CEPRID

La nueva etapa de Nepal: ¿reforma o revolución?

Domingo 14 de mayo de 2006 por CEPRID

Alberto Cruz

CEPRID

14-IV-06

Un año después de la revuelta popular que derrotó al golpe de Estado de la monarquía feudal, Nepal cuenta con un nuevo gobierno provisional en el que la guerrilla maoísta tiene responsabilidad con seis ministros, cinco con cartera (de Información y Comunicación; Infancia, Mujeres y Bienestar Social; Desarrollo Local; Trabajos y Proyectos Físicos, y Asuntos Forestales y Conservación del Suelo) y uno sin ella. El resto de ministerios, 22 en total, se reparten entre el Partido del Congreso (5, entre ellos Interior, Defensa y Finanzas); Partido Comunista de Nepal-Unificación Marxista Leninista (5, entre ellos Exteriores): Partido del Congreso Nepalí-Democrático (3, entre ellos Justicia); Anandi Devi (1, Industria); Janamorcha Nepal (1, Salud), y el Frente Unido de Izquierda el de Tierras. El otro integrante de la Alianza de Siete Partidos, el de los Agricultores, no ha querido ninguna responsabilidad en el ejecutivo interino. Este gobierno tiene que preparar la celebración de elecciones para el 20 de junio y de ellas saldrá la composición de una Asamblea Constituyente que deberá promulgar una nueva Constitución y decidir la forma de Estado: monarquía o república.

Dada la variopinta composición de este gabinete interino los partidos que lo integran han firmado cinco documentos anexos que incluyen un programa mínimo común, un código de conducta para los ministros, una comisión para que haga un seguimiento de los acuerdos que desde noviembre de 2005 firmaron la Alianza de Siete Partidos y el PCN (m) y, lo más importante, “”un mecanismo común a [la hora de abordar] las diferencias de clase” (1) entre los componentes del gobierno. En un análisis superficial, parece que los ministerios que han ido a manos de los maoístas son menores. Sin embargo, dos de ellos (Información y comunicación y Mujer e infancia y bienestar social) forman parte de sus tradicionales reivindicaciones. De hecho, una de las primeras decisiones impuestas por los maoístas a la Alianza de los Siete Partidos fue un acuerdo sobre el comportamiento de los medios de comunicación en todo el proceso de paz. La guerrilla ha tenido en cuenta que los medios se han convertido en muchos países en una extensión del frente militar y reaccionario –en algunos documentos del PCN (m) hay referencias expresas a lo que sucede en Colombia y en Venezuela, por mencionar dos ejemplos- y eso no lo iba a consentir. Ese ha sido un objetivo cumplido. El otro es el relevante papel que han jugado las mujeres en las estructuras políticas y militares tanto del Ejército Popular de Liberación como del propio partido y en la gobernación de las zonas liberadas. Antes de la llegada de la guerrilla a esas zonas la obligación de las mujeres era aceptar por marido al hombre que hubiesen elegido sus padres, no podían divorciarse –sí los hombres-, estaba reconocida la poligamia, las viudas no podían volver a casarse ni poseer tierras, por ejemplo, entre otras formas de sumisión. Ahora la propiedad de la tierra es concedida tanto a hombres como a mujeres y las anteriores prácticas han sido abolidas. EL PCN (m) ha dicho que esas cuestiones se van a mantener inalterables desde su responsabilidad en el ministerio. Para darse cuenta de lo que supone esta responsabilidad tal vez haya que insistir en un dato: Nepal es el único país del mundo en el que la esperanza de vida de las mujeres es inferior a la de los hombres.

Con la formación de este gobierno interino se ha cerrado, con bastante retraso respecto a los plazos iniciales –tenía que haberse formado en diciembre, en virtud de los acuerdos firmados-, el camino emprendido en abril de 2006 cuando, tras una serie de revueltas populares apoyadas por la guerrilla, el rey Gyanendra fue apartado del poder –que no depuesto- y se pusieron las bases para construir un nuevo Nepal siguiendo lo estipulado en el Acuerdo de 12 puntos suscrito en noviembre de 2005 entre la Alianza de Siete Partidos y el Partido Comunista de Nepal (maoísta). De esos puntos lo más relevante era la firma de acuerdo del cese de hostilidades, desarme de ambas fuerzas combativas, formación de un nuevo ejército en el que se integrarían los guerrilleros, incorporación de los rebeldes al Gobierno y Parlamento, instalación de una Asamblea Constituyente y elecciones (2).

