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¿Qué hay detrás del delito sexual contra menores?

Lunes 15 de febrero de 2016

Se trata de actos que dejan traumatizados a los niños durante toda la vida: desde tocamiento, a sexo oral, vaginal o anal

Celeste López Madrid 13/02/2016 La Vanguardia

¿De qué hablamos cuando nos referimos a abusos sexuales infantiles?, ¿qué actos se enmarcan detrás de ese título?, ¿por qué situaciones han pasado los niños que han sufrido abusos?... Lo advertimos, no es agradable. Esos menores que han sido víctimas de abusos por parte de adultos, en la gran mayoría de los casos, personas en las que confían, no sólo han vivido situaciones de miedo, de desconcierto, de angustia e incluso de culpa, si no mucho más. Se han enfrentado a actos que sus cabezas no pueden de ninguna manera procesar por la violencia que conlleva, además del asco y el dolor. Y es que la palabra abuso sexual infantil incluye desde tocamientos en los genitales y en el trasero del menor hasta frotamientos hasta la eyaculación. También, forzar a que la víctima masturbe al agresor, realizar una felación o penetración anal y vaginal.

Así lo indica Almudena Escorial, coordinadora de relaciones institucionales de Save the Children, quien considera que la actual consideración de abusos sexuales infantiles es un “cajón de sastre” que impide a la ciudadanía ser conscientes de lo que realmente implica para los niños ser víctimas de abusos sexuales, impidiendo además ver la verdadera dimensión del problema: “Hablamos de actos muy serios infligidos a niños para los que el sexo es algo desconocido y empezar de esta manera el camino de la sexualidad les marca profundamente”. Muchos, aseguran los expertos, no consiguen superarlos.

Casi 4.000 denunciaron abusos en 2014

En España, según los datos recabados por la oenegé Save the Children procedentes del Ministerio del Interior, 3.730 niños sufrieron abusos sexuales en el año 2014, casi 400 más que el año anterior. Unos datos considerados como la punta del iceberg de una horrorosa realidad mucho mayor, ya que sólo se refieren a los casos denunciados. Todos las instituciones y organismos que trabajan en defensa de los menores no tienen ninguna duda de que las cifras son muy superiores.

Un estudio realizado entre 480 estudiantes universitarios menores de 30 años en Baleares en el año 2011, por la Fundación Rana, revela que un 11,9% de los estudiantes de la Universidad de Baleares que participaron en el estudio han referido haber sido víctima de abusos sexuales durante su infancia. De ellos, un 77% fue antes de cumplir los 13 años y un 23% en el periodo de entre 13 a 18 años.

Para un 10,5% de esta población víctima de abusos, estos han sido continuados en el tiempo. Es decir, antes de los 13 años y después de esa edad. El grupo identificado como víctima señala el abuso sexual como el evento traumático que mayor malestar les ha causado en su vida.

El Tribunal Supremo alerta...de las personas más cercanas

Los abusos sexuales a menores están incrementando año tras año, tal y como denunció recientemente el Tribunal Supremo. Según el Alto Tribunal, en la mayor parte de las sentencias condenatorias el agresor está en el círculo más cercano de la víctima. En muchos casos el condenado puede figurar en el álbum familiar o en una foto del salón, junto a la víctima. Además, este tipo de abusos se suele reiterar durante años, por el miedo del menor a denunciar lo que le está ocurriendo. A la inmadurez de la víctima se suma que el abusador es conocido en la familia; hay una frase muy habitual en estas sentencias que refleja el poder del abusador sobre la víctima “si lo cuentas no te van a creer”.

En el citado estudio de la Fundación Rana, de Baleares, el 91% de los agresores era personas conocidas (padre, amigo de la familia u otro familiar) cuando el menor tiene menos de 13 años mientras que cuando superan esa edad en el 80% de los casos, los agresores son personas cercanas. Con los más pequeños el abusador no requiere de la fuerza, basta su autoridad para que el niño se pliegue a lo que le demanda.

“No digas nada que no te va a creer nadie”

Algunas de los casos que ha analizado el Tribunal Supremo son verdaderamente aterradores. Es el caso de un tío que abusa de su sobrina cuando los padres están trabajando: “El procesado llevó a la menor a una habitación en la que había una cama y allí la colocó, la desvistió parcialmente y haciendo caso omiso de las peticiones de la menor que le pedía que la dejara irse, tras bajarse los pantalones la penetró con su pene vaginalmente al menos parcialmente, y desoyendo las súplicas de la menor de que parara porque le hacia daño. El procesado, tras eyacular, se vistió e indicó a la menor que se vistiera y le indicó que no dijera nada a nadie, que no la creerían”, recoge el auto emitido el pasado mes de octubre.

La niña sufrió abusos durante años, comenzando a los 9 años con tocamientos vaginales hasta la penetración, con 12. “Como consecuencia de este último hecho,sufrió un síndrome postraumático con irascibilidad, hipersensibilidad, incapacidad para evitar el recuerdo de lo vivido y con dificultad para centrarse en las actividades de la vida diaria”, señala el auto. El agresor hizo lo mismo con otra sobrina menor.

Dos hermanas agredidas por su tío

Otro caso que también evaluó el Supremo a finales de año pasado hace referencia a una niña de 11 años, quien vivía con sus tíos que tenían la guarda y custodia de la menor y su hermana más pequeña. El tío comenzó a tocar a la niña de 11 años "las nalgas, las piernas, le besaba en el cuello y en la cara, todo ello simulando al principio estar jugando con ella o haciéndole cosquillas. Dichas conductas libidinosas fueron aumentando progresivamente, hasta que un día (con 12 años) el procesado tumbó a la niña sobre el suelo, en posición de cúbito prono, le quitó los pantalones y se desprendió de los suyos, y tocándole pecho, piernas, nalgas, se colocó sobre ella para frotar reiteradamente su miembro erecto contra las nalgas y las piernas de la niña llegando a eyacular encima de la menor”, señala el auto. “Dicha conducta se sucedió en el tiempo, siendo muchas las ocasiones en que se repitió de igual forma el contacto”, añade.

Por estudios, la adolescente abandonó al fin el hogar de sus tíos. Y comenzaron los tocamientos a su hermana pequeña, quien “no pudiendo soportar esta situación, fundamentalmente cuando utilizó el primer preservativo por temor a que llegara a penetrarla, llamó por teléfono a su hermana mayor para narrarle lo que estaba sucediendo”. Fue entonces cuando la joven decidió pedir ayuda.

Otras sentencias del Supremo refieren casos de penetración de un padre a su hija adoptiva, de amigos muy cercanos a la familia, abuelos...También las hay de profesores, de educadores o monitores...Niños violados, forzados, humillados, sin edad suficiente para afrontar estas situaciones ya de por sí difíciles, duras, incomprensibles.

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