TEXTO PARA EL ÁREA TEMÁTICA FEMINISTA
Cuando hablamos de globalización nos estamos refiriendo a la extensión y consolidación de la economía capitalista, a la fase actual de un sistema que, desde sus inicios, se ha sustentado en la explotación de las personas trabajadoras, en el sometimiento de los pueblos y en la subordinación de las mujeres.

El liberalismo dio fundamento teórico a la construcción de un mundo dividido en dos esferas separadas. Una pública, primordial y masculina, que abarca el ámbito de la producción, de la política y de la vida social. Otra privada, secundaria y destinada a las mujeres, a la que se asignan las tareas domésticas y de cuidados. Sobre esta dicotomía se asientan también las relaciones patriarcales de dominación.

La lucha del movimiento feminista ha logrado algunas transformaciones en esta férrea división, pero la economía de mercado necesita que se mantenga este modelo estructural. Quizá ésta sea una de las claves para comprender por qué los devastadores efectos que la globalización económica tiene sobre los pueblos, se ceban con mayor violencia sobre las mujeres. Así, los informes realizados por numerosos organismos internacionales señalan a las mujeres como víctimas principales de la explotación, la pobreza, la violencia, el analfabetismo, el deterioro de la asistencia sanitaria...

Los efectos de nuestra globalización, una Europa unida en torno a la economía y la moneda, están suponiendo en nuestro país el desmantelamiento de los derechos laborales y sociales, el avance del desempleo, la precariedad y la pobreza. Aquí también somos las mujeres las más perjudicadas: tenemos el doble de paro, de precariedad y subempleo que la población asalariada masculina, padecemos discriminación salarial, tenemos menores coberturas y prestaciones sociales... mientras nuestro trabajo no remunerado se incrementa para paliar las consecuencias de la precarización general.

Pero el impacto de la globalización en nuestras vidas también afecta a muchos otros ámbitos, como nuestra autonomía, nuestros derechos reproductivos, nuestros cuerpos e incluso nuestros sentimientos.

La globalización económica no puede ser algo secundario para el feminismo, de la misma forma que la subordinación de las mujeres no puede ser algo ajeno a la lucha contra la globalización.

Tenemos por delante un proceso que nos permita hacer visible el papel que jugamos las mujeres en las políticas neoliberales y en las teorías y discursos que las legitiman. Un papel que queda oculto tanto en los discursos oficiales como en los discursos más críticos.

Un proceso que nos permita expresar no sólo los efectos de la globalización sobre las mujeres, sino las causas de que para nosotras sean peores.

Un proceso capaz de desvelar que tiene que ver la globalización con nuestra vida cotidiana, por el que podamos llegar a muchas otras mujeres y a la sociedad.

La Campaña UE'02 es una buena ocasión para avanzar en este camino.

Asamblea Feminista
septiembre 2001


Imprimir la página