La mala fe de Álvaro Uribe
Jueves 12 de marzo de 2009 por CEPRID
Gloria Gaitán
Kaos en la Red
Si las cosas de Piedad
son cosas de terroristas
que me anoten en la lista
que estoy dispuesta a ayudar
De la manera más respetuosa, por conducto de Piedad Córdoba, solicito formalmente el ingreso al grupo de “Colombianas y Colombianos por la Paz”, al que en su demencial discurso del pasado domingo, en el Consejo Comunal en Villavicencio, el Presidente Álvaro Uribe tildó de “bloque intelectual de las Farc”, poniendo en tela de juicio la extraordinaria labor que vienen adelantando – con resultados concretos y positivos – en el propósito de alcanzar la liberación de todos los secuestrados en Colombia y en la búsqueda de un camino de paz para el país.
Uno no sabe ya en Colombia si reírse o llorar, cuando el Presidente Uribe nos da espectáculos neronianos al estallar en “ira demoníaca” (que no santa) para descalificar a Piedad Córdoba y a sus colaboradores y para, simultáneamente, rogarle de rodillas al Alto Comisionado de Paz que no renuncie a asesorarlo en su delirante política belicista llamada de “seguridad democrática”.
El país – estupefacto – se ha dividido en dos, entre quienes creen que el Presidente delira diabólicamente y quienes creen que sus arrebatos de cólera hacen parte del desequilibrio emocional del que, de tiempo atrás, viene aprovechándose y manipulándolo su psiquiatra Luis Carlos Restrepo.
Yo hago parte del segundo grupo, partidaria como soy de la teoría en que fundamentó mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, su profundo conocimiento sobre la conducta humana, afirmando que no existe el libre albedrío, lo cual ha podido ser ampliamente comprobado con las últimas técnicas científicas de los neuropsicólogos. En efecto, recientemente el doctor Wolf Singer, director del famoso instituto alemán Max Planch, basándose en varios experimentos, afirma que “nosotros somos los últimos en enterarnos de lo que nuestro cerebro tiene la intención de hacer”. Por su parte, el profesor norteamericano Benjamín Libet pudo demostrar que nuestras acciones se producen segundos antes de que aparezca nuestra voluntad de actuar. La “chispa consciente” se produce, en promedio, entre 0,3 y 0,4 segundos DESPUÉS de la aparición del potencial de alerta. Según Libet, la sensación de que se realizó un movimiento intencionadamente se produce 350 milésimas de segundos después del movimiento. El potencial de alerta para una acción cualquiera se instaura en nuestro cerebro antes de que conscientemente decidamos actuar.
Singer plantea que “aquello que el ser humano experimenta como una decisión, no es otra cosa que la justificación posterior de cambios de estado que de cualquier forma sucederían”, algo así como las estrellas fugaces que aparecen a nuestros ojos mucho tiempo después de que hayan hecho el recorrido.
A su vez, el profesor Gerhard Roth, quien investiga el cerebro en la Universidad de Bremen, reitera esta idea diciendo: “la sensación de que yo soy dueño de mis actos, sujeto consciente que actúa, es ilusoria. El cerebro decide antes de trasmitirme la sensación de que quiero hacer lo que me dispongo a hacer”.
El profesor Roth nos hará saber que “el libre albedrío no es tan dueño de sí mismo como a él mismo le agrada creer. Todo sucede como si el cerebro necesitara “calentar filamentos” durante unas fracciones de segundo antes de que salte el destello consciente. Por tanto, el acto de la voluntad no puede ser la causa del movimiento, sino únicamente una sensación que acompaña el movimiento mismo” (el subrayado es mío). El doctor Niels Bimbauer, profesor de psicología de Tubinga, reiterará el asunto diciendo “cuando yo digo o pienso “quiero hacer esto” el cerebro ya ha definido su voluntad unos 100 milisegundos antes”.
