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El Complejo Militar Industrial europeo y norteamericano: cooperación-competencia

Lunes 29 de octubre de 2007 por CEPRID

Dunia Pérez Milián Centro de Estudios Europeos 29 - X - 07

Las relaciones trasatlánticas han sido históricamente fuertes, aunque no exentas de contradicciones. La confrontación que caracterizó el período de la Guerra Fría entre los países que conformaban el Campo Socialista y las potencias occidentales, facilitó altos niveles de colaboración y entendimiento entre ambos lados del Atlántico, los cuales derivaron en la definición de una Unión Europea dependiente, en términos de seguridad, de los medios y capacidades norteamericanos.

Con la desaparición del Campo Socialista en el Este europeo y el afianzamiento económico y político de la Unión como bloque imperialista, comenzaron a ser cada vez más visibles las diferencias entre los aliados. Ciertamente, existe un número importante de intereses compartidos entre las partes que avalan estrategias de seguridad con desafíos y proyecciones internacionales bastante similares, no obstante, subsisten puntuales divergencias que abarcan sobre todo el campo de las metodologías y los medios a emplear en el enfrentamiento de los supuestos nuevos retos internacionales.

En adición, las aspiraciones de la UE de convertirse en un actor de talla global a partir de la definición y defensa de intereses regionales más específicos, para lo cual se han concretado durante los últimos años algunas iniciativas en el ámbito de la defensa, impone puntos de fricción con la denominada agenda de dominación global norteamericana en la que, al propio tiempo, el bloque europeo desempeña también un rol determinado.

Ambas tendencias se han conjugado indistintamente, no siempre con los mismos resultados, en el diálogo trasatlántico. Las fisuras evidenciadas a raíz de la intervención anglo-norteamericana a Iraq en el año 2003, fueron demostrativas de que la élite política europea estaba interesada en preservar sus intereses a riesgo de lesionar sus relaciones con Washington. En ese contexto, el eje franco-alemán compuesto por el gaullista, Jack Chirac, y el socialdemócrata, Gerard Shreader, fueron los protagonistas de una pugna que más tarde les costaría, no sólo el deterioro y el estancamiento de sus relaciones con la Casa Blanca, sino el aislamiento y las críticas en el propio espacio europeo.

La llegada de una nueva generación de líderes políticos a las capitales europeas, no sólo ha representado un reacomodo en el diálogo trasatlántico, sino, a la par, la continuidad de la promoción de la línea militar iniciada en períodos anteriores. Sólo que en esta ocasión, de la tendencia a la confrontación defendida principalmente por los franceses, se ha pasado a la articulación de una relación de cooperación-competencia, sobre todo en lo que al complejo militar industrial se refiere.

El eje anglo-estadounidense: representante por excelencia de la colaboración

La guerra de Yugoslavia en 1999 contribuyó a reforzar sensiblemente los lazos estratégicos, militares y de inteligencia entre Washington y Londres. Luego de culminada la contienda militar, el entonces secretario de defensa estadounidense, William Cohen, y su homólogo británico, Geoff Hoon, firmaron una Declaración de Principios sobre Equipos de Defensa y Cooperación Industrial, que tenía como principal finalidad "mejorar la colaboración entre ambas partes para la obtención de armas y la protección de secretos tecnológicos, así como facilitar el camino a nuevas empresas militares conjuntas y a posibles fusiones de industrias armamentistas" .

El objetivo declarado por Washington era impulsar la formación de un "puente trasatlántico" que permitiera al Departamento de Defensa estadounidense llevar su política de globalización hasta Europa... Nuestro objetivo es mejorar la operatividad mutua y la eficacia en el desarrollo de campañas de guerra por medio del estrechamiento de los vínculos industriales entre empresas estadounidenses y de países aliados .El acuerdo fue firmado poco después de la creación de la British Aeroespace Systems (BAES), resultado de la fusión de la British Aerospace (Bae) con GEC Marconi (la sucursal de defensa de la General Electronic Copmpany). Para ese entonces ya la Bae estaba firmemente vinculada a la Lockheed Martín y a la Boeing, las dos principales empresas contratistas estadounidenses de proyectos de defensa.

Al propio tiempo, esta integración en la esfera de la defensa ha coincidido también con una creciente cooperación entre la CIA y el MI5 británico en el ámbito de la inteligencia y de las operaciones encubiertas, así como en el terreno de las operaciones conjuntas entre las fuerzas especiales de ambas partes. En la base de este sensible acercamiento se encuentra, entre otras cuestiones, la casi total identificación del gobierno de Londres con la política antiterrorista llevada a cabo por Washington y su utilización como propulsor de la industria militar.

Sin embargo, a pesar de que ambos lados del Atlántico comparten una agenda internacional con importantes puntos de consenso, la propuesta norteamericana de "puente trasatlántico" oculta la intención de desplazar los conglomerados franco-alemanes y asegurar la hegemonía de la industria militar-industrial estadounidense, en alianza con los principales contratistas británicos de defensa. Situación a la que no son ajenos germanos y galos y que ha determinado cierta puja, no siempre de manera abierta y pública, que subyace a la por momentos fluida relación UE-EEUU.

