EXTRACTOS
ARMARSE SOBRE LAS RUINAS
(HISTORIA DEL MOVIMIENTO AUTÓNOMO EN MADRID 1985-1999)

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EPÍLOGO. - PASION Y MUERTE DE LA COORDINADORA DE COLECTIVOS DE LUCHA AUTONOMA DE MADRID

1.- EL ESCENARIO POLÍTICO Y SOCIAL EN EL QUE NACE Y CRECE LUCHA AUTONOMA.

Tras liquidar, a finales de los años setenta, la poderosa movilización social que ella misma había contribuido a crear, la mayoría de la izquierda comunista española intentó introducir por la vía electoral a los luchadores antifranquistas en el nuevo aparato del Estado. Simultáneamente, tras la muerte de Franco ,el franquismo sociológico se autoperpetuaba en el poder político, que adoptaba la forma de Monarquía parlamentaria.

La intensa propaganda anticomunista del régimen anterior sumada a la de las “democracias europeas”, castigó al PCE, principal protagonista de la lucha popular y premió a una minoría de espabilados, también anticomunistas, que en 1.974 habían conseguido la franquicia del Partido Socialista Obrero Español. Con ella, pasaron de grupúsculo marginal a primer partido de la oposición en tres años (1.977) y a partido del gobierno en ocho (1.982). Todo ello, no hay que olvidarlo, con los votos de los españoles y españolas, incluida la gran mayoría de la clase obrera.

Con esa legitimidad, el nuevo PSOE emprendió un proceso de cambio tal que, años después “, según Alfonso Guerra: “ a España no la conoce ni la madre que la parió “. Dicho cambio tuvo como eje la creación de las condiciones políticas para la modernización del modelo de acumulación capitalista español. El objetivo era la inclusión de España en la Europa del Capital ( Unión Económica y Monetaria ), en un entorno de economías abiertas regido por la competitividad.

El proceso de adaptación del PSOE a la Economía Global se vió acompañado por una profunda renovación ideológica interna, consistente en el abandono de la mayoría de sus propuestas políticas anteriores: marxismo, autogestión, autodeterminación nacional, república, independencia del Sahara, no a la OTAN, etc.

A pesar de los escándalos financieros, el tráfico de influencias, los fondos reservados y el terrorismo de Estado, el PSOE ha garantizado durante catorce años la gobernabilidad y el orden aplicando intensas políticas de flexibilización y precarización del trabajo, privatización de empresas y servicios públicos, ataque a las pensiones, voladura del sistema de relaciones laborales de la transición y enfrentamiento, hasta la doma, con el movimiento sindical mayoritario.

Pese a todo, con la desmovilización social, la progresiva reaparición del franquismo redivivo y la preocupante derechización del panorama internacional, ha conseguido mantener su imagen de izquierdas. Emancipado ya de cualquier pudor, busca y rebusca teorías que amparen su práctica. Desde la retórica Keynesiana de los Pactos de Moncloa, hasta el liberalismo republicano actual, pasando por la Tercera Vía y el Socialismo Libertario.

En los últimos veinte años, el movimiento obrero ha desaparecido como fuerza político- social transformadora. Con el, tras la derrota del movimiento anti-OTAN, la institucionalización del feminismo político, la desembocadura de la Insumisión en el Ejercito profesional y el enquistamiento y aislamiento del movimiento popular por la autodeterminación en Euskadi, se han disuelto los movimientos sociales de masas con dimensión estatal y vocación antagonista.

Paradójicamente, las consecuencias del Capitalismo Global y la Moneda Unica, a través de sus políticas de flexibilización, privatización, desarraigo, individualización y degradación material y moral de la vida, generan múltiples dinámicas de resistencia social y cultural. Esta proliferación de luchas, acontecimientos y necesidades aplastadas, carece del instrumento que las exprese de forma agregada y les dé existencia política.

La izquierda tradicional y en particular las grandes maquinarias sindicales, como organizaciones populares y, al tiempo, corporaciones de poder que son, mantienen con las numerosas y descentradas dinámicas de lucha una relación instrumental. Las apoyan si no sobrepasan los límites de sus intereses corporativos. Pero si esas dinámicas de lucha llegan demasiado lejos en sus palabras o en sus hechos, el apoyo se transforma en intentos de recuperación, ninguneo y llegado el caso, confrontación.