No ha sido un camino fácil. Primero, porque las fuerzas monárquicas, agazapadas en algunos de los partidos ahora aparentemente antimonárquicos, como el Congreso Nepalí, han estado intentando sabotear los acuerdos de paz e impulsado revueltas en determinadas zonas del país –llegando al enfrentamiento físico con los maoístas-. Segundo, por la injerencia de los EEUU –y de sus aliados europeos- en todo el proceso en un no disimulado intento de que la guerrilla no se incorporase al gobierno. Tercero, porque India ha pretendido colocarse como el aliado imprescindible del nuevo gobierno en esta nueva etapa. Y cuarto, porque el paso dado por el PCN (m) ha recibido críticas de sus partidos hermanos, de forma especial por el Partido Comunista de India (maoísta), al haber aceptado el desarme de la guerrilla y el acantonamiento de sus integrantes en una serie de campos a lo largo del país.

1.- La resistencia monárquica

El PCN (m) considera que ha logrado la victoria en la guerra contra los señores feudales de las zonas rurales (el 80% de la población nepalí reside en el campo) y que ahora la guerra continúa pero de otra forma, centrada en destronar al rey y en lograr su pérdida de influencia en las ciudades. La monarquía aún es fuerte en sectores empresariales, en el Ejército y entre la vieja clase dirigente –que también tiene un componente importante de casta- dentro de los partidos tradicionales. Tanto que algunos de ellos, como el Congreso Nepalí y el Congreso Nepalí (Democrático) apuestan porque la monarquía se mantenga siguiendo el modelo europeo, sujeta a un sistema parlamentario. El rey, aparentemente desaparecido desde el triunfo de las revueltas populares de abril de 2006, ha venido moviendo sus hilos para dificultar todo el proceso. Se ha negado a dar cuenta de cuáles son sus propiedades, tal y como le había reclamado el anterior gobierno, para cuantificar si han sido adquiridas de forma legal o robadas al pueblo; ha publicado una nota real defendiendo el golpe de Estado que dio en febrero de 2005 y la represión posterior, y ha dado carta blanca a sus seguidores de Terai (un departamento) para que ataquen a los maoístas. Como consecuencia de esta orden, 25 miembros de las juventudes maoístas murieron en una emboscada de los mahadehesistas el pasado mes de marzo.

Los maoístas han esperado a entrar en el gobierno para decir formalmente que esta es la gota que colma el vaso de su paciencia y que están dispuestos a lanzar una rebelión armada de nuevo si el parlamento no anuncia el derrocamiento del rey y la proclamación de la República antes de la celebración de las elecciones el 20 de junio. “Hemos hecho un alto en el conflicto armado, pero no en la guerra popular. Si el parlamento no anuncia la proclamación de la república [antes de las elecciones] el Ejército Popular de Liberación saldrá de sus campos [donde están concentrados] para anunciarla” (3), ha dicho uno de sus principales dirigentes.

2.- La injerencia de los EEUU (y Europa)

Los maoístas cuentan con 73 escaños en el parlamento que surgió tras el triunfo de la revuelta popular (de los 83 que les fueron asignados) de un total de 330. Los otros 10 que les correspondían los maoístas les cedieron a significados representantes de la sociedad civil de las zonas bajo su influencia, dándose en caso de que el PCN (m) –que ha respetado a los dirigentes tradicionales en sus bases de apoyo y zonas liberadas siempre y cuando no estuviesen vinculados a actividades represivas en los ámbitos militares o económicos y gozasen de prestigio entre los pobladores- nominó a un ex general del Ejército Real y a un monje budista entre estos representantes de la sociedad civil.

La Alianza de Siete Partidos (ASP) cuenta con 209 escaños y el resto se reparten entre los antiguos legisladores que se opusieron al golpe de Estado real, representantes de los colegios profesionales y grupos étnicos oprimidos por la monarquía. Con esta correlación de fuerzas tendría que ser posible la demanda maoísta de una proclamación inmediata de la República, pero los monárquicos están bien instalados aún dentro de los aparatos de la ASP y cuentan, además, con el apoyo de los EEUU. Ya en el mes de abril de 2006, en plena revuelta popular, el embajador de EEUU en Nepal, James F. Moriarty, sugirió a la ASP que rompiese su alianza con los maoístas y proclamase su lealtad al rey.

