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La explotación sexual de menores, un delito en auge en España

Jueves 6 de abril de 2017

Mientras desciende el número de mujeres adultas víctimas de trata, hay más niñas obligadas a prostituirse

IRENE HDEZ. VELASCO Madrid 13/03/2017 El Mundo

Su identidad es secreta, se la conoce sólo como la testigo protegida NUM028. Nació en Rumanía, no sabe leer ni escribir y tenía sólo 15 años cuando, aprovechando sus graves dificultades económicas, un tipo llamado Eugenio al que ella consideraba su amigo y que vivía en Madrid la convenció para viajar a España con la promesa de un puesto de trabajo, ofreciéndose además a correr con todos los gastos de su desplazamiento.

Ella aceptó agradecida. Tomó un autocar en Bucarest y, después de muchas horas de viaje, se plantó en Madrid. Eugenio y otro hombre fueron a esperarla a la estación de autobuses de Méndez Álvaro y la trasladaron en coche a un piso en la localidad madrileña de Valdemoro. Allí, esa misma noche, le pusieron las cartas sobre la mesa: tenía que prostituirse para ellos.

Le procuraron documentación falsa en la que figuraba como mayor de edad y, con 15 años, le pusieron a hacer la calle en el centro de Madrid. Estaba constantemente vigilada. Y cuando se le ocurría manifestar su deseo de no seguir ejerciendo la prostitución, era disuadida a golpes por Eugenio, que «le agredía golpeándola con un cable en los brazos, piernas y espalda, así como con puñetazos en la cara».

Un día, con la ayuda de un taxista y aprovechando un descuido de sus captores, logró escapar de ellos. Pero con tan mala suerte que, tres meses después, dieron con ella. Eugenio entonces la aplicó un castigo implacable: «La azotó repetidamente con un cable doblado en dos por todo el cuerpo, propinándole puñetazos en la cara y clavándole levemente la punta de un cuchillo en diversas partes de su cuerpo, como cuello, piernas y manos, golpeándola también con una barra de hierro en ambos brazos. [...] Con una máquina de afeitar le rasuró el cuero cabelludo y las cejas y le pulverizó harina en el rostro con un secador de pelo, mientras se reía. A continuación, le colocó una peluca de color rojo. [...] Igualmente la golpeó con guantes de boxeo y le roció la cara con un espray. [...] A la mañana siguiente fue exhibida, en las condiciones referidas, al resto de las mujeres que se hallaban en la vivienda, con el propósito de que éstas conocieran las consecuencias que conllevaría desobedecer las indicaciones de los acusados», según recoge la sentencia con la que, en 2015, la Audiencia Provincial de Madrid condenó a Eugenio y a otras 13 personas por un delito de trata de seres humanos con fines de explotación sexual cometido contra NUM028.

No es un caso aislado. El pasado sábado, la Policía Nacional daba a conocer la desarticulación de una red que ofrecía en Internet la virginidad de una menor por 5.000 euros. Según reflejan las cifras oficiales, la prostitución de menores está creciendo en España. Así se desprende de la estadística de la Unidad de Extranjería de la Fiscalía General del Estado, que en 2015 (último año en el que ha hecho públicos sus datos) detectó en España 45 menores de edad víctimas de la trata de seres humanos y obligados a prostituirse. «Aumenta significativamente el número de menores explotados sexualmente. En 2015 ascendieron a 45, nueve más que en 2014, lo que supone un aumento de más del 25%», se lee en la última memoria de ese organismo.

Más menores forzadas a prostituirse

Pero aún rechinan más los dientes si se tiene en cuenta que ese incremento se produjo en medio de una bajada generalizada en 2015, de nada menos que un 31,5% en relación con 2014, del número total de víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Lo que significa que mientras descienden las mujeres adultas obligadas a prostituirse, aumentan sin embargo las menores forzadas a hacerlo.