La “modernización” ha privado de fuerza propia a la izquierda y al sindicalismo mayoritario. En un entorno de violenta lucha de clases desde arriba contra los de abajo, no valen componendas. La izquierda actual, si no revisa sus fundamentos, solo puede sobrevivir siendo leal al buen funcionamiento de los negocios y de la gobernabilidad, cumpliendo su papel “democrático” de regular los conflictos que genera la Globalización y la Moneda Unica Europea. A cambio, se le consentirá la fuerza institucional que arrancó durante la Transición política, en particular, la sindical. Cualquier proceso constituyente de autoorganización y aparición en la escena política de los de abajo, compromete el frágil equilibrio sobre el que se sustenta el poder otorgado y condicional de la izquierda.


NACE LUCHA AUTONOMA (L.A.)
A finales de los 80, en un contexto de declive de la resistencia social de masas y de la izquierda extraparlamentaria, surgen los nuevos colectivos que se reclaman de la autonomía. Sus jóvenes integrantes provienen principalmente de la militancia en barrios, universidad, antimilitarista, antifascista o de okupación.

En estos frentes chocan con los militantes de la izquierda radical y en algunos casos del P.C.E., por sus intentos de “ recuperación “ de las iniciativas y de los militantes sin partido. La militancia de L.A. se construye contra el modelo político y organizativo del radicalismo. Con el paso del tiempo, la crisis de la izquierda radical favorece el trasvase de jóvenes militantes a los colectivos de L.A.

La organización de estos colectivos juveniles cristaliza en Octubre de 1.990 en unas jornadas de las que surge la Coordinadora de Colectivos de Lucha Autónoma, como estructura de comunicación y dinamización de la Autonomía.

Los escenarios de lucha social en los que han intervenido los colectivos de L.A., han sido numerosos. Quizá los más visibles socialmente sean la lucha antifascista y la ocupación, aunque también ha habido un amplio trabajo en terrenos como la contrainformación y una actividad diversa en la lucha vecinal contra la precariedad laboral, la exclusión social, los intentos de articular un trabajo feminista, etc… Todas estas actividades suponen el enraizamiento de algunos colectivos de L.A. en la sociedad y un importante bagaje de experiencia política.

La tensión entre la desconfianza en las formas organizativas estables, por un lado, y las necesidades de una mínima estabilidad y orden en el trabajo militante por otro, nunca se clausuró. Pero se expresó a favor de estos últimos. Este factor explica, junto a otros, la permanencia y los mejores logros de este movimiento-organización durante una década.

Se produjo una amplia reflexión colectiva plasmada en numerosos textos. Casi todos los años se realizaron Asambleas de balance en las que, de forma progresiva y a veces insistente, se van produciendo debates y se van elaborando textos sobre temas como: trabajo en barrios, crítica a la forma Partido, la experiencia de los centros sociales autogestionados, autonomía y coordinación, intervención social, drogas, patriarcado, grupos de mujeres, el movimiento de la autonomía, intentos de coordinación estatal de la Autonomía, antifascismo, antimilitarismo, etc. [1]


2.- EL PROCESO DE REFUNDACIÓN DE LA LUCHA AUTONOMA. ( 20-II al 3-VII de 1999 )

Este proceso, inmediatamente anterior a la disolución de L.A., contiene una gran información sobre la coyuntura actual de los movimientos antagonistas en Madrid.

Durante la década de los noventa, las iniciativas de coordinación para actividades puntuales fue creando una red de contactos entre colectivos muy diversos, no todos ellos encuadrados en el área autónoma.

Los motivos que impulsaron a iniciar un proceso de refundación fueron varios: Por un lado, abrir un debate entre todos los colectivos mas o menos próximos al área autónoma para crear un espacio estable que potenciara los debates, la unidad de acción y la acumulación de fuerzas. Por otro lado, trazar una raya entre quienes querían construir la unidad contando con los otros y quienes desde la estética de la oposición revolucionaria extrema, realizan acciones individuales sin el menor cálculo, cuyas consecuencias negativas repercuten en el resto de los grupos.

Se pretendía en este proceso, debatir las diferentes formas de entender las luchas, las posibles alianzas y el comportamiento ante las actitudes individualistas y disolventes. Estudiar la práctica de los colectivos, buscar los elementos comunes para potenciar y defender las ideas, acciones y formas organizativas más adecuadas.

En todo momento se reivindicó la horizontalidad, la necesidad de romper la división entre dirigentes y dirigidos, la garantía de la participación, respetando la diferencia y la pluralidad. Se buscaba una coordinación sin pretensiones centralizadoras, que respetara los distintos ritmos y características de los colectivos, que respondiera a las necesidades y expectativas de todos y que ayudara a superar los errores y vicios que producen desgaste. En este espacio de debate, no solo debían participar los seis colectivos de L.A. coordinados, sino todos los que se reclamaban, ( más o menos ) de la Autonomía.

