Impactos ambientales y sociales del Turismo y la “Huerta europea” en el litoral andaluz

 

Encuentro en las Alpujarras

Órgiva, 16 de junio de 2002

 

 

1.- El Mediterráneo es uno de los mayores destinos turísticos del mundo; todos los años recibe la visita de  cerca de 300 millones de turistas, concentrándose las estancias (en torno al 80%) en la temporada veraniega y en cuatro países de la orilla norte: España, Francia, Italia y Grecia. El litoral mediterráneo andaluz se ha convertido en una gran conurbación-factoría de la industria más poderosa del planeta, en ganancias y empleos, el turismo. En el mismo litoral, desde Almería a Málaga-ciudad, el turismo y la  agricultura industrial de los invernaderos se diputan el terreno. El mar de plástico surte durante todo el año a los hogares europeos de hortalizas, frutas y flores. Dos grandes grupos de presión, el lobby turístico y el agroalimentario han presionado a la Unión Europea para financiar infraestructuras que favorezcan sus negocios en la zona, especialmente la autovía del Mediterráneo, (con sus enlaces respectivos) los grandes embalses y trasvases que sacien la sed de estas dos industrias. Todo ello sin tener en cuenta los graves impactos ambientales que producen estas infraestructuras en la frágil franja litoral y en las comarcas serranas adyacentes. 

 

2.- La Unión Europea con sus políticas de empleo, ha regulado legalmente la precariedad laboral que necesitan estos dos sectores para extraer beneficios en dos actividades muy “temporeras”. Las personas, sus vidas, los pueblos y ciudades del litoral son puestas a trabajar al ritmo que les marcan la agricultura industrial y el turismo: bajos salarios, inestabilidad en el empleo, horarios abusivos en “temporada”, trabajo sin contrato, consumo banal y cultura homoegenizada simbolizada en la comida basura, los centros comerciales, los excesos alcohólicos, el bacalao-pastillero, los parques temáticos y el sexo rápido. A toda velocidad como requiere el capital para seguir en su espiral acumulativa.  

 

3.-Dos industrias, la agricultura intensiva y la del turismo obtienen sus beneficios a costa de la explotación de los trabajadores inmigrantes y por permanecer una buena parte de las estructuras de ambas actividades en la economía sumergida. El ejemplo a exponer es la situación en el litoral mediterráneo andaluz (Almería, Granada y Málaga). El cultivo bajo plástico -los invernaderos- en el territorio del Estado español abarca una superficie cercana a las 50.000 hectáreas, de las cuales 30.000 están en la provincia de Almería y unas pocas miles en la costa granadina y la Axarquía malagueña.  Más de 60.000 personas trabajan en los invernaderos y  fábricas de envasados de la producción hortofrutícola (almacenes, corridas, alhóndigas...), de las cuales, unas 40.000 son inmigrantes de otros países ( la mitad aproximadamente “sin papeles”) y el resto, unas 20.000 son trabajadoras, la mayoría inmigrantes de otras regiones ( y por supuesto, también  las hay “locales”) y provincias del Estado español. Las personas que tienen contrato legal están sujetas a los convenios provinciales del campo o del envasado, convenios que legalizan y regularizan la precariedad laboral. Pero como a la patronal agraria no le es suficiente con ello, mantienen a un buena parte de los trabajadores en la ilegalidad de la economía sumergida, sin derechos laborales de ningún tipo.

 

4.- Los trabajadores inmigrantes, no sólo son explotados en los centros de trabajo, sino que carecen de los más elementales derechos sociales que les permita llevar una vida digna y conseguir el reagrupamiento familiar. El derecho a la vivienda les es negado a los trabajadores inmigrantes, sobre todo a los de origen magrebí (los más organizados y protagonistas de las primeras resistencias sociales en la zona). En el poniente almeriense, no sólo el alcalde popular de El Ejido, también los alcaldes socialistas de la comarca, se han  dedicado desde los ataques racista de primeros de febrero de 2000, a “bombardear” con maquinas excavadoras, las infraviviendas de los inmigrantes, los cortijillos y chabolas han sido convertidos en escombros junto con las escasas pertenencias de los inmigrantes. Simplemente se les quiere para trabajar, pero se les priva de los derechos sociales que como vecinos deberían tener. En paralelo, el gobierno español y los sindicatos institucionales firman acuerdos con otros gobiernos para traer inmigrantes de ida y vuelta, sólo para campañas específicas. Esto es un engaño, ya que el trabajo intenso en invernaderos y envasadoras dura todo el año al menos diez meses. En la costa granadina ocurre lo mismo con el problema de la vivienda, llegándose al caso de experiencias de semiesclavitud como los ocurridos en Albuñol.

