GLOBALIZACIÓN. MONEDA UNICA. GUERRA Y PAZ
En la última década la libertad de movimientos del capital ha experimentado un formidable saldo hacia delante. Las contradicciones cruzadas entre Estados, clases populares y capitales, se han exacerbado hasta llegar, con el pretexto de los atentados del once de septiembre en EEUU, a una crisis bélica de dimensiones planetarias y desarrollo impredecible.

Paralelamente, en los dos últimos años se ha desarrollado un innovador y poderoso movimiento antiglobalización internacionalista, anticapitalista y juvenil.

De la relación entre los desórdenes del capitalismo global, incluido el proyecto de la Europa del Capital cuya expresión es el Euro, y los movimientos contra la globalización tratarán las siguientes líneas:

1.- ANTIGLOBALIZACIÓN Y ESCENARIO POLÍTICOSOCIAL EN ESPAÑA.

Tras liquidar, a finales de los años setenta, la poderosa movilización social que ella misma había contribuido a crear, la mayoría de la izquierda comunista española intentó introducir por la vía electoral a los luchadores antifranquistas en el nuevo aparato del Estado. Simultáneamente, tras la muerte de Franco ,el franquismo sociológico se autoperpetuaba en el poder político, que adoptaba la forma de monarquía parlamentaria.

La intensa propaganda anticomunista del régimen anterior sumada a la de las "democracias europeas", castigó al PCE, principal protagonista de la lucha popular y premió a una minoría de espabilados, también anticomunistas, que en 1.974 habían conseguido la franquicia del Partido Socialista Obrero Español. Con ella, pasaron de grupúsculo marginal a primer partido de la oposición en tres años (1.977) y a partido del gobierno en ocho (1.982). Todo ello, no hay que olvidarlo, con los votos de los españoles y españolas, incluida la gran mayoría de la clase obrera.

Con esa legitimidad, el nuevo PSOE emprendió un proceso de cambio tal que, años después ", según Alfonso Guerra: " a España no la conoce ni la madre que la parió ". Dicho cambio tuvo como eje la creación de las condiciones políticas para la modernización del modelo de acumulación capitalista español. El objetivo era la inclusión de España en la Europa del Capital ( Unión Económica y Monetaria ), en un entorno de economías abiertas regido por la competitividad.

El proceso de adaptación del PSOE a la Economía Global se vió acompañado por una profunda renovación ideológica interna, consistente en el abandono de la mayoría de sus propuestas políticas anteriores: marxismo, autogestión, autodeterminación nacional, república, independencia del Sahara, no a la OTAN, etc.

A pesar de los escándalos financieros, el tráfico de influencias, los fondos reservados y el terrorismo de Estado, el PSOE garantizó durante catorce años la gobernabilidad y el orden, aplicando intensas políticas de flexibilización y precarización del trabajo, privatización de empresas y servicios públicos, ataque a las pensiones, voladura del sistema de relaciones laborales de la transición y enfrentamiento, hasta la doma, con el movimiento sindical mayoritario.

Pese a todo, con la desmovilización social, la progresiva reaparición del franquismo redivivo y la preocupante derechización del panorama internacional, ha conseguido mantener su imagen de izquierdas. Emancipado ya de cualquier pudor, busca y rebusca teorías que amparen su práctica. Desde la retórica Keynesiana de los Pactos de Moncloa, hasta el liberalismo republicano actual, pasando por la Tercera Vía y el Socialismo Libertario.

En los últimos veinte años, el movimiento obrero ha desaparecido como fuerza social transformadora. Con el, tras la derrota del movimiento anti-OTAN, la institucionalización del feminismo político, la desembocadura de la Insumisión en el Ejercito profesional y el enquistamiento y aislamiento del movimiento popular por la autodeterminación en Euskadi, se han disuelto los movimientos sociales de masas con dimensión estatal y vocación antagonista.

Paradójicamente, las consecuencias del Capitalismo Global y la Moneda Unica, a través de sus políticas de flexibilización, privatización, desarraigo, individualización y degradación material y moral de la vida, generan múltiples dinámicas de resistencia social y cultural. Esta proliferación de luchas, acontecimientos y necesidades aplastadas, carece del instrumento que las exprese de forma agregada y les dé existencia política.

La izquierda tradicional y en particular las grandes maquinarias sindicales, como organizaciones populares y, al tiempo, corporaciones de poder que son, mantienen con las numerosas y descentradas dinámicas de lucha una relación instrumental. Las apoyan si no sobrepasan los límites de sus intereses corporativos. Pero si esas dinámicas de lucha llegan demasiado lejos en sus palabras o en sus hechos, el apoyo se transforma en intentos de recuperación, ninguneo y llegado el caso, confrontación.

La "modernización" ha privado de fuerza propia a la izquierda y al sindicalismo mayoritario. En un entorno de violenta lucha de clases desde arriba contra los de abajo, no valen componendas. La izquierda tradicional, al no revisar sus fundamentos, solo puede sobrevivir siendo leal al buen funcionamiento de los negocios y de la gobernabilidad, cumpliendo su papel "democrático" de regular los conflictos que genera la Globalización y la Moneda Unica Europea. A cambio, se le consentirá la fuerza institucional que arrancó durante la Transición política, en particular, la sindical. Cualquier proceso constituyente de autoorganización y aparición en la escena política de los de abajo, compromete el frágil equilibrio sobre el que se sustenta el poder otorgado y condicional de la izquierda.

2.- ANTECEDENTES DE LA ANTIGLOBALIZACIÓN EN EL ESTADO ESPAÑOL.

Bajo La identidad de "Movimiento contra la Europa de Maastricht y la Globalización Económica", diversos colectivos, redes y organizaciones llevamos años intentando poner de manifiesto la relación entre el turbocapitalismo global y el aumento de la precariedad y el malestar para la mayoría.