Así pensaba también mi padre, mucho antes de que sus te orías pudieran demostrarse biológicamente, como se ha logrado en el presente, pero fueron teorías fundamentales, tanto en su tesis sobre la premeditación en el delito que cambió el decurso de la teoría penal a nivel mundial, como en la estructuración de su cuerpo de doctrina científico en lo político, que le sirvió de herramienta para despertar y canalizar la mística popular, logrando por primera y última vez en Colombia derrotar aplastantemente en las urnas, en 1947, a la oligarquía liberal y conservadora colombianas.
Por lo tanto, si es a nivel del subconsciente como actuamos, es necesario – para analizar a cualquier ser humano – conocer la estructura de su constitución psicológica y la de Álvaro Uribe está gravemente deformada por el trato inhumano y despótico que le propinó su padre en su niñez y en su adolescencia, razón por la cual hoy en día requiere, como el oxígeno, una figura paterna que le sirva de apoyo en su torturada mente. A sabiendas de ello su psiquiatra, el Alto Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo, para retomar el dominio sobre su subyugado paciente, “desapareció” la semana pasada durante tres días, dejando a Uribe en la más angustiosa orfandad psicológica, lo que explica que el Palacio Presidencial encendiera públicamente la alarma en busca afanosa del paradero del psiquiatra-consejero para que luego, sumiso y dócil, el presidente le rogara no dejarlo sólo y que no retirara su renuncia, a lo cual accedió Restrepo, sabiendo que había dado un paso más en el proceso de mansedumbre al que tiene deliberadamente sometido al Primer Mandatario.
Restrepo hace parte de la escuela psiquiátrica del médico norteamericano Ewen Cameron, quien se apartó de los métodos freudianos para aplicar la llamada “tabla raza”, que consiste en utilizar técnicas de shock para dejar “en blanco” la memoria y los conocimientos ya adquiridos por el paciente, a fin de inducirle una nueva mente y una transformada constitución psicológica surgida de la nada. Esa misma técnica fue adoptada y adaptada por la CIA para aplicarla en los procesos colectivos de destrucción, invasión y guerra, a fin de poder implementar estructuras económicas pregonadas por teóricos como la Escuela de Chicago de Friedman, tan cara a nuestro Ministro de la Defensa Juan Manuel Santos.
Hay múltiples documentos que comprueban estos mecanismos aparentemente “locos”.Difundirlos es lo que me propongo exponer en la segunda parte de este artículo - ya para hoy demasiado largo - pero que le permitirán al lector explicarse. con información ampliamente documentada y sustentada, el origen, causa y razón de las demenciales afirmaciones del presidente Álvaro Uribe, quien se define a sí mismo como “un hombre ardiendo en llamaradas”.
Hechos el uno para el otro
El presidente Álvaro Uribe, que es un ferviente devoto de la Virgen , como ocurre con todos los sicarios, viajó hace poco a la ciudad de Riohacha, en el departamento de la Guajira , para rendirle culto – en unión del nuncio apostólico en Bogotá, monseñor Aldo Cavalli – a la Virgen de los Remedios, en ceremonia tradicional que se remonta al año colonial de 1663, cuando el dominio español se ejercía a través de la inoculación de una nueva religión, la católica, para mejor conquistar las voluntades de los hombres originarios de nuestro continente. Allí, en escena digna de la pluma del brillante escritor Fernando Vallejo para incorporarla a su libro “La Virgen de los sicarios”, que describe cómo estos individuos acuden a rezarle a la Virgen para que los acompañe y proteja en su próximo asesinato, el presidente Uribe le dijo a la prensa: “reconozco que soy un ser en llamas y le pido a ella que regule un poquito esas llamas, que las apacigüe”.
Fue igualmente en peregrinaje al diván del psiquiatra Luis Carlos Restrepo cuando buscó que este profesional de “la mente” lo apaciguara y fue allí cuando Restrepo se encontró con el “hombre preciso” para desarrollar en Colombia la política de shock, concebida a partir de las técnicas del psiquiatra norteamericano Ewen Cameron – a cuya escuela pertenece Restrepo - y que la CIA ha adoptado para implementar la política neoliberal – o mejor dicho, de libertinaje – que pregonaba el teórico Friedman y su escuela de Chicago, con el eco de políticos como Ronald Reagan, Bush padre y luego Bush hijo, cuyos resultados caóticos estamos viendo emerger en estos últimos meses, traducidos en una crisis global del capitalismo.