Estas ideas fueron largamente debatidas desde la primavera de 1.998 hasta Enero de 1.999 con documentos de ida y vuelta que se modificaban y volvían a modificar. Finalmente se tomó la decisión de crear un espacio abierto de debate sobre la necesidad de generar estructuras formales de coordinación, para la extensión de la Autonomía y la Autoorganización, donde pudieran expresarse las distintas corrientes y grupos.

El 20 de Febrero de 1.999 se reunieron en la primera Asamblea para la refundación de Lucha Autónoma (L.A) mas de cien personas, la mayoría jóvenes, pertenecientes a 28 colectivos y redes sociales. Hasta julio del 99 se celebraron cinco Asambleas más.

Los criterios de selección de los colectivos invitados al proceso de refundación de L.A. fueron varios: “Externos a las instituciones, voluntad de crear estructuras estables, mentalidad unitaria e integradora, tener una práctica común, no solo una teoría común, ser colectivos asamblearios y no jerárquicos”.[2]

A pesar de que hubo multitud de propuestas, desde la primera Asamblea se marcaron dos posiciones muy acusadas que polarizaron el debate y lo condicionaron de principio a fin. Por un lado una propuesta de formalización de la nueva Autonomía en una federación de grupos autónomos en base a unos Estatutos que deberían contener tanto los objetivos de la nueva organización, como las líneas de acuerdo Teórico.[3]

Por otro lado algunos militantes de un Centro Social Ocupado, criticaron “la ambigüedad de la propuesta de L.A.”, defendiendo “una radical disolución de dicha coordinadora como única forma de alcanzar una dimensión constituyente verdadera”. Para ellos “Más que discutir sobre la refundación de L.A., se debían debatir temas de intervención social, ( Maastricht, Kosovo, emigración, represión, etc.)”. Propusieron “impulsar una red y no un partido de la autonomía”. Argumentaron que “no es necesaria la autonomía como organización sino la autonomía desde lo social”: En vez de juntarse en un modelo limitado de bloque autónomo, es mejor expandirse, disolviéndonos en lo social. “Hay que coordinarse desde lo real, desde lo constituyente en lo social.”[4]

Los dos textos que aportaron estos militantes “La Autonomía como crisis” y “Algunas reflexiones sobre lo institucional y lo público”, contienen valiosas y oportunas aportaciones al debate. En particular el primer texto expone una equilibrada visión de las distintas etapas y corrientes de la autonomía (social, organizada, …) sugiriendo la posibilidad de explorar formas mas radicales de refundación. El segundo texto es una apuesta mas formal contra cualquier intento de reconstrucción de la autonomía o cualquiera de sus partes en base a una coordinación estable. El escenario de la constitución de la Autonomía se describe como el de la tensión entre nuestro poder constituyente y su poder constituido. La crítica a la fantasía de conseguir ser fuertes reuniendo debilidades, la denuncia del anarcoleninismo y de la creencia que las reuniones periódicas de delegados garantizan por sí solas el desarrollo de los colectivos en lo social, apuntan a problemas reales en los grupos participantes.

Sin embargo, aunque la mayoría de los colectivos participantes en la refundación no estaba por la fórmula de la Federación con Estatutos, menos aún asumían la propuesta de disolverse como organización. Tras años de coordinación, los grupos que participaban en las Asambleas, aún teniendo distinto grado de conexión con la sociedad y estando más o menos disueltos en lo social, querían buscar fórmulas para cooperar de forma organizada y estable. De hecho, una de las condiciones para el inicio del proceso era precisamente “el deseo de crear estructuras estables”.

Naturalmente en un proceso constituyente todo puede considerarse abierto , incluso los límites acordados respecto al proceso propiamente dicho. Sin embargo, una vez planteadas las dos posiciones de “estatutos” y “disolución en lo social”, el debate quedó encajonado entre ambas. La cantidad de matices de la propuesta de la coordinadora de Lucha Autónoma, largamente elaborada por los colectivos, desapareció. Desde la retórica de “disolverse en lo social” no se reconocía más oposición que la de “ el partido de la Autonomía “ con sus Estatutos.