 

5.- En el sector turístico domina el trabajo ilegal, tanto por la estacionalidad del trabajo como por una estructura de pequeñas empresas, comercios, bares y trabajo “informal” que aglutina a la mayor parte de la mano de obra del sector. Los inmigrantes trabajan en los mercadillos y venta ambulantes, en las “trastiendas” de los negocios, escondidos al público en almacenes, cocinas y el sector auxiliar de la construcción. Mención aparte merece la prostitución: más de 15.000 mujeres son explotadas por chulos ( en club o en la calle) en el litoral mediterráneo andaluz, la mayor parte de ellas inmigrantes esclavizadas sometidas a un trato inhumano. En el sector también trabajan muchos menores obligados para sostener el negocio familiar y muchos jóvenes, mujeres y hombres en los establecimientos públicos (bares, pub, discotecas, etc.) que sirven de “carnaza” sexual para el turista, aunque la carnaza sea un falso reclamo. Esas condiciones son las que permiten las inmensas ganancias al negocio turístico y convierte al litoral mediterráneo andaluz, junto con otras plazas (Baleares, Canarias, Levante) en las  grandes fábricas  de la industria de sol.

 

6.- El mercado de trabajo en los inicios del siglo XXI, donde todos nos vemos obligados a ser mercancías, a vender nuestro tiempo al capitalismo globalizador se rige hoy en día por la desigualdad de derechos y su ámbito es internacional debido a los flujos migratorios y a la deslocalización de las actividades productivas en busca de lugares donde los costes laborales sean más reducidos. Millones de personas emigran desde el norte de África, los países subsaharianos, América Latina, Oriente próximo, Pakistán, India, el sudeste asiático para trabajar en Europa. EE.UU. Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes. Es el escalón más bajo del mercado de trabajo, los peor remunerados, los que tienen los peores empleos, “carne” de economía sumergida y los que carecen de casi todos los derechos sociales, pues por centenares de miles son considerados ilegales por las autoridades estatales en los territorios que residen. En los últimos años los inmigrantes están protagonizando luchas sociales y organizando resistencias sociales en todos los continentes por la igualdad de derechos y los papeles para todos.

 

7.- Junto a la ausencia de derechos laborales y sociales en la agricultura intensiva y la industria del turismo camina la ausencia de libertad  en todos los sentidos. Ausencia de libertad para opinar o disentir del patrón, pues sin papeles o con un contrato precario tienes ganada la calle si hablas. Falta de libertad para luchar y reclamar por la igualdad de derechos, ya que equipar al otro, el inmigrante, el temporero, el forastero, con un nativo significa la exclusión social directa en el pueblo donde vivas. Si eres inmigrante, temporero, forastero o prostituta, tu libertad ya está condicionada por el racismo y la xenofobia y si además eres de un país mayoritariamente musulmán,  puede ser tachado de terrorista durmiente. La libertad que da el ser un territorio abierto a la llegada y presencia de más gente de otros mundos, la libertad que da el mestizaje es cercenada por un mayor control social, que no consiste sólo en la vigilancia de las autoridades y fuerzas del estado, sino en la asunción de comportamientos xenófobos por parte de amplios sectores de la población hacia los otros. No les importa acostarse con una eslava o una negra (pagando), ni vivir de los alquileres de viviendas a inmigrantes “respetables”, a forasteros obligados a trabajar en litoral por la movilidad laboral o a jóvenes y viejos que no tiene medios suficientes para comprarse una casa, y mucho menos les importa que les frege los platos o les envase la fruta una ecuatoriana, pero no pasan por que su hija tengan un novio negro, que de vecinos soporten a ruidosos magrebíes, o que decidan participar en la actividad social los forasteros, sobre todo si aportan ideas y proyectos autogestionarios.

 

8.- El turismo y la agricultura intensiva son responsables de graves impactos ambientales y paisajísticos en litoral mediterráneo, deteriorando las condiciones de vida de todos sus habitantes. Además la agricultura intensiva y en particular la de invernaderos con la utilización de productos químicos altamente tóxicos y la previsible introducción masiva  de transgénicos son un peligro para la salud de todos los consumidores, la “bomba” alimentaria que falta por estallar en Europa, después del aceite de colza, las vacas locas y los pollos con dioxinas. Turismo y Agricultura necesitan de mucha agua para poder sobrevivir por lo que las grandes obras hidráulicas del PHN /embalses y trasvases) están destinadas a llevar agua a litoral mediterráneo para que el negocio dominado por las empresas transnacionales de la alimentación y el turismo sigan extrayendo jugosos beneficios.

 

9.- Todo lo aquí expuesto está enlazado, unas situaciones dependen de otras y todas conforman un modelo de sociedad, el de la globalización capitalista que tiene en la Unión Europea (UE) una institución regional al servicio del capital. Las resistencias sociales también deberían estar enlazadas. Converger en acciones comunes, buscar el apoyo mutuo para ir ganando en la igualdad de derechos, en la libertad de movimiento de las personas, en  equidad social, en la defensa de la diversidad y del patrimonio natural. Este es el sentido de la Marcha-caravana que recorrerá el litoral mediterráneo andaluz, saliendo el 15 de junio desde Almería para llegar el 21 del mismo mes a Sevilla,  capital en esos días de la Unión Europea.

 

 

En la noche del 15 de junio, la Marcha-caravana de las resistencias sociales llegará a Órgiva y durante el fin de semana, habrá, entre otras actividades, teatro de calle, concierto y el Encuentro sobre estos temas que celebraremos el día 16. Para debatir y aportar vuestras reflexiones podéis escribir a la lista de correos-e: encuentroelbosque@elistas.net