Lanzarote, 1 de marzo de 2000.
Comisión Interamericana de Derechos Humanos De la Organización de Estados Americanos
A la atención del Sr. Jorge Taiana
WASHINGTON

Distinguidos Señores:

Esta carta va firmada por un escritor portugués que se llama José Saramago y es Premio Nobel de Literatura. Su firma es también la de un simple ciudadano que se interroga todos los días sobre las injusticias y miserias del mundo en que vive. En realidad, no sabe hacer otra cosa además de escribir. No tiene la veleidad de pensar que su palabra, solo porque es suya, deba tener mas peso que la de cualquier otra persona, pero tampoco desconoce que la sociedad humana es discriminatoria por definición y a unos niega lo que a otros reconoce. Me valgo de esta diferencia injusta para dirigirles la palabra, para pedirles que hagan justicia. Sencillamente justicia.
Les hablo de los presos políticos de La Tablada, que son el motivo de la reunión que celebrarán mañana. Conocen los datos de la cuestión, tienen en sus manos toda la información concerniente a los sucesos de los días 23 y 24 de Enero de 1989, ustedes mismos han condenado en diciembre de 1997 al estado argentino por violaciones de los derechos humanos perpetrados por las fuerzas represoras durante aquellos sucesos, asimismo han decidido que las irregularidades cometidas en el juicio son suficientes, desde la consideración que el Derecho debe merecer, para invalidarlo.
Lo saben todo. Ahí están ahora, la Comisión, los representantes del nuevo Gobierno argentino y los representantes de los detenidos, tienen delante los documentos de un proceso que en cada uno de sus folios denuncia las injusticias sufridas por lo presos, el atropellamiento de los mas elementales derechos humanos por parte del poder arbitrario de la dictadura y de una democracia que no ha sabido respetarse a sí misma o que no ha sido respetada por sus propios dirigentes. Saben lo que deben medir las varas para medirlo.
La vara de la justicia en primer lugar, pero también la vara de un sentimiento de humanidad que no es incompatible con lo justo y lo recto, pero que desgraciadamente es despreciado todos los días.
Que eso no ocurra mañana. El pueblo argentino necesita paz.
La libertad de los detenidos de la Tablada y su propia reintegración en la sociedad de que han sido abusivamente excluídos son una piedra esencial en la construcción de esa paz.
Para pedirles es por lo que escribo esta carta.
Cordial y respetuosamente


José Saramago
Lanzarote