Uribe, con su mente en llamas, era el hombre indicado para protagonizar la imposición de la demencial política de shock que se requería en Colombia para hacer de este país, estratégicamente situado en el continente, el enclave perfecto al servicio del liberalismo globalizante diseñado por la Escuela de Chicago.
Cultura y dominación
“La historia del libre mercado contemporáneo – el auge del corporativismo, en realidad – ha sido escrita con letras de shock”, escribe Naomi Klein en su libro La doctrina del shock[1],de obligatoria lectura para quien quiera conocer en detalle los procesos psicológicos que, bajo la forma escondida de la guerra de baja intensidad, utilizan las potencias económicas para someter a sus pueblos y a las naciones que quieren dominar.
La denominada por Klein “política de shock” es explicada por ella misma al decir: “Así funciona la doctrina del shock: el desastre original – llámese golpe, ataque terrorista, colapso del mercado, guerra, tsunami o huracán – lleva a la población de un país a un estado de shock colectivo. Las bombas, los estallidos de terror, los vientos ululantes preparan el terreno para quebrar la voluntad de las sociedades tanto como las lluvias de golpes someten a los prisioneros en sus celdas. Como el aterrorizado preso que confiesa los nombres de sus camaradas y reniega de su fe, las sociedades en estado de shock a menudo renuncian a valores que de otro modo defenderían con entereza”. Y añade Klein: “Paradójicamente, como el papel decisivo de los shocks y las crisis ha sido expurgado tan eficientemente del historial del auge del libre mercado, las tácticas extremas desplegadas en Irak y Nueva Orleans[2] a menudo se tachan de prácticas incompetentes o de amiguismo por parte de la Casa Blanca de Bush. En realidad, las hazañas de Bush son una mera punta del iceberg creado, una diminuta porción de una campaña monstruosamente violenta que lleva en pie de guerra cincuenta años para lograr la absoluta liberalización del mercado”. Para el caso colombiano, es esta la razón por la cual se utilizan los medios de comunicación para mantener a la opinión en estado permanente de shock y la razón por la cual no se desea un acuerdo humanitario sino la intensificación de la guerra. Falsos positivos, masacres, desplazamientos y todo el cúmulo de agresiones informativas para la población que no vive directamente esas secuelas, hacen parte de una táctica preconcebida, ideada y diseñada por los psiquiatras que siguen las rutas de la escuela del profesor Ewen Cameron.
El método Cameron
Cameron creía que podía recrear mentes y reconstruir personalidades sobre lo que el denominó “tabla rasa”, aplicando variados métodos que llevan al paciente a perder totalmente la memoria. Sus “terapias” se fundamentaban en métodos que infligían dolor y traumatizaban el cerebro de sus pacientes. La CIA , interesada en satisfacer su sed de información a través de técnicas de control mental, centró su atención en los métodos del doctor Cameron y es así como en la década de los cincuenta financia un equipo de médicos para privar a sus paciente de sueño y aislarlos durante semanas, para luego administrarles altas dosis de electroshock, así como cócteles de drogas como el LSD y la fenciclidina o polvo de ángel. Estos experimentos, que transportaban a los pacientes a estados preverbales e infantiles, fueron financiados por la CIA y se realizaron en el Allan Memorial Institute de la Universidad de Mc Gill, bajo la supervisión de su director, Ewen Cameron. Es en estos años cuando también se inician las tácticas psiquiátricas de la guerra llamada de “baja intensidad” y cuando se conforma el grupo de psiquiatras y psicólogos que elaborará el informe Santafé II[3], en el que se plantea la necesidad de conquistar conciencias a través de la reformulación de la cultura popular. De ahí se desprende el término de “reingeniería”. Cameron creía que la terapia de shock era el método que arrojaría a sus pacientes de vuelta a la infancia, en una regresión absoluta. En un artículo que escribió en 1962 dirá: No solamente se produce una pérdida de la imagen espacio-tiempo, sino que también se pierde el sentido de que debería existir”, para terminar diciendo: “Todos los aspectos de su función de memoria están gravemente afectados”.
