CEPRID

Colombia: El TLC con Estados Unidos

Domingo 10 de julio de 2011 por CEPRID

Mario Alejandro Valencia

Alai

Ante la eventual aprobación del TLC con Estados Unidos, este repaso del texto del Tratado, de los informes oficiales y de las declaraciones de funcionarios colombianos pone de presente que el TLC no aumentará nuestras exportaciones y traerá graves daños para el medio ambiente, la salud y el sector agropecuario mientras beneficia a Estados Unidos.

Volver a lo esencial

Durante los años de la negociación, 2004 a 2006, el TLC fue un asunto central de la agenda colombiana. Los gremios de la producción, los sindicatos, las fuerzas políticas y los medios fijaron sus posiciones y hubo cientos de estudios, debates, análisis y proyecciones sobre el impacto económico y social del tratado.

Pero hoy en día la discusión no se refiere al contenido ni a los efectos previsibles del TLC sino a las estrategias del gobierno Santos para lograr su aprobación -lo cual deja de lado la cuestión más importante: ¿el TLC es bueno para Colombia?

Por eso vale la pena recordar lo que concluyeron los mismos estudios oficiales.

No exportaremos más

Uno de esos informes, elaborado por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) y publicado en julio de 2003, sostuvo que con el TLC las compras colombianas a Estados Unidos aumentarían 11,92 por ciento, mientras las ventas tan sólo lo harían en 6,44 por ciento.

Otro estudio del Banco de la República de 2006 indicó que las importaciones desde Estados Unidos aumentarían en 1.629 millones de dólares, mientras que las exportaciones colombianas lo harían en tan solo 1.016 millones de dólares.

Y otro estudio realizado para el Ministerio de Agricultura concluyó que no era cierto que el TLC permitiría comprar comida barata: “no hay evidencia que sustente la hipótesis según la cual las reducciones en el precio de la materia prima básica importada se transfieran… al consumidor final”.

Los daños colaterales

El ex–ministro Rudolf Hommes comentó: “no han podido entender que el beneficio del comercio proviene más de poder importar que de exportar”. Pero fuera de este argumento peregrino, en realidad no existen investigaciones que demuestren que el TLC traerá beneficios para la economía colombiana. Por el contrario, todas llegan a la conclusión de que el tratado beneficia a las multinacionales estadounidenses pero acarrea pérdidas para los trabajadores, productores y consumidores colombianos.

Esta conclusión se sigue del propio texto final del TLC en sus 23 capítulos y más de 1.600 páginas:

 En materia ambiental, de gran importancia para Colombia, puesto que es la tercera potencia en biodiversidad del mundo, el TLC indica que los dos países realizarán “todos los esfuerzos razonables” para otorgar patentes sobre plantas y animales.

Este capítulo establece que “las políticas comerciales y ambientales se apoyen mutuamente”, es decir, de manera que la legislación ambiental no afecte el comercio y que cualquier protección ambiental se catalogue como un obstáculo injustificado al comercio. El TLC allana el camino para expoliar los recursos naturales no renovables, en lo que el gobierno ha llamado la “locomotora minero-energética”, que hoy tiene solicitadas en concesión 39 millones de hectáreas del territorio nacional.

 En materia de salud, hoy en el ojo del huracán ante el fracaso de la ley 100, el TLC incluye medidas de propiedad intelectual que dejan a más de cinco millones de colombianos por fuera del acceso a medicamentos genéricos [2]. “Datos de prueba”, “patente de usos”, “linkage”, “excepción bolar”, “licencias obligatorias”, son algunos de los tecnicismos que contiene el TLC y cuya consecuencia será aumentar el precio de los medicamentos en 919 millones de dólares anuales [3].

El TLC no permite el control de precios, por ejemplo en los medicamentos, como en forma populista ha declarado el presidente Santos. De ejercerse este control, las farmacéuticas demandarían al Estado ante un tribunal de arbitramento internacional, obligando a indemnizarlas por un monto igual o superior a las expectativas de ganancias que tuvieran los inversionistas.

