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La mujer y la discriminación en el arte

Sábado 20 de febrero de 2016

Cadena Ser Arsenia Tenorio - Alcázar de San Juan 18/02/2016 - 18:49 CET

Las mujeres en el arte seguimos tirando aún de esas cadenas de conceptos, cuyos eslabones engrasados por nuestro solitario hacer y despreciados esfuerzos en los años 70 y 80 siguen siendo en la actualidad el símbolo de una discriminación social, manifestada tan sutilmente que nadie ha sido capaz de cambiar el siglo del que parecen salir.

En un principio, teníamos que comenzar por construir nuestra presencia rescatándola de la nada para comenzar a existir. Para ellos se utilizó un lenguaje simple fusionado con la faceta más cercana a la mujer, en reivindicación hacia nuestro sexo y en consonancia con él: maternidades, flores, interiores...

Nuestra ejecución y sus formas nos posicionaron en una especie de círculo cerrado ligado más a un "entretenimiento artesanal femenino" o "arte menor". Pero nunca logramos -aunque los éxitos nos acompañasen hablando con voz propia- lo que nuestras pretensiones exigían: liberar de sexo el arte, clamando la igualdad.

En los años 90 surgió la revitalización del movimiento no con el hacer, sino con los signos. En este caso, los registros originales y los elementos identificativos de lo femenino fueron nuestro lenguaje de vanguardia para plantar los pies en la actualidad del mundo contemporáneo y cara al machismo, que no nos dejaba ni mirar por la cerradura del mundo al que pertenecíamos por derecho. Los montajes identificativos con los elementos cotidianos de nuestras vidas; las telas de Robin Kahm, bordadas con DIUS, las melenas trenzadas o sueltas de Millie Wilson, o yo misma, con la serie de exposiciones dedicadas a las bolsas de plástico de la compra, perseguíamos una idea de la cual fuimos abanderadas: conseguir la independencia de la creación (algo fundamental, que hoy más que nunca es el objetivo del arte actual).

Pretendíamos llamar al público con voz propia, no prestada. Queríamos conseguir algo diferente plantando cara a esas "opciones sociales" creadas desde el machismos en relación con el arte, en las que se mantiene que la libertad es sinónimo de juventud, de ausencias maternales y lazos formalizados que nos obligan a proteger nuestra vida familiar de manera distinta a nuestros compañeros, para no quedar situadas en el lado de la naturaleza y no en el de la cultura, en el de la emoción más que en el de la razón. Necesitamos provocar una reacción y denunciar un hecho reclamando una de las mayores injusticias: hoy día, el arte de la mujer aún no ha sido historiado.

En el tiempo de la más rompedora plástica actual española, plena de vanguardias y libertadas, siguen afanados sus representantes en colocar los más bonitos grilletes para amarrar bien las diferencias entre mujer y artista. mientras, en la misma profesión, el hombre es incuestionable por edad, paternidad..., es más, suma a favor todo lo que a nosotras se empeñan en restar.

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