Venezuela: La guerra electoral al pie de la letra
Jueves 12 de septiembre de 2024 por CEPRID
Marc Vandepitte
Global Research
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por Julio Fucik
Para entender lo que ha estado sucediendo en Venezuela en las últimas semanas, hay que tener en cuenta dos cosas: una, que las elecciones presidenciales allí tuvieron lugar en el “patio trasero” de Estados Unidos y dos, que el país está siguiendo un “rumbo de izquierda”.
Todos los países de la región que han seguido ese rumbo izquierdista en los últimos veinte años se han enfrentado a intentos de desestabilización y cambio de régimen, que van desde golpes militares, guerras jurídicas, golpes institucionales hasta intentos de revoluciones de colores. Para una visión general de estos casos, véase el anexo que aparece debajo del artículo.
Guerra híbrida
Venezuela no es una excepción a esta regla, al contrario. Como país líder en el desarrollo de un mundo multipolar en el que Occidente ya no puede afirmar su superioridad, Venezuela es el país más atacado de la región. Desde que Chávez fue elegido presidente en 1999, el imperio ha hecho todo lo posible para sabotear este experimento izquierdista.
Estos esfuerzos incluyen dos golpes de estado, un intento de asesinato del presidente, provocación militar a través de ayuda al desarrollo, bloqueos callejeros asesinos, un cierre patronal por parte de los empresarios petroleros, aislamiento diplomático, acaparamiento de bienes esenciales para crear escasez, fuertes sanciones económicas, congelamiento de activos extranjeros e imposibilitación de transacciones financieras.
Cuando pensamos en guerra, inmediatamente pensamos en bombas y misiles. En Venezuela, no se utilizan; la guerra se libra de otra manera. Las agresiones contra el país mencionadas anteriormente son ejemplos de lo que se denomina guerra híbrida. Cada una de esas estrategias ensayadas fue planificada o financiada desde Estados Unidos.
Los acontecimientos de las últimas semanas en Venezuela antes, durante y después de las elecciones presidenciales encajan perfectamente en ese cuadro y pueden describirse como una guerra electoral.
Guión cuidadosamente elaborado
Nada de lo que ocurrió antes, durante y después de las elecciones fue casualidad o algo inesperado. Todo estaba muy bien pensado. De hecho, lo que iba a suceder había sido anunciado con antelación por la oposición de extrema derecha.
Unas semanas antes de las elecciones, el candidato opositor de extrema derecha Edmundo González, que apoyaba a Estados Unidos, anunció que no aceptaría los resultados si perdía. En el pasado, esto provocó disturbios y los infames bloqueos de carreteras (guarimbas) en Venezuela. Estaba escrito en las estrellas que esto volvería a suceder ahora.
Las maniobras de la oposición de extrema derecha siguieron un guión cuidadosamente elaborado , cuyos elementos más importantes fueron incluso publicados con antelación por Mark Feierstein, experto en guerra psicológica y desinformación. Este hombre también fue una figura clave en la guerra sucia contra Nicaragua en los años 80 y en el golpe de Estado contra el presidente Fernando Lugo en Paraguay.
Enumeramos los elementos más importantes de su guión.
1. Utilizar las sanciones económicas de forma inteligente. Según Feierstein, las devastadoras sanciones económicas deben utilizarse como palanca para obligar al gobierno de izquierda a hacer concesiones. Además, las sanciones son una excelente herramienta de chantaje electoral: si se vota a la izquierda, las sanciones se mantienen; si se vota a la derecha, se abolirán. Es una estrategia que se aplicó con éxito en las elecciones de 1990 en Nicaragua. En cualquier caso, las sanciones han tenido un efecto devastador sobre la economía y las condiciones de vida. Han agotado a los venezolanos y una parte de la población espera que Washington detenga su estrangulamiento económico si Maduro deja de ser presidente.
