Acta del Area de Agroecología y consumo
Asamblea Estatal Marinaleda, 1-2-3 enero de 2002
Contra la Europa del Capital y la Guerra. Globalicemos las resistencias. Otro mundo es posible
Hay una desconfianza creciente de la población
hacia los alimentos que comemos. Parte de los escándalos alimentarios recientes
cuestionando no sólo los “ingredientes” (dioxinas en los pollos, priones locos
en las vacas, antibióticos para el engorde, transgénicos), sino también las
formas de producir esos alimentos (intensificación de cultivos y ganado,
forzando a la naturaleza; competitividad entre agricultor@s y empresas para
abaratamiento de costes; mano de obra empleada en condiciones de esclavitud en
los invernaderos, precarizada en las industrias de transformación y procesado,
etc.). Las críticas alcanzan también a las formas de distribución y consumo
(concentración y monopolio de empresas transnacionales que controlan
producción-distribución-consumo; predominio de grandes superficies que ofrecen
gran variedad de alimentos importados a bajo coste y que emplea a jóvenes
mediante contratos basura; generalización de restaurantes de comida rápida,
etc). Esta situación hace que haya una mayor “demanda” de consumo alternativo,
ecológico, etc.
En el modelo agroalimentario dominante (aunque el
50% de la población mundial es campesina), la contraposición de intereses
distintos y cada vez más enfrentados, entre personas agricultoras y
consumidoras dificulta elaborar un análisis que integre las necesidades de
todas, desde un cuestionamiento que vaya a la raíz de los problemas y que
permita desarrollar experiencias y espacios reales de economía solidaria y
apoyo mutuo. Se presentan soluciones parciales de diverso tipo: a) preservar
los derechos de la naturaleza sin atender a las condiciones en que l@s
agricultor@s viven en los pueblos, trabajan y venden el producto de su trabajo,
deja fuera a éstas, pero también a l@s consumidor@s; b) proporcionar alimentos
sanos, biológicos, pero no cuestionar tanto el modelo de producción como el de distribución
y desentenderse, por tanto, de las condiciones de vida de la mayor parte de las
personas consumidoras, sólo promueve un nicho de mercado biológico de élite; c)
soluciones que sólo parten desde las necesidades e intereses del sector
agrario, profundizan más la brecha entre población agraria y población
consumidora, agudizan las dificultades para que haya alimentos sanos y
suficientes para toda la población, y tampoco garantizan la viabilidad de las
explotaciones agrarias familiares o comunitarias, del norte y del sur. En el
área geopolítica en la que nos movemos nosotr@s, la Unión Europea utiliza como
instrumento de la globalización de producción-distribución-consumo de alimentos
la Política Agraria Común, que propicia este modelo de agricultura y consumo,
desentendiéndose de las consecuencias sociales, económicas y medioambientales
que provoca aquí, pero sobre todo, en los países empobrecidos.
Las
asociaciones/colectivos/redes de consumidor@s agroecológic@s llevamos años
impulsando, en un terreno real, una experiencia de economía solidaria y apoyo
mutuo entre familias rurales y urbanas, entre agricultor@s y consumidor@s
ecológicas; apostando por la construcción de unas relaciones que se basen en el
diálogo de las necesidades de todas las partes (producción-consumo-y
distribución a nuestra pequeña escala) y no en la lógica del mercado. En todos
estos años hemos realizado una actividad asociativa/real autogestionada,
económica, social y antiglobalizadora.
Boicot a los transgénicos, a las multinacionales, a las grandes superficies con
una compra que evitaba estos productos y estos circuitos de venta. Apoyo a las
pequeñas familias agricultoras del medio rural, a la agricultura ecológica en
un concepto más amplio, agroecología, que trabajamos en la práctica
incorporando condicionantes sociales a la hora de seleccionar productos y
contactos con productor@s, apoyando iniciativas en transformación a ecológico,
de ocupación, de trabajo comunitario, de comercio justo, de recuperación de
semillas autóctonas, propiciando la mayor cercanía, reciclando envases,
asumiendo directamente una parte de los costes de transporte, gestionando una
actividad económica basada en el diálogo y el apoyo mutuo más que en el
intercambio de equivalentes.
Es necesario resaltar el enorme gasto de energía en
el mantenimiento y la dinamización de estas realidades, así como en la solución
del problema del transporte, en base a los presupuestos anteriores. También somos conscientes de las
diferencias: en el punto de partida o en el acento –más social, más ecológico-;
organizativas –asociación, red de grupos o cooperativa-; de vinculación de las
personas consumidoras –reuniones más o menos periódicas, liberación de tareas
pagadas-, etc. A pesar de las diferencias, compartimos los mismos problemas:
ser pocas personas, y menos las más implicadas; cómo llegar a la gente normal;
cómo mantener el consumo, el transporte y la distribución, cómo construimos en
lo real el concepto de agroecológico, la tensión entre variedad de productos y
proximidad, etc.
