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Presidencia del Gobierno ¿Cuestión de hombres?

Martes 7 de junio de 2016

Lidia Fernandez Montes 04-06-2016 agenda pública

“La política pertenece a los hombres, igual que les pertenece la racionalidad, la jerarquía, la cultura, el temple, el valor, el carácter y el acuerdo. Las mujeres deben estar excluidas de la política y limitarse al buen arreglo de la casa, a la obediencia, a la dulzura y, en general, a facilitar la libertad y el éxito de los varones a cuya autoridad han sido subyugadas”.

Es obvio que hemos avanzado, y mucho, desde que Rousseau enunciase esta sentencia y que ha habido un notable progreso. Sin embargo, no es suficiente.

Pese a que la Ley para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, obliga a todas las formaciones políticas al equilibrio del 60%-40% en cada tramo de cinco candidatos y candidatas en sus respectivas listas electorales, nada garantiza en lo relativo a quien encabeza las listas y ello parece haberse convertido en un auténtico techo de cemento para las mujeres en las elecciones legislativas, especialmente, en lo concerniente a quién opta a la Presidencia del Gobierno.

Si observamos las 4 formaciones políticas que se presentan en el conjunto del Estado veremos que de las 52 circunscripciones en las que se divide nuestro territorio electoral, Ciudadanos ha decidido que 15 mujeres encabecen una candidatura, el Partido Popular contará con 19 mujeres, Podemos (y los procesos de convergencia en los que participa) llevarán al frente a 20 mujeres y, por último, el PSOE es el partido que cuenta con más mujeres al frente de una lista, con 27 mujeres.

Solamente el PSOE, con un 51,9%, cuenta con una presencia femenina en sus cabezas de lista proporcional a las mujeres que componen nuestra ciudadanía (52%). El resto de formaciones ni siquiera llegan al 40%.

Si comparamos estas listas con las presentadas el pasado 20 de diciembre, podemos observar que la representatividad de las mujeres ha mejorado mínimamente. En los pasados comicios de diciembre el PP contó con 15 mujeres encabezando una lista, el PSOE con 28, Podemos (y sus confluencias) con 20 y Ciudadanos tan solo con 11.

Captura de pantalla 2016-06-04 a las 8.30.25Captura de pantalla 2016-06-04 a las 8.31.24La presencia paritaria es positiva en sí misma en la medida en que empodera al conjunto de mujeres y permite acceder al escalón significativo del poder. Sin embargo, no basta con una presencia cuantitativa sino que se trata de tener las mismas oportunidades y que la voz de las mujeres se oiga en todos y cada uno de los ámbitos, en todas y cada una de las políticas.

La realidad es que el poder, el poder en el espacio público, se comparte en excepcionales ocasiones. Hemos podido comprobarlo en estos 6 meses de legislatura fallida en los que de 13 comisiones legislativas permanentes solo una, la de igualdad, estuvo presidida por una mujer; la presencia de mujeres en las comisiones negociadoras de los partidos fue meramente testimonial y los ocho portavoces titulares de los Grupos Parlamentarios en la Junta de Portavoces del Congreso fueron hombres.

Parece claro que todavía existen numerosos obstáculos culturales, económicos o políticos que dificultan la participación de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres. Una presencia que es clave para que se tenga en cuenta a las mujeres en el diseño de las políticas públicas y en la gestión de unos asuntos colectivos que han de ser tales (colectivos) y no solamente masculinos.

Probablemente si no hubiera habido mujeres en la política (y en las calles) la violencia de género no estaría en la agenda política, como tampoco estaría la atención a la dependencia o los derechos sexuales y reproductivos; porque la presencia de mujeres en los espacios de decisión, se traduce en mayor calidad de vida para el conjunto de la sociedad.

La sociedad necesita que los espacios de decisión política no sean espacios limitados a la presencia de las mujeres, desterrando prácticas, actitudes y estereotipos de género discriminatorios tan presentes en las viejas y nuevas formaciones políticas.

La equiparación de condiciones entre mujeres y varones se ha convertido en una pieza clave en la legitimación de las democracias modernas. La visibilización plena de las mujeres en el espacio público y el proceso de eliminación de barreras es, sin duda, uno de los grandes retos a los que nos enfrentaremos durante este milenio.

Nada nuevo, por otra parte. Como ya se señaló en la Conferencia de Beijing de 1995, “la potenciación del papel de la mujer y la plena participación de la mujer en condiciones de igualdad en todas las esferas de la sociedad, incluidos la participación en los procesos de adopción de decisiones y el acceso al poder, son fundamentales para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz”.

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