El fundamento de estas actividades ha sido sencillo. Si los colectivos y organizaciones que trabajamos en lo social tenemos un enemigo común, debemos abordar tres tipos de tareas. Primera: Estudiar, debatir y elaborar un discurso que dé cuenta de la articulación entre las dinámicas económicas, políticas, ecológicas y culturales del capitalismo global con los problemas cotidianos que padecemos. Segunda: Enriquecer con esos conocimientos el lenguaje de las reivindicaciones sociales. Es decir, iluminar el malestar y la lucha local con el conocimiento de sus causas verdaderas, condición necesaria para que las soluciones que proponemos no sean parte del problema. Tercero: Construir un espacio político, desde lo social, para el conocimiento, apoyo mutuo, y acumulación de fuerza de las diversas organizaciones y colectivos.

Aunque de forma minoritaria, hemos trabajado intensamente en las direcciones señaladas. La experiencia tiene un su haber una gran actividad de estudio, elaboración y formación de personas militantes que, a su vez, han llevado a la sociedad éstos contenidos. Hemos organizado, o contribuido a organizar, movimientos importantes como, entre otros, la contestación al B.M. y al F.M.I. en Madrid en 1.994, las actividades de contestación a la presidencia española de la U.E. del segundo semestre del 95 y el Foro Alternativo a la Cumbre de la Unión Europea en Madrid en 1.995, las Euromarchas contra el Paro en 1.997 y la Campaña por una I.L.P. de 35 horas y por la Renta Básica en 1.998 y 1.999.

Hemos proyectado este modelo de cooperación a través de otras experiencias como "Rompamos el Silencio. Siete días de lucha Social", realizada tres veces en Madrid y una en Córdoba entre 1.998 y 2.000, y Precari@s en Acción en Mayo'00 en Madrid.

En todo momento hemos mantenido una gran preocupación por los peligros de convertirnos en organizadores de jornadas, maquillaje "social" para algunas organizaciones de izquierda o una burocracia extraparlamentaria. Sin embargo la fuerza de nuestra militancia práctica y teórica no ha podido sobreponerse a tres factores negativos. Por un lado, un débil compromiso de las organizaciones y corrientes mas radicales de la izquierda con este proyecto. Por otro, la escasa y dispersa movilización generada por la violencia precarizadora y privatizadora que, en nombre de la Convergencia Monetaria, han aplicado los gobiernos del P.S.O.E. y del P.P. Por último, diferencias internas respecto a los "peligros" señalados más arriba.

Como factores positivos cabe apuntar, por un lado, todo el material elaborado en estrecha conexión con luchas sociales, un gran volumen de formación teórica de militantes y la rica y compleja experiencia de Rompamos el Silencio. Por otro lado, la evolución del 0'7%, ampliando sus contenidos, formas de intervención y de coordinación, hasta desembocar en el actual RECADE, junto con la incorporación de sectores juveniles, a través de los M.R.G's, que a partir del 2.000 abrieron un nuevo escenario en la lucha antiglobalización.

3.- SEATTLE. PUNTO DE INFLEXIÓN DE LA ANTIGLOBALIZACIÓN A ESCALA INTERNACIONAL.

El treinta de Noviembre de 1.999, decenas de millares de manifestantes al grito de !Abajo Babilonia!, cercaron el Centro de Convenciones de Seattle, próspera ciudad industrial del Estado de Washington. Esta masiva concentración había sido preparada durante meses por mas de 1.200 organizaciones de ochenta países. El afán de la multitud era impedir el inicio de la Tercera Conferencia Ministerial de la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO (OMC), comparada con Babilonia, símbolo de la opulencia, la incomunicación y la destrucción.

La O.M.C. que actualmente cuenta con la adhesión de 130 países, es desde 1.995 heredera del G.A.T.T. ( General Agreement on Tariffs and Trade - Acuerdo General de Aranceles y Comercio) creado por 23 países en 1.947 en Ginebra. Su objetivo inicial era la reducción de los obstáculos que impedían el libre comercio (aranceles, contingentaciones, etc.)

Junto con el Fondo Monetario Internacional que se ocupa de la estabilidad monetaria, el Banco Mundial que concede créditos para la " modernización " capitalista de los países " atrasados " y la OTAN, brazo armado de la economía de mercado, el GATT constituyó uno de los pilares del orden mundial surgido tras la segunda gran guerra. (1.939 - 1.945)

Desde 1.947 ha habido ocho ciclos de negociaciones comerciales ó Rondas. Se llama Ronda a una forma de negociación simultanea de varias áreas o sectores por todos los países pertenecientes al sistema multilateral de comercio. En estas Rondas las decisiones se toman por consenso y nada está acordado hasta que todo está acordado.

Más allá de la aparente democracia e igualdad del funcionamiento de la O.M.C., se encubre el abuso y la expoliación de los fuertes sobre los débiles. Los objetivos de la O.M.C. van más allá de eliminar las barreras arancelarias, situándose en el terreno mas general de remover cualquier obstáculo que dificulte el libre comercio.

Para la mayoría de los países, las diferencias de competitividad y las relaciones de dependencia económica ó política, convierten su "libre" comercio con los más fuertes en algo parecido a meterse en la cama con un gorila.

Tras la pacífica sociabilidad del comercio, se oculta una violenta coerción. Se imponen aperturas asimétricas de las economías, se impide a los países débiles dotarse de los recursos para su propio desarrollo, se arrasan las formas de organización económica y social tradicionales, se viola la soberanía alimentaria, y se hacen políticamente inviables las leyes de protección al trabajo, a los derechos sociales y al medio ambiente.

La Unión Europea luchó en Seattle contra las ventajas de EEUU, basadas en la casi total desregulación del mercado laboral y en su desprecio por la salud de los consumidores. Los poderes económicos y mediáticos europeos, intentaron convencernos de haber defendido un capitalismo con rostro humano frente al capitalismo depredador USA: "una lechuga en Europa no es sólo una lechuga, sino una forma de vida, una organización social, un respeto al mundo rural y al medio ambiente ". Nada más lejos de la realidad. El capitalismo europeo, unificado bajo la bandera del Euro, comparte en su totalidad, incluso mas radicalmente, la lógica monetarista de EEUU. Ambos modelos son solo expresión de dos momentos históricos y sociales de una Economía convertida en instancia absoluta de las relaciones sociales.

Las diferencias entre USA y la Unión europea no tienen su origen en la lucha contra los fenómenos de pobreza y degradación ambiental producidos por la economía global, sino en la pérdida de cuota del pastel que las ventajas comparativas de uno generan en el otro.

