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La influencia militar estadounidense en la investigación de las nanotecnologías en América Latina

divendres 10 de novembre de 2006, per  atom

Guillermo Foladori

Introducción

Las nanotecnologías constituyen la más amplia revolución tecnológica de la actualidad. [2] Las inversiones en nanotecnología crecen sostenidamente desde el año 2000, cuando los Estados Unidos lanzaron su millonario programa de investigación (National Nanotechnology Initiative), y muchos otros países del mundo lo siguieron. La empresa Lux Research (2006), que investiga en inversiones y comercialización de nanotecnología, estimó, para el año 2005, en 9,6 millardos de dólares las inversiones de Investigación y Desarrollo (I&D) en esta área a nivel mundial. Fue precisamente en 2005 cuando, por primera vez, las inversiones privadas en I&D superaron a los fondos públicos, con tendencia a rebasarlos de allí en delante; lo cual indica que las corporaciones y empresas que trabajan en estos ramos consideran un hecho que sus investigaciones se van a transformar en mercancías que permitan recuperar el capital invertido. Aunque los productos de la nanotecnología ocupan aún una porción ínfima del mercado mundial, Lux Research estima que en 2005 se vendieron 32 millardos de dólares, pero anota que esa cifra más que dobló la del año anterior; y prevé que para 2014 serán 2600 millardos de dólares.

Aunque existe cierta polémica sobre los posibles beneficios y beneficiarios de las nanotecnologías (Invernizzi et al, 2007), si se toman los potenciales productos de las nanotecnologías como objetos útiles, aislados de sus contextos sociales, se puede argumentar que podrían ayudar a mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población mundial. Baste indicar los revolucionarios procedimientos para potabilizar, desalinizar y descontaminar agua (Hillie, et al, 2006); para convertir luz solar en energía eléctrica (Mcdonald, et al, 2005; Infochannel On line, 2005); o para realizar diagnósticos médicos más rápidos, seguros e in situ, dirigir drogas directamente a las células y órganos afectados, y realizar implantes y prótesis revolucionarios (Bonadio et al, 2001; Freitas, 2003).

Como cualquier otro producto, aquellos resultados de las nanotecnologías deben pasar el examen del mercado para demostrar su superior utilidad y/o ventajoso precio frente a los productos convencionales competitivos. El consumo tiene un cierto papel en evaluar la utilidad y el precio relativo de las mercancías; y las empresas productoras reaccionan a ese mercado mejorando el producto para posesionarse mejor frente a la competencia. En el caso que surjan efectos secundarios indeseados, los productos pueden ser retirados del mercado con perjuicio para sus fabricantes. The Economist reportó que el 27 de marzo de 2006 un producto de limpieza elaborado con nanotecnología fue lanzado al mercado alemán. Tres días después fue retirado debido a que 80 personas reportaron problemas respiratorios y seis fueron hospitalizadas por fluidos en los pulmones (Economist, 2006). Aunque posteriormente hubo diferentes laudos técnicos discutiendo si la causa estaba en las nanopartículas o en el aerosol, este es un ejemplo de cómo un daño colateral a la utilidad del producto puede retirarlo del mercado.

Los productos bélicos también son evaluados por los consumidores, pero a diferencia de los civiles, en los militares el consumo consiste en usarlos en situaciones de guerra. La utilidad del producto se mide por la eficiencia en el combate, o la posibilidad de burlar las defensas enemigas, o en el espionaje, etc. Así, por ejemplo, la armada de los Estados Unidos considera como objetivo de la investigación básica en nano-electrónica el “incremento de la capacidad de sobrevivir mediante la advertencia de situaciones”, el “incremento de la movilidad mediante gracias a poderosos electrónicos”, la “reducción de los costos de operación y soporte”, el “incremento de C4ISR [3] y la capacidad mortífera (ver primero, disparar primero, dar en el blanco)”, e “incrementar la sustentabilidad y reducir la huella logística” (Lau, 2004). La gran diferencia entre los productos de consumo civil y los de consumo militar es que mientras los primeros se consumen más o menos regularmente según las necesidades, los militares sólo se pueden consumir cuando existen guerras. Si no hay guerras donde aplicar los productos es como si no existiese invierno que demande la venta de calefactores. Mientras que la industria de calefactores no puede provocar inviernos, los estados que destinan fondos a la I&D en armamento sí pueden y de hecho provocan guerras. El análisis de la I&D en nanotecnologías para la industria militar tiene así su peculiaridad. Cuando los Estados Unidos lanzaron su programa gubernamental de apoyo a las nanotecnologías destinaron cerca de un tercio del presupuesto para investigaciones directamente militares, y en torno de ese porcentaje se ha mantenido la distribución del presupuesto para las nanotecnologías en los siguientes años (LuxResearch, 2004). Esto es de por sí alarmante, ya que como anotan Altmann y Gubrud (2004) esa política induce a otros países a invertir en nanotecnologías bélicas. En el caso que nos ocupa, el de América Latina, la característica es aún más llamativa, ya que en la orientación de I&D en nanotecnologías bélicas tiene presencia un Estado extranjero, como lo es el de los Estados Unidos. De esta manera, las contribuciones latinoamericanas en I&D bélico ni siquiera tienen la excusa de inscribirse dentro del eufemismo “defensa” como lo son todas las estadounidenses financiadas o supervisadas por el Departamento de Defensa (DoD); son entonces bélicas sin eufemismos.

