La expulsión de los españoles. La historia convertida en farsa.


Fuente: VOZ

Edición 2163, del 25 de septiembre al 1 de octubre del 2002

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El fascismo colombiano se quitó la mascara. Está demostrado que no es cierto que los españoles hayan incitado a los campesinos. Se limitaron a observar y a tomar fotografías, a ser testigos pasivos del atropello oficial contra las marchas campesinas. Hasta el momento no se conocía la suerte de cinco ciudadanos belgas, detenidos en escandaloso operativo en Popayán: Jacques Brovekaert, Jaime Verrike, Mirielle Barlette, Adrian Borrego (colombiana pero nacionalizada belga) y Hugo Tapias (fotógrafo. Chileno pero nacionalizado belga).


El Gobierno Nacional no quería la presencia de testigos que certificaran la arbitrariedad de la Fuerza Pública. Las ONG afectadas son cooperantes en programas de solidaridad y protección a sindicalistas amenazados. La historia se repite.

Por Hernando López

En el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, en 1852, escribe Carlos Marx: "Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa...".

Sabias palabras. Siempre la historia y sus personajes, para bien o para mal, se repiten como tragedia y como farsa, en un ciclo dialéctico, aunque no siempre infernal. Es inexorable.

La deportación de dos ciudadanos españoles y la expulsión de otro más, ocurrida hace escasos diez días, con el argumento de que habían llegado al país a instigar las marchas campesinas que se iniciaron el 16 de septiembre, recuerdan no muy lejanos episodios, en otras circunstancias pero bajo la misma histeria xenófoba, de expulsiones de extranjeros que por su estrecha relación con Colombia tuvieron el arrojo de simpatizar con causas democráticas.

La expulsión de Marta Traba

El 8 de septiembre de 1966, durante el último gobierno liberal del Frente Nacional, presidido por Carlos Lleras Restrepo, la crítica de arte Marta Traba, de nacionalidad argentina, pero con fuertes lazos familiares y sentimentales con el país, invitó a los entonces dirigentes de la Federación Universitaria Nacional (FUN), Germán Liévano, presidente; Juan Fernando Pérez, miembro del Consejo Superior Universitario; y Joel Otero, director del Teatro Experimental de la Universidad Nacional, cuando el estudiantado adelantaba un importante movimiento para enfrentar la evidente antipatía llerista contra los universitarios y en particular del principal centro de educación superior en Colombia, a explicar en un programa de crítica de arte que ella dirigía en la televisión, las razones que les asistía para la protesta. La Policía incursionó en los estudios y prohibió mediante acciones de fuerza la emisión del programa. Por orden expresa del presidente Lleras Restrepo, la sección de Extranjería del DAS inició la acción administrativa para expulsar del país a la reconocida crítica de arte. La determinación parecía ineludible y sólo una "formalidad legalista" pudo impedirla. Marta Traba, quien tenía un hijo con Alberto Zalamea, el después pintor Luis Zalamea Traba, decidió unirse en matrimonio legal para eludir el desafuero llerista.

Piero también

La historia se repitió unos años después, en 1972, en el gobierno de Misael Pastrana Borrero, el último del Frente Nacional, surgido de un escandaloso fraude que le arrebató la presidencia al general Gustavo Rojas Pinilla. Un movimiento estudiantil de los más importantes en la historia colombiana, que levantó el Programa Mínimo de reivindicaciones para defender la Universidad pública, fue enfrentado con represión y despotismo por el presidente Pastrana y su ministro de Educación, a la sazón Luis Carlos Galán Sarmiento.

Las universidades privadas se unieron al movimiento de múltiples formas. Y en la elitista Universidad de los Andes, en medio de un agitado mitin de apoyo a la protesta nacional, el cantante Piero, argentino también, aunque ahora tiene la nacionalidad colombiana, hizo presencia para cantar su célebre canción "Los americanos". La reacción de Extranjería del DAS no se hizo esperar y el cantautor fue deportado bajo una orden perentoria.

