges (medidas por las cantidades de productos vendidos, donde se computan favorablemente: armas, pornografía infantil y drogas como “bienes”) no resuelve ningún problema estructural de la sociedad (empleo, hambre, miseria etc.) sino los agrava. Cada Ciclo trae consigo una estela de mayor depauperación y pobreza. Cada ciclo deja a su paso millones de productores independientes arruinados que no tienen ya con que producir. Cada ciclo arrasa con miles de fábricas en las cuáles se destrozan inútilmente millones de máquinas y herramientas útiles para fabricar cosas que harían nuestras vidas más sencillas. Cada ciclo que pasa, empuja a millones a la desocupación que incluso les impide seguir explotándose. Cada ciclo trae consigo una sensible baja salarial, que empeora los niveles de vida de la población y relanza la acumulación capitalista, al llevar los salarios a niveles inferiores a su productividad. Cada ciclo que viene siembra la idea de que jamás se podrá vivir mejor que antes, en un mundo maravilloso, que la burguesía convierte en una pesadilla sistémica.

La alienación, la violencia y el miedo. ¿Cómo funciona realmente el sistema?

El sistema capitalista es una integralidad en la cuál se organiza socialmente el trabajo, en relaciones sociales cuya función primordial es la acumulación ampliada de capital, basada en la explotación continua de Fuerza de Trabajo. El arte, la política, la educación, todo está orientado específicamente para cumplir con el objetivo central de acumular capital. Así, para el sistema, todos somos mercancías violentamente obligadas (o si no te mueres de hambre) a trabajar, en un proceso penoso de mercantilización plena de todas las relaciones sociales de nuestra vida.

Todos tenemos que involucrarnos con la naturaleza y con otros seres humanos para poder cubrir nuestras necesidades estructurales. Esa relación la consideramos como: Trabajo. Pero en la sociedad capitalista, no está expresado de esa forma, sino en la modalidad del Empleo Alienado. Éste, se constituye junto a la propiedad Privada y la división social del trabajo como las herramientas históricas de los opresores, de mayor y más trágica ascendencia.

La alienación como fenómeno socioeconómico es consecuentemente potenciada con el devenir de la crisis sistémica y radica a grosso modo, en la brusca separación de los trabajadores de los medios de producción, del proceso productivo y del producto de su trabajo. Estas características estructurales de la alienación, se han ido agravando en el transcurrir del tiempo. Así, la gente cada vez se siente menos a gusto en el trabajo, más infeliz y desolada; al ver como una posibilidad lejana, una existencia plena, en la cuál pueda disfrutar de la vida y de los afectos.

En el desarrollar de la crisis, los cuerpos represivos perfeccionan con mayor detalle sus “técnicas” se supresión criminal de la protesta. Las burguesías, tratan de frenar el derrumbe de sus ganancias traspasando las pérdidas a una ciudadanía adormecida por años de socialdemocracia y aplastada por la criminalización de cualquier movimiento revolucionario que se tomara en serio el asunto de la toma del poder.

El auge delictivo, de las drogas, del licor y de la “diversión” enajenada es la forma como el empresariado Lumpen valoriza su capital y lumpeniza a los trabajadores tratando de frenar cualquier tipo de avance disciplinado y organizado, que pueda hacerle frente a la debacle capitalista. Por ello, los empresarios de esta índole, cumplen el papel de “mercantilizar” la violencia e irrigar las conductas lúmpenes que conviertan a los sepultureros del sistema, en víctimas de sus pulsiones más salvajes e inútiles. Menester es la lucha decidida contra los antivalores que embrutecen al proletariado y lo alejan del camino hacia la toma de conciencia revolucionaria. Nada de miedos, el presente es de Lucha y el mañana de Triunfos comunistas

La soledad y el miedo que infunden los déspotas en aras de mantener la dominación, tiene proporciones inenarrables. El miedo a perder el trabajo, o a no conseguir con que comer es muy grande. El miedo a la protesta por el chantaje monetario es muy alto, el temor a ser castigados por policías y militares armados que amedrentan a la población es alto. El terror que producen las imágenes de los gringos con sus torturas legalizadas y sus cárceles dantescas es inmenso. Soñar con un amanecer vestido de naranja, con una capucha en la cara y cientos de perros asesinos, en una cárcel de cualquier estado Burgués es motivo para helar la sangre. Pero, eso es lo que los explotadores desean, el miedo paralizante (que con ayudas de los universitarios ideólogos de la postmodernidad) nos invite a la apatía y a abandonar cualquier hálito de dignidad que nos exija luchar contra esta carnicería humana.

Conocer, la historia y la realidad por el estudio de sus víctimas y no de sus victimarios es imprescindible. La única teoría que nos acerca a las causas explicativas de esta desgracia capitalista es el marxismo. El único planteo de construcción sólido de una herramienta política que nos permita tomar el poder y acabar con la tiranía mercantil es el Leninismo. La forma de acabar con las desigualdades, miedos y miserias que arrastramos, es superando de raíz el mal que los causa, el capitalismo.

La crisis del capital es sólo un síntoma, no es el problema. El problema es el capital mismo. No hay cabida a soluciones intermedias, no hay reformas que detengan el genocidio, ni hay maneras que el capital muera de forma natural, al sistema hay que destruirlo desde sus bases con toda la energía que podamos concentrar. No hay más opción. Alejarse de la batalla, por miedo y comodidad es reforzar el sistema, ayudarlo por omisión a que continúe la matanza y el terror extendido. Sólo nos queda enterrar el temor y luchar en el presente, porque el futuro nos pertenece. No bregar, es evadir cobardemente la responsabilidad de la toma del cielo por asalto.

Manuel Sutherland es miembro de la Asociación Latinoamericana de Economistas Marxistas.


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