Acabar con la memoria para introducir nuevas ideas, nuevos pensamientos, nuevas actitudes, una “nueva memoria”, era la base del tratamiento psiquiátrico que, quienes estaban vinculados a la guerra de baja intensidad, creyeron oportuno aplicar a la conciencia colectiva, borrando los fundamentos de la cultura existente para crear la “tabla rasa” que hiciera posible inducir nuevas formas de pensar, de percibir el mundo circundante y de construir realidad. Es por ello que se piensa que no es coincidencia que, como primer escenario del gobierno ultra derechista de Bush, se diera, en calidad de auto-golpe, la voladura de las Torres Gemelas en Nueva York.
Así, la población norteamericana quedó en “shock” a raíz del 11 de septiembre y aceptó sin resistencia el modelo económico del libertinaje de mercado, enriquecimiento de las grandes empresas transnacionales y absoluta falta de control sobre el capital financiero, a sabiendas de que todo aquello perjudicaba sus propios intereses, como hoy ha aflorado a la luz del día.
Igual para Irak, a fin de imponer lo que ellos denominaron “la democracia” y que en realidad era el procedimiento para tomarse el petróleo iraquí, era necesario someter a ese pueblo al shock producido por la invasión armada, pero también era indispensable borrar la memoria histórica, tumbando monumentos, estatuas y símbolos nacionales, además de destruir el Museo de Bagdad que guardaba el orgullo cultural de la nación iraquí.
DMG y el shock colectivo a la colombiana
No es de extrañar, entonces, que la escuela del doctor Cameron, representada en Colombia por el Alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, quien influye hondamente sobre el presidente Uribe por ser su psiquiatra personal, haya optado por diseñar políticas de shock para el pueblo colombiano y esté empeñado en la desaparición de la memoria histórica popular, porque la memoria es una herramienta que permite la consolidación de la cultura colectiva en pro de defender sus más hondos derechos. Es por ello que está empeñado en enterrar la memoria de Jorge Eliécer Gaitán, como lo escribió en su ensayo La Sangre de Gaitán[4], lo que condujo al cierre del Centro Gaitán y a la toma ilegal de la Casa-Museo para acomodar la figura del líder a una visión distorsionada, que “bendiga” los métodos reaccionarios, sanguinarios y delictivos de la llamada política de “seguridad democrática” que pregona y protagoniza Alvaro Uribe.
Entonces, ante la grave crisis financiera que se veía venir y de lo cual ya los “dueños del país” tenían pleno conocimiento, era indispensable crear un shock colectivo y para ello era una exigencia armar y premeditar un escándalo en torno a los captadores de dinero que estaban fuera del establecimiento bancario.
Las empresas como DMG, DRFE y otras, funcionaban abiertamente hacía ya seis años con todas las ilegalidades que las autoridades se tardaron más de un quinquenio en señalarles, pero se requería que en este momento explotaran como volcán en erupción para crear el shock de que hemos venido hablando y con ello presentarle al Congreso de la República – como se está haciendo - un proyecto de reforma bancaria para estabilizar la imagen y el poder de los bancos, contrarrestar el efecto del colapso financiero mundial y permitirle al sistema económico imperante ahondar en sus privilegios, para solidificar al capitalismo financiero de la mano de los grandes dueños de capital, que son los únicos que se benefician del actual sistema bancario y financiero que impera en el país.
[1] Klein, Naomi – La doctrina del shock, el auge del capitalismo del desastre. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. - 2007
[2]Después del tsunami que acabó con Nueva Orleans, el gobierno norteamericano pudo privatizar totalmente la educación y los grandes constructores se apoderaron de los mejores terrenos, sin que la población, bajo el efecto del shock hubiera reaccionado adecuadamente, como lo habría hecho en épocas normales.
[3] Este documento puede leerse en la siguiente página web: http://www.geocities.com/proyectoemancipacion/documentossantafe /documentos_santa_fe.htm
[4] Ensayo de Luis Carlos Restrepo publicado en el libro Saqueo de una Ilusión. Ediciones Revista Número, 1997, pags. 179-189
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