1. La neutralidad científica una vez más en discusión

Es probable que la mayoría de los científicos latinoamericanos que participan en proyectos de investigación, o en reuniones científicas financiados por instituciones militares estadounidenses, lo hagan considerando que su investigación es ciencia pura. [4] Nanociencia y no nanotecnología; investigación básica y no aplicación. Desde las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki a finales de la Segunda Guerra Mundial esta es una eterna discusión. Vale la pena, sin embargo, destacar dos elementos, si no nuevos, al menos más claros hoy en día. El primero se refiere a la cada vez menor distancia temporal y práctica entre las llamadas ciencias básicas y su aplicación práctica. La agudización de la competencia capitalista presiona para reducir los ciclos de rotación del capital. Burrus & Gittines (1993) muestran cómo se fue acortando progresivamente, en el correr del último siglo y medio, la distancia entre la invención de un producto y su producción para el mercado. El siguiente cuadro es un resumen.

Reducción del tiempo entre invención y aplicación

Producto tecnológico
Año de invención
Año de producción
Tiempo de desarrollo

Luz fluorescente
1852
1934
82 años

Radar
1887
1933
46 años

Pluma de punto rodante
1888
1938
50 años

Cremallera para ropa
1891
1923
32 años

Papel Celophane
1900
1926
26 años

Cohetes
1903
1935
32 años

Helicóptero
1904
1936
32 años

Televisión
1907
1936
29 años

Khodachrome
1910
1935
25 años

Transistor
1940
1950
10 años

Si tomamos la rama de las comunicaciones esto es aún más nítido. Según Gutiérrez Espada (1979), la fotografía tardó 112 años (1727-1839) entre el descubrimiento y su comercialización; el teléfono 56 años (1820-1876), la radio 35 años (1867-1902), el radar 15 años (1925-1940), la televisión 12 años (1922-1934), y el transistor 10 años. Y, desde 1972, se viene aplicando la Ley de Moore, según la cual cada 18 meses se duplica la capacidad de los microprocesadores. El resultado es una ciencia guiada por intereses comerciales, y preocupada por poner en el mercado lo antes posible los potenciales productos.

La nanotecnología es el ejemplo contemporáneo más elocuente. Hoy en día es difícil argumentar que no se sabe en qué se van a aplicar los descubrimientos, ya que la mayoría de ellos ven la luz de su aplicación a la par de su desarrollo. Un informe elaborado para el Departamento de Defensa de los Estados Unidos coloca en el primer lugar de sus cinco recomendaciones finales el,

Acelerar la transición de los materiales, del concepto al servicio. El Departamento de Defensa (DoD) debe presupuestar fondos para la transición de la investigación-al-desarrollo y concebir un método para seleccionar tempranamente los avances en materiales donde concentrar los fondos. DoD debe adoptar medidas para mejorar la comunicación entre los investigadores de materiales y los usuarios” (Recommendation 1. To accelerate the transition of materials from concept to service. The Department of Defense (DoD) should budget research-to-development transition funds and devise a method to select early the materials advances on which to concentrate funds. DoD should adopt measures to enhance communication between materials researchers and users) (NMAB, 2003).

