Programa General

Aprobado en el 3º Congreso de AUCA socialismo libertario 6/4/02 - 7/4/02

 

Preámbulo

Caracterización de la actual etapa y tipo de revolución

Programa Político

Programa Social

Construcción de un Programa Económico de Masas

 

 

 

PREÁMBULO

 

        El siguiente manifiesto representa las posturas ideológicas de nuestro programa, extraídas de nuestra Declaración de Principios y que hacen de soporte base a las distintas propuestas que planteamos en nuestro programa,

 

Sistema Capitalista y Revolución

        El sistema capitalista es una articulación compleja de dos fenómenos interrelacionados e interdependientes que tienen que ver por un lado, con la explotación económica y por otro, con la dominación política, social y cultural.

        La explotación que tiene que ver con la apropiación de los distintos medios de producción por una parte de la sociedad, que se enfrenta a otra parte que debe incondicionalmente reproducir su vida a partir de ofertar el único bien que posee: su fuerza de trabajo.

La dominación social, política y cultural que tiene que ver con el desarrollo de la hegemonía (entendida esta como el momento donde la clase explotadora se transforma a su vez en clase dirigente como dos caras de una misma moneda) que permite construir al capitalismo como producto del desarrollo de la razón y la evolución humana, «naturalizando" un sistema socio-histórico que no es mas que una etapa en el desarrollo de la lucha de clases.

            A su vez logra "universalizar” sus intereses, es decir transformar sus apetencias en las de toda la sociedad.

            El desarrollo, la dinamización y la profundización de la lucha de clases se va encargando de manera paulatina de quitar los velos que impiden ver con claridad la verdadera cara del sistema: una sociedad cuyas clases integrantes poseen intereses contrapuestos, antagónicos.

           La acumulación de ganancias por parte de la burguesía es en el andamiaje de explotación y dominación, su mayor apuesta, su condición de ser. Tal acumulación no tiene un lugar de llegada, un fin, no tiene un nivel de riquezas, ya que al ser una movimiento lógico y sistemático supera voluntades y se transforma en una mecánica imparable, que día a día necesita mayores niveles de ganancia, aún incluso a costa de destrozar elementos del medio ambiente.

Acompañando los pilares antes mencionados se encuentran las fuerzas represivas encargadas de defender el andamiaje ante la profundización de la lucha de clases, arrojándose para sí el uso monopólico de la violencia. También las fuerzas represivas  oficiales,  establecen una lucha ideológica-discursiva, ampliando su dominio hacia el terreno político-militar. La lógica consiste en querer operar en todos los ámbitos que aparezcan como “potables” para establecer ahí sus concepciones.

La acumulación de ganancias encuentra formas distintas, pero su lógica es siempre la misma, más allá de tácticas particulares, la estrategia es una sola. No existe división antagónica entre el capital industrial y el capital financiero especulativo sino que son caras de la misma moneda, son interdependientes, y las distintas pujas que se dan a su interior tienen que ver con establecer porcentajes sobre esa ganancia, pero actuando en bloque ante el enemigo en común. El mismo proceso se encuentra cuando se habla de burguesía nacional y burguesía transnacionalizada.

Estas características del capitalismo impiden una salida hacia una sociedad de nuevo tipo de manera pacífica, con el consentimiento de la burguesía, es por esto que el quiebre anticapitalista adquiere dimensiones de uso de la violencia para poder parir una nueva sociedad. Este momento, se presenta de manera inevitable e importante en el proceso revolucionario, y no es más que el reflejo de la violencia que encierra el andamiaje del capitalismo, violencia que no tiene que ver solo con el uso de elementos de guerra sino con una violencia de dominación cultural.

 

Concepción del Poder y de la Revolución

Los militantes anarquistas organizados en AUCA aspiramos a desarrollar un proyecto revolucionario que aspira a abolir toda contradicción existente en el seno de la sociedad nacional e internacional, ya sea ésta proveniente de un dominio de tipo estatal o político, ya sea ésta viniendo de una relación económica de explotación del hombre por el hombre, lo cual implica hoy desarrollar centralmente una estrategia contra el capitalismo así como otras formas de explotación y dominación que surjan.

A nuestro entender este objetivo conlleva con sí un criterio de amplia participación de masas en el proceso revolucionario, que con sus posibles defectos en lo organizativo, con sus posibles situaciones traumáticas, el proceso revolucionario debe forjarse como condición sine qua non en la más amplia participación en la decisión y en la acción del conjunto de nuestra clase.

Al considerar al capitalismo como un sistema complejo de articulaciones económicas y político-culturales debemos construir una nueva sociedad que dé respuesta en todos esos aspectos. Para esto buscamos una revolución socialista en lo económico, federalista en lo organizativo y libertaria en lo cultural y lo social.

        Socialista porque recrea la relación económica a partir de una apropiación social y colectiva del excedente. Federalista porque permite la más amplia participación en la toma de decisiones, construyendo las definiciones a partir de los núcleos de base libertaria, porque apela al entendimiento y no a la imposición, porque permite  el desarrollo de la libertad individual y colectiva como valor propio de nuestra clase, considerando que la libertad de cada una se funda y continúa en la del otro.

Es decir una revolución que barra con la explotación y la dominación y de paso al desarrollo del conjunto de la clase explotada y dominada, en un nuevo marco social de profundización total de la socialización en lo económico, pero también en la democracia más acérrima y total, en la libre voluntad de la clase, en su entendimiento y ayuda mutua. Las distintas experiencias históricas nos muestran los problemas de llevar adelante este tipo de procesos. Las principales tienen que ver con la concepción del poder y la construcción o toma del mismo. Nos estamos refiriendo a dos concepciones acerca del arribo hacia el mismo objetivo compartido por toda la izquierda revolucionaria. Es decir, deberemos romper con la tradición de la toma del poder en forma clásica: el asalto al mismo, considerándolo como algo meramente político, para dar paso a la construcción del Poder Popular capaz de erguirse sobre las nuevas construcciones profundas en el plano político, económico y social.

Nosotros creemos que la nueva sociedad, con las relaciones sociales que esta implica, nace desde hoy, en el mismo seno del capitalismo. Es decir, consideramos que la clase debe ir protagonizando y experimentando desde hoy en el seno de sus propias organizaciones las formas futuras que en lo económico, en lo político, en lo social y en lo cultural pretende imponer. Estas experiencias, implican ir construyendo desde hoy una forma de Poder Popular (construido en confrontación con el poder dominante) que contemple en si mismo las nuevas relaciones sociales. Este proceso previo de protagonismo democrático de masas es el antídoto que parece más correcto para evitar desvíos en el transcurso de la lucha anticapitalista tales como se dieron en la revolución rusa donde se terminó construyendo una nueva sociedad de clases, transformándose el Partido en el nuevo Estado, aniquilando toda forma de participación popular y construyendo un nuevo andamiaje de explotación y de dominación donde nuevamente el sector mayoritario de la sociedad debió ser furgón de cola en la economía y la política.

El Poder Popular y las formas que este vaya desarrollando, deberán ser en un proceso revolucionario las nuevas formas de relaciones económicas y políticas legitimadas e institucionalizadas formalmente. Esta posición confronta de aquella que concibe el asalto al poder donde nuevamente una minoría se erige como nueva clase dominante, sin una experiencia propia de¡ pueblo anteriormente, forzando un proceso que inevitablemente termina construyendo una nueva sociedad de clases.

La experiencia histórica muestra hoy más que nunca, que los procesos revolucionarios M tipo al que aspiramos no surgen por el recrudecimiento de la explotación y/o el cansancio de la dominación sino que avanzan en tanto profundización de las experiencias de participación colectiva desde abajo: en la fábrica, en el barrio, en la calle. Hoy más que nunca queda claro, que la revolución avanza en tanto profundización de lo que de contenido participativo y democrática tengan las experiencias populares. Y esto sirve como lección tanto como para el desarrollo actual de la revolución así como para el desarrollo una vez consolidada como poder por sobre las fuerzas de la reacción. Así también que estas experiencias de  Poder Popular para poder llegar a ser el poder oficial deben ir dando respuestas en todas las facetas de la vida social, ya que precisamente para se poder se requiere no solo poseer un medio de producción sino contener en una nueva relación social a lo cultural, lo social, lo educativo, y todos los problemas que hacen a la vida social.

 

El movimiento de masas, la organización política y el brazo armado

Las tareas que hacen al tipo de revolución plateada supone replantear la relación entre estos tres actores. Al efecto de conquistar los objetivos propuestos consideramos que la organización política no es la luz que ilumina al pueblo ni nada por el estilo, sino en todo caso la instancia que globaliza el proceso, que le da un direccionamiento determinado pero no desde arriba, desde un pedestal, sino compartiendo con el movimiento de masas cada experiencia organizativa y de lucha. Aprendiendo de esas experiencias, potenciándolas, trasmitiéndolas y propagandizándolas, pero nunca adjudicándose para sí tal proceso.

El movimiento de masas solo superará su carácter inicialmente reivindicativo, de lucha económica, en tanto pueda de manera autónoma pensar y analizar sus luchas parciales, aprendiendo de derrotas y errores. Así también con el plano de la lucha violenta, no podemos pensar autonomía a este nivel, debemos considerar lo importante de la participación y el consenso popular para este tipo de luchas. Reconociendo el nivel de especificidad y de acción tabicada que esto supone, no puede transformarse esta necesidad técnica en metodología política, sino que por el contrario estas acciones deben ser asumidas colectivamente, ubicadas en su contexto y en su momento justo.

En todo caso lo que lo tratamos de especificar es que al pueblo no se lo representa ni a través de los votos, ni a través de los grandes programas, ni a través de las armas.

El proceso revolucionario, nos debe encontrar con una correcta utilización y conjugación de estos tres actores, evitando deformaciones militaristas, evitando que el Partido suplante al movimiento de masas, como así también buscando desarrollar y potenciar todos las experiencias del movimiento de masas que apunten a desarrollar el tipo de Poder Popular planteado. La descripción de la relación entre estos tres organismos será ampliada en el punto 3: “Tipo de País y modelo de Revolución”.

 

Desde hoy, organización, capacitación y programa

El anarquismo ha sufrido históricamente algunas deficiencias que le imposibilitaron desarrollar al máximo sus potencialidades, particularmente en no contemplar un programa concreto que supiera insertar las soluciones que el movimiento de masas buscaba ( experiencia de la FORA) así como contemplar de manera exhaustiva el problema del poder (guerra civil española de 1933 a 1936)

Desde nuestra posición, como anarquistas organizados, y lejos de considerar que existe una verdad revelada, o un camino fijo y recto a la victoria, buscamos realizar una trabajo organizado, que contemple la permanente capacitación de nuestros militantes, así como la elaboración y actualización de programas que puedan fijar nuestras expresiones de deseos, nuestros principios, en un terreno de probabilidad y materialidad. Esto se logra con un trabajo militante en lo que tiene que ver con la voluntad, y con un direccionamiento concreto  de nuestras acciones.

La pelea que se nos presenta es por sí compleja y difícil, aspiramos a concretar un cambio capitalista con todos los condimentos antes descriptos, lo cual nos hace plantear toda una tarea sin caer en los clásicos vicios existentes de la política de derecha a izquierda.

Con la humildad que nos ha caracterizado pero con la fuerza que nos da haber realizado ya una parte del camino, pequeña sí, pero una parte al fin, buscaremos continuar seguir dando pelea y sacrificio en pos de nuestro objetivo, ya que como finalmente dijo el compañero Durruti "haremos un mundo nuevo porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones".

