Carmen despedida de CC.OO.  

 

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Otro despido en CCOO

Acabo de enterarme de que han despedido de su puesto de trabajo a una buena amiga. Un asunto así causa siempre un determinado impacto emocional en el entorno inmediato de la persona afectada. Su angustia, sus dudas y miedos se convierten en propias. Es difícil sustraerse a la incertidumbre y la frustración.

Todos estos elementos están presentes en el caso de mi amiga y compañera Carmen Pérez. Sin embargo existe otro elemento añadido que ha producido en mi una serie de reacciones que van desde la indignación hasta la rabia. Carmen trabajaba, desde hacía 8 años, en Comisiones Obreras de Asturias, últimamente en el Departamento de Salud Laboral. O sea que la patronal que la ha despedido es el sindicato CCOO del que soy afiliado.

La verdad es que no se por dónde empezar. Todavía está reciente el escándalo suscitado por el despido de Berta, felizmente resuelto con su reincorporación al puesto de trabajo tras sentencia judicial. El caso de Carmen es diferente pero no deja de ser llamativo que en el plazo de pocos meses CCOO se vea envuelta en dos conflictos en los que ejerza el papel de "patronal mala" frente a sus propios trabajadores, quedando éstos sin otro recurso para defenderse que acudir a los tribunales.

Lo que hace diferente -y preocupante-el caso de Carmen es que la justificación para el despido haya sido la del agotamiento de contrato después de tantos años seguidos de trabajar con la misma empresa. Es evidente que se trata de un caso mas de empleo en precario, tema que en la práctica sindical de CCOO tiene una especial transcendencia. Desde hace muchos años todos los boletines, resoluciones, documentos congresuales, etc. Del sindicato vienen denunciando esta práctica del empleo precario como un cáncer para la clase trabajadora. Parece evidente que una precariedad laboral juega un papel esencial para disuadir al personal laboral de implicarse en tareas que tengan relación con cualquier tipo de movilización sindical.

Lo que me sorprende es descubrir que esa precariedad que tanto se critica tiene sólidas bases en el sindicato a la hora de establecer las relaciones laborales con sus propios empleados y empleadas. ¿Cómo es posible que ocurran cosas así? Yo, ingenuo de mi, creía que existía una actitud y una práctica coherente entre lo que es el discurso oficial del sindicato y la práctica adoptada con los profesionales contratados que desarrollan su quehacer cotidiano en las diversas estructuras y servicios sindicales. Ahora descubro que es mentira. Que ocho años de antigüedad no dan derecho a contrato fijo; que preguntar sobre posibilidades de acogerse al paro provocan recelo inmediato en la empresa, que denunciar esto ante la justicia es sinónimo de traición.

No creo que sea necesario decir mucho mas. Simplemente señalar que cuando miles de personas gritamos la consigna de que otro mundo es posible lo hacemos pensando que en casa ya estamos en una fase avanzada en el proceso de construcción de ese nuevo modelo de sociedad. La realidad nos muestra que no es así. Me indigna pensar en qué habrán hecho estos días los responsables de CCOO de Asturias en Porto Alegre. Seguro que se han lucido en mas de una ocasión con discursos que, a la luz de los hechos, son meras groserías. Luego hablaremos de la desmovilización y apatía de la gente. No hay elemento mas desmovilizador que descubrir hechos como el despido de Carmen. Sus efectos son devastadores en la moral de la gente. ¿Cómo creernos que las intenciones del sindicato son sinceras si entran en colisión con su propio comportamiento patronal? Parece que hace falta una buena cantidad de coherencia para que el sindicato deje de ser un organismo sin credibilidad. Hechos como éste no contribuyen precisamente a animar.

Valentín Brugos Salas



Contacta con Carmen en carmela@nodo50.org

 

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