Por último, el disperso bloque de los países empobrecidos, falazmente llamados "en vías de desarrollo" se ha debatido entre la legítima defensa de sus ventajas comparativas, la petición de que los países fuertes abran también sus mercados a sus productos y la exigencia de que se respeten acuerdos incumplidos en lo tocante a los productos agrícolas y textiles. A los países pobres les sucede como a los trabajadores pobres. No se unen frente al orden que les excluye, sino que luchan entre sí para incluirse en ese orden al precio que sea, aumentando así su debilidad y su ruina.

La O.M.C. en su pomposa Ronda del Milenio, se proponía y se propone disolver cualquier regulación social o medioambiental que distorsione el ciclo de valorización de las inversiones. Lo que el Banco Mundial llama piadosamente "costes de transición", esconde mas de mil millones de muertos de hambre y de enfermedades evitables, porque carecen de capacidad adquisitiva para que su derecho a la vida se exprese en una demanda solvente y atraiga los flujos de inversión.

Para la mitad de la humanidad, el libre comercio no genera el mejor de los mundos, sino el peor de los infiernos. Sin embargo las crisis financieras ( IX/92 en Europa, 94 en Méjico, 97 en Asia, 98 en Rusia y Brasil, y 99 en América Latina ), no crean las condiciones para el fin del capitalismo, sino para su despliegue cada vez mas depredador y totalitario.

La crisis de la democracia parlamentaria asociada a la pérdida de soberanía del Estado Nación, no tiene contrapeso, como sucede en la Unión Europea, en la incierta constitución de instituciones políticas supranacionales, sino que sienta las bases del libertinaje empresarial y el fascismo postmoderno.

La incontrolable especulación financiera, el peso de la corrupción, las masas de dinero procedente del narcotráfico y las actividades ilegales, han pasado a formar parte del paisaje. La democracia se identifica, no con la participación ciudadana y la seguridad común, sino con el capitalismo global y sus secuelas. Quién se oponga al capitalismo global aparece como un enemigo de la democracia

En este contexto, lo excluido se muestra como la prueba de la violencia y la injusticia de esas inmensas y opacas acumulaciones de poder económico que degradan la vida. Lo excluido es la fuente del progreso, el manantial del que se nutre un Capital cada vez mas UNO , GRANDE y LIBRE. Progreso y exclusión forman parte de una misma dinámica. Están entrelazados por una relación causal. Sin tanta pobreza no sería posible tanta opulencia. La condición para Internet y la telefonía móvil es el hambre en el mundo y la OTAN.

La política, convertida en instrumento de ésta lógica autista, que solo entiende de beneficios, no es capaz de resolver el problema de la exclusión masiva. Entonces, si la pobreza no se resigna, intervienen las industrias mas dinámicas de la globalización: la industria policial, militar, judicial y carcelaria. Tras la postmoderna democracia de mercado se esconde algo muy antiguo: la injusticia armada.

Seattle ( Babilonia ) fué una metáfora de la modernización competitiva que padecemos. Bajo el estado de excepción ha sido un semillero de enseñanzas:

  • Lo excluido, a condición de tener conciencia de si mismo, de vivirse como una potencia negadora y no como una carencia, es la base de la resistencia anticapitalista, el principal recurso constituyente.
  • La violencia armada es la última razón de la Democracia de Mercado cuando hay multitudes que no se resignan. Los valientes servidores del Estado, armados hasta los dientes, volcaron el miedo de los beneficiarios de la globalización sobre manifestantes pacíficos que solo pretendían exponer el dolor de los desheredados. La democracia de mercado es sólo una máscara del capital, una tregua de los de arriba mientras sigamos obedeciendo.
  • No es desde la casa común, ni desde la causa común, de los administradores del Mercado Global, sino desde la organización y la intervención política de lo excluido, de donde partir. Como nos muestra la revuelta de Seattle, la salida de la postración de la izquierda no viene desde dentro de una globalización irreformable sinó avanzando desde fuera, impugnando su discurso, impidiendo su despliegue.
  • La Desobediencia Civil y la Acción Directa no violenta, como salida de la militancia de reuniones, no surge por generación espontánea ni es una vía de algaradas juveniles sino el resultado necesario de dos procesos que se complementan, la potencia de la Economía Global y la impotencia de la Izquierda, nuestra impotencia.
  • Recuperar el pulso es recuperar la calle, organizar la legítima defensa de los que sufren. Lo demás vendrá por añadidura, o no vendrá. Lo estamos viendo.

    Desde Seattle, de cumbre en cumbre, no ha cesado de aumentar la contestación social y el respaldo popular a las protestas. Ni la "democrática" y mortal represión, ni los intelectuales de guardia de los "Mass Media", han conseguido detener la expresión política del desacuerdo, la protesta y el antagonismo.

    La izquierda mayoritaria, impulsora de la Globalización y autora de las políticas que la han hecho posible, toma posiciones ante este incipiente e inquietante movimiento. Sus intelectuales orgánicos nos estudian, nos clasifican, nos teorizan y nos manipulan.

    En Génova (VII'01), el gobierno de Berlusconi, anfitrión de los ocho Globalizadores, ha enfrentado con una estrategia militar la protesta de cientos de miles de personas. Como no podía ser de otra manera, esta política ha ocasionado un muerto y cientos de personas heridas.

    Para estos gobiernos, la exclusión, la precariedad y el hambre en el mundo, aunque negativos, son inevitables. Solo pueden ser objeto de una compasión sin consecuencias políticas. La economía de mercado global no puede admitir que se tuerza la libertad del capital, verdadero contenido de la democracia. Si el desacuerdo se expresa colectivamente, saltan las alarmas del régimen. Cuando falla el adoctrinamiento, interviene la mano visible del mercado. Los destacamentos armados de la democracia, pasivos ante la violación sistemática de los derechos de l@s de abajo, son implacables ante una mera protesta contra l@s de arriba. Después, la "intelligentzia" del Coro Unico nos llama violentos por haberles obligado a matarnos, herirnos, torturarnos y apalearnos.