«Y, obviamente, esos datos sólo representan la punta del iceberg», admite Joaquín Sánchez-Covisa, fiscal jefe de Extranjería. Porque las cifras que maneja su departamento corresponden únicamente a aquellos casos de trata de menores con fines de explotación sexual que la Policía o la Guardia Civil ponen en conocimiento de la Fiscalía y que ésta, tras estudiarlos, considera que existen pruebas suficientes como para abrir diligencias. La realidad es infinitamente mucho más terrible.

«Hay una demanda de carne cada vez más joven», resume con crudeza Rocío Nieto, presidenta de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida (Apramp), una ONG que lleva 32 años al pie del cañón. «Los hombres que acuden a los servicios de prostitutasbuscan cada vez mujeres más jóvenes, cuerpos más infantilizados», señala.

Auge de prostitutas asiáticas

Eso explica el auge que en estos momentos están experimentando en España las prostitutas de origen asiático, dotadas con frecuencia de un físico de aspecto aniñado. «Chicas japonesas y de Hong Kong», se publicita en muchas de las octavillas que inundan estos días los parabrisas de muchos coches en Madrid, y en las que se ve a una muchacha de rasgos orientales con coletas de colegiala y en ropa interior. «Chicas jovencitas. Desde 20 euros. 24 horas», se lee en otro panfleto, ilustrado con la consabida foto de una cría oriental. «Son tan pequeñas y menudas que, en una redada en un piso en Madrid realizada por la policía a la que yo asistí, vi a chicas asiáticas que parecían de 12 años. De hecho, las tenían durmiendo no en camas, sino en una especie de cunas», relata la presidenta de Apramp.

«Por supuesto que hay hombres que quieren menores de edad. Y para conseguirlo están dispuestos a pagar mucho dinero», afirma Carmen Meneses, profesora de Antropología en la Universidad de Comillas y autora de varios estudios sobre prostitución. Ella misma, en una investigación reciente que ha realizado sobre clientes de servicios sexuales de pago, se encontró con hombres que admitían abiertamente haber visto a menores de edad en clubes de alterne. «Y te lo decían tranquilamente, como si nada. No se les pasaba por la cabeza denunciarlo», explica. «Encontrar menores no es nada difícil. Aquí mismo, en la calle Ballesta, te buscan lo que quieras. Sólo hay que pagar», asegura por su parte la presidenta de Apramp.

«Yo empecé en esto con 16 años», nos cuenta Lina, una colombiana de 41 años que vende sus servicios sexuales ahí, en la calle Ballesta de Madrid. «Y sí, claro que a los hombres les gustan las chicas jóvenes. Entre nosotras, por ejemplo, la que más trabajo tiene es Cristina, una dominicana de 19 años. Todos andan detrás de ella. De hecho ahora no está, debe de estar ocupada en algún servicio». Según destacan varios estudios, buena parte de las mujeres que ejercen la prostitución comenzó a hacerlo siendo menor de edad. «Según mi experiencia, la mayoría de ellas», sentencia Rocío Nieto. Una encuesta realizada por su asociación en 2014 entre 807 mujeres arrojó que el 48% había comenzado a prostituirse antes de cumplir los 18 años.

Vendidas a mafias o proxenetas

Algunos de esos menores explotados sexualmente en España fueron vendidos por sus padres a mafias o proxenetas. «Yo recuerdo un caso espeluznante en el que el precio fue una caja de botellas de whisky», cuenta Patricia Fernández Olalla, fiscal adscrita a la Unidad de Extranjería de la Fiscalía General del Estado. Otros han venido engañados con falsas ofertas de trabajo o cualquier otro ardid, y obligados luego a prostituirse a base de golpes y coacciones. Hay chicas que se fugaron de sus casas con quienes creían que era el amor de su vida y acabó siendo su proxeneta (las mafias rumanas, por ejemplo, suelen pagar ropa de marca y cochazos de alquiler a los llamados loverboys, tipos guapos cuyo cometido es seducir a menores para luego prostituirlas)... Hay nigerianas controladas con rituales de vudú que temen tanto que sirven para esclavizarlas sexualmente...

