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La concejala minera que plantó cara a Vox al declarar a Mieres como territorio libre de censura

Lunes 22 de enero de 2024

Rocío Antela, ingeniera técnica en Hunosa después de trabajar en el Pozo Santiago, programa como edil de Cultura obras canceladas por la ultraderecha.

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Rocío Antela, minera y concejala de Cultura en Mieres. — Ofelia de Pablo y Javier Zurita

MADRID 20/01/2024 HENRIQUE MARIÑO Público

No sorprende la determinación de Rocío Antela (Oviedo, 1983) a la hora de declarar a Mieres un "territorio libre de censura", comprometido con la cultura y refugio de las obras que han sido canceladas por Vox en varias localidades españolas. Acostumbrada a luchar desde niña por salir adelante, no dudó en bajar a la mina cuando perdió su trabajo como productora de televisión en 2008.

Militante feminista y vinculada a los movimientos sociales, aceptó la propuesta del alcalde Aníbal Vázquez, fallecido en noviembre, y se presentó a las pasadas elecciones municipales en las listas de Izquierda Unida. Como concejala de Cultura, ha creado el programa Caja de Resistencia para "impulsar la solidaridad, garantizar la libertad y apoyar a las trabajadoras y trabajadores de la cultura" censurados por la extrema derecha.

"Bautizamos la iniciativa con un término que alude al carácter reivindicativo y solidario de la cuenca minera. El ruido que hacen los ultras es brutal, por lo que tenemos que contrarrestarlo siendo creativos. Por eso hemos dado un paso al frente y creado un espacio seguro para la industria cultural", explica Rocío Antela, cuya concejalía inauguró el ciclo en septiembre con una lectura dramatizada de Muero porque no muero, de Paco Bezerra.

"Cuando cancelaron su obra en Madrid, empezó a ser más conocido por haber sido censurado que por su faceta de artista, pese a que es un dramaturgo brillante. Eso daña la imagen de un creador, de un proyecto y de la localidad que lo veta", argumenta la edil, quien considera necesario que el programa Caja de Resistencia trascienda el Conceyu de Mieres y se impulse una red de apoyo en todo el país.

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Rocío Antela, concejala de Cultura en Mieres e integrante de la Brigada Feminista. — David Aguilar Sánchez

Las cancelaciones, a su juicio, ponen de manifiesto la precariedad de la industria cultural. "Cuando vetan una obra, se debe tener en cuenta que detrás hay trabajadores y un proyecto que se ven manchados. Por eso Mieres, como pueblo trabajador, apoya a los profesionales de la cultura", asegura Rocío Antela, quien valora el carácter participativo de Caja de Resistencia.

"Entendemos que hay que hacer cultura con la comunidad. La cuenca minera es solidaria y en Mieres la ciudadanía se involucra, no solo asistiendo a los actos, sino proponiendo y participando, una diferencia que nosotros ayudamos a potenciar. Así, cuando llamamos a la participación con la lectura de Paco Bezerra, vino mucha gente de otras comunidades autónomas", recuerda la concejala de IU.

En cartel, tres obras censuradas por sus contenidos sobre género, violencia machista y represión franquista en Valdemorillo (Madrid), Talayuela (Cáceres) y Briviesca (Burgos): Orlando, El señor puta o la degradación del ser y El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca. También han proyectado la película Lightyear, prohibida en ​​Bezana (Cantabria) por un beso entre dos mujeres.

"La extrema derecha va a por todas: ataca al feminismo, al colectivo LGTBIQ+ y a la cultura. La apuesta de Vox por la censura no es anecdótica sino sistémica: su proyecto es antidemocrático, quieren un país en blanco y negro, y son incompatibles con la libertad de expresión. Los ultras tienen en el punto de mira a la cultura porque implica un proceso de transformación social que enriquece, construye y crea una sociedad más justa. En realidad, Vox le tiene miedo a la cultura, a la transformación y a la diversidad, que forma parte de la naturaleza del ser humano", razona la edil de IU.

