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Acumulación capitalista en América Latina: Colombia como arquetipo

Domingo 19 de julio de 2015 por CEPRID

Cecilia Zamudio

CEPRID

La situación política en América Latina se inscribe en una situación mundial en la que se acelera la acumulación capitalista, mediante mayor explotación laboral, mayor depredación ambiental y más guerras imperialistas. Hay una profundización de la rapiña contra los pueblos de América Latina, y una intensificación del Terrorismo de Estado que garantiza la acumulación capitalista. Este accionar de muerte mediante los ejércitos oficiales y sus respectivas herramientas paramilitares, se ve tangiblemente en países como México, Colombia, Perú, Honduras, Paraguay etc. Se profundiza la lucha de clases, con un intento de exterminio de los luchadores sociales por parte de las distintas oligarquías y del gran capital transnacional: poniendo en marcha diversas estrategias de intervención y fortaleciendo estructuras del narcotráfico para que éstas sirvan en la labor de terror.

La actualidad mexicana recuerda mucho al patrón represivo implementado contra Colombia desde hace décadas: auge del narcotráfico en connivencia estatal, y empleo de este en el fomento de más grupos paramilitares destinados al exterminio de los comunistas y demás luchadores sociales. Este incremento de la guerra oligárquica contra las mayorías, conlleva también la respuesta popular: grandes movilizaciones y luchas de los pueblos.

Cuba sigue siendo la excepción en este cuadro de saqueo, porque se logró consolidar una revolución con un sistema socialista. Hay también varios países cuyos gobiernos han intentado dar pasos hacia un cambio de sistema: sin que por el momento se haya producido la socialización de los medios de producción en todo un Estado. Venezuela ha despertado grandes esperanzas, y el petróleo venezolano ha representado para Cuba un balón de oxígeno, a la par que Cuba ha enviado a Venezuela a miles de médicos para levantar centros de salud en barrios pauperizados y zonas rurales. La ayuda cubana ha permitido dinamizar grandes Misiones Sociales. Ha habido un avance en la toma de consciencia en Venezuela; y hay sectores poblacionales que empezaron a concebir al socialismo como algo positivo, incluso hay sectores de la población que pugnan por realizar ese cambio de manera urgente, y lo dinamizan tomando fábricas y tierras. Pero por otro lado, el Gran Capital venezolano y mundial, intentan desestabilizar el proceso, a través del intervencionismo estadounidense, de la activación del fascismo, del sabotaje económico y la creación de escasez.

La región Andino Amazónica es de gran importancia para el Gran Capital transnacional. Colombia es un país codiciado por sus inmensos recursos (mineros, hídricos, biodiversidad) y por su ubicación geoestratégica (andino-amazónica, con acceso a dos océanos, con 5 países fronterizos). Es además el tercer país más poblado del continente, tras Brasil y México: Colombia es un asunto de gran importancia para el Capital transnacional.

Hace décadas que los aparatos militares del capitalismo mantienen una guerra intensiva contra el pueblo colombiano, con una permanente intervención estadounidense. El capitalismo ha utilizado el exterminio político como manera de mantenerse, implementando los medios más crueles para sembrar terror en una población que, sin embargo, sigue en pie de lucha por su libertad y contra el saqueo transnacional.

• Directrices estadounidenses: Estrategia paramilitar al servicio del Gran Capital

Los militares colombianos reciben entrenamiento de parte de EEUU: integran la doctrina contrainsurgente y el concepto del " enemigo interno” que rigen el accionar del ejército colombiano . Son instruidos en técnicas de desaparición forzada y desplazamiento masivo de poblaciones. La misión estadounidense Yarbourough de 1962 preconizó la organización de grupos paramilitares, promovidos por el Estado, cuyo objetivo es asesinar a comunistas y a todos los que reivindiquen por justicia social. Los manuales de la CIA, como el KUBARK, instruyen en torturas físicas y sicológicas(1): la tortura es preconizada de forma sistemática.

En mayo 1964, bajo dirección estadounidense, el ejército desarrolla la Operación Marquetalia: las comunidades campesinas comunistas del sur del Tolima son bombardeadas de manera desproporcionada, y sitiadas. Familias enteras mueren de hambre. Fue la mayor operación de contrainsurgencia realizada hasta entonces en América Latina. Los campesinos sobrevivientes lograron romper el cerco militar y se refugiaron en Riochiquito, donde conformaron el Bloque Sur, que años más tarde daría nacimiento a las FARC. El crecimiento de la guerrilla se explica por la necesidad de la población de confrontar un modelo económico que saquea el país y empobrece a la población; y por el hecho de que toda reivindicación política sufre el Terror Estatal.

