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Los soportes del nuevo mundo: los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái

Miércoles 31 de mayo de 2023 por CEPRID

Alberto Cruz

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Este verano llega más cálido de lo normal. En julio y agosto se van a celebrar dos cumbres que van a definir de forma definitiva el nuevo mundo: la Organización de Cooperación de Shanghai y los BRICS. Los prolegómenos de estos dos eventos, los soportes en los que se está ya sosteniendo el nuevo mundo, están acelerando los movimientos agónicos de Occidente, de los que el más notorio es la reunión del fantasmagórico G-7 en Japón. Fantasmagórico porque no es cierto, como se autotitulan, que los países que componen este grupo (EEUU, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Canadá e Italia) ni sean los más ricos ni sean los más industrializados. Hace mucho tiempo que eso es historia. Historia antigua, además, porque si hay que atenerse a la realidad macroeconómica el G-7 real estaría compuesto – si se utiliza el baremo occidental, del Producto Interior Bruto sin más- por EEUU, China, Japón, Alemania, India, Gran Bretaña y Francia; mientras que si se utiliza el baremo más real, el del PIB en paridad del poder adquisitivo, serían China, EEUU, India, Japón, Indonesia, Rusia y Alemania (1).

Se puede mentir una vez, pero no se puede mentir siempre. Eso lo está viendo el resto del mundo, al igual que está viendo cómo la guerra de poder que Occidente mantiene con Rusia en Ucrania es el último intento por seguir teniendo el control del mundo.

Desde que Rusia inició su “Operación Militar Especial” en febrero de 2022, el mundo se ha ido reubicando de forma silenciosa, pero clara. Una reubicación en la que Occidente no cuenta y en la que no ha sido tenido en cuenta. Una reubicación en la que Asia juega un papel central, y por ello los países asiáticos o cercanos a este continente buscan un acercamiento a la Organización de Cooperación de Shanghái.

En estos momentos, la OCS está compuesta por China, India, Irán, Kazajistán, Kirguizistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Tres países son observadores (Afganistán, Bielorrusia y Mongolia) y como socios de diálogo estaban en 2021 Azerbaiyán, Armenia, Camboya, Nepal, Turquía y Sri Lanka. Pero este año transcurrido desde la crisis de Ucrania ha tenido nuevas incorporaciones a esta modalidad de socios de diálogo (participan en eventos especializados dentro de la OCS por invitación y siguen algunas de sus conclusiones, pero no están dentro de la organización): Egipto, Kuwait, Maldivas, Myanmar, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos han dado este paso crucial.

La incorporación de los estados árabes del Golfo con la OCS se produce en un doble contexto: el declive de la influencia de EEUU en la zona y el surgimiento de China como mediador, con el acuerdo de normalización de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán como ejemplo. Están viendo en la OCS un hábitat propicio para encontrar acomodo en el nuevo mundo que está surgiendo, donde las decisiones se adoptan por consenso y donde se pone el énfasis en la soberanía nacional y, lo más importante, en la no injerencia. Ven seguridad en sus relaciones mutuas y estabilidad en toda la región, aunque la membresía o estar como socio de diálogo no garantiza que no haya conflictos (como entre China e India, o entre India y Pakistán) pero proporciona medios para prevenirlos o gestionarlos, así como una plataforma única para contactos regulares de alto nivel.

Estos 19 países suponen casi la mitad de la población mundial y generan más del 30% del PIB global. Pero en la cumbre de julio la OCS va a dar un paso definitivo: se va a elaborar una “hoja de ruta” para la puesta en marcha de un banco propio que permita la utilización de las monedas nacionales en acuerdos bilaterales y/o multilaterales entre sus miembros. No se hubiese dado este paso si Occidente no hubiese convertido las sanciones económicas (ilegales, según el derecho internacional) en un arma para intentar conservar su hegemonía mundial y, sobre todo, si no hubiese sentado el precedente del robo de las reservas de un país, como ha ocurrido con las de Rusia.

Esto se ha convertido ya en el tema central en el cálculo estratégico de la mayoría de los países del mundo no occidental: la confiabilidad en las monedas occidentales y, por consiguiente, en el sistema financiero internacional basado en el dólar. La manera descarada en que Occidente está utilizando las sanciones como arma y se apodera de los activos de Rusia (y antes Irán y Venezuela) recuerda las prácticas y normas de la época colonial. Es por eso que la OCS da este paso, el priorizar la transición hacia el uso de sus monedas en el comercio y la conexión de sus sistemas de pago nacionales. De hecho, un nuevo sistema financiero internacional está tomando forma en el orden mundial multipolar y, en el caso de la OCS, y en términos geopolíticos, evita el riesgo de interferencia de un Occidente que está siendo herido de muerte. Es algo que también se ajusta a los BRICS.

La expansión de los BRICS

Si esto ocurre con la OCS, otro tanto hay que decir de los BRICS. La lista de países que se quieren incorporar a esta estructura aumenta cada día y ya son 25 quienes lo quieren hacer. Los BRICS son Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Argelia, Argentina e Irán han pedido formalmente ser miembros de pleno derecho. Según Anil Suklal, el Director General para Asia y los BRICS del Ministerio de Relaciones Exteriores de Sudáfrica (país que preside este año los BRICS) el resto de los aspirantes son: Afganistán, Arabia Saudita, Bahrein, Bangladés, Bielorrusia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Kazajistán, México, Nicaragua, Nigeria, Pakistán, Senegal, Siria, Sudán, Tailandia, Túnez, Turquía, Uruguay, Venezuela y Zimbabue.