Son todas menores de edad, sin recursos económicos, en muchos casos con apenas educación, a cientos de kilómetros de sus países y de sus casas, alejadas de sus familias, que con frecuencia no saben español y que se encuentran absolutamente a merced de sus explotadores. Sus captores les suelen proporcionar documentación falsa en la que figuran como mayores de edad y las aleccionan, casi siempre a base de golpes y amenazas, para que se abstengan de revelar que aún no han cumplido los 18 años. Pero, por si acaso, normalmente las tienen ocultas en pisos, como fantasmas, porque allí es más difícil que sean detectadas por las fuerzas de seguridad. Al fin y al cabo la policía puede entrar cuando le parezca en un club de alterne para hacer una redada o una inspección. Pero un piso es un lugar privado, y allí las fuerzas de seguridad sólo pueden acceder con la pertinente autorización judicial.

Pero no es sólo que en España haya cada vez más menores explotados sexualmente. Es que, además, cuando alguno de ellos consigue ser liberado, cuando logra ser arrancado de las garras de quienes le obligan a prostituirse en beneficio propio, el sistema falla clamorosamente. Lo denuncian a coro todos aquellos que trabajan en el campo de la asistencia a las mujeres prostituidas.

El principal problema es que no hay centros específicos para menores víctimas de explotación sexual. Así que, cuando una chica de 15, 16 o 17 años es rescatada de un prostíbulo donde con frecuencia la prostituían durante 12 horas al día, liberada de un piso donde se ofrecían sus servicios sexuales ininterrumpidamente de la mañana a la noche o arrancada de una acera donde era obligada a hacer la calle, va a parar a un centro de menores. Pero allí no hay personal especializado en víctimas de trata con fines de explotación sexual, no hay programas ni atención específica para ayudar a esas chicas.

Los centros de menores

«Cuando se detectan menores víctimas de trata y, no existiendo recursos específicos, son enviadas a los centros de protección de menores, los cuales no están preparados para atender las necesidades de estas chicas, vuelven a ser captadas por la red de tratantes para que continúen prostituyéndose», denuncia Carmen Meneses. Según Rocío Nieto, muchas de esas chicas incluso tratan de captar a algunas de sus compañeras del centro de menores para la red de prostitución que ya las explota a ellas. «Y con frecuencia lo logran», subraya la presidenta de Apramp. «Las mujeres ingresadas en un centro de menores son muy vulnerables, son presa fácil para la prostitución», advierte.

Desde la Unidad de Extranjería de la Fiscalía General del Estado también son conscientes de los fallos garrafales que presenta el sistema a la hora de tratar de ayudar a las menores víctimas de explotación sexual. «El sistema español es de protección, no de reclusión. Eso significa que las chicas no están encerradas y pueden salir. Algunas, efectivamente, salen por las tardes y se prostituyen», reconoce abiertamente Joaquín Sánchez-Covisa. Otras, directamente se van y no regresan.

La solución pasaría, según los expertos, por crear pisos específicos para menores que han sufrido explotación sexual. Pero, de nuevo, se alza un escollo: el cuidado de esas víctimas compete a cada comunidad autónoma y parece difícil imaginar que en cada una de las 17 comunidades existentes se vaya a abrir un centro específico para menores que han sido obligadas a prostituirse. Y más cuando, en todo el país, fueron detectadas 45 víctimas durante 2015. «Lo que nosotros proponemos es un acuerdo entre todas las comunidades autónomas para abrir un único centro específico para esas menores», avanza el fiscal Sánchez-Covisa.

Pero, por ahora, no existe nada de eso. Como mucho, si tienen suerte, algunas menores pueden ingresar en centros para mujeres víctimas de explotación sexual, donde conviven con adultas. Pero las propias ONG que gestionan estas casas de acogida son muy reacias a mezclar a menores de edad con mayores. En la casa de acogida para personas prostituida y traficadas que Apramp tiene en Madrid, viven en estos momentos nueve mujeres, una de ellas una nigeriana menor de edad.

De NUM028 no se sabe nada. Dicen que volvió a su país. Dicen...

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