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CARACTERIZACIÓN DE LA ACTUAL ETAPA Y TIPO DE REVOLUCIÓN

Introducción

 En este 3º Congreso, nuestra organización política anarquista ha definido una serie de categorías de análisis para esta etapa en relación a la composición de la burguesía en general y el tipo que país en el cual estamos insertos. Nuestra estrategia general, junto con nuestros principios libertarios alimentan la construcción de estas herramientas de análisis en pos de comprender de manera más acabada las características de nuestro enemigo, los actores sociales que juegan en el escenario político que deberemos transformar, y las características del modelo revolucionario a aplicar.

En vistas a trabajar en el desarrollo de nuestros frentes de masas y de la corriente estudiantil que nos permitan llevar adelante los postulados del programa, es donde vamos insertando la organización o en aquellos que tengan importancia estratégica y en donde podamos garantizar que no se desborde. En los frentes de masas y en la propaganda de la organización es fundamental trabajar en base a la línea y a las consignas del frente de oprimidos, del poder popular democrático y del gobierno de los de abajo.

Seguimos sosteniendo que es imprescindible generar una cultura de la unidad que permita ir construyendo pequeños embriones del Frente de Clases Oprimidas (en adelante FCO). La construcción de esta herramienta táctica, pareciera ser la tarea que nos supone mayor esfuerzo. Debemos luchar contra las tendencias de división permanente que vienen sobre todo de tendencias "ultraizquierdistas" así como contra la defensa de la isla propia. La unidad real de la clase será un paso de vital importancia en esta etapa, nuestra práctica debe tender a garantizarla en los lugares en donde estemos.

Es por eso que es de nuestra obligación impulsar programas claros, contundentes y de puntos básicos para que las luchas triunfen. En esta etapa, parece ser claro, además de lo estrictamente reivindicativo, reforzar todo lo que tenga que ver con un contenido anti-imperialista, de poder popular, gobierno de los de abajo, nuevas formas de decisión y representación democrática. También se hace necesario proponer una orientación de mediano plazo; es decir, sin despreciar las luchas puntuales buscar contenerlas y enmarcarlas en una lucha de mediano plazo con los de arriba, y que tiene que ver final y necesariamente con el poder.

En vistas a impulsar la construcción del FCO, como iniciativa principal en nuestra lucha por el poder para llegar a la liberación y construir el socialismo y la libertad, hemos impulsado este documento que cuenta con elementos que caracterizan a la actual etapa social, buscando impulsar un modelo revolucionario que contenga los principios libertarios adoptados en el nacimiento de nuestra organización política.   

 

TIPO DE PAÍS

        Nuestra organización política y de masas están insertadas en la república Argentina, región sur de Latinoamérica. Actualmente, nuestro país está siendo oprimido y saqueado por el imperialismo. En la disputa hegemónica por el control total de esta última categoría capitalista, intervienen dos bloques: el estadounidense, con el patrón dólar dominando prácticamente en todos los mercados y en el comercio exterior, y la Unión Europea, que a pesar de tener al Euro como moneda unificada, compite fuertemente en una segunda posición.

        Nuestro país es una región emergente con un desarrollo desigual y combinado: conviven áreas de punta con zonas subdesarrolladas. Actualmente nos encontramos bajo la disputa de los dos bloques anteriormente mencionados. Las clases dominantes (la Gran Burguesía Pro- imperialista y la Burguesía Nacional) no quisieron desarrollar, en base a una economía de exportaciones de materias primas en su momento, la consolidación de un mercado interno capaz de ampliarse como opción real para forjar las tácticas de una estrategia general en el comercio exterior. A pesar de que el desarrollo industrial ha llegado tardíamente, los distintos gobiernos de turno no han podido solucionar la puesta en marcha de un país integrado en la disputa de su autonomía respecto de las potencias mundiales, ni han encontrado la solución para complementar la política exterior con la unificación de una política social en los andamiajes internos.

El problema de fondo es la lucha por los intereses de clase: las clases dominantes históricamente han hablado dos idiomas: el castellano y el inglés. Las clases dominantes son tal en relación al resto de la población, pero también son dominadas a nivel mundial por los organismos internacionales como el FMI, BM, OMC, etc, que le exigen actualmente el pago de las deudas que ha contraído. Han sido punta de lanza dl imperialismo y su dominación en nuestro país. El costo político que ha generado es altísimo: la acumulación que ha generado es causa de que hoy, suframos la dominación imperialista.   

Nuestro país está centralizado económica y políticamente en Buenos Aires, es decir tenemos una nación unificada a través de un centralismo económico, obstaculizando el carácter federalista burgués[1], por provincias relacionadas económica y políticamente entre sí. Tener todo el poder concentrado en una sola provincia era sinónimo del tipo de concentración que como clases imponían al resto del país. Otro hecho que las clases dominantes históricamente no se han interesado en construir, ya que no era conveniente para sus propios intereses estratégicos. Este conjunto de características eran facilitada también por las características económicas particulares de cada región o provincia, en detrimento de Buenos Aires que poseía salida al mar.

  El mundo actual esta sujeto principalmente a 3 contradicciones. A. La contradicción existente entre los países y bloques imperialistas, caracterizada por fuertes enfrentamientos en el campo económico y político, y en in-cremento en el plano militar; B. La contradicción existente entre los países y bloques imperialistas, y los países explotados económicamente y dominados política cultural y socialmente en distintos grados, de acuerdo a sus procesos históricos; C. La contradicción existente entre las Clases Dominantes y las Clases Oprimidas. Tanto a nivel mundial como al interior de los países.

Estas tres contradicciones son las que determinan el desarrollo económico, político, social y militar en todo el mundo. Los procesos sociales, políticos, y económicos que se establecen en el capitalismo son múltiples. Traen consigo varias contradicciones internas, algunas principales (A y B) y otra fundamental (C). Las principales se manifiestan en un momento dado, y se entrecruzan permanentemente. En cambio C es inherente al sistema capitalista. Por eso la denominamos contradicción fundamental. Y a pesar de que C también posea las características para ser principal, A y B, para nosotros nunca pueden ser fundamentales, ya que no hacen necesariamente a la diferenciación entre capital-trabajo. Los países y bloques imperialistas son, principalmente los Estados Unidos, seguido por la Unión Europea, Japón, China, y Rusia. Estos países se disputan de forma eco-nómica, política y militar el control del mundo y de los mercados de consumo mundial. Según el continente y las zonas mundiales oprimidas de la periferia que enfoquemos, podremos encontrar a distintos países disputando la hegemonía imperial. Por ejemplo, en América Latina, la disputa central se da entre los Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que en Europa Oriental, la disputa central es entre Rusia y la Unión Europea. En el Sudeste Asiático la disputa es entre EEUU-Japón-China.           

Si tomamos parte de nuestra historia de liberación nacional, de movimiento por la independencia de España, vemos que la segunda contradicción principal sigue sin resolverse (más allá que la primera tampoco está resuelta), a pesar de ser una país con una fuerte tradición obrera, y con un gran capital cultural de las masas.

 

BOSQUEJO DE MODELO REVOLUCIONARIO

       La tradición anarquista nos ha legado una gran herencia respecto al profundo carácter humanista, solidario, transformador y liberador de la revolución, a la vez que un profundo rechazo por el socialismo autoritario, impuesto desde arriba o construido sobre la imposición a las masas de una manera de vivir, de pensar y de actuar.

Un legado que hoy nos permite avanzar a pasos firmes, que luego de 150 años de luchas obreras y populares ubican al anarquismo en el eje central en la lucha por el socialismo.

Sin embargo, como en todo proyecto, hay baches que no han podido ser cubiertos. Estos, son principalmente dos, y no precisamente de poca trascendencia. Por un lado debemos señalar la falta de referencias programáticas claras sobre el período de transición en las sociedades capitalistas modernas, y por otro el carácter obligadamente nacional de un proceso revolucionario en los países oprimidos[2].

En este programa abordaremos esta temática sabiendo que estas definiciones son fundamentales para el desarrollo del movimiento libertario en nuestro país y que es nuestra responsabilidad histórica la de resolver esta carencia.

Las características centrales de nuestro país determinan el carácter de nuestra revolución. Una revolución de carácter nacional y social como base de la construcción del socialismo.

Una revolución forjada en una amplia alianza de clases oprimidas, bajo la dirección del FCO, dirigida y coordinada por la clase trabajadora, que corte el yugo de la opresión imperialista y sus lazos de opresión local y que abra el camino hacia el socialismo y la libertad.

 

Sobre el carácter nacional de nuestra revolución

Sostenemos y afirmamos que la revolución socialista es un proyecto de carácter internacionalista, y que el socialismo no puede desarrollarse en sus máximas capacidades en un solo país, ya que la defensa de este frente a los países imperialistas hace imposible el desarrollo de la plena libertad social e individual.

De ser necesario, las potencias imperialistas volcarán TODOS sus esfuerzos económicos, políticos y militares, a destruir nuestra incipiente liberación, por lo que nos veremos obligados a un desarrollo desequilibrado de nuestra sociedad, debiendo responder con la misma fuerza a los ataques del enemigo.

La revolución no es un proyecto que pueda agotarse en un solo país o región, ya que su motor, la lucha de clases tiene un carácter mundial y no nacional, y mientras en el mundo entero, exista un solo país donde la burguesía oprima a nuestros compañeros de clase, la revolución no ha sido culminada.

Los trabajadores argentinos, solo somos una pequeña parte de la masa trabajadora mundial, explotada y oprimida al igual que nosotros. Muy bien lo sabía el movimiento obrero de principios del siglo XX, demostrando un alto grado de conciencia internacionalista y socialista dieron el nombre de Regional a la Federación Obrera Argentina, constituyendo la gloriosa FORA.

Pero, nuestro internacionalismo, no implica como ciertos sectores del anarquismo quieren hacernos creer, el desprecio por nuestro país, por nuestra tierra y nuestras costumbres.

Más aun, no comprender el profundo arraigo de nuestro pueblo, el profundo amor que las masas sienten por nuestra patria, es no entender el fuerte carácter antiimperialista que ha forjado nuestra historia, en un país que ha sido disputado por las potencias coloniales e imperialistas desde antes de su nacimiento.

        Bakunin decía: El Estado no es la patria; es la abstracción, la ficción metafísica, mística política y jurídica de la patria. La gente sencilla de todos los países ama profundamente a su patria, pero este es un amor natural y real. El patriotismo de un pueblo es un hecho, pero el patriotismo político, el amor al Estado, es una expresión distorsionada, siempre en beneficio de una minoría explotadora. (...) Una patria representa el derecho incuestionable y sagrado de cada hombre, de cada grupo humano, asociación, comuna, región y nación a vivir sentir y pensar y actuar a su propio modo; y esta manera de vivir y de sentir es siempre el resultado indiscutible de un desarrollo histórico (...)

        Cada Nación, grande o pequeña, tiene el indiscutible derecho a ser ella misma, a vivir de acuerdo con su propia naturaleza. Este derecho es simplemente el corolario del principio general de libertad”.[i]

Este es el derecho que las potencias imperialistas nos han negado a lo largo de nuestra historia, oprimiéndonos desde el nacimiento mismo de nuestro país saqueando nuestras riquezas, explotando y masacrando a las comunidades y pueblos originarios, apropiándose de cientos de miles de hectáreas de campo y miles de industrias y comercios.

 

Sometiéndonos al pago de una deuda externa ilegítima y fraudulenta, a costa de miles de muertes por año como producto de enfermedades y padecimientos fácilmente evitables con los recursos necesarios.

Esta expoliación que no solo sufre nuestro país, sino todos los países explotados económicamente y dominados política cultural y socialmente, no hace más que ahondar en las masas el profundo odio hacia los imperialistas, principalmente hacia los EEUU. Prueba de ello, fueron las manifestaciones del 19 y 20 de diciembre, con interminables ataques a los Mac Donald´s y Bancos Internacionales, etc. 

