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Las dirigentes de la CUP: “Soy puta, traidora, amargada y mal follada"

Jueves 28 de enero de 2016

Las militantes de la izquierda independentista denuncian los insultos recibidos durante el proceso de investidura del gobierno catalán

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Las nietas de las brujas a las que no pudieron quemar

Paula Clemente Fotos: Francesc Sans Público

Miércoles, 27 de Enero de 2016

Quien iba a decir a Ines Arrimadas (Ciutadans) y Anna Gabriel (CUP) que acabarían en el mismo bando en una de sus múltiples gestas. No físicamente, claro. Intelectualmente, pero, no cesan en su empeño de abolir el machismo y llevar a la mujer hacia el respeto e igualdad tanto en su actividad laboral –política, en su caso- como en la calle, redes sociales y medios. Mientras que la líder de C’s en Barcelona lo ha defendido en entrevistas y redes, la diputada CUP ha sido, esta mañana, una de las mujeres representantes y militantes de la Esquerra independentista que se han reunido en la Plaza del Rey de Barcelona con tal de “denunciar colectivamente la ola de insultos, descalificaciones y menosprecio machista” del que, como mujeres militantes, han sido objeto durante los últimos meses.

Así, desde una Gabriela Serra –diputada de la CUP- “vieja, fea y gorda” que ha reivindicado ser juzgada por su lucha y no por ello, hasta una Eulàlia Reguant –CUP- acusada de ser “retrasada, estúpida y tonta” por defender una sanidad pública de calidad o una Anna Gabriel –también de la CUP- “puta, traidora y malfollada” han contado su experiencia para exponer la gravedad de la situación. También ha participado en ello otra de las conocidas caras del partido independentista catalán, Isabel Vellet. Ésta ha contado que cada vez que tuvieron ocasión en la legislatura pasada denunciaron ante la Junta de Portavoces que, de manera sistemática, cuando hablaba una mujer en el hemiciclo la gente no atendía –llegando al punto de tener que llamar su atención- o que el trato era totalmente desigual hacia las mujeres porque, aun siendo una de ellas la portavoz de una comisión, la manera de relacionarse en el ámbito institucional era que los diputados se dirigieran al hombre.

Por todo esto y por haber sido “testimonios de una eclosión machista especialmente visceral en un momento de gran tensión política” donde las compañeras políticas en cuestión han tenido una proyección mediática y un protagonismo significativo, dijeron, se han visto obligadas a manifestar públicamente los constantes ataques a los que se ve sometida la mujer por el simple hecho de serlo. Maria Colera, militante de Endavant, y Natalia Camara, de Arran, han leído un manifiesto en el que han condenado duramente el normal funcionamiento del patriarcado –uno de los culpables, según las mismas, de los feminicidios- o el hecho de que el debate gire alrededor de sus físicos y sus formas de vestir y no acerca de su discurso o actuación política. A su vez, han criticado un capitalismo neoliberal que apuesta por un desmantelamiento de los servicios públicos que requiere de “mujeres sumisas y obedientes que hagan de manera gratuita los trabajos que anteriormente asumían las instituciones” y han clamado por un proceso independentista que pone de manifiesto la imperante necesidad de que sea un proceso que lo cambie todo.

“Así pues, una independencia que sirva a las mujeres debe permitir crear una república feminista, en que las mujeres podamos participar libremente y podamos decidir sobre todo aquello que nos concierne”, han sumarizado las portavoces. La conclusión, en resumidas cuentas, que cuando se ataca a una mujer, se las ataca a todas y que por eso son manada: porque si tocan a una, las tocan a todas. Es por ello que han provechado la asistencias de los medios de comunicación para convocar un acto político de cariz feminista el próximo 11 de febrero para seguir luchando por todo lo que esta mañana han resumido.

Ha habido tiempo, incluso, para que Anna Gabriel explique por qué son las hijas –o nietas- de las brujas que no pudieron quemar. “Las brujas que quemaban no dejaban de ser mujeres que ayudaban a practicar abortos a las compañeras que lo necesitaban, mujeres que intentaban vivir su vida de una forma más digna, mujeres a las que interesaba el común y participaban en él y mujeres que entendían que su espacio natural no tenía por qué ser el hogar, sino que también podía ser el espacio público” expresó la misma “y en este sentido, evidentemente, somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar, pero lo somos desde siempre y lo seguiremos siendo”.

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