El impacto del radicalismo verbal que equiparaba cualquier forma organizativa estable con el Estado, y defendía “expandirse“ para disolverse en lo social, como proceso constituyente verdadero, consiguió hacer olvidar a muchos los textos debatidos, ganándolos para la lírica espontaneista. Lo que en la primera Asamblea era solo opinión de un colectivo, creció, consiguiendo la adhesión total o parcial de varios colectivos. Se llegó a producir incluso un proceso de debate doble donde, por la mañana se reunían los de la “red difusa” y por la tarde los otros, los del “partido de la autonomía.” Como esta clasificación era falsa, nadie entendía nada y, en medio de un gran desconcierto, el doble proceso murió de muerte natural.

El discurso del espontaneismo olvidaba, además de los textos debatidos, muchas cosas. Las posibilidades de sobrevivir de un colectivo que habita un centro social ocupado y cuenta con militantes experimentados, son diferentes a las de colectivos de gente joven, a veces casi sin experiencia, con una menor densidad de veteran@s, y con una forma de vida cotidiana escindida de la militancia, que además, tienen como seña de identidad la coordinación estable de su colectivo con otros colectivos.

La ausencia de límites en las afirmaciones, la falta de diálogo con el discurso que inicia el proceso, el desconocimiento de las especificidades de los grupos coordinados que lo impulsaban, el dogmatismo, arruinaron la posibilidad de diálogo y enriquecimiento mutuo. En la Asamblea del 3 de Julio de 1.999 se aprobaron cinco puntos mínimos de unidad para pertenecer a la Coordinadora. El proceso de refundación había fracasado.

3.- DE LA REFUNDACIÓN A LA DISOLUCIÓN.-

Tras el verano del 99 reanuda su actividad la nueva L.A. compuesta por tres de los seis colectivos que iniciaron el proceso de refundación y 6 colectivos más, algunos de ellos de reciente formación

Armados con la precaria unidad de los “cinco punto básicos” que permitieron finalizar el proceso de refundación, comienza a funcionar la nueva coordinadora como “una parte del movimiento autónomo madrileño, que no es el planeta Okupi ni un referente difuso, sino que opta por la organización formal... al dotarnos de estructuras y contenidos, nos dotamos de una identidad específica ...” [5]

Los colectivos participan en varias temáticas sociales (antimilitarismo, antifascismo, trabajo de barrio, movimiento asociativo, centros sociales, etc.), mantienen contactos con sectores diversos (cristianos de base, sindicalistas, asociaciones de vecinos, institutos) y participan en una serie de movilizaciones: 31 de diciembre, 7 días de lucha social, 20-N., Precaridad.

Los colectivos se coordinan a través de una Comisión Permanente y de una Comisión Técnica, planteándose a fondo la tensión entre lo local y lo global, los colectivos y la estructura de coordinación, la eficacia y la democracia.

Las contradicciones se ven incrementadas por el desarrollo del trabajo social de algunos colectivos en barrios y por la compleja dinámica de la intervención en el terreno de la precariedad, declarada como objetivo preferente en la Asamblea de los Colectivos de otoño del 99.

La experiencia del Circo del Sol, como organización clandestina de l@s trabajador@s precari@s desde dentro, contando con una fuerte y bien dosificada acción desde fuera, constituye, en unidad de acción con otros colectivos, una magnífica experiencia práctica que enriquece el trabajo contra las ETT’s ó las Telepizzas en algunos barrios.

Una acción, de L.A. junto con S.O. ( organización ausente del proceso), marcando con pancartas firmadas una acción unitaria, ensombrece la confianza entre las redes integrantes de la unidad de acción. Otra acción del mismo tipo en la manifestación unitaria de “Precari@s en Acción” del 19 de mayo de 2.000, dio al traste con dicha unidad de acción. Esto desconectó el trabajo de precariedad realizado por L.A. de otros colectivos con experiencia que lo potenciaban y coadyuvó a la debilidad de la edición de “7 días de lucha social. Rompamos el Silencio” que se realizó en Madrid un mes después. Al debilitarse los espacios unitarios basados en la confianza y la cooperación, se debilitan sus partes constitutivas. Es el círculo vicioso. Una constante de los últimos años. Cuanto peor, peor.

LA RECTA FINAL.
La complejidad de los campos de intervención social, el escaso bagaje teórico y político, la falta de personas que asumieran de manera decidida las tareas de coordinación, elaboración y orientación que exigía una estructura compleja, son los ingredientes del declive de L.A. El vacío de las virtudes necesarias para construirse, se llena con los vicios habituales. Las recetas fantasiosas “sacar a la calle nuestras propuestas”, la tendencia a constituirse mas en base a la presencia de la sigla L.A. que a la gestión de los problemas propios, las “habilidades “ de los dirigentes montando campañas con la fuerza de otros, son síntomas de estancamiento, es decir, de muerte en vida.

