Extranjeros, GO HOME


Héctor Abad Faciolince. REVISTA CAMBIO.

1 Octubre 2002

 



Pregúntenle a doña Fanny Mickey si los grupos de teatro que vienen a su festival (de Europa, de Norteamérica, de Asia, de Oceanía) entran con visa de trabajo -para actuar aquí una semana o dos como teatreros- o con visa de turismo. Pregúntenle al ex presidente César Gaviria si los veedores electorales que vienen de toda América a verificar la transparencia de las elecciones colombianas entran con alguna visa especial o simplemente con el permiso que se les concede en inmigración en los aeropuertos. Pregúntenle a Fernando Savater, a Gianni Vattimo, a Umberto Eco, a Edgar Morin, si cuando han venido a dictar conferencias pagadas en Colombia entraron al país con visa de trabajo o de turismo. Pregúntenle a Noam Chomsky si cuando vino a visitar las comunidades campesinas del Cauca (y a recibir por ahí derecho el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional), le fue exigido algún tipo de visado especial distinto al de turismo. Pregúntenle a Bernard-Henry Lévy si vino con visa de periodista para entrevistar a Carlos Castaño.

Pregúntenles a los ciclistas que vienen a correr una carrera, o a los futbolistas que vienen a jugar un partido, o a los banqueros que vienen a hacer un negocio, o a los editores que vienen a contratar escritores, o a los escritores que vienen a presentar libros, o a los exportadores que vienen a vender aguacates, computadoras, leche en polvo o granadas (en el sentido vegetal y bélico de la palabra), si entran con visa de trabajo o de turismo. Pregúntenle a la Ministra de Defensa si cuando vienen por pocos días los militares de cualquier país a misiones especiales les exigen visa de trabajo o simplemente entran con el permiso de turismo que se le da a casi todo el mundo en las ventanillas de inmigración. Pregúntenles, y si dicen la verdad, les confirmarán larespuesta que ustedes y yo sabemos: todos entran con un permiso de turismo.

Los argumentos del Das, del Ministro del Interior y de la Ministra de Defensa para deportar a los ciudadanos españoles y belgas (éstos últimos fueron salvados in extremis por el gobernador del Cauca) que vinieron a observar o a apoyar las marchas campesinas del sur del país son de dos tipos. El primero: están llevando a cabo actividades no permitidas por una visa de turismo (que admite tan sólo estar espatarrado al sol, visitar templos, ir al Museo del Oro y comprar chécheres). El segundo: están incitando el desorden, las marchas y la protesta (o, en otras palabras, son peligrosos activistas políticos infiltrados, casi equiparables a los miembros del IRA que venían a enseñarles tácticas de terror a la guerrilla). Los argumentos tienen su lógica. Lo raro es que se apliquen por primera vez, sin previo aviso, y con todo el rigor a extranjeros que pertenecen a ONGs que vienen a realizar trabajos de tipo social y a verificar que en casos de protesta no haya excesos por parte de la fuerza pública. También el inversionista español que viene a firmar un contrato para comprar una emisora está excediendo los límites de la visa de turismo. Pero a él no lo deportarían jamás por cometer esta infracción. Yo no soy abogado y desconozco si existe una ley que prohíba a los extranjeros incitar a la protesta o a la resistencia pacíficas. ¿O es que la protesta pacífica es una actitud subversiva? Si existe esa ley, no sé cuáles sanciones prevea para tal conducta. ¿La expulsión, como en el caso de uno de los españoles? ¿La deportación, como en el caso de las otras dos? ¿O la protección del gobernador, como en el caso de los belgas en el Cauca? No me queda muy claro.

Lo que sí tengo claro es que estos visitantes extranjeros que vienen a hacer un trabajo social de apoyo (con desplazados, con indígenas, con organizaciones sindicales o campesinas), o a dar un testimonio de lo que ven (periodistas) se han convertido en una molestia, en unos fastidiosos convidados a quienes ya no se quiere tolerar. Estorban. ¿Por qué? Por un motivo turbio que no quisiéramos confesar. Este es un país racista que venera y respeta a los extranjeros blancos. Darles bolillo, echarles gases, pegarles patadas, lo que sea, a una marcha de campesinos bajitos y de piel oscura no preocupa a nadie. Pero si hay un blanco alto con ellos, y que se expresa bien, los agentes del orden (por atávico respeto y temor) tienden a contenerse. No es lo mismo descalabrar a un indio, a un negro o a un mestizo (no sale en la prensa) que a un extranjero blanco. Yo creo que fue por eso que los deportaron. Para protegerlos. Para no tenerlos que descalabrar.