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Españoles después de la liberación de Francia.

Nuestra "Compañía" del Chad.

Del libro de Javier Nart, "Viaje al desierto",

de Ediciones Martínez Roca, S.A.

Zouar (en el Chad) fue la base de partida en la segunda guerra mundial de la    mítica ...columna Leclerc, perfecta coartada para la conciencia patriótica del pueblo francés.

Lecler realizó la epopeya de dirigir las fuerzas de la Francia Libre del general    De Gaulle desde los arenales del Chad hasta la guarida de lobo de Hitler en Berchtesgaden.

Todo ello es tan bello y romántico como falaz ya que las cuatro quintas partes      de los componentes de la Francia Libre en la lucha contra el ejército fascista en     Libia eran negros chadianos y la primera unidad que entró en París, la 9ª Compañía de la 2ª División Blindada tenía de francés únicamente a su capitán. Todos los demás eran españoles. Sus blindados se llamaban Brunete, Guadalajara, Don Quijote, República, Ebro...¡¡y España Cañí!!

No lo busque el lector en las páginas de la historia oficial francesa. Son incómodos Héroes que, sencillamente, no existen.

Fueron aquellos soldados derrotados del ejército republicano que, en 1935, cruzaron a decenas de miles la frontera franco-española por los pasos de Cérbere, Le Perthus, Camprodón.

Detrás dejaban una España destrozada por la guerra y ocupada por el odio. Una España que muchos de ellos no volverían a ver.

El fraterno y socialista Gobierno francés los acogió en aquellos campos de concentración de imborrable memoria. Vergüenza y afrenta para un pueblo que hace gala de ser ejemplo de solidaridad, refugio de perseguidos y cuna de la libertad.

El ejército republicano fue arrojado a las playas de San Cyprien y Argelès sin otro techo que el cielo ni otro lecho que la arena. Rodeados por alambradas, vigilados por las bayonetas de las tropas coloniales. Alimentados como animales    por los soldados senegaleses que les arrojaban panes por encima de la alambrada, como se alimenta a las fieras del circo. Max Aub ha reflejado en su terrible libro "Campo Francés" la amarga, dura e implacable experiencia de nuestros compatriotas, hombres, mujeres y niños.

....

Y a esos campos de hambre frío y enfermedad, llegaron los reclutadores del ejército francés. De aquellos campos únicamente salieron quienes gracias a sus contactos con los socialcomunistas de Negrín o los socialistas de Prieto pudieron alcanzar el maná de la libertad que discriminadamente distribuía la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE), vinculado a Prieto, o el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE), de obediencia a Negrín.

Que todo ello se hiciera con el dinero de la República Española, de todos los españoles, es parte del baldón que debe pesar sobre la conciencia de unos responsables políticos de indigno comportamiento.

Quienes carecían de amistades o enchufes tenían como única alternativa el pasar a ser carne de cañón del ejército francés.

Batallones de trabajadores, en realidad obreros militarizados, de paga misérrima    y riesgo máximo en la línea del frente que, desarmados, fueron abandonados por el ejército francés ante el avance victorioso de las tropas hitlerianas en 1940, o "novios de la muerte" forzosos en la Legión extranjera francesa.

Todos ellos fueron enviados en 1940 a las frías tierras de Noruega, donde se enfrentaron con éxito en Narvik a las tropas de elite nazis del general Dietl.

...Repatriados a Inglaterra...más de 150.000 soldados y marinos volvieron a la Francia ocupada, a su casa y a sus cosas...solamente 1.200 decidieron seguir la lucha contra Hitler. Y de aquellos 1200, más de la mitad eran españoles.

Si lee "Arde París", el excelente libro de Dominique Lapierre y Pierre Collins, o   ve la película que se hizo del libro, no encontrarán ninguna referencia (a esos españoles). París, por lo que se vé fue liberada por un francés, el capitán Dronne,   y una anónima tropa de la que no se da ni un solo nombre, porque si un solo nombre tuviera que darse, ése, necesariamente, sería español. Ese nombre y todos los demás.

En Zouar (Chad) viejos combatientes chadianos aún me hablan de aquellos   "nasaras" (nazarenos o cristianos, esto es blancos) que hablaban un raro francés, excesivamente alegres y ruidosos y que se llamaban González, Fernández o Montes.

Esa olvidada compañia, la novena, la "española", pertenecía al Regimiento de Marcha de Chad. Inmediato, desconocido y atípico nexo, el único, que une a nuestro país con el remoto Tibesti chadiano.

 

Con autorización escrita de Ediciones Martínez Roca S.A., para publicar en esta página WEB. AGE muestra su agradecimiento por esta colaboración.

Antonio Cruz González, transcribió.

Julio de 2000.