En octubre de 2.000, uno de los colectivos con mas experiencia de los incorporados durante el proceso de refundación, con una larga trayectoria en el campo del antimilitarismo y la lucha contra la exclusión, comunicó su salida de la coordinadora. Las razones que aportó dicho colectivo fueron varias: “la dinámica de L.A. se ha dirigido hacia la construcción de una identidad muy parcial ( lucha contra la precariedad), impermeable a contenidos y propuestas que se alejaban de este centro de gravedad...”, “ ..., escasa intervención en otras luchas ...”, “... ante las iniciativas que hemos tratado de lanzar en el ámbito de L.A. creemos que la respuesta ha sido prácticamente nula”, “... desde dentro se va cerrando el paso a la aportación de otros discursos y dinámicas de lucha que formamos parte de esta coordinadora ... “ “... respuesta prácticamente nula a la marcha a La Marañosa ...” “ frialdad en la acogida de la presentación de la revista antimilitarista CAMPO ABIERTO ... ... de la que fuimos incapaces de generar interés a mas de cinco personas de L.A. ...” “ ... enorme frialdad en la preparación de la movilización conjunta con inmigrantes, ante los brotes de racismo de El Ejido (26 de marzo de 2.000) ...” “escasa presencia de L.A. en la Semana de Lucha Social de Junio de 2.000 ... y en la manifestación que se realizó en Mostoles contra los fascistas que tiraron unos cócteles molotov al Centro Ocupado La Casika ...”, “... se ha cerrado paso ... a la agregación de fuerzas en espacios de lucha más amplios”.

La salida del colectivo antimilitarista, expresa la decepción ante la incapacidad del conjunto para asumir las propuestas y necesidades de una de sus partes. Es el síntoma de que construir una actividad política común desde diversos colectivos con actividad social, no es lo mismo que mantener un Centro Ocupado, juntarse para organizar el 20–N., o pertenecer a una coordinadora.

La apuesta mínima para superar la dimensión particular, microcomunitaria, es muy alta. No hay ninguna “mano invisible” que organice lo disperso hasta darle viabilidad política. El “deseo” está socialmente construido y es, por lo tanto, individualista. El único “deseo” con capacidad transformadora es el de superar los obstáculos y gestionar las contradicciones para favorecer la coordinación y la expresión de todo lo subyugado por el Capitalismo Global. El proceso de organización del poder popular está lleno de diferencias, mediaciones, subalternidad. Es necesario gestionar todo esto, sobreponerse al cansancio, la incomprensión, la impotencia y la soledad. Para hacer viable este proyecto, la nueva coordinadora de L.A. no supo contar con las personas capaces de hacer esa inversión. A finales de marzo de 2001 la coordinadora de L.A. anunciaba su autodisolución.

En el escenario del agotamiento de L.A. es necesario registrar la preocupante evolución de un sector de la llamada “autonomía de Madrid”. Quienes desconociendo el proceso real de L.A. en su refundación introdujeron una dosis de caballo de “disolverse en lo social” desequilibrando el proceso, han profundizado, en base a la utilización de un lenguaje autorreferente, traducido directamente del italiano, en su vocación de guías espirituales de los movimientos alternativos todos. Un estilo descalificador y prepotente hace casi imposible el diálogo con otros colectivos.

Ante el pavoroso vacío teórico del común de los militantes, el “marxismo basura” y la retórica obrerista y sectaria de algunos grupúsculos, este sector ha construido un nuevo “marxismo basura”, pero esta vez postmaterialista y postmoderno. Tomando a pies juntillas el catecismo de algunos intelectuales italianos sobre el trabajo inmaterial, proclaman el fin de las viejas formas de la izquierda y el espacio virtual de Internet como el lugar de la verdadera democracia.
Vinculados a redes internacionales como “Reclame the Streets” han presionado también a la naciente experiencia “Rompamos el Silencio. Siete días de lucha social” para reducirla a acciones de ocupación festiva de la vía pública. Eso coadyuvó también a la crisis de Rompamos el Silencio, que acabó convirtiéndose en un espacio donde potenciar los proyectos propios, pero sin diálogo y apoyo a las propuestas y acciones del resto de colectivos.

La lectura unilateral de la experiencia de lucha armada de los años 70 en Italia, por parte de algunos situacionistas, ha llevado a este grupo a condenar, expresa y públicamente, los atentados de ETA, sin tomar distancias con la condena que realizan los partidos mayoritarios, es decir aliándose con “los demócratas” frente a “ los violentos”, cuando, en realidad, los mayores violentos se encuentran en las filas de “los demócratas”.