 En el sector agropecuario, Estados Unidos no acordó ningún tipo de desmonte de los subsidios a su producción, mientras que Colombia abandonará el sistema andino de franjas de precios, que regula los precios internos de los alimentos; eliminó el mecanismo público de administración de contingentes y cedió la protección arancelaria de todos los productos.

No es verdad que Colombia haya conseguido un acceso real al mercado estadounidense, porque lo único que negoció en materia de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias fue una carta adjunta donde se comprometen a “cooperar” y realizar los “esfuerzos” para promover la “implementación del Acuerdo MSF de la OMC”. El estudio de Luis Jorge Garay para el Ministerio de Agricultura muestra que en el primer año de vigencia del TLC Estados Unidos venderá 4,6 millones de toneladas más de alimentos, mientras que Colombia sólo aumentará sus exportaciones en 63.000 toneladas. Según el estudio, el TLC provocará la pérdida de por lo menos 365.000 hectáreas dedicadas a la agricultura y más de 86.000 puestos de trabajo, aumentando la miseria en campos y ciudades.

 En minería e hidrocarburos, que representan el 64 por ciento de las ventas totales de Colombia, tampoco se ganó nada pues ya hay libre acceso al mercado estadounidense, aún sin TLC.

Bueno para Estados Unidos

Las evidencias son tan contundentes que incluso funcionarios gubernamentales reconocen que el TLC beneficia solamente a los Estados Unidos.

-En noviembre de 2008, en plena crisis financiera, el viceministro de comercio (¡de Colombia!) Eduardo Muñoz dice que la aprobación del TLC: “es un tema central dentro de la discusión de reactivar la economía de los Estados Unidos…Los acuerdos comerciales juegan un papel importante para mantener e incluso incrementar las exportaciones estadounidenses”.

 En enero de 2009, la embajadora de Colombia en Washington, Carolina Barco, manifestó: “Los Tratados son importantes para la economía Americana…Esto representa el crecimiento de sus empleos; vamos a tener que trabajar…y buscar que dentro de esa apertura que requieren los Estados Unidos para el crecimiento de su economía, avance el TLC de Colombia.” De nuevo, en enero de 2010, la funcionaria expresó: “me saltó el corazón cuando escuché Colombia”, al referirse al discurso de Obama sobre el estado de la Unión, donde dijo que iba a duplicar las exportaciones de su país, valiéndose de aliados como Colombia.

 En enero de 2011, en gira por Washington, el vicepresidente Angelino Garzón dijo: “A quien más le conviene en los actuales momentos el TLC de Estados Unidos con Colombia es al gobierno de los Estados Unidos y al pueblo de los Estados Unidos...Los productores agrícolas de los Estados Unidos en los últimos tres años, han dejado de exportar a Colombia cerca de 800 millones de dólares…Y ¿usted se puede imaginar nosotros con TLC con Canadá y sin TLC con los Estados Unidos? Por eso le reitero que el que más gana hoy con la firma del TLC entre Estados Unidos y Colombia es Estados Unidos.”

Ya ni siquiera se cuidan de guardar las apariencias ni de insistir en el engaño. Estados Unidos se encuentra en una de las situaciones económicas y sociales más difíciles de su historia, luchando contra una profunda crisis sistémica. En el terreno económico, quienes gobiernan buscan nuevos mercados, como los que se abren a sus corporaciones con el TLC y la confianza inversionista. El gobierno colombiano conoce y sirve a esta estrategia, profundizando el modelo, a pesar de que los hechos prueban el desastre causado y el que está por venir.

Mario Alejandro Valencia es analista del Centro de Estudios del Trabajo, profesor de economía de la Universidad Central, miembro de la Red Colombiana de Acción Frente al Libre Comercio (Recalca).


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