El carácter nacional de nuestra revolución se expresa netamente en los marcos anti-imperialistas. El nacionalismo es utilizado por el Estado para desviar el eje central (anti-imperialista), haciendo que se consoliden y florezcan los sentimientos xenófobos para con nuestros hermanos latinoamericanos.  

 

Sobre el carácter social de nuestra revolución

Las principales tareas que deberemos garantizar a nivel social será salud, vivienda y educación. Sobre estos pilares reposará nuestro carácter social de la revolución. Dicho carácter se basa en la resolución de la contradicción Capital – Trabajo, la cual establece un empleador y un empleado a quien se le sustrae parte de la ganancia que produce para mantener las condiciones sociales de desigualdad, favoreciendo al primero en la escala de producción. Es decir, el patrón se queda con parte del salario de los trabajadores para su provecho. El carácter social de nuestra revolución radica en resolver esta cuestión, como base social para la construcción del socialismo y la libertad.  

Nuestro proyecto pretende la transformación de la sociedad capitalista burguesa presente, en una sociedad que asegure a los trabajadores el producto de su trabajo, su libertad, independencia, y la igualdad política y social. Esta otra sociedad, que se empieza a construir desde hoy, será una realidad en la cual la solidaridad social y la individualidad libre encuentren su expresión plena, y en el cual éstas dos ideas se desarrollen en perfecta armonía. Deberemos focalizar la cuestión social como eje central de nuestra revolución. En donde la puesta en práctica de nuestros principios sea condición sinequanon para desarrollar las actividades que hacen al desarrollo de un país.

La discusión sobre el rol de la mujer como actor social se verá reflejado con mucha fuerza. Históricamente la participación de la mujer ha desempeñado un papel importantísimo, ya que en mayor medida ha tenido que pasar de las tareas hogareñas (producto de la cultura capitalista) a tomar las riendas y dirigir gran parte de los procesos revolucionarios, para consolidarse en un actor social decisivo a la hora de impulsar transformaciones sociales.   

La construcción de un país para afianzar el socialismo deberá apoyarse estratégicamente en los modos en que se desenvuelva (antes y después de la revolución) el poder en manos del gran FCO (Frente de Clases Oprimidas), donde la sana disputa en los cimientos sociales garantice el normal funcionamiento de las contradicciones ideológicas que se generen -un ejemplo de ello, será la aparición de lo que llamamos las contradicciones secundarias: de género, de cultura, etc.

Es ahí donde los postulados libertarios deberán ejercer mayor presión. 

        Las características principales que deberemos mencionar se hacen eco de lo que ya Malatesta y Bakunin anunciaban tiempo atrás: “(...) o piensan los trabajadores en la transformación social por sí mismos y lo hacen de inmediato, a medida que van destruyendo la vieja organización, y tendremos una sociedad más humana, más justa, más abierta a los progresos futuros: o pensarán los “dirigentes” y tendremos un nuevo gobierno, que hará lo que siempre hicieron los gobiernos, es decir, hará pagar a la masa los escasos y malos servicios que presta, quitándole la libertad y dejándola explotar por parásitos y privilegiados de todas clases”.

 

Como base para la construcción del socialismo libertario

 Nuestro proyecto de ruptura pretende terminar con toda explotación y violencia, sea ésta contra individuos o contra las masas del pueblo. Para este fin, es necesario establecer las bases sociales y económicas que una a todos los componentes de la comunidad, asegurándole a cada individuo un lugar igual entre sus semejantes, y permitiendo a cada cual el máximo de bienestar. Esta base es la propiedad común de todos los medios y los instrumentos de la producción (industria, transporte, tierra, materias primas, etc.) y la construcción de una organización económica sobre los principios de la igualdad y de la autogestión por la clase obrera.  

Es desde éste principio de la igualdad, así como del principio de que el valor del trabajo de un individuo no puede ser estimado o medido, que el principio económico, jurídico y social fundamental del socialismo libertario establece: "De cada cual según sus capacidades, a cada cual conforme a sus necesidades". Principio que actual e históricamente tomamos.

Frente a que las masas se expresan profundamente en los movimientos sociales en términos de las tendencias políticas en pugna, los principios y tendencias libertarias, deben permanecer unidos, coordinados, y consecuentemente llevar a la organización del poder conductor de las ideas en la base social, a buen puerto: hacia la construcción del socialismo libertario. Los deberes prácticos y teóricos de ésta apreciación, son considerables a la hora de la revolución.

Es por eso que la organización política anarquista, inserta y direccionando un organismo de masas, a su vez dentro del FCO, debe manifestar su iniciativa y desplegar una total participación en todos los dominios de la Revolución Social: en la orientación y carácter general de la revolución; en la insurrección popular, y en la defensa de la revolución; en las tareas positivas de la revolución, en la nueva producción, consumo, la cuestión agraria, etc.

En todas estas cuestiones, y en muchas otras, las masas demandarán una clara y precisa respuesta por parte de los anarquistas. Y desde el momento en que declaramos una concepción de la revolución y de la estructura de la sociedad, estamos obligados a dar a éstas cuestiones una clara respuesta, para relacionar la solución de estos problemas con la concepción general del socialismo libertario, y para avocar todas sus fuerzas para la realización de éste.

Por lo expresado en los dos últimos puntos, deberemos ser conscientes que en esta actual etapa, la construcción hacia el socialismo requiere del entendimiento de los modos con que opera la contradicción fundamental, la puja de las contradicciones principales en nuestra región, y de las precipitaciones políticas que hacen posible comenzar a esbozar una salida popular y anti-imperialista.

        Decíamos que el carácter nacional de nuestra revolución es netamente anti-imperialista. También decíamos que el carácter social de nuestra revolución es la resolución de la contradicción capital – trabajo. Dichas características no terminan en la búsqueda y construcción de la salida popular anti-imperialista, sino que constituyen la base para la consolidación del socialismo y la libertad.

           

Tareas para organizar el Gobierno de los de Abajo

        Nosotros, los anarquistas organizados en AUCA deberemos luchar por una sociedad descentralizada, basada en la libre asociación. Consideramos esta forma de sociedad la mejor para llevar al máximo los valores que hemos delineado anteriormente en nuestra declaración de principios, la libertad, la igualdad, la solidaridad. Sólo por medio de una descentralización racional del poder, estructuralmente y territorialmente, puede fomentarse la libertad colectiva e individual. La delegación de poderes en manos de una minoría es una negación de la libertad y la dignidad. Antes de quitar la gestión de los asuntos del pueblo de las manos de los que nos gobiernan, deberemos favorecer, de acuerdo con lo planificado dentro de nuestra estrategia general de lucha, a las diversas organizaciones que minimizan la autoridad, manteniendo el poder en la base, en manos de aquellos afectados por las decisiones alcanzadas por los de arriba.

La libre asociación es la piedra angular del socialismo libertario. Los individuos deben de ser libres para unirse según ellos crean conveniente, ya que esta es la base de la libertad y la dignidad humana. Sin embargo, tales convenios libres deben de basarse en la descentralización del poder; de otro modo ello será una farsa (como en el capitalismo), ya que sólo la igualdad otorga el contexto social necesario para el desarrollo y crecimiento de la libertad. Por lo tanto deberemos apoyar a los colectivos o movimientos directamente democráticos, basados en "una persona un voto". 

En otras palabras, los colectivos o movimientos tienen que ser regidos por asambleas en masa de todos sus miembros, con los asuntos administrativos gestionados por comités o comisiones elegidos para el caso. Estos comités comunales estarían formados por delegados temporales revocables que ejecutarían sus labores bajo el tutelaje de la asamblea que los eligió. Si los delegados actúan en contra de su mandato o tratan de extender su influencia o labor mas allá de lo decidido por la asamblea (por ejemplo. si empiezan a tomar decisiones políticas no discutidas en la base), podrán ser instantáneamente revocados y sus decisiones abolidas. De este modo, la organización permanece en manos de la unión de organizaciones que la formó.

Estas formas organizativas igualitarias, a su vez deben asociarse libremente en confederaciones o federaciones. Tales organismos funcionarían de abajo arriba, las decisiones fluyendo desde las asambleas elementales hacia arriba. Las federaciones serian gestionadas de manera similar a los colectivos. Regularmente habrían conferencias locales regionales y nacionales  (también internacionales) en las que todos los asuntos importantes y los problemas que afectan al pueblo serían discutidos. Además, los principios fundamentales y las ideas de la sociedad serían debatidas y las decisiones políticas serían hechas, puestas en vigor, revisadas y coordinadas.

Se formarían comités de acción, si se necesitasen, para coordinar y administrar las decisiones de las asambleas y sus congresos, bajo estricto control desde abajo según hemos planteado antes. Más importante aún, las asambleas barriales o comunales básicas pueden anular cualquier decisión alcanzada por las confederaciones y salirse de una confederación, si ven en ella una contradicción en el desarrollo hacia y en el socialismo. Además, pueden convocar conferencias confederales para discutir nuevos asuntos y para informar a los comités de acción acerca de nuevos deseos y para instruirlos sobre que hacer con respecto a nuevos requerimientos e ideas.

Organizados de esta manera, las autoridades burguesas políticas, económicas y sociales son abolidas, ya que el pueblo en la base de la organización mantiene el control, y sus delegados solo obedecen a esa autoridad colectiva. Solamente esta forma de organización puede reemplazar al gobierno (la iniciativa y el potenciamiento de unos pocos) con la anarquía o el socialismo libertario (la iniciativa y el potenciamiento de todos). Esta forma de organización existiría en todas las actividades que requieren trabajo de grupo y la coordinación de mucha gente. Sería, como dijo Bakunin, el medio "para integrar individuos dentro de estructuras que ellos podrían comprender y controlar".

LAS FUERZAS CONTRARREVOLUCIONARIAS

El imperialismo

       Los países imperialistas, EEUU, UE, China, Rusia y Japón, se han repartido el planeta para ejercer el dominio imperial en las bastas zonas del tercer mundo. Desde el corazón del África negra, los desintegrados estados formados luego del estallido de la URSS, medio oriente, el sudeste asiático, hasta nuestra América Latina (con excepción de Cuba) están siendo saqueados por las potencias imperiales. Producto de ello, millones de seres humanos sufren diariamente las consecuencias de los voraces intereses de los centros del poder mundial, que nos someten a guerras interimperialistas por el control de zonas estratégicas (como en Irak o en Chechenia), a terribles hambrunas en las mismas zonas donde se producen millones de toneladas de alimento, a un desarrollo atrofiado de las economías nacionales, y a guerras civiles, a pagar los platos rotos de la contaminación que ellos mismos generan (como el caso de los “basurales nucleares” en los países de África”).

Nuestro continente, y nuestro país en particular ha sido históricamente sometido por alguna potencia imperial, y los gobiernos nacionales nunca han pasado de una “precoz” resistencia a ello, como durante la presidencia de Irigoyen o Juan Perón. En el otro extremo podemos citar a La dictadura militar del 76 o al mismo Menem o De La Rua.

Nuestro país, una vez superada la etapa del colonialismo español, fue hegemonizado por los sectores pro ingleses, que a partir de los años ´50 debieron dejar su lugar a los yanquis.

Pero la hegemonía yanqui está permanentemente desafiada por los sectores proeuropeos, que han logrado quebrar el alineamiento automático del período menemista, y han abierto una brecha por donde se han metido, introduciendo una fuerte disputa con Washington. De tal magnitud ha sido la estrategia Europea que han logrado instalar un gobierno como el de Duhalde.

