CEPRID

Militarismo y globalización : inflación + déficit = guerra

Viernes 20 de junio de 2008 por CEPRID

Toni Solo 20 - VI - 2008 CEPRID

Los gobiernos, bancos centrales y corporaciones financieras del Bloque Occidental se han hecho rehenes de una dinámica inflacionaria para sostener su imperialismo militarista. Los países de Europa y del Pacífico actúan solidariamente política, financiera y económicamente. A cambio, Estados Unidos sirve como el matón a sueldo global de sus aliados en Europa y el Pacífico.

La Tesorería estadounidense, la Reserva Federal y las corporaciones financieras trabajan en conjunto para aumentar la oferta de dólares. Devalúan el dólar deliberadamente. Por medio de intervenciones en los mercados, sus contrapartes en Europa y el Pacífico apoyan a EEUU para estabilizar el sistema. Mantienen sus monedas en una relación de cambio sostenible, lo que contribuye a un equilibrio conveniente en el comercio y en las finanzas del sistema para así apoyar a EEUU en su déficit presupuestario y de cuenta corriente.

El petróleo, el dólar y el euro

Mientras el dólar cae, el precio del petróleo tiene que subir para garantizar a los productores los márgenes adecuados de operación y comercialización. Una comparación de la tendencia de la tasa de cambio del dólar contra el euro con la tendencia del precio del petróleo desde 2006 hasta 2008 muestra una correlación sorprendentemente uniforme entre las dos. De una relación con el euro en enero 2006 de aproximadamente US$1.21, el dólar se situó en aproximadamente US$1.45 en enero de 2008. Durante el mismo período, el precio del petróleo subió con una tendencia similar desde alrededor de US$60 hasta alrededor de US$100. En promedio, por cada centavo que el dólar perdió contra el euro, el precio del petróleo subió algo menos de US$2 .

Si se miran las cifras del precio del petróleo y del dólar respecto del euro desde enero de 2007 hasta abril de 2008, se puede ver que la tendencia vuelve a ser aun más uniforme y que continúa más intensamente. El dólar estadounidense cayó respecto del euro desde 1.35 en abril de 2007 hasta casi 1.57 un año más tarde. Durante el mismo período el precio del petróleo subió desde alrededor de 63 dólares hasta alrededor de 132. Groso modo, un aumento medio de US$3 en el petróleo por cada centavo de pérdida en el valor del dólar respecto del euro.

Las autoridades estadounidenses van a seguir devaluando el dólar. Lo harán para financiar el gasto militar, entre otros componentes del déficit presupuestario del gobierno, para disminuir el déficit comercial y para impedir la quiebra de sus bancos y corporaciones financieras insolventes.

Si es cierta la hipótesis de una conexión directa entre el precio del dólar respecto del euro y el precio del petróleo, entonces, en diciembre del año en curso debe de verse el dolár caer respecto del euro hasta alrededor de US$1.70 o US$1.75 y el precio del petróleo subir hasta US$170 o US$180. Un ataque contra Irán o una provocación grave contra Venezuela seguramente haría mucho más aguda esa tendencia que dura ya más de 30 meses.

Si la especulación es el factor determinante en el auge del petróleo, ¿por qué es la tendencia del precio del dólar respecto del euro tan parecida a la tendencia en el precio del petróleo? El precio del petróleo sigue al declive del dólar, no al contrario. Aún si la especulación es un factor importante, en unos momentos más que en otros, es algo que complementa una tendencia existente. El déficit presupuestario y de cuenta corriente de EEUU no van a cambiar mucho a corto plazo. Mientras la presión inflacionaria aumenta, en algún momento, probablemente en la primera parte de 2009 sino en el segundo semestre de 2008, las tasas de interés van a subir más o menos abruptamente para contrarrestar el fenómeno de la hiperinflación.