Aunque para los investigadores latinoamericanos asociados a proyectos o reuniones patrocinadas por el aparato militar estadounidense exista una distancia entre la ciencia pura y la aplicación, para el Departamento de Defensa estadounidense toda investigación es pura aplicación. Por lo demás, la Enmienda Mansfield de 1973 limitó expresamente las asignaciones para investigación en defensa (a través de ARPA/DARPA de los Estados Unidos) únicamente a proyectos que tuvieran aplicación militar directa (Wikipedia- Enmienda Mansfield), lo cual descarta legalmente cualquier posibilidad de que el Departamento de Defensa de los Estados Unidos o sus brazos financien ciencia pura sin relación expresa con aplicaciones militares.

El segundo elemento que borra la diferencia entre ciencia pura y aplicada o, en nuestro caso, entre nanociencias y nanotecnologías, es el hecho de que en la producción del conocimiento (I&D) participan creciente y conjuntamente los físicos, químicos, o biólogos con los ingenieros, técnicos en informática, y otros técnicos. La propia iniciativa estadounidense en nanotecnología llama “Converging Technologies” a la reunión de la nanotecnología, biotecnología, tecnologías de la información y ciencias cognitivas. Un documento de la UNESCO sobre la Ética y Política de la Nanotecnología argumenta que mucha de la investigación básica requiere de instrumentos, prácticas, materiales y técnicas que son esencialmente tecnología, como lo son las computadoras, softwares, microscopios complejos e instrumentos para la manipulación y medición química y física. De igual forma, muchas actividades que podemos llamar ingenieriles, porque se refieren a la creación de dispositivos o máquinas, son vistas hoy en día por los científicos como “investigación fundamental” sobre la mecánica de la naturaleza; es por esto que cuando nos referimos a las nanotecnologías la ciencia y la tecnología están estrechamente interconectadas y son inter-dependientes (UNESCO, 2006, 4).

Visto desde la perspectiva de los científicos involucrados puede, ciertamente, haber una diferencia. Como las nanotecnologías tienen entre sus principales virtudes el minúsculo tamaño, y los materiales en esa escala presentan diferentes propiedades, estas tecnologías pueden ser aplicadas prácticamente a cualquier rama de la producción y servicios. Los inventos en el área bélica pueden ser rediseñados para el área civil y vice-versa. Por si esta versatilidad fuese poco, la industria bélica es capaz de convertir prácticamente cualquier invento civil en aplicación militar. En 1999 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos encomendó a un comité la realización de una investigación que identificase los materiales claves sobre los cuales realizar I&D que permitan revolucionar las capacidades de defensa. El comité, denominado National Materials Advisory Board (NMAB) publicó, en 2003, un libro donde identifica las siguientes cinco áreas: structural and multifunctional materials, energy and power materials, electronic and photonic materials, functional organic and hybrid materials, and bioderived and bioinspired materials. Como el propio comité lo reconoce, resultó tan amplia la gama que debieron funcionar en grupos separados para considerar cada una de dichas áreas (Due to the breadth of these materials areas, the committee established a separate panel to address each one) (NMAB, 2003). El resultado es que, en el mundo actual, la industria militar está tan presente en la economía de los Estados Unidos y, por ende, en la mundial, que resulta difícil que no pueda beneficiarse de los avances científicos civiles; ¿cuál sería la diferencia, entonces, entre tener una investigación directamente patrocinada por el sistema militar o por una institución civil? La diferencia sólo puede responder a una postura ética: en favor de la paz o a favor de una ciencia y tecnología (C&T) crecientemente militarizada.

Es posible, también, que muchos científicos latinoamericanos, que participan en investigaciones o reuniones patrocinadas por el sistema militar estadounidense, no lleguen a entender el interés real de los Estados Unidos por sus modestas investigaciones; al fin y al cabo su relacionamiento profesional es con otros científicos de los Estados Unidos y del mundo, muchos de ellos compatriotas que tienen puestos de trabajo en universidades estadounidenses pero hablan el mismo idioma y comparten las mismas costumbres. Hablan de sensores y materiales multifuncionales, de nanotubos de carbono y de materiales híbridos, algo tal vez para ellos difícil de relacionar con aplicaciones bélicas. Sin embargo, para el Departamento de Defensa de los Estados Unidos la relación es muy clara, no existe nada en el mundo que sea ajeno a sus intereses militares, como el NMAB lo explicitó al inició del libro, de la siguiente forma:

As the United States, its institutions, and its citizens interact throughout the world, situations may arise that call for military force. To safeguard its interests for the foreseeable future the United States must be able to project military power around the globe....

.....

