Robert Fisk La Jornada
De vuelta en Afganistán, la mente se ocupa del insignificante tema del salvajismo. No la rutinaria crueldad de la guerra, sino la inhumanidad deliberada con que nos comportamos. La tortura y el asesinato de prisioneros en este penoso lugar –al estilo estadunidense en Bagram y al estilo talibán en Helmand–, es una rutina de la historia. Existe siempre la intención de volver más dolorosa hasta una ejecución. Un cuchillo es más terrible que una bala.
El (...)