Los yanquis y los europeos son las fuerzas principales que están saqueando nuestro país y nuestro futuro. Son el principal obstáculo para avanzar en nuestro camino revolucionario. Por eso, debemos apuntar todos los cañones, en una lucha sin tregua y sin reparos, con todos los medios a nuestro alcance para echarlos, y someter a sus aliados nacionales.  

 

La Gran Burguesía Pro-Imperialista

        La Gran Burguesía Pro- imperialista es el sector que representan los intereses del imperialismo (a nivel político y económico) por más que su origen sea nacional. Surge como producto de la fusión de los intereses bancarios, industriales y agrarios. Son los socios nacionales de los capitales imperialistas. Una de sus principales características es que siempre promueve la alianza de clases como método técnico – político para consolidarse y perpetuarse en el poder, además de poseer los medios económicos (la mayor parte de lo que produce el país) concentrados en sus propias manos.

Son los sectores más crueles de nuestro país, porque a diferencia de los capitales imperialistas, ellos están sometiendo y destruyendo a su propia gente. Son los que habiendo nacido en la misma cuadra, pueden dejar sin trabajo a todos sus vecinos. No tienen ningún tipo de interés nacional ni social, su único interés es el de acumular la mayor cantidad de riquezas en el menor tiempo posible sin importar cuantos compatriotas mueran en dicho proceso.

Es aun peor el hecho de que sin su intervención, los capitales imperiales no podrían hacer tierra y desarrollarse. Es fundamental denunciar siempre que se quiera encasillara estos sectores como “burguesía nacional”, para lavarles la cara y posicionarlos como los propulsores del movimiento del país. Son los propulsores “nacionales” del hundimiento del país, como Macri, Pérez Companc, Amalita Fortabat, los Blaquier, Pescarmona, Soldati, Rocca, Roggio, Bulgheroni, etc.

Contra ellos, la lucha debe darse en las mismas condiciones que contra el imperialismo, sin tregua, sin medias tintas, y con todos los elementos a nuestro alcance para someterlos y destruirlos.

 
El caso de la Burguesía Nacional

        El caso de la burguesía nacional es sumamente complejo, ya que objetivamente tiene una doble condición: es oprimida por el imperialismo y la Gran Burguesía Pro- imperialista y a su vez oprime a los trabajadores y el pueblo.

Esta situación la ubica en permanente contradicción, ya que para liberarse de la opresión de las fuerzas imperialistas, necesita aliarse con el pueblo, sector al que indefectiblemente debe explotar para su propia reproducción.

La Burguesía Nacional, a diferencia de la Gran Burguesía Pro-imperialista, si tiene intereses nacionales y sociales. Intereses en el desarrollo de un país pujante, independiente y soberano, con un mercado interno fuerte y un pueblo con las necesidades básicas cubiertas, condición base para su desarrollo sustentable.

Desarrollo sustentable que le permita seguir desarrollando sus intereses de clase, explotando a la clase trabajadora. Por esta simple condición la burguesía nacional se opondrá rotundamente a cambios de tipo revolucionarios con perspectivas socialistas. Igualmente la Burguesía Nacional no es un bloque homogéneo, una minoría concentrada acumula las riquezas, pero dentro de ella también existen intereses contrapuestos. Existen sectores que apoyan la estrategia de la UE, con Duhalde a la cabeza, mientras otros sólo cumplen los mandatos de los organismos imperialistas internacionales tales como el FMI, BID, BM.     

 

LA ACUMULACIÓN DE FUERZAS REVOLUCIONARIAS

Las fuerzas revolucionarias y el difícil camino de la unidad

        Como señalamos anteriormente, hoy nuestra organización no es la única dentro de las organizaciones populares que pugnan por un cambio revolucionario y seguramente en un futuro tampoco lo sea. Los ejemplos históricos nos han demostrado que en los distintos procesos revolucionarios a lo largo de la historia han confluido distintas expresiones políticas de la clase trabajadora y el pueblo.

        Muchas veces estas diferencias no han sido debidamente comprendidas por las distintas fracciones en pugna por la conducción del proceso revolucionario. Esta falta de comprensión ha llevado muchas veces a sórdidos enfrentamientos, que incluso han concluido con enfrentamientos armados y miles de muertos, como en el caso de la Revolución Rusa, donde se aplastó sangrientamente a los socialistas libertarios que pugnaban por una dirección diferente del proceso. También sucedió en España, donde la CNT (de orientación anarquista) y el POUM (de orientación trotkysta) debieron enfrentar por las armas al PC (Stalinista) para defender posiciones de la revolución.

        Ya en la segunda mitad del siglo, en Vietnam y en África central los comunistas pro Chinos y los pro Soviéticos se enfrentaron en reiteradas oportunidades.

        Dentro de los esfuerzos revolucionarios, debe contarse el de entender y comprender que el modelo de Partido Único de la Revolución está agotado, ha demostrado su falta de flexibilidad frente a las distintas expresiones políticas de nuestra clase.

        Como anarquistas, creemos que nuestra propuesta encarna los verdaderos intereses del proletariado, y es la anarquía el fin último de las aspiraciones humanas, pero somos concientes de que lo mismo creen los compañeros de otras organizaciones respecto de su ideología.

        Con esto no estamos despreciando la necesidad imperiosa de la unidad de las fuerzas revolucionarias bajo un proyecto estratégico, sino que creemos que el organismo máximo de acumulación de poder popular es el Frente de Clases Oprimidas donde confluirán las expresiones sindicales, sociales y políticas que en general, pugnan por un cambio revolucionario.

        Es allí, en el seno del FCO donde debe darse una sana lucha de tendencias y posiciones políticas, buscando que la conducción del FCO sea representativa de la correlación de fuerzas existente en la base. El FCO NO debe transformarse en una lucha de aparatos. 

Nuestra Organización:

        Para llevar adelante nuestro proyecto revolucionario, los anarquistas hemos construido, y seguimos construyendo nuestra Organización Política: Auca –socialismo libertario-.

        La organización política anarquista no es un fin en si mismo, inserta en la lucha de la clase oprimida, es un medio para generar un proceso de ruptura acorde a nuestra estrategia general. AUCA pretende ser una expresión política de los intereses de la clase oprimida. Sabemos que esto no se hace de un día para el otro, sino que es un largo camino en el cual la organización política, a partir del trabajo junto con la clase, aprendiendo, influenciándose mutuamente por sus expresiones de lucha y también participando, impulsando, y organizando estas, se ira constituyendo como referente político de lucha y de causa. Pretendemos ir desarrollando las fuerzas de nuestro pueblo, por eso creemos que las luchas populares se deben ir “autonomizando” de las fuerzas y expresiones que se insertan o reproducen al sistema, autonomía activa en el enfrentamiento con los de arriba, en la búsqueda de poder local y global,  forjando nuestro propio destino. Esta autonomía se da a partir de un proceso de aprendizaje y confianza en las fuerzas propias del pueblo.  Creemos que el socialismo se construye desde ahora; luchamos por una sociedad organizada desde abajo hacia arriba, desde los órganos e instituciones del poder popular.

        Nuestro método es el método de las tres patas, es decir la construcción de la organización política de los militantes anarquistas, la organización política de masas y la pata militar.

        Estas son las tres patas, donde una es, mejor expresado, la cabeza.

        Es así que la organización política direcciona y orienta al frente de masas y dirige la pata militar. A simple vista no se ven grandes diferencias entre direccionar y dirigir, pero este concepto encierra una concepción mucho más profunda. Direccionar implica dar un lineamiento, llevar adelante una posición que debe ser discutida democráticamente por la organización de masas. Es allí donde podremos demostrar cuan firme es nuestra teoría y cual es nuestra capacidad para que para que el frente de masas adopte nuestra posición.

   Por otro lado, dirigir, es como lo indica el termino, un proceso lineal, donde la Organización decide por la pata militar, sus objetivos, su desarrollo y su práctica. La pata militar no tiene autonomía política, sino meramente técnica.

EL FRENTE DE LOS OPRIMIDOS: LA HERRAMIENTA ESTRATÉGICA La composición del FCO y las alianzas tácticas y estratégicas

     “Obtener la victoria sobre un adversario más poderoso únicamente es posible poniendo en tensión todas las fuerzas y utilizando obligatoriamente con solicitud, minuciosa prudencia y habilidad, la menor “grieta” entre los enemigos, toda contradicción de intereses entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos y diferentes categorías burguesas en el interior de cada país; hay que aprovechar igualmente las menores posibilidades de obtener un aliado de masas, aunque sea temporal, vacilante, inestable, poco seguro”[ii].

      La columna vertebral del Frente de Clases Oprimidas se basa en la alianza obrera campesina, (estratégica) donde la fuerza mayoritaria y dirigente es el proletariado.

        Dentro del proceso de desindustrialización se debe ubicar nuestro análisis sobre de la clase trabajadora, unos 13 millones de argentinos en edad de trabajar, 3 millones son desocupados y 10 millones están ocupados, de los cuales otros 4 millones son sub-ocupados. De estos 13 millones de trabajadores, la inmensa mayoría, unos 12 millones son urbanos, y un millón rurales. De los 12 millones de trabajadores urbanos, la cantidad de obreros industriales ha disminuido sensiblemente en la última década de reformas neoliberales, quedando en minoría respecto de los trabajadores de servicios, empleados de comercios, bancos, sectores informales de la economía, etc.

        A lo largo de la historia, nuestra clase ha sabido dar excepcionales batallas, luchas que quedaran en la memoria colectiva de todos los trabajadores de nuestro país por cientos de años, pero aun no ha podido constituirse como dirigente del proceso revolucionario.

        En estos últimos 5 años, los desocupados se han transformado en el ala más dinámica del proletariado, protagonizando el centro de la escena política de nuestro país, con las puebladas y los cortes de ruta, llegando a paralizar parcialmente el país con las históricas jornadas de 24, 48 y 72 hs (2001), convocadas por la Asamblea de La Matanza, pero protagonizada por cientos de organizaciones a lo largo y ancho del país.

        Los desocupados y los sectores más pauperizados de nuestra clase, empujados por el hambre han sido los detonantes de estas luchas, han estado en la primera fila del campo de batalla, han sido los detonantes de la gran pueblada nacional que sacudió al país entre el 17 y el 20 de diciembre de 2001, pero ha quedado al descubierto la incapacidad, por si solo, de constituirse como fuerza dirigente del proletariado.

        Por el contrario, los obreros industriales, de la construcción, trabajadores estatales, transporte, minería, educación, etc no han tenido el protagonismo de otros tiempos.  La nueva organización del trabajo post-fordista, encarada con tremenda brutalidad ha diezmado la capacidad de respuesta y resistencia. Ha reducido drásticamente el número, les ha impuesto la flexibilización y ha aumentado el nivel de explotación.

        En este contexto, el proletariado industrial ha retrocedido significativamente como actor político, pero en su seno, por su ubicación en el proceso de producción, su disciplina y conciencia de clase, se encuentra la potencialidad para armarse como fuerza dirigente del proletariado todo, y por ende de la alianza de clases que constituirá el Frente de los Oprimidos.

          El principal aliado táctico del proletariado es el campesinado y los pequeños y medianos productores. Otro factor estratégico será el movimiento estudiantil y la juventud como actores sociales que acompañen al dicho proceso.

        La Universidad juega un papel estratégico en nuestro proyecto de transformación social. Tiene un doble rol en el proceso de acumulación de fuerzas y construcción del poder popular. Es como una moneda: por un lado se encuentra el movimiento estudiantil como actor fundamental (actualmente la FUA en manos de la Franja Morada, con sus intereses neoliberales) y por otro la dirección estratégica de la universidad, representada por actores que también implementan la lógica del sistema: la reproducción de las estructuras de dominación. Es por eso que en ambas caras se deberá imprimir una lucha frontal frente a las conducciones que no respeten los intereses del campo popular.      

