Arabia Saudí, Rusia e Irán: los jugadores del Golfo dispuestos a abandonar las narraciones antiguas
Lunes 17 de agosto de 2015 por CEPRID
MK BHADRAKUMAR
Asia Times
Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés
El acuerdo nuclear de Irán tiene aún que cruzar el Rubicón de su aprobación por el Congreso de Estados Unidos y las cosas se han puesto un poco difíciles cuando el senador Chuck Schumer y el representante Eliot Engel, dos importantes representantes demócratas, anunciaron su oposición al acuerdo. Schumer afirmó que tomó la decisión "después de un estudio profundo, una cuidadosa reflexión, y una considerable introspección", mientras que Engel está aún por poner al desnudo su alma. Pero no importa; el debate en los EEUU parece cada vez más surrealista.
El Medio Oriente ya haya comenzado a implementar el acuerdo con Irán, dado que Irán vive en la región y no en el hemisferio occidental. La región están dando la vuelta con impaciencia a muchas de las narrativas establecidas, incluso antes de que desde Viena llegase el aliento de un acuerdo histórico.
La "gran imagen" es la de que una asociación estratégica entre Rusia y Arabia Saudita está en ciernes. Esto ya no es una cuestión de dos países distanciados intercambiando miradas. Es una comunión. El ministro de Exteriores saudí, Adel al-Jubeir, viaja a Moscú después de haberse ya reunido con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, la semana pasada. Obviamente, quiere hablar más y no puede esperar dado que el grupo sirio de oposición Coalición Nacional, respaldado por los sauditas, también va a Moscú por primera vez.
Al-Jubeir va para discutir con Moscú una serie de cuestiones bilaterales que pueden llevar un socorro multimillonario a la economía de Rusia y tratar de hacer de manera conjunta esfuerzos para sanar una serie de heridas purulentas de Oriente Medio. Los cínicos pueden decir que los saudíes están comprando a los rusos, pero a lo que los dos países están apuntando parece ser nada menos que la coreografía del Nuevo Oriente Medio.
La narrativa ha sido que Rusia está pescando en las aguas turbulentas de la relación entre Estados Unidos y Arabia. Pero parece que EEUU y Rusia están, probablemente, teniendo la misma agenda hacia Riad. Cuando Lavrov se reunió Al-Jubeir en Doha, el Secretario de Estado estadounidense, John Kerry estaba presente y dos días después Lavrov y Kerry se encontraron en Malasia para intercambiar opiniones al margen de la reunión de la ASEAN.
Rusia ha ofrecido a ayudar a Arabia Saudita a hacer frente al terrorismo al que se enfrenta de los grupos islamistas extremistas que había apoyado hasta hace poco.Y en el proceso, Rusia espera que Arabia Saudita dejará de ser la Arabia Saudita que hemos conocido hasta ahora, el auriga de grupos wahabíes como instrumentos de las políticas regionales saudíes.
Hasta ahora eso es un objetivo que las acciones de Estados Unidos con Rusia, pero no se atrevieron a articularlo dada la realidad de que Washington también hacía uso selectivo del nexo de Arabia con grupos extremistas en el entorno regional como Afganistán, Yemen o Siria.
¿Cuál podría ser la razón del cambio que está dando Arabia? Las cosas han cambiado radicalmente porque los saudíes están preocupados por el Estado Islámico. Tres ataques sensacionales contra mezquitas saudíes, infringiendo fuertes bajas, han llevado el terrorismo internaiconal a las puertas de Riad. En el entorno del trono, comienza a surgir el pánico porque ven que van a ser incapaces de defenderse de un gigante al que han dado mucho vapor.
Una vez más, la narrativa ha sido que el nuevo liderazgo del rey Salman y el príncipe heredero Mohammed bin Salman se inscribe en el desafío estratégico a los EEUU y que el conocido cronista político de Oriente Medio Jamal Khashoggi ha etiquetado como la "doctrina Salman".
Khashoggi basa su tesis, expuesta recientemente, en abril, en dos supuestos fundamentales, a saber: el rey Salman "ha decidido que su país ya no podía soportar la expansiva política de provocación iraní en la región, y el silencio americano sobre ella ... (y) decidió que si Arabia Saudita tiene que actuar solo, entonces lo hará".