La combinación de éstos factores en uno de los focos mas veteranos de la llamada “área de la autonomía”, puede suponer, de no remediarse, un obstáculo mas en la construcción de un movimiento antagonista en Madrid.


4.- ALGUNAS CONCLUSIONES.-

Un movimiento autónomo juvenil no puede por menos que presentar rasgos de inestabilidad, precariedad e inexperiencia. Tanto por su carácter de movimiento ( no institución) como por la edad de sus activistas, que, además, no se apoyan en una tradición y una experiencia acumulada por que su identidad se ha construido al margen y en contra de muchos rasgos de la izquierda tradicional. El análisis de las limitaciones de este movimiento con más de una década de actividad, exige una mirada específica a sus componentes mas veteranos.

Sin embargo, no deben confundirse las insuficiencias y errores que parecen condenar a estas organizaciones a tropezar en las mismas piedras que otros revolucionarios de generaciones anteriores, con virtudes inherentes a este movimiento. No es el descompromiso y el actuar cuando lo pide el cuerpo, sino la actividad permanente y la responsabilidad lo que permite la existencia del movimiento. La tensión entre el movimiento, más espontáneo y la organización, más rigurosa, debe resolverse a favor de ésta última, aunque sin olvidar la jerarquización y subordinación que toda estructura organizativa genera. Pero sin olvidar, tampoco, que la mayor subordinación la genera la vida cotidiana y los deseos "espontáneos" en su aparente inocencia. La libertad hoy, para la mayoría, es poco mas que la ignorancia de los mecanismos de la esclavitud.

La construcción de una organización, por horizontal que sea, requiere no solo de la militancia en el territorio de cada colectivo, sino ademas de la militancia en el territorio común. Sin un acuerdo político compartido y sin personas que asuman los problemas del territorio común, una organización no es viable. Este ha sido el caso de Lucha Autónoma.

La tensión entre eficacia y democracia o entre diferencia e identidad, son a su vez crisis irresolubles que deben tratarse con prudencia. La veneración de la eficacia nos lleva a desconsiderar las diferencias, a uniformizar y a reproducir la lógica del poder. Pero la exaltación de la diferencia nos lleva a venerar lo particular y a convertirnos en un "coro de grillos que cantan a la luna", cada uno desde su chiringuito microcomunitario.

La abundancia de militantes de ideología libertaria es una ventaja para impulsar la Acción Directa, la acumulación de fuerza desde lo social, la desconfianza ilimitada en las Instituciones y la lucha contra la dependencia y la subalternidad que genera toda estructura organizativa. La izquierda tradicional ha desconsiderado estos factores. Incluso la izquierda radical, ha reproducido en su funcionamiento interno el seguidismo y la jerarquía.

Sin embargo, estas saludables convicciones aparecen a veces de la mano de una fé pueril en el papel de unos buenos estatutos para conjurar todos los peligros y desviaciones. Otras veces son la cobertura para actitudes sectarias de personas y grupos cuya identidad depende mas de criticar los vicios de otros que de construir las virtudes propias. Se confunde el fracaso de la izquierda socialista y comunista,con el inevitable éxito de su competidora histórica, la izquierda anarquista. Esta concepción genera dogmatismo y convierte la actividad militante en sectaria y en un asilo de ignorancia y creencias teológicas

Han existido tendencias externas, pero próximas a algunos militantes de L.A., que comparten una vieja característica del anarquismo dogmático. A pesar de su desorganización y de su debilidad práctica y teórica, actúan como partidos de incógnito, considerándose la matriz de cualquier avance revolucionario, promocionando su sigla de forma parasitaria y externa en los movimientos sociales y descalificando a Tirios y Troyanos.

Estas tendencias se han manifestado en los actuaciones de los dirigentes de L.A. en dos experiencias unitarias de lucha contra la precariedad: “El Circo del Sol” y “Precari@s en Acción”. En ambas, la decisión de que la sigla L.A. marcase el espacio unitario, supuso la ruptura con otras redes y colectivos, haciendo inviable el trabajo en común y poniendo de manifiesto, una vez más, las habilidades de militantes que pretenden constituir su proyecto organizativo no “con otros” sino “sobre otros”.

L.A. ha sido un buen intento de construir un movimiento con vocación constituyente. En un momento de auge del voluntariado apolítico y compasivo como única alternativa a la indignación y la generosidad de la juventud, L.A. ofreció una lucha real contra el Capitalismo y su Estado reunificando militancias libertarias y comunistas. Eso no es poco.

