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La estadística invertida

Martes 29 de marzo de 2016

Por Maribel MasMaribel Maseda Más de la mitad 21-03-2016

Después de muchos años de trabajo en relación con la violencia de género, a finales del año pasado me decidí a presentar lo que he denominado “Estadística Invertida¨, mi perspectiva sobre la agresión del hombre violento hacia la mujer.

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Estadística invertida. Imagen de TrasTando.

‘Estadística Invertida’ define la percepción errónea y generalizada que se tiene de la violencia que ejerce el violento sobre la mujer, como resultado de una igualmente confusa identificación de víctimas y verdugos. La estadística invertida se ha generado por la aceptación de premisas erróneas como éstas:

- Que se identifique la violencia que ejerce el violento sobre la mujer con el número de mujeres agredidas y no con el número de hombres que agreden.

- Que se haya trasladado el foco de atención y así el foco de crítica sobre la actitud de la víctima y no sobre la personalidad agresiva y reiterada del violento.

- Que se designe un perfil para la mujer maltratada de manera que esta pueda ser reconocible, en lugar de designar al hombre violento un perfil y pueda así ser reconocido por la sociedad en general. Por otra parte, estos perfiles se dan a confusión por que se presenta el perfil de la mujer susceptible de ser maltratada, cuando en realidad se está describiendo el que queda dibujado tras sufrir su síndrome de mujer maltratada.

- Que refiriéndose siempre a la mujer, la gran mayoría se pregunten ¿porqué no se va?, ¿porqué permanece allí? ¿porqué no acude a terapia? En lugar de dirigir las preguntas al agresor que es quien debe responderlas.

- Que se aporten datos estadísticos sobre violencia de género en los que casi con exclusividad se habla del número de mujeres víctimas y poco o nada sobre la verdadera estadística que aportaría datos fidedignos que es el número de hombres violentos maltratadores.

- Que se haga recaer de manera inconsciente pero sistemática la responsabilidad del problema de violencia de género en la mujer por ajustarse al perfil que se ha distribuido de ella, como si de no existir ese perfil, no hubiera existido la agresión.

- Por esta malentendida alusión a la mujer en las estadísticas sobre violencia, se ha trasladado la idea de que es ella la que debe cambiar, aprender, resolver, consultar, acudir a terapia, etc. Hay que recordar que la mujer víctima debe someterse a todo esto tras padecer el Síndrome de la mujer maltratada, una vez se ha topado con la violencia del hombre violento. Anteriormente, no habría necesitado acudir a terapias diversas o al menos no más que cualquier otra persona.

Mi concepto de la estadística invertida no es una condena del machismo como causa única de la violencia contra la mujer. Pone sobre la mesa el hecho de que se están manteniendo razones y argumentaciones obsoletas que nos hacen nutrir un bucle inefectivo en el que no se da solución a la violencia contra la mujer pero que soluciona la cuestión moral del hombre que la ejerce. No lo baso directa y únicamente en el machismo instaurado, sino en cómo este hecho ha ayudado al hombre violento a ejercer su instinto con impunidad.

El discurso del machismo no puede ser el mismo que era cuando se empezó a rebelarse contra él. Hoy, que ya caminamos hacia la convivencia justa en comparación a lo que teníamos hace una cuantas décadas, es conveniente recordar qué es lo que pedimos y ofrecemos, como sociedad. Qué es lo que queríamos combatir, lo que ya no aceptamos como norma justa universal, como sociedad. Qué es lo que queremos construir a partir de ahora, como equipo , hombres y mujeres, integrantes fundamentales ambos para construir un mundo y una vida que dejar como legado a generaciones venideras.Y en esta sociedad que decimos que queremos construir, no puede haber sitio para el violento que ejerce amparado en un discurso machista que él mismo trata de recuperar en cada atentado contra la vida que comete. Y el resto de la sociedad cae en su trampa y sin darse cuenta, le facilita una coartada.

No es violencia doméstica; no es violencia del hombre; es violencia de un hombre que es violento y esto ni es defendible ni es justificable y quienes lo hacen amparan un delito.

El término machismo/machista es ya tan amplio y se ha dado tanto de sí, que de nuevo, el hombre agresivo y agresor ha encontrado, sin necesidad de esforzarse, una nueva brecha por la que escaparse no ya impune de su personalidad violenta, sino de su exposición pública y permanecer en el anonimato. Lo hace escudado en las disertaciones sociales que sin tomar conciencia de ello, se han alejado casi de inmediato del verdadero problema: que existe un hombre agresivo y agresor que ha encontrado un aliado en el machismo existente y asentado en todo el mundo, bajo el que esconder su personalidad perversa. Es fundamental que la sociedad en general pierda el miedo a identificar al hombre violento: para ello, los medios de comunicación deben ayudar a romper esta sugestión colectiva visibilizando el otro lado del problema, el del agresor. Solo así, el hombre violento se dará por aludido.

Se ha conseguido un gran avance al hacer que la mujer maltratada se de por aludida como víctima. Ahora también hay que conseguir que sea el violento quien se dé por aludido como agresor.

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como Háblame, El tablero iniciático, y La zona segura.

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