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“La izquierda masculina y blanca se olvida de las reivindicaciones y la realidad de las comunidades gitanas”

Viernes 8 de julio de 2016

Eduardo Muriel 02-07-2016 La Marea

La activista por la dignidad de las comunidades gitanas Sandra Heredia denuncia que el movimiento gitano aún no haya entrado en la agenda política en España

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La activista por los derechos de los gitanos y gitanas, Sandra Heredia.

Sandra Heredia (Córdoba, 1985) cogió el tren la semana pasada en Sevilla para asistir a un encuentro de comunidades gitanas en La Mina, uno de los bastiones gitanos de Barcelona, y acabó conociendo entre sus calles a parte de su familia, emigrada décadas antes desde Andalucía. Una muestra práctica de hasta qué punto gitanos de uno y otro lado de la península mantienen lazos que, con la cita organizada por la Fundació SURT para hablar de violencia de género e igualdad entre hombres y mujeres, se estrechan también a nivel sociopolítico. Heredia trabaja en Fakali, la Federación Andaluza de Mujeres Gitanas, una labor que compagina con su participación en movimientos sociales feministas y de izquierda.

¿De dónde surge Fakali?

La impulsaron mis compañeras, que se conocieron en la universidad. Coincidieron varias mujeres gitanas y se propusieron dignificar la imagen del pueblo gitano. Unir las palabras mujeres, gitanas y universitarias era como una cosa que no entraba en muchas cabezas. Tuvimos al principio mucho impacto en los medios de comunicación, y después de tantos años aún el concepto sigue extrañando mucho.

¿A qué se dedica la organización?

Trabajamos con mujeres de todas las edades, en concienciación e intervención social, directamente con las comunidades en los barrios. Empezamos a nivel andaluz pero ahora tenemos varias sedes por todo el Estado. También tenemos un programa de violencia de género y de desigualdad por cuestión de género, y he venido a presentarlo en Barcelona en este encuentro. En la asociación nuestra labor se da en varios niveles pero además algunas compañera y yo estamos en otros movimientos sociales, por lo que intentamos también conectarnos con ellos. A la izquierda masculina blanca, que por desgracia es así, se les olvidan las reivindicaciones y la realidad de las comunidades gitanas. Hoy que estoy en el barrio de La Mina me he enterado de que hay 9.000 gitanos, sólo aquí. Imagina la proporción. Pero bueno, para lo bueno o para lo malo no hay un censo. Es el eterno debate, hay gente que apuesta por el censo, otra que no. Unos dicen que nos beneficiaría porque podríamos hacer cuantificaciones exactas, otros dicen que introduciría un sesgo racista, pondría etiquetas, y eso es muy pelgroso también,y más en los tiempos que corren.

Ocurre algo parecido con la población negra.

Claro, tenemos el mismo debate, porque por un lado sería estupendo. Se estima que somos un 3% de la población, pero con el índice de natalidad que tenemos podría ser más. Estoy harta de investigaciones que van a los barrios de exclusión, que al final siempre lo que se transmiten son casos de gitanos en exclusión. No se investiga realmente a los gitanos con los que no contamos, a las gitanas invisibles. Como no respondemos al esteretipo, no somos gitanas.

¿Por ejemplo una gitana que estudia en la universidad?

Totalmente. Y si no respondes físicamente al estereotipo más todavía. Nuestra presidenta es rubia con los ojos azules. A mí tampoco se me nota. Y en estos casos se da lo que se dice sacar el gitanómetro. Yo vengo de una familia gitana. Mi padre y mi madre son gitanos y bueno, si no respondes al estereotipo te dicen “no, tú no eres gitana”. Y yo me pregunto, “¿pero bueno, qué tengo que parecer para ser gitana?”. Con toda la carga que eso tiene: tener niños, no tener estudios…

Porque no existe, como muchos pueden pensar, una raza gitana.

Claro, es una etnia. Al final en este mundo etnocentrista si te sales un poco de como ellos entienden que tiene que ser algo, no lo eres. Mi tesis [estudia Sociología] por eso va de cómo se construye el antigitanismo, el sentimiento antigitano, porque eso sí existe, y es al final lo que nos une. La sensación de rechazo hacia los gitanos, desde la base social hasta el nivel institucional.

¿Cómo ha visto a los gitanos barceloneses? ¿Tienen relación con ellos desde Andalucía?

Sí, porque a nivel de Estado existe el Consejo Estatal del Pueblo Gitano, que es un órgano consultivo que está dentro del Ministerio de Sanidad, que se compone de una veintena de entidades, las más representativas del territorio. Ahí se nos consultan los planes, lo que se legisla… y a través de ahí sí hay muchos contactos con la gente de Barcelona. Además esto es un poco como Andalucía, también por toda a inmigración andaluza. Tiene esa trayectoria histórica, social y política de movimiento gitano.

A nivel cultural los gitanos han marcado mucho la cultura barcelonesa.

Totalmente, nosotros lo notamos. Como Andalucía es el territorio con mayor número de población gitana del Estado, todos esos vínculos se conservan. Parte de mi familia está aquí. Además, aquí se nota que hay movimiento, que estamos en Barcelona.