Whereas other nations tend to operate from their own territory, as a matter of strategic principle the United States projects military power over long distances with medium-range and short-range systems (NMAB, 2003, 1).

Por ello, el Centro Internacional de Tecnología de los Estados Unidos (U.S. International Technology Center), que es una de las principales organizaciones que patrocina investigaciones en nanotecnología en América Latina y el mundo, tiene como misión “Apoyar la identificación, adquisición, integración y oferta de soluciones tecnológicas extranjeras para asegurar al soldado la superioridad tecnológica en el campo de batalla” (“To support the identification, acquisition, integration and delivery of foreign technology solutions to the warfighter to ensure technological superiority on the battlefield” (U.S. Army ITC-Atlantic, s/f).

2. Presencia directa del sistema militar estadounidense en la investigación en nanotecnología en América Latina

Aunque en algunos centros de investigación de ciertos países de América Latina ya se venía trabajando en determinadas áreas de nanotecnología desde los años noventa, el mayor impulso comienza a principios de la década de 2000. Los primeros esfuerzos oficiales por desarrollar las nanotecnologías en Brasil son del 2001, aunque el Programa de Nanociencias y Nanotecnologías más robusto es del 2004. En Argentina la Fundación Argentina de Nanotecnología arranca en el 2005. En México, sin ningún apoyo oficial directo, cerca de 500 investigadores trabajan en ramas de las nanotecnologías en algo más de una docena de instituciones o centros de investigación; siendo éstos los tres países donde las nanotecnologías están posiblemente más avanzadas (Foladori, 2006).

El interés militar estadounidense por el desarrollo de la C&T en América Latina es explícito; y a pesar que mucha de la información sobre recursos financieros y humanos en C&T en América Latina están disponibles en línea en la Internet, los contactos directos siempre establecen lazos personales que facilitan futuras colaboraciones. Debe ser por esto que en abril de 2004, la Marina y Fuerza Aérea estadounidenses realizaron un forum en Washington D.C., llamado Latin America Science & Technology Forum, con el explícito propósito de “incrementar el liderazgo de E.U.A en el conocimiento del progreso de la C&T en América” (“increase the U.S. leadership’s awareness of the progress of Science and Technology (S&T) in Latin America” (ONRG, 2004a). Altos representantes de las instituciones civiles de Ciencia y Tecnología de Argentina (vice-director de CONICET), de Chile (Director de FONDEF-CONICYT) y de México (Director de Investigaciones Científicas del CONACYT) presentaron el estado de avance de la Ciencia y Tecnología en sus respectivos países; como si fuese el papel de estas instituciones civiles informar al ejército estadounidense del estado de la C&T latinoamericana de vanguardia. Estos contactos de colaboración se complementan con las visitas oficiales a los países de América Latina. A fines de marzo de 2002 el Director Asociado del Área Internacional de la Oficina de Investigación Naval de la Armada de los Estados Unidos visitó la Universidad de Concepción en Chile, con el propósito de detectar las áreas de investigación que podrían ser incorporadas a un eventual programa de cooperación científica (Panorama en Internet, 2002).

Las fuerzas armadas estadounidenses tienen al menos 3 ramas que financian investigación científica (incluyendo nanotecnología) en universidades públicas y privadas y centros de investigación de muchos países: el ejército, la marina y la fuerza aérea (Army, Navy, and Air Force). [5] Estos tres brazos trabajan conjuntamente en C&T en el mundo en los llamados Centros Internacionales de Tecnología (International Technology Centres). Para fines organizativos existen el ITC-Atlantic, con sede en Londres y cobertura para Europa, África, y parte de Asia, incluyendo el área de la ex Unión Soviética; el ITC-Pacific, con sede en Tokio y cobertura para el resto de Asia y cono sur de África; y, en 2004, se funda el ITC-Américas en Santiago de Chile, con cobertura para toda América y el Caribe, incluyendo Canadá (U.S. Army ITC-Atlantic, s/f b). Al igual que en el resto de las sedes regionales, la intención del ITC-Américas con sede en Santiago de Chile es:

to foster cooperative relationships between the U.S. Army and private sector, university, and civilian government research and development (R&D) entities that result in leading-edge scientific and technological cooperation that benefit the civilian institutions and support the U.S. Army’s current programs and future goals (International Division U.S. Army Research, Development and Engineering Command, 2004).