Si bien su composición social, mayoritariamente pequeña burguesía pobre y pequeña burguesía pobre acomodada, le impide constituirse como dirección revolucionaria del campo popular, su composición generacional la ubica en el centro de la escena política nacional e internacional. La juventud, ha constituido, en la historia de las luchas populares en todo el mundo, un factor de gran importancia.

Para tener una idea de la magnitud de esta cifra, podemos decir, a modo de comentario que la FUA aglutina cinco veces más personas que la UOM (Unión Obrera Metalúrgica), y se podrían llenar 15 plazas de Mayo. Es decir que con solo movilizar al 10 % de los estudiantes podríamos hacer estallar de gente la histórica Plaza.

Claro que, para un objetivo tan ambicioso,  primero debemos avanzar mucho, poniendo en el centro de nuestra planificación la necesidad de aglutinar la mayor cantidad de fuerzas posibles en el menor tiempo posible. Esta es la clave de nuestro proyecto.

        A tal efecto tenemos principalmente dos organismos: El de nuestras propias fuerzas: el Movimiento Independiente de Lucha Estudiantil aguanegra, y en sentido amplio, como frente de masas, los Centros, las Federaciones regionales y la FUA.

        Por otro lado deberemos evaluar la presencia de la pequeña burguesía profesional, los intelectuales, y los pequeños y medianos empresarios, como aliados tácticos, en función de socavar su contradicción con la  Gran Burguesía Pro- imperialista, comprendiendo las características enunciadas en el punto tipo de país, de nuestro programa, en pos de promulgar la liberación nacional. La discusión con estos grupos tendería posicionar el rol que jugarían en el FCO. Para los primeros sería el apoyo técnico-teórico (generando para con los intelectuales, la discusión y posicionamiento de un modelo de intelectual a favor del proceso de liberación), y para los segundos de sustento económico.

 

El Frente de los Oprimidos en la práctica

        Apuntamos, como aspiración máxima, a construir un Frente de Oprimidos que nuclee a la máxima representación de los trabajadores, las centrales sindicales; de los campesinos y pequeños productores FAA, pasando por la Confederación de Productores Rurales, a la Federación de Organizaciones Barriales, a los estudiantes, la FUA y a organizaciones de profesionales y pequeños comerciantes.

         Esta gran aspiración es imposible de concretar hoy en día; para empezar el movimiento obrero se encuentra dividido en dos centrales principales y una secundaria, las cuales se encuentran hegemonizadas por distintas fracciones del peronismo burocrático y por la socialdemocracia respectivamente.

        La FAA está bajo la dirección estratégica de los productores medianos, la  Federación de organizaciones barriales aún es un proyecto sin concretarse y no hemos, siquiera recuperado el control de la FUA.

        Esta composición[3] “ideal” del FCO no es posible de ser concretada hoy en día, y posiblemente sea muy difícil (pero no imposible) concretarla en el futuro, sin embargo, nuestra responsabilidad es trabajar permanentemente por la unidad de todos estos sectores, teniendo siempre en cuenta que muchas veces estas alianzas serán meramente tácticas, por lo que la política de la unidad debe ser trabajada “con hilo fino” ya que cualquier error puede retrasar años de trabajo.  

        Frente a esta situación, la tarea para el período es luchar para constituir las bases del FCO.

        Esta tarea la llevaremos adelante en tres etapas. La primera consiste en desarrollar el Movimiento de Unidad Popular a lo largo y ancho de todo el país, posicionándonos principalmente en el conurbano bonaerense y en las principales ciudades, en los barrios y centralmente en las industrias.

        La segunda etapa consiste en unir a los sectores políticamente más cercanos, construyendo Frentes políticos y sociales que nos permitan posicionarnos con fuerza frente a tendencias reformistas o revisionistas que operan en el campo popular. La propuesta para solidificar estas cuestiones sería la conformación del FAUP (Frente Amplio de Unidad Popular).

        La tercer etapa, consiste básicamente en integrar este Frente a uno más amplio, uniendo a las agrupaciones combativas y a los sindicatos en manos de las fuerzas clasistas y combativas, a las diversas tendencias que existen y que impulsan las organizaciones populares de todo el país, a las agrupaciones estudiantiles, Centros de Estudiantes y Federaciones Regionales de carácter popular y combativo, a las asambleas populares que han surgido en los barrios de las grandes ciudades, y por último a las asociaciones de profesionales y comerciantes más avanzadas.

 

LA CONSTRUCCIÓN DE LA PATA MILITAR

     Como señalábamos más arriba, nuestra organización se maneja con el método de las tres patas: la organización específica de los anarquistas, como pata política, la organización de masas que engloba los distintos organismos de construcción en el campo popular, como pata social, y la pata militar.

     A la primera la llamamos AUCA “socialismo Libertario”, la segunda hemos evaluado en llamarla MUP (Movimiento de Unidad Popular), y cada una ya tiene un desarrollo particular y característico con una conexión determinada entre sí. Pero particularmente, sobre la pata militar no hemos articulado nada escrito.            

        A primera vista tenemos que mencionar la necesidad de que el pueblo, en el camino de su liberación deba conformar un instrumento armado que le permita vencer militarmente al Ejército de la Burguesía. Es en este marco donde la clase trabajadora debe contemplar dicho problema a resolver. En función de esto, somos conscientes que para destruir al sistema capitalista es necesario la construcción de dicho organismo en función de la autodefensa popular, como así también tendrá una tarea política que servirá para diversos acontecimientos donde sea necesario un posicionamiento político de tales características. Como decía K. V. Klausewizts: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”.

  

    

EL PROBLEMA DE LA INSURRECCIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DEL PODER POPULAR

 

Sobre el período de transición hacia el socialismo

        Como hemos definido, la revolución nacional y social por la que luchamos no puede ser victoriosa si allí se detiene el avance de las fuerzas revolucionarias.

La transición es un tema que los socialistas revolucionarios del siglo XIX no pudieron enfrentar por limitaciones históricas. En nuestro siglo la defensa del socialismo real o diversos modelos leninistas, condicionados por circunstancias de sobrevivencia, limitó, salvo honrosas excepciones, el análisis a un nivel panfletario o sumamente simplista, hoy frente a los sucesos históricos hay un retorno al punto de partida para estas corrientes.

Hemos designado período de transición a aquel que se sucede a un evento revolucionario y da comienzo a una nueva forma de organización social. Para nuestro caso específico este comienzo es orientado hacia la sociedad socialista libertaria.

La revolución social, no implica, en lo inmediato, un cambio radical de toda cultura de corte autoritario, individualista, de poca participación, de sumisión al arriba. Una milenaria cultura que ha hechado raíces. Citando a Bakunin podemos decir que “el ser humano esta determinado por las innumerables relaciones políticas, religiosas y sociales, por los hábitos, las costumbres por todo un mundo de prejuicios o pensamientos elaborados en el correr de los siglos”. “Se trata en suma de educar para la libertad, de elevar la conciencia de su propia fuerza y de su capacidad a hombres y mujeres habituados a la obediencia y la pasividad” tal cual decía Malatesta.

No debemos olvidar nunca que la transición es un período sumamente conflictivo, en el que sus protagonistas se encuentran bajo la presión de situaciones límites, de conflicto entre el deber ser y lo que es, debiendo tomar decisiones que, lamentablemente no se sienten como correctas en forma pura o cierta, situación que hay que asumir o renunciar a participar en la historia. Tampoco debemos olvidar que en la historia son innumerables las transiciones que devienen en situaciones permanentes, más allá de la voluntad de sus actores. A las causas interiores señaladas hay que agregar las exteriores, sean desde el marco internacional o desde el interior de la sociedad, sean los elementos reaccionarios o sean quienes en discordancia con la sociedad anterior propugnan un modelo de cambio y de sociedad antagónico al que queremos construir. Para que esto no suceda deberemos reforzar nuestra estrategia y nuestro programa.

Y se trata también de tener en cuenta y valorar los esfuerzos cumplidos por la humanidad a través de la historia, para mejorar su propia condición. Junto al sometimiento, el ser humano es también portados de un instinto de libertad, como lo definen Bakunin y Chomsky. Las luchas de los pueblos por justicia, por mejores condiciones de vida, etc, reflejan ese instinto.

Tenemos entonces, que aun estimando las posibilidades que genera el “salto” revolucionario, una revolución no hace espacio para un ordenamiento social libertario inmediato. Aun tomando como modelo una cierta historia de participación de la población. “Entre el hombre y la sociedad existe una acción recíproca. Los hombres hacen de la sociedad lo que esta es, y la sociedad hace de ellos lo que son. Para transformar la sociedad hay que cambiar a los hombres, y para transformar a los hombres hay que cambiar a la sociedad”, escribía Malatesta. Es necesario detenernos y examinar las consecuencias prácticas que en todos los ámbitos conlleva este concepto.

Por de pronto, la revolución no la harán solo los anarquistas. Es de suponer que varias organizaciones políticas y sociales de distintas orientaciones ideológicas estarán presentes; que fuerzas del orden destruido seguirán operando. Al mismo tiempo los cambios en las costumbres y formas de pensamiento de la gente no serán tan radicales como para matar todo un largo pasado. Todo esto establece límites al proceso que se inicia.  Importante es el ubicar esos límites para no proponer inviabilidades que nos dejan fuera de toda incidencia, pues como dice Malatesta “la vida debe continuar al otro día de la revolución, y si no se puede organizar libertariamente esa vida la gente preferirá el autoritarismo a la ausencia de funcionamiento social”.

Sentado ya el criterio de que no habrá una sociedad libertaria luego de la insurrección que nos lleve a la victoria, la consolidación del poder popular, con la consecuencia construcción del poder público, es obligatorio plantearse todo lo concerniente a cómo es este período de transición hacia lo que se propone como un ordenamiento social más acabado. Cuáles son las propuestas generales a adecuar a cada circunstancia histórica concreta, de formas de organización social para los distintos niveles: económico, político, ideológico y social, militar (organismos regulares de defensa de la revolución) etc.

De acuerdo con el modelo de sociedad anarquista que queremos construir, nuestra acción en el ahora y en el mañana de la transición se da sobre dos ejes interdependientes e indivisibles: el poder popular y la organización específica. Sobre el primero, tal como ya dijimos, todo acto democracia directa de participación, toda instancia autogestionaria es un aporte en la construcción de nuestra utopía. Pero simultáneamente es importante asumir la lección de la historia de que es imposible llegar a una sociedad socialista libertaria sin una organización anarquista inserta en la realidad y fuerte políticamente, con una estrategia revolucionaria que contemple los métodos a aplicar en cada coyuntura.

No bastan frases generales y vagas. Hay que pensar e funcionamiento de la economía, las instancias globales de decisión política, la articulación de las distintas áreas sociales, los valores a resaltar, etc.

Hay que desalojar las consideraciones que excluyan un conjunto de problemas prácticos detrás de algunos supuestos que la historia se ha encargado de invalidar. Es común encontrar en nuestro movimiento y entre los clásicos teóricos del socialismo, el supuesto, sino expreso si implícito, de que los problemas que impiden una justa y solidaria organización social son “externos” al pueblo. Se trataría de estructuras económicas y políticas como el Estado las que estarían impidiendo que se expresara una especie de bondad innata que está pugnando por salir de a la superficie social. Se trataría tan solo de quitar esas estructuras (que así visto nadie sostiene) y lo demás vendría solo.

De ahí entonces que sólo amerita una lucha constante la ruptura del sistema. Lo demás no revestiría complejidad.