2. Unir a la oposición bajo el impulso de Estados Unidos. En el pasado, la oposición estaba profundamente dividida y por eso tenía pocas posibilidades de ganar contra Maduro y antes contra Chávez. Esta vez, Washington hizo todo lo posible por unir a la oposición, con un éxito razonable. La influencia de Washington es innegable. La verdadera oponente fue María Corina Machado, quien en el pasado había sido recibida personalmente por el presidente Bush Jr. en la Casa Blanca. Dos días después de las elecciones hubo una reunión entre la oposición de extrema derecha y un alto asesor de Biden para trazar la estrategia para el futuro cercano.
3. Infiltrar y presionar al Consejo Nacional Electoral. El Consejo Nacional Electoral, que organiza las elecciones (CNE) y es responsable de los resultados, es un organismo independiente que no depende del gobierno, sino del parlamento. Feierstein sugiere infiltrarlo y también llama a los países de la región a presionar al CNE.
4. La oposición debe presentar sus propios resultados antes de que el consejo electoral anuncie los resultados oficiales. En el punto 8 describimos cómo se manipularon las encuestas y se hicieron encuestas falsas a boca de urna para convencer de antemano a los venezolanos y al mundo exterior de que la oposición ganaría de todos modos y que los resultados oficiales serían el resultado de un fraude si ganaba Maduro. Sin decirlo explícitamente, Feierstein señala que lo mejor es confirmar estos sondeos y encuestas a boca de urna mediante los llamados "recuentos propios" que realiza la oposición, lo que les da un carácter casi oficial. Para que esto sucediera, era necesario retrasar los resultados oficiales, lo que fue el resultado de un ciberataque masivo (punto 9). Además, era urgente publicar los resultados “propios”, lo que requería una página web propia (punto 10).
5. Llamamiento a los países de la región. Feierstein es consciente de que Estados Unidos no es el actor más adecuado para influir en el ejército y el Consejo Nacional Electoral, los dos actores decisivos de las elecciones. En Venezuela, algunos elementos de derecha consideran que una intervención directa de Washington es algo delicado y que tampoco sería beneficioso en el resto del mundo. Por lo tanto, es mejor involucrar a los países de la región. Esta estrategia sólo ha tenido un éxito parcial. Varios países latinoamericanos que se alinean con la política exterior estadounidense no han reconocido los resultados oficiales. Sin embargo, países importantes como Brasil, México y Colombia han señalado que reconocerán la victoria de Maduro si es confirmada por las autoridades competentes del país. Estos países también se oponen a la injerencia estadounidense en estas elecciones.
6. En caso de disturbios, presionar a los militares. Es casi imposible que un funcionario como Feierstein incite abiertamente a los disturbios, pero un mensaje con un mensaje en clave transmite el mensaje con la misma claridad. Feierstein indica implícitamente que habrá (o debería haber) disturbios si Maduro gana. Estados Unidos tiene una larga tradición y experiencia en la organización de este tipo de disturbios. Es consciente de que existe una gran lealtad entre las fuerzas armadas hacia el gobierno izquierdista, pero aún espera convencer a una parte del ejército, especialmente a los reclutas y oficiales de bajo rango, para que se pongan del lado de los alborotadores. El expresidente derechista argentino Mauricio Macri se ha mostrado dispuesto a conspirar con Estados Unidos para esta parte del guión. Antes de que se conocieran los resultados oficiales, llamó a las fuerzas armadas en un tuit a rebelarse contra el presidente Maduro. Que un exjefe de un Estado extranjero llame al ejército a rebelarse contra un presidente es algo de mucho alcance.