Colombia es el 3er país más desigual del mundo: hay 20 millones de pobres y 8 millones de indigentes, más de la mitad de la población está apenas sobreviviendo. Miles de niños mueren anualmente de hambre, pese a las inmensas riquezas del país. Para dar un ejemplo concreto: en estos momentos, la comunidad indígena más grande de Colombia, los Wayúu, está sufriendo exterminio, muriendo de física hambre y de enfermedades asociadas con la escasez de agua, porque las multinacionales que explotan el carbón en el Cerrejón, desviaron todo un río para usar su agua. Armando Valbuena, de la comunidad Wayúu, denunció que más de 14 mil niños ya han fallecido a causa de la privatización del río Ranchería (2). Son multinacionales como BHP Billiton, Glencore Xstrata, AngloGold, Drummond, Gold Fields, OXY, BP, Repsol y demás, que en Colombia desvían ríos, envenenan las aguas, bombardean montañas, desplazan comunidades enteras, financian paramilitares para el exterminio sindical, se benefician de batallones del ejército para imponer sus instalaciones (ejemplo el Batallón 18 sirviendo a la OXY): cometen genocidio y ecocidio. Esta situación de empobrecimiento de las mayorías para beneficio de un puñado, doblada del sistemático Terrorismo de Estado contra los que reivindican, es la que está en el origen del conflicto social y armado.

El Terror de Estado en Colombia ha causado: más de 9.500 presos políticos, decenas de miles de desapariciones forzadas (3). Más de 4000 fosas comunes han sido halladas en los últimos 8 años, con 5.638 cuerpos de desaparecidos: es el resultado del instrumento paramilitar (4). Este año 2015 salen en libertad varios jefes paramilitares en virtud de la ley de impunidad que el Estado colombiano le ha confeccionado a sus paramilitares: entre 5 y 8 años de pena si estos dan algunas coordenadas de sus crímenes. Es en virtud de esta ley, mal llamada "Ley de Justicia y Paz”, que el 22 de mayo salió libre alias "Julián Bolívar”, un servidor del Gran Capital: este paramilitar fundó una Escuela de Tortura en los Llanos, es responsable de asesinatos, masacres, violaciones, desapariciones forzadas, etc. (5) El instrumento paramilitar nunca ha cesado su actividad.

El Terrorismo de Estado ha causado que el 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo son asesinados en Colombia por agentes estatales o la herramienta paramilitar. La mayor fosa común de Latinoamérica, fue hallada detrás del Batallón Militar de la Fuerza Omega , con 2000 cadáveres de desaparecidos por ese Batallón del Plan Colombia , que tiene asesoría estadounidense (6). El Estado colombiano ha eliminado físicamente un partido político: La Unión Patriótica, con más de 5.000 militantes asesinados (7).

• Desplazamiento poblacional para beneficio de la acumulación capitalista

Colombia es el segundo país del mundo en materia de asesinatos a ecologistas, con 25 víctimas en 2014 (8). 80% de las violaciones a los derechos humanos y el 87% de los desplazamientos forzados de poblaciones se produjeron en las regiones en las que las multinacionales perpetran la extracción minera. 78% de los atentados contra sindicalistas se produjeron en el sector minero (9).

El Terrorismo de Estado es empleado para producir parálisis de las reivindicaciones sociales y para producir masivos desplazamientos poblacionales favorables al gran capital; la mitad del territorio colombiano está tramitado en concesión por multinacionales mineras. La estrategia de desplazamiento poblacional también es utilizada para despoblar el campo de la base social de la insurgencia.

Más de 6,3 millones (10) de personas tuvieron que abandonar sus tierras tras haber sobrevivido a masacres dirigidas intencionalmente contra la población, ejecutadas por el ejército y la herramienta paramilitar: han sido desplazadas por una planificación del terror al servicio de la acumulación capitalista. Los bombardeos del ejército sobre las comunidades campesinas, y las fumigaciones con productos cancerígenos son también instrumentos para el desplazamiento poblacional (11).