El apoyo directo a las investigaciones en nanotecnología no llegó atrasado. La página de la Marina (Navy), por ejemplo, señala que desde 2004 tiene financiado un proyecto con el Centro Atómico Bariloche de la Argentina, y en colaboración con la University of Michigan, la Brown University, y el Naval Research Laboratory; y otro que comenzó el mismo año con la Universidad de San Pablo en Brasil (ONRG, 2004b). Pero, para financiar hay que conocer a los científicos que pueden ser de interés para el ejército estadounidense, de manera que la Marina (Navy) en asociación con la Fuerza Aérea (Air Force) realizaron tres seminarios internacionales en América Latina (workshops) sobre uno de los principales temas de interés del Departamento de Defensa de los Estados Unidos: los materiales multifuncionales (NMAB, capítulo 3, 2003). Materiales multifuncionales son materiales que reúnen la doble propiedad de desarrollar funciones de integridad estructural (durabilidad, sobrevivencia, seguridad) y al mismo tiempo funciones eléctricas, magnéticas, ópticas, térmicas, biológicas, etc. La base de estos nuevos materiales es la micro y nanotecnología, y es uno de los intereses básicos de la investigación y desarrollo (I&D) en América Latina, tanto de la Armada como de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (AFOSR, 2005a).

The multifunctionality implies coupling between structural performance and other as-needed functionalities such as electrical, magnetic, optical, thermal, biological, and so forth. Structural integrity includes durability, survivability, reliability, and maintainability. This program thus focuses on developing and applying multifunctional mechanics principles and design methodology based on physics, chemistry, biology, and artificial intelligence to model and characterize the processing and performance of multifunctional material systems and devices at multiple scales (AFOSR, 2005b).

.

Los seminarios fueron organizados por latinoamericanos que trabajan en universidades de Estados Unidos y otros estadounidenses, facilitando así el contacto con paisanos de América Latina. Aunque la mayor cantidad de participantes fueron de Estados Unidos, la presencia de investigadores de América Latina fue creciendo con la sucesión de los seminarios. El primero fue realizado en Pucón, Chile, en octubre de 2002, y de los 44 participantes hubo 3 de Argentina (Centro Atómico Bariloche -CAB y Universidad de Buenos Aires -UBA), 2 de Brasil (Laboratório Nacional de Luz Sincrotón -LNLS y Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro PUC-RJ), 1 de México (Centro de Investigaciones en Materiales Avanzados del Instituto Politécnico Nacional -CINVESTAV-IPN), y, 3 de Chile (Pontifica Universidad Católica de Chile -PUC-Chile y Universidad Tecnológica Federico Santa María -UTFSM); es decir, 9 de América Latina. El segundo seminario fue realizado en Huatulco, México, en octubre de 2004; y de los 35 participantes 12 fueron de Latinoamérica; 5 de Argentina (CAB, UBA, Centro Atómico Constituyentes -CAC, y Comisión Nacional de Energía Atómica -CNEA), 1 de Brasil (LNLS), 3 de México (CINVESTAV-IPN, Universidad Nacional Autónoma de México -UNAM), 2 de Chile (PUC-Chile y UTFSM), y 1 de la Universidad del Valle de Colombia. El tercer seminario fue realizado en marzo de 2006 en Bariloche, Argentina. Allí se reunieron 35 científicos, 6 de Argentina (CAB, CNEA, CAC, y UBA), 3 de Brasil (LNLS, Universidade Estadual de Campinas-Física, y Universidade Federal da Bahia), 2 o 3 de México (CINVESTAV-IPN y con invitación sin confirmar la asistencia del Instituto Potosino de Investigaciones en Ciencia y Tecnología [6] ), y uno de la Universidad de Chile (ONR, 2002, 2004, 2006; U.S. Embassy Chile, s/f; Ulloa, 2004). Es decir que de menos de un cuarto en la primera reunión pasaron los latinoamericanos a ser aproximadamente un tercio en los subsiguientes encuentros.