La tensión entre el trabajo social territorializado y la confrontación antifascista y antirrepresiva, no tenía solución desde ella misma. Era necesario un espacio superior. Por eso se inició el proceso de refundación, arruinado por los intelectuales de guardia de la autonomía. Que no haya podido saltar todos los obstáculos no significa que no haya superado muchos. Desde fuera ha podido producir a veces la impresión de demasiada cautela, demasiado parlamentarismo a la hora de agarrar los problemas. En las complejas relaciones que algunos hemos mantenido con L.A., tenemos la impresión de que el principal problema ha sido la imposibilidad de dialogar sobre los problemas. Pero eso, sin duda, no es exclusivo de L.A.

6.- INSISTIMOS: ¡VIVA LUCHA AUTONOMA!

Las tareas para organizar una fuerza para el cambio social, en particular para organizar a la juventud mas luchadora, siguen pendientes. La mistificación capitalista no es natural, se basa en el poder. La lucha contra ella exige política, fuerza, poder popular. Este no es un proceso espontáneo. Exige el deseo expreso de llevarlo adelante.

Reconocer, para impedir, los mecanismos de explotación, sometimiento, consentimiento y adhesión del capitalismo global. Construir sujetos desde dentro de la lógica mercantil (reivindicaciones, salarios, consumo), pero también desde fuera, (trabajo fuera del mercado, comunidad fuera de asociación y de Estado, intercambio fuera de competencia, bienestar fuera de consumo, cultura fuera de racionalidad instrumental, economía fuera de productividad y eficiencia, política fuera de las instituciones, sentimiento mas allá de la esfera individual, libertad dentro de la comunidad, nación fuera de estado, etnia fuera de nación, cuidados fuera de la justicia. Entre la guerra de posiciones y nada, está la guerra de guerrillas.

El radicalismo es la voluntad constituyente. La capacidad de reconocer desde el interior de las dinámicas de resistencia y lucha social las líneas de cooperación entre diversas identidades. Vivir a fondo la miseria del mundo, es decir, la penetración de la lógica mercantil en nuestras propias filas, la impostura, el ascenso de lo insignificante. Sustraerse a la impotencia y la derrota. Fundar palabras que muestren las viejas y nuevas formas de explotación, opresión y sufrimiento. Buscar y armar los elementos productivos de nuevos acontecimientos al margen del interés privado. Superar la soledad que es el agotamiento de la iniciativa autónoma y la inmersión en el tiempo muerto del mercado. Vivir la alegría que es el pleno desarrollo de cada un@ al compartir con otros las pasiones positivas, que son las que fortalecen la vida en común.[6]

Radicalismo es sortear al mismo tiempo, el sectarismo que lleva a la marginación (instinto de muerte) y las acciones irreflexivas frente a un poder totalitario (peligro de muerte). Expresar nuestra subjetividad pero también la de las multitudes. No empeñarse en objetivos que no concuerden con las necesidades y los derechos pisoteados de millones de personas.

Favorecer la incorporación de la gente a la lucha exige fomentar la participación, el protagonismo, el deseo compartido. El grupo como mediación entre el individuo aislado y la totalidad social, debe ser el lugar donde romper el nudo del poder con el deseo individual. Eso exige una metodología.


COLECTIVIDAD. INDIVIDUALISMO. VIRTUD.
Cualquier proyecto colectivo está atravesado por contradicciones, desencuentros y crisis. Debemos utilizar de forma productiva los problemas y el sufrimiento que acarrean para evitar que acaben con nosotros. Las acciones de las personas tienen mucho que ver con las normas y los valores, tanto si se observan como si se incumplen. Establecer algunos principios éticos compartidos como referencia para nuestras relaciones cotidianas, en base a nuestra experiencia, puede ser, más que un ejercicio retórico, una condición para sobrevivir y crecer.

En el capitalismo, la persecución del interés individual es el fundamento de la vida social. Nosotros combatimos eso. Pero de puertas adentro, no siempre lo hacemos. No se trata de cambiar el totalitarismo del mercado y la acción individual por el totalitarismo de nociones comunitarias que aplasten a la persona. Se trata mas bien de restablecer normas comunitarias que nos permitan, desde lo que cada uno pueda, compartir un modelo deseable para la vida en común.

Al igual que sucede en el orden político, social y cultural, si no se tiene una ética alternativa, construida dinámicamente desde los colectivos, se trabaja, sin quererlo, sin saberlo, con la ética y los valores del enemigo. Los militantes no estamos vacunados contra el individualismo.