• La motosierra y la diplomacia

Cuando hablamos de Terror de Estado en Colombia, hablamos de que la herramienta de guerra sucia comete las masacres descuartizando con motosierra: varios paramilitares han confesado hornos crematorios dónde metían a sus víctimas vivas, criaderos de caimanes con los cuerpos de los desaparecidos, empalamientos, violaciones colectivas y otras aberraciones. Las víctimas sobrevivientes narran las torturas más atroces. El ejército no se queda atrás en la barbarie; las masacres son cometidas con su total colaboración. Hay casos tan evidentes como la masacre de Mapiripán en la que los paramilitares fueron llevados en aviones de la fuerza aérea del norte al sur de Colombia, para que estuvieran 10 días violando y descuartizando a la comunidad; mientras tanto el ejército impedía que las víctimas salieran, e hizo un cerco para impedir que alguien les diera auxilio: 60 campesinos fueron descuartizados. El general Uscátegui confesó que su labor era garantizar la masacre, y para ello combatir a la insurgencia de las FARC que intentó romper el cerco militar para auxiliar a la población (12).

Hay miles de casos que atestiguan del paramilitarismo como política de Estado, y del accionar conjunto de la fuerza militar y paramilitar: como la masacre de Cacarica, cuando entre otras atrocidades, los militares y los paramilitares jugaron fútbol con la cabeza del líder comunitario Marino López, obligando a la población a asistir al horror (13). La masacre del Salado es otro ejemplo: los paramilitares torturaron y asesinaron 80 personas mientras un helicóptero del ejército sobrevolaba el pueblo disparando sobre los campesinos; los asesinos hicieron tocar música durante las torturas. Las mujeres fueron violadas y descuartizadas de manera a dejar una huella de miedo imperecedera en la memoria colectiva (14). La masacre Awa en Tumaco es otro ejemplo del Terrorismo de Estado : de las 12 víctimas cinco eran niños, entre ellos un bebé de 8 meses. La madre de familia se había atrevido a denunciar al ejército (15). La masacre de Mulatos en San José de Apartadó fue otra masacre perpetrada por ejército y los paramilitares: 8 personas fueron asesinadas con machetes, entre ellas niños de 2, 5 y 11 años. Los asesinos declararon que "esos niños se hubieran convertido en guerrilleros si los hubieran dejado en vida” (16). El Terrorismo de Estado tiene la finalidad de desplazar poblaciones y someterlas.

Las estrategias empleadas contra el pueblo colombiano, afiladas por "formadores” estadounidenses e israelíes, son también empleadas en otros países como método de control social, contra insurrección o sabotaje: lo vemos en México, Honduras, Perú, Paraguay, y hasta en Venezuela donde la oligarquía recurre de manera creciente al paramilitarismo.

Otro ejemplo de cómo el Estado en Colombia está dispuesto a todo para servir al Gran Capital, son los "falsos positivos”: son asesinatos de civiles perpetrados por el ejército, que luego presenta sus cadáveres como "guerrilleros abatidos en combate”. Estos cadáveres son utilizados en la guerra sicológica: los medios los exhiben permanentemente, como "disuasión por el terror”. Se han documentado al menos 5.700 de estos asesinatos (entre las víctimas hay varios niños): es una práctica común del ejército colombiano, que continúa en 2015, como lo denuncia el CINEP (17). Pese a las atrocidades perpetradas por el ejército colombiano contra el pueblo colombiano, los diplomáticos continúan sonrientes, mientras su gobierno ofrece el país a las multinacionales: todo está en óptimas condiciones para las grandes fortunas, esos padrinos del mundo capitalista.

• La verdadera Paz no puede pasar sino por la Justicia Social: hay contradicciones de clase fundamentales

Para conseguir la paz en Colombia haría falta el desmonte de la estrategia de guerra sucia implementada desde el Estado, y cambios estructurales en el modelo económico que garanticen a todos una vida digna. Estos cambios imprescindibles han sido reclamados en las Conversaciones de Paz entre la guerrilla y el gobierno; tanto por la insurgencia de las FARC, como por las reivindicaciones que el pueblo colombiano a enviado a La Habana. Pero el tema de "La Paz” ha sido mil veces manipulado por la oligarquía, que es la que le hace la guerra al pueblo desde hace siglos: las distintas conversaciones entre la guerrilla y el Estado siempre se han truncado cuando le correspondía al gobierno concretar cambios estructurales. La oligarquía no está dispuesta a un cambio de modelo de desarrollo, ni a una reforma agraria, ni a respetar la soberanía alimentaria; porque es en el actual modelo que se enriquece, a costillas del pueblo. Tampoco el capitalismo transnacional aceptará que se cambie el modelo extractivista de la mega-minería y del agro-industrial que garantiza a los capitalistas un enriquecimiento vertiginoso; y son temas indispensables para el pueblo: hay contradicciones de clase fundamentales.

En los diálogos de la Habana se han podido conocer las propuestas políticas de la insurgencia sobre infinidad de temas; una documentación muy interesante que lamentablemente ha sido obviada en los grandes medios. Y también hay que señalarlo, ha sido poco difundida por los medios alternativos internacionales. Esto tal vez se deba a que la desinformación impuesta por los medios del capital ha dejado su rastro de prejuicios y confusiones. Los diálogos han sido cubiertos por los medios de países no-alineados con publicaciones someras que no profundizan en el contenido de las proposiciones políticas. Estos medios son sin embargo los que podrían aportar un balón de oxígeno informativo a un pueblo sometido al terror de Estado.

Numerosos pensadores críticos han sido asesinados por el Estado colombiano, como los profesores Correa de Andreis y Freytter Romero, el abogado de presos políticos Carlos Salvador Bernal, el periodista Clodomiro Castilla, etc. Frente a la magnitud de la persecución política, varios pensadores críticos eligen el camino de la clandestinidad e integran la insurgencia.

La estafa del «todos son iguales»

Pese a la evidencia de una estrategia estatal de eliminación del pensamiento crítico y la lucha social, desde la USAID es financiada la estafa del « todos son iguales ». Esta estafa incluye el concepto difuso de los "actores armados” , que pretende equiparar: por un lado el Terrorismo de Estado planificado para garantizar el saqueo capitalista y desarrollado bajo la doctrina del "enemigo interno”, que incluye la estrategia paramilitar y todo el apoyo estadounidense; y por otro lado los movimientos populares constituidos en guerrillas que tienen claras reivindicaciones políticas contra el saqueo capitalista.

La USAID pretende imponer esta estafa mediante su privilegio en los medios, mediante el financiamiento de ONG´s, y mediante el exterminio del pensamiento crítico.

Miles de pensadores críticos han sido víctimas de desaparición forzada; otros han sido encarcelados como la socióloga Liliany Obando, el periodista Freddy Muñoz (de Telesur), el profesor Miguel Ángel Beltrán, acusado de ser un "ideólogo de las FARC” , simplemente porque su investigación académica era sobre la insurgencia. Otros pensadores críticos han debido exiliarse. La oligarquía criminaliza el estudio de lo que es parte fundamental de la historia de un pueblo.

Durante el actual Diálogo de Paz, las FARC han producido hechos concretos como una tregua unilateral que duró cinco meses, mientras que el Estado prosiguió la guerra. Incluso las comunidades campesinas denunciaron que militares y paramilitares aprovecharon la tregua de la insurgencia para agredir al campesinado en zonas en las que no se atrevían a ir antes de la tregua (18). La tregua Unilateral de la insurgencia finalizó en mayo 2015 tras una masacre de 27 guerrilleros perpetrada por el Estado colombiano, que bombardeó un campamento insurgente, y luego asesinó a los heridos a quemarropa mientras estos pedían auxilio (19). Dos Delegados de Paz de la guerrilla han sido ya asesinados por el Estado colombiano.

El Terrorismo de Estado continúa en escalada bajo los auspicios del padrino estadounidense. Varios participantes a los foros temáticos desarrollados en Colombia, ya han sido asesinados o desaparecidos por el binomio militar-paramilitar, otros han sido encarcelados.

La guerra económica es el primer verdugo del pueblo colombiano Los colombianos deseamos una paz con justicia social, porque de seguir la situación de expolio y explotación actual, no existe verdadera paz para el pueblo, dado que seguirá siendo víctima de miseria, exclusión, muertes por enfermedades curables, muertes de hambre, y represión sistemática por parte de los explotadores. La guerra económica es el primer verdugo contra el pueblo colombiano; la segunda causa de víctimas es la Guerra Sucia adelantada desde el mismo Estado y sus aparatos represivos oficiales y paramilitares; estas son realidades documentadas, sobre las que sin embargo callan los medios de alienación masiva. Porque para los propietarios de los medios, la muerte del pueblo no constituye una guerra, solamente conciben que hay guerra desde el momento en que sus intereses son tocados; es solamente a partir del momento en que hay insurgencias contra el modelo de saqueo, que los capitalistas definen que hay guerra. Por eso el tema de la paz con justicia social es clave para el pueblo colombiano, porque no queremos una "paz de los cementerios” en la que los explotadores puedan seguir capitalizando sobre la muerte de montañas, ríos y niños.


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