¿Ve a la comunidad gitana de aquí más movilizada?

Sí. Además históricamente ha estado mucho más movilizada. Está el Centro Sociocultural Gitano del barrio de La Mina, que es de las entidades más antiguas del Estado. Lo favorece el hecho de que es una de las grandes ciudades del Estado.

¿Qué saca en claro de la jornada que ha organizado la Fundació SURT?

Una de las cosas que me he llevado es que ha sido una gran iniciativa de la Fundació SURT. El tema de la violencia de género es una de mis metas particulares. El patriarcado no es una cosa que haya nacido dentro del colectivo gitano, sino que nos afecta a todos. Entonces, el que se nos cargue de más estereotipos, viene de que todo el mundo piensa que la cultura gitana es patriarcal y machista. Pero es igual que la de los no gitanos.

¿No es verdad eso de que hay normas propias que de alguna manera institucionalizan alguna forma de dominación más allá?

Sale siempre lo del tema de la ley gitana y demás… eso es mentira, es un invento de las televisiones. El libro de la ley gitana que alguien me lo deje, por favor, porque no lo he leído nunca. Son muchas cosas como ésta las que al final producen el efecto Pigmaleón, es decir, que el grupo oprimido se acabe creyendo los estereotipos del grupo opresor. Nosotros llevamos, según dice la historia oficial, de 500 años aquí. Nosotros decimos que llevamos más.

Alguna asociación gitana asegura que en torno a 800.

Sí, bueno, lo que decimos es que llevamos más de 500 años, también por la influencia que hemos tenido en Andalucía en tiempos de Al-Andalus. No tiene mucho sentido la teoría que dice que dimos desde la India toda la vuelta por Europa cuando ya teníamos Al-Andalus para llegar. Pero bueno, es lo que dicen los libros. Entonces, desde nuestra llegada hemos sufrido una historia de represión y de genocidio que la gente desconoce. Los niños cuando están en el cole estudian todas las culturas que han pasado por su territorio pero no la gitana. No aparece en los libros de texto, algo que ya me parece la mayor aberración. No se ha recuperado la memoria histórica de todo el exterminio que ha habido. Dentro de la ley de vagos y maleantes estaban los gitanos, todas las leyes antigitanas que se han promulgado. Luego a partir de los 60, el hecho de que todos los gitanos vivan en la periferia no es algo casual.

No es que no quieran integrarse, como se dice.

Claro, estos procesos provocan eso, que la gente diga que los gitanos están así porque quieren, que tienen sus propias normas, que las mujeres son más sumisas y los hombres más machistas. Entonces claro, todo esto repercute en la sociedad. La gente asocia cultura gitana con cultura de la marginación y de la exclusión, así de claro. A la gente se le olvida la influencia gitana en la lengua, en el castellano. Palabras como “chaval” o el verbo “molar” son propias de la cultura gitana. A nosotros en el Estado español, como se nos prohibió hablar la lengua común gitana, el romanés, lo que tenemos es un dialecto, el caló, que ha influido en el castellano. Muchas de las palabras que se han conservado responden a entornos marginales. Pero nada de esto se tiene en cuenta, se obvia. Los gitanos no somos habitantes de pleno derecho.

¿Como se tiene que trabajar en concienciación en cuanto a igualdad entre hombres y mujeres?

La concienciación tiene que ser en la misma medida de dentro a fuera que de fuera a dentro. Hay que tener claras las circunstancias, la interseccionalidad, todos los factores. Los gitanos vivimos en comunidad, nuestra mayor seña de identidad es el apoyo mutuo, que en el sistema capitalista donde vivimos no encaja, se trata de vivir en el individualismo total. Todo el mundo es muy autónomo. Nuestra forma de entender el mundo no cuadra con el sistema capitalista. Por tanto toda labor de concienciación tiene que ser involucrando a toda la comunidad.

Las mujeres sufren discriminación. ¿Cómo es ser mujer y al mismo tiempo gitana?

Se nota mucho ser mujer y gitana, y si encima eres pobre y te hacen vivir en el extrarradio de la ciudad, apaga y vámonos. Es muy difícil. Ya no es solamente eso, además el acceso a la universidad es cada vez peor. Los hijos y las hijas de los obreros no podemos acceder a la universidad. Pero es que encima si buscas un puesto de trabajo y en tu documento de identidad, como pasa en muchos sitios, pone que eres chabolista, ¿cómo te puedes enfrentar a este mundo?

El currículum de un gitano siempre lo tiene más difícil.

Eso está demostradísimo, tenemos casos denunciados. Soy orientadora laboral y me harto de ver eso. Por los apellidos, por el físico. Y eso es una realidad, no es pesimismo, es algo que ocurre. Un empleador tiene dos currículums y si uno es de una gitana y el otro no, a la gitana no la va a coger. Me puede venir cualquier a negármelo, pero eso es así. Piensa, uh, éste me va a robar, éste no se qué, a ver de dónde viene… Es muy complicado. Está tan metido en el ideario de la sociedad que es muy complicado borrarlo.