La presencia militar estadounidense en la investigación de nanotecnología en América Latina no se reduce a las instituciones militares de ciencia y tecnología. Acuerdos más generales cobijan la posibilidad de futuras investigaciones, como es el caso de la firma por el gobierno mexicano, en 2005, del tratado Security and Prosperity Partnership of North America (SPPNA) con Estados Unidos y Canadá. El tratado incluye la colaboración científica en I&D en áreas como biotecnología y nanotecnología, bajo un marco directamente influenciado por los sectores militares (SPPNA, 2005). Tampoco se reduce a la relación del sector civil con el militar de los Estados Unidos, sino que los propios ejércitos latinoamericanos discuten las posibilidades de la C&T para sus fines, como ocurrió en la ciudad de Buenos Aires, en junio de 2006, donde expertos representaron los ejércitos de Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Guatemala, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay, República Dominicana y Venezuela, en la conferencia titulada The Contribution of Science and Technology to support Peace Keeping Operations and Disaster Relief Operation in Catastrophes, y cuyas expectativas van más allá de lo que el título indica, como cuando recomiendan futuros encuentros anuales para discutir temas como: “Application of “non-lethal” technologies for crowd control; water purification and distribution; electric power generation; food preservation”(USARSO, 2006).

3. No todos están de acuerdo

Que se haya desatado una polémica pública sobre la participación militar estadounidense en algunas investigaciones de nanotecnología en Argentina muestra la necesidad de mayor transparencia en la información, y mecanismos para la discusión pública de lo que estas nuevas tecnologías pueden implicar para la región.

En octubre de 2004 el ministro de economía de Argentina anunciaba públicamente que el gobierno estaba trabajando en un plan para desarrollar las nanotecnologías en el país. Señaló que habían solicitado un acuerdo con la empresa Lucent Bell Technologies de los Estados Unidos para apoyar el programa. El acuerdo incluiría el uso de los laboratorios de la empresa en New Jersey por parte de científicos argentinos (Sarmetband, 2005). La reacción no se hizo esperar. El periódico Página 12 publicó un conjunto de artículos mostrando que algunos programas de investigación científica, y al menos uno en nanotecnología, en Argentina estaban siendo financiados por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos (Ferrari, 2005a, 2005b, 2005c). Inmediatamente el Comité Nacional de Ética en Ciencia y Tecnología emitió un comunicado sugiriendo la regulación de las investigaciones y limitando eventualmente aquellas financiadas por fuerzas armadas extranjeras (Ferrari, 2005c). Al mismo tiempo, en el parlamento, el comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Representantes hacía un pedido formal de informes sobre las investigaciones científicas que se estaban realizando con fondos del Departamento de Defensa de los Estados Unidos (Puig et al, 2005b).

A este debate político público de 2005 se sumó el seminario sobre materiales multifuncionales financiado por la Marina (Navy) y la Fuerza Aérea (Air Force) estadounidenses en marzo de 2006. Fue como llover sobre mojado. Inmediatamente salieron notas periodísticas sobre el hecho (Ferrari, 2006a, 2006b). El propio gerente del Centro Atómico Bariloche, que indirectamente albergó el seminario, al involucrar uno de sus principales investigadores en la organización del evento, cuestionó el seminario (Ferrari, 2006a). [7] La junta interna del Sindicato de Trabajadores del Estado redactó una carta de crítica (ATE, 2006). Hubo un pedido de informes en la Cámara de Diputados de la Nación (Cámara de Diputados de la Nación Argentina, 2006). Los desacuerdos llegaron al ejecutivo de la república y el gerente del Centro Atómico Bariloche renunció (Rio Negro on line, 2006a, 2006b).

Conclusiones

Es común considerar a las revoluciones tecnológicas como ventajosas “en general” para la sociedad humana. Aunque esto no es del todo correcto, ya que las revoluciones tecnológicas siempre benefician a unos más que a otros, perdura la idea de que “a la larga” las mejorías en el nivel de vida alcanzan a todos. Esta ilusión de las ventajas futuras ya fue objeto de la crítica ambientalista, que colocó a la industrialización en el banco de los acusados, mostrando que lo que podían ser ventajas de corto plazo se podían transformar en perjuicios en el largo plazo.

Estamos frente a una nueva revolución tecnológica; según algunos analistas más profunda y rápida que todas las anteriores, la revolución de las nanotecnologías. Aunque es temprano para evaluar sus posibles beneficios, si se presta atención a la orientación de la tecnología se pueden notar algunas diferencias importantes con todas las anteriores en la historia de la humanidad. La revolución neolítica se orientó al aumento de la productividad en la producción de alimentos; la revolución industrial, de mayor espectro, garantizó aumentos significativos de la productividad en la vestimenta primero y en prácticamente todos los productos de uso cotidiano y medios de producción con el correr del tiempo. Las revoluciones de los transportes de fines del siglo XIX tuvieron que ver claramente con ventajas en la productividad para la circulación de mercancías y personas. Pero la peculiaridad de las nanotecnologías es que nacen fuertemente atadas a las inversiones militares. Los fondos públicos estadounidenses para la investigación en nanotecnologías desde el 2001 en que se lanza la National Nanotechnology Initiative destinan aproximadamente un tercio para inversiones directamente militares. Esto, evidentemente, inclina a que otros países sigan la misma trayectoria. El resultado podría llegar a ser tecnologías altamente prometedoras pero aplicables en gran medida al campo militar, lo cual significa reproducir aún más las guerras en el mundo.