Elementos adicionales
El guión de Feierstein deja poco espacio a la imaginación, pero faltan varios elementos, porque es difícil poner todo sobre la mesa en un documento tan abierto y en línea. Los elementos que faltan son los siguientes:
7. Guerra mediática contra el proyecto bolivariano y Maduro. Los medios de comunicación en Venezuela siguen estando en gran medida en manos de poderosos grupos del capital que están alineados con los EEUU y se oponen virulentamente al gobierno de izquierda. Tanto en la prensa nacional como en la extranjera se ha librado durante años una auténtica campaña de desprestigio contra el proyecto bolivariano. Se guarda un silencio tímido sobre las aplastantes sanciones económicas mientras se culpa al gobierno de Venezuela de los problemas económicos. Aunque Maduro logró sacar adelante a su país en circunstancias extremadamente difíciles, se le presenta como un incompetente, un corrupto, un narcotraficante y hasta un poco loco. Un contexto de guerra cognitiva como ese es todo menos propicio para ir a las elecciones.
8. Manipulación de encuestas y sondeos de salida. En vísperas de las elecciones, las encuestas fueron utilizadas como arma. Las encuestas realizadas por Estados Unidos (Datanálisis, Delphos, Consultores 21 y ORC Consultores) presentaban una versión de que el candidato opositor Edmundo González tenía una ventaja de 20 a 30 puntos porcentuales sobre Maduro. Estas encuestas fueron retomadas con entusiasmo por los grandes medios de comunicación, incluidos los nuestros. Gracias a ellas, los venezolanos y los ciudadanos del mundo ya estaban convencidos de que Maduro no podía ganar a menos que cometiera fraude. Estas llamadas agencias de sondeos no son a menudo más que máquinas de guerra ideológicas camufladas que invierten fortunas para manipular las mentes de la gente. Los vínculos con la CIA o sus organizaciones fachada nunca están lejos. En cambio, los medios occidentales guardaron silencio sobre las encuestas de Hinterlaces, Paramétrica y Ámbito, que daban ventaja a Maduro sobre el candidato opositor González. Esta estrategia no es nueva: incluso cuando Hugo Chávez era muy popular, las empresas encuestadoras "predijeron" que perdería las elecciones. Las mismas tácticas se aplican en las encuestas de salida. La prestigiosa firma Hinterlaces le dio a Maduro el 54,6 por ciento y a González el 42,8 por ciento al mediodía, muy cerca del resultado oficial. La firma Edison Research , vinculada a la CIA, le dio a González el 65 por ciento y a Maduro el 31 por ciento. Este escenario tiene muchas similitudes con las maniobras en torno a las elecciones de 2019 en Bolivia , que finalmente desembocaron en el sangriento golpe de Estado en ese país y la toma del poder por parte de la ultraderechista Jeanine Áñez.
9. Desestabilización del voto electrónico. En Venezuela, la votación se realiza de manera electrónica. El recuento se realiza de manera automática y se verifica mediante una copia en papel del voto electrónico que se guarda en urnas. La noche del 26 de julio, dos días antes de las elecciones, se produjo un intento de sabotaje en una gran central eléctrica. Un comando entró en la central con todo tipo de explosivos. El atentado pudo ser frustrado. Si hubiera tenido éxito, siete provincias del oeste del país habrían estado sin electricidad durante días, impidiendo así la realización de la votación electrónica. El día de las elecciones se produjo un ciberataque masivo desde Colombia y Estados Unidos a instituciones gubernamentales, incluido el Consejo Nacional Electoral. Esto retrasó el recuento de votos durante horas, lo que dio a la oposición la oportunidad de elaborar sus propios resultados antes de que se conocieran los oficiales.
10. Presentar sus propios resultados. Para presentar sus propios resultados, la oposición de extrema derecha creó su propia página web el día antes de las elecciones, en la que supuestamente publicó 23.000 informes oficiales, es decir, cerca del 80 por ciento del total. Según esos datos, González habría ganado las elecciones con el 63 por ciento de los votos frente al 30 por ciento de Maduro. Sin embargo, el sitio sólo contiene unos 9.000 informes, es decir, menos de un tercio de los que existen en realidad. Muchos nombres están incompletos o sólo muestran las iniciales. Además, muchas de las personas mencionadas están fallecidas... También es notable que la distribución de los votos en las ciudades y en el campo, en la región amazónica y en la sierra, dé exactamente los mismos porcentajes. Esto es totalmente improbable. En otras palabras, se trata de datos inventados y recopilados de forma bastante amateur, pero aceptables para el electorado de derechas, al igual que aparentemente lo son para los principales medios de comunicación occidentales.
