PRECARIEDAD Y MUJER; LA FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA

FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA

Existe una gran necesidad de introducir debates de género en todas nuestras luchas y movimientos sociales. La realidad de las mujeres hoy día es muy diferente a la de hace algunos años en algunos aspectos, pero muy similar en otras cosas. Teniendo en cuenta cuál es el marco social en el que nos movemos las personas excluidas de este sistema, pararse un poco en la realidad de las mujeres puede darnos un punto de vista más amplio dentro de nuestra visión crítica de la sociedad. Una de estas perspectivas de género que se ha empezado a introducir es el debate de género en la propuesta de la Renta Básica. Plantear la RB como instrumento mediante el cual poder desmantelar en cierta medida el estado patriarcal en el que vivimos, es uno de los trabajos que se han realizado en este intento de unir las luchas sociales con los debates de género. El encuentro en Málaga es un buen espacio en el que empezar a asumir este reto, crear un espacio de debate y elaborar propuestas desde las realidades de cada una. Para abordar el debate de la feminización de la pobreza , debemos partir de lo que consideramos pobreza. El concepto de pobreza, desde un punto de vista feminista (dado que nos referimos a construcciones puramente sociales que parten del planteamiento de cuáles son las necesidades básicas), no puede ser definido únicamente en términos económicos, sino que se deben tener en cuenta diferentes elementos como puede ser la utilización de los recursos, su distribución, el control en el medio familiar... En este sentido, existen tres ámbitos claramente definidos donde se da una clara desigualdad entre hombres y mujeres:

  • la utilización de los recursos dentro del hogar,
  • el mercado laboral, donde las mujeres tienen menos oportunidades de acceder a las tareas productivas, y
  • la obtención de recursos del Estado del Bienestar a través de subsidios condicionados, jubilaciones, pensiones de viudedad, etc. Teniendo en cuenta que este sistema de bienestar es meramente contributivo, al tener disminuidas las oportunidades de acceder al mercado laboral, se tienen por tanto mermados los derechos de acceso a las prestaciones. Por tanto, con estos ámbitos planteados, podemos imaginarnos las numerosas situaciones en las que las mujeres nos vemos en situaciones de dependencia económica en mayor o menor medida. Si a esto le añadimos la actual situación del mercado laboral, la elevada precariedad que existe y que en su mayoría soportamos las mujeres, las elevadas tasas de paro que tenemos, y la feminización de determinados trabajos, tenemos un panorama francamente desfavorable a la hora de obtener recursos económicos. Por otro lado no debemos olvidarnos de la pobreza oculta de la dependencia, tanto económica como afectiva, y que se da normalmente en el seno de las familia. En estas situaciones el gran apego al bienestar de la familia (consecuencia de las construcciones sociales establecidas por las cuales la mujer ejerce su principal papel como madre con el fin de asegurar la reproducción de este sistema patriarcal-capitalista) hace que la mujer sólo se dedique en su vida productiva a satisfacer las necesidades de su familia, o en el peor de los casos (y el más habitual) a soportar una doble jornada. Estas situaciones hacen que las mujeres posterguen sus necesidades de capacitación, cuidado de sí mismas, etc. y degeneren en situaciones de empobrecimiento personal, muy habitual por desgracia.

    FEMINIZACIÓN DEL TRABAJO

    Dentro del debate de la feminización de la pobreza, también resulta interesante analizar el proceso de feminización del trabajo. Esto se refiere a que el contenido y las condiciones del empleo hoy no son más que la extensión de las características del trabajo, tanto asalariado como no asalariado, históricamente asignado a las mujeres. Así las características del trabajo tradicionalmente femenino se están volviendo centrales en el actual sistema de acumulación capitalista, y con ello el propio mundo de la producción se está viendo radicalmente transformado. El desarrollo del capitalismo ha tenido desde sus comienzos como pilar, no sólo la función reproductora de la mano de obra, que toda mujer estaba obligada a desempeñar, sino también ese trabajo no asalariado de las mujeres que aseguraba la higiene de las personas y las cosas, la gestión del hogar, la educación de las hijas, el cuidado de los enfermos y ancianos, el tejido de redes de cooperación y solidaridad... Sin este tipo de trabajo, adscrito por el sistema patriarcal a las mujeres, la máquina de acumulación capitalista, nunca habría podido disponer de tanto tiempo de trabajo humano para la producción de plusvalía. La novedad hoy día es que ese trabajo afectivo y relacional se generaliza a lo largo de amplios sectores de la economía. Lo que tradicionalmente ha sido plusvalor indirecto, se convierte ahora en directamente productivo, y de hecho se coloca en el centro de la producción. Esto quiere decir que la flexibilidad, la vulnerabilidad, la disponibilidad total, el alto grado de adaptabilidad, el talento para la improvisación, la capacidad para afrontar diferentes tareas... se extiende hoy a un abanico cada vez más amplio de empleos.

    Este breve resumen sobre la feminización de la pobreza y la feminización del trabajo puede ser el punto de partida para visualizar en nuestra vida cotidiana algunas de estas situaciones e intentar hacer algo. Os animamos a participar y a aportar vuestras ideas, textos interesantes, experiencias... en este encuentro. ¡Nos vemos el día 19 en Málaga!