El eje franco-alemán: compite y también coopera

La integración franco-alemana en materia de producción aeroespacial y de defensa está dirigida, en última instancia, contra la hegemonía estadounidense del mercado armamentista, asentada en la asociación entre los Cinco Grandes Americanos (Lockheed Martin, Raytheon, General Dynamics, Boeing, Northrop Grumman y BAES) y la industria de defensa británica bajo las cláusulas del acuerdo de "puente trasatlántico".

En este contexto, y desde principios de los 90s, el gobierno alemán comenzó a impulsar la consolidación del complejo militar-industrial germano dominado por Daimler, Siemens y Krupp. Varias importantes fusiones de empresas de la industria de defensa de este país han tenido lugar como respuesta a las megafusiones entre los fabricantes de productos aeroespaciales y armamentísticos estadounidenses.

En el año 1996, Francia y Alemania establecieron una agencia conjunta de armamentos con el mandato de "gestionar programas comunes y conceder contratos en nombre de ambos Gobiernos", que algunos especialistas consideradan la antecesora de la actual Agencia Europea de Defensa (AED). Para esta fecha ambas naciones compartían la animosidad en torno a la posible incorporación de Gran Bretaña a dicha iniciativa.

A fines del año 1999, en respuesta a la alianza de la British Aerospace y Lockheed Martín, la empresa francesa Aerospace Matra se fusionó con la DASA de Daimler (división aeroespacial de Daimler-Crysler), emergiendo así el mayor conglomerado de defensa europeo de entonces. Al año siguiente se creó la European Aeronautic Defence and Space Co. (EADS), integrada por DASA, MATRA y la española Construcciones Aeronáuticas SA. En la actualidad la EADS y sus rivales anglo-estadounidenses compiten por el suministro de armamento a los nuevos socios de la OTAN de Europa del Este.

Asimismo, el tercer mayor contratista de defensa europeo es Thomson, que en los últimos años se ha inclinado más por desarrollar conjuntamente proyectos con el fabricante de armas estadounidense Raytheon.

Por otro lado, Francia y Alemania controlan en la actualidad la Airbus Industry, (competidora directa de la Boeing estadounidense), de la cual la BAES británica posee el 20% de las acciones restantes. Los alemanes colaboran también en el programa de puesta en órbita de satélites espaciales Ariadne, que tiene a la Deutsche Aerospace (DASA) como accionista principal. Al propio tiempo, la alianza germano-gala en el terreno de la producción militar bajo las cláusulas de la EADS abre a Alemania (que oficialmente carece de armamento nuclear) las puertas para su integración en el programa francés de armamento nuclear. En esta esfera, la EADS produce una amplia gama de misiles balísticos, entre ellos el ICBMs que puede ser disparado desde submarinos y dotado con cabeza nuclear del tipo M51.

No obstante, en esta estructuración compleja de aliados y competidores, la EADS coopera actualmente con la BAES en la producción de misiles y tiene negocios con los "Cinco Grandes" estadounidenses, incluyendo a la Northrop Grumman; al tiempo que ésta, integrada en el programa de suministro del Departamento de Defensa estadounidense bajo las cláusulas del convenio del denominado puente atlántico, se mantiene entre los 10 mayores contratistas de defensa del Pentágono, y opera libremente en el mercado estadounidense a través de su filial BAE Systems North.

Asimismo, el grupo francés de electrónica especializado en tecnología aeroespacial, de defensa y de información, Thales, colaboró en la construcción del "Dreamliner" 787 de Boeing, al tiempo que se hizo con el contrato para proveer los equipos de radio de las fuerzas especiales estadounidenses destinadas a Iraq. En este contexto, según el consejero delegado de Thales Norteamérica, Allan Cameron, las enormes inversiones declaradas para los años venideros por el Departamento de Defensa norteamericano constituyen la principal razón del interés del grupo francés en el mercado de defensa de EEUU, por lo que podrían concretarse nuevos proyectos de trabajo conjunto en el ámbito militar.

En sentido general, en este complicado panorama que visualiza, tanto la puja por el dominio de los mercados como la creciente interconexión entre el complejo militar industrial europeo y norteamericano, son visibles dos grupos en la esfera de la defensa y la construcción aeroespacial en occidente: por una parte la EADS, dominada por Francia y Alemania, y por otra los "Seis Grandes" anglo-estadounidenses. Ambos conglomerados, si bien representan los intereses imperiales de estadounidenses y europeos en el mundo, también simbolizan la simetría en la proyección de ambos polos de poder a partir de la militarización creciente de su política exterior.

En este sentido, el gradual y preocupante proceso de fusiones que se ha iniciado entre los representantes de ambas industrias armamentísticas, que encuentran puntos de contacto en las bases que animan su fortalecimiento y promoción, determinará un mayor nivel de consenso entre europeos y norteamericanos y acentuará la agresividad del carácter colonial de sus proyecciones internacionales. La constatación más inquietante de esta tendencia la podemos encontrar en las recientes declaraciones de Angela Merkel y Nicolás Sarkozy en torno a la necesidad de fortalecer y profundizar los vínculos trasatlánticos.

Dunia Pérez Milián es investigadora del Centro de Estudios Europeos de La Habana (Cuba)


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