    4.- LAS RAZONES DEL ÉXITO MEDIÁTICO.

    Los tiempos en la acción política no son homogéneos. Ahora las cosas van a ser distintas. Ante la mera posibilidad de que se exprese políticamente la exclusión que se oculta tras nuestra gloriosa entrada en el euro, el poder va a desplegar todas sus tácticas. Desde la recuperación del movimiento, para ser gestionado de forma "responsable", hasta la división del mismo, la calumnia, la criminalización y la represión.

    Necesitamos analizar, por un lado, los factores que explican por qué tras años de marginalidad, la lucha contra la globalización ocupa el centro de la escena política. Por otro, los puntos fuertes del movimiento, para potenciarlos así como sus deficiencias y limitaciones, para corregirlas.

    Los desmanes crecientes del capitalismo Global. Aumenta, sin nada que lo impida la precariedad, el libertinaje empresarial, la desigualdad, la pobreza, la violencia, la corrupción, la inseguridad y la mentira de Estado.

    La convergencia de diversos sectores ideológicos y sociales en la protesta, consigue la masa crítica necesaria para que no podamos ser tratados, impunemente, como un grupo marginal.

    Los contenidos y las formas de la protesta. L@s que protestan, no sólo están preocupad@s por políticas sectoriales, por sus reivindicaciones, sino también por la POLÍTICA en general. No solo esgrimen intereses legítimos, sino también razones. Esto les constituye en sujeto político y genera el ejercicio de una verdadera democracia, algo difícil de encajar en las Dictaduras Parlamentarias de Mercado que padecemos. Al reconocernos como equivalentes, al cooperar en lugar de competir, l@s de abajo rompemos con la lógica del mercado, nos fundamos como ciudadanía activa, dejamos de ser cómplices, además de víctimas.

    Más allá de las reivindicaciones y las ideologías, denunciamos el nacionalismo del bienestar, compartido por 600 millones de instalados, basado en la degradación de la mayoría de la humanidad; la inviabilidad ecológica del modelo desarrollista y la criminalidad de la clase política. Estas convicciones, junto a la exigencia, desde abajo, de nuevas formas de hacer política, constituyen un formidable vínculo para mover en la misma dirección centenares de miles de cuerpos, condición necesaria para movilizar millones de conciencias en un grito común: ¡BASTA YA!

    La acción directa no violenta y la desobediencia civil son ingredientes específicos del avance del movimiento. La inanidad de la izquierda tradicional tiene su correspondencia en un tipo de militancia en la que las reuniones se engendran a sí mismas como sustancia de la acción política. Alguna manifestación - procesión, complementa el menú. Esta militancia es también un producto de la globalización. Algo que puede, en momentos excepcionales, ser algo molesto para la economía global pero, en todo caso inútil para impedir su despliegue.

    Los que, superando el miedo ante las hordas de uniformados, se atreven a desafiar a los poderosos con el grito de: ¡Esto no lo vais a hacer. Aquí no os vais a reunir!, fundan un nuevo modo de hacer política. Trazan una raya entre la impotencia de la izquierda virtual y la posibilidad de una izquierda, marginal por ahora, pero real. La posibilidad de impedir un destino de miseria y terror globalizado, programado por los de arriba, abre la senda de la política, de la democracia, de la reconstrucción de una izquierda real.

    En la acción directa, los cuerpos indefensos, metáfora de la humanidad doliente, sólo ejercen los derechos y libertades que las constituciones otorgan en el papel, pero la violencia del Estado nos recuerda que solo hay libertad dentro de las leyes del Mercado. Ahora todo está mas claro. Los riesgos son evidentes. Tenemos enfrente una injusticia armada que utiliza la democracia como máscara. Sin embargo, el mayor riesgo es que las cosas sigan como hasta ahora. Los riesgos se pueden y deben gestionar con valor e inteligencia.

    Ante las personas éticas, la debilidad física de los manifestantes frente la violencia policial, se torna fortaleza moral y política. El enemigo encaja el golpe. Las Instituciones del Capitalismo Internacional recogen de manera oblicua las demandas populares. Las reuniones de las instituciones extremistas y antidemocráticas del capitalismo global, se realizan de forma vergonzante, temerosa. El esfuerzo y el castigo recibido han dado sus frutos. Puede más el cuerpo que el látigo.

    Ideas para el futuro.

    Hay que golpear el hierro cuando está caliente. La contestación debe continuar, cuanto más masiva mejor, a las cumbres de las instituciones globalizadoras, a través de la desobediencia civil y acción directa no violenta, la pluralidad del movimiento y la impregnación teórica y práctica a la globalización y sus aparatos.

    Para que la población entienda la relación de sus problemas con la globalización capitalista y la moneda única europea, no basta con las protestas en las cumbres. Es necesario realizar un intenso trabajo dentro de las organizaciones, para que en la militancia cotidiana se analice la relación entre las situaciones particulares y las políticas generales que posibilitan la globalización. El movimiento necesita incorporar a cientos de colectivos y redes sociales, como etapa previa. Sin hacerlo así, no hay forma de llegar en extensión y profundidad a la población y solo nos espera, antes o después, la marginalidad y la represión.

    Un movimiento solo puede sortear las calumnias y la criminalización, incorporando colectivos y grupos sociales que ya actúan contra los efectos de la globalización, aunque no lo sepan. Tenemos pendiente una clara tarea cultural, de elaboración teórica y de democratización de los discursos políticos. La acumulación de fuerza depende de lo local. Solo impidiendo, no sólo denunciando, que hagan lo que quieren localmente, les estamos poniendo algo por delante. Sólo de la fuerza local se nutre una fuerza social multitudinaria. La resistencia global, será local o no será.

    El movimiento debe defender la democracia participativa, la libertad y la no violencia. Pero es necesario evitar una trampa que puede degradar éticamente nuestra lucha. La adscripción respetable en el lado de los "pacíficos" y los "demócratas", frente a los que, de entre nosotros, al romper el cristal de un banco, pasan la raya de la democracia virtual, son convertidos en violentos peligrosos y por lo tanto extirpables.

