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AGRICULTURA ORGANICA: DESAFÍOS PENDIENTES PARA CHILE

Sábado 1ro de mayo de 2010 por CEPRID

Rodrigo Mundaca

CEPRID

A nivel mundial la agricultura orgánica se ha desarrollado de forma vertiginosa, estudios recientes realizados por ODEPA (Oficina de Estudios y Políticas Agrarias) estiman que en la actualidad existen más de 63 millones de hectáreas orgánicas en el mundo, de ellas 30 millones corresponden a cultivos y 33 millones a recolección silvestre.

Estadísticas del Servicio Agrícola y Ganadero, sostienen que en Chile la superficie orgánica es de 35.076 hectáreas.

A nivel mundial la información demuestra que la agricultura orgánica se ha expandido tanto en superficie como en número de países, extendiéndose y profundizándose por todo el planeta, el crecimiento mundial que ha experimentado la agricultura orgánica ha estado determinado por los niveles de ingresos de cada país, por incentivos al desarrollo de la agricultura orgánica a través de políticas, programas, iniciativas públicas y privadas de fomento, también por el nivel de conciencia y demanda de los consumidores.

En Chile la agricultura orgánica ha tenido un importante crecimiento, sin embargo es una actividad pequeña en comparación con la agricultura convencional (menos del 0,25%), participan de ella un segmento limitado de productores, los que orientan sus productos preferentemente hacia los mercados de exportación, en Chile el mercado interno es prácticamente inexistente, y existen problemas de volúmenes y sostenibilidad, a lo que debemos agregar aquellos tabúes que aún persisten, y que sostienen que los productos orgánicos son de inferior calidad y con menores rendimientos por unidades de producción.

El uso muchas veces intensivo e irracional de los recursos naturales, la sobrequimización de los medios de cultivo, el monocultivo como estrategia de desarrollo, y por ende la pérdida de Biodiversidad, el uso progresivo de energía fósil en forma de fertilizantes, plaguicidas, maquinaria y combustibles, impactan de forma severa e irreversible en la preservación de los recursos naturales, de hecho, de todas las actividades humanas, el uso de fertilizantes sintéticos nitrogenados, son los que más gases de efecto invernadero aportan al ambiente, influyendo de manera sustancial en el cambio climático. Estas prácticas caracterizan a nuestro modelo “convencional” de producción agrícola.

En contraposición a la agricultura convencional, la agricultura orgánica es un sistema global de gestión de la producción, que fomenta y realza la salud de los agroecosistemas, preservando la biodiversidad, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo. Se caracteriza por la sostenibilidad a largo plazo ya que toma en cuenta los efectos a mediano y largo plazo de las intervenciones agrícolas en los agroecosistemas, se propone producir alimentos restituyendo los equilibrios ecológicos para proteger la fertilidad del suelo o disminuir los problemas de plagas.

La agricultura orgánica reduce las fuentes de contaminación de las aguas al erradicar el uso de fertilizantes y plaguicidas sintéticos, reduce la utilización de energías no renovables al sustituir agroquímicos, en cuya producción se requiere de una gran cantidad de combustibles fósiles.

La agricultura orgánica contribuye a mitigar el efecto invernadero y el calentamiento global debido a la implementación de técnicas de producción orientadas a retener el carbono del suelo.

La agricultura orgánica produce alimentos de mayor calidad biológica y de mejores propiedades organolépticas, lo que es coherente con las tendencias de consumo de alimentos en los mercados internacionales, los que no sólo optan por productos libres de agroquímicos, si no que además por aquellos producidos bajo principios de sustentabilidad y conservación de los recursos naturales.

En Chile hemos avanzado en institucionalidad, a propósito de la ley de certificación orgánica 20.089 de Enero del 2006, sin embargo esta ley es de participación voluntaria y sus normas de cumplimiento obligatorio, y esta orientada sólo al mercado interno, ya que pendiente se encuentran las homologaciones, equivalencias y reconocimiento que requiere nuestra ley en los mercados internacionales.

Modificar las mallas currriculares de los futuros profesionales del sector agrícola, reorientando sus conocimientos y habilidades hacia prácticas sustentables de producción de alimentos, políticas de fomento productivo nacionales, regionales y locales que estimulen el desarrollo de la agricultura orgánica, autoridades concientes de que las formas convencionales de producir alimentos son hoy, más que ayer, insustentables, parecen ser parte de las necesidades y desafíos importantes para el despegue de la agricultura orgánica nacional, sin embargo, y como complemento indispensable, se requiere de una ciudadanía conciente de la obligación de preservar nuestros recursos naturales, una ciudadanía conciente de que lo cosmético no es sinónimo de calidad, una ciudadanía capaz de interpelar a sus autoridades, cuando ellas avalan políticas agrícolas que privilegian los intereses bursátiles por sobre la protección de las personas, el medio ambiente, y el patrimonio agroecológico. Para el desarrollo de Chile y la agricultura orgánica, necesitamos una ciudadanía capaz de tomar en sus manos el derrotero de su vida y de las nuevas generaciones.

Rodrigo Mundaca es Ingeniero Agrónomo.


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