Cuando eso suceda, podría señalar el final de la correlación aparente entre el precio del petróleo y la caída del dólar estadounidense contra el euro. Un revés en el precio del dólar, el euro, el petróleo y en las tasas de interés no influirá en la política exterior del Bloque Occidental. Es cien por cien seguro que el ancien regime del Bloque Occidental mantendrá su militarismo para promover la globalización corporativa. Tanto el sistema europeo como el sistema estadounidense parecen ser rehenes ahora de procesos inflacionarios que resultan del colapso de sus burbujas de crédito y de bienes y las secuelas de este colapso en el crecimiento.

Promueven la inflación para fomentar la guerra

El Banco Central Europeo habla de la batalla contra la inflación con el mismo nivel de credibilidad que sus homólogos estadounidenses hablan de un dólar fuerte. La verdad es que el sistema financiero del Bloque Occidental está preso de una presión inflaconaria fatal. Las autoridades estadounidenses son incapaces de terminar sus guerras o de recortar su gasto militar grotesco para poder manejar su déficit. Por su impotencia para influir o por falta de voluntad para hacerlo, sus aliados contribuyen a mantener esta situación.

Con la plutocracia estadounidense renuente a terminar sus guerras, lo más probable es que van a intentar a desmantelar la seguridad social y los programas sociales relacionados para intentar controlar el déficit presupuestario. Es seguro que las y los plutócratas corporativos no van a aportar nada. No importa quién gane la presidencia en noviembre - las guerras, el militarismo, el descarado bienestar corporativo van a seguir más fuerte que nunca. Si no pueden sostener el auge inflacionario en la oferta de dólares, entonces profundizarán su guerra contra los empobrecidos y disminuirán a la clase media. Se enfrentarán a la oposición a sus políticas por medio de una manipulación de "la guerra contra el terrorismo".

En Europa, los gobiernos dirán a la gente que ya no es posible mantener los acostumbrados niveles de bienestar, de jubilaciones, de seguro médico. Sin embargo, siempre habrán suficiente recursos para cumplir con los compromisos con la OTAN, para tropas y material en Afganistán, para las fuerzas europeas que protegen a Israel frente a Hizbollah en el Líbano y para diversas intervenciones militares bajo pretextos variados en África. Habrá recursos para apoyar una intervención estadounidense contra Irán y Siria, contra Hizbollah, quizás contra Venezuela.

Los medios corporativos nos siguen informando de las muy buenas intenciones de los líderes del Bloque Occidental. Pero parece ser claro que la correlación sospechosamente uniforme entre el precio del dólar respecto del Euro y el precio del petróleo implica que estos líderes están fomentado de una manera deliberada la inflación que está destruyendo las economías de países vulnerables en todo el mundo. ¿Por qué hacen eso si no es para sostener su poder y privilegio neocolonial por medio de la globalización corporativa respaldada por la fuerza militar?

Desde los acuerdos de Bretton Woods, los gobiernos del G7 han trabajado en conjunto cada vez más estrechamente para planificar la estrategia económica y su puesta en práctica. Confeccionan resultados que protegen y promueven los intereses de sus elites corporativas. Sus medios corporativos llaman a esto "libre mercado".

Déficit por cuenta corriente

En su memorandum de junio de 2005, el Comité Conjunto Económico del Congreso afirmó: "Sin un incremento del ahorro nacional, cualquier reducción en el déficit por la cuenta corriente se verá acompañada de una reducción en la inversión nacional que perjudicaría el futuro crecimiento." Entre las recomendaciones del Comité está la de una reducción del déficit presupuestario. Sin embargo, el déficit presupuestario estadounidense ha empeorado aún más desde 2005.

