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Un experimento prueba la eficacia de la discriminación positiva a la mujer

Domingo 12 de febrero de 2012

El incentivo favorece la competitividad femenina y no reduce el rendimiento del grupo, según un estudio - El éxito de los hombres no resulta afectado

ALICIA RIVERA Madrid 5 FEB 2012

El País

¿Son eficaces las políticas de acción positiva para aumentar la competitividad de las mujeres y promover su presencia en ámbitos de responsabilidad? ¿Reducen el rendimiento del colectivo? Para intentar responder a estas cuestiones, dos economistas han hecho un experimento controlado con 360 estudiantes y su conclusión es doble: sí, son efectivas las políticas para promover la competitividad femenina; y no, no merma el rendimiento del grupo. Los investigadores parten de la realidad de la inferior presencia de mujeres en los altos puestos de responsabilidad social y económica (pese a que el nivel educativo de ellas ya es superior al de ellos en la mayoría de los países desarrollados), y se centran en la menor competitividad de las mujeres como una causa clave.

Ellas a menudo abandonan aunque estén igualmente cualificadas

"Los programas de acción positiva intentan fomentar una representación paritaria de las mujeres en los altos cargos, tanto en el mundo de los negocios como en la política o en la comunidad científica y académica", explican Loukas Balafoutas y Mathias Sutter (Universidad de Insbruck, Austria, y Universidad de Gotemburgo, Suecia, respectivamente), autores del estudio cuyos resultados presentan en la revista Science. Pero, dada la dificultad de medir el impacto de estas políticas de promoción de la igualdad, incluidas las de cuotas, ellos han diseñado el experimento controlado.

En la prueba, un total de 360 estudiantes participantes, de ambos sexos, solucionan problemas aritméticos en varias fases en que optan a participar en la competición y con cinco escenarios diferentes: uno de control (ausencia de políticas activas a favor de la mujer); otro de estrategia de cuotas; dos de tratamiento preferencial para ellas (más o menos intenso), y uno de repetición de la prueba si al final no gana al menos una mujer.

Los resultados indican que, en comparación con el escenario de control, sin ventajas, "todas las actuaciones promueven la participación de las mujeres [en la competición] y el rendimiento es, al menos, igual de bueno", concluyen Balafoutas y Sutter. Y las políticas de acción positiva no afectan a las probabilidades de éxito de los hombres con alta formación, dice en Science Marie Claire Villeval (Centro Nacional de Investigación Científica, Francia).

El papel de la mujer en la familia y la discriminación en el mercado laboral han sido las explicaciones tradicionales para la brecha de género en la ocupación de hombres y mujeres en el mundo laboral, señala Villeval. Pero a eso se añade otra hipótesis: la menor tendencia de las mujeres a asumir riesgos y a competir en comparación con los hombres. Esto es lo que miden Balafoutas y Sutter.

La diferencia en la competitividad, dice la experta francesa, parece tener un origen cultural que emerge a partir de los cinco años, ya que antes de esa edad, niños y niñas muestran un perfil similar en este rasgo. La realidad es que, pese a los avances de las últimas décadas, sigue habiendo diferencias por sexo en los salarios y en el mercado laboral y las mujeres tienen menos oportunidades de avanzar en su carrera que los hombres.

Recuerdan los dos economistas que, según algunos estudios, ellos rinden mejor en entornos de competencia y ellas a menudo abandonan aunque estén igualmente cualificadas, lo que explicaría que las mujeres tengan menos posibilidades de promoción y, en consecuencia, salarios más bajos. Pero si se activan políticas diseñadas para promocionar a las mujeres, ¿restarán eficacia al proceso de selección de los mejor cualificados independientemente del sexo de los candidatos?

Por una parte, la ventaja que se dé a las mujeres puede ir en detrimento de la eficacia final del grupo seleccionado al dejar fuera a hombres muy cualificados para dar entrada a mujeres que, a lo mejor, lo son menos, apuntan Balafoutas y Sutter. Por otro lado, las actuaciones que incentivan la presencia femenina hacen que más mujeres de alta cualificación decidan competir por los puestos, lo que se traduce en una ganancia de eficacia en el colectivo. Los resultados del experimento muestran que son insignificantes las diferencias de rendimiento en los casos de intervención con políticas activas en comparación con el caso de ausencia de las mismas. "Los dos efectos de signo contrario considerados se cancelan mutuamente en el grupo, de manera que la intervención no conlleva coste en términos de eficacia", concluyen Balafoutas y Sutter.

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