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El vudú, la gran amenaza de las mujeres nigerianas víctimas de trata

Jueves 9 de junio de 2016

07/06/2016 - Irene Escudero La Vanguardia

Madrid, 7 jun (EFE).- El vudú es más que brujería. En países como Nigeria, para millones de mujeres es una religión, mediante la cual se les arrastra a través de miles de kilómetros de desierto para llegar hasta España, donde son obligadas a ejercer la prostitución contrayendo unas deudas que muy difícilmente llegarán a pagar.

A Loveth un brujo le cortó las uñas de las manos y los pies, el pelo y le hizo incisiones por todo el cuerpo. Luego lo guardó en una bolsita "para en caso de no cumplir la deuda, hacérnoslo pagar", cuenta.

Ella fue víctima de trata, pero ahora es superviviente y la cara de una campaña de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp).

Su directora general, Rocío Mora, explica en la presentación de la campaña que "confundimos el vudú con un rito y brujería", pero para ellas es mucho más.

Mediante un ritual donde estaba presente su madre, a Loveth le hicieron jurar que no se iba a escapar, que no iba a hacer caso a la policía; "desde pequeña me enseñaron que mediante el juramento a los dioses nos protegerían del mal", dice.

"Las primeras veces que me obligaron a prostituirme sentía tanto dolor que cada vez que iba al baño creía que iba a parir. Iba cada minuto", confiesa Loveth en el cortometraje de la campaña dirigido por la presentadora y cineasta Mabel Lozano, quien considera que este medio es el mejor para concienciar "a los presentes y futuros consumidores": los jóvenes.

Precisamente el vudú es lo que distingue a estas mujeres de otras víctimas europeas o sudamericanas de trata. Eso y las mafias.

"Quizás sean las mafias más crueles, más inhumanas", estima el inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), José Nieto, porque tienen un "doble matiz criminal": usan el engaño de una mejor vida y la amenaza de la magia negra.

Para llegar a España tienen que recorrer tres desiertos y atravesar tres fronteras, que "se cruzan pagando en carne", explica Nieto, es decir "siendo violadas y agredidas sexualmente".

Por eso califica a mujeres como Loveth de heroínas: "cuando las vemos en polígonos industriales, en los plásticos de Almería o en los puertos, hay que verlas como auténticas heroínas".

Lo más complejo con esas mujeres es que consigan declarar. "Sólo entre el 0,5 y el 1 por ciento son capaces de salir y denunciar", señala la delegada de Extranjería de la Comunidad de Madrid, Beatriz Sánchez.

No sólo les afecta el vudú, también la grave deuda que contraen durante todo el proceso migratorio, que ronda entre los 35.000 y los 70.000 euros.

El Tribunal Supremo no está de su parte porque para conseguir tumbar la presunción de inocencia se necesita un testimonio coherente, continuado en el tiempo y elementos periféricos que lo avalen, entre otras cosas, recuerda Sánchez.

"¿Ustedes creen que estas mujeres tienen un relato coherente cuando tienen fases negadas de su propia historia?", se pregunta Sánchez, quien insiste en que "no son coherentes porque tienen un daño estructural brutal".

España ha avanzado mucho en la protección de víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, considerándola una forma más de violencia de género.

"Desde el momento en que solicita la regularización de la situación, ya están protegidas", explica la secretaria general de Inmigración y Emigración del Ministerio de Empleo, Marina del Corral.

Y a finales del año pasado se aprobó el segundo Plan de Trata, que contempla una medida importante, que "todo el dinero incautado de las mafias va directamente para las víctimas de trata", según señala la secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero.

"La esperanza tiene nombre de Loveth y de tantas y tantas mujeres que han salido de la trata", asegura Camarero.

Pero aunque cada vez son más las que dan la cara, la trata de personas sigue siendo el segundo negocio más lucrativo del mundo y sólo en España mueve 8,3 millones de euros al día.

Por eso, Mora, en nombre de Apramp, pide seguir avanzando y recuerda: "Hoy es Loveth, pero ayer fue Catherine, menor de edad". EFE

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