    La discusión violencia - no violencia, es una falsa discusión. Estamos en una sociedad constituida por la violencia económica, física y sicológica. Un joven, roto por la precariedad, puede romper un cristal. Eso, incluso le puede venir bien al poder que, de hecho destaca a sus funcionarios para hacer de provocadores. Debemos debatir con estos jóvenes la conveniencia de su acción. Incluso, la frecuente justificación individualista y sectaria con que la legitiman. Pero de ahí a unirnos con los mayores enemigos de la democracia en la condena de "los violentos", hay un abismo.

    El problema real es como defender los derechos humanos, sociales y políticos en un orden social violento por antonomasia. Impedir que nuestra legítima defensa frente a los actos injustos, ilegítimos y a menudo ilegales del poder, sea manipulada por los medios de adoctrinamiento y utilizada para criminalizar, aislar y liquidar nuestro movimiento: Gestionar la represión que se abate sobre nosotros para que, en vez de marginar, retroalimente el movimiento. Lograr la simpatía y la solidaridad de amplios sectores sociales.

    La lucha contra la Europa del Capital no tiene el camino trillado de la lucha contra los yanquis y las instituciones internacionales que éstos hegemonizan. El centro de la actividad debe poner la moneda única europea como objetivo, no solo por la oportunidad de la presidencia española del primer semestre del 2.002, sino porque son las instituciones y las políticas de la U.E. las que legitiman y planifican la globalización en Europa y en particular en España.

    La ambigua posición de la izquierda más próxima al movimiento, explica el escaso rendimiento en términos de conciencia ciudadana de años de lucha contra la Europa del Capital. Está casi todo por hacer.

    Debemos unir todo lo que pueda ser unido en torno al rechazo a la Globalización. Intentar construir un fuerte movimiento que los convierta en un clamor democrático multitudinario. Desde ahí, buscar, con otras organizaciones y redes, acuerdos y actuaciones parciales contra la globalización y sus consecuencias.

    Las formas organizativas del movimiento deben ser capaces de recoger la diversidad, dentro del máximo común denominador compartido e integrar a personas que representen actividades sociales reales, que aporten fuerza propia para llegar a la población.

    No hay ninguna red, organización o Asamblea, que contenga toda la diversidad asociativa y pueda alzarse con la representación general. Acabar con esas pulsiones narcisistas y competitivas, es condición necesaria para el respeto y la confianza, base a su vez de la potencia que da la cooperación.

    La actividad, para llegar profundamente a la sociedad, debe estructurarse por áreas temáticas, coordinadas localmente. El lenguaje de la gente es el lenguaje de los problemas concretos, es decir el lenguaje reivindicativo temático, sectorial, local. Sólo desde ahí se puede llegar a la sociedad. Las tareas de formación deben ser acordes con esta realidad.

    El centro de gravedad organizativo debe ser local, territorial, pero en base a representantes de actividades sociales reales y no en base a militantes de coordinadoras que diseñan campañas con la fuerza de otros, menos militantes de secretarías y más representantes de actividades sociales verdaderas. La coordinación estatal puede realizarse en base a Asambleas de delegad@s abiertas. Internet puede ser un auxiliar valioso para la transparencia y el funcionamiento en red. La financiación debe ser local.

    La fuerza social emergente en los movimientos antiglobalización, puede favorecer la construcción de un nuevo sujeto social transformador integrado por mujeres, jóvenes, trabajador@s - estudiantes, precarizados, inmigrantes, etc. Estos sectores sociales son hoy la mayoría de la población asalariada, su segmento mas explotado y humillado. Aunque algunos de sus militantes pertenecen a la vieja (aunque real) izquierda, en general se sienten muy distantes de ella. No les faltan motivos. Esta izquierda institucional, envejecida, conservadora, retórica, burocrática y cómplice, no solo se muestra impotente para construir un mundo mejor, sino también para defender eficazmente a los sectores que la sostienen: la clase obrera estable, masculina, blanca, consumista, urbana y creyente en el progreso tecnológico.

    La lucha contra la globalización puede convertirse en algo parecido a lo que fue la lucha antifranquista desde 1.960 hasta la muerte del dictador en 1.975. La oposición política a un régimen que impedía la autonomía, la libertad y el bienestar a la mayoría de la población, facilitó la convergencia en la lucha de amplios y diversos sectores sociales.

    Si conseguimos salir de los lugares comunes y los vicios de la izquierda social, muy parecidos a los de la izquierda institucional pero menos explícitos, podemos convertir una paradoja, cada vez hay mas explotación y menos lucha, en una contradicción social, millones de personas que sufren solas, pueden reconocer al enemigo común y avanzar en oleadas contra él.

    El papel de las redes sociales juveniles es primordial, en este esfuerzo, para incorporar precisamente al sector sobre el que se abate más intensamente la violencia explotadora y totalitaria del Capitalismo global, la juventud.

    Solo en una marea de protesta social se pueden curar muchas de las patologías que padecemos y que esterilizan enormes masas de esfuerzo militante: los grupos portadores de la verdad revelada anarquista, comunista, materialista o postmaterialista, los militantes de ratos libres que se socializan directamente en estructuras de coordinación de movimientos sociales, una nueva burocracia experta en diseñar estrategias sobre la fuerza social de otros, la trampa de aliarse con los custodios de la democracia de mercado que son los mayores enemigos de la democracia, frente a los "violentos".Solo superando, desde la lucha social, estos problemas, surgirán nuevas generaciones de militantes, con experiencia, valor y capacidad para organizar una fuerza social que defienda la paz, la libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos, y una vida mejor para tod@s.

    5.- MOVIMIENTO "ANTI" O "POR OTRA " GLOBALIZACIÓN.

    Algunas iniciativas fuertemente penetradas por la socialdemocracia de izquierdas, con el apoyo de "le Monde Diplomatique" uno de los medios de comunicación mas solventes en la lucha teórica contra las falacias neoliberales, y desarrollándose con un sistema de franquicias, trata de marcar con su impronta la complejidad de identidades de los movimientos antiglobalización.

    A diferencia del carácter minoritario de los movimientos antiglobalización anteriores, la cualidad multitudinaria de la dinámica actual, nos sitúa ante un verdadero movimiento social. La identidad de dicho movimiento es inequívoca. Se trata de un movimiento anticapitalista, antiglobalización y no de un movimiento por otro capitalismo o por otra globalización. Otra cosa es la distancia entre la actividad política antiglobalización y las actividades sociales contra las consecuencias económicas, políticas y medioambientales de las políticas implementadas en nombre de la globalización. Una enorme cantidad de militancia feminista, sindical, cultural, contrainformativa, de defensa de los derechos de menores, pres@s e inmigrantes, ecologistas, antimilitaristas, por la dignificación de la vida en el campo y la seguridad y soberanía alimentaria, por la protección social de la salud, la educación, la vivienda y la vejez, por una vida comunitaria de expresión artística y cultural, antirracista, antifascista, solidaria, de comercio justo, y un largo etcétera, expresa cada día la autodefensa de la sociedad frente a los daños producidos por la economía global. Sus activistas son objetivamente luchador@s antiglobalización. Los miles de manifestantes que protestan en las contracumbres de las instituciones del capitalismo global, solo son su segmento mas consciente y activo.

    Con la visibilidad política del movimiento contra la globalización capitalista, cuya identidad mas fuerte es, además de su pluralidad, su antagonismo con dicha globalización, se abre la posibilidad de convertir innumerables luchas sociales contra las políticas globalizadoras en una misma e imparable lucha política ( con mayúsculas ) contra la envolvente de todas ellas: la economía capitalista global como único y absoluto principio de realidad en la constitución de las relaciones sociales.

    El proceso de globalización de la economía capitalista es un proceso ingobernable ,incluso desde la forma política del Estado Nación. La posibilidad de "otra globalización" no depende de quien lleva el timón, sino del rumbo de la nave. La socialdemocracia ya nos ha demostrado ampliamente lo que hace cuando gobierna. Realmente no puede hacer otra cosa, como nadie podría hacerla, sin disponer de la fuerza necesaria.

    La fuerza radica en las multitudes que impidan la globalización en su despliegue precarizador, privatizador, consumista, envilecedor de las conciencias, militarista, represivo. La globalización no se puede impedir de una vez en toda su extensión. Parar la globalización es impedir que las empresas despidan y precaricen, que las multinacionales arruinen a las pequeñas explotaciones rurales, sometiendo la seguridad y la soberanía alimentaria a su exclusivo beneficio y produciendo las curas de caballo del desarraigo y la inmigración masivas, así como la contaminación y esquilmación de los recursos naturales.

    Otra globalización solo es posible cuando se puedan globalizar unas relaciones sociales basadas en la cooperación y no en la competitividad, en la economía sometida a la política y no al revés, en la limitación consciente del consumismo superfluo y en la valoración del bienestar en términos colectivos y no individuales. Estamos muy lejos de eso. Sin embargo, las subjetividades de los movimientos sociales antiglobalización están cargadas de estos contenidos.

    El mejor servicio de la izquierda tradicional, si realmente está arrepentida de sus mentiras, su corrupción y su complicidad, no es apropiarse de la potencia constituyente del movimiento, sino ayudar a desarrollarla. Pero sus esfuerzos por recuperar el movimiento montándose sobre él, cumbre a cumbre, negando la posibilidad, ante la guerra capitalista global recién desencadenada, de impulsar ¡OTAN NO. BASES FUERA!, nos indican lo poco fiable de sus intenciones.

    Gravar con un impuesto el flujo internacional del capital financiero, (Tasa Tobin) a pesar de que fue concebido como mecanismo de defensa de los cambios internacionales y no como mecanismo de redistribución, es una iniciativa a apoyar, entre otras muchas. Pero pretender constituir esta iniciativa en el elemento visible de la antiglobalización, frenando su caudal diverso y antagonista, para llevarlo al molino de sus intereses electorales, es otra cosa. La participación en estas operaciones de sectores del viejo radicalismo de la transición es un penoso espectáculo.

    Con la crisis de beneficios y de gobernabilidad del capitalismo globalizado, hacen eclosión poderosas contradicciones intercapitalistas, así como la revuelta entre las masas empobrecidas de amplias zonas del mundo contra el imperialismo occidental, (con EEUU a la cabeza) y contra sus propios gobiernos.

    El complejo cuadro de una crisis internacional multilateral tiene su origen en la violencia del capitalismo. Los espantosos atentados de EEUU, solo son un epifenómeno, un emergente de la lógica que las democracias parlamentarias de mercado han impuesto a nivel planetario. Las poblaciones, martilleadas por los aparatos de propaganda, secundan e, incluso, piden a los gobiernos profundizar en la violencia económica, política y militar que ha originado las respuestas desesperadas de los oprimidos. Esa política solo traerá mas inseguridad y violencia. Se globalizara, con la crisis económica y la guerra, el terror para todos. Apoyar la servidumbre del gobierno del P.P., secundado sin fisuras por el PSOE, para embarcar al Estado Español en el "progrom" contra los pueblos islámicos empobrecidos, nos coloca en el punto de mira de los pueblos y estados atacados con nuestra participación activa. Nadie podrá alegar inocencia en el futuro.

    6.- GLOBALIZACIÓN. MONEDA UNICA. GUERRA Y PAZ.

    EL EURO.

    La globalización no es toda una. Está regida por la competencia entre capitales cuya forma principal, hoy, es la existencia de tres bloques capitalistas regionales liderados por USA, Japón y la Unión Europea. EEUU es el principal impulsor y beneficiario de la globalización económica capitalista. Mantiene una relación contradictoria con los otros dos bloques capitalistas regionales, pero este hecho no debe llevarse al extremo de apoyar nuestro capitalismo regional, la U.E., cuya máxima expresión es la moneda única, como forma de oposición a la hegemonía USA.

    Las políticas monetaristas que han posibilitado la moneda única, el euro, comparten todos los rasgos de la globalización capitalista descritos mas arriba. La diferencia entre EEUU y la U.E. radica en el entorno políticosocial al que debe adaptarse. No hay posibilidad de universalizar la forma mercancía en Europa sin debilitar la protección social y la capacidad negociadora de las organizaciones de izquierda. La globalización capitalista en nuestro entorno sociopolítico consiste en impulsar el proceso de precarización, privatizaciones y desregulación, modulando los ritmos para garantizar su continuidad. La izquierda mayoritaria cumple el papel de ralentizar y al tiempo legitimar este proceso. En esa acción, ella misma se legitima frente al poder económico y se deslegitima frente a las clases populares.

    LA GUERRA.

    La guerra capitalista global que se abate hoy sobre gran parte del mundo, es solo la forma que adquiere la globalización en un entorno de crisis económica, inestabilidad política, paro, pobreza y violencia producidos por la propia globalización.

    La sostenibilidad del orden capitalista global requiere la continuidad del ciclo. Las crisis económicas, motivadas por las incongruencias del capital financiero y por la expresión política de la disidencia, solo se pueden superar, desde dentro de la globalización, incrementando la explotación y el dominio mental y físico sobre las masas de perjudicad@s. La salida de la crisis tiene su condición en la recuperación de la seguridad y con ella, la fé de inversores y consumidores en la buena marcha de los negocios.

    La violencia constitutiva de las relaciones sociales sometidas al dictado del modo de producción capitalista cada vez mas global, siempre ha empleado la violencia armada contra quienes de forma individual o colectiva se han opuesto frontalmente a este orden de cosas.

    Lo peculiar del momento actual es a) el carácter global de la crisis (los tres bloques capitalistas está en distinto grado de estancamiento - recesión, b) el carácter global de la protesta (cientos de millones de musulmanes pobres de Africa y Asia, expresan su rechazo al capitalismo globalizado), c) los movimientos sociales antiglobalización no cesan de crecer desde Seattle en Diciembre'99 y mejoran sus formas organizativas y modos de conexión con la mayoría de la sociedad, y d) los "avionazos" del 11 de Septiembre en N.Y. y Washington, ponen de manifiesto, por un lado, el grado de desesperación y locura que la brutalidad de la globalización puede llegar a generar, no existiendo defensa ante ellas. Por otro, el riesgo de emulación para millones de personas, víctimas de una modernización capitalista global que solo les ofrece terror, sufrimiento y desesperanza.

    La guerra, en su forma convencional de ocupaciones, bloqueos, bombardeos, sabotajes, terrorismo de estado y guerra sucia, siempre ha existido. Ahora varía la combinatoria de las formas de dominio que exige la globalización. Aumenta la dosis de violencia militar convencional y de represión, previa deslegitimación y criminalización de la disidencia, incluida la que se expresa por procedimientos democráticos. Las reglas de juego de los sistemas parlamentarios se les quedan pequeñas a las necesidades de gobernabilidad del capitalismo global en crisis.

    Para hacer sostenible la globalización, cuyo mayor enemigo es ella misma, la guerra capitalista global exige una cierta combinación de intervención armada convencional, coordinación del espionaje, manipulación y descrédito de los movimientos sociales que expresan de forma autónoma el malestar social.

    Como paso previo para su represión, el capitalismo global y las estructuras políticas y mediáticas que le sostienen, elaboran apresuradamente la identidad multifacética de su enemigo. Contra su orden se alzan estados nación, movimientos armados y movimientos expresamente antiglobalización, visibles políticamente y en proceso de crecimiento así como una amplia resistencia a los efectos económicos, sociales, políticos, culturales y medioambientales de las políticas globalizadoras.

    El problema para el capitalismo es la posibilidad de que muchos miles de militantes, activistas y solidari@s, que realizan una actividad social de defensa de los derechos humanos y sociales, comprendan que su lucha es una lucha antiglobalización. Con ello, se crearían las condiciones para que millones de personas perjudicadas por la globalización capitalista, dejen de ver su situación como un destino inevitable y se movilicen.

    La infinita injusticia y violencia del capital global, ha esparcido por doquier la semilla del odio y la desesperación. La guerra capitalista global es una gran operación para aplastar, ahora sin tapujos, la emergente desobediencia. Los países del centro estamos en vías de desarrollo hacia el modelo de capitalismo en los países pobres: sociedad dual, inestabilidad para la mayoría, exclusión masiva, ejército de ocupación sobre la propia población y represión implacable contra la oposición al régimen. Todo ello, en nombre de la democracia, identificada con la libertad de empresa y la economía de mercado.

    El fascismo fue la dictadura terrorista del capital en un entorno de crisis económica y ascenso revolucionario de la clase obrera. El creciente totalitarismo de las sociedades modernas, el recorte de las libertades políticas y la represión de distinto grado sobre la disidencia, se realiza desde la democracia . Es su contenido verdadero.

    Todos los ingredientes del ascenso del fascismo en Europa durante los años 20 y 30 del siglo XX se dan en la actualidad: militarismo, racismo, focalización de una minoría distinta y enemiga ( ayer los judíos, hoy el islam ) como causantes y chivos expiatorios de todos los males, irracionalidad de masas, culto a la violencia, silencio cómplice de la mayoría ante la represión de las minorías que se atreven a desobedecer, reducción del margen de maniobra que otorgan las libertades democráticas a los de abajo. Todas estas políticas ya están presentes, incluida la guerra convencional, hasta ahora territorializada.

    La política del capitalismo, para garantizar la sostenibilidad de su globalización, consiste en la generalización de la lógica de la guerra, convencional y no convencional. La seguridad de inversionistas y consumidores es la condición para la recuperación de la tasa de beneficio. La crisis de gobernabilidad inducida por la competencia entre capitales, los destrozos sociales y ambientales y los atentados del 11 de septiembre, contienen dos grandes riesgos para la globalización y la moneda única. Por un lado retroalimentan la crisis económica y por otro, abren la posibilidad de que las multitudes de perjudicados se constituyan en sujetos políticos e interrumpan la espiral de desorden, exclusión y violencia que se oculta tras el orden monetario y "la irracional exuberancia de los mercados".

    LA PAZ.

    La apuesta belicista del gobierno de EEUU, ha sido secundada por los gobiernos de la Unión Europea. Con especial entusiasmo por parte de Berlusconi, Blair y Aznar. Esta política solo puede ser interrumpida por un movimiento social por la paz, poderoso y consciente.

    ¿Cómo se puede pedir PAREMOS LA GUERRA sin incorporar las consignas de OTAN NO. BASES FUERA.? La OTAN, como brazo armado de la globalización capitalista, es el instrumento para las agresiones armadas convencionales, como la actual contra Afganistan. Las BASES militares de los EEUU en el estado español, residuo del franquismo, son una pieza esencial en la imprescindible logística para las intervenciones militares.

    La oportunidad de defender estas consignas descansa al menos en tres razones. Primera perdimos el referéndum de pertenencia a la OTAN, el 12 de Marzo de 1.986, tras una intensiva campaña televisiva en la que Felipe González amenazó con los peores peligros si ganaba el NO, desafiando a la izquierda social que lo defendía, con la gestión del resultado de dicho NO (ahora nos toca gestionar el SÍ). Los siete millones de votos NO, quedaron en minoría. Pero el voto SI contenía tres condiciones que conviene recordar: 1.- No pertenecer al comité militar ( el PP nos metió en 1.997). 2.- No al transito de armas nucleares por el territorio español (nadie controla eso). 3.- Desmantelamiento progresivo de las bases USA (solo se desmontó Torrejón, se está ampliando enormemente Rota y se proyecta abrir nuevas bases operativas (Betera - Valencia ). Segunda: Es incoherente oponerse a la guerra sin oponerse a los instrumentos concretos de dicha guerra. Tercera: la inclusión de OTAN NO BASES FUERA servirá para conectar con millones de personas que votaron NO, y con muchísima gente que votó SI y ahora se espanta de los resultados. También para vincular las mejoras tradiciones del pasado movimiento de masas por la paz con el presente y prometedor movimiento antiglobalización, participado por generaciones jóvenes.

    La envergadura de la amenaza del capitalismo en crisis solo puede ser frenada por una gran fuerza social. Es el momento para impulsar un proceso de confluencia política que obtenga su fuerza de su pluralidad y su comprensión del momento actual. Es el momento de la transformación, no de los argumentos leguleyos que levantan acta de la actual despolitización de la mayoría de los movimientos sociales, excluido, naturalmente, el movimiento antiglobalización.

    LA PAZ AQUÍ Y AHORA.

    ¿Cómo luchar por la paz en el Estado Español sin tender la mano a Euskadi?.

    En los dos últimos años, las tendencias dominantes en el llamado "conflicto vasco", tanto en su dimensión externa (Euskadi / Estado Español), como en la interna a las propias sociedades vasca y española, son el estancamiento y la radicalización. Sin un impulso que incorpore nuevas energías sociales, el horizonte de la pacificación parece desvanecerse en el aire.

    La crisis económica y de seguridad mundial se agrava tras los atentados del pasado 11 de Septiembre contra las Torres Gemelas de N.Y., el Pentágono en Washington y la posterior dinámica de guerra desencadenada por EEUU y sus aliados. La ambígua guerra global "contra el terrorismo" dibuja un escenario de potencialidades contradictorias respecto al mencionado "conflicto vasco".

    Por un lado, la identificación, ya que no definición, de "terrorismo" como una sustancia común a toda disidencia respecto al "modelo de civilización U.S.A." propiciará, a buen seguro, un aumento de la represión, no solo sobre los movimientos armados, sino también sobre los que desarmada, pacífica y democráticamente, tratan de expresar los daños y discrepancias originados por "nuestro modelo de civilización". La intensiva búsqueda o invención de similitudes entre los primeros y los segundos servirá, ya está sirviendo, para legitimar el amordazamiento de la sociedad civil. Estas tendencias harán aún mas difícil el avance de cualquier fórmula de diálogo para buscar soluciones al conflicto vasco y favorecerán la discrecionalidad del gobierno para la restricción de las libertades políticas.

    Por otro lado, la guerra en su versión militar convencional (atacar y ser atacado, destruir y ser destruido), política ( pérdida de soberanía, restricción de libertades y derechos civiles ), social ( gastos militares, retrocesos en la protección social, precariedad ) y cultural ( militarismo, belicismo, racismo, machismo, xenofobia, homofobia, irracionalidad), abren la posibilidad de revitalizar y expresar sentimientos pacifistas compartidos por amplios sectores sociales. Existe una incipiente, pero firme, confluencia de movimientos sociales que se enfrentan a la globalización neoliberal, en un proceso de resignificación de sus contenidos en clave de "Paremos la Guerra. Otan no. Bases Fuera. Otro mundo es posible". Este movimiento popular puede ser la fuente de la fuerza que posibilite, no solo una dinámica de paz en Euskadi, sino también la regeneración de la democracia, hoy enfeudada por un gobierno que profesa una combinación de neofranquismo y neoliberalismo y sumisión a EEUU, con la complicidad del PSOE.

    La lucha por la paz debe incorporar el cese de la violencia laboral, alimentaria y social inducidas por la Europa del Capital, cuya presidencia ostentará el gobierno de Aznar de Enero a Junio de 2.002. Una huelga general puede incorporar las demandas de millones de víctimas de la globalización que han visto arrebatado o amenazado su derecho a una vivienda, un empleo y un salario dignos, a la protección social de la vejez, la salud y la educación, al respeto de la naturaleza, medio vital de tod@s.

    El movimiento por la paz en el estado español, debe acreditar su coherencia política y altura ética mirando de frente al cruel e interminable "conflicto vasco". Este conflicto es un conflicto político, que interpela a la democracia con su demanda de derecho a la autodeterminación y que nos afecta, queramos o no, a los movimientos sociales.

    El movimiento por la paz debe incorporar entre otros contenidos, el de la paz en Euskadi, atreviéndose a formular, de forma independiente, una iniciativa cuyos rasgos podrían ser: 1.- Apoyo a la recién iniciada Conferencia de Paz de Elkarri. 2.- Apertura de una negociación política para un fin dialogado del conflicto, reagrupamiento de los presos vascos ilegalmente dispersos y deliberación sobre las formas posibles de aplicación del derecho democrático de autodeterminación, contemplando todas las identidades e intereses en juego. 3.- Cese de los atentados y declaración de una tregua indefinida con vocación de definitiva por parte de ETA.

    CAES Octubre 2.001.


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