Pero la injerencia estadounidense no se quedó ahí: Moriarty visitó cuarteles del Ejército -la represión estuvo a cargo básicamente de la policía, puesto que el Ejército Real no tuvo capacidad de intervención alguna al tener que afrontar una ofensiva guerrillera en las ciudades que componen el valle de Katmandú (4)- y cuando no fue posible parar la avalancha popular, realizó declaraciones públicas en las que amenazó con suspender la ayuda a Nepal si los maoístas entraban en el gobierno. Toda una muestra de respeto hacia la voluntad popular y a los principios de las Convenciones de Viena sobre relaciones diplomáticas. No contento con ello, presionó al primer ministro Koirala para que ralentizase la puesta en marcha de los acuerdos con los maoístas: exigió el desarme completo de la guerrilla, una declaración de éstos de que renunciaban a la violencia y el respeto a la economía de mercado. Cuando 30.000 guerrilleros aceptaron el acantonamiento en campos bajo control de la ONU y la guarda de 3.475 armas en contenedores, también bajo control de la ONU, el embajador Moriarty no perdió la ocasión de decir que no se habían entregado todas y que eso significaba que los maoístas no eran de fiar, por lo que se negaba a dejar de considerar al PCN (m) como “organización terrorista”. Moriarty se refugiaba en un informe del Ejército Real en el que se decía que muchas de las armas modernas que habían sido arrebatadas por la guerrilla (cifrando su número en 781) a los soldados en los combates no se habían entregado. Y siempre se ha opuesto a la presencia de la guerrilla en el gobierno argumentando que aún no ha renunciado a la violencia como forma de lucha política.

Hasta el último momento Moriarty ha presionado para que no se incluyese a los maoístas en el gobierno interino. “Si se permite a los maoístas entrar en el gobierno sin concesiones, será bastante peligroso”, dijo en su última declaración pública antes de que el nuevo gobierno tomase posesión (5). El retraso de tres meses en la formación del gobierno interino hay que considerarlo un logro suyo, así como el haber puesto de manifiesto que el Partido del Congreso Nepalí (CN) sigue siendo muy influenciable y un peón de los EEUU. Por la presión de Moriarty, el gobierno anterior nombró a 14 embajadores (en China, Rusia, EEUU y Japón, entre las más importantes) rompiendo el acuerdo con los maoístas, lo que generó la paralización de Katmandú en una huelga de respuesta.

Sólo la amenaza maoísta de romper los acuerdos y volver a la lucha armada e iniciar una serie de movilizaciones masivas doblegó al CN y a su primer ministro y aceptó finalmente continuar con el desarrollo de los acuerdos. Ahora que los maoístas están en el gobierno, los EEUU han dicho que van a aplicar la misma estrategia que dicen van a seguir en Palestina ante el gobierno de unidad nacional entre Hamás y Fatah: no van a tener relación alguna con los ministerios que están controlados por los maoístas, por lo que ningún tipo de ayuda económica llegará a ellos desde las instancias gubernamentales o no de los EEUU. De hecho, en un claro indicador de que no habla en vano, ha reducido la ayuda a Nepal de 50 millones de dólares en 2006 a 37 millones de dólares en 2007. Cuando los EEUU decidieron colocar la etiqueta de “terrorista” al PCN (m), la siempre sumisa Europa hizo lo mismo. Los líderes europeos han seguido la estela de los estadounidenses y han viajado a Nepal manteniendo intensas reuniones con los dirigentes políticos considerados “moderados” para convencerles sobre la necesidad de que los maoístas no estuviesen en el gobierno mientras no hubiesen renunciado previamente a la violencia. Una forma de presión ha sido, por ejemplo, la anulación del Foro para el Desarrollo de Nepal, que se tenía que haber celebrado el mes de marzo.