El caso de los españoles

Así que no sorprende la determinación del DAS, por orden del presidente Álvaro Uribe Vélez y del Consejo de Ministros, de deportar y expulsar a tres españoles, precisamente en tiempos de la llamada globalización, cuando el imperio yanqui y los gobiernos lacayos argumentan la desaparición de las fronteras para justificar el intervencionismo. Son otros los tiempos, aunque iguales los argumentos y el método totalitario.

Como en todos los casos, la "gran prensa" recogió los infundios gubernamentales para demostrar la legalidad de la decisión. A Marta Traba y a Piero los acusaron de subversivos y de agentes del comunismo internacional. Se repiten ahora las falacias macartistas, como las del corresponsal de El Tiempo en España, que señala como "prueba reina" contra los españoles, un inexistente comunicado de las FARC que dice que ellos eran emisarios para acompañar la jornada agraria. El pronunciamiento nunca se produjo, basta consultar la página web del grupo guerrillero para confirmarlo. Es invención del corresponsal, que no periodista, porque no conoce de ética ni de dignidad.

Ana Andrés Ablanedo y Daniel Justo Gutiérrez, son integrantes de la ONG soldepaz Pachuki de Asturias. Llegaron a Colombia aprovechando las vacaciones y se toparon con la jornada agraria, cuyos organizadores los invitaron a hacer de veedores para constatar la existencia o no de garantías para el legítimo derecho a la protesta social. En tal condición viajaron a Sucre, notificando a su Embajada de la misión que habían asumido. Sin embargo, fueron detenidos y tratados por la Infantería de Marina y el DAS como delincuentes, en medio de acusaciones falsas y de calumnias. Su organización, por cierto, es cooperante con los derechos humanos en Colombia y tiene un programa de refugios temporales a sindicalistas, que es coordinado por la CUT. Le dan la protección a los sindicalistas amenazados, que les es negada por el Estado colombiano. ¡Así de sencillo!

Carlos Daniel Enjuto llegó a Colombia como veedor o acompañante de la jornada agraria, en la misma situación anterior, enviado por la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL). Es la misma ONG, que con el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, hace dos años, realizó el Foro Internacional por la Paz, en el cual participaron Fabio Valencia Cossio y Raúl Reyes en representación de la Mesa de Diálogo del Caguán. La amplitud y profundidad del evento le mereció a los directivos de OSPAAAL una carta de reconocimiento del entonces presidente Andrés Pastrana. Ahora, por gracia del desafuero del gobierno de Uribe Vélez, su representante es tratado como delincuente y expulsado del Colombia. Enjuto, es, además, un destacado activista español del movimiento antiglobalización y fue uno de los organizadores del Foro Trasatlántico, que se reunió en Madrid a comienzos de mayo del presente año.

Está demostrado que no es cierto que los españoles hayan incitado a los campesinos. Se limitaron a observar y a tomar fotografías, a ser testigos pasivos del atropello oficial contra las marchas campesinas. Tiene razón Carlos Enjuto: el gobierno quiso sacar a los testigos internacionales para desaparecer a promotores de la marcha como ocurrió en Icononzo.

Hasta el momento de elaborar esta nota no se conocía la suerte de cinco ciudadanos belgas, detenidos en escandaloso operativo en Popayán: Jacques Brovekaert, Jaime Verrike, Mirielle Barlette, Adrian Borrego (colombiana pero nacionalizada belga) y Hugo Tapias (fotógrafo. Chileno pero nacionalizado belga).

En esta oportunidad la historia se repitió como farsa del régimen despótico para justificar la arbitrariedad contra la justa protesta social, de paso, atropellando a ciudadanos extranjeros que contribuyen a la búsqueda de la paz en Colombia. Es la huella del fascismo. Va quedando paso a paso en los hechos cotidianos.



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