Xarxa Feminista PV

En busca del matriarcado perdido

Domingo 27 de septiembre de 2015

“La invención de un matriarcado tiene más bien una función aleccionadora”.

“Sirve para justificar en el imaginario que sean los hombres quienes tienen el poder”.

27-09-2015 La marea

Laura Tejado El mito de las amazonas es machista. Una civilización de mujeres guerreras que viven sin varones y se cercenan un pecho para mejorar su destreza con el arco puede parecer empoderante y liberadora. Así ha llegado hasta hoy a través de figuras de la cultura popular como Xena o Wonder Woman.

Sin embargo, la invención de un matriarcado tiene más bien una función aleccionadora. Sirve para justificar en el imaginario que sean los hombres quienes tienen el poder. Al igual que el mito de la vagina dentada –compartido por pueblos de Japón, México o Nueva Zelanda– advierte de los peligros y excesos de la sexualidad femenina.

Además del mito de las amazonas, creado en la Grecia Clásica, otros pueblos se han dotado de leyendas sobre su pasado bajo el dominio de las mujeres. Es el caso del héroe civilizador Yuruparý, entre los tucanos del Amazonas, o de Kúwai, en Tierra de Fuego. Todos los relatos terminan igual: la autoridad patriarcal se impone y derrota con violencia a las mujeres.

La existencia de un matriarcado primitivo ha sido profusamente debatida en las ciencias sociales. Bachofen y otros evolucionistas del siglo XIX defendían su realidad histórica y lo situaban en un punto intermedio entre la naturaleza y la civilización. Pero no fue hasta el auge del movimiento feminista, en los años 70 del pasado siglo, cuando se vuelcan en este debate.

Muchas hipótesis sobre el origen del patriarcado apuntan a la maternidad. Más que el hecho biológico en sí, la causa de la dominación masculina sería la interpretación cultural que se hace de la misma. Con este giro, se soluciona una incómoda cuestión: si el patriarcado está anclado en un hecho biológico, entonces resulta inevitable.

La solución de la activista y escritora Shulamith Firestone parte de su fetichismo tecnológico y radicalidad. En La dialéctica del sexo, publicado en 1970, afirma que la liberación de las mujeres se producirá cuando se consiga desarrollar úteros artificiales capaces de incubar fetos durante 9 meses.

En el debate sobre la existencia del matriarcado, con frecuencia se confunden los términos. La antropología cuenta con numerosos ejemplos de sociedades matrilineales, en donde la herencia se transmite de madres a hijas. Las mujeres gozan de una posición de mayor prestigio y consideración que en los grupos patrilineales pero el poder político y religioso sigue siendo una prerrogativa exclusivamente masculina.

En cualquier caso todo apunta a que las sociedades humanas han sido y son patriarcales. Puede que el matriarcado no haya existido nunca, ni en la Grecia Arcaica ni en el País Vasco. Pero tampoco lo queremos. Una sociedad matriarcal implicaría el dominio de una parte sobre la otra.

Dejemos los mitos de las vaginas dentadas y las diosas de la fecundidad en el plano de la fantasía y cntrémonos en el futuro: una sociedad feminista donde las etiquetas y categorías no determinen tus posibilidades.

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