Democracia soberana
En conjunto, estos diez mecanismos forman un poderoso manual de estrategias que deja en claro que a la derecha y a Washington no les interesa en absoluto la democracia ni las elecciones justas. Solo les interesa un cambio de régimen que ponga al país de nuevo en línea con la oligarquía venezolana, Estados Unidos y Occidente. Este manual hace que las elecciones soberanas sean prácticamente imposibles y también conduce casi inevitablemente a la violencia. Si estos mecanismos se aplicaran a las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, podrían desencadenar una guerra civil. El asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 puede habernos dado un anticipo de ello.
Uno podría preguntarse qué utilidad tiene convocar elecciones en tales circunstancias. En los países occidentales ya hay histeria sobre la posible interferencia de Rusia en nuestras elecciones. Pero, si la hubiera, sería insignificante en comparación con la masiva interferencia y agresión que Venezuela tiene que soportar.
¿Cómo puede un sistema político protegerse de tantas hostilidades externas e internas sin socavar su contenido democrático? Construir una "democracia soberana" de ese tipo no es tarea fácil. En Venezuela, por el momento, lo han logrado gracias al sólido desarrollo y movilización de las organizaciones populares.
Pero eso no impide que la polarización en el país sea y siga siendo muy alta y que organizar elecciones en un contexto de guerra electoral sea una empresa muy riesgosa. El proyecto bolivariano enfrenta enormes desafíos y necesita más que nunca de nuestra solidaridad.
Marc Vandepitte es miembro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad y fue observador durante las elecciones presidenciales en Venezuela.
Anexo: Desestabilización y golpes de Estado contra gobiernos de izquierda en América Latina en los últimos 20 años
Argentina (2022): lawfare contra la vicepresidenta Cristina Kirchner, impidiéndole presentarse a las elecciones presidenciales de 2023.
Bolivia (2019): golpe de Estado que obliga al presidente Evo Morales a abandonar el país.
Brasil (2016): Guerra legal contra el expresidente Lula y la actual presidenta Dilma Rousseff. Lula es encarcelado y Rousseff es sometida a juicio político.
Colombia (2023-4): El presidente Gustavo Petro es acusado de financiar ilegalmente su campaña electoral.
Cuba (2021): Campaña digital dirigida a provocar disturbios en el país.
Ecuador (2010): Intento de golpe de Estado para derrocar al presidente Rafael Correa. En 2020, se le acusa de cohecho, lo que lo inhabilita políticamente.
Honduras (2009): tras un golpe militar, el presidente Manuel Zelaya es expulsado del país.
México (2018) : campaña digital para evitar que el izquierdista Andrés Manuel López Obrador sea elegido presidente.
Nicaragua (2018): Estallan grandes protestas tras la decisión del presidente Daniel Ortega de recortar las pensiones y aumentar las contribuciones a la seguridad social.
Paraguay (2012): Golpe institucional que derroca al presidente Lugo.
Perú (2022): Golpe de Estado que derroca al presidente Castillo.
Venezuela (2002): Golpe de Estado contra el presidente Chávez. Cierre patronal de la industria petrolera. (2014 y 2017): Violentos bloqueos de carreteras bloquean el país. (2017): Fuertes sanciones económicas por parte de EE.UU. (2018): Intento de asesinato contra el presidente Maduro. (2019): Provocación militar a través de la ayuda al desarrollo. (2019): Reconocimiento por parte de EE.UU. y la UE de un presidente interino no electo. (2020): Golpe militar fallido.
El hecho de que Chile no esté en esta lista probablemente dice mucho sobre el rumbo que está tomando el gobierno de Boric.
CEPRID
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