Una parte de esto, obviamente, es verdad. Esas estructuras fundamentales del sistema tienden a reproducirlo. Solo su destrucción habilita un sistema distinto. Pero, de ahí a la creencia que la disposición al socialismo libertario es algo casi dado hay un buen trecho. El pueblo lleva sobre sus espaldas siglos de nociones y representaciones, de referentes políticos y de convivencia de individualismo negativo. Hay prácticas sociales y políticas que tienen raíces profundas. El poder no solo está en el Estado en forma exterior a nuestro pueblo, nuestro pueblo es portador de comportamientos de poder, disminutivos, quizás, pero cuyas prácticas recorren a diario el cuerpo social y es capaz de sostener lo “viejo”. Hay egoísmos que pueden reproducir o producir nuevas formas de explotación u opresión. El ser humano junto a ese instinto social y de libertad tiene otras cosas.

La complejidad que reviste un proceso de transformación exige un alto nivel de comprensión de los mecanismos sociales. Caminar con un proyecto finalista con tal ductilidad que pueda el ser operativo en las más diversas circunstancias coyunturales. Plantearse y resolver problemas, planificar períodos de acción, estar atentos a los cambios, estimar las fuerzas propias, las del enemigo y de aliados tácticos. Desarrollar una capacidad de análisis que permita adelantarse a acontecimientos para poder operar con mayor eficacia en ellos. Trabajar por un desarrollo técnico y político que permita la incidencia pertinente.

La construcción de una sociedad socialista y libertaria es tarea voluntaria vinculada a los procesos reales y no es posible efectivizarla de un día para otro. Es entendamos un proyecto social voluntario que requiere un proceso, un largo aprendizaje de nuevas formas de funcionamiento. Requiere el desechar viejos y vigorosos mitos que todo parece indicar dispuestos a irse muy lentamente y sin dejar de dar la lucha previa.

La destrucción del Estado, no es un acto puntual, coyuntural, sino una acción continua, permanente de destrucción y simultáneamente de construcción de organismos de nuevo tipo, es un proceso que no necesariamente es uniforme y lineal. Las funciones globales que una sociedad necesite deben descansar sobre otras formas organizativas que las conocidas como están.

La forma que podría llegar a adquirir esa transición necesaria la designaremos hoy con el nombre de Poder Popular Democrático, al que propagandizaremos como “el GOBIERNO DE LOS DE ABAJO”. La libertad será una orientación constante y prioritaria de todo este período. Se conjugará aquí la nueva situación post revolucionaria, las fuerzas sociales y políticas en juego, las luchas ideológicas, el estado subjetivo de las masas, los avances posibles y la atención de la vida social en todos sus aspectos. Cada proceso ofrecerá sus posibilidades específicas, pero el modelo de transición parece ser común a todos ellos.

En este sentido, la toma de las funciones productivas y sociales por los trabajadores, trazarán la línea de demarcación exacta entre la etapa vieja y la nueva. Si desea ser portavoz de las masas en lucha, la bandera de toda una etapa de Revolución Social, los principios del anarquismo no deben asimilar en su programa rastros del viejo orden, las tendencias oportunistas de sistemas de transición y períodos, ni ocultar sus principios fundamentales, sino por el contrario, aplicarlos y desarrollarlos hasta el máximo.

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PROGRAMA POLÍTICO

 

Se desarrolla aquí en una primera etapa los principios generales, y posteriormente el programa para la actual etapa. Considerando como tareas pendientes el desarrollo de los programas para el período de transición hacia el socialismo y la libertad, entendiendo que para los mismos hace falta aún un conocimiento más profundo y detallado acerca de distintas áreas que hacen al cuerpo social.

 

FEDERALISMO y DEMOCRACIA DIRECTA

Tal como afirmamos en nuestra declaración de principios: “Concebimos al federalismo como un instrumento para la nueva organización social de la sociedad, como para la etapa de construcción de la fuerza capaz de realizar el cambio. Esta concepción se define a partir de ciertos rasgos fundamentales que la separan de otras formas organizativas, como lo pueden ser la democrática representativa o la centralista”. Este esquema de funcionamiento, estaría orientado a socializar las decisiones políticas de nuestro país como del FCO que queremos construir.

El federalismo, entendido como capacidad de actuación se constituye de abajo hacia arriba, a partir de la representación de un modo directo de todos los intereses y asuntos que constituyan el quehacer de la vida política, económica y social tanto del FCO como en el resto del país. Es entonces, que merece ser un instrumento en la construcción del Poder Popular, de estructuras de poder,  así como será mañana la forma en la cual se desarrollarán las distintas expresiones que atañen al cuerpo social.

Entendemos a la nueva sociedad como un conjunto de innumerables acontecimientos, regulaciones y coordinaciones, para lo cual el federalismo es la manera más apropiada de lograr que las conquistas del pueblo organizado se sostengan evitando la generación de nuevas formas de dominación que pueden llegar a generarse a partir del centralismo democrático o burocrático, capaz de detener toda la potencialidad del desarrollo constante y voluntario de las distintas fuerzas que se encuentran el seno de nuestro pueblo.    

Nuestra clase conoce a las claras lo que provocan estructuras donde una cúpula digita los distintos espacios sociales. Buscamos a partir de nuestra práctica política la generación de formas organizativas que garanticen el mayor grado de participación, elaboración y decisión colectiva, donde el poder se ejerza socializando las decisiones, donde se pueda sentir que se es parte de un todo sin perder la identidad propia. Por eso intentamos construir desde el MUP un sistema federalista basado en la conformación de una MESA REGIONAL en la que se expresen, a través de sus respectivos delegados, todas las posiciones que resumen las discusiones políticas del movimiento. Este, nuestro modo de construcción de Poder Popular, consideramos que hay que ir moldeándolo con nuestra propia experiencia, ya que la nueva sociedad nace hoy, y más precisamente en la lucha contra este sistema, es que tenemos al federalismo como un instrumento, como un elemento para la destrucción de los privilegios de unos pocos y para la construcción de un mañana más digno y justo.  

El Federalismo y la democracia directa son herramientas indispensables e indivisibles que nos permiten, desde hoy, funcionar como deberíamos funcionar en una sociedad más justa, con un reparto del poder en forma horizontal y equilibrada donde las decisiones que atañen al cuerpo social sean tomadas de conjunto, bajo un funcionamiento que exprese el pensamiento de la base social del país y del mundo.

 

 

PROPUESTA GENERAL DE LUCHA

Frente a la crisis que sacude al país, los anarquistas organizados en AUCA, vemos la necesidad imperiosa de tener propuestas para esta etapa. Recientemente en nuestro último Congreso hemos decidido impulsar un programa político acorde a los tiempos en que nos toca vivir como pueblo.

Nuestra lucha radica en forjar un cambio revolucionario. Por eso la construcción del poder Popular, herramienta indispensable para llegar al socialismo y la libertad, es tarea fundamental para estos tiempos.

La herramienta que nos hará tener una lucha inicial por el poder la llamaremos Gobierno de los de Abajo. Consistiría básicamente en la construcción directa de poder a través de criterios sólidos de unidad y de alianzas estratégicas. Es fundamental para garantizar la efectividad de dicha tarea un aumento de la participación popular, y el nucleamiento de los diferentes sectores en torno a cuestiones programáticas concretas. El proceso de contrucción de esta herramienta se consolidará a partir de tres instancias organizativas que irán paulatinamente avanzando y superándose entre sí. Por eso proponemos a todos los sectores populares:

 

Primera etapa:

- Una mayor coordinación de las organizaciones populares en torno a un plan de lucha en común.  

- La definitiva consolidación y afianzamiento de la Unidad en función de intereses colectivos.  

Segunda Etapa:

- La regionalización de los conflictos y de la lucha para construir poderes regionales que puedan confluir en una estructura nacional. Es fundamental el poder regional para poder pelear el control total de los municipios.

- La implementación de pliegos de reivindicaciones comunes como salto cualitativo en la organización y en la lucha de todo el campo popular.

- La implementación de instancias plenarias de coordinación que discutan propuetas concretas de gobierno.

Para llegar a este tipo de instancia es necesario convocar e impulsar procesos de unidad reales en la lucha, asambleas generales o cabildos abiertos, unidad en torno a programas reivindicativos, y una real coordinación de las asambleas regionales, provinciales y de carácter nacional.

 

 Tercera etapa: la consolidación

Es válida la aclaración de cómo llegamos a construir esta herramienta, ya que descartamos la vía eleccionaria para su consolidación, sabiendo que no nos encontramos frente a una situación revolucionaria sino que estamos construyendo la creación de los cimientos hacia el socialismo, y que el Gobierno de los de Abajo funcionaría en el marco general del estado burgués.

Para la actual etapa se propone la lucha por un Gobierno de los de Abajo donde se vean representados los intereses de las fuerzas populares, que tenga un contenido antiimperialista, popular y democrático, que pueda abrir un camino hacia el socialismo y la libertad.

El carácter antiimperialista del Gobierno de los de Abajo debe estar guiado por una profunda alianza con los países latinoamericanos, priorizando aquellos que ya están llevando adelante esta política como Venezuela, Cuba, Brasil (en principio con las fuerzas de izquierda como el PT o el MST), y la zona liberada de Colombia, construyendo un nuevo bloque de poder latinoamericano, que pueda ser punta de lanza contra el imperialismo, reconstruyendo una nueva orientación latinoamericana que retome los mejores ejemplos de lucha que durante el siglo XIX y XX libraron millones de hombres y mujeres latinoamericanos por su dignidad y libertad.

El carácter popular debe estar orientado por dar mayor poder de decisión a los núcleos de base que van naciendo al calor de las luchas, y que son los incipientes organismos de doble poder actuales: principalmente las organizaciones populares con poder territorial y las asambleas populares.

La democracia estará estructurada a partir de un nuevo criterio que tiene que ver con la forma de la representación política. Después de la explotación económica, este punto es el segundo en importancia en tanto las luchas que se están desarrollando actualmente. Deberemos romper definitivamente con el bipartidismo pero también, y fundamentalmente dar forma al desarrollo de una nueva forma de democracia DIRECTA Y POPULAR. Esto quiere decir que las decisiones ya no pasarán por manos de unos pocos políticos iluminados, sino por el conjunto del pueblo luchando en las calles. Es fundamental luchar por un carácter federalista de nuestra democracia que implicaría que las decisiones que atañen al cuerpo social sean tomadas de conjunto, bajo un funcionamiento que exprese el pensamiento de la base social del país. Orientar esta práctica deberá ser uno de los requisitos máximos del Gobierno de los de Abajo, una experiencia previa hacia una sociedad donde este criterio organizativo sea el oficial.

   

El Gobierno de los de Abajo deberá garantizar, con la movilización del pueblo en la calle, el siguiente programa:

 

        1) Participación de los organismos de doble poder en las decisiones, a través de la discusión pública de los presupuestos nacionales, provinciales y municipales.

        2) Régimen tributario progresivo sobre los grandes grupos económicos nacionales y de capitales yanquis y europeos.

        3) No pagar la deuda externa, declarando su deslegitimación por ser fraudulenta.

        4) Reconstruir el aparato productivo nacional, y en conjunto con las experiencias cooperativas de carácter popular, luchar por el pleno empleo. Prohibir cualquier tipo de despido, recomposición salarial acorde a los costos de vida y eliminación de las leyes de flexibilización y precarización laboral. Deberemos luchar para que se implemente la jornada laboral de 6 hs. para posibilitar la incorporación de más trabajadores para bajar los índices de desocupación.

        5) Nacionalización de las empresas privatizadas, organizando nuevos directorios en los entes encargados de los servicios compuesto por trabajadores de la rama y consumidores, que apliquen una tarifa social a los sectores populares.