La virtud, el obrar bien, despende de que se fortalezca el proyecto común. En este sentido, la virtud es la excelencia en el propio comportamiento. Dicho de otra manera, la posibilidad de que nuestro comportamiento esté a la altura de las circunstancias, de las necesidades del proyecto común. En un principio está la acción. Lo bueno, lo virtuoso sólo puede serlo si se muestra en acciones buenas. [7]

Por el contrario, las acciones no virtuosas son las que no fortalecen, sino que debilitan la vida social, el proyecto común, fomentando la desconfianza, el sectarismo y la competencia. Este es el circulo vicioso.

La institución principal de la vida en común es la deliberación. Lo peor de los problemas es la incapacidad de deliberar sobre ellos de manera abierta y constructiva. Sin el diálogo, los problemas son el vehículo por el que se expresan las pasiones negativas.

El objeto fundamental de la deliberación no son las cuestiones externas a nuestro obrar, sino lo que depende de nuestra inteligencia, voluntad, acciones y omisiones.[8]

La verdadera aventura revolucionaria no sólo tiene que ver con la sociedad exterior, con la lucha contra el poder visible, sino también con una componente interna, personal, en la que se reproduce la lógica que atraviesa toda la sociedad. Este es un frente de lucha principal que está fuera de nuestros planes, a pesar de que sufrimos constantemente sus consecuencias, causando más daño y más bajas entre nosotros que el enemigo exterior.


AUTONOMIA Y ANTIGLOBALIZACIÓN.
La fuerza social emergente en los movimientos antiglobalización, puede favorecer la construcción de un nuevo sujeto social transformador integrado por mujeres, jóvenes, trabajador@s - estudiantes, precarizados, inmigrantes, etc. Estos sectores sociales son hoy la mayoría de la población asalariada, su segmento mas explotado y humillado. Aunque algunos de sus militantes pertenecen a la vieja (aunque real) izquierda, en general se sienten muy distantes de ella. No les faltan motivos. Esta izquierda institucional, envejecida, conservadora, retórica, burocrática y cómplice, no solo se muestra impotente para construir un mundo mejor, sino también para defender eficazmente a los sectores que la sostienen: la clase obrera estable, masculina, blanca, consumista, urbana y creyente en el progreso tecnológico.

La lucha contra la globalización puede convertirse en algo parecido a lo que fue la lucha antifranquista desde 1.960 hasta la muerte del dictador en 1.975. La oposición política a un régimen que impedía la autonomía, la libertad y el bienestar a la mayoría de la población, facilitó la convergencia en la lucha de amplios y diversos sectores sociales.

Si conseguimos salir de los lugares comunes y los vicios de la izquierda social, muy parecidos a los de la izquierda institucional pero menos explícitos, podemos convertir una paradoja, cada vez hay mas explotación y menos lucha, en una contradicción social, millones de personas que sufren solas pueden reconocer al enemigo común y avanzar en oleadas contra él.

El papel de las redes sociales juveniles es primordial, en este esfuerzo, para incorporar precisamente al sector sobre el que se abate más intensamente la violencia explotadora y totalitaria del Capitalismo global, la juventud.

Solo en una marea de protesta social se pueden curar muchas de las patologías que padecemos y que esterilizan enormes masas de esfuerzo militante: los grupos portadores de la verdad revelada anarquista, comunista, materialista o postmaterialista, los militantes de ratos libres que se socializan directamente en estructuras de coordinación de movimientos sociales, una nueva burocracia experta en diseñar estrategias sobre la fuerza social de otros, la trampa de aliarse con los custodios de la democracia de mercado que son los mayores enemigos de la democracia, frente a los “violentos”.Solo superando, desde la lucha social, estos problemas, surgirán nuevas generaciones de militantes, con experiencia, valor y capacidad para organizar una fuerza social que defienda la libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos, una convivencia pacífica y una vida mejor para tod@s.

Agustín Moran CAES
Agosto’01

Notas:

1. El proceso de refundación de L.A. A. M. Contra el Poder nº 2, Noviembre’99.(subir)
2. “Menú de la Asamblea del 20 de Febrero de 1999. Manual de Instrucciones”. Comisión Técnica. (subir)
3. “Para la federación de los grupos libertarios y autónomos de Madrid”. Individualidades de Acción Libertaria. (subir)
4. Intervenciones verbales en las Asambleas. (subir)

5. “La Picara Viborilla”. Individualidad del Molo, primavera de 2000. (subir)
6. El Exilio. Toni Negri. Ed. El Viejo Topo (1.998) (subir)
7. “Etica a Nicómaco”. Aristóteles. Ed. Austral. (1.995)(subir)
8. Ibid.(subir)