Mientras tanto, con sus masivas reservas de deuda del gobierno estadounidense, China, Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Taiwan y los países europeos, siguen permitiendo al gobierno estadounidense manejar un gran déficit presupuestario sin altas tasas de interés. Puesto que el ahorro en Estados Unidos ha sido muy bajo durante mucho tiempo, las autoridades estadounidenses dependen de los ahorros extranjeros para sufragar la inversión necesaria para mantener el crecimiento. Actualmente, la capacidad del país de mantener aún un crecimiento mínimo depende del enorme déficit por su cuenta corriente.

En enero de 2007 analistas del prestigioso Peterson Institute dijeron en su testimonio al Comité Presupuestario de la Cámara de Representantes: "Hemos llegado a depender tanto de los ingresos adicionales de grandes cantidades de dinero extranjero, que cualquier revés importante en los mismos tendría secuelas significativas para nuestra economía." Las secuelas a las que se refieren son una inflación sin crecimiento - la estanflación - y la recesión, que ya están apareciendo. La respuesta en la política exterior del régimen de Bush y de los demás líderes de la plutocracia con dos cabezas que rige en los EE.UU. ha sido aumentar el déficit presupuestario con mayor gasto militar.

Junto a ese militarismo se da una política monetaria que fomenta la inflación por medio de una devaluación del dólar, parte de la cual consiste en un esfuerzo para disminuir el déficit comercial. Pero el aumento en las exportaciones no va acompañado necesariamente de una disminución en las importaciones a mediano o largo plazo. Mientras el capital extranjero compra activos estadounidenses, esa misma inversión debe estimular las importaciones. También podría afectar negativamente el hecho de que la inversión extranjera en los EE.UU. implica una menor inversión en los países que invierten por su parte en EEUU.

En un informe de la Reserva Federal, "Why Dollar Depreciation May not Close the US Trade Deficit", ("¿Por qué el déficit comercial de Estados Unidos podría no disminuir con una depreciación del dólar?"), Linda Goldberg y Eleanor Wiske Dillion señalan tres cosas. Se factura un 92.8% de las importaciones a EE.UU. en dólares, no en moneda extranjera. Las autoras observan también que las empresas extranjeras podrían mantener sus precios bajos para no perder su cuota del mercado. Además señalan que los costos del transporte y de la distribución adentro de EE.UU. se pagan en dólares.

Escriben: "Juntos, estos tres factores sugieren que, si todo lo demás sigue igual, es posible que no veamos una subida significativa en los precios de las importaciones de tal magnitud que presionaría a los consumidores estadounidenses para cortar su consumo de bienes extranjeros y sustituirlo por compras de bienes producidos localmente. Lo más probable es que una mejora en la balanza comercial debido a una depreciación del dólar se conseguirá por medio de más compras de bienes estadounidenses nuevamente a precios competitivos en el extranjero. Sin embargo, si los patrones de consumo nacional no se "re-equilibran" de una manera que se alejen de las importaciones, el ajuste total en el comercio estadounidense después de la depreciación del dólar podría alejarse significativamente de las expectativas".

De déficit a guerra

El déficit comercial es sostenible como parte del déficit por cuenta corriente mientras los extranjeros sigan comprando deuda estadounidense en cantidad suficiente. Mientras el dólar cae, el valor de activos estadounidenses en el extranjero sube. Los ingresos generados por aquellos activos hace más fácil controlar la gigantesca deuda externa de los Estados Unidos. Pero quizás no a un grado suficiente para equilibrar la reacción negativa de, entre muchas otras cosas, el fracaso de las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha, el rechazo por parte de los EE.UU a cumplir sus obligaciones con el medio ambiente, las ocupaciones militares de Irak y de Afganistán y el apoyo del gobierno de las EE.UU. al lento genocidio contra los Palestinos.

La hipocresía del Bloque Occidental con respecto a los subsidios nacionales, hace que otros países sean menos proclives a abrir más sus economías y vender sus activos, su patrimonio, a las corporaciones transnacionales. Fuera de los países del Bloque Occidental y sus títeres regionales, las actitudes hacia la hipocresía de esos países recorre toda la gama desde el escepticismo y el desprecio hasta el rechazo. Quizás los ejemplos más evidentes son Cuba, Irán y Venezuela.