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Rocío Antela, concejala de Cultura en Mieres. — Ofelia de Pablo y Javier Zurita

Ejemplo de superación

A los diez años, perdió a su padre en la mina y, con una madre enferma, tuvo que hacerse adulta a la fuerza. Empezó a currar a los dieciocho años, estudió audiovisuales y, cuando perdió su empleo en el sector, entró a trabajar en una cinta transportadora del Pozo Santiago como ayudante minera. Al mismo tiempo, estudió Ingeniería de Minas en la Escuela Politécnica de Mieres para poder desarrollar una carrera profesional en Hunosa.

"Fue la vida que me tocó y jamás he apelado al victimismo. Como buena minera, me adapto a la capa y a las circunstancias de la vida. Soy afortunada, porque estas vivencias me pasaron mientras vivía en la barriada minera de Figaredo, donde siempre me he sentido protegida por la comunidad. Si hubiese nacido en otro sitio o en una ciudad, quizás no sería la misma persona, ni tendría las mismas herramientas", afirma Rocío Antela, quien se sintió frustrada cuando vio que el ascenso no llegaba. "Me esforcé y, al ver que no alcanzaba mi objetivo, me lo tomé como un aprendizaje. Eso sí, después de digerir lo que en su día vi como un fracaso".

Seis años después, logró dar el salto y desde entonces trabaja como ingeniera técnica en el Laboratorio de Combustibles de Hunosa (Hunosalab). "Cuando falleció mi padre, me quedé con una familia destrozada y con un doloroso duelo por la pérdida del pilar fundamental en mi vida, cuyos valores fueron la mejor herencia que me dejó", recuerda la concejala minera, quien se considera un "ejemplo de transformación".

"La mina me hizo feminista", añade Rocío Antela, orgullosa de que Mieres acogiese la manifestación del 8M en Asturies. "Fue la primera vez que se descentralizó la marcha en el país. El machismo pasa por todas las galerías de la cuenca minera y florece con brutalidad. Queríamos que las mujeres mayores viesen a referentes femeninos liderando las calles", explica la integrante de la Brigada Feminista, cuyo lema es Cuenca minera, feminista y dinamitera.

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Rocío Antela, concejala de Cultura en Mieres e integrante de la Brigada Feminista. — David Aguilar Sánchez

Aunque no se le había pasado por la cabeza entrar en política, la insistencia del alcalde Aníbal Vázquez la llevó a presentarse a las últimas elecciones municipales y luego a rechazar una dedicación. "No quise dejar mi trabajo ni dedicarme en exclusiva a la gestión municipal. Me planteo mi labor de concejala como una forma de militancia más. Apuesto por la cultura como una herramienta para construir futuro y generar empleo y actividad", asegura Rocío Antela.

"Una apuesta que pasa por la innovación en un territorio castigado por el cierre de la minería y que quiere ofrecer calidad de vida y oportunidades", añade la edil de Izquierda Unida, quien cita como ejemplos el centro de intervenciones artísticas del Pozu Santa Bárbara y la programación cultural "de primer nivel" en una localidad cuya población no alcanza los 37.000 habitantes.

"Mi carácter me hizo sobrevivir en momentos complicados y ahora no voy a cambiar. Mi compromiso con el territorio va unido a mi estilo de vida, porque me considero una afortunada por vivir y trabajar en el mismo pueblo", concluye Rocío Antela, quien llora las pérdidas del alcalde que gobernó el Ayuntamiento durante doce años y de Anita Sirgo, "dos nombres propios de la historia de Asturies, ejemplos de honestidad y compromiso, con una credibilidad ganada a pulso".

El pasado martes, portó el féretro de la histórica militante comunista en una multitudinaria despedida "a golpe de tacón y madreñas". Al día siguiente, regresó al trabajo y al Conceyu, donde ahora ejerce como alcalde Manuel Ángel Álvarez, al frente de trece concejales de IU. Uno menos que en la anterior legislatura, con el PP y el PSOE a larga distancia, con tres ediles. Vox ha irrumpido con uno, aunque Rocío Antela advierte: "Ante el fascismo, cultura y pensamiento crítico".

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