Lo que le dio credibilidad a la tesis de Khashoggi fue la intervención saudí en Yemen hace 3 meses pero, irónicamente, el posterior atolladero en Yemen ha proporcionado el impulso a Riad para abandonar esta narrativa. Riad parece abierto a la negociación de paz en Yemen. Así lo recoge la agencia rusa TASS al informar de la reunión entre Al-Jubeir y Lavrov: "se discutieron las posibles acciones para encontrar lo más pronto posible opciones que solucionen la crisis".
Sin embargo, es a propósito de Siria donde nos encontramos con un montón de relatos que caen en el olvido. Así, la distancia entre el régimen de Bashar al-Assad en Siria y en el resto del mundo árabe está resultando ser no tan irreversible como se pensaba anteriormente. El jefe de la poderosa Oficina de Seguridad Nacional de Siria, el general Ali Mamlouk, fue recibido por Mohammad bin Salman en Riad a finales de julio.Y poco después el ministro de Exteriores sirio, Walid al Moallem, hizo una visita de dos días a Teherán. Por supuesto, Omán tiene un genio poco común para la realización de misiones de mediación y tiene una política exterior única entre los Estados del Golfo, que es mantener una línea abierta con Teherán en todo momento. Muy probablemente, el motivo de la visita de Moallem fue preparado por el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif. Omán fue el primer país que Zarif visitó después de que se alcanzó el acuerdo de Irán en Viena, llevando el mensaje de que Teherán espera construir puentes con las capitales del Golfo. De hecho, existe una creciente especulación sobre una probable reunión de los ministros de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, Irán y Siria.
La eminencia gris de la política iraní, el ex presidente Hashemi Rafsanjani hizo una observación muy significativa recientemente: "Nosotros no tenemos problemas inherentes con Arabia Saudita ... Siria, Irak, Yemen y Bahrein son algunos de los problemas que han generado una distancia ... Es posible normalizar la situación con un rápido movimiento ... realmente creo que es posible. Sin embargo, tenemos que ver donde conducen estos acontecimientos. Eso es lo importante".
La narrativa solía ser que Arabia Saudita "nunca aceptará" un acuerdo nuclear con Irán. Bueno, lo hace. La expectativa de Arabia hoy es que Irán debe "moderar" sus políticas regionales de interferencia en los países árabes. La principal demanda hoy es que los Estados Unidos deben asumir compromisos para ser el proveedor de seguridad a sus aliados del Golfo.
Una vez más, la narrativa solía ser que Arabia Saudita podría reunir un frente "anti-Irán" de los estados árabes (e Israel); que jugaría la carta sectaria para aislar a Irán; que quería enredar a Irán en la red del Estado Islámico; que también podría desarrollar una bomba nuclear, o al menos adquirir una a Pakistán; que se sentaba a esperar el fin de la presidencia de Obama para que llegasen tiempos mejores, y así sucesivamente. Pero no hay ninguna señal de que esto - o todo esto - esté pasando.
Así que, ¿cuál es la nueva narrativa? Rafsanjani ha sido muy sabio - "Sin embargo, tenemos que ver donde estos acontecimientos conducen. Eso es lo importante".
Fundamentalmente, hay una contradicción que todo el mundo está fingiendo no darse cuenta. El punto es que la crisis de Oriente Medio no es la postura de Irán. Irán puede tener un papel que desempeñar en la política de la región y puede echar una mano para aliviar la crisis, pero eso es sólo una parte del esfuerzo.
Irán no es el ingeniero del golpe de Estado en Egipto, que regresó ese país a un gobierno autoritario. Con o sin la ayuda de Irán, todavía habrá resistencia a la dominación saudita de Yemen. El empoderamiento chiíta en Bahrein no puede ser escondido debajo de la alfombra. La propia Arabia Saudita necesita transformarse y ser contemporánea del siglo XXI. Sin duda alguna, Irán no ha tenido nada que ver con el sangriento caos que impera en Libia.
Lo que estamos presenciando es que el acuerdo nuclear de Irán ha reiniciado la dinámica de poder que tenía más de tres décadas de antigüedad. Con las certezas de que las antiguas animosidades se están evaporando, es como si se hubiese abierto la puerta casa embrujada.
Sin duda, hay un enorme repunte de la actividad diplomática por todas partes. El acuerdo nuclear de Irán ha sacudido las viejas suposiciones y hay signos de una nueva voluntad en los jugadores del Golfo para cruzar las vallas que habían levantado previamente.
CEPRID
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