Hemos tenido que ir elaborando progresivamente,
soluciones y formas organizativas nuevas ante los problemas o circunstancias
inesperadas, siempre en la medida de nuestras fuerzas pero con el estímulo de
querer continuar: buscar nuevos contactos de agricultor@s que produjeran
hortalizas, frutas, ampliar la base de productos y productor@s, siempre
insuficiente si queremos una alternativa real a la cesta de la compra; conjurar
la fórmula más adecuada de mantener relaciones de no competencia entre productor@s
con el mismo tipo de productos.
Como elemento distintivo propio de un proyecto
social y asociativo autogestionado en el que el impulso y mantenimiento de lo
que somos depende de nosotr@s mism@s, hemos tenido que sortear la dificultad de
caída de miembros en los colectivos, la socialización de la experiencia
aprendida y de las tareas ante las personas y colectivos nuevos, sin que se
convirtiera en una imposición, ni en lo contrario. Especialmente han sido
críticos los momentos de mantener nuestra actividad sin productos o con muy
pocos, de mantener colectivos muy pequeños y apoyarlos desde los más grandes.
La forma de crecimiento ha sido una de nuestras
preocupaciones en varias vertientes. Hemos necesitado crecer, o mejor dicho
neutralizar la amenaza de disminución y la marginación, pero nos ha preocupado
cómo hacer el trabajo de sensibilización y a qué gentes llegar, para evitar que
se acerquen personas que no compartan nuestra práctica e incluso nos confundan
con una tienda, pero permitiendo igualmente personas menos sensibilizadas que
pudieran ir haciendo nuestro proyecto suyo. La forma de llegar a la gente y el
instrumento de divulgación supone a veces, una crisis ante la avalancha de
llamadas por una noticia en los medios masivos de comunicación. Esto nos ha
llevado a decidirnos por un contacto más directo, casi de boca a boca o en
medios alternativos. La segunda preocupación ha sido sobre qué tipo de gente
nutrirnos y fortalecernos. Este es un debate inconcluso que ha tenido
evoluciones e incluso adopta criterios diferentes según los colectivos en el
respeto de su autonomía y autogestión.
En nuestra opinión, la situación actual muestra que
entre los problemas de no crecer se observan el desgaste de personas, la
reducción de miembros, y los límites que tenemos, dada nuestra envergadura
actual, para organizarnos, y de ahí la dificultad para abordar nuevos
productos. Sin embargo para abonar un camino que posibilite la llegada de
nuevas personas necesitamos ampliar la base de cantidad, estabilizar la calidad
de alimentos y diversidad de los mismos, e incluso incorporar otros productos
no alimenticios.
Resolver ese circulo contradictorio de producción
suficiente en cantidad, calidad y diversidad para que haya un consumo
satisfactorio que no haga excesivos ni los esfuerzos ni los costes de
transporte parece que es una tarea previa para que esta realidad crezca. Sin
embargo parece también necesario simultáneamente por un lado, hacer un
esfuerzo, si es posible, por engordar un poquito los colectivos y por otro
conseguir, una estabilidad en el consumo que nos permita un compromiso más
fiable con l@s productor@s. Y no
podemos olvidar la tercera pata de nuestro proyecto, la distribución. Si no
podemos garantizar unos ingresos suficientes que posibiliten una continuidad de
las personas que trabajan en la distribución, resulta difícil plantearse
cualquier proyecto de crecimiento. Una cosa es crecer hasta ser arrastrados por
el tamaño y perder la identidad social y agroecológica, y otra cosa es lo lejos
que estamos de la dimensión mínima que permita la supervivencia, tanto de la
producción agrícola en condiciones dignas, como garantizar la continuidad y
fiabilidad del transporte mediante una remuneración suficiente y estable.
Entre las dificultades de crecer se encuentran
además, por un lado, cómo seguir apostando en lo concreto por relaciones de no
competencia entre agricultor@s y por otro, cómo avanzar en el diálogo para
evitar un crecimiento que se muera de éxito, reduciendo criterios que nos
parezcan mínimos de nuestro planteamiento agroecológico y autogestionado en la
dirección de l@s consumidor@s, de l@s productor@s y de los productos. Aunque
hay que ser conscientes de que estos mínimos no están suficientemente
debatidos.
Aunque existan muchas
dificultades, aparentemente son comunes a los distintos
grupos/redes/asociaciones de producción y/o consumo agroecológico. Sentimos la
necesidad de fomentar espacios de cooperación en lo concreto y de diálogo para
trascender las limitaciones que tenemos. Hemos experimentado que la formulación
de los mismos problemas no es la solución pero es el principio para buscar
alternativas para resolverlos. A veces además, la cooperación es el instrumento
necesario.
La contribución a la
Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra más adecuada y más acorde a lo
que somos podría señalarse en: