EL
DERECHO A CIFRAR.
FRONTERAS ELECTRÓNICAS CRITICA DIVERSAS DECLARACIONES OFICIALES
EN RELACIÓN AL USO DE LA CRIPTOGRAFÍA.
Hace unos
días el Senado español presentó desde su web las
conclusiones a las que ha llegado la Comisión de Redes Informáticas.
El texto incluía una "declaración de los derechos del
Internauta" que FrEE subscribiría en buena parte, aunque nos
habría gustado más definición en algunos de los
puntos. De todas formas, lo que más nos sorprendió del
texto es la ausencia absoluta de referencias a la cuestión de
la criptografía. Aunque Fronteras Electrónicas entregó
en su momento a la Comisión un dossier explicativo en relación
a la importancia de la criptografía segura para diversos ciberderechos,
y aunque nos consta que otros invitados por la Comisión también
hablaron largo y tendido sobre el tema, la criptografía no parece
tener ninguna función en Internet, vista su nula presencia en
la conclusiones.
Y esta
ausencia aún es más relevante si se tiene en cuenta que
en el texto se habla repetidas de veces de garantizar la seguridad y
la privacidad en los medios electrónicos, y es sabido que la
criptografía es la única forma sencilla de garantizar
completamente nuestra seguridad y nuestra privacidad. Las máquinas
se pueden hackear, los teléfonos se pueden pinchar, los funcionarios
pueden ser sobornados, pero la matemática siempre será
la misma. Un magnate de los ordenadores puede poner cientos de
millones sobre la mesa, o un dictador amenazar de muerte a toda una
población, pero no podrán evitar nunca que dos más
dos sigan siendo cuatro.
La criptografía
permite por primera vez en la historia la paridad entre los grandes
poderes y el ciudadano de a pie. Sin ella, estaríamos indefensos
ante cualquier decisión unilateral de gobiernos, corporaciones
o criminales de asaltar nuestra vida privada o estafarnos con nuestros
ahorros.
Internet
es un medio en el que espiar es tan fácil y tentador que las
buenas
palabras solas no bastan. No tiene sentido defender la inviolabilidad
del correo electrónico si no se ofrece ningún medio para
realmente hacerlo inviolable. Recuerda
demasiado a aquella frase que se decía durante la Transición
de que "En España hay libertad de prensa. Cada uno puede comprar
el periódico que quiera".
Finalmente,
el silencio del Senado resulta mucho más preocupante cuando otros
representantes del gobierno y las instituciones hablan de la criptografía
como
un peligro, como un freno a la persecución de delincuentes. La
triste verdad es
que una ley que prohibiera la criptografía fuerte -como se pide
desde instancias
militares y policiales- no solucionaría nada. Al delincuente
profesional no le preocupa cometer delitos menores, como podría
ser un eventual uso de criptografía ilegal, cuando ha decidido
atentar contra la vida, la integridad física, la salud pública,
el patrimonio o la seguridad nacional. Por otro lado, no parece que
el uso de la criptografía frene realmente la detención
de los delincuentes, y si lo hiciera, lo hace en un grado mínimo.
En ese sentido se han pronunciado diversas comisiones oficiales de la
Unión Europea, sin ir más lejos. Ciertamente, siempre
se puede endurecer más un sistema para poder capturar más
delincuentes, pero nunca a costa de comprometer la intimidad de todos.
Cuando se trata de decidir entre libertad y seguridad, está claro
que la primera ha de prevalecer.
En conclusión,
FrEE quiere insistir en que utilizar la criptografía no es un
delito, sino todo lo contrario, un derecho básico sin el que
hablar de privacidad o seguridad en la Red no tiene sentido. Medios
diferentes exigen sistemas éticos diferentes. En el mundo actual
uno puede moverse con relativa tranquilidad sabiendo que su intimidad
y anonimato están relativamente seguros. La Red es exactamente
lo opuesto. El más pequeño movimiento en el mundo virtual
deja huellas electrónicas que cualquiera puede seguir. La criptografía
es la única forma sencilla, segura y al alcance de todo el mundo
que nos garantiza seguridad y privacidad en la Red. Por eso es tan importante.
Por eso es nuestro derecho.
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