¿Qué se puede hacer desde las instituciones por la igualdad?

Nosotros lo que hacemos siempre es mirar los programas electorales y ver quién habla de gitanos. De las elecciones del 26-J, ninguno.

El PP y el PSOE suelen tener algún punto incorporado. Son ya muchos años, supongo.

Claro, pero bueno, sueltan el típico parrafito que se ve que ha entrado a cajón, y por las presiones de las asociaciones gitanas. Lo hacen por callar bocas. Esta semana se han ido todos a mercadillos de venta ambulante a pedir el voto. De eso estamos hartos. Si la representación parlamentaria estuviera en consonancia con la población, en Andalucía tendríamos que tener unos 20 parlamentarios. Los partidos políticos, lo que suelen hacer, es coger a personas gitanas, con todo mi respeto a ellas, sólo porque les interesa tener algún apellido gitano.

¿Es una operación más de marketing que de compromiso real?

Por supuesto. Es verdad que los partidos nuevos, emergentes, si tienen una mayor facilidad de sentarse con las asociaciones. Pero eso no implica nada. El PSOE tiene incluso un grupo de expertos.

El PSOE tiene incluso cargos públicos gitanos.

Sí, pero eso ya lo igualan todos. El PP también tiene una diputada en estas últimas cortes. Pero sigue sin ser algo primordial en la agenda política. No les interesa. Seguramente si se supiera el número de población gitana sí les interesaría. Aun así el esfuerzo de las poblaciones gitanas, porque desde que tuvieron mayor auge a finales de los 80 y principios de los 90, ha conseguido mucha incidencia. Es verdad que el clima político está cambiando mucho. Sin los liderazgos gitanos de estas pasadas décadas, sin el trabajo de asociaciones… yo no estaría aquí hoy. Ni habría una asociación de mujeres, La Mina no tendría todas las mejoras que tienen, no saldríamos en los medios. A mí por eso ahora que parece que lo antiguo no vale, soy de las que pienso que hay que partir mucho de la base. Hay mucha gente que ha dado la cara. Hay muchos espacios autogestionados que se interesan, que nos dan voz. Pero no deja de ser siempre algo excepcional. No es parte de la identidad de los movimientos sociales tener una línea de trabajo en ese sentido. Por ejemplo, con las causas palestina o del Sáhara, todo el mundo tiene un especial interés, más vinculación. Hasta los 60 se esterilizaba a gitanos en algunos países de Europa, en Hungría hay paramilitares que salen a cazar gitanos, agresiones en muchos puntos del continente, hay escuelas que segregan… Esa lucha no se hace como propia.

¿Qué falla ahí? ¿Falta que las comunidades gitanas se impliquen en los espacios políticos o que estos vayan a buscar algo más a las comunidades? ¿Qué tendrían que hacer formaciones emergentes como Podemos?

Podemos conoce la realidad, porque viene de movimientos sociales en los que han compartido muchas luchas. Hoy en día no se nos puede echar en cara que los gitanos y gitanas no nos involucramos en política, no se nos puede venir con ese discurso. Hace diez años o quince, sí. Pero hay muchos gitanos y gitanas, con una trayectoria social, que se implican en política, pero en las agendas políticas no es prioridad. Es más fácil obviar el problema. O como cuando se nos mete directamente en los temas de política social. Perdona, una cosa son las personas que viven en exclusión y otra que tengan en cuenta nuestra identidad. Nosotros estamos totalmente colonizados. Nuestra lucha igual a la de personas que vienen de diferentes etnias. No se tiene en cuenta el tiempo que llevamos en el Estado.

Que falta incorporar un poco la cultura y la historia gitana a la española.

Totalmente, es que no salimos. Hay mucha influencia, en la música, la cultural, el arte. En la guerra civil había gitano en los dos bandos. Artistas. En Andalucía, el tema de la identidad también se diluye, no se sabe dónde empieza lo andaluz y dónde acaba lo gitano. Al final la marca España se crea en base a la identidad gitana. ¿Qué pensamos como marca España? En el traje de flamenca, el exotismo. Hay una historiadora sevillana, María Sierra, que a mí me gusta mucho, que tiene una ponencia titulada “España, la patria que devora”, sobre cómo ha construido España su identidad, que no la ha tenido. España como tal no existe, el franquismo tenía que crear una identidad.

¿Qué avances se han dado desde los llamados ayuntamientos “del cambio”? ¿Es pronto para sacar conclusiones?

Yo creo que sí, que es pronto. No quiero ser ya tan crítica, pero… (hace una pausa) estamos esperano, la verdad. Lo que tengo más cerca, en Cádiz me consta que tienen una mayor sensibilidad, o se supone, pero sí, estamos esperando. De momento la verdad es que yo no he notado cambio. En Andalucía no se han sentado aún con las asociaciones. Es verdad que en algún ayuntamiento de pueblo hay algún concejal gitano, pero todavía estamos esperando a que tomen una determinación como tal. Es verdad que hay un clima de diálogo, pero falta despegar.

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