Curiosamente, este foro siempre ha tenido lugar, incluso cuando se barruntaba la revuelta popular de abril de 2006 y en los momentos más álgidos de la guerra. Ahora que ha cesado el enfrentamiento armado y ya no hay revuelta popular, es suspendido argumentando “la situación política inestable” (6). A este foro pertenecen Gran Bretaña, Francia y Alemania y el argumento es “la extorsión de los maoístas” a los empresarios, en referencia a los conflictos laborales que ha habido en Nepal en los que los sindicatos vinculados a los maoístas han tenido el protagonismo, especialmente en el sector hotelero y hostelero. Una agresión a un director de hotel por parte de los trabajadores ha sido la excusa para esta decisión, que ha llegado acompañada de un cierre patronal “por la seguridad de nuestros negocios y para conocer el programa económico de los partidos” (7). El cierre patronal duró dos días, pese a haber sido convocado “de forma indefinida”, pero decayó por el escaso seguimiento que tuvo.El penúltimo desencuentro, hasta la fecha, es que el siempre moderado Partido Comunista de Nepal-Unificación Marxista Leninista (que sería equiparable a una Izquierda Unida española) ha criticado la injerencia occidental en el país y, de forma especial, el empecinamiento en criticar la celebración de elecciones para el 20 de junio argumentando que “no se dan las condiciones” (8).

3.- El interés estratégico de India

La derrota de la monarquía feudal ha roto el equilibrio geoestratégico no sólo dentro de Nepal, sino fuera. Ha provocado una reorientación de los intereses de los tres países más influyentes hasta ese momento: India, EEUU y China. Mientras que los EEUU están perdiendo influencia, su torpeza a la hora de tratar la nueva situación ha sido aprovechada por India, que quiere colocarse como el aliado imprescindible del nuevo gobierno en esta nueva etapa. Ya en abril la presión de India puso fin a las protestas contra la monarquía (9) y de forma inmediata ofreció su ayuda para cimentar el incipiente proceso de paz. Por poner un ejemplo, India se ofreció como proveedor de comida en granos para los guerrilleros si aceptaban acantonarse en campamentos una vez se firmase el acuerdo de paz y envió 70 contenedores para guardar las armas en esos campos bajo supervisión de la ONU.

La importancia que India concede a Nepal se pone de manifiesto con el hecho de que este país ocupa la octava posición en la lista de los 114 países con los que India tiene relaciones diplomáticas. Esta clasificación tiene que ver con la importancia política y estratégica, así como el valor económico y comercial, que India otorga a esos países en la década 2007-2017. Los primeros puestos de la lista son EEUU, Gran Bretaña, Francia, Japón, Rusia, China, Bangladesh, Nepal, Pakistán y Sri Lanka (10).

No es de extrañar que India y Nepal anunciasen la renovación automática del tratado comercial bilateral que mantienen desde el año 2002 (al que se han opuesto desde siempre los maoístas) y, asumiendo la nueva situación, que haya dicho el embajador hindú en Nepal que dicho tratado, así como el de amistad firmado en 1950, conocido como el Tratado de Mahakali, pueden ser renegociados. En virtud de este tratado, India pasa a beneficiarse casi en exclusiva de las aguas de esa zona fronteriza. Los maoístas han calificado históricamente este tratado como “obsoleto y desigual” y han dicho en reiteradas ocasiones que lo revisarán en busca de una mayor independencia económica para Nepal. India tiene un interés estratégico en asegurar la estabilidad de las fuentes de agua del Himalaya, donde se sitúan algunos de los ríos más vitales de esa parte del mundo. Además, se está colocando en una posición muy buena para lograr impresionantes contratos de generación y explotación de hidroelectricidad que, sin duda, se van a desarrollar en el nuevo Nepal.

A ello hay que añadir dos aspectos no pequeños. Por una parte, los mahadehesistas, que representan un tercio de la población nepalí (9 millones de un total de 27 millones de habitantes que tiene Nepal), son de origen indio y, en su mayoría, de religión hindú. Por otra, que el PCN (m) ejerce una influencia real entre los maoístas indios, muy activos en ocho estados de India.

4.- ¿Reforma o revolución?

El número total de armas que la guerrilla ha depositado en los contenedores de los campos bajo control de la ONU es de 3.475, una cifra considerada por todo el mundo como escasa. Dos son las razones que se aducen: que el EPL ha conservado un número importante de ellas y que no las entregará hasta que se haya proclamado la República y sus combatientes se hayan incorporado al Ejército (uno de los aspectos acordados con la ASP y que aún no se ha cumplido, aunque los guerrilleros van a colaborar, en igualdad de condiciones, con el Ejército en la vigilancia de las próximas elecciones, según acuerdo del nuevo gobierno y que servirá para poner en marcha el proceso de creación del nuevo Ejército de Nepal, ya sin la denominación de “Real”); o que gran parte de ellas ha sido transferida a las organizaciones hermanas de otros países del sur de Asia.