        6) Nacionalización de la banca “usurera”; reconstrucción de la banca al ser-vicio del desarrollo del aparato productivo y el pleno empleo.

        7) Políticas de promoción de viviendas populares bajo el sistema de auto-gestión constructiva, programa de titularización de tierras bajo la consigna "cada familia un terreno propio". Para hacer cumplir esta medida va a ser necesaria la expropiación de tierras.

        8) Reconstrucción del sistema judicial, incorporando paulatinamente tribunales populares por zona, destruyendo los intereses corporativos de los jueces con los grandes grupos económicos. Castigo con cárcel o con la medida que decida el pueblo a través de una consulta popular, militares implicados en la dictadura, a policías implicados en casos de gatillo fácil, y a todo aquel sector o persona que sin pertenecer al Ejercito o a la policía participó directa o indirectamente en casos de represión.

        Es fundamental hacer cumplir la Ley de Indulto, y pedir por la libertad y el desprocesamiento a todos los luchadores sociales y populares.

        9) Defensa irrestricta de la educación pública en todos sus niveles, y participación de la comunidad en el diseño de la estrategia pedagógica. No a los subsidios estatales de las escuelas privadas. Si a la educación pública, laica y gratuita.

        10) Fortalecer los organismos públicos de previsión social y de la salud, para que cada familia tenga una cobertura integral y completa en esta área. Erradicación del régimen jubilatorio a través las AFJP. Garantizar la participación de los jubilados en el PAMI. Eliminación de jubilaciones de privilegio, sueldo de funcionarios como la remuneración de un obrero medio.

        11) Control de los trabajadores de las fábricas o empresas en quiebra, derogando así la efectividad de la ley de quiebras que beneficia a los acreedores externos.

        12) Cese de embargo a los productores que no les rinde la cosecha por cuestiones climáticas.

        La organización (a nivel de trabajo en los frentes de masas así como en el plano de la lucha ideológica), en esta etapa tendrá como tarea central, que  luchar para que la construcción de este gobierno implique el fortalecimiento de las decisiones populares. Continuar el proceso de organización y movilización popular, procurando hacer cumplir esos programas a rajatabla y sobre todo peleando por darle el carácter federalista y de democracia directa y popular, lo que debe ser la antesala, la experiencia previa hacia una sociedad donde el criterio organizativo oficial sea el federalista.

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PROGRAMA SOCIAL

        El poder se manifiesta de diversas formas, siendo una de las principales su presencia física. La escuela, la iglesia, la comisaría, el hospital, el registro civil, son presencias reales del poder. Por ende,  en cada barrio debemos contar con una presencia física propia, el local social, manifestará nuestra presencia permanente permitiéndonos la concreción de las aspiraciones de los oprimidos. Poseer algo que es de todos contribuye a entender cómo es posible la organización y las respuestas a los problemas colectivamente. Estos locales deberán funcionar todo el tiempo: como sala de prevención en salud, ropero comunitario, club, redacción de la hoja barrial, etc.

        Por otro lado, el poder se manifiesta a través de los medios de comunicación que contribuyen a sostener la acumulación capitalista consolidando la visión del mundo que reproduce las relaciones de opresión. Frente a este poder deberemos instalar nuestra propia visión del mundo a través de la construcción de nuestras propias redes de información. Materializándose en radios comunitarias, hojas barriales, periódicos regionales, etc. que reflejen la cotidianeidad y colaboren en la construcción de la vida política y social de los de abajo nucleando las experiencias de la organización popular.

El eje principal en el que se funda el desarrollo del programa social es la persecución constante, en todos los ámbitos, de las condiciones de igualdad en el tejido social. La lucha por establecer condiciones igualitarias entre los sectores de la sociedad será el punto de partida en la construcción de poder popular. La garantía de las condiciones de igualdad debe ser no sólo el punto de llegada en el proceso revolucionario, sino también una responsabilidad a sostener en el tiempo, y en la nueva sociedad.

No es menor en este ámbito la situación de la mujer, cuya condición de oprimida se ve agravada por el sistema patriarcal y el machismo, ambos arraigados culturalmente dentro de la sociedad capitalista. Esta situación, debe ser combatida desde ahora, en el proceso de construcción de la nueva sociedad, en la que estará eliminada como desigualdad social y de dominación y prevalecerá como desigualdad natural entre hombres y mujeres.

En el proceso de persecución de la igualdad, deben rescatarse como valores en la lucha, tanto los Derechos humanos como los Derechos sociales en su conjunto. Los pequeños logros que contribuyen a modificar en algún aspecto la vida de nuestra clase, son grandes pasos en la construcción revolucionaria. La defensa de nuestros derechos debe ser una tarea cotidiana y debe apuntar a consolidar nuestros principios, ya que éstos son los que darán la base en donde se erigirá la  nueva sociedad.

En base a todo lo anteriormente dicho, la represión en todas sus formas debe ser combatida y repudiada. La coerción de las fuerzas represivas, quizás la más visible y explícita de todas, no es la única forma en que se manifiesta la violencia ejercida desde arriba. Todos los mecanismos de dominación y control de la sociedad capitalista acarrean la represión y la violencia contra nuestra clase. Los casos de gatillo fácil y “escuadrones de la muerte” en los barrios, los desalojos, la persecución a los luchadores populares, son ejemplos de lo que cotidianamente vive nuestra clase. Así como los mecanismos de represión cultural, encarnados principalmente por la dominación de una cultura burguesa, individualista, egoísta y “apolítica”. Estas prácticas sociales se ven reflejadas en los medios masivos de comunicación. La construcción de la agenda mediática y las diferentes editoriales de los medios burgueses, si bien, muestran una porción de la realidad, contribuyen, en gran medida, a crear una imagen de la sociedad a favor de los intereses de la burguesía. 

La educación jugará un papel fundamental en todo el proceso de construcción de poder popular. La defensa de la educación deberá instalarse como un principio, ya que debemos ver los alcances de la educación como formadora de conciencia, como impulsora de la emancipación popular. 

La educación popular constituye una herramienta de socialización del conocimiento que nos permitirá generar considerables grados de autonomía. Entendiendo a la socialización del conocimiento como la conjugación de aprendizajes entre el saber popular y el saber científico volcado en las experiencias concretas del campo popular.

  

LAS 3 ETAPAS DE LA CONSTRUCCIÓN DEL PODER POPULAR

        Como proceso de construcción social en el campo popular, deberemos ir implementando diferentes etapas que contengan objetivos de mínima y de máxima. Divisaremos un primer momento en donde los nuevos cimientos sociales deberán apoyarse en los grados progresivos de participación y toma de decisiones para la resolución de los problemas del barrio, tales como desocupación, inconvenientes pluviales, construcción de calles, alfabetización, salud, etc. La resolución de estos problemas deberá garantizarnos diversos grados de autonomía social que nos permitirá pasar a la siguiente etapa.

En esta primera etapa será necesaria una fuerte presión de las fuerzas populares para la implementación de políticas públicas gubernamentales, que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los oprimidos transitoriamente.

Control y gestión de presupuesto participativo, como segundo momento. Esta etapa se enmarca en el apoyo progresivo de las propias fuerzas populares, que una vez que han desarrollado la capacidad de resolver sus propios problemas, van adquiriendo mayor fuerza para imponerse frente a las autoridades burguesas. Profundizando los proyectos productivos, cooperativas de trabajo, asociaciones civiles, etc., con grados de control más estrictos por parte de la clase oprimida, en proyección de su liberación.

De esta forma pueden ir controlando y administrando el presupuesto local que se le asigna desde los municipios o ministerios provinciales, hasta poder gestionar su propio presupuesto popular para llevar adelante la planificación barrial e institucional (hecha previamente mediante Asambleas populares) de dicha zona.

En el proceso de transición hacia una sociedad superior, debemos contemplar la inmediata planificación de gestión en todos los ámbitos que atañen a la vida social. Es decir, debemos impulsar la creación de los diferentes organismos de control obrero y popular, que se encarguen de llevar adelante los servicios básicos de subsistencia, como el gas, luz, agua, teléfono, etc. Para lograr esto, debemos apoyarnos en las experiencias que venimos llevando adelante como los diversos proyectos colectivos de autogestión. 

Por otro lado debemos mencionar que en la rama de la construcción también debemos apostar a la conformación de organismos de poder obrero encargados de diseñar y planificar los diversos proyectos de autoconstrucción de viviendas y otros tipos de establecimientos, como escuelas, salas de primeros auxilios, hospitales. Para éstos últimos como así también para las escuelas y casas de altos estudios, debemos impulsar organismos que planifiquen el funcionamiento de dichas instituciones y creen otras nuevas.  

Una vez implementado la relación de fuerzas a nuestro favor, las fuerzas populares deberán pasar a una etapa superior que incluiría la autogestión definitiva de los medios de producción como así también los elementos de distribución. La participación social en esta etapa estaría garantizada de acuerdo a los grados de participación popular que se hayan establecido en la primera etapa y se hayan consolidado en la segunda. La autogestión social implicaría así mismo la autogestión económica, ya que se estaría contemplando el aniquilamiento definitivo del orden burgués, y su reemplazo por el socialismo libertario. El autocontrol de la producción y de la distribución, como así mismo del presupuesto general que se establezca en la zona o barrio, estaría en manos del propio campo popular y sería ejecutable por medio de las asambleas barriales y populares, que designarán por barrio y zona los delegados responsables, con mandato revocable, encargados de elaborar balances e informes públicos. También estarán asignadas dichas características a todos los proyectos productivos de cualquier índole que cualquier grupo o individuo quieran llevar adelante con el fin de aumentar la calidad de vida de la zona o barrio, en detrimento de ambiciones personales.                              

 

 ETAPAS

1. participación

resolución de problemas, desarrollo de la autonomía popular

2. control y gestión

3. autocontrol y autogestión

                       

En estas etapas que hacen a un proceso más global, los estudiantes, graduados y los referentes barriales, trabajando en conjunto, monitoreados y acompañados por la organización política, serán piezas fundamentales en la implementación de todo nuestro programa.

 

HERRAMIENTAS NECESARIAS EN LA CONSTRUCCIÓN DE NUESTRO PODER

 

TIERRA / VIVIENDA

Creación de un Plan propio de viviendas implementado a partir de la Autoconstrucción, facilitando la posesión de una vivienda digna para cada familia. Considerando a la vivienda como un fin social y no meramente individual.

Expropiación de tierras improductivas y ociosas.

Disposición total de las tierras ya sea para la construcción de viviendas, centros sociales, salas de salud, escuelas, clubes, etc.

Participación popular en las decisiones que hacen a la diagramación del barrio, contemplando la existencia de espacios de uso colectivo y con fines sociales en todos los barrios.

Planeamiento urbano: implementación de programas de viviendas populares y de tierras.

 

EDUCACIÓN

Es importante aclarar que debemos defender a la escuela pública del atropello neoliberal que viene sufriendo desde hace varias décadas para poder transformarla, conformando nuestro propio proyecto educativo, con una estrategia pedagógica acorde a nuestros principios. Por eso proponemos comenzar a trabajar con:

Implementación de planes de alfabetización, partiendo de la educación popular, y basado en capacitadores barriales, que tiendan a consolidar centros educativos barriales.

El objetivo de máxima (no para esta etapa sino a largo plazo) estaría dado por la instauración de una escuela en cada barrio.

Implementación de Guarderías en cada barrio que se encarguen del cuidado y la educación de los más chicos.

 

SALUD

Defensa del Hospital Público y del sistema de salud pública.

Control popular de la producción de medicamentos.

Derogación de la ley de Patentes

Exigir sistemas de prevención en salud y campañas de prevención en general. Control sanitario de empresas.