Pero el colocar el acento de los infortunios humanos en la tecnología es como otorgarles vida propia, cosa que no tienen. El desarrollo de las tecnologías militares es el resultado de la lucha por la hegemonía económica y política mundial por la vía de la violencia directa. Esto no es un problema de la tecnología sino del carácter imperialista que las economías imprimen a la investigación en C&T. Los científicos se encuentran en la incertidumbre de que muchas de sus investigaciones pueden estar directa o indirectamente financiadas por instituciones militares (y esto muchas veces no se sabe).

Es importante que en el Mundo y en América Latina se generen amplios debates públicos sobre la orientación de la C&T. Deberían existir comités de ética que se pronuncien sobre la tecnología y los financiamientos, así como ya se hace sobre las investigaciones que implican experimentación en humanos. Dado que en América Latina la mayoría de la investigación se realiza aún con fondos públicos, es imperioso que los resultados de la C&T beneficien a las mayorías de la población, y no se destinen a cumplir con compromisos o intereses militares.

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Guillermo Foladori es Doctorado en Estudios del Desarrollo. Universidad Autónoma de Zacatecas. fola@estudiosdeldesarrollo.net Miembro de la Red Latinoamericana de Nanotecnología y Sociedad (ReLANS), y la Internacional Nanotechnology & Society Network (INSN).

[2] En este artículo utilizaremos el término nanotecnologías en sentido amplio, abarcando también a las nanociencias. The Royal Society & The Royal Academy of Engineering (RS&RAE) (2004) distingue así unas de otras: “We define nanoscience as the study of phenomena and manipulation of materials at atomic, molecular and macromolecular scales, where properties differ significantly from those at a larger scale; and nanotechnologies as the design, characterisation, production and application of structures, devices and systems by controlling shape and size at the nanometer scale” (Summary, 2).

[3] Los C4ISR son sistemas de comunicaciones, comando, control, computación vigilancia y reconocimiento.

[4] Un investigador argentino patrocinado por la Office of Naval Research de los Estados Unidos respondía a una periodistas con las siguientes palabras "no participaría de un desarrollo que involucre una posible aplicación bélica" (citado por Ferrari, 2006b); a lo que un vocero de la organización Científicos por la Paz comentó: "se trata de otro caso de la pedantería de algunos, que creen que podrán decidir qué es y qué no es aplicable militarmente. Los científicos del tercer mundo tienen una doble obligación, la de no colaborar con las fuerzas militares, y la de evitar que abusen de su poder e influencia para obtener beneficios a costa de inversiones menores, espurias e ilegales. Este científico del Instituto parece haberlas olvidado todas" (citado por El Cordillerano, 2006).

[5] En 1940, justo antes de que los Estados Unidos entraran en la Segunda Guerra Mundial, el presidente Franklin Roosevelt creó la Oficina de Investigación Científica y Desarrollo (OSRD por sus siglas en inglés) para que la industria orientara sus esfuerzos de investigación al armamento y requerimientos militares. Tradicionalmente el sistema militar demandaba ingeniería y producción, pero no investigación básica. De manera que la OSRD fue la primera que se encargó de investigación básica. Esta relación entre C&T e intereses militares quedó así clara por primera vez en la historia de los Estados Unidos (White, 2002).

[6] En este caso las dos fuentes consultadas no coinciden.

[7] “Esta Gerencia considera muy preocupantes las informaciones que indicarían la participación de investigadores de este centro en una reunión patrocinada precisamente por una oficina de fuerzas armadas extranjeras, cuya misión es ciertamente buscar las aplicaciones científicas y tecnológicas para la mayor sofisticación de sus armas, entre las cuales se cuentan el mayor arsenal nuclear del planeta" (Declaración del gerente del CAB, José Granada en mail público. Reproducido en Gorosito (2006).

Extret de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=40794

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