Países de todo el planeta, a excepción de Occidente, tienen interés en formar parte de los BRICS, bien como miembros de pleno derecho o como integrantes de un BRICS +, ampliado pero sin ser formalmente miembros.

Esta estructura, el BRICS+, es una extensión de la cooperación económica y política más allá de los límites del círculo BRICS. Algo parecido a la OPEP +, de la que forma parte Rusia, y que consiste en que Rusia acepta y comparte las decisiones de la OPEP (incluso las discute con ellos) pero sin formar parte de la organización. Aquí es lo mismo pero con la diferencia de que se trata de transformar los BRICS en una plataforma abierta e inclusiva que esté abierta a la cooperación con cualquier país, bloque o región en la economía mundial. Es un concepto que se abordó por primera vez en 2017 pero que ahora, con el nuevo mundo en marcha, se pone en práctica. Entonces se habló, siguiendo el modelo de la OCS con los “socios de diálogo”, de “círculo de amigos” como forma de convertir a los BRICS en “la plataforma más influyente para la cooperación sur-sur en el mundo".

Durante el mandato de Bolsonaro en Brasil, este concepto de BRICS + decayó (especialmente cuando Brasil tuvo la presidencia de de los BRICS), pero fue retomado el año pasado durante la presidencia de China y ahora, cuando le corresponde a Sudáfrica, esta modalidad va a adquirir la mayoría de edad por que este formato es muy atractivo para muchos países.

La cumbre de agosto (los días 22-24) no solo va a abordar estas incorporaciones, quiénes y en qué formato, sino algo también crucial: la introducción de una moneda única dentro de sus integrantes. Se vuelve al tema de las sanciones, al socavamiento del comercio internacional que ha sido volteado por Occidente al introducir distorsiones masivas a la economía mundial y a la pérdida de confianza en las monedas occidentales, especialmente el dólar. Por eso una de las cuestiones que también se van a abordar es la creación de una “moneda única dentro de la asociación", de lo que lleva tiempo hablándose y donde ya se han realizado varias pruebas. Junto a ello está el hecho de que los países BRICS ya comercian en gran medida en sus propias monedas, abandonando las monedas occidentales.

El comportamiento claramente neocolonial de Occidente ha hecho que los pueblos no occidentales del planeta se hayan decidido a dar un paso definitivo, salir de la tutela occidental, y vienen a dar la razón a Rusia cuando dice que es mejor un mundo multipolar que uno unipolar donde “el Occidente colectivo, hegemonizado por EEUU”, toma las decisiones.

Y, junto a ello, se acaba de conocer que Arabia Saudita está en conversaciones con los BRICS para ser aceptado como miembro del Nuevo Banco de Desarrollo. Si fructifica la iniciativa sería el décimo país que forma parte del mismo puesto que en 2022 fueron aceptados Bangladés, Egipto, Emisatos Árabes Unidos y Uruguay en la estructura del NBD.

El NBD, creado en 2014, se enfoca en brindar apoyo financiero para proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en los estados miembros y otras economías emergentes. Si bien los detalles específicos de las discusiones en curso aún no se han revelado, admitir a Arabia Saudita como miembro solidificaría aún más los lazos del banco de los BRICS, y del mismo BRICS, con un actor clave en el sector energético mundial.

Sin tener en cuenta las solicitudes de incorporación, bien como miembros o bien dentro de los BRICS +, los cinco países actuales que componen esta organización ya han superado al fantasmagórico G-7 en cuando al PIB en términos de paridad del poder adquisitivo: 31’59% frente a 30’39%.

Además, hay que tener en cuenta otra cuestión, que también abordan los BRICS: la crítica a la infrarrepresentación que tienen los países emergentes en las instituciones internacionales, empezando por la ONU. Y concretando todo en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde no hay representantes de África o América Latina. Ni siquiera India, un país que no solo es ya el más poblado del planeta sino uno de los más poderosos económicamente según lo reconoce el propio FMI que, como se ha dicho más arriba, le incluye dentro de lo que es el G-7 real y no el fantasmagórico occidental.

El catalizador de la crisis de Ucrania ha servido de acicate a la voluntad política para romper la hegemonía estadounidense. Los países emergentes ahora están construyendo activamente instituciones multinacionales no dependientes de Occidente y desdolarizando rápidamente su economía, entre otras cosas.

Petróleo (hay que hacer notar que seis países productores de petróleo quieren formar parte de los BRICS, que serían siete con Rusia), armas, energía nuclear, materias primas y comercio. Este es el cemento que tanto la OCS como los BRICS están usando para construir un nuevo mundo alejado de la hegemonía, y prepotencia, occidental. Para ello este verano será crucial.

Nota:

(1) Estimación del FMI para el año 2024 en su previsión del 18 de abril de este año, cuando rompió todos los esquemas occidentales han reconocer que no solo la economía rusa no está en recesión, sino creciendo y a un ritmo mucho más rápido que la de algunos países occidentales, como Francia, Alemania o Gran Bretaña.

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID y que va por la tercera edición. Los pedidos se pueden hacer a libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org También se puede encontrar en librerías.

albercruz@eresmas.com


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