Control político-administrativo de los hospitales públicos por las asambleas populares y los trabajadores.

Desarrollo de planes integrales de prevención y de atención en salud, por un lado, y de salud reproductiva y sexual, así como salud psicológica y mental por otro.

Legalización del aborto. Entrega de anticonceptivos en salas de salud. Promoción y campañas de prevención en salud reproductiva y educación sexual.

Capacitación de referentes barriales en prevención, trasladando el eje de la medicina burguesa basada en la medicalización de la vida, por uno de salud preventiva y natural.

El objetivo de máxima estaría dado por la implementación de Salas de salud barriales que provean de atención e información para el cuidado de la salud. Asimismo la organización popular deberá disponer de la infraestructura hospitalaria que crea conveniente utilizar.

Construcción de comedores, y provisión de la copa de leche en cada barrio, para garantizar la buena alimentación como componente fundamental para el cuidado de la salud.

El cuidado del medio ambiente es un punto importante para la salud, no puede ser excluido de una educación preventiva y debe estar integrado al plan de saneamiento ambiental para cada barrio o región.

Por lo tanto, son necesarios proyectos que impulsen el reciclado de la basura, así como de todo lo que hace al cuidado de la naturaleza y de los recursos no renovables en general.

 

INFRAESTRUCTURA  

Desarrollo de un plan de Saneamiento ambiental del barrio que contemple el tratamiento de la basura, aguas servidas, agua de consumo, etc.

Construcción de las Obras necesarias en cada barrio o región, sean éstas hidráulicas, construcción de calles, instalación de luz, de gas, o de otra índole.

                       

SERVICIOS PÚBLICOS

En este punto debemos pronunciarnos por la nulidad de los monopolios de los servicios, pasando a que los mismos funcionen bajo el control de los trabajadores.

En una primera etapa: servicios públicos a manos del estado, provisión de servicios básicos con un mínimo de costo para jubilados, desocupados, etc.

En una segunda etapa: cogestión de los servicios con los usuarios.

 

TRANSPORTE

En una primera etapa instauración de un boleto mínimo para estudiantes, jubilados, discapacitados y desocupados.

Refuerzo del servicio de tren en manos del estado o el municipio.

Restablecimiento de las líneas de ferrocarril.

Utilización de la bicicleta en lugares pequeños

Nulidad de peajes.

 

 

RECUPERACIÓN DE LA IDENTIDAD

Garantizar los derechos humanos y sociales

Integración de inmigrantes a los espacios de participación y decisión popular.

Participación en todos los organismos estatales (o no) si así lo quisieran.

Rescatar la historia y la cultura de las Comunidades y pueblos inmigrantes y originarios.

Restablecimiento de las tierras a las comunidades que se las expropiaron

Impulsar escuelas bilingües.

Reconocimiento de las estructuras sociales y políticas de los pueblos originarios.

 

PROGRAMAS SOCIALES

Diseño de programas sociales que contemplen distintas situaciones como personas mayores, discapacitados, mujeres solas con hijos, etc., así como el mejoramiento de la calidad de vida de los sectores populares en general.

Diseño de planes de seguridad y previsión social como núcleos integrales que contemplen todos los ámbitos de la vida social y se basen en necesidades reales.

Participación de los propios implicados en programas, entidades y organismos (caso enfermos, jubilados, etc)

                       

UTILIZACIÓN DEL TIEMPO LIBRE

Este es un punto importante en cuanto a la construcción de poder simbólico de la organización popular. El hecho de que la organización popular articule todas las áreas de la vida cotidiana  contribuye a consolidar la identidad a partir de experiencias concretas. La importancia de la participación  se verá reflejada en los logros primero y en la concretización de una nueva forma de vida después.

Para esto es necesario construir diferentes lugares de recreación que integren a todos: clubes  deportivos, plazas, parques, etc. Es necesaria la organización de torneos deportivos barriales e interbarriales, así como también la organización del turismo y las vacaciones. Incluso  una Colonia de vacaciones para chicos.

No es menos importante el desarrollo del arte popular, la consolidación de espacios y centros artísticos que promuevan la creatividad en todas las facetas del arte. La organización de eventos artísticos como exposiciones, muestras, conciertos, concursos para las distintas disciplinas de las artes pláticas (murales, esculturas, pinturas, dibujos, grabados, cine, etc.) los distintos estilos musicales y estilos literarios. 

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CONSTRUCCIÓN DE UN PROGRAMA ECONÓMICO DE MASAS

 

        Si partimos de la convicción de que es necesario en esta etapa histórica por la que atravesamos, ir construyendo un poder alternativo y paralelo, esa premisa implica darnos un programa integral que atienda a los aspectos políticos, económicos, sociales, educativos y culturales de integración.

        Por ende, debemos ir profundizando en cada uno de los aspectos enumerados bajo la convicción de que las soluciones, aunque parciales, deben darse ya, condición imprescindible para la construcción de poder.

        Tradicionalmente se ha atendido como prioridad el aspecto político. Allí están las construcciones más trascendentes, incluida la nuestra. Pero el mecanismo de la inserción política lleva necesariamente, en una política de masas, a plantear cómo hacemos para encarar alternativas que conlleven el fortalecimiento propio y la debilitación del modelo burgués. Todo poder tiende a ser abarcativo, a contener en su seno todos los problemas y todas las soluciones. En un marco de construcción y sustitución de un poder por otro, la respuesta efectiva a un problema dado debe ser y es condición sine qua non.

        Por ello, darse una alternativa económica, aunque la misma sea acotada y condicionada por estar inmersos en la sociedad burguesa, debe encararse buscando nichos de desarrollo que serán la universidad, el ámbito donde aprenderemos a ejercer una solución concreta a un problema concreto. Pasaremos de una estrategia defensiva, de responder sólo al estímulo externo, a una de carácter ofensivo, donde las metas y condiciones serán nuestras, con objetivos propios.

        En el modelo burgués de acumulación y explotación capitalista, el salario es el eslabón de la cadena que ata al proletario a la explotación. Esa ecuación de dependencia, conlleva a aceptar junto al salario, todo el arrastre de “verdades”, convicciones sociales, consumo, toda la parafernalia con que nos abruman a través de la propaganda. Toda esa estructura hace un individuo dependiente donde sus posibilidades de autonomía están perfectamente acotadas. Por eso mismo, romper con la burguesía debe acompañarse, en primer lugar, en romper con el salario, donde sea posible. La estructura primera de toda organización debe estar a salvo de relaciones primarias de sujeción. En consecuencia debe existir, debe crearse un área donde la apropiación para vivir esté pautada por una economía del trabajo y no por la rapacidad del lucro. Ello ayudará a liberar al individuo, en parte, para que esté en mejores condiciones de pensar y por otro, se avizorará lo que podría ser esa sociedad distinta a la que aspiramos.

        Esa Economía del trabajo no sólo sirve para vivir distinto en muchos aspectos, sino que además puede ser el pivote donde asentaremos nuestra proyección para consolidar un programa económico que arrime soluciones lo más integrales posibles. No afirmamos que estamos creando una nueva sociedad: ello sólo es posible cuando se sustituya al poder burgués. Sólo estamos haciendo que porciones o áreas cada vez más grandes comiencen, en lo económico, a servir como ejemplo concreto de sustitución. Funcionan en última instancia, como “zonas liberadas”, en las mismas condiciones en que movimientos históricos asentaron sus reales fuerzas y se proyectaron. No construyeron antes una sociedad distinta, sólo la enunciaron y la concretaron en forma parcial, dado el condicionamiento del cerco capitalista.

 

LAS BASES DE LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y SUS FORMAS DE CAPITALIZACIÓN.

        La organización del consumo, en primer lugar, en segundo, la oferta de la propia producción, y en tercer lugar el proyecto productivo que emerge de esa organización de nuestro propio mercado, son las pautas, a nuestro entender de los pasos a seguir. No hay proyecto productivo que salga fortalecido si antes no tenemos el mercado para ello. Comenzar al revés como casi siempre se hace, es llevar al fracaso la experiencia. La primera gran tarea ES ORGANIZAR NUESTRO PROPIO MERCADO. Para ello, es condición casi ineludible, la unión de la mayor cantidad posible de organizaciones sociales. Por su trascendencia y por su factible concreción, es una meta colectiva, inalcanzable para una sola organización. La organización del poder de compra implica: mejorar el nivel de vida de los compañeros, aumentar su capacidad de compra de bienes, participar activamente en un proyecto colectivo que trascienda su organización, y ser protagonista de la concreción de una meta impensable para ellos mismos. A su vez esa organización del propio mercado permite la CAPITALIZACIÓN, por acumulación de excedentes que pueden ser puestos en la concreción de proyectos productivos, que emergerán de las mismas necesidades de ese mercado, no de cuáles puedan ser nuestras convicciones particulares. A su vez, ese andamiaje ayuda a entender la planificación y el conocimiento de las relaciones económicas, elementos básicos  y sinónimos de la estrategia.

        Una vez organizado el mercado propio, podemos en un primer momento, adosar al mismo, la producción de elementos que ya constituyen algunos de nuestros emprendimientos. Ello permitirá cimentar esos mismos proyectos y a su vez servirá de experiencia en calidad de producción precios y ventajas comparativas con el producto burgués. Por otro lado, al ir conociendo íntimamente cómo se consume, podremos ir creando, con criterios propios de calidad y de óptica de consumo, los proyectos productivos adecuados.

       Esas relaciones económicas que habremos creado, estarán fundadas políticamente en una estrategia de sustitución del modelo burgués, por otro socialista, con libertad y democracia popular y social, con participación activa de todos, como constructores conscientes de algo distinto, en síntesis, estarán dadas las condiciones como para poder alcanzar las potencialidades (al decir de Hegel). Sólo seremos en la medida que tendemos a ser otra cosa. La instauración de esa economía del trabajo, es la base de la instauración de una organización alternativa.

        El excedente, no el salario, pasará a ser el elemento que unirá a todos, que se determinará  socialmente, en asamblea, no por el mercado capitalista. Ello consolida a la democracia social, que es sinónimo de participación y lucha, y esto es posible solamente si hay organización popular. Ese ámbito enseñará la otra cultura, la antítesis de la cultura propietarista, esclavista, proletarista; la cultura comunitaria y asociativista. Nuestro consumo estará orientado a satisfacer nuestras necesidades, no las del capital.

        Organizar ese mercado conlleva: a) reducción de las diferencias entre productores y consumidores; b) expansión de la producción interior, en razón de que tendemos a establecer criterios racionales, ecológicos, reivindicando pautas de consumo que nada tengan que ver con la ganancia y atendiendo a nuestra propia historia e idiosincrasia; c) la acumulación de excedentes jamás llega a la piratería y rapacidad burguesas, sino que responde a metas de ampliación consensuadas socialmente; d) consolidación de un modelo alternativo de consumo, que puede exportarse; e) el incremento del empleo, ya que se usará racionalmente la mano de obra.

        Esta forma de encarar la solución de nuestros problemas hará encausar en un solo haz a diversas asociaciones, como pre-cooperativas, cooperativas, mutuales, fondos de empleados, asociaciones civiles, empresas comunitarias, empresas autogestionarias, etc.

 

[1] Para ver las diferencias de nuestro modelo federalista ver el Prog. Político o la Dec. de Principios de AUCA

[2] El carácter nacional de la revolución no hace alusión a los límites geográficos.

[3] Las tendencias políticas mayoritarias pueden consolidar el FCO (aunque no sea la forma “ideal”) 

[i] M. Bakunin. Patria y Nacionalidad.

[ii] V.I. Lenin Los Compromisos. Cap. VIII ¿Ningún compromiso?

 

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