Eso contribuye a la lógica imperialista que conduce a los Estados Unidos a intensificar su bloqueo contra Cuba, a amenazar a Irán y a amedrentar a Rusia con instalaciones militares cerca de sus fronteras. Las tropas estadounidenses no van a salir de Irak o Afganistán hasta que la resistencia les obliga a irse. En América del Sur el Comando Sur ya ha señalado, con el bien conocido Plan Balboa, sus intenciones de usar las tropas y paramilitares Colombianos como infantería para atacar a Venezuela con el apoyo de la aviación y la marina estadounidense. En el este de Europa, los EE.UU. han provocado a Rusia para que aumente su gasto militar, lo que hace recordar la guerra fría.

Si se produce, un ataque contra Venezuela será considerado como un nuevo asalto imperialista sobre los recursos de América Latina para ponerlos definitivamente al servicio de los países del Bloque Occidental. Será una apuesta arriesgada sobre el alcance de los cambios en las relaciones internacionales y regionales en América Latina en la última década. La reacción probablemente será muy diferente a la resignación impotente con la que la región saludaba las agresiones estadounidenses de los años ochenta. Pero quizás no será una diferencia tan importante como para impedir que EEUU consiga los resultados deseados de su desesperada agresión.

Es notorio el estado muy deteriorado de la economía doméstica estadounidense. Las amenazas contra Irán y Venezuela parecen estar dirigidas hacia China, que es un cliente muy importante de gas y petróleo de Irán y de Venezuela respectivamente. La plutocracia estadounidense quizás ha calculado que los beneficios de una agresión abierta contra dos proveedores de energía a China superan a sus posibles costos. Quizás han calculado, posiblemente con razón, que los líderes chinos - y brasileños - pondrán los beneficios a su propio imperialismo del estatus quo económico por encima de la solidaridad contra el imperialismo estadounidense.

La plutocracia estadounidense apoya al régimen Bush con todo su militarismo, cinismo y sadismo. Es evidente que juntos están preparando una guerra contra Irán y otra contra Venezuela, sin importar el perjuicio al pueblo estadounidense. Su gasto militar sin precedentes en el mundo y su red internacional de bases militares demuestran que no tienen ningún deseo de controlar los déficits de manera que beneficie al ciudadano medio de EEUU.

Como verdaderos fascistas que son, parecen estar comprometidos con la idea de un "blitzkrieg", un golpe violento y agresivo para desprenderse de todos sus problemas y dejar al Emperador del Norte George W. Bush como Balboa sobre ese cerro en Darien sobre el que escribió John Keats, dueños de todo lo que miran. Para esa gente, la negociación, como el ahorro, está muy por debajo de lo que corresponde a un Superman corporativo con el que se identifican. Bush y sus mercaderes de guerra parecen decididos a hacerse un camino a bombazos hacia las condiciones que les permitan un control más cómodo del deficit por cuenta corriente de los Estados Unidos.

Consuela poco saber que Pedrarias Davila ejecutó a Balboa por conspiración. La globalización corporativa en beneficio de las empresas transnacionales del Bloque Occidental es el motivo decisivo que impulsa la política exterior e interior de los Estados Unidos. Si las elecciones presidenciales suceden como está previsto en noviembre del año en curso, no importará qué facción de la plutocracia con doble cabeza gane. Sea quien sea, siempre estará comprometido con la dinámica de la globalización corporativa contra los estados soberanos e independientes. Aún sin la insistente presión israelí, los temores de un ataque contra Irán están sobradamente fundados. Es dudoso que uno contra Venezuela se haga esperar mucho tras éste.

Toni Solo es activista en Centroamérica y escribe para tortillaconsal.com

Gracias a Agustin Velloso por revisión y comentario, los errores que quedan son del autor


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