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LAS PRESIDENTAS , de Victoria Sendón de León

Lunes 13 de febrero de 2006

21.1.06 LAS PRESIDENTAS

Bueno, bueno… parece que se está poniendo de moda eso de las presidentas, lo que me congratula sobremanera porque quiere decir que nuestra revolución está triunfando. ¿Está triunfando realmente? La verdad es que no lo tengo nada claro, pero me gustaría que fuera así. No sé si el sexo, el género o la feminidad son garantía de algo, pero supongo que alguna diferencia tendrían que marcar. Abrió la racha la alemana Angela Merkel, que por más que se muestre amiga de los EE.UU., no ha tenido pelos en la lengua para ponerle a Bush las peras al cuarto con el horror de Guantánamo, y, a su vez, está empeñada en devolver a los alemanes su estado de bienestar, incluido un salario mínimo para todos los ciudadanos, algo que ni siquiera un gobierno socialdemócrata se ha atrevido a hacer. ¡Bravo!

A la par, nos sobresalta de modo gratificante la victoria de Michelle Bachelet en Chile y de Ellen Johnson-Sirleaf en Liberia. La primera Presidenta de Iberoamérica y la primera de África ¡nada menos! Michellet es una luchadora por la libertad, cercana a los ciudadanos y, sin duda, inteligente. Pero, sobre todo, no parece que sea una revanchista, sino una mujer generosa capaz de representar a todos los chilenos. La piedra de toque va a ser, entre otras, el asunto de los indios mapuche, que han sido expoliados y desterrados de sus tierras por las transnacionales (también españolas) y por los nuevos colonos gringos, que han comprado cientos de miles de hectáreas aprovechando que el pueblo mapuche no posee títulos de propiedad. Otra, también fundamental, es resolver la paradoja de que siendo Chile el país que más crece porcentualmente en todo el Subcontinente, sea al mismo tiempo el que más desigualdades presenta en renta “per capita”.

La señora Johnson-Sirleaf lo tiene igualmente crudo. ¡Oh, Liberia! Cuántas promesas de libertad fracasadas. Hasta 1822 su territorio formaba parte de la colonia británica de Sierra Leona, hasta que la Sociedad Americana de Colonización la compró a los ingleses para desembarazarse de parte de los negros libertos, que fueron enviados, voluntaria o forzosamente, a su nueva tierra prometida. Pero como el modelo patriarcal se repite, los nuevos colonos no se mezclaron con los autóctonos ni respetaron su legua, religión o costumbres por considerarlos inferiores: eran los amos. Tampoco el capital tiene patria y pronto llegaron las empresas americanas a expropiar el botín de sus recursos naturales. La primera fue Firestone, en 1926. Luego aparecieron las corporaciones mineras y petrolíferas. A partir de 1980 irrumpieron los militares salvapatrias con sus revoluciones bananeras, que terminaron por arruinar el país con un saldo de miles de muertos. La corrupción extrema y las guerras civiles se han perpetuado hasta que en 2003 la presencia de 15.000 cascos azules de la ONU ha logrado mantener un cierto orden siempre amenazado. Ahora, en unas elecciones libres, ha triunfado Ellen Johnson-Sirleaf frente al terrible Taylor. Sus seguidores le llaman “Mamá Sirleaf” y ha prometido acabar con la corrupción: ¡por favor, la receta!

Es curioso esto de las “mamás” porque también Tarja Jalonen, Presidenta de Finlandia, se presenta a una segunda vuelta con el triunfo asegurado, pues se dice de ella que “ha sabido mantenerse en el papel de madre protectora de la nación”.

Ojalá que las presidentas ejerzan de madres amantísimas de sus ciudadanos, frente a los padres de la patria, que lo han sido siempre a sangre y fuego. Ojalá no aparezca ninguna Tatcher, que aniquiló a los sindicatos, organizó la guerra de las Malvinas e inició, junto a Reagan, la depredadora era de la economía neoliberal. De aquellas esperamos que la “ética del cuidado” adquiera el mismo rango que la “ética de la responsabilidad”, porque las razones de estado nunca deberían entrar en contradicción con el estado de la razón. En resolver esta polémica, que ya adelantó el pensamiento feminista hace décadas, reside el “quid” de la política actual.

El biólogo Humberto Maturana, fundador de la Escuela de Santiago (Chile), afirma que lo que diferencia al linaje homínido de otros primates es que los machos humanos comienzan a ocuparse de sus crías, entrando en el círculo de cuidados mutuos que en otras especies sólo las hembras llevan a cabo. Lo contrario no es más que un retroceso al cerebro límbico, al estado de barbarie. El gran reto de la política actual consiste en ser capaces de crear una sociedad humana que se plantee como prioritario el conservar la vida de sus miembros (no exclusivamente en estado intrauterino o comatoso), su bienestar psico-físico y su libertad de elección. Las ideologías han sido desbordadas por la precaria situación del mundo, ya que ninguna ha encontrado la salida. Por eso, volver a ser humanos constituye todo un programa político. Seguimos creyendo en el lema “darwiniano” del triunfo del más fuerte, pero Lynn Margulis ha demostrado que “no es más fuerte el que combate, sino el que coopera”.

Ojalá que las presidentas, aunque no lleguen a ser feministas, no pierdan de vista el ser humanas. Ojalá entiendan que ha sido el Movimiento feminista el que ha hecho posible que ellas accedan al poder. Sólo los resultados podrán indicarnos si nuestra revolución está triunfando o si se trata únicamente de un paripé.

Fuente: Mujeres en Red

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