EL NUEVO COLONIALISMO

Las colonias no cesan de ser colonias porque sean independientes Benjamin Disraeli.

La noticia de que los líderes políticos americanos están implicados en intensas reuniones con el depuesto rey de Afganistán, revela que los Estados Unidos están intentando imponer un rey sobre otro pueblo. ¿Qué es lo malo de esto?.

¿Cómo puede tener sentido para una nación que proclama la democracia imponer, con pistolas y el poder militar, una casa real sobre un pueblo extranjero?. Muhammad Zahir Shah, un octogenario que fue depuesto del trono afgano en 1973, vive actualmente en Roma, y está siendo preparado para reinstalarse en Kabul por el gobierno estadounidense. Alejado de su tierra natal desde hace casi 30 años (28, para ser preciso), ¿por qué los Estados Unidos quieren traerle, cuando el pueblo de Afganistán no ha mostrado ningún interés por su retorno durante casi tres décadas?. Resulta duro resistirse a la tentación de pensar que los Estados Unidos quieren colocar un monigote al que puedan controlar, manipular y dirigir.

Lo que parece claro es que Estados Unidos está haciendo, esta vez a través de medios militares, lo que ha hecho anteriormente en la región a través del espionaje. En los años 50, la CIA provocó el derrocamiento del primer ministro iraní, Muhammad Mossadegh, y el retorno del Shah al poder -quien convirtió al país en un Estado represivo- a fin de mantener el petróleo bajo control occidental.

¿Son los afganos de algún modo demasiado primitivos -ante los ojos estadounidenses- para apreciar los principios de la democracia?. Lo que emerge del intento estadounidense de instalar un potentado, es la realidad de que a los americanos les importa un bledo la democracia. Casi todos los estados de la región que los Estados Unidos denominan como aliados, están tan lejos de la democracia como la tierra de la luna. Si los Estados Unidos se preocupan de las democracias, ¿por qué la política exterior norteamericana durante el último medio siglo ha sido la protección, sustento y apoyo militar a los dictadores antidemocráticos?. Desde Marcos, en Filipinas, a Suharto en Indonesia, los Duvalier en Haiti, Mobutu en Zaire, y así una larga lista.

De hecho, no necesitamos irnos tan lejos. Las recientes elecciones en Florida, con la negación de los derechos electorales de votantes negros, judíos y haitianos, demuestran que los americanos no necesitan ir muy lejos para proteger o promover la democracia.

Existe algo indecoroso en una nación que se constituyó declarándose independiente de un rey, y que pretende imponer un rey a un pueblo extranjero. La democracia comienza en casa.

Mumia Abu Jamal, 10 de octubre de 2001. (traducción: Casapueblos).