El mes de septiembre de 2006 los partidos maoístas de Nepal, India, Bangladesh, Bhután y Sri Lanka celebraron la IV Conferencia en alguna parte de Nepal en donde acordaron una mejor coordinación entre ellos, así como de las luchas que mantienen con el gran objetivo de “derrotar al imperialismo de EEUU y el expansionismo indio que tratan de matar la nueva revolución democrática en Nepal”, algo que ha juicio de los maoístas asiáticos se ha logrado bloquear “dando lugar a un aumento más amplio y de gran alcance contra la odiada monarquía y que está ganando nuevas victorias”. El documento final habla de trabajar por agrupar las diferentes organizaciones maoístas que hay en India (tres, todas presentes en esa conferencia) y Bangladesh (dos, también presentes) y en “hacer avanzar las revoluciones por medio de la lucha armada” (11). La fase principal para los maoístas es la que en estos momentos se desarrolla en los estados indios de Bihar, Jharkhand, Uttar Pradesh, Madhya Pradesh, Andhra, Karnataka y Kerala. Sería ahí donde habría que volcarse en estos momentos.

Es evidente que hay una contradicción entre los planteamientos de esta conferencia y el desarrollo político del PCN (m). Tanto el hecho de aceptar el acantonamiento de los guerrilleros –que no entrega de las armas- y aceptar formar parte del gobierno interino ha generado alguna crítica. La más importante es la que ha realizado el Partido Comunista de India (maoísta). “El acuerdo de depositar las armas del EPL en campamentos señalados está cargado de implicaciones peligrosas porque podría conducir a desarmar a las masas oprimidas de Nepal y a una revocación de los logros conseguidos por el pueblo de Nepal en la guerra a costa de inmensos sacrificios”, dice.

Considera que “ese paso táctico” dado para lograr su entrada en la asamblea constitutiva (con 83 escaños, como se decía más arriba) “supone un daño a los intereses de la revolución” y le pide que reconsidere su decisión de entrar en el gobierno interino porque ello no va a poder “transformar el carácter reaccionario de la maquinaria del estado que sirve a las clases y a los imperialistas predominantes que explotan” (12).

Al mismo tiempo, el PCN (m) sufrió una pequeña escisión en sus filas por esta cuestión, en el departamento de Terai, y que se niega a abandonar la lucha armada. Esta organización se denomina Frente de Liberación Janatantrik Terai y ha hecho un llamamiento a la huelga general el día de las elecciones con la finalidad de boicotearlas (13). Estas críticas han provocado un doble debate: en primer lugar, si en Nepal se está ante una reforma o una revolución; en segundo, si estamos ante un nuevo episodio de lo que se considera “reformismo armado”, tal y como ha sucedido en muchos países a lo largo de la historia y que tras tocar una parcela de poder se disuelve como un azucarillo en el sistema burgués.

“Sin duda, la guerra ahora es mucho más persistente que en el campo de batalla. Sabemos que la clase predominante, que causó mucha sangre, no estará lista para ceder poder, pero el nuevo concepto de guerra popular que está conduciendo el partido conseguirá la victoria final. El poner fin a una monarquía feudal es ya un logro histórico achacable a nuestro partido. Nuestra responsabilidad histórica ahora es que se celebren en junio las elecciones a la Asamblea Constitutiva”, dicen los maoístas (14). “Ningún cambio básico en el sistema social puede producirse sin romper la máquina del Estado”, responden los críticos dentro y fuera de Nepal (15).

La situación es compleja, pero hay que conocer la realidad nepalí. El PCN (m) ha presentado un programa de cuatro puntos con el gráfico eslogan de “Reformas y cambio”. Es claramente una nueva fase en su estrategia política con un objetivo claro: o se celebran elecciones en la fecha prevista o se reinicia la guerra popular prolongada. Los maoístas lo han dicho claramente: “haremos caer al gobierno y el pueblo se preguntará sobre la moralidad de la ASP, ese será el primer paso” (16). Por lo tanto, la celebración o no de las elecciones previstas para finales de junio serán el indicativo que permitirá medir hacia dónde se encamina en nuevo Nepal.

Notas


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